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Ocho razones por las que María NO era una


«chica normal»
10 noviembre, 2018 - Comentar

Pareciera que el Santo Padre ha olvidado todas las gracias y singulares virtudes
que adornan a la siempre Virgen María, hija predilecta de Dios, escogida desde
toda la eternidad para ser madre del Redentor, despojándola de todas
especialísimas cualidades, degradándola a nivel de una «chica normal».

Recordemos las palabras de San Luis María Grignon de Monfort extraídas de las
«Súplicas a la Virgen María»:

¡Ah! Si se conociera la gloria y amor que recibes en esta criatura admirable, ¡se tendrían hacia ti
y hacia Ella sentimientos muy diferentes de los que ahora se tienen! Ella se haya tan íntimamente
unida a ti que sería más fácil separar la luz del sol, el calor del fuego, más aún, sería más fácil
separar de tí a todos los ángeles y santos que a la excelsa María: porque Ella te ama más
ardientemente y te glorifica con mayor perfección que todas las demás criaturas juntas.

¿No será, pues, extraño y lamentable, amable Maestro mío, el ver la ignorancia y oscuridad de
todos los hombres respecto de tu Santíma Madre? No hablo de tantos idólatras y paganos que, no
conociéndote a ti, tampoco a Ella conocen. Tampoco hablo de los herejes y cismáticos que,
separados de ti y de tu Iglesia, no se preocupan de ser devotos de tu Madre. Hablo sí, de los
católicos y aún de los doctores entre los católicos: ellos hacen profesión de enseñar a otros la
verdad, pero no te conocen ni a ti ni a tu Madre sino de manera especulativa, árida, estéril e
indiferente. Estos caballeros hablan sólo rara vez de su Santísima Madre y del culto que se debe.

María predestinada desde la eternidad


La Elección de María por parte de
nuestro Padre Celestial ha sido
interpretada por los teólogos como
predestinación en el marco del proceso
de salvación. Esto significa que Dios, en
su divina omnisciencia, determinó
mediante un acto voluntario el destino
de la Virgen María como parte de su
plan de salvación. De esta manera, Dios
Padre elige a María, desde antes de los
tiempos, a ser la madre del Verbo
encarnado, es decir, predetermina o
predestina la vida de María para esta
función específica. Ella es creada por
Dios para realizar esta magna finalidad. Por tal razón, la Epístola
Apostólica Ineffabilis Deus, dedicada al dogma de la Inmaculada Concepción,
del 8 de diciembre de 1854 pronunciada por el Papa Pío IX sostiene sin ambages
que el inefable Dios: “(..) Eligió y señaló, desde el principio y antes de los
tiempos, una Madre, para que su unigénito Hijo, hecho de carne de ella, naciese,
en la dichosa plenitud de los tiempos, y en tanto grado la amó por encima de
todas las criaturas, que en sola ella se complació con señaladísima
benevolencia”.

“Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen
María, en el primer instante de su concepción, fue por singular gracia y privilegio de Dios
omnipotente en previsión de los méritos de Cristo Jesús, Salvador del genero humano,
preservada inmune de toda mancha de culpa original, ha sido revelada por Dios, por tanto, debe
ser firme y constantemente creída por todos los fieles.”

María es la Madre de Dios


Desde los tiempos más antiguos, la
Bienaventurada Virgen María, ha sido
honrada con el título de Madre de Dios,
a cuyo amparo los fieles acuden con sus
súplicas en todos sus peligros y
necesidades.
Mucho antes del Concilio de Efeso, que
tuviese lugar en el año 431, los primeros
Cristianos ya veneraban a María como
la Theotokos, palabra de origen griego
que quiere decir “Madre de Dios“. La
primera evidencia al respecto, la
encontramos en un pedazo de papiro
que data del año 250 aproximadamente.
Este, contiene lo que se conoce, como la oración mariana más antigua de la que se
tiene evidencia. En ella, ya se referían a María como “Sancta Dei Genetrix” o
“Santa Madre de Dios“. Esto evidencia, no solamente que los primeros cristianos
veneraban a la Virgen María, sino que además, se referían a ella como “Madre de
Dios”. Además, si uno es un poco curioso y lee la última linea (Virgo gloriosa… –
Virgen gloriosa…), entenderemos, que su virginidad, tampoco estuvo en duda
entre los primeros cristianos.
María siempre Virgen
La liturgia de la Iglesia celebra a María
como la ‘Aeiparthenos’, la ‘siempre-
virgen’. Este dogma define que María
Santísima fue Virgen antes, durante y
perpetuamente después del nacimiento
de Jesús. El Catecismo de la Iglesia
Católica en el punto 499 nos recuerda:

“La profundización de la fe en la
maternidad virginal ha llevado a la
Iglesia a confesar la virginidad real y
perpetua de María, incluso en el parto
del Hijo de Dios hecho hombre. En
efecto, el nacimiento de Cristo lejos de
disminuir, consagró la integridad virginal de su madre”.

Este dogma Mariano, encuentra su sustento además en las Sagradas Escrituras en


donde podemos encontrar que: “Ella es la Virgen que concebirá y dará a
luz un Hijo cuyo nombre será Emanuel”.

María es la llena de gracia


La gracia es una participación de la naturaleza de Dios en la creatura racional,
que, entonces, vive de la vida de Dios es un don sobrenatural que infundido por
Dios en el alma, nos hace justos, agradables a Dios y amigos suyos, sus hijos
adoptivos y herederos de la vida eterna. En el Evangelio de San Lucas leemos:
« Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de
Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón
llamado José… entrando junto a
ella, le dijo: Salve, llena de gracia,
el Señor es contigo» (Lc l, 26-28).

Así también cuando nuestra Señora fue


a visitar a su prima Santa Isabel, tan
pronto escuchó su voz, el niño en su
vientre saltó de gozo. María estaba llena
del Espíritu Santo y derramaba su
gracia

María es nuestra Madre Espiritual


El papel de María en nuestra vida
espiritual no puede ser diferente al que
jugó en la vida de Cristo. No olvidemos
que desde la crucifixión de su Hijo, ella
se transformó en madre nuestra
también. María ocupa progresivamente
un punto singular y eminente en la fe y
en la espiritualidad de la vida cristiana
por eso María no es solamente la Madre
de Dios , sino nuestra madre común,
porque ella profesa a todos los hombres
afecto e inclinación, ella es madre de
todos nosotros y de cada uno. María ha
engendrado a los cristianos, pues ella es
Madre de Cristo y por tanto, Madre de los cristianos, lo es porque Cristo y los
cristianos son hermanos .
María es la Nueva Arca de la Alianza
Gracias al antiguo testamento, sabemos
que el Arca de la Alianza, era (después
de Dios) el objeto más sagrado sobre la
faz de la tierra. Esta Arca, contenía la
palabra escrita de Dios bajo la forma de
los 10 mandamientos. Además, contenía
el Maná o pan milagroso que cayó del
cielo y la vara de Aarón que había
florecido y que representaba al sumo
sacerdote (Num 17,1-23). En Juan 1:14
encontramos que la Santísima Virgen
María, contenía el verbo de Dios (el
Verbo encarnado), en Juan 6:51 leemos
que María llevó en su vientre al Pan
Vivo bajado del Cielo, y en Hebreos 4:14 se nos dice que María engendró al Sumo
Sacerdote, Jesucristo Nuestro Señor.

Gracias al Antiguo Testamento sabemos también que Dios ordenó la


construcción Arca de la Alianza brindando instrucciones precisas, al detalle,
indicando así mismo el empleo de los mejores y más selectos materiales. De la
misma manera, predestino a María desde toda la eternidad. La escogió de entre
todas las mujeres y la conservó libre de mancha y llena de gracia. También
sabemos que el Arca de la Alianza estaba cubierta del poder y la Gloria de Dios.
En Lucas 1:35 encontramos que durante la Encarnación, María fue cubierta por el
poder de Dios. Sí Dios puso tanto esmero y cuidó de cada detalle del Arca que
llevaría su palabra (las tablas de los 10 mandamientos), ¿que no haría por la
Nueva Arca de la Alianza que llevaría en su purismo seno a Cristo, su hijo y
nuestro Señor? Después de todo esto, se dará cuenta el amigo lector, que sostener
que María era una muchacha común, es un completo disparate.
María es la mediadora de todas las gracias
Las Bodas de Caná, es un muy conocido
fragmento de la Sagradas Escrituras.
Tan breve y sencilla en apariencia, esta
narración es en realidad toda una
síntesis del papel de la Santísima Virgen
María como mediadora maternal de
todas las gracias.
Sabiendo que se había acabado el vino
(siendo que se hubiese percatado por si
misma o que se lo hubiese informado
alguna otra persona invitada a las
bodas) decide hacer participe a Jesús de
esta necesidad: «No tienen vino».
Jesús responde algo reacio al
comentario de su madre con un: «Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha
venido mi hora». Obsérvese además, que dicho comentario de María, lleva una
petición de manera implícita.

María como buena Madre que conoce la bondad de su hijo y sin mediar más
palabras, da por concedida la acción con «Haced todo lo que os diga». De
esta manera María, acaba de arrancarle un milagro a nuestro Señor Jesucristo.
Así también, María nos presenta una fe llevada al extremo, a la convicción, a la
seguridad de obtener aquello que se pide: «La fe es la esperanza en cosas
que no se ven, y que son verdaderas».

María Corredentora
Trajo al mundo al Redentor, fuente de todas las gracias. María dio su
consentimiento libre para que viniese el Salvador al mundo: «He aquí la
esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra» (Lc. 1, 38). Dice Santo
Tomás que representaba a toda la
naturaleza humana.

Se le suele contraponer a Eva y así como


ésta fue causa de la perdición, María por
su obediencia lo es de la salvación. Y si
aquélla era «madre de los vivientes», la
«Nueva Eva» es madre de los que viven
por la fe y la gracia.

Desde el siglo XV se llama a la Virgen


CORREDENTORA y la Iglesia así lo
hace en algunos documentos oficiales.
No debe entenderse como una
equiparación con Cristo, único Redentor, ya que ella también fue redimida. La
suya es una cooperación indirecta por cuanto puso voluntariamente toda su vida
al servicio del Redentor, padeciendo y ofreciéndose con Él al pie de la Cruz, pero
sin corresponderle el título de Sacerdote, exclusivo de Cristo (cfr. Vat. li, LG, 60).

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