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IMMANUEL KANT - Biografía y obras.

Kant nace en 1724 en Königsberg (capital de Prusia Oriental). Era el cuarto de


los once hijos de una familia modesta educada en la religión pietista (estricta y
rigurosa rama del protestantismo). En 1740 Kant ingresa en la universidad de su
ciudad natal donde estudia la filosofía académica y racionalista de Christian Wolff
y la física de Newton.

Una vez finalizados sus estudios universitarios, ejerció como preceptor de


jóvenes de la nobleza prusiana para, unos años después, convertirse en profesor
de la Universidad de Königsberg, actividad que no abandonará hasta su
jubilación en 1797. Allí Kant demostró una formación integral y enciclopédica, ya
que dio cursos regulares de las materias más diversas: lógica, matemática,
antropología, ciencias naturales, geografía, teología, etc. Desde el año que
comenzó su vida docente hasta 1769, se fue alejando progresivamente del
sistema filosófico de Wolff. Este proceso se aceleró cuando leyó las obras de
Hume y Rousseau. En Sueños de un visionario (1766) testimonió este proceso
evolutivo: reconocía la facilidad con que pueden construirse hipótesis
metafísicas, pero mostró también la dificultad a la hora de fundamentarlas. Estos
años culminaron en 1770, cuando fue nombrado profesor titular, gracias a la
famosa Dissertatio, obra en la que anticipaba algunos de los temas que
desarrollaría más adelante en la Crítica a la Razón Pura. A partir de este año
llegaríamos a la etapa más fructífera de la vida de Kant:

- 1781: Crítica de la Razón Pura


- 1783: Prolegómenos a toda metafísica futura que quiera presentarse
como ciencia
- ¿Qué es la Ilustración?
- 1785: Fundamentación de la metafísica de las costumbres
- 1788: Crítica de la Razón Práctica.

Mientras se concentraba en sus clases y en la redacción de sus obras, se produjo


la Revolución Francesa. Kant fue un verdadero entusiasta de este
acontecimiento. Por fin asistía a la materialización de los ideales de racionalidad
y emancipación que él veneraba. Desgraciadamente, estos cambios coincidían
en Prusia con la muerte del monarca ilustrado Federico II el Grande, al cual
sucedió Guillermo II, quien, recelando de las consecuencias de la Revolución,
se opuso abiertamente a los ideales de la Ilustración. La obra de Kant chocó
contra esta reacción conservadora. A pesar de sus convicciones, trató de
continuar su obra sin tener que oponerse a la autoridad.

Kant murió en Königsberg en 1804. Aunque llevó una vida monótona y regular,
su entierro se convirtió en una sorprendente y espectacular manifestación
popular. Y es que Kant encarnaba en su propia persona los ideales de la
Ilustración: la posibilidad de la emancipación de cada hombre, la salida de su
minoría de edad.
IDEALISMO TRASCENDENTAL

Kant construye su crítica de la razón basándose en una nueva doctrina acerca


de la naturaleza del conocimiento humano y de sus objetos, a la cual da el
nombre de “idealismo transcendental”.

- Idealismo: como contrario a realismo, pues deja bien clara la


imposibilidad de conocer la realidad en sí misma (al contrario de lo que
pensaban Platón, Aristóteles o Descartes), sino tal y como nosotros la
configuramos en base a nuestras estructuras mentales.
- Trascendental: porque entiende con esa palabra todo aquello que no
procede de la experiencia, que "la transciende", va más allá de ella.

Para Kant, la filosofía principalmente es una teoría del conocimiento; y cuando


habla de conocimiento se está refiriendo a una ciencia (como la físico
matemática de la naturaleza de Newton).

Esta ciencia se compone de juicios, de afirmaciones donde algo se dice de algo.


Estos juicios no son tomados como hechos psíquicos, sino como enunciados
lógicos, divididos en dos grandes grupos: juicios analíticos y juicios sintéticos.

- Los juicios analíticos son aquellos en los cuales el predicado del juicio
está contenido en el concepto del sujeto ("S es P": analizando el concepto
de S hallamos el concepto P como uno de sus elementos). Un ejemplo de
este tipo de juicios: el triángulo tiene tres ángulos. El fundamento de su
legitimidad, de su validez, se encuentra en el principio de identidad. Como
el sujeto ya contiene en su seno el predicado, el juicio no hace más que
repetir en el predicado lo que hay en el sujeto. Se trata de un juicio de
identidad o de una "tautología" ("tauto", lo mismo y "logia", decir).

Los juicios analíticos son verdaderos, universales y necesarios.

Son verdaderos puesto que no dicen más en el predicado de lo que ya hay en


el sujeto. Son universales, válidos en todo lugar y en todo tiempo, porque no
hacen más que explicitar lo que hay en el sujeto y esa explicitación es
independiente de lugar y del tiempo. Son necesarios, pues no pueden ser de
otro modo, es decir, lo contrario de estos juicios tiene necesariamente que ser
falso.

Como son verdaderos, necesarios y universales, no tiene su origen en la


experiencia; son, pues, a priori, independientes de la experiencia.

- Los juicios sintéticos son aquellos en los que el concepto del predicado
no está contenido en el concepto del sujeto. Por ejemplo: el calor dilata
los cuerpos. El fundamento de su legitimidad está en la experiencia. Si yo
puedo decir con verdad que el calor dilata los cuerpos no es porque lo
extraiga del concepto de calor (no está incluido en este concepto el de la
dilatación de los cuerpos), sino porque experimento yo mismo, tengo la
percepción sensible de que, cuando caliento un cuerpo, este cuerpo se
hace más voluminoso.

Así los juicios sintéticos son verdaderos en tanto que la experiencia los avale.
Ahora bien, la experiencia es la percepción sensible y ésta se verifica siempre
en un lugar y en un tiempo, en un aquí y en un ahora. Por ello son juicios que en
su verdad dependen de un tiempo y de un lugar; son
juicios particulares y contingentes. Particulares porque su verdad está
constreñida al "ahora" y al "aquí"; contingentes porque su contrario no es
imposible. Son, pues, a posteriori.

CONOCIMIENTO CIENTÍFICO

Los juicios analíticos no podrían conducirnos a conocimientos científicos, ya que


constituyen meras tautologías; no aumentan nada nuestro saber, no hacemos
con ellos descubrimiento ninguno de realidad; no hacemos más que explicitar lo
ya conocido (ya Descartes afirmó que el silogismo sirve para exponer verdades
ya conocidas, pero no para descubrir verdades nuevas). Tampoco es posible
que la ciencia esté constituida por juicios sintéticos, ya que la ciencia enuncia
acerca de sus objetos juicios que son verdaderos universal y necesariamente,
no de forma particular y contingente.

Tiene que haber en la ciencia unos juicios que tengan de los juicios analíticos la
virtud de ser a priori, es decir, universales y necesarios, independientes de la
experiencia. Pero no son analíticos, sino que tendrán que ser sintéticos, es decir,
que aumenten realmente nuestro conocimiento sobre las cosas.

Los juicios de la ciencia tienen que ser sintéticos y a priori, al mismo tiempo.

¿Cómo es posible que un juicio sea al mismo tiempo sintético y a priori?

La dificultad de admitir este tipo de juicios reside en que al


ser sintéticos aumentan nuestro saber, por lo que tienen su origen en la
experiencia, estando, entonces, sometidos a su carácter particular y contingente;
pero, por otro lado, al ser a priori son universales y necesarios.

Debemos entonces especificar cuáles son las condiciones que hacen posibles
los juicios sintéticos a priori:

- En el conocimiento no todo proviene de la experiencia; existen también


unas formas a priori de la sensibilidad, según las cuales recibimos las
impresiones, y unos conceptos puros, que nos permiten conocer y
pensar lo transmitido por la sensibilidad. Ambos elementos del
conocimiento (lo recibido de la experiencia y las condiciones a priori del
sujeto que nos posibilitan recibir y pensar lo recibido) garantizan la
legitimidad de los juicios sintéticos a priori en la ciencia.

1- FORMAS A PRIORI DE LA SENSIBILIDAD

Estética trascendental. - SENSIBILIDAD: ordenar en espacio y tiempo las


impresiones de cada sujeto.

Son formas de nuestra capacidad o facultad de percibir; son formas de la


intuición. Así toda intuición está sometida a las formas a priori del espacio y
el tiempo.

Podemos pensar un espacio sin nada, pero no la ausencia de espacio; podemos


pensar que nada ocurra en el tiempo, pero no la ausencia misma del tiempo. Son
estructuras según las cuales, y en las cuales se da toda intuición sensible, por
ello son formas. Son a priori, pues no proceden de la experiencia, sino que la
preceden. Son puras ya que están vacías de contenido empírico. Y
son intuiciones de la sensibilidad.
Gracias a estas formas de la Sensibilidad, el sujeto cognoscente estructura las
sensaciones proyectando todo lo conocido en la dimensión espacio–temporal
(las cosas físicas en el espacio–tiempo y los fenómenos psíquicos en la
dimensión meramente temporal).

2- CONCEPTOS PUROS O CATEGORIAS

Analítica trascendental. - ENTENDIMIENTO: organiza esas impresiones en


categorías, las cuales permiten constituir juicios.

Si la sensibilidad nos aporta el material de impresiones, el entendimiento nos


permite conocer este material. Esta función la ejerce aplicando sus propias
estructuras -formas a priori-, llamadas conceptos puros o categorías, a la
multiplicidad de las impresiones sensibles. Son, entonces, las categorías las que
hacen posible los juicios sintéticos a priori.

Kant señala doce categorías y dice que son extraídas por el propio
entendimiento (son a priori) de las doce formas generales de juicios existentes
que había en la lógica de su tiempo y son:

1. de la cantidad: unidad, pluralidad, totalidad.


2. de la cualidad: realidad, negación, limitación.
3. de la relación: de la inherencia y subsistencia (sustancia y accidente), de
la causalidad y dependencia (causa y efecto), de la comunidad
(interacción entre el agente y el paciente).
4. de la modalidad: posibilidad-imposibilidad, existencia-inexistencia,
necesidad-contingencia.
3- IDEAS TRASCENDENTALES

Dialéctica Trascendental. – RAZÓN: Ideas de la razón pura

La Razón es la facultad de la unidad de las reglas del entendimiento bajo


principios. La razón nunca se refiere, pues, directamente a la experiencia o a
algún objeto, sino al entendimiento, a fin de dar unidad a priori, mediante
conceptos, a los diversos conocimientos de éste.

Es una facultad de dar a los conocimientos cierta forma: la forma de derivación


de todo conocimiento a partir de principios (la Razón es la «facultad de los
principios»). La misión de la Razón es remitir todo conocimiento a «principios»
lo más generales posible, siendo, así, insertados en un sistema racionalmente
organizado de conocimientos. Busca síntesis totales, absolutas, unidades
supremas que permitan organizar el cuerpo entero de los conocimientos. Para
ello no se conforma con mantenerse en el ámbito de lo condicionado, sino que
requiere lo incondicionado, lo absoluto.

Estos principios unificadores, incondicionados o absolutos son lo que Kant


llama Ideas.

- Ideas Trascendentales (lo incondicionado), dan unidad a los diversos


conocimientos y son:

1- DIOS: incondicionado absoluto (como la causa de unos y otros tipos de


fenómenos).
2- ALMA: incondicionado relativo a los fenómenos psicológicos.
3- MUNDO: incondicionado relativo a los fenómenos cosmológicos.

Kan refiere a que esta tendencia natural de nuestra razón a conocer lo


incondicionado es lo que nos conduce al saber ya que en la medida en que el
hombre busca síntesis cada vez más superiores, el conocimiento avanza.

GIRO COPERNICANO

Kant llama “giro copernicano” al cambio radical que establece en su concepción


del proceso del conocimiento. Para él, el conocimiento es una intersección
entre el sujeto y el objeto, de modo que el objeto queda afectado, “teñido”,
“bañado”, “contaminado” por el espacio, el tiempo y las categorías, que son
estructuras mentales, filtros ineludibles que el sujeto proyecta en el objeto. Quien
determina, pues, el conocimiento del mundo es el sujeto, ya que si los filtros a
través de los cuales percibimos y explicamos la realidad fueran otros, nuestra
comprensión del mundo sería diferente.

Kant dice que su forma de comprender el conocimiento, el Idealismo


Trascendental, es un giro copernicano con respecto a la filosofía anterior.
Copérnico dio la vuelta a la imagen del universo, hizo con la razón una especie
de salto mortal, un giro radical en la interpretación del movimiento de los astros
con respecto al geocentrismo; del mismo modo, Kant realiza un cambio radical
en su concepción del conocimiento.

El sentido común nos dice que conocemos la realidad porque nos hacemos una
imagen objetiva de las cosas, una especie de fotografía interior de la realidad
exterior. Por el contrario, Kant dice que es imposible conocer las cosas tal cual
son porque nosotros influimos inevitablemente en ellas, las afectamos con
nuestras estructuras mentales al conocerlas. El centro del conocimiento no es,
pues, la realidad objetiva, sino nosotros, los sujetos que conocemos.

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