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DEFENSA

XIII

"Soy puesto para la defensa del Evange- .


lío". Filipenses 1:17.

EL PECADO

Por L. O. ENGELJUAI'I~.
INSTITUTO BÍBLICO DE GuA Y AMEo,
San J eronimito, Guerrero, México.

EDITORIAL JOSE M. CAJICA JR., S. A.


19 Sur 2501
Puebla, Pue., lUéx,
1970
PREFACIO.

Nada hay nuevo bajo el sol. Las doctrinas e ideas


que uno escribe son tan viejas como el mismo mun·
do. Y sería bien tonto el escritor que no utilizara al-
go de lo que ya se ha escrito.

Pero a veces encuentra el escritor algo que le pa-


• • rece tan rico que se ve obligado a utilizar mucho más
de. lo que es normal utilizar el pensamiento de otros
autores. Justo es, entonces, que el autor dé crédito a
las fuentes principales de sus datos.

En tal inteligencia quiero decir que he encontra-


do mucho de valor en un libro en Inglés "THE DOC-
TRINE OF SIN", por el Sr. Clarence M. Keeil. Y no
he dejado de utilizar algunos de sus estudios en este
libro. Espero que sea para bendición de mis lecto-
res, como fue para mí leer su libro.

L. O. Engelmann,
Instituto Bíblico de Guerrero,
San Jeronirnito (Vía Petatlán),
Guerrero, México.

-.:1
INTRODUCCION.

Lo que más ha ayudádo á· los Modernistas eri sus


campañas de infiltración dentro del Cristianismo, es
qi;te.Ia gra·n mayo:da de lO"s heniíanos no se dan cúen-
ta 'de ello; y.· que cuando se dan cuenta, al principio
rio veri. lo f:Uriesto que son las doctrinas Modernistas.·
Y los Modernistas sé aprovechan de esto, afirmando
que se trata de péqi.uiñísiinas diferencias y dé ·diver-'
sas interpretaciones. Y lloran lágrimas de cocodrilo
é~a:iido "no "se les. reconoce como "hermanos".

El .céntro del :Evangelio es la salvación del peca.::


dor· por la sangre" de CristO";" el unigénito Hijo de Dios·.
Los Modérnista·s niegan la deidad de Cristo.· Niegan
Su nacimiento virginal. Niegan el valor de la san-
gre. Y niegan la doctrina del pecado tal como en la
Biblia se nos presenta. Aquí copiamos lirias·. palabras
de Carlos Spurgeon, famoso· predicador Inglés, dadas
en un sermón sobre "Lá' ~Primera: Nota de· Mi Cán~
ción", predicado en Londres en 1879. Este. sermón ·se

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basó en el Salmo 103:3. Los Modernistas, con nom-
bre de "Altos Críticos", habían entrado en Inglate-
rra y comenzado su obra de destrucción del Cristia-
nismo.
"En estos postreros días, entre otras maravillas que
se han desarrollado, hemos sido enriquecidos por una.
escuela que da de puntapiés a la doctrina de la justi-
ficación por la fe, y se rebela contra la idea de la pro-
piciación y del perdón del pecado. El demacrado
"evangelio" que proclaman a los pobres y desgracia-
dos pecadores es éste: Si mal hiciéres, no hay reme-
dio; cosecharás las consecuencias. Si hicieres bien,
por supuesto que traerás tu corazón a una condición
más sana, y serás proporcionalmente más feliz. Pero
si hicieras mal, no te queda esperanza, pues con cer-
teza vendrán sobre tí las consecuencias del mal, y su-
frirás hasta que con obras te hagas bueno. No te ha-
gas ninguna ilusión de que la gracia y la misericor-
dia se interpongan. No hay Dios; o, si lo hay, no se
fijará en tus oraciones, sino que te dejará desarrollar-
te a tu propio modo. Los cuentos de la substitución,
la imputación, y el perdón, dicen, no son más que
engaños, subterfugios píos, indignos de hombres ra-
cionales. Estos "hombres de cultura", de "pensamien•
to moderno", tienen la intención de robarnos la esen-
cia misma del Evangelio".

En las páginas siguientes, nos proponemos presen-


tar en forma breve pero comprensiva, la enseñanza
bíblica acerca del pecado, a la vez que no rehuimos
demostrar que en la vida diaria del hombre se com-
prueban estas doctrinas bíblicas.

9
' ~

Al mismo tiempo nos vemos en la necesidad de


~ ¡ repetir lo que en otro lugar ya hemos escrito que el
!~
Cristianismo tiene su base en el individuo, y no en la
sociedad. Seamos bien claros sobre este punto.

Los pecadores se salvan uno por uno, y no por gru-


pos, familias, naciones, o Iglesias. Y el carácter de
los salvos se desarrolla en cada persona independien-
temente del grupo a que pertenezca. Tenemos rela-
ciones sociales; pero son relaciones de individuo con
individuo.

Y las responsabilidades de los salvos son también


individuales. Uno por uno se hace miembro de una
Congregación, e individualmente se aceptan nuestras
relaciones con otros Creyentes. Y sobre nuestros he-
chos y nuestras vidas está la Ley Suprema de Dios. A
El tendrá que dar cuenta un día cada persona.
1
1

Y aquí se presentan unos problemas. Los Moder-
1 nistas, buscando el control soberano sobre los Cristia-
nos, hablan de "lealtad" a la Iglesia, a nuestro ama-
do seminario, a otras instituciones. Porque creen po-
der controlar las instituciones, y muchas veces logran
hacerlo. De modo que buscan quitarnos la libertad
Cristiana, y ponernos bajo el yugo institucional. Nada
hablan de lealtad a Cristo, el Salvador.

Pero nosotros contestamos: no debemos poner la


lealtad a una institución en lugar de la lealtad a Cris-
to y a Su santa Palabra. Cristo sobre todos. Mateo
28:18.
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Amemos a la escuela en la que estudiamos. Pero
sujetemos este amor a la lealtad a la Biblia, la Pala-
bra de Dios. Y si nuestro seminario se aparta del Ca-
mino de la Biblia, salgamos de él para ir a otro semi-
nario más fiel a Cristo.

Amemos a nuestra Iglesia, la Congregación que


adora a Dios y sigue Sus mandamientos. Pero si ésta
se aparta de la Verdad bíblica, de modo que no haya
esperanza de corregirla, debemos salir de ella.

Amemos a nuestra Convención. En ella están los


hermanos con quienes por muchos años hemos anda-
do en servicio a Dios. La hemos sostenido con dinero
y con trabajos. Pero si un día nuestra amada conven-
ción llega a ser apóstata, de modo que ya no hay es-
peranza de salvarla para la Verdad bíblica, entonces,
con tristeza, con lágrimas, con dolor, pero con toda
fidelidad a Cristo, debemos salir de ella, y ya no apo-
yarla. Cristo es primero. La Biblia está sobre todo; y
nuestra lealtad a Cristo debe tener la precedencia so-
bre toda lealtad humana.

Muy céntrico en todo esto es la cuestión de las fi-


nanzas. Dios nos ha mandado diezmar, y el Creyente
fiel cumple este mandamiento. Pero debemos tener
mucho cuidado para que el dinero de Dios no vaya a
servir a la obra de Satanás. Nuestra obligación de
diezmar la debemos a Dios, y no a alguna organiza-
ción. No podemos escapar de nuestra responsabilidad
personal con decir que, "Entrego mi diezmo a la Igle-
sia; a ella toca repartirlo y usarlo". Si la Iglesia cae
en manos de herejes, es nuestro deber poner el dinero

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de Dios, el santo diezmo, en otro lugar donde no se


use para predicar falsedades.

Lo mismo podemos decir acerca de la convención.


Tengo más de cuarenta años de cooperar con nuestra
convención. Pero mi diezmo es de Dios, y no de algún
grupo de hermanos. Y si llega el día en que. nuestra
convención esté en manos de los Modernistas, es mi
deber buscar otro lugar en donde emplear el dinero
de Dios. Cada hombre es responsable por el uso que
se hace de sus ofrendas. Sería muy sano establecer la
costumbre de que cada Iglesia y cada persona que dé
dinero a nuestras convenciones y asociaciones designe
en qué parte de la obra deberá utilizarse sus ofrendas.
Ni un centavo del dinero de Dios debe irse a un fin
que no aprueba la Biblia. Y, repito: EL DADOR ES
RESPONSABLE POR EL USO QUE SE HACE CON
SUS DADIVAS.

1 Y, repetimos: Ojalá nunca venga el día en que


·¡ tengamos que escoger entre nuestra convención y Cris-
to. Pero si viniera ese día, dénos Dios el valor para
ser fieles a Cristo, saliendo de la convención. Pues
sólo así podremos esperar oír las palabras de Cristo:
"Ven, buen siervo y fiel, has sido fiel en lo poco; yo
te pondré sobre mucho. Entra en el gozo de tu Señor".

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CAPITULO l.

¿~UE ES EL PECADO?

Al hablar del pecado, hallamos al principio una


en que grande diferencia de opiniones acerca de qué es el pe-
y Cris- cado. Generalmente el mundo tiene una idea muy
para vaga de ello, y generalmente la gente cree que es cosa
Pues de poca importancia. Especialmente ciertos pecados
Cristo: se consideran pecadillos, y poco caso se hace de ellos.
Ejemplo es la mentira. En nuestro ambiente, se
miente con una sonrisa, y si algo se dice, contestan,
"Pues, una mentirita, ¿qué importa?" Pero para Dios
la mentira es tan mala, tan horrible, como el adulte-
rio, la fornicación, y el asesinato.

En Rev. 22:15, se nos dice que estarán fuera del


cielo los que aman y hacen la mentira.

En Rev. 22:15, se nos dice que estarán fuera del


cielo los que aman y hacen la mentira.
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En 1 Tim. 1:9-1 O, se nos dice que la mentira está


en contra de la sana doctrina, y que la ley está en
contra de ella.

En Rev. 21:8, se nos dice que TODOS los mentiro-


sos tendrán su parte en el Lago de Fuego.

En Juan 8:44, se nos dice que el Diablo es padre


de la mentira, y que el que miente cumple los de-
seos de ese padre.

De estos textos vemos que este pecado, considera-


do por el mundo como poca cosa, es, delante de Dios,
un pecado hondo. Y hay otras personas que así con-
sideran de poca importancia otros pecados. Cada uno
piensa que su propio pecado no es tan malo. Aunque
generalmente el mundo reconoce que el pecado no
debe ser, no lo consideran de mucho peso.

Pero, los Modernistas generalmente tienen sus pro-


pias ideas acerca del pecado. Varían estas ideas algo
de una persona a otra, pero concuerdan en rechazar
la idea cristiana de que el pecado es cosa horrible-
mente mala, y que hay que seguir la Ley bíblica, co-
mo regla universal.

Como los Modernistas en general acepten la teoría


antigua de la evolución, la mayoría de ellos afirman
que el pecado es una herencia de la naturaleza bruta
de nuestros antepasados. Y dicen que según el hom-
bre vaya civilizándose, irá librándose del pecado, has-
ta ser lo que algunos llaman una especie de ángeles.
Por eso, negando la eficacia de la sangre de Cristo,

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abogan por el mejoramiento social, escuelas, asilos, y
cosas semejantes.

Como los del mundo en general consideran el pe-


cado caso de poca importancia, y relativo, así también
enseñan los Modernistas: que el pecado cambia se-
gún las condiciones. Afirman que lo que en una épo-
ca era pecado, podría en otra época ser cosa muy
buena. No reconocen la idea de una Norma Eterna
que distingue lo bueno de lo malo; una regla fija con
la cual debe medirse toda acción humana. Algunos
lo expresan en palabras muy sencillas: que la regla
del bien y mal se aplica sólo si conviene. Lo que nos
conviene es bueno, y lo que no conviene es malo.

Por eso, los Modernistas en general (aunque, pa-


ra hacerles justicia, hay unos pocos que no lo dicen)
abogan por lo que ellos llaman "la Nueva Moralidad",
cosa que más bien podría llamarse la vieja inmorali-
dad. Abogan por quitar los frenos a la juventud, de-
jando que realicen actos sexuales, usen marihuana y
otras drogas, se emborrachen y hagan lo que les gus-
te, afirmando con orgullo de superioridad que estas
cosas no son malas, y que no debemos quitarles sus
placeres. A consecuencia de estas enseñanzas, entre
otras cosas, tenemos hoy día los motines, y el desen-
freno de la juventud que nos espanta cuando leemos
el periódico diario.

Hace poco, escuchando la radio, oí un "sermón"


que predicó un "ministro" Modernista. Mencionando
el pecado de Adán, que comió de la fruta prohibida,
y que introdujo el pecado en nuestra raza, dijo que

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"si comer esta fruta fue una caída, entonces fue una
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: caída para arriba; pues los pecados han sido de mu-
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-¡! cho beneficio a la humanidad". ¡Ministro, pfuf!
'!'
':i Los Modernistas, gobernados por su filosofía, y si-
guiendo la última moda del pensamiento religioso,
no aceptan la eterna Ley de Dios, la Biblia, y son lle-
vados por cualquier viento teórico que traiga el últi-
mo libro filosófico-religioso.

Pero, dejando por el momento las ideas humanas,


vayamos a la Biblia, la eterna Palabra de Dios, para
ver qué es lo que Dios dice acerca del pecado.

Dios ha puesto Su Ley como eterna. Nada de ella


cambia, sino que mientras dure este mundo, durará
la justicia divina, y Su santa Ley. (Mateo 5: 18; y
otros textos.)

Y aquí hacemos un paréntesis: Las cosas funda-


mentales no cambian. No ha habido un pecado nue-
vo en cuatro mil años. El hombre natural no cambia.
Es necesaria una obra milagrosa para su salvación.
La justicia no cambia. El pecado no cambia. Los de-
seos humanos, la codicia, la envidia, el odio a lo bue-
no, todo lo que siente el hombre natural, todo es per-
manente en la raza, y no cambia.

Cada año se hacen miles de leyes nuevas en las


naciones. Leí hace tiempo que durante el último año,
se habían hecho en los municipios, estados, y nación,
más de dncuenta mil leyes en los Estados Unidos Ame-
ricanos. Cincuenta mil en un año. Y, como dijo el
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periodista que lo comentó, "nos es imposible violar
tantas leyes". Ni un abogado puede estar al tan~o de
todas estas leyes.

Y digo yo, como mero hombre, pero, creo, con una


ligera inteligencia: Si lo que se gastó en tiempo, di-
nero y esfuerzo para hacer e implantar estas cincuen-
ta mil leyes nuevas se hubiera gastado en hacer cum-
plir las leyes de la Biblia, el mundo sería mucho me-
jor y más feliz.

Dios hizo el mundo de la nada. Y al hacerlo, puso


en vigor ciertas leyes para su control. Un grupo de
leyes, que tocan a lo material en general, lo llamamos
las "leyes de la naturaleza". Pero, dictadas y hechas
por Dios, son la expresión de la voluntad divina. Y la
violación de una de estas leyes resulta en sufrimiento
o muerte. Por ejemplo, el que mete su mano en la
lumbre, se quema. Es parte de la Ley de Dios. Lo que
uno siembre, esto también cosechará. Es la Ley de
Dios, en la naturaleza.

Pero Dios hizo más leyes. U na parte toca a nues-


tro cuerpo. El que se emborracha cosecha dolor, y
acorta su vida. Otda parte de la Ley divina toca a nues-
tra naturaleza mental. Y otra parte toca a todo el
mundo espiritual. La paga del pecado es muerte, es
una de estas leyes.

i!Mtimo año, Como Dios hizo el mundo y sus leyes, es también


y nación, el Sustentador del mundo. Si Dios quitara por un mo-
llllid.os Ame- mento Su mano, todos nosotros pereceríamos inmedia-
dijo el tamente. Es el poder divino que lleva a este mundo

17
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en su curso, evitando un choque con otro planeta o


j astro.

Pero, Dios es también el Juez y Gobemante del


universo. Siendo el único Ser supremo, Le toca gober-
nar con justicia a los que ha creado.
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La justicia demanda que se cumpla la Ley. El
juez que no castiga al criminal es un injusto, y no
merece su alto puesto. Dios tiene la obligación de cas-
tigar la maldad. Y aunque en Su paciencia, espera,
deseando que todos vengan al arrepentimiento, no pue-
de esperar demasiado. Al fin, la justicia divina ten-
drá que imponerse.

Tenemos, pues, el pecado como rebeldía a Dios.


Dios ha dicho (2 Tes. 3:10.) que si alguno no quiere
trabajar, tampoco coma. El no querer trabajar, y de-
sear que otros le den, es una falta. Y esta falta es
igual para el rico que pudo hacerse de dinero, como
para el pobre que sencillamente es flojo y quiere vi-
vir de las "ayudas" del gobiemo o de la bondad de
sus amigos y parientes.

El pecado, pues, es la rebelión contra la Ley de


Dios. Cuando un hombre no quiere aceptar la volun-
tad del Rey, ya es pecado, sea como sea su acción.

La palabra más usada en el Nuevo Testamento


griego para significar pecado, es la palabra "hamar-
í
tía", que significa, "errar el blanco". No, como algu-
¡ nos se imaginan, que uno tire a un blanco aquí en la
tierra, sino como uno que tira con arco y flecha a

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la luna. Con todo el acierto que tenga, la flecha no
llega al blanco. Pues la atracción terrestre es tan fuer-
te, que la flecha, al subir un poco, pierde su fuerza,
y va cayendo otra vez a la tierra.

Así son los esfuerzos humanos para hacer buenas


obras. Uno se propone no pecar, pero antes de medio-
día ha faltado otra vez. Su blanco es la inmensa jus-
ticia y pureza divina, pero la atracción del mundo es
tal que nuestra fuerza no alcanza a llevar nuestros
ideales. Pecamos. La palabra hebrea usada en el An-
tiguo Testamento es muy parecida. También signifi-
ten- ca el no llegar al blanco de nuestros buenos propósitos.

La razón, la explicación, del significado de estas


dos palabras en la Biblia, se encuentra en la misma
naturaleza del hombre. Somos hijos de Adán, nacidos
con la naturaleza pecaminosa. Como la víbora nace
con la naturaleza de envenenar, como el gato nace con
la naturaleza de cazar ratones, así el hombre nace
con la naturaleza de pecador, y peca como la cosa más
natural.

Aquí debemos hacer una distinción que el mundo


suele no ver. El pecado es una cosa, y los pecados son
otra. Cuando en la Biblia se habla de EL PECADO, se
refiere a la misma naturaleza del hombre. Cuando
habla de LOS PECADOS, se refiere a los actos que re-
sultan de la naturaleza pecaminosa. Es decir: que el
'~amar­ pecado produce los pecados. Decir que uno es ladrón,
·como algu- no quiere decir que haya robado, sino que tiene la na-
aquí en la turaleza de robar. El mentiroso es el que tiene la natu-
y flecha a raleza de encubrir la verdad, y en engañar.

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¡1 Por eso nuestro Señor dijo que el que mira a una
mujer para codiciarla, ya en su corazón adulteró con
ella. Porque el deseo es la manifestación de su natu-
'h11: raleza. Por otro lado, la mujer que se viste para atraer
' ' la vista de los hombres y estimular sus deseos carna-
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les, es, de corazón, ramera, aunque ella se crea muy
casta. Y el Señor agregó que el que se enoja es asesi-
H
r·:i, no, y el decir la palabra de desprecio, "Raca", o "fa-
t.! tuo, tonto", ya le pone entre los condenados. Pues es-
.;· to es demostración de la naturaleza pecadora del hom-
bre.
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;' Podremos, pues definir el pecado en tres maneras:


( 1) Es la naturaleza heredada. Uno nace mexicano,
americano, alemán. Diremos que hasta aquí no tene-
1 mos la culpa de cómo nacimos. (2) Pero, uno que na-
1 ce de una nación puede, si quiere, cambiar. Mi padre,
.; !
¡ nacido en Alemania, cuando vio la libertad America-
•• 1 1 na, renunció su ciudadanía alemana, y se hizo ciuda-
dano americano. Cristo nos ha ofrecido ciudadanía
j en el Reino de los Cielos, si queremos cambiar, de mo-
do que, si nos quedamos perdidos es porque no quere-
¡
l¡ mos cambiar. El pecado no es sólo el estado natural,
¡
i sino también es la voluntad de hombre que no desea
J
.. ¡ ser salvo del pecado. ( 3) Como resultado de nuestra
••.
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condición natural, y de nuestros deseos pecaminosos,
cometemos actos de pecado. Estos son el lado visible,
lo que el mundo ve, y del cual el mundo se horroriza.
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Pero Dios ve la condición natural, y el deseo, la volun-
tad del hombre, y lo juzga según ello.
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1 .,
Otra palabra griega que se usa en el Nuevo Testa-
, mento, es la palabra "Hemártema", con su igual en
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hebreo en el Antiguo Testamento, "pesha", que signi-
fica "transgresión". Tiene la idea de entrar en terre-
no ajeno, de pasar por la línea de lo lícito.

Otra palabra griega que se usa para pecado es "ofé-


lema", o sea, "deuda". Debemos a Dios el ser justos,
y como no lo somos, Le tenemos una deuda. Es la pa-
labra que se usa en la oración del "Padre Nuestro",
en Mateo.

Otra palabra griega usada en el Nuevo Testamen-


to, es "anomía", que significa el querer estar sin ley.
Tiene referencia a la oposición natural del hombre pe-
cador al control superior.

Parecida es la palabra "paranomía", que es una


violación de la Ley, a veces traducida, "transgresión
de la Ley".

La palabra "adikía", se usa en el sentido de falta de


justicia en los hechos.

Parecida es la palabra "kakía", que es el apego a


lo malo.

La palabra "paráptoma" se usa para la caída al


tropezar.

La palabra "parábasis" significa "salir del camino


recto".

La palabra hebrea más usada para el pecado en el


Antiguo Testamento es la palabra "owón", que signi-
fica "iniquidad, maldad de naturaleza". Es la natura-

21
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1 leza pervertida del hombre la que lo lleva a los actos
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de pecado, y la que lo aferra en su rebelión contra
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l Dios.
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":;
De lo arriba dicho, y de las palabras usadas en la
Biblia acerca del pecado, vemos la enseñanza bíblica
.. claramente: El hombre es pecador por naturaleza, de
modo que, aunque se proponga ser justo y no pecar,
yerra el blanco, no llegando a la meta de la justicia
divina. Como resultado de esta naturaleza pecaminosa,
el hombre escoge seguir el mal, y de allí vienen los
actos de pecado. Estos actos son, en su esencia, el
resultado del pecado que hay en la naturaleza del
hombre.
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Se ha preguntado cómo podrá hacerse responsa-


ble de sus hechos al hombre que nació en tierra pa-
o!; gana, quien nunca oyó la Palabra de Dios ni del
Evangelio, y que hace lo mejor que puede, en su ig-
norancia.

Diremos, en primer lugar, que no se mata una


serpiente por haber mordido a un hombre, sino, si
es posible, antes de morderle, por ser víbora por su
naturaleza y tener el veneno para morder y matar.
El hombre pecador, con su naturaleza pecaminosa,
no estaría a gusto en el Cielo.

Pero, francamente, diremos que no es cierto que


esos hombres hacen "lo mejor que pueden". Aunque
hayan vivido sin la Revelación de Dios en la Biblia,
.·1·~.· no han estado completamente sin conocimiento.
¡: Pues Dios Se ha revelado en la misma naturaleza .
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El Salmo 19 expresa hermosamente esta grande ver-


dad: "Los cielos cuentan la gloria de Dios .... "

Se platica que una vez, cuando el Emperador Na-


poleón iba a Egipto con sus tropas, se sentó en la
cubierta del barco una noche escuchando cómo sus
generales atacaban al Cristianismo, alegando que no
había Dios, y burlándose de la gente cándida que en
El creía. Después de largo rato, cuando ellos ha-
bían arreglado todo a su gusto, el emperador rompió
el silencio para decir, señalando arriba al cénit con su
luna y sus estrellas, y dijo, "Muy bien, caballeros.
Pero ¿quién hizo esto?"
Y es la verdad. Sólo un tonto puede mirar los
astros y demás naturaleza y decir que no hay Dios.
Lo malo es que, si bien la revelación en la naturale-
za es SUFICIENTE, no es EFICIENTE. Quiero de-
cir, que si bien la naturaleza nos dice que hay un
Dios, y algo de El, no nos ofrece la salvación en Cris-
to, y no es eficaz para traer al hombre a la fe en
Cristo. Por eso enviamos misioneros a predicar a los
paganos.
Creo, que si Adán no hubiera pecado, de modo
que la raza se hubiere quedado limpia y santa, esta
revelación en la naturaleza habría bastado para la
humanidad. Aunque cierto es que Dios se paseaba
con el hombre "al aire del día", en el Edén, antes
de la caída.
Hemos dicho que el pecado está en la base de re-
belión contra Dios y contra Sus Leyes. La doctrina

23

:
1

de la libertad se ha torcido para ser la doctrina de


a la licencia. Bien que la libertad diga que el hom-
} bre puede hacer lo que él quiere. Pero los derechos
d'
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de uno cesan cuando tocan los derechos ajenos. Uno
-!
~ '! tiene la libertad para hacer lo que quiere, SIEM-
PRE que no toque derechos ajenos, y que vaya de
·{
acuerdo con la ley. Nadie tiene el derecho de ma-
_nejar su carro al lado izquierdo del camino; podría
matar a alguien. Nadie tiene el derecho, so pretex-
to de ser libre, para hacer algo que dañe a tercera
persona.

Pero el pecado es más que una rebelión. Es la


falta de conformidad con Dios y con Su santa Ley
moral, sea en acto, en actitud, en disposición, o en
estado. Dios es santo, justo, puro, Sus Leyes gobier-
nan el universo, y son Leyes santas. La rebelión hu-
mana en contra de todo gobierno, sea de padres, de
maestros, gobiemo civil, o de Dios, es el resultado de
.,
tener el hombre un carácter torcido, no en conformi-
dad con Dios.

Dios es justo y santo. "Na die ha visto a Dios; el


1
Unigénito del Padre, El lo demostró". Siendo Dios
invisible, la única manera de saber directamente có·
mo es Dios, es ver al Dios encamado, Cristo, Quien
es la imagen del Dios invisible. De manera que
nuestro modelo de santidad es Cristo. Nuestra espe-
ranza es que un día seremos como El es. ( 1 Juan
3:2.) Y mientras tanto, nuestra tarea es llegar a ser
1; tan parecido a Cristo como nos sea posible en esta
came.
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doctrina de De la misma manera, toda falta de semejanza es


que el hom- pecado. La falta de luz es, en sí misma, obscuridad.
los derechos No es necesario traer a la casa las tinieblas; con el
mismo hecho de apagar la luz, tendremos tinieblas
en abundancia. No es necesario buscar la maldad;
con el hecho de no buscar la semejanza de Cristo,
ya estamos en maldad. <Juan 3:18, 36.)

Hemos dicho que el pecado es la falta de confor-


midad con Cristo en nuestra disposición y actitud.
El corazón del pecador por su naturaleza tiene deseos
pecaminosos. De la abundancia del corazón habla la
boca. Nuestra disposición natural, antes de renacer,
es seguir nuestros deseos egoístas, o sea el pecado.
No podemos esperar otra cosa de nuestros hijos, ni
de otras personas, ni de nosotros mismos. El peca-
dor, por su naturaleza, peca, en sus pensamientos, en
su disposición, en sus deseos, en sus actos. No hay
parte de nuestro ser que no esté teñido de negro por
nuestra naturaleza de pecador. (Léase aquí Romanos
1:28-32; 3:9-24.)

En estos pasajes, así como en otros, el pecado se


considera, no como el resultado, el fruto, de nuestra
maldad, sino como la raíz de ella, su causa.

Esta naturaleza de pecado, a veces en la Biblia


se llama "la carne", pues estando nosotros en la car-
ne, tenemos la naturaleza carnal de pecador. Tam-
bién se usa de esta naturaleza carnal la expresión
"hombre viejo", porque es la naturaleza que tiene el
en esta hombre antes de nacer de arriba, del Espíritu. ( Gal.
5:16-24; 6:8; Efesios 2:3; Filipenses 3:3; Romanos

25
r
1
~1
JH:1
H
'.
..
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¡ 6:6; Efes. 4:22; Colosenses 3:9.) A veces se llama la
q
1
naturaleza adámica.
q
J En todos estos pasajes, la expresión, "pecado",
·t¡¡ hace referencia a esa naturaleza dentro de nuestro
ser que está fuera de armonía con Dios. Posiblemen-
te nos ayudará a comprender esto, comparando:

El pecado es carácter; los pecados son conducta.

El pecado es el centro; los pecados son la circun-


ferencia.

El pecado es la fuente; los pecados son el arroyo.

' El pecado es la raiz; los pecados son el fruto.

El pecado es el productor; los pecados son los pro-


ductos.

.'~ El pecado es la naturaleza; los pecados son la ma-


nifestación.

¡ El pecado es el manantial; los pecados son el agua


1: que sale.
¡ i

1 El pecado es lo que SOl\10S; los pecados son lo


1 que hacemos.
Í'
¡,

Hemos mencionado ya que la Biblia habla del pe~


cado como el "viejo hombre". Esto se refiere a nues-
1 tro estado antes de renacer, cuando domina en noso-
1
·¡'·
' i' tros la naturaleza adánica, la del pecado. En 1 Cor.
~:-~ 2:14, esta naturaleza vieja de pecador se llama el

26

i:!
¡¡: ·.
jUL_
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·~

''

"hombre animal". Y agrega que no percibe las co-


sas que son de Dios, "porque no las puede entender,
porque le son locura, porque se han de examinar es-
piritualmente."

No nos vayamos a sorprender si los Modemistas


nos llaman locos, ignorantes, o con otros calificativos
semejantes. Es prueba de que no son salvos, que son
todavía de los "hombres animales", que no pueden
entender las cosas de Dios. El dios de este siglo ha
cegado para no ver la Verdad.

Sí, el pecado es el viejo hombre. Y esta frase


usada en la Biblia nos indica que Cristo murió, no
sólo por lo que hemos hecho, sino también, y princi-
palmente, por lo que somos.

En Romanos 6:11, se nos manda "pensar" que es-


tamos muertos al pecado y que estamos vivos a Dios
. en Cristo. La palabra griega aquí traducida "pen-
sad", es "logídzesthe", palabra de tenedores de libros.
Significa apuntar en el libro de cuentas. Debemos
poner en el lado del DEBE, que somos muertos al pe-
cado, y en la columna de HABER, que tenemos vida
son lo en Cristo, para vivir una vida nueva de justicia. Ya
no debemos permitir que el pecado reine en nosotros.
Esta vieja naturaleza de pecado ya no debe tener po-
testad sobre nosotros. En Gálatas 5: 17, esta natura-
leza vieja se llama "la came", y se declara que está
en enemistad con Dios, y con el Santo Espíritu que
mora en el cuerpo del Creyente, para ayudarle a
una vida mejor.

27

t

En 1 Juan 1; comenzando con el versículo 5-6, se


nos dice que debemos andar en la luz, o sea, en san-
tidad. Esto incluye, según el versículo 8, que reco.-
1 nozcamos que el pecado está presente con y en no-
sotros. Si no reconocemos esto, nos engañamos, y la
Verdad de Dios no está en nosotros. Aún en los san-
¡: tos, los que son ya nacidos de arriba, el pecado está
presente en nuestros cuerpos, y la tentación siempre
1 amenaza.
¡:
Esta presencia de pecado en y con el hombre no
a puede evitarse; tal naturaleza no puede reformarse,

dP.· 1¡! ni mejorarse; lo que, sí, puede hacerse con ella es


vencerla, dominarla, sobreponerse uno a ella, con la
~·1
r:¡
t):
L
l¡: ayuda del Espíritu Santo que mora en el cuerpo de
cada Cristiano. Esto se llama en algunos textos de
la Biblia", "crucificar el hombre viejo". (Gal. 5:24;
!
l· Rom. 6:6.)
! 1
1'

¡, De lo dicho, creo que ya habrán sacado mis bue-


nos lectores que el pecado en su esencia es egoísmo.
¡.
"
Como dijo una viejecita, "Yo quiero lo que quiero
!· cuando lo quiero." Cuando mi primer hijo tenía ape-
nas unos cinco años, un día se le negó alguna cosa,
y me miró de una manera extraña, como si no en-
tendiera este mundo, y dijo, "Pero, papá, yo lo quie-
ro." Su naturaleza le decía que debía tener lo que
él deseaba.

El mundo fomenta esta actitud, y a los nmos en


la escuela primaria se les enseña que deben tener
"amor propio", que deben "darse a respetar", no en
el sentido de ser dignos, sino en que no se dejan pri-

28

----., . . M~~~-------
'1,
J

var de lo que desean o merecen. El pecado se basa


en un amor de sí mismo, en querer agradarse a sí
mismo, en lograr sus deseos. En el mundo esto se
llama, muchas veces, ambición, y me acuerdo bien
de cómo nos trataban de inculcar en la escuela pri-
maria cuando yo era muchacho, el tener una ambi-
ción fuerte y grande.

La meta de la felicidad humana en la Biblia es


que "cada uno esté sentado debajo de su vid o de su
higuera", contento. (Miqueas 4:4.) La naturaleza
reformarse, humana, fomentado por la educación pagana de nues-
con ella es tro mundo, siempre busca dominar, aumentar, tener
a eDa, con la en sobra, para lucir sobre los demás. El Cristianis-
cuerpo de mo nos enseña a estar contentos teniendo qué comer
textos de y qué vestir. (Heb. 13:5; Fil. 4: 10; Lucas 3: 14; 1
- (Gal. 5:24; Tim. 6:8.)
Sería interesante recorrer la historia bíblica de los
pecados humanos, para notar que en cada caso, lo
que fortalecía la tentación fue el deseo egoísta.
Fue su deseo personal, el egoísmo, lo que llevó a
David a su caída.
si no en- Fue su deseo personal, su egoísmo, lo que llevó a
yo lo quie- Adán a pecar: deseaba lo que la serpiente le dijo
tener lo que que recibiría al comer la fruta.
Fue el egoísmo lo que llevó a Jacob a mentir a su
padre para recibir la bendición.
Fue el egoísmo lo que llevó a Achán a robar los
despojos.

29
Fue el egoísmo lo que impulsó a Herodes a tratar
de matar al niño Jesús.

Fue el egoísmo lo que llevó a Judas Iscariote a


traicionar a Jesús.

Fue el egoísmo lo que llevó a Lucifer a rebelarse


contra Dios.

,, Fue el egoísmo lo que llevó al hijo pródigo a de-


"}
,¡'
mandar la herencia para irse a una tierra lejana.

Así podríamos continuar por la Biblia. Pero, en


nuestra propia vida podremos hallar más ilustracio-
.. ; nes de esta verdad. Que se examine cada lector,
.:í para ver en su propia vida pasada, cómo el egoísmo
.~
fue lo que le llevó a pecar.

Ya se mencionó que una palabra usada en la Bi-


blia para el pecado, es "transgresión". La santidad
divina ha puesto límites a los pasos humanos. Cuan-
do el hombre cruza esta línea, para entrar en terre-
no prohibido, esto es transgresión. Esta es otra ma-
nera de decir que todo pecado es, en su base, rebe-
lión contra el Supremo Gobierno. En esto e_ntran
todas las palabras que antes mencionamos. Posible-
mente la palabra más expresiva de todas es "amén",
iniquidad. Pues indica lo que casi ningún hombre,
hasta entre los Cristianos, entiende: la terrible, la
horrible bajeza de podredumbre que es el pecado en
,. el corazón humano. Cuando el profeta le dijo al ge-
neral de Siria lo que éste haría un día, se horrorizó,
~
30
diciendo, "¿Soy yo perro, para hacer esto?" (2 Reyes
8: 13.) Difícilmente reconoce uno la profundidad de
la propia maldad. Pero este general hizo exactamen-
te lo que había profetizado el profeta.

Parece que repetidamente decimos que cada cosa


es el centro del pecado. Aceptado. Pues todas estas
cualidades van juntas. Pero agregaremos otra pala-
bra, para decir otra vez lo que está en el centro de
todo pecado. La incredulidad. (Heb. 4:6; Rom. 11:
20; Juan 16: 11.)

Esta incredulidad, o sea, esta falta de fe, está en


la raíz de todo pecado. Si creyéramos lo que Dios
ha dicho acerca del pecado y de sus resultados, no
pecaríamos. Y es la falta de fe en Cristo lo que des-
pués de todo, condena al pecador. Ouan 3:18, 36.)

La Biblia tiene la contestación a todos nuestros


problemas. Hace unos años supe de uno de los gran-
Cuan- des negociantes de Nueva York que llevaba siempre
en su bolsillo el libro de Proverbios, parte de la Bi-
blia, y lo leía a diario, llegando a poder casi repetir-
lo de memoria. Y dijo que manejaba sus negocios
según este libro, y que por ello se había hecho rico.

Hace unos días leí de una persona que dijo más


o menos así: "El libro de Proverbios tiene 31 capítu-
los. Léase, cada día, un capítulo, por un año, y
quien lo haga verá que sus problemas se resuelven y
tendrá tanta salud que no necesitará a un siquiatra."
Hace unos años asistí a una convención de si-

31
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quiatras en Flagstaff, Arizona. Uno de los conferen-
cistas fue un famoso siquiatra de Nueva York. Entre

:i otras cosas él dijo: "Si el 99 por ciento de los que
~;!>
me consultan fueran a una Iglesia Cristiana, y se
::1 arreglaran con Dios, no necesitarían consultarme a
mí como siquiatra."


'il
Pero, aquí viene la falta de fe. Además de la ex-
trema ignorancia de la Biblia que existe, especial-
M!
!·!
'í mente entre los Modernistas, hay una falta de fe en
f
' lo que dice la Biblia. Los hombres más bien se fían
~
de las filosofías, que cambian cada seis meses, y es-
¡
pecialmente se fían de teorías de la filosofía religiosa,
.;i y no de lo que Dios ha dicho en la Biblia. Y su
.ii,
. :¡
falta de fe los destruye .

A nadie le gusta que le digan mentiroso. En Mé-
:¡·
·fi xico no se toma esto tan seriamente, pero en muchas
naciones decirle a uno "mentiroso" es un reto a una
riña. Pero, a Dios le llaman mentiroso impunemen-
te, creyendo que es cosa de poca importancia. Pues
el que dice que no cree en la Biblia, está llamando
mentiroso al Autor que la dió. (1 Juan 1:10; 5:10;
Juan 16:7-9.)

Hallamos, pues, que el centro del pecado es la in-


credulidad, la falta de fe en Dios, el Autor y Goberna-
dor del universo; en la Biblia, que es Su Palabra; en
Cristo, para la salvación del alma. El no creer en
la Biblia es más que pecado; es un insulto directo al
Santo y Soberano Dios, llamándole mentiroso.

32
Rechazar la invitación del Evangelio, para perma-
necer en la incredulidad, es cosa muy seria. Pues
es contar la sangre de Cristo como cosa inmunda,
resistiendo la llamada amorosa del Espíritu Santo,
de modo que trae sobre el pecador adicional juicio.
(Heb. 10:26-31.)

ll!llraás de la ex-
Hemos hablado del pecado en los incrédulos, los
no salvos. Pero debemos agregar que la falta de fe
especial-
en la Palabra de Dios es en un Cristiano también cosa
de fe en
seria. Le roba su paz, su seguridad mental, y mu-
chas bendiciones.

En síntesis, diremos que el pecado es rebelión


contra Dios, inconformidad con. Dios y Su santo ca-
rácter, egoísmo que desea nuestra propia voluntad,
falta· de fe.
En Mé-
Los verdaderos Cristianos nunca · esconden el pe'-
cado. Nunca lo consideran cosa de poca ·importan-'
cia. Cuando oímos a un predicador hablar: delpe.:.
cado como de cosa de poca importancia, sabemos des-
de luego que él mismo no es Cristiano, sino que está,
en el ministerio por conveniencia. ' ··

Y agregaremos que, por bien escondidos que es-


tén sus pecados, el Día del Juieio,.. los revelará:

Mucho se habla hoy día de que debemos ser niás


tolerantes. La verdad está en lo contrario. Sufrimos
mucho por la diabólica toleranCia del • pecado, ~ún
entre los miembros de nuestras Iglesias. · ·

33
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1 CAPITULO 11.
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EL ORIGEN DEL PECADO
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A veces uno se pone a pensar, para hacerse la
i' preguna de por qué los Modernistas y otros ateos y
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:1..,
! ·¡-' semiateos toman tanto empeño en negar y atacar los


1
1 primeros capítulos del Génesis. Para hacer esto, tie-
'
¡ f
1
nen que negar la inspiración divina de las Escrituras;
' y ¿por qué?

La razón es sencilla: Si, como creemos los Cris-


tianos, estos capítulos son la verdad, dada por boca
de Dios mismo, entonces el hombre resulta ser el
producto de la creación directa, personal, y milagro-
::¡li sa de manos del Supremo Dios. Esto no ló quieren
:,¡
aceptar los Ateos y sus primos hermanos, los Moder-
'; . !' ~ ,;!' :
nistas.
1; ,¡¡¡
Entonces, si los primeros capítulos del Génesis son
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ciertos, Satanás existe, y el hombre resulta ser un
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rebelde contra la soberanía del Dios Creador y Rey
del universo. Y el corazón humano, si no está ·rege-
nerado por la potencia divina, reclama ser libre para
hacer a su gusto lo que quiera.

Pero, por otra parte, si se pueden persuadir de


que la Biblia es un conjunto de mitos y cuentos vie-
jos, como alegan los Ateos y Modernistas, entonces el
hombre resulta ser un bruto, al que no se le puede
culpar por sus maldades. A un perro no se le casti-
ga por robarse un hueso que tiene otro perro. A
un gato no se le castiga por adúltero. Si somos ani..:
males, naturalmente nos podemos portar como ani-
males. Y los desórdenes y motines y la rebelión en
contra de la ley y del orden que vemos en estos días
demuestran la verdad de esto. Por tres generaciones
se ha enseñado la .teoría de la evolución; no es de
sorprender que ahora se esté poniendo en práctica. ·
hacerse la
Bueno, no debemos sorprendernos de esto; .pues
en la Biblia se profetizó que así sería,. viniendo, .. en ·
los últimos días, tiempos peligrosos. Y los Modernis;,.
tas, que niegan las profecías, están, ellos · mismos,
cumpliéndolas en sus vidas y teorías. La Biblia nos
manda cuidarnos de tales individuos y no recibirlos ·
....... los Cris- en nuestras casas (mucho menos en nuestras Iglesias
..._por boca y convenciones.) ( 2 Juan 9-11).
nsulta ser el
y milagro- Para algunas personas, el origen del pecado pre-
•ló quieren senta un gran problema. Pues; según ellos, si Dios
lo5 Moder- hizo el mundo, con todo lo que en él hay, entonces
tendrá que haber hecho también el pecado. Así se
liberan de la culpa, haciendo a Dios responsable de
tlel Génesis son ~"
nsulta ser un 35 ~\t~~~~"-s~
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sus maldades. Un poco de estudio de la Biblia evi-
tará tal actitud.

La base del carácter y de la Persona de Dios es


Su vasta santidad. En El está toda perfección per-
sonificada. Nunca se comprenderá la Persona de
Dios, ni Su santo Evangelio, sin tener en mente su
inmensa (que no se puede medir) santidad.

Diremos al principio, que Dios no es el Autor del


pecado. Cristo, en Su larga oración en la última no-
(: che, llama a Dios, "Padre santo". Ouan 17:11.}
. "1L Cristo es declarado santo. (Heb. 7:26.) A la tercera
¡:
Persona de la Trinidad se le llama el Espíritu SAN-
1 TO. A Jehová se le llama el "Santo de Israel", por
¡ todo el Antiguo. Testamento. (2 Reyes 19:22; Isaías
~! ! 1:4, y muchos otros.) Los querubines cantan sin ce-
;' sar la santidad de Dios. CRev. 4:8.) ·
:
¡
•#'
'
"i Santidad, significa el absoluto apego a lo justo, y
;l
,~ a la. absoluta ausencia de, y oposición a, lo malo. En
.!
¡
esto, Dios es absoluto. El hombre nunca puede al-
canzarlo.
¡
1
!
Y, si Dios es así santo, imposible sería considerar-
lo como el Autor del pecado.

'~''
Digamos también que el hombre no fue el autor
¡¡¡;:. del pecado. Cuando el hombre fue creado, ya esta-
•;['

;;1¡.:: ba Satanás en el mundo, y ya estaba en pecado. · La


¡;1!
primera mención del Diablo nos lo presenta como pe-
t ·¡: cador, rebelde contra Dios, y tentador de nuestros
! ,:. antepasados.
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36

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> : ¡.' !. '

·: i¡ ;!¡l!
lj ~JI¡Wt
t:_!~~--
evi- Lo que haya pasado en la eternidad, antes de la
creación del hombre, y posiblemente antes de la
creación del universo, no lo sabemos. La Biblia no nos
de Dios es lo dice. Milton, famoso poeta Cristiano, se imaginó
perfección per- una grande batalla en el Cielo, en que Satanás y un
la - Persona de grupo de ángeles se rebelaron contra Dios, querien-
do coger el poder. Para ello, cita textos que corree.:.
tamente se aplican al· futuro. Por ejemplo, en Rev.
12:9, dice que Satanás y los suyos fueron lanzados
del Cielo. Milton tomó esto como cosa pasada, an-
tes de la creaCión. Pero claramente es profecía del
futuro, pues Satanás ahora todavía tiene entrada al
Cielo, y a veces hace uso de ello. <Job. 1:6.) Mu.:. ·
cha de la teología sistemática de nuestros tiempos
se basa más bien en las conjeturas de Milton que en
un estudio directo de la Biblia.

Y, entre paréntesis, seria una buena obra si algún


lector de este librito se propusiera escribir una nue-
a lo justo, y va teología, basada directa y totalmente en un estu-
a, Jo malo. En dio de la Biblia, y no en lo que hasta ahora han es-
puede al- crito los teólogos modernos.
-Pero, habiendo dicho que lo que pasó antes de
nuestra creación no está declarado claramente en las
Escritur&s, daremos unos pocos pasajes que pueden
indicar algo de ello. Digo "pueden", porque la cosa
no es tan clara.
En Isaías 14:12-17, se menciona a un alto perso-
lbRilta como pe- naje que se levantó en orgullo contra Dios. Lo de
de nuestros haberlo puesto en "la cárcel", y partes de los versícu-
los, claramente se refieren al futuro. Pero el pasaje

37
¡,¡IIJM!!'I:::mwrrr•; r"'flJrlmr"· ..

basta ·para reconocer que hay tal personaje. Aquí se


le llama Lucifer (el que lleva la luz).
Aquí es necesario mencionar la "ley de doble re-
ferencia" en las profecías. Esta ley dice que una
profecía puede hablar de dos personajes como si fue-
ran uno. Y también que una parte puede ser, y ge-
neralmente es, de lo "inmediato", mientras que otra
parte puede ser de lo "mediato", o sea, mucho más
tarde. Buen ejemplo de ello es la cita de J oel,. que
presentó Pedro en Pentecostés. (Hechos 2: 17-21.) La
porción de esta profecía que habla del Espíritu San·
to .fue cumplida ese día. Pero la parte del fuego
etc., será en el tiempo del fin.
En Ezequiel 28:1-19 tenemos un pasaje que ha
sido muy discutido, en parte tontamente, pero en
i'
r1· parte sabiamente. Se habla del rey de Tiro, cam-
_biando de inmediato a mediato gradualmente, hasta
ver que . se trata al ñn de Satanás. Exactamente
..¡:1'
'dónde .. está el c·ambio de referencia, es el punto de
alguna discusión. Pero queda claro que Satanás es
persona, y que es autor del mal.
Pero, acerca ·del origen del pecado en la raza hu·
mana, no se nos ha dejado ignorantes~ Hay una
grandísima distinción entre el origen del pecado en
el universo y el ori.gen del pecado· en la raza nuestra.
En génesis, inmediatamente después de contar la
hist-oria de la creación, se procede a contar la caída
del hombre. Y repetimos que es historia, verídica, y
no un mito. Pues si se rechaza un párrafo de las
F.strituras, inmediatamente:'"sé· destruye la doctrina

38
Aquí se de la inspiración de la Biblia y se sustituye por cual-
quiera otra teoría sensata.

Claro es que el instigador del pecado fue Satanás,


el Diablo, más adelante llamado la Serpiente antigua.
La palabra hebrea, "shaitán'',, significa "uno que odia
y acusa". A veces se traduce "adversario". La pa-
labra "Lucifer", como hemos dicho, significa "el que
lleva la luz". Parece que antes de su rebelión, el
Diabló se llamaba "Lucifer", y después de su caída,
"Satán". La palabra "Diablo", españolización de la
palabra griega "diábolos", significa "el que acusa
maliciosamente". Y en Rev. 12:10, se le llama al
Diablo el "acusador de nuestros hermanos". En He-
breos 7:25, y otros pasajes, se dice que Cristo, en el
que ha
Cielo, a la diestra del Padre, hace irttercesión por los
Suyos. De estos textos se saca que Satanás se goza
en acusar a los Cristianos ante Dios, afirmando que
no son verdaderos Cristianos, y que por pecadores le
pertenecen. Pide permiso para ponerlos a prueba,
como a Job, y a los apóstoles. <Lucas 22:31.) Creo
que ·a mentido pasa esto, de modo que Dios a veces
permite al Diablo poner a prueba a los Santos. Pero,
a la vez que Satanás acusa, Cristo intercede, para
defendernos, y para decir que, a pesar de nuestros
pecados, Lo amamos y somos de El.
Cuánto tiempo haya pasado entre la creación del
universo enGén. 1:1, y Gén. 1:2, nadie lo sabe. La
palabra hebrea "hayethah", significa "llegó a ser",
más bien que "estaba". Parece que hubo un perío-
do largo, después de la creación, cuya historia nos
es desconocida, al fin del cual vino una destrucción,

39
~'

'tl•".,tq
.,
¡
;:¡
ti : ·¡

rr.r~ y el lllundo se cambió en caos, "sin fonna y vacío".


Posiblemente en ese tiempo vinieron los grandes di-
ft t
nost;tJl,ros cuyos esqueletos hoy se hallan.
i ~ :i.
.Jf··l·¡·'
~ ~ : :!

; ,.~
~ . ,! Pero tampoco sabemos cuánto tiempo pasó entre
f ::J
l le( creación de Adán y sti caída. Parece haber sido
C()rto.·eSte tiempo, _pero ·a fondo no sabemos .

. . :Satanás, para ·lograr la.· destrucción huínana, se


mostró muy astuto. En: primer lugar~ atacó directa-
men.te a la mujer, y no al varón. Utilizó' lo que los
militares 'llámán ·un movimiento por. el flanco. Y,
pdl medio de la mu)er, logró el pecado del. hombre.
'!
j ~~
¡¡ En segundo lugar, el Diablo se aprovechó de un
'l ser carnal, la serpiente. El Diablo, como todos los
;¡: ~spítitu:~ malignos, no tiene cuerpo carnal como el

1
·![
qüé .tenemos· nosotros. Parece que anhela grande-
" merite poseer cuerpo, y cuando el hombre o animal
se ·descuida, logra entrar eh un cuerpo, y se posesio-
na· (le éL .Muchos c'asos se mencionan. en los cuatro
Evangelios. · Peto, de por sí, los demonios y el Diablo
son incorpóreos,.· y su hábitat es el aire. A- veces se
llaman los ·"espíritus'~ o ,.'potencias del aire". Aquí
en Génesis 1, el Diablo obró por medio de una ser-
piente. Parece que antes de esto, la. serpiente tenía
alás •· y patas, . algo semejáhte a los dragones que se
pihtaban en la. Edad Media. . .

.Tentó a la mujer, y logró que comiera de la fru-


ta, próhibida. .Ella dió a su marido, y él comió.· Y
c~ándo ,el varón comió, cayó la· raza.

40
forma y vacío". Muchas preguntas se han hecho, y teorías se han
lOs grandes di- formado acerca de si el pecado es heredado, porque
Jesús nació sin pecado. Los Católicos lo explicaron
fabricando la doctrina de la inmaculada concepción
de María. Pero esto no resuelve el problema. Pues,
si se hereda el pecado, ¿cómo pudo María nacer sin
pecado, teniendo padre y madre pecadores? Es ésta
una contestación que nada contesta. Y si ·los padres
de ella fueron inmaculados, sin pecado, podríamos
llevar la misma pregunta atrás hasta el primer pa-
dre, Adán.

La explicación es, después de todo, sencilla. Mien-


tras que el cuerpo del niño viene de la. madre, su
espíritu y vida vienen del padre. De modo que el
pecado es heredado del padre, y no de la madre. Así
como el Cristo, que no tuvo padre humano, tomó la natura-
grande- leza de Su Padre en el Cielo.
_.._ o animal
y 5e posesio- Se ha preguntado por qué se le llama a J esucris·
los cuatro to, "Hijo del hombre", si no tuvo padre humano.
y-el Diablo Hay dos palabras en el griego para hombre: "Anthro-
pos" significa "de la raza humana'\ mientras que
"anér" significa "varón", masculino. · En la Biblia
Cristo se llama muchas veces Hijo de "hombre, "án..
thropos", pero nunca se llama Hijo de ''varón, anér". ·
Fue Hijo de la raza humana; naciendo de .María co-
mo humano. Pero, no teniendo padre carnal, no
fue Hijo de varón.

Y aquí se ve la responsabilidad del hombre en la


familia. El es cabeza de la familia, y de él procede

41
la herencia de sus hijos. Y en él está la responsabi-
lidad de enseñar y dirigir la familia.

Es de notarse el procedimiento de Satanás al ten-


tar a la mujer. La esencia de su ataque fue infundir
duda en ella. Primero, la hizo dudar de la Revela-
ción: "¿Ha dicho Dios ... ?" Todavía en nuestros
días, el Diablo ataca la Revelación, haciendo que se
pregunte si es cierto que Dios habló.

En segundo lugar, levantó la duda acerca del


amor de Dios. Le dijo a la mujer que la fruta pro-
hibida era buena para comer, y que le traería ben-
diciones de sabiduría, etc. Y todavía así ataca, deni-
grando el buen nombre de Dios, y acusándolo de sa-
dismo cuando se menciona el castigo del mal.

En tercer lugar, el Diablo, a igual que con los


diablos modernos, hizo dudar del castigo que Dios
había prometido si Adán y Eva comían de esa fruta.
"No moriréis". Así contradijo directamente la Pala-
bra de Dios. La expresión traducida en Génesis .2: 17,
"moriréis", es la frase hebrea, "muth thamoth"~ ex-
presión algo difícil de traducir. Pero la idea es "co-
menzaréis a morir". Esto se cumplió. Cuando Adán
comió de la fruta prohibida, al instante entró la
muérte en él, y en la raza humana.
La muerte es cosa que obra algo despacio. Cuan-
do uno nace, comienza ya a morir. En algunos esto
se lleva a cabo pronto, de modo que acaban de morir
en la niñez; con otros se hace el proceso de morir
más largo, pero al fin se cumple. Pero el comienzo

42
de la muerte está ya en la nmez. En la muerte se
pudre la carne, y se vuelve a la tierra de la cual fue
hecho el hombre. Esta corrupción, este pudrimien-
to de la carne, la solemos llamar "pus". Y comien-
za el cuerpo a morirse y a podrirse lentaménte: Unu
muela se pica; se pudre; se saca. El pelo se muere,
nuestros y se va cayendo. Las anginas, las adenoidas, las dis-
. .dend.o que se tintas partes del cuerpo, se pudren; se mueren; hasta
que, al fin, la muerte llega al corazón y termina la
muerte física. Entonces decimos, "Ya murió". Pero
acerca del tenía muchos años muriéndose.
la Jíuta pro-
traería ben- Mas la muerte del cuerpo no es todo. Hay, tam-
bién, una muerte espiritual. El hombre, en su esta-
do natural, no tiene vida espiritual; está "muerto en
sus pecados". Y cuando sale de esta "vida', y entra
en la eternidad, por todos los eones de la eternidad
los irá muriéndose espiritualmente y físicamente, sin te-
ner la esperanza de terminar Sll: ~xistencia de muerte
continua.
En todo esto, en cuarto lugar, el Diablo insinuó
a la mujer que no vale la pena seguir las órdenes
de Dios. Desobedeciendo, según él, recibiría la. mu-
jer sabiduría, conocimiento. Su vida progresaría a
un plano superior. Y la mujer tonta se tragó todo
esto, como muchos ahora se tragan los mismos argJJ.-
mentos propuestos por los seguidores del Diablo, los
Modernistas. La marca más distintiva de ellos es el
jactarse de sus vastos conocimientos. El tonto más
grande en el mundo es el que es tonto y no lo sabe.
El comienzo de la sabiduría es el saber que no sabe-
mos. Y cuando Eva había comido de la fruta mala,

43
dio también a su marido, seguramente diciéndole,
"Mira, qué sabia soy ahora, habiendo desobedecido a
Dios."

Para hacernos hesitar en nuestra obediencia a


Dios, el Diablo sugiere al mortal:

1, ¿Cuánto me costará seguir a Cristo?

2, ¿Me alcanzarán mis medios para obedecer a


Dios?

3, ¿Será realmente necesario?

4, ¿Por qué obedecer, si la salvación es por gra-


cia?

5, Hay que ser razonable: Obedecer todos los


mandamientos de Dios es ser puritano, fariseo. Hay
que ser moderno, libre.

La mujer fue al pecado porque:

1, Permitió levantarse la duda acerca del manda-


miento de Dios. Buena regla ·es nunca alegar con
una víbora, ni con un lobo, ni- con un zorrillo. Don-
de .habló Dios, su palabra debe bastarnos.

2, Citó erróneamente la Palabra de Dios. Donde


Dios dijo, "No comeréis", (Génesis 2:17) la mujer
le agregó, "Ni le tocaréis". Los Ateos y los Moder-
nistas brincan de gozo, cuando pueden hallar a un
Cristiano que cita mal la Biblia, pues entonces tienen
la puerta abierta para revolcarlo.

44

"---- -·~- ·-------


,
3, Se dejó pensar en las ventajas de desobedecer
a Dios. Hay todavía .Cristianos que quieren ser fie-
les, pero gastan su tiempo en pensar en lo que les
costó ser Cristiano. Una mujer que conocí, hace mu-
obediencia a chos años, dijo: "Mi hija es Cristiana; pero si qui-
siera, con la mano en la cintura podría quitarle el
esposo a cualquiera mujer". Otros lamentan que,
siendo Cristiano, ya no tienen el placer y el gozo de
ir a los bailes, de tomar, de fumar, y de hacer otras
tantas cosas. Es peligroso ir pensando en lo que po-
dríamos gozar si no fuéramos Cristianos. La verdad
es que, el verdadero Cristiano tiene mucho más gozo
y alegría que el inconverso. Pero no, cuando se pone
a codiciar el pecado viejo.
En este punto tenemos una pugna abierta. Dios
dice que la verdadera felicidad se halla en seguir a
Cristo y obedecer Sus Leyes. (Por ejemplo, véase el
Salmo 1.) El Diablo y los suyos rechazan esto, afir-
mando que el placer y la felicidad se hallan en el
pecado. La pugna es abierta; no hay camino medio.
¿A quién creeremos?
4, Eva mostró ignorancia de la Palabra de Dios,
y que no la amaba. Si La hubiera conocido y ama-
do, no habría permitido surgir la pregunta, "¿Ha di-
cho Dios?"
Donde
la mujer 5, Se permitió dudar de la sabiduría de Dios.
y los _Moder~
hallar a. un 6, Se permitió dudar del amor de Dios. El Dia-
._llana~ tienen blo siempre trata de presentar la vida del Cristiano
como una cosa pesada, repugnante, que demanda mu-

45
chos sacrüicios. Dios la presenta en términos de las
bendiciones y felicidades que recibimos de El.

7, Dudó de poder depender del cuidado de Dios.


Dios promete Su cuidado al que Le es fiel, y darle
todo lo mejor para él. (Rom. 8:28.) La vida de fe
e:u El es la vida de gozo y paz y serenidad.

En fin, la contestación de Eva debería haber sido,


"No discuto los mandamientos de Dios. Vete de mí,
Satanás."

Pero, dirá alguno, ¿No dijo Ud. que en Adán, y


no en Eva fue nuestra caída? Sí, y es muy impor-
tante en nuestros tiempos volver a enfatizar que el
hombre es cabeza de la. familia. En demasiados ho-
gares modernos se relega al padre considerándolo un
mero ganador de dinero para los demás, enojándose
tanto mujer como hijos si él trata de tomar su lugar
como cabeza de la familia.

Pero, si bien Adán fue nuestra caída, Eva fue


usada por el Diablo para causar su caída. La mujer
es buena, y el hombre no está completo sin ella.
Pero, como mujer generalmente no tiene el juicio del
hombre, y se deja llevar más fácilmente por los en-
gaños. Puede ser una gran bendición para su mari-
do si acepta su lugar bíblico, de hacedora de hogar,
y también puede ser maldición para su esposo e hi-
jos, si permite que gobiernen su espíritu las ideas
mundanas. Puede ser el levantamiento del hombre,
pero puede también ser tentación al hombre para
su caída.

46
Pero la caída de la raza vino por medio del hom-
bre, y no debemos usarla como excusa de nuestros
pecados. El hombre es más fuerte, tanto de cuerpo
como de mente y de espíritu. Adán debería haber-
se negado a comer la fruta que su mujer le ofreció.

Y aquí venimos a una fase del pecado que es im-


portante considerar: Cometido el pecado, vinieron las
excusas. Cuando Dios reclamó al hombre haber co-
mido del fruto prohibido, Adán echó la culpa a "la
mujer que me diste". Y Eva echó la culpa a la ser-
en Adán, y piente. Nadie quiere reconocer que .es malo, y que
muy impor- tiene culpa por sus acciones. Cada uno busca a
que el quien echar la culpa. Unos la echan a sus padres,
~ma1Sia1dos ho- que no le enseñaron bien. Otros la echan al medio
en que vive. Otros la echan a los "hipócritas" en
la Iglesia. Y la verdad es que, aún aceptando como
de valor todas estas excusas, la responsabilidad queda
en el individuo que pecó. La responsabilidad es in-
dividual, y la culpa es individual. Aunque el Cris-
Eva fue
tianismo tiene su aplicación social, es en sí individua-
lista, y enemiga del Socialismo.

Hace unos meses que me habló una mujer, acu-


sando a los hombres de que todos son malos y bru-
tos. Y un hombre dijo que todas las mujeres mo-
dernas son muñecas pintadas y desalmadas, egoístas
y esclavas de las faldas mini y otras indecencias.
del hombre,
llomhre para Hasta cierto punto, los dos tenían razón. El hom-
bre es hijo de Adán, y así pecador; y la mujer tam-

47
11!¡¡1

bién es hija de Adán, pecadora. Pero la sangre de


Cristo redime y cambia a uno y a otra, y vemos que
sí hay hombres y mujeres decentes, que tratan de
seguir la justicia divina. Es el Diablo quien alega
que Job no sirve a Dios de balde, que no hay verda-
deros Cristianos.

Habiendo dicho que el pecado entró en la raza


por Adán, ahora hablaremos del pecado en el irtdi-
vziduo. Adán transmitió el pecado a su descenden-
cia. Cada uno nace a imagen de su padre, no sólo
carnalmente, sino también mentalmente y espiritual!
mente. Una ilustración que fue para mí muy fuerte,
se encuentra en mi propio carácter. Yo nací en los
Estados Unidos. Allí realicé mi educación. Pero,
desde chico, noté que no pensaba como los compañe-
ros americanos. Nunca me llamaron la atención las
alhajas, los bonitos vestidos, y muchas otras cosas.
Cuando era grande, fui a Europa, y, como mi pa-
dre había sido de sangre Bohemia, yo visité Checoes-
lovaquia. Y para mi sorpresa, hallé que allá la gen-
te tiene los mismos gustos que yo. Había heredado
la naturaleza bohemia, de mi padre bohemio.

De la misma manera heredamos la naturaleza pe-


caminosa, que nos ha sido transmitida por nuestros
padres desde Adán.

Pero no todo es herencia. La influencia de un pe-


cador sobre otro es inmensa. La madre, aunque ella
no pasa el pecado a sus hijos por herencia, tiene al
niño por años bajo su mando e influencia. Día tras
días, y año tras año, su ejemplo, sus enseñanzas, su

48
,
,

misma vida, va influyendo en el hijo. A veces pa.:


rece que el hijo se semeja más a la madre que al pa-
dre que lo engendró. Y los compañeros de calle, los
maestros y condiscípulos en la escuela, los caracteres
de los libros que le lee, y los actores del cine que ve,
todos influyen en el niño. Y en lo general, esta in-
fluencia es mala. Es raro en nuestros ,días hallar
en la raza
una película decente en los cines. Es raro hallar una
en el indi-
novela que sea más o menos limpia.

Alguien ha dicho que cada persona es la suma


total de las personas que ha conocido. Tomando, en
cuenta que al principio de la vida la persona recibió
ya un carácter con tendencia al mal, diríamos que
tal declaración es una exageración. Pero aún así
hay mucha verdad en ella. Cada Cristiano, y muy
especialmente los padres y las madres, deben medi-
tar bien en 1 Cor. 15:33: "No erréis: las malas con-
versaciones corrompen las buenas costumbres". El
viejo dicho mexicano es cierto: "Dime con quien an-
das, y te diré quién eres."

Leí sobre un padre que quiso enseñar esta lección,,


a su hijo. El padre puso en un mueble dos manza-
nas, la una buena, y la otra algo podrida. Le dijo
al niño que se fijara en lo que pasaría. ¿La manza-
na mala se haría buena? O ¿la buena se haría mala?
¿Se podría imaginar mi amable lector cuál fue el re-
...Ida de un pe-
sultado? Así la influencia del malo hacia el mal es
aunque ella
siempre más fuerte.
tiene al
Día tras Y, cuántas señoritas cristianas han caído en esta
trampa de Satanás. Se permiten relaciones con un

49
·········""""''m''''''''l''lilimiw~,.,!~!~!~!lllll·~~~lill1'tlft1' li.~ll'I"Wtíi~'"'''''''''' . .,.
lll!lllllllllllllllliiiiiiiiiiiii!IIIWIIIIIIII'II"I'i"W_,' ' ··' '' ' . . . . i .

joven inconverso, y permiten desarrollarse un noviaz-


go. Calma su conciencia, diciendo: "Conmigo será los
gros
ap¡•
de
distinto; yo lo ganará para Cristo". Pero los casos
en que esto sucede son tan escasos como dientes de deroso, y
gallina. La atracción es siempre hacia abajo. sible,y
tan
Pero todavía no termina la cosa. Satanás procu-
ra tentarnos, pues no quiere nuestra salvación; y, si
aceptamos a Cristo, trata de llevarnos al pecado para
destruir nuestro servicio de Dios, y nuestra corona en
el Cielo. (Rev. 3: 11.)

Y uno de los ardides que usa para engañarnos es


el de mantener ignorante a la gente de la existencia
del Diablo. Nadie teme a un peligro desconocido.
(2 Cor. 2: 11.) Todo Cristiano debe estudiar con cui-
dado las enseñanzas bíblicas acerca del Diablo y los
demonios.

Nótese que, cuando Dios reclamó al hombre su


pecado, el Diablo nada dijo. Había logrado su fin,
de causar la caída de la raza, y ya no le interesaba
defender al hombre. Así es siempre. El Diablo es
amigo muy cercano cuando le conviene; pero cuan-
do se trata de castigar, o cuando las cosas se ponen
en contra suya, se aleja. Así son los seguidores del
Diablo, los malhechores. Quieren ser nuestros ami-
gos y ayudarnos en el camino hacia abajo, pero cuan-
do los necesitamos, no están cerca.

Satanás obra en todo el mundo. En el mundo


religioso trabaja para producir y promulgar y fomen-
tar las religiones falsas, hasta, a veces, con milagros

50
mentirosos. (2 Tes. 2:9.) Probablemente son verdad
los cuentos que nos gusta negar, acerca de los mila-
gros de ciertas imágenes paganas. El Diablo es po-
deroso, y puede hacer lo que a nosotros nos es impo-
sible, y por tanto, resulta un milagro. Pero no es
tan poderoso como Dios.
Satanás procu-
salvación; y, si Satanás es el jefe de todas las fuerzas negras;
pero en este caso, para la destrucción de nuestra raza,
- - al pecado para
el mismo se encargó de llevar la batalla.

A veces se hace la siguiente pregunta: ¿por qué


ltJ.-~ engañarnos es Dios no arranca del mundo a los malos, para que el
de la existencia mundo sea otra vez bueno? La primera contestación
desconocido. se halla en la parábola de la semilla, en Mateo 13.
estndiar con cui- El arrancar de nuestra sociedad a todos los inconver-
del Diablo y los sos sería un gran trastorno para el mundo entero.
Pero, podemos agregar más. Seguirían naciendo hi-
jos, también de la raza de Adán, y serían pecadores.
No solucionaría esto el problema. Y también, posi-
blemente los hijos o nietos de algunos malos llega-
rían a ser grandes obreros de Cristo. Mi padre fue
hasta más de los cuarenta años de edad, un hombre
perverso, viciado, ebrio, en todo sentido malo. Pero,
si Dios lo hubiera quitado del mundo, él no se hu-
biese salvado, y yo, que soy ministro, nunca habría
nacido. Por todo eso, Dios permite a los inconversos
permanecer hasta el fin, para que entonces sean
echados al basurero eterno, a la lumbre que nunca
se apagará.

llilllmmllgill" y fomen- Y mientras tanto, nos ha entregado la tarea de


~ con milagros luchar contra el mal. Ciertamente sería mucho más

51
fácil para nosotros que Dios sencillamente quita-
ra de en medio a los Modernistas; pero a Dios le plu-
go dejarnos la magna tarea de luchar contra ellos y
vencerlos.

Pero, mientras están con nosotros, ellos tienen


unos fuertes aliados: La misma carne humana ayuda
a los malos a tentar hasta al mejor Cristiano para
que peque y claudique así de su fe. El mundo está
en manos del Maligno. No hay gobierno Cristiano
en el mundo, ni lo habrá hasta que Cristo venga un
día a establecer el Suyo. La carne promueve tole-
rar el mal, y hacerle concesiones; y el mundo lo
exige. La carne del pecador sugiere seguir la línea
de no resistencia, de buscar la paz a cualquier costo,
de aceptar la paz y armonía con los enemigos de
Dios y de nuestras almas. Pero aceptar las sugestio-
nes de la carne, y de las demandas del mundo resul-
ta el pecado, y nos convierte en enemigos de Dios.
(Rom. 8:7; Santiago 4:4.)

En Efesios 2:1-3, hallamos presentados tres enemi-


gos del alma. ( 1) La condición de este mundo, (2)
el Príncipe de la potestad de aire, y ( 3) los deseos
de la carne. El dicho vulgar lo ha expresado en las
palabras, "el mundo, la carne, y el Diablo."

Hemos mencionado unos nombres del Diablo. Val-


drá la pena mencionar algunos otros nombres que
en la Biblia se usan de él.
Además de llamarse, antes de su caída, "Lucifer",
el que lleva la luz, y "Diábolos", el acusador, o di-

52
famador, después, se usan también los siguientesfm-
bres, que indican algo de su carácter y de su ane-
ra de obrar:

"Shaitán", es palabra hebrea, correspondiente a


ellos tienen la palabra griega, "Satanás", que significa, "El ad-
humana ayuda versario, o el que odia."
Cristiano para
El mundo está "Abbadón", en hebreo, corresponde a "apolyón"
en el griego, y significa, "El Destru.ctor".

"Baal-dzebub", en hebreo, corresponde a "Beelze-


bub" en el griego, y significa, "el señor de los zancu-
dos". Parece que los Cananeos veían que, con el
humo de sus sacrificios, se iban los zancudos, y cre-
yeron que el dios de los zancudos era muy poderoso.
Lo pusieron como rey de sus dioses. En el Nuevo
Testamento se aplica esto al rey de los demonios,
de Dios. pues, bíblicamente, los dioses falsos son demonios. Es
bueno recordar, al hablar con los Espiritistas, que los
espíritus a quienes ellos llaman y que a veces les con-
testan, no son espíritus de muertos, sino demonios.

"Ofis", palabra griega, significa "serpiente".


"Drákon", es palabra griega que se refiere a "dra-
gón", o sea uno de los antiguos saurios vulgarmente
llamados "dinosauros". Es de notarse que en el pri-
mer libro de la Biblia, la tentación vino por medio
de una serpiente. En el Apocalipsis, último libro de
la Biblia, vemos el castigo de la "vieja serpiente".

53
CAPITULO 111.

LA DEPRAVACION TOTAL DEL HOMBRE

Entra aquí una doctrina muy a menudo atacada


por los enemigos, principalmente por ser una ense-
ñanza mal entendida. Es la doctrina bíblica, que
declara que el hombre no sólo es pecador, sino es
pecador en todas sus partes.

Algunos han tomado esto para decir que cada


hombre es tan malo como puede ser. Esto es equí-
voco. No hay hombre, por malo que sea, que no
hubiese podido haber hecho algunas cosas más, algu-
nos pecados que no cometió. Es bien sabido que mu-
chas veces se encuentran razgos de nobleza en los
bandidos, gángsters, y otros de los más depravados.
A veces los malos sienten impulsos de hacer alguna
buena obra. Cuando era yo estudiante en el semina-
rio, en Fort Wort, Texas, abrí una misión en el fa-
moso barrio del "Infiernillo". Alrededor había puros
contrabandistas, vendedores de licores y prostitutas.
He visto balaceras en la calle de enfrente de mi mi-
sión, entre policías y criminales. Pero, cuando se
supo que yo deseaba un tocadiscos para mi trabjo, los
cantineros y prostitutas juntaron el dinero para com-
prármelo y ofrecérmelo. Hasta los más pervertidos
tienen a veces rasgos de nobleza y buenos impulsos.
Y a veces hacen buenas obras.
Hay los que han tomado esta doctrina, aplicándo-
la de tal manera que hacen que algunos Cristianos
abandonen sus esfuerzos para ganar almas. Esto es
también torcer la doctrina.
Repetimos, que Dios hizo el hombre, a igual que
todas las cosas, bueno. Pero entró el pecado, y la
HOMBRE raza se perdió, se hizo pecadora. Lo que había sido
creado "a imagen de Dios", se cambió en imagen de
la maldad. Dios no es "padre de todos", como sue-
len decir los Modernistas. Al contrario, antes de na-
cer de nuevo, de arriba, del Espíritu Santo, el hom-
sino es bre es hijo del Diablo y hace las obras del Diablo.
En lugar de estar, como en el Edén, en completa ar-
monía con Dios, está distanciado, incapaz de comu-
nión con El, hecho enemigo de su mejor Amigo.
Donde antes había amado a Dios, ahora Lo temía, y
con el temor siempre va algo de odio. Físicamente
el hombre, antes del pecado, era perfecto. Con una
fuerza que, aún después de la caída lo hizo vivir por
cientos de años, a veces casi mil años, con una salud
no destruida por las enfermedades y vicios de la vida
moderna, tenía una mente gigantesca. Era en ver-

SS
dad, el "supermán" de toda la historia. Y Eva, has-
ta donde sabemos, fue probablemente la mujer más
hermosa de toda la historia humana.

Pero, con el pecado todo esto cambió. Entró la


muerte, los vicios, la decadencia. Las enfermedades
se multiplicaron.. La vida se fue acortando, hasta
vivir nos<:>tros apenas la décima parte que el tiempo
de los antiguos del Génesis.. Y es de notarse que has-
ta con nuestros medicamentos modernos, las enfer-
medades siguen. Se descubrió, hace ·años, que con la
penicilina se curaba la enfermedad venérea, la "sífi-
lis". Pero, no se suprimió con ella esta enfermedad.
Al contrario, el número de sifilíticos· en el mundo ha
aumentado notablemente. Y, con el invento de la
diabólica "píldora" para impedir la fecundidad feme-
nina, últimamente la sífilis y otras enfermedades ve-
néreas han aumentado todavía mucho más. Pues,
todavía, la paga del pecado es muerte.

·.Y, ¿qué quiere decir la doctrina de la Deprava- Pero, ea,


ción Total del hombre? Sencillamente que el hombre siendo
en todas sus partes es pecador, que no hay parte de de alelpl!i
su ser que no esté· tocada por el veneno del pecado. maL. -·
En el germen de vida en que todos nosotros existía- pola
mos ·en el lomo de nuestro primer padre, Adán, exis- lucha
tía la semilla del pecado ·que toca · a todos y a todas del . . .
partes de ellos.

Mucho se habla en nuestros días de la polución


de los ríos. Las fábricas echan en el río más cerca-
no· los .desperdicios de sus productos. Las ciudades
echan en los ríos el contenido de sus cloacas. El re-

56
sultado es que ya no se puede beber agua de los ríos.
Necesitamos tomar agua purificada. Y tenemos la
ilustración: Con los excrementos que se echan al río,
ya TODO el río está corrompido; toda el agua está
sucia. No hay ni una gota que no esté contamina-
da. Así es el hombre. Todo su ser está contaminado
por el pecado, sucio. Isaías 1: 6 nos lo presenta gráfi-
camente: "Desde la planta del pie, hasta la cabeza
no hay en él cosa ilesa, sino herida, hinchazón, y
podrida llaga: no están curadas, ni vendadas, ni sua-
vizadas con aceite."

El hombre se compone de tres elementos: cuerpo,


alma, espíritu. (1 Tes. 5:23.)

Por el pecado, el cuerpo está lleno de pecado. La


carne llama fuertemente al pecado, tentando al hom-
bre al mal. Nuestro cuerpo debe ser Templo del Es-
píritu Santo, y, hasta cierto grado, lo es después de
entregarse el pecador a Dios por medio de Jesucristo.
Pero, en el hombre inconverso nada de esto existe,
siendo todo torcido por la maldad. Y las llamadas
de cuerpo son gran parte de nuestras tentaciones al
mal. Aún en el hombre salvo, teniendo en su cuer.:.
po la morada del Espíritu Santo, todavía la carne
lucha contra el Espíritu, resistiendo la santificación
del hombre. La presencia de la muerte lenta del
cuerpo, que se nota en la podredumbre de las varias
partes del cuerpo y en las enfermedades, es prueba
de que todo el hombre material está contaminado
rio más cerca- por el pecado. Los Cananeos estaban tan entregados
Las ciudades a los vicios, que casi no hubo ninguna persona, que
claacas; El re- no hubiera estado contaminado de enfermedades ve-

57
néreas y hasta los animales domésticos lo estaban.
Esa fue una de las causas que hizo necesario que
Dios mandara destruirlos hasta la última persona, en
algunos casos quemando casas y ropa y todo lo que
encontrasen. Oosué, capítulos 6 y 7.)

Por el espíritu, el hombre es consciente de Dios;


es decir, es capaz de adorar, orar, loar, amar y fun-
cionar en el reino del espíritu. Por medio de la caí-
da en el pecado, el hombre perdió mucho de esto,
siendo su naturaleza espiritual torcida al mal. Los
· Modernistas nos presentan un buen ejemplo de cómo
se ha torcido el amor. Hablan mucho del amor fra-
ternal, y se muestran asustados de que los Cristianos
no amamos como ellos, a los que, como ellos, tratan
de destruir las almas. Pero todo su amor es para el
hombre, y nunca mencionan el amor hacia Dios, que
es el primer mandamiento. Han torcido la religión
al humanismo donde debería ser dirigida hacia Dios.
Para la salvación (si es que reconocen que se necesi-
ta) ponen obras buenas de los hombres en lugar de
nuestra relación para con Dios. Como se nos dice en
Romanos 3:18, "No hay temor de Dios delante de
sus ojos." Y todo ese capítulo acusa a la raza ente-
ra de pecado e injusticia. La acusación de Juan 5:42
es tan cierta de los Modernistas y de otras personas
de nuestros días como de los impíos Fariseos del tiem-
po de Cristo. Y el Santo Espíritu, por la pluma de
Pablo, nos dice en 2 Timoteo 3:2-5, que los hombres
en los últimos tiempos serían "desleales .... aborre-
cedores de lo bueno. . . . traidores. . . hinchados ...

58
amadores de los deleites más que de Dios. . . a estos
evita."
•liml8 persona, en
y todo lo que ¡Qué claramente describe a los de nuestros tiem-
pos! máxime esos que se dicen predicadores cristia-
nos, pero que predican la mundanidad. Y todo esto
porque, como se nos dice en el versículo 2, son ama-
dores de sí mismos.

Pero no debemos aplicar esto sólo a los Modernis-


tas. Pues el pueblo en general se muestra en estos
tiempos seguidores de las ideas inmorales que por
tres generaciones les han enseñado los maestros y
predicadores modernistas.

El centro del pecado en nuestra raza se encuentra


en la mente y alma del hombre, que tiene concen-
tradas en sí mismo y en la humanidad en lugar de
centrarlas en Dios.

El hombre es incurablemente religioso. Pero tam-


bién es incurablemente anticristiano por naturaleza.
Su espíritu está de tal manera torcido y contamina-
do por el pecado, que aunque quiera adorar, se de-
a Ja raza ente- clara a los ídolos, al espiritismo con su adoración de
ele Juan 5:42 los demonios, y toda clase de religiones falsas. El
paganismo antiguo, lo mismo que el moderno, flore-
ce en cada generación porque el hombre tiene conta-
minado por el pecado hasta su naturaleza espiritual.
Todo lo que ocupa el primer lugar en el hombre, no
siendo Dios, es idolatría. El espíritu humano está co-
rrompido, pervertido, muerto, depravado.

59
El alma del hombre abarca la liga entre el cuer-
po y el espíritu. Abarca la mente y lo que los cien-
tíficos llaman la "psiché". Se podrá entender algo
de esto estudiando las palabras usadas mucho por los
científicos modernos, "sicología, siquiatría", y los tér-
minos relacionados. Esta parte del hombre también
está corrompida por el pecado, depravada. Con el
alma el hombre funciona en la sociedad, piensa, y
siente. Muchas veces en la Biblia el significado de
alma y espíritu se asemejan, pero hay que distinguir.

El alma humana está torcida. La conciencia está


generalmente mal enseñada, diciéndonos que haga-
mos lo malo, creyendo que es lo bueno. Y, cuando
se le dice la verdad, generalmente el hombre no
obra de acuerdo a su conciencia. La conciencia ge-
neralmente dicta el deber de seguir una vida recta
y justa, pero el hombre natural no obedece.
Una ilustración de esto se halla en la vida de los
antidiluvianos. Sin gobiernos centrales, la gente vi-
vía "según sus conciencias". Pero tan torcidas eran
éstas, que la tierra se llenó de violencia, adulterio, e
iniquidad. Dios mandó el diluvio para destruirlo y
comenzar una raza nueva en Noé. Pero, siendo pe-
cadores, hijos de Adán, se volvieron inmediatamente .
al pecado y a la idolatría. La tendencia del hombre
nunca ha sido hacia arriba, como suelen afirmar los
Evolucionistas y los Modernistas, sino siempre hacia
abajo. Siempre Dios le da a una nación bendiciones,
y, comenzando con justicia y orden, se van degene-
rando al desorden y la bajeza. Lo que vemos a nues-
tro rededor en estos días es un ejemplo de esto. Nues-

60
tra civilización está yendo rápidamente hacia la des-
trucción.

En Romanos 1:21-32, se nos dice que, siendo que


el hombre no quiso reconocer a Dios, Dios los entre-
gó a los efectos viles, y luego da una lista larga de
las vilezas de que se hace partícipe nuestra raza.
piensa, y Parece' que así ha pasado en nuestros tiempos. El
el ~cado de desenfrenado pecado abunda, máxime en los países
:9ft! distinguir. donde se jactan de su progreso y cultura.

conciencia está Pero, la base de todo es que el hombre es peca-


que haga- dor. Su alma, su naturaleza social, está corrompida,
Y, cuando y depravada hasta lo sumo. El humano es rebelde
hombre no contra Dios, y su rebelión toma la forma de una de-
senfrenada orgía de pecado sin control.

El pecado trae suicidio. No sólo en el cuerpo


trae enfermedades y violencia que terminan con
muerte, temprana, sino que las naciones mueren tam-
la gente vi- bién cuando dejen de controlar el pecado, y son re-
torcidas eran emplazadas por otras naciones jóvenes.
adulterio, e
destruirlo y Y, por otra parte, es cosa bien sabida que multi·
si~ndo pe- tudes de hombres y mujeres ha mejorado notable-
mente su salud cuando aceptan a Cristo y se dedican
a una vida templada y pía. ( 1 Tim. 4:8.)

En Romanos 1:28, se acusa a los hombres de te-


ner "una mente depravada". La palabra traducida
"depravada", es la palabra griega "adókimos" que
significa, "rechazada para uso público". Cuando un
hombre, o una nación, se niegan a tomar en cuenta

61
.................
,~~" ,.,.,

a Dios y Sus justas Leyes, entonces se les entrega a


una mente que no sirve para bien, y la civilización
va a la destrucción.

Ilustraciones de esta verdad se ven a todos lados.


Cuando yo era estudiante, la Gran Bretaña era la
reina del mundo. Pero, la vida de los Ingleses se
corrompió, y el pecado floreció. Hasta las Iglesias
Bcmtistas se hicieron modernistas, y hoy nada tienen
de bíblicas, y están desapareciendo rápidamente. La
famosa Convención Bautista del Norte, que ha cam-
biado su nombre por el de Convención Bautista Ame-
ricana, fue en un tiempo grande y poderosa. Hace
tiempo leí en uno de los diarios de los Estados Uni-
dos un resumen de la historia de esa convención.
Dijo que en 1922, cuando se combinó con una con-
vención más pequeña, para ser grande, tenía 34,000
Iglesias. (Personalmente, creo que aquí exageró al-
go, pero sí, el número era grande). Y dijo que, a
causa de su alejamiento de la Biblia, esta convención
Americana había bajado a menos de 3400 Iglesias.
Y ha abandonado la mitad de sus campos misioneros.
Y en estos días han anunciado que abandonarán el
trabajo en la República Mexicana. La paga del pe-
cado es muerte.

En Efesios 4: 17, vemos que se acusa a las nacio-


nes de andar en la vanidad de sus sentidos. Hay mul-
titudes que de veras viven vidas vanas, vacías, sin
rumbo, por sus mentes depravadas.

Hay dos palabras griegas que en la Biblia se


traducen "arrepentirse"; "metanoéo", que significa

62
e les entrega a "cambiar de mente, de manera de pensar", y "me-
y la civilización tamélomai", que significa, "cambiar de deseos, de co-
razón, de inclinaciones". Antes de aceptar a Cristo
el hombre está torcido en su manera de pensar y en
sus deseos. Cuando se entrega a Dios por Cristo, no
sólo recibe perdón, sino que también recibe el poder
de ser hecho hijo de Dios, con nuevos deseos de
acuerdo con los de Dios, y con el poder de pensar y
juzgar como lo hace Dios. Un pecador, sin el poder
del Espíritu Santo, difícilmente podrá pensar como
piensa Dios. Esta es la dificultad con los Modernis-
tas. Como no han nacido del Espíritu Santo, tienen
su antigua naturaleza pecaminosa, y piensan como
hombres, y no como Dios. Hay una vasta diferencia.
El resultado es que se divagan en muchas teorías hu-
manas, y tienen una mente depravada.

La voluntad humana, en su estado inconverso, es


defectuosa, inclinada hacia el mal. En Juan 5:40,
Cristo dijo a la multitud perversa en el Templo que
Le perseguía, oponiéndose y queriéndole destruir, "Y
no queréis venir a mí para que tengáis vida." Ha-
biéndose entregado a la maldad, su voluntad ya no
era la de entregarse a Dios. El pecado de tal mane-
ra ha afectado la voluntad humana, que ya ni desea
a las nado- hacer lo bueno.
Hay mul-
vacías, sin En Hebreos 10:26, se menciona la falta de fe. Se
refiere a que, habiendo conocido la verdad del Evan-
gelio, lo rechazaron. La condenación de los pecado-
la Biblia se res viene porque su voluntad no quiere sujetarse a
, que significa Cristo.

63
Los Modernistas se burlan de las enseñanzas cla-
ras de la Biblia, como la segunda venida de Cristo
en Persona para reinar. Su oposición se basa en
que voluntariamente se oponen a Dios, a Su Palabra,
y a Sus ·Caminos. Es la voluntad torcida, maleada
la que impulsa a los hombres al crimen, al vicio, a
la iniquidad.

Pero, aunque más tarde trataremos esto, vale la


pena decir aquí que la condición del hombre no ca-
rece de esperanza. Le queda su libre albedrío. No
puede presentarse justo ante Dios. No puede llegar
a la meta de las demandas puras de Dios. N o pue-
de, en su estado pecaminoso, amar a Dios de todo
corazón con toda el alma, con toda la mente, y con
todo el ser. No puede reformarse, para una vida
perfecta. No puede pagar ni deshacer los pecados
que cometió. No puede cambiar su ser egoísta en
un ser altruísta. No puede evitar todo pecado.

Pero, CY es grande este PERO.) Puede aceptar


a Cristo, si quiere, para recibir la gracia del Evange-
lio. Puede escapar el castigo eterno del Infierno, la
justa paga de sus pecados, si pone en Cristo su fe.
Puede escoger más y más seguir la justicia y alejar-
se del pecado. Puede vencer la tentación. Puede
aceptar ante Dios la responsabilidad de sus hechos y
de sus pensamientos.

"Os he puesto delante la vida y la muerte, la ben-


dición y la maldición, escoge pues, la vida, porque
vivas tú y tu simiente." CDeut. 30: 19.)

64
CAPITULO IV.

LA PENA DEL PECADO


en
Al considerar el castigo que viene sobre el peca-
dor, debemos siempre acordarnos de la inmensa jus-
ticia de Dios. Su santidad es tan superior a la del
mejor hombre, que nos es completamente imposible
comprenderla. Pero, es la base de Su ser. Toda la
naturaleza de Dios es por completo antagónica al
pecado.

Además de la justicia divina, hay que tomar en


cuenta, y nunca permitir que salga de nuestra me-
lllllerte, la ben- moria, el hecho de que Dios es Juez del universo.
la vida, porque Siendo que El lo hizo de la nada, y que con Su poder
infinito lo sostiene, y que controla sus destinos, es
forzoso que El también sea el Gobernante y Juez.
Cualquier sistema social sin gobierno se deshace. Los
débiles necesitan protección de los fuertes, y los po-
derosos necesitan freno. Pues la naturaleza pecami-
nosa del hombre es tal que el sabio se aprovecha del
tonto, y el educado roba al ignorante. No hay go-
bierno en este mundo que sea completamente justo.
Por eso hay guerras, pues cada nación busca sus pro-
pias ventajas. Y hasta las naciones que tienen bue-
nas intenciones, demandan sus "derechos", y sus
ideas de sus derechos están en conflicto. Ilustración
de esto, es que, aunque la mayoría de las naciones
reconocen la soberanía nacional hasta tres millas
marinas de su costa, hay ahora unas naciones que
han declarado que sus dominios se extienden hasta
trescientas millas de sus costas, y esto provoca con-
flicto.

Pero, el juez que no decreta un castigo contra el


malhechor, es un juez injusto. Nadie respeta a un
juez que suelta a los criminales culpables sin castigo.
Y me imagino qué sucedería en mi estado de Gue-
rrero si hoy el gobernador anunciara que no se cas-
tigará a nadie, abriendo las puertas de las cárceles
para dejar en libertad a los criminales. Los cami-
nos se apretarían de gente que buscara salir del es-
tado, y llevar consigo a sus familias a lugar seguro.
Y los que no pudiesen salir, conseguirían armas y
cartuchos para defenderse, tratando de hacer de sus
casas unas fortalezas. Aún un gobierno malo es mil
veces mejor que ninguno. Es lícito luchar para me-
jorar el gobierno, y para cambiarlo, pero no para
destruirlo.

Tomando en cuenta, pues, la absoluta necesidad


de tener un gobierno universal, diremos que Dios es

66

5 ,..,..,, . ,,_,....,..._~
el único que puede serlo. Nadie más es capaz de
gobernarlo. Nadie hay con sabiduría suficiente para
que todas las leyes que establezca sean justas. Na-
die, pero nadie, tendría la fuerza para hacer cum-
plir esas leyes, una vez hechas. Y nadie tendría la
santidad para formar un gobiernó de justicia. Sólo
Dios es capaz de gobernar.
La fuerza de la ley está en el castigo. Cuando
yo era joven,. pensaba que la mejor manera de ha-
naciones que cer cumplir la ley es castigando segura y pronta-
extienden hasta mente al malhechor. Ya no pienso así. Ahora digo
que es la UNICA manera. El propósito de la ley no
es ni vengarse ni reformar al criminal. El propósi.:.
to del castigo de la ley es proteger a la sociedad, di-
suadiendo al malo de cometer crímenes contra los
demás.
Por ello, Dios puso en la Biblia castigos a la in-
fracción de la ley mucho más fuertes que los casti-
guitos que la gente ignorante aprueba. Los malos
Los cami- no se reforman, no enmiendan sus pasos, en las cár-
-.ua salir del es- celes y las penitenciarías. Esas les sirven de escuela
a lugar seguro. para poder pecar más libremente cuando salen. Raro
es el caso de un criminal que por su castigo deja la
mala vida. Y en los pocos casos en que esto aconte-
ce, se debe a que algún Cristiano entró en la cárcel
para evangelizarlo. La solución de los desórdenes,
motines, rebeldías, de nuestros días no se hallará en
tratarles con suavidad, sino con castigo fuerte, segu-
ro y pronto. Necesitamos una nueva generación de
necesidad jueces, que sean honrados y que cumplan con su de-
.-IIMIS que Dios es ber de castigar al malo.

67
1111'

Dios es Juez justo. Su santidad y justicia siem-


pre gobiernan Sus acciones. El nunca ignora el pe-
cado; y nunca lo excusa. El antiguo adagio sigue en
pie: "Los molinos de Dios muelen despacio, pero
muelen muy fino".

Y no hay que confundir la misericordia de Dios


con ignorancia del pecado ni con indiferencia. Dios
todo lo sabe. No hay pecado ni maldad que Se Le
escape. Y Dios promete que no dejará escapar al
pecado que nosotros consideramos mínimo, de poca
importancia. Dios perdona al pecador, a base de la
obra de Su Hijo en el Calvario, pero nunca deja un
pecado sin castigo.

Aquí podemos mencionar la base de la obra re-


dentora de Cristo. Dios todo lo sabe, lo pasado des-
de la creación, lo presente, y lo futuro hasta el fin
de este mundo. Cuando Cristo murió en la cruz,
Dios sabía ya qué pecados se cometerían hasta el fin
del mundo, y así Jesús, muriendo, pudo pagarlos, no
sólo los pasados, sino los nuestros, que eran futuros.
Quiero decir, que Jesús pagó en la cruz los pecados
de los que habían vivido desde el principio del mun-
do, pero también los que iban a vivir en los siglos
venideros, los que todavía no nacían.

En el estudio de la álgebra, aprendimos que a por


b igual a b por a. Siendo nosotros finitos, tendría-
mos que pagar una eternidad de pena por nuestros
pecados. Pero, siendo Cristo infinito, pudo en tiem-
po finito pagarlos. Pues la persona finita por tiempo

68
infinito paga lo mismo como la Persona infinita por
tiempo finito.

Y esto nos lleva a un pensamiento terrible. Nin-


gún pecado en la historia del mundo queda sin su
debido castigo. Al salvar a un pecador, cambiándo-
de Dios lo en Cristiano, Jesucristo pagó sus pecados pasados.
Pero, para guardarlo salvo, pagó también sus peca-
dos futuros, los que cometería después de ser salvo.
Es horrible pensar que cuando yo, ya salvo, cometo
un pecado, estoy verdaderamente dando otro golpe
a los clavos en las manos de Cristo. Pues El, en Su
misericordia y omnicienscia, pagó mis pecados futu-
ros juntamente con los pasados. Y terrible habría
sido si no fuere así. Pues, si su muerte hubiera pa-
de la obra re- gado sólo los pecados pasados, entonces nosotros, con
Jo pasado des- el primer pecado cometido después, seríamos otra
hasta el fin vez condenados y perdidos. Y, según Hebreos 10:
26-27, no sería posible salvarnos otra vez, quedándo-
nos un fin horrible.

Tenemos, pues, la disyuntiva: Dios es santo, arri-


ba de todo lo que nos es posible imaginarnos. El
hombre es pecador, todo su ser está contaminado por
el veneno del pecado. El hombre es siervo (esclavo)
del pecado. (Rom. 6: 16.)

Venimos, pues, al centro de la justicia divina: Hay


castigo para el pecado. Y en primer lugar, "La paga
por nuestros del pecado es muerte". (Rom. 6:23.) Desde Géne-
p¡do en tiem- sis 2: 17, y por toda la Biblia, está pronunciada esta
sentencia. El pecado mata. Y, a pesar de los des-
~...•a por tiempo
cubrimientos médicos de nuestro siglo, sigue la muer-

69
te en la raza humana, y sin esperanza de conquis-
tarse. Y, aunque con las medicinas modernas se ha
logrado prolongar la vida algo, ni siquiera nos he-
mos acercado a las largas vidas de la antigüedad,
antes de que los resultados del pecado se acumularan
en la raza. Rara es la persona que llega a los cien
años. y cuando alguien lo logra, generalmente es
un campesino, que ha vivido lejos de los bullicios de
las ciudades, y sin los vicios hoy tan extensos.
Hay una teoría, formada por personas buenas, de
que toda enfermedad y muerte es obra de Satanás,
y que Dios no quiere nuestra enfermedad, vejez, y
muerte. Tiene un fondo de verdad. Pues ciertamen-
te, toda enfermedad, muerte y aflicción, tiene su
origen primitivo en la caída humana. Pero, esta es
Una explicación a medias. Si el hombre viviere
para siempre, en su estado caído, sería un desastre
para él, y para el mundo.

Cuando el hombre hubo pecado, Dios lo echó fue-


.ra del bello Huerto de Edén, poniendo a la entrada
.un ángel con una espada ardiente, para que no co-
miera del árbol de la vida y · viViera para siempre.
La inmortalidad en un cuerpo maleado por el peca-
do haría que la raza se pusiera fuera de la salvación,
haciéndose cada día más mala~ La muerte es una
absoluta necesidad en uri mundo pecadór.
Y, lo que sería maldición, puede ser usada en las
manos de Dios como bendición. Un hermano mío,
habiendo hecho profesión de fe cuando era joven,
después se fue de ·casa •y se fue al mundo. Muchos

70
años después, cuando pasaba de los cincuenta años,
tuvo un ataque del corazón y nunca volvió a ser
fuerte. Un domingo en la tarde, se sentaron él, su
familia, y una hermana para platicar. De repente
Germán, mi hermano se volvió a mi hermana Luisa,
y le dijo: "Luisa, yo Le doy gracias a Dios por esta
enfermedad. Pues por ella he podido ver mi mal ca-
mino y volver a Dios." Esa misma tarde murió.
Dios le había permitido vivir hasta arrepentirse, reci-
bir la salvación por gracia, y le había dado la enfer-
medad que lo hizo pensar y volver sobre sus pasos.

Como ya dijimos, la pena fue pronunciada en el


principio. Pero fue repetida muchas veces después.
Aquel día comenzó la muerte en Adán y Eva. Y
esta muerte no fue sólo física; también el espíritu
cayó juntamente. Esto se mostró en el sentido de
desastre culpabilidad y vergüenza que les vino. Se trataron
de cubrir con hojas de higuera, pobre esfuerzo huma-
no de escapar de la conciencia. Dios les dio vestidos
hechos de piel de oveja, seguramente tomadas de
las víctimas del primer ·sacrificio, declarando así que
la salvación de la conciencia del pecado está ert la
sangre del "Cordero que quita el pecado del mtindo."
Por las edades Satanás ha tratado de quitarle la
una ropa a la raza, especialmente a la mujer.. Pero,
la ropa · es · el medio divino para reconocer nuestra
culpabilidad, y· nuestra impotencia ante el pecado.
Los sicólogos tratan de remediar los males de la hu-
manidad librándonos de la conciencia. Y el Cristia-
nismo hace exactamente lo contrario; estimula la ac-
ción de la conciencia, para que et pecador se ,sienta

71
pecador y se arrepienta. La manera de libramos del
pecado y de la culpabilidad no es ignorarlo, sino re-
conocerlo y poner nuestros pecados en las manos del
Salvador.

,. La pena sobre el pecado se repitió en Ezequiel


18:4; 20-22; Romanos 6:23.

Aquí vale la pena detenemos para hacer una pre-


gunta que al primer golpe de vista parecería innece-
saria: ¿Qué es la muerte?

Muchos hay que piensan en la muerte como de-


jar de existir. Que no es así, resulta claro cuando
pensamos en lo que espera al hombre después de la
muerte: Cielo, o Infierno, ambos eternos.

Hay los que piensan de la muerte como un eter·


no sueño. Pero toda la enseñanza de la Biblia es que
hay vida activa y consciente después de la muerte.

La muerte, en esencia, es una separación. El es-


píritu ha morado por muchos años en el cuerpo, liga-
do con éste por medio del alma. En la muerte, el
espíritu se separa del cuerpo. El cuerpo no deja de
existir. Una de las primeras reglas que aprendí
cuando estudié química en la universidad, dice que
ninguna materia se pierde, sino que sólo cambia de
forma. La leña quemada se transforma en ceniza,
humo, gases, que se van por el aire para después vol-
ver en otró árbol o planta. Cuando uno se muere,
el cuerpo se pudre, y vuelve a sus elementos, princi-
palmente tierra. Y el espíritu se va. Separación. En

72
,
la resurrección, el cuerpo volverá a establecerse, y el
espíritu volverá a unirse con él. Muerte es separa-
ción.

De la misma manera, la muerte espiritual es una


separación. El hombre existe y vive por el poder de
Dios. Es hecho inmortal, de modo que nunca deja
de existir. Pero, en el pecado está separado de Dios,
y en el Infierno esta separación se hace permanente.

Y he aquí el principio del castigo sobre el pecado.


El día que comieron Adán y Eva de la prohibida fru-
._.. .de como de- ta entró la muerte. Esta la hemos discutido en el
daro cuando '
sentido material, físico. Pero también entró la muer-
después de la te espiritual, la separación de Dios. Notemos la reac-
ción de nuestros primeros padres inmediatamente
después de pecar. Se cortó la comunión con Dios. Se
c::amo un eter· trataron de tapar con delantales de hojas, pero esto
la Biblia
es que no les sirvió. Habían perdido su inocencia, y sintie-
de la muerte. ron vergüenza de ser vistos. Se escondieron entre
las matas del huerto. La separación no vino directa·
mente de Dios, sino de los pecadores, que ya no sen-
tían su antigua comunión con su Creador.

Y aquí tenemos una verdad que el mundo poco


conoce: Lo que viene sobre el pecador, y que noso-
tros llamamos castigo, realmente es el resultado na-
tural de nuestro pecado. Que entre la justicia divi-
en ceniza, na, naturalmente no negamos. Pero el pecado, por
después vol- sí y en sí, hace necesario su resultado, y trae sus fru-
tos naturales. La mano de Dios se ve, no sólo en que,
como Juez justo, hace cumplir Sus Leyes, sino tam-
bién, y principalmente, en que Dios hizo las leyes de

73
acuerdo con Su santidad y justicia. Siendo Dios san-
to ad infinitum, es indispensable la separación del
pecador y su Dios. No puede haber en el mismo lu-
gar luz y obscuridad a la misma vez. Y Dios es luz.
(santidad).

Aquí podríamos citar el caso del "hijo pródigo".


Nos dice la Biblia que "estaba muerto". (Lucas 15:
24).

Es una de las fábulas predilectas del Diablo decir


que la muerte es dejar de existir. Casi cada día sale
en los periódicos del mundo una esquela: "Ayer de-
jó de existir el Sr ... " Esto agrada a Satanás; pues
si puede hacer creer a la gente que la muerte es úni-
camente dejar de existir, tiene el control de ella.
PUes no hay dolor en cesar de existir. Pero Dios
no dice esto. Para El, la muerte es cosa eterna, una
continua separación de lo bueno, y el castigo del La-
go de Fuego.

De lo que se ha dicho, resulta claramente · ·que


todos los inconversos están muertos. (Efesios 2: 1.)
Aunque el cuerpo vive, el espíritu ya está muerto, se-
parado de Dios. Y esta separación de bios hace im·
posible que el inconverso entienda las cosas que son
de Dios. ( 1 Cor. 2: 14.) Está muerto.
Predicando un joven ministro en la calle un día,
mendonó el peso del pecado; y se acercó un hombre
para decirle, "¿Cuánto pesa el pecado? Yo no siento
ningún peso." Y el joven contestó, "Si sobre el cuer-
po de un muerto se pone una tonelada de peso, ¿lo

74
Siendo Dios san- sentirá el muerto? Así Ud. no siente el peso del pe·
separación del cado porque está muerto espiritualmente".
en el mismo lu-
y Dios es luz. Es inconcuso, pues, que los inconversos que mu-
rieron están muertos eternalmente. Pues aunque los
muertos se levantarán para juicio un día, el espíritu
seguirá en su estado de separación de Dios, juntamen-
te con su cuerpo resucitado.

Resulta también por consecuencia, que los justos


que murieron viven. Pues sus espíritus están con
Dios, en plena comunión, y sus cuerpos serán levan-
tados un buen día, eternos, hechos perfectos, para
gozar de una eternidad de comunión con Dios.

Si fuere necesario podríamos dar una lista de ci-


tas acerca de que la muerte es separación, citas como
Génesis 35:18, donde dice que cuando murió Raquel,
su espíritu se partió. Como 1 Reyes 17:21-22, como
Lucas 8:54-55. Pero creo que no es necesario estu·
diar todos estos pasajes. Mis lectores probablemente
que ya los conocen.
2:1.)
Cabe aquí mencionar lo que pasa con un hombre
después de la muerte física. Va, hasta la resurrección,
son a un lugar que se llama en el Antiguo Testamento,
en hebreo, "sheol", y en el griego del Nuevo Testa-
mento, "hades". Estas palabras significan "el lugar
de los espíritus separados", y muy equivocadamente
se traducen "sepulcro", o "Infierno". Está dividido
en dos partes, el Paraíso para los salvos, donde reci-
ben consolación, y el Tormento para los inconversos,
donde sufren. Cristo dijo al ladrón en la cruz que

75
"hoy estarás conmigo en el Paraíso". Cuando Cristo
murió, y mientras que Sus discípulos con cariño en-
terraban Su cuerpo, El no subió al Cielo, sino que
bajó al "Hades", al Paraíso, para allí anunciar a los
santos muertos del Antiguo Testamento que se había
cumplido la promesa hecha de salvación por Su san-
gre. (1 Pedro 3:18-20.) (De paso podremos notar
que el versículo 21 está tan bárbaramente mal tradu-
cido en la versión del 60, que casi ni merece llamar-
se traducC!ón.)

En la Biblia se habla de cuatro muertes, todas


ellas incluidas en lo que hemos dicho. ( 1) La muer-
te espiritual, o sea la separación del hombre de Dios
antes de aceptar a Cristo como Rey. (2) La muerte
física, donde el cuerpo y el espíritu se separan hasta
la resurrección. ( 3) La muerte al pecado, donde el
pecador, arrepentido, se entrega al Rey para separar-
se del pecado. Y (4) La muerte eterna, donde el
inconverso se separa para siempre de Dios en el juicio.

Y por contraste, habla de vida en algo del mismo


sentido. El hombre vive físicamente. Recibe vida al
aceptar a Cristo como su Señor. Y recibirá vida eter-
na (aunque en promesa ya la tiene) cuando Su Sal-
vador lo levante. (Efes. 2:1, 5; 4: 18; 2: 11-12; Col.
2: 13; Rom. 5:6.)

Probablemente algún lector me dirá que la muer-


te física es la suerte de todos los hombres, sean Cre-
yentes o no. Exactamente. En el cuerpo somos hi-
jos de Adán, heredando su naturaleza, con todo y

76
muerte física. Y esta naturaleza domina mientras
Cuando Cristo estemos en esta vida. De manera que tendremos que
mn cariño en- morir todos, esperando en la promesa del Señor que
Cielo, sino que en la resurrección tendremos el cuerpo ya hecho
anunciar a los nuevo, y no sujeto a la muerte. Y no nos tocará la
que se había muerte "segunda", o sea, la eterna.

Quiero recomendar a mis buenos lectores que es-


tudien bien las palabras del Espíritu Santo en 2 Cor.
5:1-9, para ver la ternura con que allí nos habla de
nuestro cuerpo como casa y como vestidura. La casa
cubre a la persona, al igual que el vestido; y también
-.eñes, todas como el cuerpo cubre el espíritu, o sea, la persona.
(1) La muer- Otros textos que deben considerarse son: Génesis 3:
19; 1 Cor. 15:47; Sant. 2:26; Lucas 9:31 y 2 Pedro
1:15.

Acerca de la muerte eterna, bastará citar las


amenazas con que Cristo urge a Sus oidores para que
busquen la entrada al Reino aunque sean mancos o
inválidos. (Marcos 9:42-50.) Y, a pesar de lo que
dicen los inconversos y Modernistas acerca de no ape-
lar al temor, vemos que Cristo lo hacía, consideran-
do el temor como algo muy importante en el evan-
l!lllliní vida eter- gelismo y en la vida cristiana.
iCIIIDdloSu Sal-
Sugiero que mis lectores aquí lean con cuidado 2
2:11-12; Col.
Tes. 1:8-9, para ver el castigo prometido sobre los
malhechores, y Rev. 20:11-15 para ver descrito el
Juicio del Gran Trono Blanco. Los Libros en el Cie-
lo son muy exactos y completos, sin error.

Que habrá una resun·ección de los no salvos, o

77
sea, una resurrección de condenación, es muy claro
en la Biblia. Por ejemplo, véanse: Dan. 12:2; Juan
5:28-29; Rev. 20:13. La resurrección será el unirse
otra vez del espíritu con el cuerpo hecho eterno .

Y para terminar este capítulo, rogamos a cada
lector, aunque sea miembro de Iglesias, o hasta mi-
nistro, que se examine para ver si verdaderamente
se ha arrepentido del pecado, entregándose a Cristo
como a Señor absoluto, para así ser salvo. Y si no
lo ha hecho, le ruego lo haga hoy mismo. "No te
jactes del día de mañana". Nadie sabe si para él
habrá un mañana.

78
CAPITULO V.

CRISTO EL UNICO SIN PECADO

El centro de toda la Biblia es Cristo. En todo el


Antiguo Testamento las profecías hablaban de El, los
tipos enseñaban Su Obra y naturaleza, y hasta la
misma historia fue de tal manera dirigida a manos
de Dios, que nos dejó lecciones acerca de Cristo.

Diremos, antes de entrar en los detalles de la dis-


cusión, que Jesús fue "Dios manifestado en la carne"
( 1 Tim. 3: 16.) Hace poco días estuve de visita en
un hogar judío. Sentados a la mesa, hablamos por
más de dos horas acerca de Cristo. "Pero, Ud. cree
en Jesús", objetó la señora. "Sí, contesté, "pero no
como los Católicos que se hincan ante Su estatua. Yo
creo en Jesús como el Mesías de Israel." Y les cité
Isaías 7: 14, "He aquí, que la virgen concebirá y pa-
rirá un hijo, y llamará su nombre Emmanuel (Dios
con nosotros>."
La señora pensó, y dijo, "Sí, esto lo sé; significa,
Dios con nosotros". Y yo continué, "Y fue necesario
que naciera sin padre, pues el pecado del niño se he-
redó del padre. Y si Jesús hubiera tenido padre hu-
mano, habría sido pecador como nosotros, sin poder
para salvarnos. Pero, nacido por obra del Espíritu
Santo, nació sin la herencia del pecado, efectivamen-
te, Dios en la carne."

Después hablamos acerca de la Trinidad. Y dije


que estaba enseñada en el Antiguo Testamento, lo
que los Judios aceptan, pues en el primer versículo
de la Biblia dice, "En el principio crió Dios los Cie-
los y la tierra." En el Hebreo hay tres números en
lugar de los dos que en la gramática española hay.
Uno es singular; dos son dual; y tres o más son plu-
ral. El verbo "crió" es singular. Pero el hombre
"Dios" es plural, significando tres. De modo que te-
nemos tres personas en Dios, obrando en el verbo
como uno. Se mencionó el Espíritu Santo, como ter-
cera Persona de la Trinidad. Y les cité el segundo
versículo, " . . .. y el Espíritu de Dios se movía sobre
la haz de las aguas."

Podríamos multiplicar las profecías. Pero hay


más referencias en el Antiguo Testamento a la Per-
sona de Cristo: Todas las partes del Tabernáculo re-
flejaban una característica o aspecto, de Cristo. Los
colores: Blanco significaba pu~za. Rojo significaba
la sangre. Azul representaba lo celestial. Púrpura
representaba lo real, que El es Rey. El sacerdote re-
presentaba al Cristiano. Cuando entraba en el ta-

80

'*"":~
bernáculo primero pasaba junto al lavacro, donde se
bañaba y se ponía ropa blanca. Al otro lado de la
puerta estaba el altar del sacrificio. con la sangre
que representaba la expiación de Cristo. De manera
que su entrada tipificaba arrepentimiento y fe. El
Sumosacerdote representaba a Cristo. Llevaba sobre
el pecho los nombres de Su pueblo. Sobre los hom~
bros llevaba el Urim (significa, traducido, "Será al-
to"), y el Thumim, (que significa, traducido al Es-
pañol, "Será perfecto.") Su vestidura era blanca (pu-
reza), pero bordada con oro (gloria), rojo (sangre),
azul (celestial>, y púrpura (real>. Su entrada una
vez al año, solo, en el Luga):" Santísimo del Taber-
náculo, para rociar sangre delante del Propiciatorio
(Silla de la Misericordia), y mecer el incensario sie-
te veces ante el Trono de la Misericordia, represen-
taba la entrada de Jesús a la presencia del Padre des-
pués de Su resurrección y ascención, llevando Su
propia sangre para nuestro rescate, y Sus oraciones
(el perfume del incienso) para interceder por noso-
tros.

En otro libro planeamos presentar una serie de


representaciones de Cristo en el Antiguo Testamento,
de modo que aquí no entraremos en ello, sino para
decir que el Antiguo Testamento está pletórico de
tipos y semejanzas de Cristo, además de las múltiples
profecías y predicciones abiertas acerca de El.

Todo el Cristianismo se basa en que Jesús fue el


Hijo de Dios, sin pecado propio, pero muriendo por
los pecados del pueblo. Sin esto, no hay Cristianis-

81
mo, y la Biblia se echa en el basurero. Exactamen-
te lo que pasa con los Modernistas.

Con esta doctrina de ser Jesús verdaderamente


Dios en la carne, van necesariamente los atributos
de Dios en Cristo: Su eternidad, Su poder sin límites,
Su muerte vicaria, Su autoridad absoluta, Su preemi-
nencia como Criador del universo, y Sustentador de
todas las cosas, Sus milagros, Su resurrección y as-
cención al Cielo, Su regreso un día para establecer
Su reino celestial en este mundo, como prometió,
Su soberanía absoluta sobre los hombres, la suprema
autoridad de Su Palabra, la santa Biblia.

Pero todo esto se discutirá en otra obra, si Dios


quiere. Aquí debemos dar énfasis al hecho de que
Jesús fue sin pecado.

Cuando Dios crió a Adán, con el poder de la pro-


creación de hijos, puso la ley natural: la reproduc-
ción sería, cada cosa "según su especie". Cada plan-
ta, cada animal, cada ave, se reproduce según su
especie, según su propia naturaleza. Los ateos han
tratado, con su teoría de la evolución, de negar esto,
afirmando que hay mutaciones, que se transmiten
las características adquiridas. Pero esta teoría ya la
abandonaron casi todos los mismos evolucionistas.
Los pocos que todavía abogan por esto, a veces se
atreven a decir que su teoría está comprobada por el
desarrollo de ciertos animales. Por ejemplo, que el
caballo moderno se desarrolló del antiguo archohip-
pos, un animal prehistórico que se parecía al caballo
moderno, pero que era muy chico, y con algunas di-

82
ferencias. La contestación es doble: En primer lugar,
que no está comprobado que el caballo moderno des-
cendió de este animalito. Pero, y esto es más impor-
tante, no se ha formado una nueva especie. Quedan
los caballos modernos siendo siempre caballos. Hay
posibilidad de variación dentro de la especie, y de
crecimiento, pero nunca se ha visto cambio de una
especie a otra. Los hijos de perro siempre quedan
perros, y no gatos.
Todos los hombres que han vivido en este mundo
han sido descendencia de Adán, y participan de su
naturaleza. Mientras que el cuerpo del niño es pro-:-
ducto de la madre, el espíritu proviene de la semi-
lla que el padre depositó en ella. La herencia del
pecado es del padre.

Si Jesús hubiera tenido padre humano, a fuerza


tendría que haber nacido pecador. Pero, naciendo
por obra directa de Dios, heredó la naturaleza de
Dios, sin pecado. El hijo de un gato es gato; el hijo
de un hombre es hombre; el hijo de Dios es Dios.
Y así la primera profecía de Cristo en el Antiguo
Testamento, en Génesis 3:15, fue la de que el que
aplastaría la cabeza de Satanás sería de la "semilla
de la mujer".

Toda la raza humana es de semilla de varón.


Sólo Cristo fue esa rareza, la "semilla de mujer".
Bien dicen los Modernistas que esto es imposible, que
no puede una mujer concebir hijo sin intervención
de un hombre. Precsiamente allí se ve el milagro.
Dios hizo lo que al hombre es imposible. La difi-

83
cultad de los Modernistas aquí se halla sencillamen-
te en que ellos niegan, poniendo en cuestión, la posi-
bilidad de un milagro. Y los Cristianos afirmamos
que Dios, habiendo hecho las leyes de la naturaleza,
puede cambiarlas, modificarlas, a Su santo gusto, y
cuando le pluguiere.

Ya hemos mencionado la profecía en Isaías 7: 14,


de que una señorita concebiría y pariría un hijo que
se llamaría Emmanuel, "Dios con nosotros". ( Is. 7:
14.) Creo que ya debemos cambiar la palabra, di-
ciendo "señorita", en lugar de "virgen". Pues me
han dicho, a mí personalmente, unos de estos moder-
nos ateos, con una sonrisa de burla, que la palabra
"virgen" no quiere decir que no ha estado con hom-
bre, sino que significa que no había concebido hijo.
Y, riéndose, me han dicho que no se sabe con cuán-
tos hombres haya estado María antes de concebir a
Jesús. Mejor, al hablar del nacimiento de Jesús, di-
gamos que nació de "señorita", que es el significado
de la palabra hebrea, "almah", y de la palabra grie-
ga, "párthenos", usadas en la Biblia en el original.

Notemos que la Biblia claramente enseña el naci-


miento virginal de Cristo. En Mateo 1: 18-23, se dan
detalles íntimos del acontecimiento. María estaba en
cinta antes de tener relaciones sexuales con José. Y
claramente dice que eso fue por obra del Espíritu
Santo. Y termina con decir que esto fue para cum-
plir la profecía.

En el Evangelio según Lucas, <1:26-38; 2:11) se


dan más detalles de este acontecimiento. Se cuenta

84
la profecía del ángel Gabriel. Se cita el testimonio
de María misma de que no había conocido varón.

Los ángeles anunciaron el nacimiento, diciendo


que nació "un Salvador que es Cristo el Señor". El
testimonio aquí es múltiple. Sólo Dios puede salvar.
Se le llama al niño "Cristo", traducción griega de la
palabra hebrea "Messías''. Los Judíos esperaban a
un personaje profetizado que se llamaba el Messías.
Ahora se aplica este término a Jesús, indicando que
era el Prometido. Y en tercer lugar, le llaman "el
Señor". Los Judíos nunca pronunciaban la palabra
hebrea, "Yahveh", traducida al castellano como "Je-
hová", poniendo en su lugar la palabra "Adonai",
que significa "Señor". Y aquí los ángeles usan esta
palabra acerca de Jesús, afirmando que El es el Se-
ñor, Jehová.
Todo esto explica el nacimiento de Jesucristo sin
pecado. Pues, no siendo hijo de varón, sino de Dios,
no llevaba la herencia adánica, sino que era Jehová
mismo en carne humana, sin pecado.

Cuando Jesús fue sumergido en el Jordán, tuvo el


testimonio del Padre celestial que era sin pecado.
(Mateo 3: 13-17.) Si mi querido lector se digna leer
con cuidado este pasaje, verá que Dios aquí reconoce
a Jesús como Su Hijo, y que estaba de Su agrado.
Esto, con un Dios santo, implica que Cristo era tam-
bién santo, sin pecado.

Por otro lado, se nos dice en Romanos 1:18, que


la ira de Dios se revela desde el Cielo contra TODA

85
impiedad e injusticia indicando que cuando dijo que
estaba complacido con Jesús El no era pecador.

En Mateo 17: 1-9, se repite esta declaración, en la


transfiguración. Dios veía con placer a Su Hijo,
quien era y es sin pecado.
El testimonio de Jesucristo mismo es de notarse:
El se declaró sin pecado en varias ocasiones. En Juan
8:23, 42, 46, declaró que, "Vosotros sóis de este mun-
do; yo no soy de este mundo." Y en el versículo 42
agrega, "Yo de Dios he salido, y he venido ... ". Y
en el versículo 46 lanza el reto: "¿Quién de vosotros
me redarguye de pecado?".

Nótese que esta declaración es clara y enfática


que El era sin pecado. Y si no fuera cierto, ¿por
qué los enemigos no contestaron citando Sus malda-
des?

En Juan 10:30, 33, Jesús abiertamente declaró su


deidad, que El es Dios. Por ello, algunos de los Ju-
díos presentes Le acusaron de blasfemar. Pero Jesús
comprobó Su deidad, señalando a las obras que había
hecho, los milagros, el poder sobrenatural que tenía.
A los . Modernistas es por demás usar los milagros
como prueba de la deidad de Cristo. Pues cierran
los ojos, afirmando que un milagro no es posible.
Razonan que lo que ellos no pueden hacer nadie
,¡ puede hacer, y Dios no puede hacer, pues es imposi-
1
ble. En su fondo, se hacen a sí mismos grandes, y
a Dios un chiquillo. Pero el testimonio de la Biblia
es de haber milagros, cosa que nuestra experiencia

86
aprueba. Y Cristo se nos presenta como el único sin
pecado.

Otros textos sobre esto son: Mateo 26:45-64; Juan


5:18; 12:45; 14:9, 17:5.

Jesús reclamó ser el Salvador. <Juan 14:6.) Di-


remos que nadie podrá salvar del pecado si él mismo
es pecador. Cuando uno cae en un pozo hondo, el
que le quiere echar reata para sacarlo necesita for-
zosamente estar fuera él mismo. El que tiene las
manos llenas de lodo no podrá limpiar el lodo de la
cara del compañero. El Salvador necesitaba ser sin
pecado para quitar el pecado de los mortales.

Jesús perdonó pecados aquí en la tierra. (Mat. 9:


2). Y bien sabían los Escribas, con quienes hablaba,
que sólo Dios puede perdonar pecado. Para auten-
ticar Su pretensión de poder perdonar los pecados,
Jesús sanó al paralítico. Sólo el ofendido puede per-
donar el pecado. Y el pecado es en primer lugar
contra Dios, y no contra el hombre. (Salmo 51.:4;
Hechos 5:3.)

Jesús se otorgó a Sí mismo el lugar del Supremo


Juez. <Juan 5:18, 22.) Ante los Fariseos y Saduceos,
críticos y enemigos, Jesús afirmó no sólo que tenía
un origen sobrenatural, sino también que estaba sin
pecado.

De todo lo dicho, nos hallamos con una disyunti-


va: Habiendo pretendido ser Salvador, Dios, sin pe-
cado, Juez eterno, y más, o era lo que pretendía, o

87
era un embustero o un simplón. Si no era efectiva-
mente el Mesías, Dios en la carne, como El reclama-
ba ser, entonces resulta ser un profeta falso.

Y no se puede afirmar, como suelen hacer los


Modernistas, que era buen hombre, aunque no Dios.
Pues un buen hombre no pretende ser lo que no es.
Si Sus pretensiones no eran la verdad, entonces ten-
dría que ser mentiroso, lo que más abomina Dios.
Y, por otra parte, un buen hombre no anda hacien-
do maldades, y el embustero no suele hacer buenas
obras, como Cristo hacía.

Pero no sólo Jesús dijo que era sin pecado. Los


apóstoles dijeron lo mismo. Pablo (2 Cor. 5:21.) Lo
dijo. Isaías había antes declarado que Jehová puso
en El nuestro pecado. Os. 53:6.) Juan el Sumergidor
lo llamó el "Cordero de Dios que quita el pecado del
mundo". <Juan 1:29.) Pablo, en 2 Cor. 5:20, ofre-
ce a Cristo como el Substituto nuestro ante Dios. Y
en: el versículo 21, explica como se hizo esta substitu-
ción: "Quien no conoció pecado". Pedro (en 1 Pe-
dro 2:21-24) ofrece a Jesús, no como mártir que
muere por sus convicciones, no como héroe que mue-
re por una causa perdida, sino como el Hijo de Dios,
sin pecado, Quien muere vicariamente en muerte de
substitución por los culpables. Y en conexión con
esto afirma: "Quien no hizo pecado, ni fue hallado
engaño en él." Juan, el discípulo amado, en 1 Juan
3:5, afirma, después de haber definido al pecado
como transgresión de la Ley, que "en él no hay pe-
cado". Y en Hebreos 4: 15; 7:26, nos dice el apóstol
Pablo, movido por el Espíritu Santo, que "fue tenta-

88
,
do en todo como nosotros, pero sin pecado". Satanás
había tentado a Jesús (Mat. 4:1-11) en toda mane-
ra, pero sin lograr que pecara. En Heb. 7:26, dice
que Jesús es "santo". Jesús fue hecho en carne hu-
mana, pecaminosa, pero sin pecado.

Todas estas citas, escritas por tan variados grupos


de escritores, tuvieron su origen en el Espíritu Santo,
Quien a cada uno le dijo qué había de escribir.

t Juan
pecado
hay pe-
apóstol
tenta-

89
CAPITULO VI.

LOS EFECTOS DEL PECADO.

Ningún hombre sensato dirá que el mundo está


en muy buenas condiciones. Guerras, terremotos, mo-
tines, huelgas, raptos, ultrajes, asesinatos, injusticias,
maldad de toda clase abunda. Y hay pobreza, enfer-
medades, sufrimientos, hambre, de modo que la hu-
manidad está en terribles condiciones. De la existen-
cia de los males estamos todos de acuerdo.

Pero no en el remedio. Durante mi propia vida


he visto los múltiples esfuerzos para remediar los
males. Durante la Primera Guerra Mundial, cuan-
do era yo soldado, había sellos en las cartas, que
decían: "En el nombre de Dios y de la humanidad,
que esta guerra ponga fin a las guerras." Bonito
deseo; pero las guerras han continuado, y son ahora
aún más terribles. Terminada la Primera Guerra
Mundial, se formó la "Liga de Naciones", para evitar

L
otra guerra. Pero la Liga de Naciones fracasó, y se
acabó. A fines de la Segunda Guerra Mundial, se
formaron las Naciones Unidas, para evitar las gue-
rras. Se hizo un centro para propaganda comunis-
ta, pero las guerras siguen. Pactos se hacen y se ol-
vidan. Hay al momento más probabilidad de guerra
en alta escala que en muchos años. No hay paz,
porque el Príncipe de Paz no está presente en los
concilios.

Lo mismo pasa con la pobreza. Cristo dijo que


"A los pobres tenéis siempre con vosotros". (Mat.
26:11). Y es la pura verdad. Se han probado solu-
Ciones socialistas y comunistas que han fracasado ro-
tundamente, dando por único resultado perder el pue-
blo sus derechos bajo control de dictadores. Naciones
ricas han enviado miles de millones a los países po-
bres para ayuda, pero, lejos de solucionar los proble-
mas de las naciones pobres, la ayuda ha ido a las bol-
sas de los ricos y gobernantes, y se ha levantado celos
y enojo hacia los que regalaron la ayuda.

Podremos afirmar, sin duda alguna, que ·los pla-


nes de los gobiernos y de los "educados" para solu-
cionar los problemas del mundo han fracasado. Y,
para apaciguar a la gente, y para controlar el deseo
de personas caritativas de ayudar, Satanás ha formu-
lado su propio plan de substituto a los misioneros, el
"Cuerpo de Paz", originado por el gobierno America-
no, pero pronto imitado por otras naciones. Sí, nues-
tro mundo está en malas condiciones, y sin esperan-
za de mejorar.

91
'77iii
1111

,¡,¡¡¡·····················-

Todo esto levanta preguntas. Con una frecuencia


que va en aumento, me preguntan por qué Dios per-
mite los asesinatos y los males. Y la contestación es
difícil, no porque no sea posible, sino por la suprema
1
ignorancia del pueblo acerca de la Biblia y de sus
i~,
¡~:·
enseñanzas. Aún entre los miembros de nuestras
1'
Iglesias Bíblicas, pocos saben lo que es el pecado, de
J.'.
1.
' '
donde vino, y cuáles son sus resultados. Que el mun-
¡ji
1 do actual esté yendo rápidamente hacia la catástrofe,
¡';
l ningún estudiante de la historia puede negarlo. Pero
li
ji''
1
pocos son los que se detienen para considerar las cau-
sas y los remedios.

Es un hecho que por los siglos, desde la misma


creación, ha existido una lucha del mal en contra
del bien. Satanás quiere el control del mundo, y
está en abierta rebelión contra el Rey Celestial. Y
de hecho, Satanás controla los gobiernos humanos.
No hay en todo el mundo un gobierno controlado
por Cristianos, ni por los que tratan de obedecer las
Leyes divinas.

Pero, no sólo entre los hombres hay esta situación


terrible. En la naturaleza bruta existe la misma pug-
na contra lo bueno. Basta leer la promesa del Reino
de los Cielos en este mundo en Isaías 11; especial-
mente los versículos del 6 al 1O, para ver el contras-
te con las condiciones actuales. Hoy el león no se
acuesta con el cordero. Hoy la osa no se apacenta
en amistad con la becerra. Hoy el niño no juega con
la víbora ni la áspid, ni guía a los animales del bos-
que.

92
,
La naturaleza de los animales se ha trastornado
para hacer guerra entre ellos, y con el hombre. Po-
es
~SiaCI(l•n cos son, relativamente, los animales que se han do-
suprema mesticado y que son amigos del hombre. Reina el
y de sus diente y la púa.

Y en el mundo físico, hay el mimo desorden.


Tormentas, rayos, sismos, erupciones volcánicas, toda
clase de desastres abundan y, nos dice la profecía en
Mateo 24, que irán en aumento en los tiempos del
fin. Y ¿por qué? Porque el pecado humano se ha
extendido a la misma naturaleza. El Cristiano gime,
viendo esto, y esperando el día en que venga Cristo
y ponga en orden el mundo natural. (Rom. 8:22.)
Por ejemplo, al principio no había lluvia ni ciclones.
(Gén. 2:5-6). Parece que la primera lluvia sobre la
tierra fue en el tiempo del diluvio, y aún entonces
Dios puso el arco iris por señal de Su promesa de
paciencia. Probablemente los piojos, las ranas, y otros
animalitos que tanto nos molestan aparecieron por
primera vez en Egipto, enviados para castigar a los
malos.

El hecho es que toda la naturaleza anda mal. Po-


demos decir con Job ( 5: 7) que "como las centellas
se levantan por volar, así el hombre nace para la
aflicción."

Claro que no fue este el plan de Dios al hacer al


hombre. Pero entró el desastre por el pecado, con
aflicción para todo hombre y para las mismas bes-
tias. La verdadera causa de los males del mundo es
el pecado, y el único remedio se halla en Cristo. Sí,

93
anhelamos la pronta venida de Cristo, diciendo, como
el apóstol Juan, "ven Señor; ven pronto."

Pero, consideremos los efectos del pecado más en


detalle. Cuando Adán pecó, se alteró todo su ser, su
carácter, manera de vivir, conducta, y el ambiente
en que tendría que vivir, el mundo material y ani-
mal. Y sus descendientes han tenido parte en estos
cambios. En los primeros capítulos del Génesis se ven
los funestos resultados del pecado original. La raza
se hizo mala. El primer hijo de Adán fue asesino.
Y el mundo se hizo tan malo, que Dios al fin lo des-
truyó en el diluvio. Pero la nueva raza, descendien-
tes de Noé, fue también mala, y el mundo se volvió
al mal. Y la profecía es que al fin será lo mismo:
el mundo pervertido y entregado al mal. (Mateo 24:
37.)

El primer resultado del pecado fue la maldición


sobre la serpiente. No sabemos exactamente cómo
era ésta antes de la maldición. La tradición, enfati-
zada por ciertos huesitos que en vestigio permanecen
en el cuerpo de la culebra, dice que la serpiente al
principio tenía alas y patas, era algo como una espe-
cie de lagartijo volante, con alas parecidas a las del
murciélago. Es posible esto; pues, la maldición dijo
que tendría que andar sobre su pecho, cosa que aho-
ra hacen las serpientes. Pero este hecho es de menor
. importancia, siendo de notarse sólo como prueba de
la maldición general.
.i·
~

"'
S "Polvo comerás ... " fue otra parte de la maldi-
f ción. Hay animales (como ciertas razas de changos,
j
·l 94
. . . .ll. como y como el tejón, que tratan de limpiar sus alimentos
antes de comer. Es cosa interesante ver un tejón
llevar al agua una fruta o huevo, para lavarlo antes
de comerlo. Cuando era yo joven, a un tejón manso,
le dieron un pedazo de azúcar blanca. Lo metió en
el agua para lavarlo, y se deshizo, dejando al pobre
tejón sin su dulce. Pero la serpiente, sin manos ni
patas, come su alimento sucio. Y más: cuando en-
cuentra un huevo de gallina, que le gusta, primero
lo lame bien, envolviéndolo en polvo, y así se lo come,
con todo y polvo. Parece ser esta maldición un sig-
no de la bajeza de la serpiente. Y debemos recordar
que la serpiente, siempre, desde entonces, ha sido
emblema del Diablo. (Apoc. 12:9).

Pero la parte significativa de la maldición sobre


la serpiente se halla en la predicción del conflicto, la
enemistad, que había de haber por los siglos entre
la simiente de la serpiente y la de la mujer. Nótese
que no dice la simiente del varón. (Gén. 3: 15.) Aquí
hay varias implicaciones. Primero, la guerra sin cuar-
tel entre bien y mal. Por los siglos ha seguido esta
guerra, Satanás aborreciendo a los justos, y tratando
de destruirlos.
Cuando yo era muchacho, al leer esta profecía,
pensé que se refería al horror que le causa a una
mujer encontrarse con una serpiente. Y ciertamente
esta enemistad entre la serpiente y la mujer existe.
Pero esto es sólo el principio, una parte menor, de la
profecía. La enemistad sería, y es, entre la simiente
de la mujer y la simiente de la culebra. Y en Gála-
tas 3:16, se nos dice que esta simiente es Cristo.

95
En resumidas cuentas, hay una guerra entre Sa-
tanás y sus siervos y Cristo y los suyos. No debemos
formarnos ilusiones; el mundo no nos ama, ni es
nuestro amigo. Los tomadores se enojan cuando un
Cristiano se niega a tomar con ellos. Los bailadores
se sienten muy ofendidos cuando no asistimos a sus
placeres. Y los malos se gozan grandemente si pue-
den poner tentaciones a un Cristiano y llevarlo al
pecado.

No debemos tratar con suavidad a los líderes del


pecado, los cantineros, los vendedores de mariguana,
de drogas, los malos. Pues son siervos de Satanás,
y son nuestros enemigos. Satanás los mueve como
las piezas en una tabla de damas.

Pero, aún en esta maldición sobre la serpiente,


Dios puso una notable promesa. (Véase otra vez Gén.
3: 15.) "Este te herirá en la cabeza y tú le herirás
en el calcañar." Este versículo, a veces llamado el
"protoevangelio", asienta que, aunque Satanás heriría
corporalmente a la simiente de la mujer, Cristo, Cris-
to le heriría la cabeza, destruyendo así para siempre
su poder satánico. La referencia a la simiente de la
mujer es una predicción en sombra de que Cristo na-
cería de una señorita, como más tarde se profetizó
claramente.

Y en la cruz Jesucristo dio el golpe de muerte en


la cabeza a la antigua serpiente, que es Satanás y el
l! Diablo.

He aquí el principio, entre los hombres, de la

96
guerra entre el bien y el mal. Por los siglos ha con-
debemos tinuado, y aunque muchos no entienden, ni saben
por qué, la lucha no puede negarse. Hasta las reli•
giones en general son afectadas, para que haya. ··tina
multitud de sectas que niegan la sangre, que adoran
-DOS a sus
. .lile si pue-
ídolos, que se oponen a las grandes verdades de la Pa·
labra de Dios. No todas las religiones son buenas;
~lo al La gran mayoría de ellas son malas. Son la obra
de Satanás, arma en su lucha continua contra Dios
y contra Su Ungido Jesús. Las religiones son el es-
fuerzo humano para justificarse mediante las obras.
Son exactamente lo contrario del Cristianismo que
ofrece salvación y justificación sin obras por los mé-
ritos de la sangre de Cristo. Las religiones son obra
de Satanás. Siempre él trata de levantar una imita-
seqñente, ción falsa de lo que Dios puso, de la verdad. En es-
'WZ Gén.
tos últimos años, Satanás ha logrado establecer, como
le herirás imitación de la obra de los misioneros, y para con-
Jllllma,lo el trarrestar sus esfuerzos, el famoso "cuerpo de paz",
en el que salen a hacer obras en los países pobres,
pero sin permitir hablar a estos pueblos de Cristo.
Una continuación de esta guerra de Satanás con-
tra Cristo se ve en el completo despego de la verdad
de parte de los comunistas, de los jesuitas, y de los
modernistas actuales.

Actualmente hay muchos que se muestra11 descon-


tentos con las múltiples divisiones del Cristianismo.
En parte, estas divisiones se deben a la libertad de
pensar cada uno por sí mismo. Donde todos .piensan
de la igual, nadie piensa mucho.

97
Pero, en gran parte se deben las divisiones a que
los fundadores de varias sectas salieron del Catolicis-
mo y conservaron una o más de las doctrinas o cos-
tumbres de esa religión. Y todavía más se debe a
que sus seguidores no quieren abandonar una costum-
bre, aunque sepan que no va de acuerdo con la Bi-
blia. Y la tendencia humana es siempre alejarse de
la Biblia. Por ejemplo, Wesley, el fundador del Me-
todismo practicaba la inmersión, y fue tan estricto
en ello, que tuvo que huir de su trabajo en las colo-
nias de la América porque le perseguía la policía por
negarse a rociar un niño. Pero sus seguidores han
ido poco a poco abandonando la posición de Wesley,
en ésta como en otras cosas. La tendencia humana
es siempre hacia abajo.

Parte de esto se debe a la extrema ignorancia de


nuestro pueblo actual en materia de la Biblia. Los
gobiernos son anticristianos, prohiben la lectura de
la Biblia en las escuelas, así como hacer oración en
ellas; pero imponiendo la enseñanza anticristiana de
la teoría de la evolución y la irreligión so pretexto
de "socialismo".

Pero no toda la culpa la tienen los gobiernos.


Nuestros hermanos ya no celebran el culto familiar,
y temen hablar a sus hijos acerca de los errores que
se les enseñan en las escuelas. Y los pastores mu-
1 chas veces no predican toda la Biblia, a menudo di-
~1 ciendo francamente que temen perder su sueldo si lo
i!; hacen. No hace mucho que me dijo personalmente
un hermano: "si predico la verdad me corre mi Igle-
sia, y me quedo sin sueldo."

11: 98
!

p
;¡.·.·
l'·'

~~·
Y se puede preguntar, ¿por qué los gobiernos tra-
tan de impedir la instalación del Cristianismo en la
juventud? La respuesta es que no hay gobierno en
el mundo cuyos titulares sean cristianos. Los políti-
cos en general buscan sus propios fines, y resultan
servir en las filas de Satanás, sin darse cuenta de
ello. Han visto abusos de parte de las religiones fal-
sas en el pasado, y se volvieron en contra, no sólo
de lo falso, sino de toda religión. Y Satanás se rie.

Pero, debo decir que hay hermanos fieles que


predican la Biblia completa, ganándose así enemista-
des y persecuciones. Y, digámoslo con todo respeto,
hay muchos buenos hermanos que predican y traba-
jan lo mejor que les es posible, con la poca prepara-
ción que tienen. Por desgracia, en la América Lati-
na ha habido una grande escasez de obreros educa-
dos. Para no dejar a las Iglesias sin atención, nos
hemos visto en la necesidad de utilizar personas sin
estudios o con pocos estudios, y muchos completamen-
te sin estudios bíblicos. Ante estos hermanos que,
sin preparación, han hecho lo que pudieron, me qui-
to el sombrero. Pero a la vez reconozco que no pue-
den instruir bien a sus Iglesias en las enseñanzas de
la Biblia.

Y el que quiere ser fiel, predicando la verdad, se


halla a menudo con la enemistad del mundo, y a
veces con la de los que deberían apoyarlo. Satanás
ha sido astuto, logrando colar a sus secuaces en las
filas cristianas, para destruir la fe de los mismos mi-
nistros. Y ahora se cumple la profecía de 2 Pedro

99
2, comenzando con el versículo 1, según la cual en
los últimos tiempos habría falsos profetas, que intro-
ducirían herejías de perdición, de modo que muchas
veces los predicadores de Satanás son más populares
que los de Dios.

Después de poner sobre la serpiente la condena-


ción, Dios puso una pena sobre la mujer. En ella
hay dos partes: primero, la sujeción al marido, y
segundo, el dolor del parto. Los humanos han tra-
bajado por muchos años para evitar estas dos cosas,
pero el resultado ha sido negativo. Ciertamente, las
mujeres han logrado derechos políticos, y acceso a
las profesiones, y el mundo femenino anda en estos
momentos en rebelión contra Dios y sus maridos.
Pero no han logrado con ello felicidad, y han perdi-
do el contentamiento. Y el funesto resultado de ho-
gares en los que la madre sale a trabajar y los hijos
quedan abandonados, es aparente para cualquiera
persona sensata. Y aunque los médicos han trabaja-
do para evitar los dolores de parto, andan todavía
muy lejos de lograrlo. Todavía el parto causa temor
y espanto a la mujer.
La verdad todavía queda en pie: la mujer que
desea ser feliz, necesita sujetarse a su marido. Y el
gozo de tener hijos vendrá sólo después del dolor de
dar a luz. La que se rebela, gana, y siempre ganará
para sí dolores y sufrimientos.
C<

i
-'
Cuando llegó Dios a poner la pena sobre el hom-
l' bre, la dividió en dos partes. La primera se refería
~
¡ al mundo natural, y la segunda a la naturaleza del

100
1

í
l~!
Hl
···.~

hombre. El mundo físico se hizo malo. Espinas y


cardos da en lugar de las matas buenas. El mundo
material está ahora bajo pena, gimiendo bajo la mal-
dición, hasta que venga Cristo para establecer Su
Reino, y quitar la maldición.

Y sobre el hombre se puso la maldición de dolor


y trabajo. La palabra usada, aquí para el hombre
es la misma palabra hebrea que antes se usó de la
mujer: dolor. Como la mujer sufre en el parto, así
el hombre tiene que sufrir en el trabajo. No sólo
que con sudor ganaría su pan, sino que también con
dolor. Y, como hay mujeres que tratan de rehuir la
pena, hay también hombres que hacen lo mis:n:to.
Inventos a mil han dado la esperanza de liberar al
hombre del trabajo. Pero el resultado ha sido lo
contrario. Se acortan las horas de trabajo, y los
hombres, llenos del deseo de más comodidades, bus-
can un segundo trabajo de lo que ahora llaman, "a
la luz de la luna". El hombre pobre vive con más
comodidades ahora que los reyes .de hace poco. Pero
no contentos, se realizan un doble trabajo, y se ma-
tan trabajando. Y si el hombre no quiere hacer esto,
casi siempre tiéne mujer que le reproche por .el he-
cho de que los vecinos tienen algo que ella no tiene.

Pero, hay hombres que se hallan ricos, y resuel-


ven dedicarse a la flojera. Pronto engordan; se les
descomponen varios órganos del cuerpo, se enferman,
y mueren temprano. Pues la ley del trabajo a todos
les toca. Dicen los doctores que la manera más fá-
cil de matar a un .viejo es casarlo con una mujer

101
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joven; pero que la manera más bárbara de matar a
un viejo es quitarle su trabajo. Cuando Dios puso la
pena al hombre de que tenía que trabajar, no exce~
tuó a los ricos. Si quieren salud y vida larga, ten-
drán que trabajar.

Hemos dicho que la naturaleza está bajo maldi-


ción. Las matas malas nacen solas, pero las buenas
tienen que cuidarse, y aún con el mejor cuidado, vie-
ne un ciclón, un animal, o un gusano, y las destruye.

Pero también los animales están bajo la maldi-


Ción.. No viven ahora en armonía los animales,
como lo estarán un día según la profecía. Se comen
uno a otro, y el dolor y sufrimiento y el miedo rei-
nan entre ellos.
!;
Parte del castigo del pecado sobre el hombre es
el mismo resultado de su pecado y de su naturaleza
de pecador. El hombre tiene que batallar en un
mundo de violencia y de extorsión, en una sociedad
corrompida. · .Los hombres se engañan uno á otro, y
se roban y se ultrajan, de modo que ellos mismos su-
fren las consecuencias.. No importa en qué trabajo
el hombre se gane la vida, tiene que batallar para
progresar y hasta para comer.
eterna.
La misma sociedad en que vivimos está corrompi-
da. Satanás domina Ouan 12:31; 14:30; 16:11; Efes.
2:2, etc.) Los gobernantes no son Cristianos, y aun-
d que sean honrados, juzgan según el pensamiento hu-
¡¡
¡¡ mano, y no según la Palabra de Dios. El comercio
:¡ del mundo está en manos de incrédulos. Las escue-
"
102
las del mundo están dominadas por los malos, y la
instrucción moral y religiosa está prohibida, mientras
que no sólo se imparte la enseñanza anticristiana,
sino que es hasta forzosa.

La historia de la sociedad humana se pinta cla-


ramente en Génesis 4. Violencia, matrimonios ma-
los, injusticia, de tal manera que Dios se vio obliga-
do a mandar el diluvio para destruirlos. Y a pesar
de las revelaciones de Dios, la raza nueva siguió el
mal, y Dios se vio en la necesidad de comenzar en
Abraham una nación nueva para que de ella salie-
ran los sacerdotes que evangelizaran al mundo. Pero
esta raza también fue al mal, hasta matar al prome-
tido Mesías. Y hasta la fecha sigue la misma mal-
dad universal. En los últimos años hemos visto a
este mal desarrollarse en motines, huelgas, asesina-
tos, destrucción de la propiedad, y abierta rebelión
contra toda autoridad, especialmente contra la de
Dios. Y el resultado final del pecado ha sido la
muerte. Comienza, desde el punto de vista humano,
con la muerte física~ No hay uno que no tenga que
niorir. Pero va adelante a la muerte espiritual, la
eternidad de separación de Dios y de todo lo bueno
en el Lago de Fuego. Esta es la muerte segunda, la
eterna.

103
CAPITULO VII.

-EL PERDON DEL PECADO.

La pal(l bra .. "perdonar" significa librar a la per-


son~ . ,del castigo de su pecado, el no exigir la pena
,, debida, ni la paga dé la deuda espiritual, el no guar-
dar -rencor, -~1 .echar en- el olVido la ofensa. La paJa.:.
r bra- traducic:Ia _así de la Biblia -griega (por ejemplo en
Maú~o 6:12, en la oración del Padre Nuestro), es
f
1, .,,a phes''; que .significa "soltar", o ':'librar''. En el
perdón de 'nuestros pecados, somos librados de pagar
'..,.,·.: la deuda de justicia que no podemos pagar. ·
1!!'
La salvación que Cristo ofrece abarca el perdón
de todo nuestro pecado. El Evangelio ofrece este
perdón a base de la muerte de Cristo en la cruz y
Su resurrección al tercer día. (1 Cor. 15:11-4). Esta
es la obra terminada de Cristo, recibida por fe en la
muerte vicaria de Jesús. (Rom. 3:22; Heb. 2:9; 1
Tim. 2:6; 1 Juan 2:2.)
-3
'

Como ya hemos dicho, todo pecado es contra


Dios. El que maltrata una res, peca contra el due-
ño de la res más que contra la vaca. (Salmo 51:4;
Hechos 5:3.) Dios es santo y justo, y ha puesto en
este mundo leyes justas y santas, para gobernar nues-
tras relaciones uno con otro. Al violar estas Leyes,
pecamos contra el Dador de las Leyes, Dios. Y de-
lante de El somos responsables; pues también El es
Juez con la obligación de hacer cumplir estas Leyes
santas.

Como justo Juez y Gobernante del universo, Dios


tiene la obligación de hacer cumplir Sus leyes. En
último caso, es forzoso castigar las violaciones. Pero
si, entrando la gracia, puede lograr que el pecador
voluntariamente renuncie a su pecado, para andar
en la obediencia a la Ley, entonces Dios logró Su
propósito de establecer la Ley, y puede perdonar al
pecador arrepentido. Pero esto, siempre que alguien
pague la cuenta. Esta cuenta la pagó Cristo con Su
muerte expiatoria en la cruz.
en
. es Es, pues, el perdón aquel acto de parte de Dios;
-- En el en que remite al pecador todas sus ofensas, ha bien do
de pagar éste aceptado el perdón por la sangre de Cristo. · En
este acto de perdonar, el hombre es librado de la pe-
na de sus pecados; sus pecados son borrados, y Dios
no se acuerda de ellos ya para siempre. <Juan 3:16,
18, 36; 5:24; Romanos 8:1; Efes. 1:7; Col. 1:14.)
Cristo, el Justo, pagó toda la cuenta, dejando libres a
a los culpables. Cls. 53: 6.) La justicia divina se ha
satisfecho, y el Creyente queda libre.

105
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'fi.~' .

1!
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Pero, no debemos quedarnos con la idea de que


Dios es un bondadoso "abuelo", Quien anda repar-
tiendo dulces a todo niño que encuentra. Dios es
justo, y el perdón tiene sus condiciones. Perdonar a
un criminal que no se arrepintió sería burlarse de la
justicia.

Hace tiempo leí en una revista acerca de un hom-


bre sentenciado a muerte. Tenía amigos que aboga-
ban por él, y uno, un periodista, al fin logró que el
¡· gobernador firmara un perdón. Con el papel del
indulto en el bolsillo, fue a la penitenciaría, y pre-
Lt guntó al condenado, "Si te fuera posible salir de aquí,
¿qué harías?".

El reo volvió a su amigo una cara llena de· ira,


y le contestó, "Si pudiera yo salir de aquí, me con-
seguía una buena pistola, y mataría a los que testifi-
caron contra mí, y al juez que me sentenció, y a los
miembros del jurado que me condenaron."

El amigo le miró, y dijo: "De veras, ¿esto ha-


rías?". Y él contestó, "Sí, de veras. Los aborrezco, y
sólo deseo destruirlos."

El amigo salió triste, pero no entregó · el perdón.


Al salir de la penitenciaría, con mucho dolor y llo-
rando hizo pedazos al papel de indulto, pues soltar al
público a uno que se había propuesto matar a tanta
'j
:¡' gente, sería una injusticia. El reo tuvo que morir.

N o, Dios mismo no puede perdonar al pecador que


no se arrepiente. Utilizaría la eternidad para seguir

106

~ ~~~\~. --''
sus pecados, destruyendo el Cielo como se destruyó
este mundo cuando Adán pecó.

Pero el arrepentimiento no es la umca condición


del perdón. El perdón se basa en la obra de Cristo.
Como tantas veces hemos insistido Dios es justo, a un
grado tal, que el hombre no puede imaginarse. La
Ley es santa y justa y buena (Rom. 7:12). Y TODO
pecado tiene que recibir su justa paga. El pecado del
hombre merece eterno castigo. Pero el infinito Hijo
de Dios, en el Calvario, llevó este infinito castigo en
Su cuerpo, pagando la cuenta de todo aquel que acep-
ta Su substitución.

Dios no perdona el pecado porque lo considera de


poca importancia. Tampoco lo perdona porque El,
Dios, es tiemo, bondadoso, consentidor de los suyos.
Dios nunca disminuye Su exigencia de una absoluta
obediencia a la Santa Ley. Dios perdona porque la
pena se ha pagado en pleno, de modo que no hay ni
un pecado en contra del que se entregó a Cristo. El
perdón va de acuerdo con la santidad y justicia di-
vinas.

El perdón de Dios demanda la parte del pecador


confesión de su culpa y arrepentimiento de él. Na-
die puede perdonar una ofensa que nunca se cometió.
Mientras el pecador se fía en su justicia, no puede
ser perdonado. Es necesario que acepte el perdón
como reo, culpable.

Hace poco leí en una revista Americana sobre dos


casos que ilustran esto. Un caso fue reciente, y el

107
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otro, citado como precedente, fue de hace un siglo.
·~· En el año 1829 un hombre apellidado Watson fue
sentenciado a muerte en la horca por haber robado
¡f::
g: al correo nacional. Tres semanas antes de la fecha
de ejecución, el presidente Andrés Jackson firmó un
perdón. Pero el reo se negó a recibir el perdón.
Llevaron el caso a la suprema corte de la nación, la
que falló que "El perdón es un título, para la validez
del cual es necesario que haya sido entregado y acep-
tado. Sin ser aceptado, no es completo. Y si es re-
chazado, no hallamos poder en esta corte para for-
zarlo sobre él."

.;'
El otro caso fue el del Sr. Martín Dalton, quien,
en el año 1897 fue condenado a prisión perpetua por
asesinato. En 1930, después de haber pasado treinta
y tres años en la cárcel, el gobernador le extendió un
perdón, pero se negó a recibirlo. Pasó otros treinta
años en la cárcel, muriendo al fin, a la edad de 91
años.

Para que el perdón divino nos sea efectivo, es ne-


cesario que lo aceptemos. Todo el valor del Evan-
gelio, y toda la obra de Cristo, de nada nos sirve has-
ta que lo aceptemos.

Solemos decir que la salvación es por fe. Y es


correcto. Pero tenemos que tomar en cuenta lo que
es la fe verdadera. La fe que salva es fe en Cristo,
y no en otra persona, ni en algunas doctrinas. El
Cristianismo es Cristo. Sin Cristo no hay Cristianismo.
Tomemos el caso de un hombre que se levanta de
noche para tomar agua. Ve en la cocina un vaso

108
de lo que él cree agua, y se lo toma. Pero, sin su
Jaace un siglo. conocimiento, su mujer había dejado el vaso de ve-
Watson fue neno. El, ciertamente tuvo fe para tomar lo que de
llaber robado corazón creía agua. Pero está tan muerto como si
de la fecha hubiera a sabiendas tomado veneno. La fe en otro
firinó un no tiene valor ni fuerza. Es Cristo el que salva, no
el perdón. la fe ciega.
la nación, la
•llllill la validez
-..lacllo y acep-
A veces se oye a alguien burlarse de los que tie-
nen "fe ciega" en Dios. Los pobres ignorantes no
y si es re- saben de qué hablan. Pues no es una fe ciega la que
para for- tiene el Cristiano. Para ilustrarlo esto: Si un hombre
me debe un peso, y puntualmente lo paga, y diez
veces me paga lo que debe con toda puntualidad, no
se me cuenta por fe ciega que le preste otra vez. De
la misma manera, Dios ha sido fiel por toda mi vida,
cumpliendo al pie de la letra Sus promesas, y ¿cómo
podría llamarse fe ciega la que Le vuelvo a tener?
No es fe ciega, sino fe con los ojos abiertos.

La fe no es lo mismo que la creencia. Es lástima


que en Español nos falte una palabra. Para ilustrar-
lo: Del nombre "creencia", tenemos el verbo, "creer";
del nombre "confianza", tenemos el verbo "con-
fiar"; del nombre "fianza", tenemos el verbo "fiar":
pero del nombre "FE", ¿qué verbo hay? Ha habido
los que desean inventar el verbo "fear". Pero no re-
sulta. Pues decir, "Yo feo y Ud. fea", sale ridículo.
De modo que los traductores de la Biblia optaron por
traducir el verbo griego "pistevo", como "creer". Pe-
ro el significado no es tener creencia sin fe.

La verdadera fe abarca la creencia, pero va más


.un vaso
109
·;:

allá. Yo creo que existía el dictador alemán, Adolfo


Hitler; porque lo vi varias veces; pero nunca le tenía
fe. Mucha diferencia. La fe abarca la creencia, pero
también la confianza, la buena voluntad, y la acción.
Si un hombre me dice que le preste cien pesos, po~
dría decirle que sí, yo creo en él, pero no le presto
mi dinero. Esto no es fe. La fe se muestra en las
obras.
J;
Por eso, en Juan 1: 1O~ 12, se pone la fe como equi-
valente a "recibir" a Cristo. Pues el que acepta, re~
;.i

cibe, a Cristo como su Rey y Salvador, que no sólo


cree que El existe, sino que Le tiene confianza, y Le
tiene buena voluntad. Estos tres elementos, juntos, lo
llevan a recibirlo como Señor. Y entonces Cristo tam-
bién llega a ser su Salvador.

Habiendo dicho esto, se ve claramente que en la


fe hay el elemento de arrepentimiento. En el arre~
pentimiento nos volvemos DEL pecado, y en la fe
nos volvemos HACIA Dios. Pero es un solo acto.
(Hechos 8:22; 17:30; 26:20.)

Es lástima que en nuestros días poco caso se hace


de clamar en contra del pecado, y poco se hace caso
de su enormidad. Mucha de nuestra predicación mo-
derna es superficial, sin ver el horrendo abismo del
pecado. Sugiero a mis amables lectores que cada
uno predique un sermón sobre Hebreos 10:31: "Ho-
rrenda cosa en caer en las manos del Dios vivo."

Para hacer muy fácil que la gente acepte nues-


tras invitaciones, solemos invitarles a "levantar la

110
1
alemán, Adolfo mano los que quieren ser salvos". Y a tal invitación,
Jlllnca le tenía hasta el mismo Diablo puede levantar la mano. Hay
G'eencia, pero que predicar de manera que levante en los oyentes
Y la acción. una honda conciencia de su pecado, y de su estado
cien pesos, po- perdido. Hay que predicar de tal manera que el
no le presto pecador oiga el ruido de las llamas eternas en el
en las Lago de Fuego.

Cuando así se hace llamamiento a levantar la


mano, sin la predicación contra el pecado, muchos
aceptan de boca, de dientes para fuera, pero no hay
verdadero arrepentimiento, y no hay fe en Cristo.

Y he aquí el lado funesto del Modernismo. El


centro del verdadero Evangelio es la salvación del
pecado. Y los Modernistas niegan el pecado; niegan
su culpa, y niegan la necesidad de la salvación. Como
para ellos el pecado es una cosa sencilla, y muchas
veces dicen que es una reliquia de nuestro pasado
bruto, tratan de evitar que el hombre sienta culpa.
Esto se ve claramente en la psiquiatría, que se basa
en el ateísmo. Afirman el 90 por ciento de los psi-
quiatras que nuestros malestares vienen principal-
mente de sentir culpa, y que para sanamos es nece-
sario quitar este sentido de culpabilidad. Abogan
por un desenfreno a nuestros deseos, diciendo que el
"pecado" no es malo, y que al entregarnos a él per-
demos nuestras inhibiciones, y sanamos. Dicen que
: "Ho- nos hace bien dar rienda suelta a nuestras pasiones.

Pero, el Cristianismo, tratando de librar al hom-


bre del pecado y sus funestas consecuencias, trata de
hacer comprender al pecador sus pecados, y que sien-

111
ta la culpa de ellos. Pues nadie aceptará de Cristo fue
la salvación del pecado si no se siente culpable del
pecado. He aquí la disyuntiva: Dios dice que el
hombre es pecador, culpable, y que sólo en la sangre
de Cristo hallará alivio. Los Modernistas niegan la
culpabilidad humana, y afirman que la salvación no
es personal, sino cuestión de mejoramiento social.
Las dos posiciones se excluyen una a otra completa-
mente.

Hace poco salió en la revista, La Luz, órgano de


la Convención Nacional Bautista de México, un ar-
tículo acerca de una reunión de Modernistas en un
hotel en la ciudad de México. Afirmó que uno de
los oradores fulminó duramente en contra de la idea
de la conversión instantánea. Dijo que nadie podría
ser cambiado de malo a bueno por el solo hecho de
aceptar a Cristo. Y, digámoslo, ésta es la posición de
los Modernistas en general. Se burlan de la sangre
de Cristo, y niegan su necesidad.

Por otra parte, la Biblia claramente ofrece la sal-


vación instantánea. El ladrón en la cruz no tuvo
tiempo para cambiar de vida, sino que se salvó ins-
tantáneamente. Saulo de Tarso fue malo, perseguidor,
ultrajador, un día, y al tener su experiencia de con-
versión en el camino de Damasco, fue cambiado com-
pletamente, de modo que, como se nos dice en He-
chos 9:20, luego comenzó a predicar a Cristo. Y se
podrían mencionar otros casos bíblicos.

Pero, nuestra experiencia en el día de hoy dice lo


mismo. Mi propio padre, siendo Católico Romano,

112
fue borracho, majadero, perseguidor, y tenía todo lo
que era malo. Pero una noche aceptó a Cristo, y
desde ese día fue otro. Ya nunca tomó, nunca juga-
ba barajas ni juegos de azar; no golpeaba ya a mi
madre. En lugar de mentiroso se hizo hombre de
verdad; en lugar de majadero, .tuvo ya boca limpia.

Y, caso bien conocido, aquí en México tenemos


a un predicador que en estos últimos años ha llama-
do la atención del público. Alfonso Víctor Muñoz
había sido mariguano, malhechor, criminal, en todo
sentido viciado y pecador. Pero, cuando aceptó a
Cristo cambio, y desde ese día ha sido hombre de-
cente, y predica la Biblia.

Otro Mexicano, que vive en los Estados Unidos,


es Angel Martínez, ministro Bautista que está co-
brando mucha fama como evangelista en Estados
Unidos. Y él fue convertido en unos momentos de
malo a bueno.

Cuando un pecador se reconoce pecador, y se en"'


trega a Cristo por fe, inmediatamente se obra en él
un cambio, un milagro. Nace del Espíritu Santo, y,
si bien no es luego perfecto, su vida, no obstante,
-llac:lo com- cambia, y toma otro rumbo.
en He-
y se Todo lo dicho indica varias cosas: Primero, que
la salvación es instantánea; no es un desarrollo lento
por el esfuerzo humano. Y segundo, que la salvación
es obra de Dios, un milagro, algo completamente so-
brenatural.

113
Pero hay más. Dios ha estado afirmando que el
hombre es malo, y que necesita ayuda divina. El
hombre ha estado siguiendo su propio camino, con-
fiando en su propia capacidad de lograr ser bueno,
al estilo humano. Cuando uno se entrega a Cristo,
equivale reconocer que Dios tenía razón. Dejando
sus propias nociones preconcebidas, acepta la Palabra
divina, y se somete a Dios. Esto es lo que comun-
~;
,o mente se llama la "conversión".
~
Cuando Dios perdona, se nos quita la terrible pre-
sión de nuestra culpa, la que, según los psicólogos, es
base de la aplastante mayoría de nuestros males psi-
cosomáticos. Repito lo que ya dije: En una conven-
ción de psiquiatras a la cual asistí en los Estados Uni-
dos hace unos años, uno de los conferencistas, un
psiquiatra de Nueva York, dijo que "Si los que me
consultan fueran a una Iglesia para arreglarse con
Dios, el noventa y nueve por ciento no tendrían la ne-
cesidad de consultarme a mí". Pues, con el perdón de
nuestros pecados viene la paz de corazón, y se evitan
los disturbios de alma que tanto afectan el cuerpo
y la salud.

Se alega que los Cristianos pecamos. Correcto.


No hay en este mundo persona perfecta, sin pecado.
Y Satanás se goza en hacer pecar a los que se entre-
gan a Cristo. Cabe, pues, la pregunta, ¿qué diferen-
cia hay entre el pecador incrédulo, y el pecador Cris-
tiano?

Para la contestación, pensamos tomar todo un ca-


pítulo. Pero cabe aquí decir que la diferencia está

114

JL~
·.~

en la posiciOn del que peca. El Cristiano ha nacido


desde arriba, llegando así a ser hijo de Dios. El. in-
converso no lo es. Y hay mucha diferencia entre el
trato que un padre da a su hijo que ofendió, y del
que el hombre da a un extraño que le ofende. Al
extraño se le entrega a la policía para que se le cas-·
tigue legalmente. Al hijo que hace el mal, no se le en~
trega a la policía, sino que le corrige para su propio
bien.

La diferencia también se ve comparando una ove-


ja y una puerca. La Biblia usa el término "oveja"
para representar a los salvos, a la vez usa el término
"puerca" para designar a los incrédulos. Si una
puerca, lavada, cae en el lodo, se revuelca, pensando
que así mero le gusta. Pero si una oveja cae en .el
charco, se levanta, se sacude y trata de limpiarse, pen-
sando en qué feo es esto. Así, el inconverso está a
gusto en el pecado, y, si formalmente se hace miem-
bro de una Congregación, piensa en los pla,ceres del
mundo que ha perdido por el Evangel~o. Y el ver-
dadero Cristiano, si ve· que ha caído en alguna tram-
pa de Satanás, llora su pecado, y trata de enderezar-
se. Pues tiene una naturaleza· nueva, recibido del
Correcto.
Espíritu Santo cuando creyó. ··
sin pecado.
tpie se entre- El pecado en la vida de una persona . salvá no
¿qué diferen- cambia su relación de hijo de Dios, pero sí, interrum-
pecador Cris- pe su comunión ·con Dios. Pero un cristiano . debe
arrepentirse de sus pecados y confesarlos a Dios, ·pa-
ra que no vengan consecuencias lastimeras. ·

El perdón puede clasificarse como judicial y .do-.

115
méstico. El perdón judicial tiene que ver con la
corte y el juez. Se trata de los criminales que allí
se juzgan y se condenan. Dios es Soberano, y Sus
Leyes santas tienen que cumplirse. Como justo Juez,
tiene que castigar a los pecadores. No puede tolerar
en Su presencia el pecado. Pero Su amor hacia los
hombres ha hecho camino de gracia para su perdón
y salvación. Este es el perdón judicial, de Dios como
Juez.

El perdón doméstico trata de la relación del Pa-


dre con Sus hijos. (Gál. 3:26; 6: 10; Efes. 2: 19.) Sólo
por medio del nuevo nacimiento llegan los pecadores
a ser hijos de Dios. Pero, cuando así pase, todos sus
pecados ya fueron juzgados y castigados en la Per-
sona de Cristo. Ya no hay para él condenación (Rom.
8: 1.) O, mejor traducción, "No hay juicio para los
que están en Cristo." Ya no está bajo la ley, sino
bajo la gracia. Sus faltas se tratan como las ofensas
de un hijo.
Los hijos de Dios son avisados de que tienen per-
dón de los pecados. (Efes. 1: 7; Col. 1: 14.) Este es
el perdón judicial. Pero a los hijos de Dios se les
manda confesar sus pecados a Dios para que puedan
recibir el perdón. ( 1 Juan 1: 9.) Este es el perdón
doméstico, del Padre.

El perdón se basa en la muerte de Cristo y Su


resurrección. Allá recibimos el perdón judicial, que
nos libra del juicio y de la pena eterna. Pero de Su
resurrección y ascención al Cielo, donde intercede por
nosotros, depende nuestro perdón doméstico. Cristo

116
es nuestro gran Sumosacerdote CPontífice) quien en-
tró una vez por todas en la presencia del Padre lle-
vando Su sangre y el perfume de Sus oraciones in-
tercesoras delante del trono celestial. Así somos guar-
dados por el poder de Dios ...a una salvación lista
para revelarse en el último tiempo. ( 1 Ped. 1:5.) ~

Pero, los pecados del Cristiano demandan ser con-


fesados y arrepentidos. En las siete cartas del Apo-
calipsis capítulos -dos y tres, las Iglesias son llamadas
repetidamente al arrepentimiento. Y nótese que en
los pecados de los cuales deben las Iglesias arrepen-
tirse, uno es el de haber dejado nuestro primer amor
hacia Dios. (Rev. 2:4-5.)
El arrepentimiento no puede ser substituído con
las excusas, la auto-vindicación, la compasión de mí
mismo, la liberalidad en dar, ni por algún servicio
religioso. Se demanda el arrepentimiento y la con-
fesión del pecado. El que cubre sus pecados, no pros-
perará. (Prov. 28:13.)

A la misma vez, tenemos en el Cielo un gran


Abogado que continuamente presenta ante el Trono
la eficacia de Su sangre derramada por nosotros. Y
esta intercesión garantiza que al confesar los pecados
ante Dios, seremos perdonados y limpiados de toda
maldad.
Y por otro lado, el que no confiesa sus pecados,
siendo Cristiano y por ello hijo de Dios, se halla con
falta de apetito para la Palabra de Dios, frío en su
celo para servir a Dios y ganar almas, perfunctorio

U7
)1

¡·

en sus oraciones, infiel en su asistencia a los cultos,


y crítico de sus hermanos.
. ~ ~

Pero, al confesar el Creyente sus pecados a Dios,


!F· "El es fiel y justo para perdonar .... " ( 1 Juan 1:9).
¡¡¡_
¡j;
Y fijémonos bien en esto: La misma justicia de Dios
r¡;
1 ;:
Lo lleva a perdonar y a limpiar del pecado. Y Su
fidelidad lo garantiza.
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l¡:.
í¡¡ Y la comunión restaurada del Cristiano con Dios
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abre el camino para un gozo renovado y grande.
w "Para que nuestro gozo sea cumplido".
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•*~ a Dios,
Juan 1:9).
de Dios
Y Su

CAPITULO VIII.

EL PECADO IMPERDONABLE.

Posiblemente no hay doctrina más malentendida


entre los verdaderos Cristianos que la del pecado im-
perdonable. Más de una vez me he encontrado con
personas que creen que han cometido este pecado, y
que lo lloran. y más de una vez he oído predicar
a personas mucho más cristianos que yo, y con mu:-
chísimo mayor galardón en el Cielo, en que ·erraban
por completo lo que es este pecado. Veamos primero
lo que no es este pecado que no tiene perdón.
Primero, he oído a una ramera decir, que "Yo no
he cometido el pecado imperdonable, pues no me he
pintado la cara." De dónde haya sacado que el pin-
tarse la cara era el pecado imperdonable, no me pue-
do imaginar. Digamos sólo que no es éste. No me
gusta ver a una mujer pintada, y nunca he visto
mujer con los labios pintados a quien me dieran ga-
nas de besar. Se ve feo. Pero no es pecado. Si llegó a
quiere ponerse Iodo o chapopote en la cara, no con
eso peca; y menos comete el pecado imperdonable.

En segundo lugar, el pecado imperdonable no es


el asesinar. Cuando era yo pastor en Hallettsville,
Texas, había un hombre de 82 años de edad, que
asistía con suma puntualidad a los cultos. Su esposa
y su hija eran maestras de Escuela Dominical, y su
yerno era superintendente y diácono. Por muchos
años habían tratado de llevarlo a aceptar la salvación
en Cristo, y sin lograrlo. Escuchaba y lloraba, pero
nada decía. Escuchaba los sermones y lloraba, pero
no aceptaba.

Un día resolví hacer el supremo intento, y fui al


rancho donde vivía. Le hallé solo, y le hablé acerca
de entrega!se a Cristo. Lloró, pero nada decía. Algo
_obstinadamente le seguí, exigiéndole que me dijera
por qué _no recibía al Salvador, cuando se veía tan
claramente que deseaba hacerlo. Al fin, después de
mucho rogarle, me dijo el hombre el por qué. Se-
senta años antes, había matado a un hombre. Fue
én defensa propia, y la policía no .lo molestó. Pero
él creyó que este fue el pecado imperdonable, y que
no había salvación para él.

Cuando supe esto, .el camino se abrió. Le enseñé


~;:.,, varios textos que decían que "al ·que a mí viene, no
le echo fuera." Ouan 6:37.) Al principio no le en-
,.,,
~
traban estos textos, pues por 60 años había tenido
cerrado el pensamiento sobre el asunto. Pero al fin,
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Si llegó a su mente. Aceptó a Cristo, y se llenó de un
gozo casi indecible.

No, el asesinato, aunque malo, tiene perdón.

En tercer lugar, el adulterio, la fornicación, el


pecado sexual, no son imperdonables. Hay personas
que cuentan como lo más bajo de toda la gente a
las prostitutas. Pero ante Dios no es así. A la mu-
jer tomada en el hecho de adulterio, en Juan 8, Je-
sús le dijo "Ni yo te condeno; ve, y no peques más."
(V. 11.) El pecado sexual es malo, y trae conse-
pero cuencias terribles en esta vida; pero tiene perdón SI
el pecador se arrepiente.
En cuarto lugar, el pecado imperdonable no es
blasfemar y usar lenguaje vil en general. Es repug-
nante oir a una persona hablar en este estilo, pero
tiene perdón para el que se arrepiente.

En quinto lugar, el pecado imperdonable no es la


borrachera. La borrachera es cosa repugnante, apes-
tosa, vil, pero tiene su perdón. He visto a muchos
borrachos aceptar a Cristo y llegar a ser no sólo ex-
celentes Cristianos, ·sino- ministros del Evangelio y
buenos siervos de Dios.

En sexto lugar, el pecado imperdonable no es el


persistente resistir la oferta del Evangelio. Muchos
Tiene, no ministros, buenos y consagrados, predican que cuan-
no le en- do un pecador resiste la llamada del Espíritu Santo
tenido Este al fin lo deja, y ya no puede ser salvo. El texto
al· fin, favorito de ellos es Génesis 6:3, "Mi Espíritu no con-

121
tenderá con el hombre para siempre." Estos buenos
hermanos, con todo buen corazón pero no con todo
el estudio que merece la Biblia, afirman que el pe-
cado imperdonable es no aceptar la oferta del Evan-
gelio. Pero no puede ser esto, siendo que la Biblia
repetidamente ofrece salvación al que ponga su fe en
Cristo. Cierto es que el persistir rechazando las lla-
madas del Evangelio al fin lleva al hombre a la per-
dición. Pero hay que hacer una distinción entre tal
condición DESPUES de la muerte, y la misma condi-
ción ANTES de la muerte.

El pecado imperdonable es un hecho, bien defini-


do y claramente marcado en la Biblia, que cierra la
puerta a la salvación completa e instantáneamente.
Ciertamente, es el Espíritu Santo El que redarguye
al mundo de pecado y encamina a los pecadores a
entregarse a Cristo. Y es cierto que rechazar la invi-
tación lastima al Espíritu Santo. Pero, si uno des~
pués se arrepiente, se salva. Este resistir no es im·
perdonable. La verdad es que ninguno de nosotros
ca se
aceptó la primera vez que se nos llamó. Examínese
mi amable lector: ¿No resistió algo al principio?
gnt-
,
El pecado imperdonable se nos presenta prihcipal-
mente en dos pasajes. No se puede negar que Cristo
dijo en Su día que hay un pecado que no tiene per-
dón, ni ahora, ni nunca. (Maieo 12:22-32; Marcos
3:22-30). Estos dos pasajes nos dan la ocasión del
todnll
pronunciamiento de la ley del pecado imperdonable. guen
Los Fariseos, enemigos de Jesucristo, Le acusaron de
dráD
echar fuera demonios por el poder del Diablo. Jesús
les contestó los- argumentos, pero no se contentó con

122
•I*IS buenos eso; procedió a la declaración del versículo 29 de
con todo Marcos 3, diciendo: "Mas cualquiera que blasfemare
que el pe- contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, mas
del Evan- es expuesto a etemo juicio." Y, para hacerlo más
la Biblia claro, agrega, en ·el· versículo 30, que esto fue porque
decían que tenía espíritu inmundo.

Claro es, según ·me parece, que el pecado de es-


tos Fariseos consistió en atribuir al poder satánico la
obra de Cristo, obra hecha por el Espíritu Santo. Y
que la declaración venga en esta conexión, demues-
tra que este es el pecado imperdonable: la blasfemia
contra el Espíritu Santo.

Y aquí tenemos la explicación de por qué ciertas


clases de personas son tan duras, que casi nunca se
gana1;1 para Cristo: Los Ruselistas (que se llaman mu-
chas veces, los Testigos de Jehová) alegan que el Es~
píritu Santo es "viento", o "aire". Y entonces los
abandona Dios a su mente depravada, y están eterna-
mente perdidos. Ya no vale la pena hablarles. Nun-
ca se salvarán. Pero seguimos hablándoles en la
esperanza de que algunos de ellos no han llegado al
grado de terquedad de. haber blasfemado contra el
Espíritu Santo.

Otro grupo que todos hemos hallado duros de


cerviz, y que muy Taras veces ·se entregan a Cristo,
son los Modernistas. Mientras hablen mal de Cristo,
todavía pueden hallar la salvación. Mientras nie-
guen la inspiración verbal de la Biblia, todavía po-
drán arrepentirse.. Pero cuando lleguen a negar el
con Espíritu Santo, atacando los milagros de Cristo como

123
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fábulas o engaños, entonces ya no hay esperanza
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para ellos. Les espera sólo un horrible fin en la eter-
nidad.
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~. Para esta clase de personas, queda el pasaje tan
horrible en 1 Juan 5:16: "Hay pecado de muerte,
por el cual yo no digo que ruegue." Horrenda cosa
es estar en manos del Dios vivo. Cuando El dice
que ya ni oremos por uno, que ya está fuera de po-
derse salvar, que ha cometido el pecado imperdona;.
ble, entonces es cosa terrible.
Y yo ruego a mis amables lectores: si hubiere
uno de ellos que ha sido arrastrado por las enseñan-
zas de los Testigos o de los Modernistas, si todavía
no ha llegado a negar al Espíritu Santo, que se de-
tenga antes de serie tarde. Vuelva sobre sus pasos,
y· clame a Cristo por Su sangre· pidiendo el perdón.

Jt Cuando los primitivos marineros cruzaban el


~~ Océano Atlántico, podrían, hasta cierto punto, regre-
:~¡
sar si hubiera dificultades. Pero al fin llegaban al
~· -~;

"punto de no regreso", cuando ya era imposible re-


lii
j1;
gresar. El punto de no regreso con el alma es cuan-
do se toca la bendita Persona del Espíritu Santo.
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Amigo, no pase U d. de este punto.
¡¡t

i~ Para mi sorpresa he leído escritos por buenos her,.
i manos que alegan que el pecado imperdonable es

t

imposible en esta época. No sé cómo pueden decir
esto; pues es mucho muy común hoy día en varias
~ de las religiones espurias, especialmente entre los
1
J
"Testigos" y ·entre los Modernistas. Estos sistemas

124
llevan casi automáticamente a tal pecado, y el que
sigue estos sistemas casi por necesidad llega a ello.
Son el esfuerzo más productivo de Satanás para la
destrucción de las almas.
Una palabra más a los hermanos que buscan la
salvación de las almas. A menudo nos encontramos
con personas que dan como razón para no aceptar la
salvación que ofrece Cristo, que han cometido el pe-
cado imperdonable por rechazar el evangelio. La
contestación es clarísima: el mero hecho de que ten-
gan interés en su salvación es prueba de que el Es-
hubiere píritu Santo todavía los llama, y que pueden ser
salvos.

el

125
CAPITULO IX.

LOS PECADOS DE LOS CRISTIANOS.


i'

Una cosa sorprendente para el hombre, es que


,_--,~
ningún hombre, aunque sea salvo, vive sin pecado.
Digo sorprendente, pues el mundo espera la perfec-
ción en los que pretenden ser salvos, y no la encuen-
tra. Resulta que con frecuencia los acusan de hipo-
cresía. La verdad es que el hombre perdonado toda-
vía está en la carne, y la carne llama muy fuerte-
mente hacia el pecado. El sistema social no es uno
que haga fácil una vida sin pecado. Y el Diablo
anda suelto, engañando y tentando al pecado. Y,
:r
.F con los miles de años de experiencia, Satanás es el
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.>.
más enseñado de todos los seres creados. Con sutili-
dad y astucia indecible pone redes a los Cristianos
t para llevarlos al pecado, y entonces traer vergüenza
sobre la santa Causa de Cristo.
Repito que ésta es una verdad sorprendente, por-
que el mismo Cristiano espera vivir una vida perfec-
ta, y a diario se halla en el pecado. Y es sorprenden·
te también porque Dios es santo, y que El quiera sal-
var a los hombres imperfectos, siempre es una sor-
presa. La vida cristiana no es una galera de santos
perfectos, sino una lucha de hombres imperfectos que
pelean por servir y agradar a su Señor.

La Biblia está pletórica de ejemplos de personas


que amaban a Dios, y Le buscaban servir, pero que
pecaron. Moisés, "varón de Dios pecó al matar al
Egipcio, y volvió a pecar cuando hirió la roca en
Meribah; David, llamado hombre según el corazón
de Dios, pecó de una manera que nos horroriza toda-
vía. Salomón, escogido de Dios para escribir varios
libros de la Biblia, no obstante pecó terriblemente.
Pedro, uno de los doce apóstoles, negó a Cristo tres
veces.

La diferencia entre el salvo y el inconverso se


halla bien enseñada en esto: el salvo lucha contra el
pecado, aunque muchas veces cae en la trampa de
Satanás. El inconverso no lucha, sino que ama al
pecado y está contento en él. Esta lucha del Creyen-
te en contra del pecado en su mismo cuerpo, se ha-
lla bien descrita en Romanos 7: 15-25. Sugiero y
pido a mis amables lectores que antes de seguir ade-
lante, lean este pasaje tres veces: una vez para ver
el hilo general de la discusión, una vez para ver has-
ta donde llega el conflicto, y la tercera vez· para fi-
jarse en las palabras usadas. Hay en el corazón del

127
Cristiano una guerra, los dos hombres luchando por el
predominio.

Dijo un indio que este pasaje presenta al hombre


con dos perritos dentro de su alma, uno negro y el
otro blanco, peleándose. Y cuando uno le preguntó
cuál de los dos perros triunfaba, contestó el Indio,
"A quien yo le diga, Cúchele."

Hay personas que enseñan lo que llaman la per-


fección de alma, es decir, que el que ha recibido el
Espíritu Santo, la "segunda bendición", como la lla-
man, ya no peca, ni está sujeto a tentación.

Cuando era yo estudiante, conocí a uno de estos


perfeccionistas, que cuidaba un asilo para muchachas
caídas. Cuando él pasó por el dormitorio de las mu-
jeres, en el momento en que se estaban desvistiendo
se le preguntó por qué se tomaba esa libertad. Con-
testó que él ya era perfecto, y que para él ya no ha-
bía tentación. Y cuando lo supe yo, inmediatamente
pensé en el texto que dice, "El que piensa estar fir-
me, mire no caiga." ( 1 Cor. 10: 12.)

Esta doctrina, según la cual el Cristiano está por


encima de la tentación y ya no puede pecar, es muy
peligrosa. Levanta en el hombre un espíritu de jac-
tancia y vanagloria, y de confianza en sí mismo. Y
Satanás es muy listo para aprovecharse de ello, para
ponerle trampa y hacerle pecar.

Mucho se ha dicho de los pecados de los ministros


de estos grupos de "santificados". Personalmente no

128
soy de los que les señale con el dedo, como más ma-
los que los demás. Creo que en general son buenos
Cristianos. Pero sus doctrinas los exponen a la ten-
tación más de lo necesario, y, pretendiendo la per-
fección, sus pecados llaman más la atención, y hacen
más escándalo. Un poco de humildad les haría bien.

Y, si un "Santificado" peca, cede a la tentación


de negar su pecado, afirmando que eso no es peca-
do. Y efectivamente así hacen muchos de ellos, re-
servando la palabra "pecado" para cosas muy serias,
y contando los demás pecados como cosas o hechos
no malos. Rechazan lo que Dios dice, en 1 Juan 3:4,
"El pecado es la transgresión de la ley", y 1 Juan
1:8, donde dice que si uno dice que no tiene pecado
se engaña a sí mismo y no hay verdad en él. Su
refugio en la Biblia es 1 Juan 3:9, donde dice que el
que es nacido de Dios no hace ¡w.cado. Pero esta es
mala aplicación del texto; pues al decir que no "hace
pecado", se refiere al que sigue habitualmente en
vida de pecado. Compárese este texto con 1 Juan
1:8, ya citado. Los dos textos están en la Biblia, en
el mismo libro, con el mismo escritor humano, y el
mismo Dios para inspirarlos. Los dos son ciertos, y
no se contradicen, pues son palabras de Dios. El
uno se refiere a que el verdadero Cristiano no conti-
núa en el pecado, y el otro se refiere a que nadie
puede decirse sin pecado. Y los dos textos fueron
escritos para los Creyentes, no para los paganos.
Aquí se dice más o menos lo que se dice en 2 Cor.
5:17, que la vida del que nació desde arriba cambia;
ya no desea vivir en el mal.

129
i
1
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Y nadie ha experimentado este estado de estar


exento de la tentación. Siempre se hallan cosas en
la vida del que así pretende, que él considera de
poca importancia, pero que la Biblia considera peca-
do. Todos los que conocen lo que verdaderamente es
el pecado, y que son consigo mismo honrados, se
sienten indignos en la presencia de Dios. La tenta-
ción es la suerte común de todos, especialmente de
los Cristianos consagrados. Pues Satanás toma más
empeño en hacer pecar al Cristiano consagrado que
al hombre vil que de todos modos está perdido. Sabe
que el escándalo es mayor cuando un ministro peca
que cuando peca un cantinero. Nadie hay perfecto,
sino Dios. (1 Reyes 8:46; 2 Crón. 6:36; Ecc. 7:20; 1
Juan 1:10.)

Pero, al decir que todos pecan, no debemos decir


que todos TIENEN QUE pecar. Cuando uno peca, ni
puede decir que no pudo evitarlo. Nadie es tentado
más de lo que puede llevar. (1 Cor. 10: 13.) Uno
peca porque quiere pecar. Es decir, que la tentación
le llama al deseo, y hace mal. Pero nadie está obli-
gado a pecar.

Pero, el ser Cristiano no le da al hombre licencia


para pecar. Oí a uno decir, "Pues si yo creyere como
los Bautistas, que el que es salvo, es salvo eternal-
mente, y no se vuelve a perder, yo me haría Cristia-
no para después pecar a mi gusto." Y yo contesto,
que el que así piensa no sabe lo que es ser Cristiano.
Pues el que verdaderamente se entregó a Cristo, y ha
nacido de arriba, lucha contra la tentación, anhelan-
do ser lo que no es, santo y perfecto, y con deseos

130
vehementes de agradar a Dios. Y cuando ve que ha
pecado, llora su falta, como lo hizo Pedro, el apóstol,
cuando había negado a Cristo.
Decimos, pues, que una de las pruebas de ser
Cristiano es que tiene una aversión para el pecado,
y no lo ama como antes.

La Biblia asemeja el Cristiano a la oveja, y el in-


converso al puerco, como ya hemos dicho. Y añadi-
ré ahora que el verdadero Cristiano no es puerco la-
vado, sino oveja nacida. Por eso, hay que tener mu-
cho cuidado de no andar predicando la "reforma-
ción" en lugar de la sangre de Cristo. Existe entre
la gente la idea de, como dicen, "Yo me ando rege-
nerando poco a poco." Nadie puede nacer poco a
poco durante los años. Sería ridículo contestar, cuan-
do se le pregunte a uno de su cumpleaños: "yo me
fui naciendo durante los años de 1898 hasta 1910."
La reformación no es la ·salvación, y no dura. (2
Ped. 2:22; Rom. 7: 18.) Nadie puede regenerarse; ne-
cesita nacer de nuevo, de arriba.

Pero, vivimos en un mundo malo, donde la socie-


dad está corrompida, y las tentaciones abundan. An-
damos en medio de enemigos, que tratan de destruir-
nos. Cuando yo era muchacho, mis padres fueron a
colonizar en tierra nueva, sin habitantes. Había mu-
chos animales silvestres. A los doce años me encon-
tré con mi primer oso. A los trece años tuve que
defenderme la vida contra una manada de cinco
puercos silvestres, de esos grandes que hay en el nor-
te. Pero lo que más abundaban fueron las víboras

131
de cascabel. Por todas partes nos rodeaban. He ma-
tado hasta veinte víboras en un día. Y una de las
cosas que aprendí fue el de tener los ojos listos vien-
do por todos lados al andar en el bosque. Miraba
arriba a las ramas de árboles, para evitar que me
cayera un gato montés o una pantera; miraba al
suelo para no pisar una víbora. Miraba por todos
lados. De eso dependía mi vida. En Efesios 5:15,
se nos manda andar "avisadamente". En una tra-
ducción se dice que andemos "con circunspección",
que significa, mirando alrededor. Es exactamente lo
que aprendí a hacer, siendo muchacho. Andaba mi-
rando alrededor, sabiendo que había muchos enemi-
gos. Y el Cristiano, viviendo en un mundo hostil,
con enemigos del alma a todos lados, debe andar
viendo a todos lados, para no ser sorprendido por un
enemigo, y para no caer en una trampa.
El primero de los enemigos, por supuesto, es Sa-
tanás, quien anda como león rugiente, buscando a
quien devorar. (1 Ped. 5:8.) La Biblia nos manda
resistir al Diablo, y él huirá de vosotros. (Sant. 4:7.)
El sistema mundial que nos rodea es un enemigo su-
til pero fuerte que busca nuestra destrucción espiri-
tual. La misma organización de la sociedad está en
nuestra contra, y si no nos cuidamos, puede resultar
en la destrucción de nuestra vida espiritual y nuestra
utilidad. ( 1 Juan 2: 15-16.) Se nos manda repudiar-
la, y apartarnos de ella. (Col. 3:2; 1 Juan 2: 15.) La
naturaleza carnal~ llamado a veces en la Biblia, "la
carne", o "el pecado", es un enemigo que poderosa-
mente busca dominar nuestras vidas. (Rom. 6: 12.)

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Se nos manda considerarnos "muertos" a ella, y cons-
tantemente entregarnos al Espíritu Santo para la mor-
tificación de la carne. (Rom. 6: 11-13; Gál. 5: 16-17.)
El Diablo, el mundo, y la carne, son un triunvirato
poderoso que siempre está cerca, acechándonos por
todos lados. Su propósito común es el de destruir
nuestra utilidad, nuestro servicio de Cristo, y nuestro
gozo en este mundo, ya que no puede destruir nues-
tra alma eterna, si somos Cristianos. A los inconver-
sos tratan de no dejarles aceptar a Cristo.
El éxito de estos enemigos del alma ha sido terri-
ble. Han logrado millones de adeptos del Comunis-
eoemi-
mo, sistema que es el todo satánico. El Romanismo
hostil,
es otro sistema que ha logrado dominar a otros millo-
andar
nes, llevándolos a la destrucción eterna. El Moha-
por un medanismo, la "Ciencia Cristiana", el Ruselismo (Tes-
tigos de Jehová), el Mormonismo, son sólo algunos
de los medios que ha usado el triunvirato satánico
para la destrucción eterna de los mortales. Posible-
mente el peor de ellos al momento es el Modernismo,
por andar infiltrándose en las mismas filas de los
Cristianos, logrando meterse de profesores de semina-
rios y de oficiales de convenciones, asociaCiones, ·y
otros grupos Cristianos.

Viendo el éxito que han tenido los enemigos del


alma, vemos pronto que el hombre sólo no tiene el
poder de hacer frente a ellos. Utilizan métodos que
los Cristianos no podemos usar: la persecución, la
política mundana, la mentira y el engaño, para men-
cionar sólo unos pocos de sus métodos. Y en el uso
de estos métodos mundanos, ellos son más astutos

133
que los Cristianos. En nosotros no tenemos el poder
de hacerles frente.

Pero, Gloria a Dios, tenemos ayuda. Los salvos


estamos seguros por la obra de Cristo como nuestro
Mediador. Cristo se presenta en la Biblia con tres
aspectos: Profeta, Sumosacerdote, y Rey.

Como Profeta, nos habla de parte de Dios. Fue,


en su primera venida, el Verbo. Dios habló desde
el Cielo, diciendo, " .... a El oíd." <Juan 1:14; Ma-
teo 17:5.) Durante todo el Antiguo Testamento, fue
Cristo, el Jehová de la antigüedad, que habló a los
hombres.

En el Tabernáculo, se presentan los sacerdotes


como tipo de los Cristianos, y al Sumosacerdote como
tipo· de Cristo... El entró en el Lugar Santísimo, ofre-
ciendo sangre y perfume ante el "Trono de la Mise-
ricordia", que representa el Trono del Padre en los
Cielos, como Cristo, a los cuarenta días de muerto,
subió aLCielo en .la Nube divina para presentar ante
Dios Sti propia sangre en nuestra defensa, y Sus ora-
ciones para nuestra protección ante las acusaciones
~tánicas. Como nuestro Abogado, intercede por no-
sotros. (Heb. 9:11-15; 9:24; 10:12-14; 1 Juan 2:1.)

Como Rey vendrá un día para sentarse en el tro-


no de David, y gobernar el mundo. El mundo es Su
propiedad por derecho, y lo va a poseer un día, rei-
nando en paz, justicia y rectitud. (Sal. 2:8-9; Apoc.
1' 19: 11-'16.)

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134
1, '
Por el ministerio de Cristo, como divino Mediador
y Abogado, a favor de los Creyentes, tienen éstos se-
gura su eterna salvación.
Para el que acepte la Biblia, no hay doctrina más
clara en Ella que la que afirma que Cristo pagó en
la cruz la pena que merecía el pecador, haciendo así
posible nuestra salvación. Esto va de acuerdo con las
Profecías del Antiguo Testamento. En Isaías 53:4-5,
dijo Dios, " ... nosotros Le tuvimos por azotado, por
herido de Dios y abatido. Mas El herido fue por
nuestros pecados: el castigo de nuestra paz sobre El;
y por Su llaga fuimos nosotros curados."

Cristo enfatizó esta obra sacrificial cuando institu-


yó la Cena Conmemorativa, dándole el sentido de ser
representación de Su cuerpo quebrantado, y de Su
sangre derramada. Con suma razón los Modernistas
tratan de rechazar o cambiar las dos ordenanzas;
pues ellos rechazan la muerte redentora de Cristo, y
las dos ordenanzas representan precisamente ésta. En
el Bautismo declaramos la sepultura y resurrección
de Cristo, y en la Cena Conmemorativa representamos
el sacrificio de Cristo: Su cuerpo quebrantado, y Su
sangre derramada.

Satanás trata de cambiar el significado de estas


ordenanzas para que sea el "bautismo" un mero la-
vamiento, y la cena una mera muestra de fraterni-
dad y "comunión". Y luego, habiendo quitado de
las dos ceremonias todo lo que valga la pena, afir-
man que no tienen importancia, y puedan abando-
narse, tildando de "fanáticos" a los sinceros Cristia-

135
nos que desean guardarlas como Cristo mandó. ¡A
qué grado de bajeza pueden llegar los malos! (Léa~
se Mateo 26:27-28.)

Y, de que la sangre de Cristo nos limpia de peca-


do, léanse: Hechos 2:38; 10:34; 1 Ped. 3: 18; Gál.
3:13; Efes. 1:7; Col. 1:14; 1 Tes. 1:10; 1 Juan 1:7;
2:2; Apoc. 1:5.)

Pero, no sólo salva Cristo al pecador, sino que


también lo guarda de caer. Aquí entra la dulce obra
del Mediador. La presencia de Jesucristo en Gloria
para interceder por nosotros nos guarda salvos. Esta
es la obra de Cristo en el presente. Uno de mis ser-
mones más felices, fue cuando prediqué sobre el
asunto: "¿Qué está haciendo Cristo ahora en el Cie-
lo?" Qué gozo nos dio pensar en que, mientras que
Satanás nos acusa ante Dios <Job 1:6-12; 2: 1-6; Luc.
22:31-32; Rev. 12:10.) Cristo, nuestro Abogado, nos
defiende, e intercede por nosotros con el Padre. (Rom.
8:26-27, 34; 11:2; Heb. 7:25.) Ciertamente nuestra
fe y esperanza está en Cristo, no sólo por lo que hizo
por nosotros, sino por lo que ahora está haciendo
por nosotros.

Pero queda la parte futura de nuestra salvación.


<Rom. 13: 11.) Este texto, tomado solo, ha provoca-
do una pregunta en la mente de más de un Creyente.
¿En qué sentido es futura nuestra salvación? El tex-
to necesita considerarse en el contexto de todo el libro
de Romanos. Se ha dicho que el hombre es pecador,
aún el Creyente. Se ha dicho que hay una lucha
entre los dos hombres, el hombre de pecado que de-

136
sea servir al mundo, y el hombre salvo, espiritual,
que desea servir a Dios. Se ha dicho que la misma
naturaleza está desequilibrada, y gime bajo la pena
del pecado, esperando el día de la Redención. Y aquí
dice que se acerca ese día en que el hombre salvo, ·
con su cuerpo hecho nuevo y sin tentación es libre,
no sólo de la pena del pecado, sino también del po-
der de la tentación, y cuando el mundo está ya sin
la maldición, y ya no da espinas ni cardos, sino que
el desierto florecerá como rosa. ( Is. 35). Cuando
será quitada la enemistad de los animales, y el león
se acostará con el becerro, y el niño jugará con la
áspid. Nuestra esperanza está en las promesas de
Cristo para el futuro en el Reino de los Cielos, cuan-
do Cristo sea Rey, y nuestra salvación sea cumplida
y perfeccionada.

Un pobre Creyente ha dicho: "Cuando pienso en


Dios, hago lo justo; pero cuando pienso en los hom-
bres, peco." Creo que aquí tenemos en un sentido
la diferencia entre los Cristianos y los Modernistas.
Nosotros buscamos servir a Dios, y ellos buscan ser-
vir a los hombres.

Hemos dicho que el hombre salvo, el Creyente,


tiene en sí las dos naturalezas, que están en continua
pugna. Agregamos ahora, que el Cristiano tiene dos
condiciones: Su posición ante Dios, y su condición en
este cuerpo.

Ante Dios, el Creyente está justificado, y sin con-


denación. Por la fe, ha entrado en una vida de segu-
ridad, libre de la pena del pecado, y con la esperan-

137
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1'
¡:

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1
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1
¡: za de un día estar libre del poder del pecado, y has-
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r:
ta de la presencia del pecado. Sugiero a mis ama-
bles lectores un buen bosquejo de sermón sobre 1
•t'
~
Corintios 6:11: (1) "Sois lavados." (2) "Sois santi-
r
~: ficados." ( 3) "Sois justificados". Conclusión: Todo
11 esto en el Nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu
1
~ de nuestro Dios. El Creyente está vestido de la jus-
n~

1 ticia de Dios. (Rom. 3:22.)


~ Pero, si bien el Cristiano está justificado por Cris-
~
:1 to, y ya no sujeto a la condenación, no por ello está
ya fuera del cuerpo. Y este cuerpo en que andamos
~~: ahora está bajo el control del pecado. Somos de la
~~
:j semilla de Adán, y heredamos su naturaleza perdida.
·~
La tentación al pecado está siempre con nosotros. Y
si bien el Cristiano peca menos, no está sin pecado.
Y tenemos la continua tarea de andar luchando en
contra del pecado y de la tentación. El "hombre vie-
jo" debe crucificarse, matarse. (Rom. 6:11.) Y nin-
guno debe creer que él, por alguna chiripa, escapará
de la tentación. (1 Cor. 10: 12.)

La primera carta a los Corintios es una demostra-


ción clara de esta condición. Comienza, en 1:2, di-
rigiendo la carta a "la Iglesia de Dios que está en
Coristo, santificados en Cristo Jesús, llamados santos".
Pero, inmediatamente comienza a catalogar los peca-
dos de estos "santos". En 1: 10-31 los acusa de pe-
leoneros. En el capítulo 3 los tilda de ser camales.
En el capítulo 5 los acusa de inmoralidad consentida
por la Congregación. En el capítulo 6 los acusa de
andar en pleitos ante el gobierno civil. En el capí-

138
tulo 7 los acusa de abusos del matrimonio. En el ca-
pítulo 8 los acusa de comer cosas dadas a los ídolos.
En el capítulo 9 defiende su apostolado contra los
rebeldes. En el capítulo 11, comenzando con el ver-
sículo 17, los acusa del mal uso de la Santa Cena del
Señor. En el capítulo 12 los acusa de abuso de los
dones del Espíritu Santo. Y en el capítulo 15 tiene
que llamarlos a volver a la verdad del Evangelio.

¡Qué bonitos santos! Santos peleoneros. Santos


borrachos. Santos adúlteros. Santos pecadores. Pa-
rece imposible este libro. Pero presenta la Verdad:
El hombre salvo, santo, todavía está expuesto a la
tentación, y no es perfecto ante el mundo. Hubo
grandísima diferencia entre el estado de los Corintios
ante Dios, y su condición en este mundo.

Ahora veamos el otro lado de la misma doctrina.


Si bien todo Cristiano está expuesto a la tentación y
al pecado, no debe ceder a él. En el capítulo 5 de
1 Corintios, Dios, habiendo acusado a la Iglesia de
permitir adulterio en la membresía, la llama a orden
por permitir esto. Una Congregación de Cristianos
no debe permitir el pecado abierto en su seno.· En
casi todas las epístolas de la Biblia se llama a una
vida recta, a evitar el pecado. Y en este pasaje los
llama a la disciplina, y a expulsar de la Iglesia al
hombre que anda mal.

Nosotros, hoy día, tenemos el mismo pecado, el de


tolerar en nuestra Convención (que es una Iglesia
temporal) a los mundanos, los que no andan según
la Palabra de Dios. Debemos buscar la pureza de

139
nuestras organizaciones, sea Iglesia local, Congrega-
ción asocional, u Congregación convencional. N os
toca la advertencia de 1 Corintios 5:4-7. Debemos
1 excluir de entre nosotros a los que andan mal, y que
no se arrepienten de sus malas doctrinas y obras.
1
Todo verdadero Cristiano anhela ser mejor, y
1 agradar a su Rey celestial. Por eso, Cristo nos ha
dado la regla de Mateo 18:15-18, de tratar de conven-
cer al cristiano de su mal, y de ganarlo a la rectitud.
1 Pero, la regla sigue en pie: el que anda mal, y se jac-
1 ta de ello, y no escucha cuando se le llama al orden,
debe ser excluido de nuestras Congregaciones. (v. 17.)

1¡ Nótese que la Congregación entera es tenida por


1 responsable del delito si lo tolera. Y en nuestra Con·
vención, el que tolera el Modernismo con sus funestas
1
~
1
herejías, es culpable delante de Dios por haber clau-
dicado.
'
í
¡' Pero, se me pregunta, Si todos somos pecadores,
1 ¿por qué hemos de disciplinar a uno que anda mal?
E
~ Y la contestación explica mucho la diferencia entre
¡ los salvos y los pecadores. El verdadero Cristiano lu-
! cha contra el mal, y trata de corregirse, y de vencer
la tentación. El falso Cristiano, el que no es salvo,
1
no lucha contra el mal, y defiende sus hechos malos.
1 No se expulsa a uno de la Iglesia por haber hecho
1 mal, sino porque no trata de corregirse, y porque de-
1 fiende su mal, no escucha la voz de los hermanos que
! lo exhortan a abandonar el mal. Debemos expulsar
a los Modernistas· de nuestras Congregaciones locales
y nacionales, no porque hayan caído en error, por

140
una trampa del Diablo, sino porque se jactan de ello,
porque no quieren corregirse, creyéndose más sabios
que Dios y Su Palabra.

Nadie debe ser expulsado de una Congregación


porque cometió tal o cual pecado. Posiblemente ha
luchado en contra de la tentación más que yo. Se
explica porque dé evidencias de no ser nacido de arri-
ba, o porque no quiera corregirse y dejar su pecado.
Para los herejes empedernidos, nos queda sólo la
orden de 2 Juan 8-11: "Mirad por vosotros, porque
no perdamos las cosas que hemos obrado, sino que
recibimos galardón cumplido. Cualquiera que se re-
bela, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tie-
ne a Dios, el que persevera en la doctrina de Cristo,
el tal tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a
vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en
casa ni le digáis ¡Bienvenido! Porque el que dice
bienvenido, comunica con sus malas obras."
La ''doctrina de Cristo", es que él es Hijo de Dios~
Dios mismo en la carne, Creador del mundo, y su
Sostenedor, Salvador de los pecadores por Su sangre,
vencer y que murió, resucitó y subió al Cielo, donde ahora
salvo, intercede por nosotros, y de donde volverá al mundo
malos. para reinar desde el trono de David en J erusalem.
hecho
de- Y nuestro texto nos manda no recibir a los que
nieguen esta "doctrina de Cristo", ni en nuestras ca-
sas, mucho menos en nuestras congregaciones, sean
locales o convencionales. Pues si los recibimos con
una "bienvenida", nos hacemos partícipes de sus ma-

141
¡:
¡'
¡:

las obras. El que fielmente cree en la Biblia y la


practica, se pone bajo la pena que merece el Moder-
nismo si recibe en su Iglesia local o en la Convención
a los Modernistas.

Ahora viene la pregunta: ¿Qué debe hacer el Cris-


tiano que ha caído en el pecado? Primero, debe ha-
cer como Pedro, quien, habiendo negado a Cristo,
salió en la noche para llorar su pecado.

Hay dos cursos que puede seguir el pecador cris-


triano. Puede encubrir su pecado, con la promesa
divina de que si así lo hiciere, no prosperará. (Prov.
28: 13.) Y por otro lado, puede confesar su pecado
a Dios y recibir perdón. (1 Juan 1:8-10.) El Cris-
tiano debe cada día hacer examen de sí mismo, para
~' ver en qué ha pecado, no llegando a la meta divina,
~'
para confesar ante Dios cada pecado, por chico que
le pareciere.

1 El Espíritu Santo mora en el cuerpo del Creyente,


1
~
para guiarlo, fortalecerlo, instruirlo, y traerlo a la
~
~ medida de perfección en Cristo. Cuando pecamos,
t
~ El nos redarguye, de modo que estemos inquietos
1 hasta confesar nuestra falta y recibir el perdón.
f
•~ Todo pecado del Creyente es contra Dios. De
11·!
r modo que, no basta confesar nuestra falta a la per-
¡, sona ofendida y hacer restitución, sino que necesita-
mos también confesar nuestros pecados a Dios.
~
~¡ Hay Cristianos que nunca tendrán paz, si no con-
~:
~ fiesan sus faltas y tratan de restituir lo mal hecho.
l
r~
142
!'

~
~~

";
ti~
t1',,1'
Hay Iglesias que nunca prosperarán hasta que
oficialmente reconozcan las faltas que cometieron en
contra de algún predicador.

Pero, todo lo que se haga para restablecernos con


los hombres, no puede absolvernos de confesar ante
Dios nuestros pecados.

De paso diré que una de las bendiciones de la


frecuente observación de la Santa Cena, es que los
hermanos se examinen para ver si hay alguna falta
no confesada.

Y ahora viene una parte no tan agradable. Dios


castiga a los Suyos cuando se desvían, cuando aban-
donan el buen Camino. Hoy día es la moda hacer
poco caso de la disciplina familiar, pero Dios la or-
dena. Y el padre sabio castiga a sus hijos desde tem-
prano en la vida. Muchas de las rebeliones y moti-
nes de nuestros tiempos se debe a que los padres
han abandonado su puesto santo como jefes de fami-
lia, y no dan atención a la disciplina de la familia.
Y otro tanto se debe a que las madres tienen tanto
interés en la ropa bonita y alhajas, que dejan el cui-
dado de la casa y salen a trabajar, dejando a los hi-
jos andar con rienda suelta por las calles, aprendien-
do el pecado y el vicio, y acostumbrándose a la de-
sobediencia. Una parte muy importante de la educa-
ción de la niñez es la disciplina, el enseñarles que
la autoridad se respete, sea de los padres, de los pro-
fesores, de la policía, de las leyes civiles, o del Rey
de los Cielos.

143
Dios bien sabe eso. Y El no abandona a Sus hi~
jos a la calle. Los llama al orden, y si no se corrijen,
los castiga. (1 Cor. 11:30-32; Heb. 12:5-11.) Lásti·
ma es, que hay algunos de los hijos de Dios, que,
siendo castigados, se enojan como niños malcriados,
acusando a Dios de ser malo. Pero el castigo de
Dios sobre Sus hijos es para el bien de ellos, y busca
su corrección. Pero si no se corrigen, el castigo pue-
de ir haciéndose más y más severo. He conocido mi-
nistros que han perdido su poder porque no se sorne~
ten a la corrección de Dios, y no se corrigen en sus
faltas.

Hermano mío: piensa en ti; y si encuentras en


tu alma un pecado no confesado, te ruego que lo con-
fieses a Dios, y que trates a la mayor brevedad de
hacer restitución.

144
CAPITULO X.

LOS NI~OS Y EL PECADO.

Al hablar de los niños y el pecado, nos encontra-


mos con un vasto número de costumbres insanas y
erróneas. Los primeros misioneros en la América La-
tina se espantaron, y con suma razón, del "bautismo"
infantil y otras ceremonias paganas, y a la vez de la
ignorancia de los adultos acerca de la Biblia y de las
más básicas ·doctrinas del Cristianismo. Su reacción
fue en cierto grado equivocada. Pues de un: extremo
fueron al otro. Y los extremos raras ·veces son lo
mejor.

En cuestión de los niños, tomaron la posición de


que el niño no debe bautizarse; pero hicieron una
definición falsa de qué es un niño, elevando la edad
a veces hasta ser casi adulto. Y con los adultos, pu-
sieron el énfasis en la instrucción, deteniendo al que
acepta a Cristo hasta que "entendiese", lo que a veces
sólo se entiende con muchos años. En efecto, reesta-
blecieron el sistema antiguo católico de catecúmenes,
aunque no poniéndoles este nombre. Antes de resol-
ver estos dos problemas, veremos la condición de los
niños, es decir, de quien se trata al hablar de los "ni-
ños".

Por "niño", entendemos, según la Biblia, el tiem-


po desde el nacimiento hasta llegar a la edad de ser
responsable ante Dios. Esto puede variar grandemen-
te, según el hogar en que vive el niño, y la vida que
ha tenido. Por ejemplo. Cuando nació mi hija,
Susie, nos hicimos de un canasto grande, el cual fo-
rramos con una buena cobija y en cuyo fondo pusi-
mos una buena almohada, en ésta recostamos a la
niña, y la llevamos al culto cuando tenía quince días
de edad. De allá en adelante, nunca faltaba Susita
al culto. Escuela Dominical, predicación mañana y
noche del domingo, culto de oración, servicios espe-
ciales de evangelismo, Escuela de Vacaciones, Unión
de Jóvenes, todo lo demás, Susita estaba en su canas-
to, junt() a su mamá en la última banca del Templo.
Si necesitaba atención, la mamá la tenía a la mano.
Y cuando llegó. a la edad de andar, ya sabía que en
el Templo no se.· corría ni se jugaba. Cuando llegó
a los quince años, calculamos que Susita había esta-
do en más de cinco mil servicios, y escuchado casi
otros tantos sermones. Me han preguntado cómo mi
hija sabe tanto de la Biblia. Muy sencillo: ella ha es-
cuchado más Biblia predicada y enseñada en el Tem-
plo, que los estudiantes para el ministerio oyen en
el seminario. Y, además de esto, habíamos tenido
culto familiar, con lectura diaria de la Biblia, ora-

146
ción, y un canto espiritual, dándole otros 5400 "cul-
tos" en qué aprender la Biblia. No es de sorprender-
se que a los cinco años ella hizo profesión de fe, y,
con una sencillez notable, demandó el bautismo.

Pero, por otra parte, mi padre nació en hogar


católico. No conoció la Biblia, y anduvo en el vicio
y en el pecado. Nunca oyó sermones ni estudios bí-
blicos. De manera que llegó casi a los cuarenta años
antes de ocurrírsele que necesitaba entregarse a Cris-
to. Y al morir sabía mucho menos de la Biblia que
Susita sabía a los ocho años.

¿Dos extremos? Sí, extremos. Pero nos indican


nuestro problema. No debemos recibir a una perso-
na en la membresía de una Iglesia por haber llegado
a cierta edad, sino porque ha nacido de arriba.

Y por la segunda parte. No debemos medir la


salvación de una persona por sus conocimientos. El
Diablo sabe más teología que todos nosotros, y no por
eso está salvo. Hemos llenado nuestras Iglesias con
mano. gente inconversa y nos hemos contentado con hacer
·que en las preguntas de doctrinas, y olvidarnos de ver si la
llegó persona ha nacido desde arriba, si es realmente ·con-
esta- vertida.

Nosotros, los Bautistas, juntamente con otros Cris-


tianos que entienden la Biblia y su plan de salvación,
nos oponemos al "bautismo" de niños. Pero, bíblica-
mente, por niños queremos decir "bebé". Ponemos
los argumentos en contra del bautismo de bebés, y
luego, habiendo ganado este punto, aplicamos nues-
ora-
147

1
!
1i

1
1

1 tra victoria a la salvación de los muchachos, los que


ya no son bebés. Esto es un razonamiento falso.

Aquí voy a poner una regla. Creo que nadie


dirá que no es buena y bíblica, pero habrán los que
se opongan a aplicarla en la práctica. La regla es
esta:

TAN PRONTO COMO UN NI~O SEPA QUE ES


PECADOR, Y QUE CRISTO SALVA, puede aceptar a
Cristo y debemos buscar, sabiamente, que lo haga.

Pues, la salvación no depende de los conocimien-


tos, sino de haberse entregado a Cristo como Rey. A
menudo me dicen; "Pero, ese niño que hizo profe-
sión de fe, no sabe, no entiende lo que signüica." Y
yo contesto, que por supuesto que no entiende. Ni es
necesario que entienda. Yo no entendí lo que signi-
ficaba cuando acepté a Cristo. Sólo sabía que era
pecador, y que Cristo salva.

Cuando uno se salva, . nace de nuevo, de arriba,


por obra del Espíritu Santo. Cuando yo nací, no
entendí qué había pasado. Pero nací, y tuve vida.
Muchos años después comencé a entender lo que me
había pasado. Mientras, estaba viviendo y creciendo.

De la misma manera, el que nace la segunda vez


no entiende lo que le pasa. Sólo sabe que era peca-
dor, y que Cristo le perdonó. Y sólo esto necesita
saber. Las clases para los recién convertidos son ex-
celentes, pero para los que son salvos y bautizados y
miembros de Iglesia, no para los que no lo son. Al

148
aceptar a Cristo, nos hacemos Sus "discípulos", inscri-
biéndonos en la Escuela de Cristo, para andar por el
resto de esta vida aprendiendo de El.

En todos los casos que en el Nuevo Testamento


se menciona la salvación y pública profesión de un
pecador, siempre se bautizó el mismo día, con la soJa
excepción del ladrón que murió en la cruz y no pudo
bautizarse.

Volviendo a la condición de los nmos, hay cier-


tas verdades que pienso no negará la persona que crea
en la Biblia. Primero, que los niños, siendo huma-
nos, descendientes de Adán, son por naturaleza peca-
dores. Como dice David, movido por el Espíritu San-
to, en el Salmo 51: 5, "He aquí, en maldad he sido
formado, y en pecado me concibió mi madre." La
herencia del pecado es la base de la condición del
niño, lo mismo que la del adulto. En el niño toda-
vía no se muestra en hechos, pero la naturaleza allá
está.

Cuando Adán pecó, toda la raza estaba en él. Es


decir, que en sus lomos estábamos todos nosotros.
Cuando él pecó, se hizo Jo que los Evolucionistas lla-
man una "mutación", un cambio en el cuerpo de
Adán, y en los gérmenes de vida que habían de pro-
ducir sus hijos. Es el único caso históricamente com-
probado de lo que llaman ellos "la transmisión de ca-
racterísticas adquiridas".

Vemos, pues, que la condición de los niños 'se basa

149
en que son hijos de Adán, y en que poseen la natu-
raleza de pecadores.

El hombre juzga por la vista, por lo exterior; Dios


juzga por lo interior. Nosotros vemos la hermosa
cara de una mujer, y la creemos angelito. Pero Dios
ve que debajo de ese rostro hermoso está el corazón
de una pecadora. Nosotros vemos al niño chico y gra-
cioso, y con la inocencia escrita por todo el rostro;
pero Dios ve el corazón y sabe que dentro de aquel
cuerpo débil y de ese rostro inocente, está la heren-
cia del pecado, la semilla de Adán.

Y que son pecadores los niños, se muestra en el


hecho de que son mortales, expuestos a la muerte. La
muerte está en la raza como consecuencia del peca-
do; y el hecho de existir en el niño esta sujeción a
muerte, comprueba que es también sujeto a pecado.

Pero, contestarán la mitad de mis lectores, ¿quie-


re Ud. decirnos que el bebé que muere está perdido,
que va al Lago de Fuego? No. No digo esto. Pero
sí, digo que es pecador por herencia y por su condi-
ción natural.

Acerca de la salvación de los niños, absolutamen-


te nada dice la Biblia, ni a favor, ni en contra. No-
sotros creemos que el niño está en salvo, pero no
porque haya lugar en la Biblia donde así lo diga.
Tenemos fe en la justicia divina, y creemos que El
no condenará a un ser que nunca tuvo oportunidad
de aceptar la salvación. Pero, esto es por fe en Dios,
y no por textos bíblicos. ladñ.a

150
El único texto que he oído citar para comprobar
la salvación infantil, es Mateo 18:3-4, con su para-
lelo en Mateo 19:14. En el primero de estos pasa-
jes, se asienta sencillamente que los que desean ser
salvos necesitan recibir a Cristo con la sencillez de
un niño. El otro texto, en Mateo 19: 14, NO dice
que de los niños es el Reino de los Cielos. Dice que
es de los TALES, los que son COMO niños, en otras
palabras, repite más o menos lo que en el primer
texto, que el pecador tiene que venir a Cristo con la
sencillez de niño. Nada dice de la salvación de los
niños.
Pero una cosa, sí, dice: Que no debemos impedir
que los niños vengan a Cristo. No debemos ponerles
plazo para que se entreguen a El para recibir la sal-
vación y obedecerle. Es pecado grande detener a
los niños que acepten a Cristo, diciéndoles: "Tú eres
muy chico para ser salvo; no puedes obedecer al Sal-
vador en el bautismo. Espera a que pasen los años;
cuando ya estés duro en el pecado, entonces te hare-
mos caso."

El niño, pues, es pecador; y pronto comienza a


cometer los actos de pecado. Ellos mismos dan tes-
timonio a su estado de pecadores cuando se ponen re-
beldes, cuando desobedecen, y quieren hacer su pro-
pia voluntad, cuando muestran enojo al ser contra-
riados; los actos de pecado son el fruto del corazón
de pecado.

I!D Dios, Debemos enfatizar esto: Un mno no llega a ser


ladrón cuando por primera vez roba; roba porque ya

151
era ladrón por su naturaleza. No se hace mentiroso
cuando por primera vez miente; ya era mentiroso,
y por eso mintió. El acto malo es el resultado de la
naturaleza que tenemos, y no la causa .

. Nuestro deber, pues, es claro: Los niños son pe-


cadores, ·y tan ·pronto como lleguen a la edad de co-
nocerse pecadores y que Jesús salva, en ese momento
están perdidos. Y entonces, cuanto más pronto los
ganemos para Cristo será mejor. Siendo chicos, tie-
nen muchos años en qué prepararse para servir a
Dios. El hombre maduro puede aceptar a Cristo y
ser salvo, pero es tarde para que haga los estudios y
se prepare para servirle.

Pero, nótese que no hablo de ganar a los bebés


para Cristo,. sino a los niños. Mientras estén tan
chicos que no sé reconocen pecadores, ni que Cristo
murió por ellos, hasta entonces son bebés, y es inútil
tratar de llevarlos a la salvación. Pero cuando lle-
guen a reconocerse pecadores, necesitan la salvación;
y si se mueren entonces sin entregarse a Cristo, SI,
están perdidos. Y creo que muchos padres y minis-
tros tienen la culpa de que miles ·de niños hayari ido
al<Infierrtó ·porque se les impidió aceptar a Cristo
cuandó ellos estaban dispuestos a ello.

Es un hecho innegable que los que de niños asis~


ten .a los cultos, y conocen la Verdad, si no aceptan
antes de los doce años, nunca aceptarán. Se han
hecho estudios en numerosas ocasiones, y en cada
uno salió que él noventa por dento de los que en es-
tas condiciones no han aceptado a Cristo antes de

15.2

i
cumplir los trece años, nunca lo hacen. Los años de
13 en adelante son años en los que el niño está tra-
tando de librarse de la dirección paternal, y hay un
espíritu de rebeldía en todos. En ese tiempo dejan
de asistir a la Escuela Dominical, y buscan sus pro-
pios caminos. Si· ya aceptaron a Cristo, tienen algo
que los estabilice; pero si no, se van al mundo~

Se ha criticado esto diciendo, que los que hacen


profesión como niños se van al mundo. Exactamen;.
te lo contrario es cierto. Un porciento mucho mayor
de los que de adultos aceptan a Cristo se vuelven al
mundo. Los que de niños aceptan, generalmente son
fieles. Y es un hecho que los que se rechazan cuan-
do de niño desean hacer profesión· de fe y seguirlo
en la inmersión, en su mayoría vuelven al mundo.
Esto es .también. cierto de los adultos a quienes no se
les bautiza pronto.

Hagamos. aquí u:n paréntesis, para repetir _lo que


es y lo que no ~es; el pecado: .
El pecado es el carácter; los pecados son la con;.
ducta.

· El pecado es-el-centro; los pecados son-la· circun-


ferencia.-

El pecado es la fuente; los pecados son las aguas


que de allí salen.

El pecado es el origen; los pecados son el producto.


El pecado es la raíz; los pecados son el fruto.

153
El pecado es el padre; los pecados son los hijos.

El pecado es la fábrica; los pecados son los pro-


ductos.

El pecado es la naturaleza; los pecados son la


manifestación.

El pecado es lo que somos; los pecados son lo que


hacemos.

Haciendo a un lado la cuestión de si los bebés


son salvos o no, cosa que de todas maneras está fue-
ra de nuestro poder cambiar, no se puede negar, sin
negar la Biblia misma, que cuando un niño llegue a
la edad de ser responsable por sus hechos, está perdi-
do si no acepta a Cristo. No señalamos ninguna edad
para esto. Pero, cuando llegue ese día, sea tempra-
no o sea tarde, el muchacho debe ganarse para Cris-
to tan pronto como sea posible, y encaminarse en la
vía cristiana, tanto para su propio bien, como para
poderse preparar obreros para el servicio de Dios.
Uno que acepta a Cristo ya tarde, difícilmente se
prepara para servir a Dios en el ministerio.

Y debemos añadir una palabra más: Los padres


no podrán servir de padrinos o representantes del ni-
ño para así hacerlo salvo. Oer. 31:29-30; Ez. 18, es-
pecialmente el versículo 20.)
l
t
t
i
f
154 l
J

1.._
hijos.

los pro-

son la

CAPITULO XI.
í
UNAS PALABRAS FINALES.

Para terminar esta corta exposición del pecado,


digamos que el pecado no es algo que podemos dejar
fuera de cuenta. Dondequiera que estemos o vaya-
se mos, nos vemos rodeados del pecado, y de la tenta-
ción. El está en esta vida, omnipresente a los hom-
bres. Necesitamos siempre estar apercibidos para pe-
lear en contra de él; mantenemos una lucha constan-
te contra la tentación, viviendo en un mundo hostil.

El pecado es a la vez lo más amado y lo más abo-


rrecido en este mundo y en el universo. Mientras
que los inconversos aman el pecado, y toman conten-
tamiento en él, Dios odia el pecado con un odio per-
fecto, y no lo puede tolerar. Fue el odio de Dios
para el pecado lo que hizo necesario que Cristo vinie-
ra a dar Su vida para nuestrá salváción.
¡· Una amonestación: La diferencia entre Dios y el
hombre en relación al pecado se halla en esto: Dios
L ama al pecador, pero odia el pecado, mientras que el
1' hombre odia al pecador, pero le codicia su pecado.
El hombre dice, "Malvado rico; ha explotado a los
f
t pobres; ojalá tuviere yo ese dinero."

Satanás ama el pecado, y trata de fomentarlo en-


tre nuestra raza. Lo hace atractivo, y nos engaña,
ofreciendo por el pecado, sabiduría, gozo, felicidad,
ganancia. No obstante que estas promesas no se
cumplen en lo general, el hombre se siente atraído,
y peca.
t
En contraste, Dios aborrece el pecado, y Su natu-
f raleza justa se horroriza de él. Y Su Plan es salvar
¡,
a los hombres, no sólo del .castigo. del pecado, sino
t
i
del pecado mismo, para que un día _sea _ta~ justo
1 como Dios. Y uno de los _primeros pasos hacia la
r
santidad es el de aprender a odiar lo malo. Habla-
ID()$ ..mucho del amor, y corr~ctaniente. Pero el mis~
mo. amor hacia 1() bueno hace necesario' im odio a lo
malci. El amor a 1a Oiunpieúi, fo"rzosamerite, crea un
a
().dio ala .mugre. 'Ílebemos aprender .amar io, btÍe~
no, y :a aborrecer- con ~dio s~nt~ _todo lo que es _malo.

~ pecado trata de reinar en el hombre; - En los


inconyersos logra hacerlo, señoreándose cada día más
del hombre. . En los · Cristianos, aunque el pecado
gana batallas, ·_pierde la guerra, pues el Cristiano va
cobrando fuerza para defenderse del dominio del mal.

.e 156
Dice la Biblia, (en Juan 8:34,) que el que hace
pecado es el siervo (esclavo) del pecado. A primer·
golpe de vista queremos negar esto. Pero, cuando
lo consideramos un poco, vemos que es muy cierto.
Por ejemplo: En estos últimos años mucho se ha es-
crito en las revistas, especialmente las revistas médi-
cas, de los grandes daños que causa el cigarro. Cán-
cer en varias partes del cuerpo, enfermedades del co-
razón, y otros males. Diríamos que lo más sensato
sería dejar de fumar. Pero los hombres siguen fu-
mando, y siguen enfermándose, y matándose. Y en-
no se tre los mismos doctores sigue el vicio. Y cuando se
les pregunta por qué, contestan que quisieran dejar
el cigarro, pero que no les es posible romper el hábi-
to de fumar.
1 Y en cuanto a la bebida. No hay persona _que
haya nacido dentro de un radio de cincuenta kilóme~.
tros de un. ferrocarril_que no sepa que las bebidas
alcohólicas son malas,. y dañinas, hasta cuando se to:..
man en poca· escala. Pero. siguen con sus bebidas;
Y· lo mismo con otros pecados; · El pecador.· . pronto.
llega a ser esclavo del pecado. ·Y esta· es una- dé las
razones: para ganar a los muchachos. para. Cristo. A
los catorce años, yo hice voto de nunca tornar bebidª
alcohólica excepto por prescripción médica ·(cosa ·que
los médicos modernos ya no hacen.) Nunca me fue
difícil abstenerme de las bebidas, porque nunca ha-
bía tomado el hábito de tomar. Pero, el que comen-
zó, y formó el hábito, tendrá trabajo en dejarlo.

va Hemos dicho que el pecado promete placeres y


aei mal. ganancias que raras veces cumple; · Esto no quiere

15.7.
ser~
decir que no hay una especie de placer en el pecado.
Lo hay. Pero es muy temporal, pasajero, que pron-
to termina. Y después deja, en lugar del placer
prometido, dolores. Basta ver a un borracho. Toma,
para recibir placer; pero a la mañana siguiente anda
trastornado, con dolor de cabeza, con estómago des-
compuesto, con todo menos el placer y la alegría pro- y,
metidos. Sí, el pecado da placer, ganancia, muchas
cosas que deseamos. Pero todo es pasajero, vano, y
deja al pecador descontento y triste. ¡Cuántos suici-
dios vemos en cada año! El pecador al fin queda
decepcionado y se mata.
El pecado nos gana la enemistad, el odio, de nues- se
tros semejantes, y de los mismos compañeros de mal-
dad. Un día dos hombres salieron de la puerta de
la ciudad de Roma. Uno era el emperador Nerón.
Con pompa fue acompañado de los grandes de la
corte romana. Rico, poderoso, gobernante del mun-
un
do conocido. El otro era Pablo, un sencillo predica-
dor, llevado entre un pelotón de soldados para que
fuera de la ciudad le cortaran la cabeza. A Pablo
muchos lloraron, y hasta hoy se le respeta. A Ne-
rón, poco después, lo mataron sus propios secuaces.
Y por los siglos Nerón ha sido maldecido por la gen-
te; nadie lo ha respetado.

Sí, por un tiempo Nerón tuvo poder y riqueza,


pero pronto todo esto se desvaneció, y lo perdió todo,
incluyendo la vida. Y ahora tiene ya casi dos mil
excelall
años en las llamas del Lago de Fuego. tiro. y¡
j

El pecado engaña. ¿Qué mujer se ha propuesto cómoda

158
l
4

T
J

ser ramera? Ninguna. Pero las muchachas dan un


paso malo y comenzado el resbaladero, no saben de-
tenerse y van al abismo.

Y ¿qué hombre se propone ser bandido? Ninguno.


Pero allá llegan. A un niño de dos años se le lava-
ban las manos sucias. Su tío pensó en darle placer,
y, haciendo con los dedos un anillo, sopló para for-
mar una bonita burbuja, la que iba flotando en el
aire, poco a poco bajando hacia las manos del niño.
1 Este esperó con alegría coger tan bonita bola, para
jugar con ella. Pero, cuando casi la iba cogiendo
con la mano infantil, la burbuja se reventó, y el niño
se quedó con las manos vacías. Lloró, pero la lec-
ción se le quedó. No todas las promesas se cumplen.
Y el pecado es engañoso sobre todas las cosas. No
cumple sus promesas.

Cuando era yo estudiante en la Universidad, tuve


un compañero de clase que era sumamente ambicio-
so. No terminó sus estudios, porque quería ganar
dinero. Dios le había dado algo de poder y astucia
para negociar, y logró hacerse rico. Cuando murió,
dijeron los periódicos que había dejado una fortuna
de cien millones de dólares.

Pero, un día, más de treinta años después de co-


nocerlo yo como estudiante, levanté el periódico de
la mañana, y leí que este rico había entrado en un
hotel lujoso en Houston, Texas, había ordenado una
excelente comida, y luego se había matado de un
tiro. Y ¿por qué? Tenía riquezas a montón, casa
cómoda y rica, una buena y hermosa esposa, y va-

159
--------------

rios hijos. Pero todo esto era como burbuja de ja-


bón: no pudo darle la felicidad ni el contentamiento.

En el oriente de Palestina hay una planta que le


dicen las ''manzanas de Sodoma". Es un arbusto que
da una fruta bonita, que parece manzana sabrosa.
Pero, cuando uno coge la fruta, se deshace en un pol-
vo seco que se lleva el aire. Así es el placer del pe-
cado. "No os engañéis; Dios no puede ser burlado."

Querido lector: si has podido leer hasta aquí, te


ruego que ahora te detengas a considerar tu propia
alma y vida. Si no eres todavía salvo, te suplico lo
hagas hoy mismo. Entrega tu vida al Señor, y te
salvarás, y hallarás la verdadera felicidad y vida
eterna.
Pero, probablemente la gran mayoría de mis lec-
tores son ya Cristianos. A ellos ruego que consideren
..
si hay pecado en sus vidas que les esté robando el
poder espiritual y la felicidad y paz de alma. Con-
fiéselo a Dios, y reciba la paz.


1
t.

160

1
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1

INDICE

Pág.

mis lec- Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7


Introducción . . . . . . . . . . . . . .. 8
CAPITULO I.-¿Qué es el Pecado? 13
CAPITULO 11.-El Origen del Pecado 34
CAPITULO 111.-La Depravación Total del Hom-
bre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54
CAPITULO IV.-La Pena del Pecado . . . . . . . 65
CAPITULO V.-Cristo el Unico sin Pecado 79
CAPITULO VI.-Los Efectos del Pecado . . . . . . 90
CAPITULO VII.-El Perdón del Pecado . . . . . 104
CAPITULO VIII.-El Pecado Imperdonable . . 109
CAPITULO IX.-Los Pecados de los Cristianos. 126
. CAPITULO X.-Los Niños y el Pecado . . . 145
CAPITULO XL-Unas Palabras Finales . . . . . . 155
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SE DIO TERMINO A LA IMPRESION

DE ESTE LIBRO, EL DIA 15 DE

A B R I L DE 1970, EN LOS

TALLERES GRAFICOS DE LA

EDITORIAL JOSE M. CAJICA


JR., S. A., INSTALADOS EN

LA CALLE 19 SUR 2501

DE PUEBLA, PUE., MEX.

Tiro: 2,000 Ejemplares.

1
'
NOTA:

Hasta ahora han salido 14 números de DEFENSA, co-


mo siguen:
I, El Anticristo Moderno.
II, Emmanuel, Dios Con Nosotros.
III, El Evangelismo Bíblico.
IV, El Pecado de Josaphat.
V, El Ecumenismo.
VI, La Inspiración de la Biblia.
VII, Declaración de Fe Personal.
VIII, La Solución de Nuestros Problemas.
IX, El Reino de los Cielos.
X, La Diferencia entre los Cristianos y los Moder-
nistas.
XI, El Evangelismo Personal.
XII, El Infierno.
XIII, El Pecado.
XIV, Ekklesia-La Iglesia.
Además, han salido dos libros extra:
Religioso pero Perdido.
Manuscritos Viejos.
Hasta donde ha sido po~ible, se han enviado gratis a los
predicadores de todas las sectas. Si Ud. no ha recibido la
serie entera, podrá pedirla a esta editorial, o a la Librería
l• Progreso, Vizcaínas 16, México, D. F. México. Si Ud. se
interesa en recibir la serie hermosamente encuadernada, dí-
ríjase a la editorial, donde se proyecta hacer tal edición para
los que desean conservar la serie en su biblioteca o en la de
su Iglesia.
Oren por este trabajo, y por mí, el indigno Defensor.
L. O. ENGELMANN.

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