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Chance McCutcheon

SPAN 323R - Trabajo Escrito

La medicina, la creencia, y la muerte

Dicen que hay dos cosas en la vida que no se puede evitar—los impuestos y la muerte.

Aunque todos sabemos que la muerte nos espera algún día, seguimos en la vida diaria sin pensar

en ella. Vivimos así hasta que la vida nos da un golpe en la frente; puede ser el cáncer,

traumatismo por un accidente, o uno de los millones de problemas de salud que nos pueden

afectar. Cuando llegue ese momento de afrontar la muerte, uno tiene que aceptar las

circunstancias por lo que son. Muchas veces, se nos hace difícil aceptar la situación y enfrentar

nuestra propia mortalidad, aún sabiendo que el momento de morir va a llegar algún día. La

cultura y la religión son las dos cosas principales que determinan cómo lidia con la muerte una

persona. La falta de creencias religiosas también puede afectar cómo reacciona la persona.

Personas con creencias distintas lidian con la muerte en maneras muy distintas. Según el

libro Multicultural Palliative Care Guidelines escrito por Palliative Care Australia, “Religion is

the mainstay of many cultural groups. Some religions require strict adherence to rituals…

although they are generally tolerant of other people’s beliefs. At a Hindu funeral, any one who

knew the deceased is obliged to attend. In contrast, a middle class Anglican funeral is often seen

as a private affair, primarily for the family” (PCA, 1999). Se puede notar la diferencia entre las

costumbres de una religión y la otra cuando tienen que ver con la muerte. También existen ciertas

costumbres culturales y religiosas que pueden interferir con el tratamiento médico del paciente o

la prevención de la muerte de una persona en dicha cultura y religión.


Hoy día, se hace cada vez más difícil la decisión de mantener al paciente con vida a

través de maquinas avanzadas y la medicina moderna. Dr. David Muller dice en el documental

Afrontando La Muerte que “La medicina moderna es capaz de hacer casi lo que 20 años atrás se

consideraba ciencia ficción. En esencia, podemos mantener prácticamente cualquier cuerpo con

vida durante años” (Muller, 2013). Esta realidad hace que la decisión de mantener al paciente

con vida o dejarle morir para que no sufra más sea más difícil de tomar, ya que las personas

pocas veces mueren por causas naturales en sus propios hogares. Por esa razón, la religión y la

cultura tienen aún mayor influencia hoy que antes en la manera de enfrentarse uno a la muerte.

Además, si una persona no cree en la vida después de la muerte, puede que esa persona

tenga miedo a la muerte y la enfrente con mayor incertidumbre. La decisión de mantener al

paciente con vida es más probable debido a que la persona cree que la muerte es el fin. Al

contrario, muchas creencias religiosas y culturales enfatizan que la muerte no es el fin y que hay

algo mejor que nos espera después de la muerte. Estas creencias pueden resultar en decisiones de

dejar que muera el paciente para que no sufra más, pero también pueden impedir el tratamiento

médico apropiado en casos extremos. Por ejemplo, los testigos de Jehová no creen en la

transfusión de sangre. Si un paciente forma parte de esta religión o tiene familiares que son

testigos de Jehová y precisa una transfusión de sangre para sobrevivir, es probable que el

paciente o el encargado de su salud entre sus familiares niegue la transfusión de sangre por sus

creencias y deja que muera el paciente en vez de recibir la transfusión.

El evangelio y el conocimiento del plan de salvación que tenemos como miembros de la

Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días nos dan una perspectiva más amplia del

propósito de la muerte y su lugar en el plan de Dios. El conocimiento del plan de salvación nos
ayuda a sobrellevar la carga de la muerte de un ser querido con la esperanza de volverle a ver de

nuevo. Hace dos años yo tuve que pasar por la experiencia de perder a mi padre debido al cáncer

del colon y ese conocimiento se convirtió en una fuente de esperanza y fuerza para mí.

Me faltaban solo dos meses en la misión y yo andaba en un pueblo cercano a la ciudad

Zapala en la provincia de Neuquén, Argentina cuando recibí la noticia de que mi padre tenía

cáncer. Le diagnosticaron con cáncer del colon del estadio cuatro y le dieron seis meses para

vivir. No podía creerlo, pero tuve que aceptarlo. Me arrodillé y pedí en una oración que Dios me

diera la fuerza para seguir adelante y terminar la misión y que pudiera aceptar su voluntad.

Cuando terminé la misión y volví a casa, la situación se hizo realidad. Al ver a mi padre por

primera vez, parecía que si hubiera envejecido veinte años y había enflaquecido muchísimo en la

cara. Lloré cuando le vi y en ese momento tuve que aceptar que mi padre estaba enfermo y que

iba a morir.

Los cuatro meses que seguirían serían aún más difíciles. Tuve que ver a mi padre día tras

día perder la fuerza de su estado físico tal como su estado mental. Mi padre no quiso recibir

tratamiento ni de quimioterapia ni de radiación. Decidió que en sus últimos meses su calidad de

vida era más importante que su cantidad de vida. Pasaron los cuatro meses y mi padre falleció en

casa después de recibir cuidado de hospicio por algunas semanas. La decisión que tuvo que

tomar mi padre es la misma decisión que muchas personas tienen que enfrentar cada día. Aún

siendo miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días con el conocimiento

del plan de salvación, fue una decisión extremadamente difícil. En ese momento el conocimiento

y la fe se ponen a la prueba y se convierten en algo tangible. Estoy seguro de que sin la


esperanza del evangelio restaurado de Jesucristo y el plan de salvación, hubiéramos hecho todo

lo posible para mantener a mi padre con vida en vez de dejarle morir en paz.

Las directivas médicas por adelantado son sumamente importantes especialmente los

casos de personas que no tienen una base religiosa o la creencia de que la muerte no es el fin.

Estas personas pueden creer que no hay otra oportunidad de ver a sus seres queridos después de

la muerte y puede resultar en un gran desafío. Según el Instituto Nacional del Cáncer, “Las

instrucciones médicas por adelantado son documentos legales que le permiten transmitir antes de

tiempo sus decisiones acerca de los cuidados en el final de la vida. Son una forma de comunicar

sus deseos a su familia, amigos y profesionales de la salud y evitar confusiones más tarde” (NIH,

2017). Es importante que el paciente comunique cuando pueda sus deseos de recibir o no recibir

ciertos tratamientos médicos a sus familiares o apoderados para que los médicos sepan los deseos

del paciente de antemano antes de llegar a la etapa del final de la vida cuando ya no puede

comunicarse. En el caso de mi padre, ya había hablado con su esposa (mi madrastra) acerca de

sus deseos y aclarado con los médicos de antemano que no quería recibir tratamiento sino que

quería aliviar el dolor y mantenerse en el mejor estado posible hasta el momento de morir.

Si la persona no tiene una base religiosa o sus familiares no están de acuerdo con su

decisión, será importante aclarar sus deseos de antemano con los médicos a través de un

documento legal. Según el Instituto Nacional del Cáncer, “Un testamento en vida indica qué

tratamientos usted quisiera recibir si tuviera una enfermedad mortal y estuviera en estado de

inconsciencia permanente. Usted puede aceptar o rechazar atención médica. Un poder legal

duradero para el cuidado de la salud es un documento que nombra a su apoderado para su

atención médica. El apoderado es una persona en la que usted confía para tomar las decisiones de
su atención médica en caso de que usted no pueda hacerlo” (NIH, 2017). Para evitar confusiones

y asegurar que el tratamiento que uno recibe al final de la vida sea el que quiere recibir (según

sus deseos y creencias—sean religiosas o culturales), es sumamente importante arreglar todo de

antemano si es posible a través de un documento legal como un testamento en vida o un poder

legal duradero para el cuidado de la salud. También es importante nombrar a un apoderado en

que la persona puede confiar para que pueda tomar las decisiones en su lugar si sea necesario.

El momento de morir es algo que nos espera a todos, pero nadie quiere esperarlo. Hay

ciertas cosas que pueden causar que el proceso sea más fácil, o por lo menos más soportable. El

primero es la esperanza de una vida eterna que viene del evangelio de Jesucristo y el

conocimiento del plan de salvación. No sé como yo hubiera podido enfrentado la muerte de mi

padre sin esa esperanza y conocimiento. Las creencias religiosas y la cultura quizás tengan más

influencia que la medicina cuando llegue ese momento del final de la vida. El segundo es la

preparación legal y formal con los médicos de antemano para asegurar los deseos de la persona

según sus creencias, ya sean religiosas, culturales o personales. Si mi padre no hubiera decidido

de antemano que no quiso recibir tratamiento para el cáncer y prolongar su vida, hubiera sido

aún más difícil tanto para él como para nosotros aceptarlo cuando llegó el momento de su

muerte. Quizás se nos hace difícil hablar del final de la vida porque no queremos pensar en el

momento de nuestra propia muerte. Pero al saber que es algo que eventualmente no podremos

evitar, quizás sea prudente prepararnos para aquel momento hoy. La mejor manera de hacerlo es

vivir lo que creemos cada día y no esperar hasta el fin para hacer todo lo necesario para que no

tengamos remordimientos y salgamos de esta vida en paz.


Obras Citadas

“Afrontando la Muerte (Enfermos terminales — Documental).” YouTube, uploaded by

chinitatijuana, 21 Feb. 2013, https://www.youtube.com/watch?v=-aux2J7F4IE

“Directivas Médicas por Adelantado — Opciones para el final de la vida.” MedlinePlus, 7 Dec.

2017, https://medlineplus.gov/spanish/advancedirectives.html

Taylor, Andrew, and Margaret Box. Multicultural Palliative Care Guidelines. Palliative Care

Australia, 1999.

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