Quiero dar inicio con una interrogante muy frecuente en nosotros al co-
mienza de nuestra vida como cristianos. (Luego de aceptar al Señor Jesús co-
mo único y suficiente Salvador)… Alcanzamos la redención, somos limpios de
todo pecado y de forma inmediata el Espíritu Santo activa su trabajo en noso-
tros, realizando los cambios necesarios, eso sí, teniendo siempre en cuenta
que la voluntad de Dios, para nosotros, es buena, es agradable y es perfecta.
(Romanos 12:2). Pero en medio de este proceso de cambio y de crecimiento,
no solo personal y familiar, sino también espiritual y ministerial; surge la pre-
gunta que inquieta a muchos y que nos permite comenzar a buscar nuestro
verdadero propósito en esta vida.
Incontables son los pasajes encontrados en la Escritura, que nos dicen, o
indican, para que, y no porque estamos en este mundo; para adorarle, amarle,
expandir su Reino (Evangelizar) y otros versos más profundos que nos motivan
a ser ofrendas vivas, santas y agradables delante de él. (Romanos 12:1), pero
en particular hay una porción de la Palabra que realmente nos lleva a pregun-
tarnos muy seriamente ¿y ahora qué? ¿Elegido para qué? Y la podemos en-
contrar en la carta a los Efesios 4:11-13, que textualmente nos dice:
De una forma muy directa el Señor en este verso deja claramente estableci-
do quien es el que nos hace el llamado, concediéndonos el privilegio de estar a
su servicio, siendo Jesús mismo el que te ha dictado la pauta y te otorga la
oportunidad de ser parte de su equipo, parte de ese ejercito selecto, para cum-
plir determinadas tareas en medios de su pueblo.
Pero esta elección te lleva a reflexionar y recordar que estas ahora bajo la
cobertura de Dios, lo que nos lleva a poner en práctica dos (2) principios fun-
damentales que bendecirán tu vida de formas inesperadas, como son la Obe-
diencia y el agradecimiento.
OBEDIENCIA
En la carta a los Romanos 1:5, podemos ver a un Pablo no solamente
agradecido, sino también lo vemos resaltando la importancia de la obediencia,
como un aspecto fundamental en la vida del nuevo creyente.
Juan 15:16
LA GRACIA Y EL AGRADECIMIENTO
ASÍ PREPARÓ…
Viendo como Jesús mismo, nos ha escogido, concediéndonos dones y un
propósito, además de resaltar el hecho de nuestra gratitud y de nuestra inque-
brantable obediencia a él, debemos ahora pensar en otra cosa, una vez recibi-
do estos dones y aceptado el llamado, ¿Cómo seremos preparados? Y ¿Quién
lo hará?; pues la Palabra misma nos continúa mostrando claramente quien es
él que va a capacitarnos para cumplir de forma eficiente la tarea a la que fui-
mos llamados. Ahora bien, suele suceder que cuando iniciamos el camino de
Cristo y aunque aprendemos y tenemos muy presente que siempre él nos lleva
tomado de su mano, tenemos la tendencia a sentirnos indignos, o sentirnos
poco para la obra. Pero es este el momento en que debo traer nuevamente a tu
mente esta Palabra, e intentar clavarla en tu corazón para que jamás salga de
allí.
Observa y calma tus dudas un poco, porque aquel que tiene el poder, aquel
con la autoridad de llamarte, es quien te guiará y te mostrará la forma en que
deberás realizar todas las cosas que ya te han sido encomendadas y todas las
que aun no te han sido reveladas, ahora puedes llenar tu vida de paz porque
para lo que fuiste llamado, para eso serás entrenado, y no por cualquier entre-
nador.
Veamos a la luz de las Escrituras, algunas de las cualidades de aquel que
ha decidido prepararte.
El Salmo 19:7, nos dice:
“Aprovechen bien este momento decisivo, porque los días son malos. No
actúen tontamente; procuren entender cuál es la voluntad del Señor” .
Efesios 5:16-17
“No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su
manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer
la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es
perfecto.”
Romanos 12:2
Así preparó a los del pueblo santo para un trabajo de servicio, para la
edificación del cuerpo de Cristo
Efesios 4:12
Nos fijamos entonces que el plan de Salvación de nuestro Dios viene deve-
lándose en varias fases, que podríamos denominar como la; Saludación, el
crecimiento, la encomienda y la salvación. Pero en medio de todo lo que el Pa-
dre nos muestra en su palabra, queda claro que su objetivo es que todos al-
cancemos la salvación y la vida eterna.
Amigo (a) lector (a) le animo a que podamos juntos discernir la importancia
de tomar la decisión correcta para nuestra vida, teniendo siempre en cuenta
que esta decisión marcará nuestro destino y el destino de nuestra familia; es
por ello que anhelamos mostrarte que hay un Dios de gran poder que tiene pa-
ra ti y para mí un extraordinario Plan de Salvación, uno muy bien elaborado y
que ya está al alcance de todos los que de forma voluntaria y pública acepten a
nuestro Señor Jesucristo como su único y suficiente Salvador.
Recién nacidos
“como niños recién nacidos, busquen con ansia la leche espiritual pura, para
que por medio de ella crezcan y tengan salvación”
1 Pedro 2:2
“Cuando ustedes oren, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar
de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que la gente los
vea. Les aseguro que con eso ya tienen su premio.
Pero tú, cundo ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre en se-
creto. Y tu Padre que ve lo que haces en secreto, te dará tu premio.
Y al orar no repitan ustedes palabras inútiles, como hacen los paganos que se
imaginan que cuanto más hablan, más caso les hará Dios. No sean como ellos,
porque su Padre ya sabe lo que ustedes necesitan, antes que se lo pidan”.