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Complemento indirecto

Este artículo está basado en una obra antigua

El complemento indirecto o complemento dativo es el que señala quien recibe la acción que expresa el verbo de
manera indirecta.
El complemento indirecto puede ir con verbos transitivos, intransitivos y de estado, y lleva siempre la preposición
a (con unas pocas excepciones), excepto cuando sea un pronombre átono.
La impropia identificación del complemento indirecto (pues a menudo se toma como tal el que realmente es
directo) es el origen del leísmo, es decir, del uso de le/les en lugar de la/las y lo/los.
Que un complemento sea directo o indirecto no depende de si es persona o no (es decir, no depende de si
responde a la pregunta ¿a quién? o ¿para quién?, como a veces se explica de modo erróneo en algunos tratados
elementales de gramática). Así, en Vi a Luisa es directo (la ve), pero en Le di un golpe a la mesa, a la mesa es
indirecto.

Índice
1 Con verbos transitivos
2 Con verbos intrasitivos
3 Confusión con el complemento directo
4 para
5 Dativo de interés
6 Posesivo
7 Referencias

1. Con verbos transitivos


Los verbos transitivos que además del complemento directo o acusativo llevan este dativo, son: dar, entregar,
ofrecer, repartir juguetes a los niños; traer, llevar, suministrar noticias al jefe; achacar, imputar algo a alguien; prestar,
pagar, deber algo a alguien; hacer, aderezar la comida al huésped; poner, prender una cinta a la novia; quitar, robar,
defraudar la fama a alguien; hacer, traer algo a alguien; comunicar, manifestar, referir, contar, participar, denunciar
algo a alguien, etc.
A veces se calla el acusativo, por deducirse fácilmente del contexto, y aparece sólo el dativo con el verbo
transitivo

escribo a mi padre (una carta)


no quiso abrir al juez (la puerta)

Otras se calla el verbo y queda el dativo con el complemento directo

Piedad, piedad a mi llanto,


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(Moreto, San Franco de Sena, III, n)
es decir, ten piedad, etc.
Debemos notar las construcciones en que puede resultar ambigüedad y que no deben usarse cuando la
significación no resulte clara del contexto. Así, con los verbos comprar, vender y algún otro puede expresar este
dativo relaciones totalmente opuestas. La oración me ha comprado un reloj de oro no significa lo mismo puesta
en boca de una novia que habla del regalo que su novio le ha hecho, que en boca del relojero que lo ha vendido, y
lo mismo sucede en la frase me ha vendido las joyas. Asimismo leemos en Cervantes, La señora Cornelia:

Triunfó de mi industria venciendo a mi hermana, y anoche me la llevó y sacó de casa de una parienta
nuestra.

2. Con verbos intrasitivos


Con verbos intransitivos designa este dativo la persona, animal o cosa a quien se refiere la acción, en el concepto
general de daño o provecho: agradar, placer, gustar a todos; desagradar a muchos.

A todos los que van en el navio se les mueren los piojos {Quijote, II, 29)
Te vendrán como anillo al dedo
Falta a los compañeros la paciencia (Saavedra, Empresa 34)

3. Confusión con el complemento directo


Si decimos Juan da socorros a los necesitados, el vocablo socorros es el complemento directo, y necesitados el
indirecto o dativo; pero si decimos Juan socorre a los necesitados, ya no ocurre lo propio: sin variar la preposición,
varía la índole del complemento, que en este caso es directo porque así lo ha querido el uso, que permite se diga
los necesitados han sido socorridos por Juan. El castellano, en este particular ha confundido el dativo y acusativo
de persona en la construcción activa.
Uno de los efectos de esta confusión lo tenemos en el uso de la preposición a, que no puede faltar al
complemento indirecto, pero que puede llevar o no el acusativo.

4. para
Según la gramática tradicional, la preposición para indica también el complemento indirecto, pero bajo la relación
de fin, o sea el destino que se da a una cosa o el fin que nos proponemos en una acción:

Esta carta es para el correo


Juan estudia para abogado.
Luis le dio un libro a María para su novio

En la actualidad, y tras el análisis de Bello, la NGLE cuestiona este punto de vista (35.1n), y se señala que aquellos
casos en los que es posible reemplazar para por a o por pronombres de complemento indirecto responden a una
alternancia de dos construcciones sintácticas: la de indirecto y la de un complemento que a veces recibe el
nombre de benefactivo o de bene-malefactivo.
Uno de los argumentos que más apoyan esta hipótesis es el hecho de que ambos complementos (el indirecto y el
benefactivo) pueden coexistir en una misma oración, como se ve en los ejemplos de Gutiérrez Ordóñez (1999):

La reina entregó al presidente de la Cruz Roja un donativo para los presos de guerra.
El Colegio
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Otro argumento que impide considerar un complemento con para como objeto indirecto es el hecho de que este
complemento no puede establecer una correferencia con el clítico le que se empalma con esta función:

Le envió una postal a Pepe..


Le envió una postal para Pepe.

La segunda implica la intervención de una tercera persona: la que recibe la postal (le) con el fin de que se la dé a
Pepe (para Pepe).

5. Dativo de interés
En las formas átonas de los pronombres personales hemos de distinguir el dativo complemento indirecto, del
dativo de interés. El primero designa, como sabemos, la persona o cosa en quien termina la significación de la
frase formada por el verbo; y el complemento directo, cuando lo hay, pero sin que ella tome parte o se interese en
la acción:

me dieron una mala noticia


te han contado muchas patrañas.

El segundo, por el contrario, representa a la persona interesada en la realización de lo significado por el verbo,
indicando a la vez la participación de la misma en la acción y el efecto moral que ésta le produce. Así, ¡me han
muerto a mi hijo!, exclama una madre al ver o saber esta desgracia; y aunque pudiera limitarse a decir ¡han muerto
a mi hijo!, con el me, que parece redundante, encarece más el dolor que experimenta.
Asimismo, cuando Moratín, hablando de un importuno, concluyó cierto romancillo diciendo allá entre el lodo me lo
dejé, dio a entender con él me cuánto había deseado el verse libre de un hombre molesto. Igualmente leemos en
Cervantes

llamadme a mi escudero Sancho (Quijote, I, 44)


me lo tenía bien merecido (Quijote, I, 9)

6. Posesivo
En castellano empleamos este dativo en vez del pronombre posesivo, a diferencia del francés, y así, decimos: se
me llenaron los ojos de lágrimas, y no mis ojos se llenaron, etc.; se le han caído los dientes, y no sus dientes han
caído, etc.

¿Te lavo la moto? [~ ¿Lavo tu moto?]

7. Referencias
Real Academia Española, Gramática de la lengua castellana, nueva edición, reformada, Madrid, 1917.
Salvador Gutiérrez Ordóñez, "Los dativos" en Gramática descriptiva de la lengua española. Vol. 2, dirigida por
Ignacio Bosque y Violeta Demonte. Madrid: Real Academia Española/Espasa-Calpe, 1999.
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