Antes de establecer la sociedad humana, el hombre vivía en libertad plena, no existía poder
que pudieses controlarlo. Las instituciones nacieron cuando la necesidad que produjo el
hombre, obligó al hombre a trabajar y darle un valor al producto de sus manos. Por ello,
nació la primera institución: la esclavitud, la cual engendró la idea de la libertad.
Esta es la visión que tenemos al momento en que el Estado teocrático absoluto se prepara
para una evolución institucional; pero no podemos creer que el Estado carecía de una
constitución, todo estado que se inicia de una forma u otra, sin destino sin estructura ni de
su forma de gobierno, tiene un régimen constitucional porque él se rige por una
constitución. Esta puede tener la forma de costumbre, de colección de leyes o de códigos.
Es un error decir que un estado cualquiera, que no ha tenido constitución hasta que ésta se
ha escrito y promulgado en forma de código o de ley, no ha tenido constitución. La
formación de las constituciones es espontánea de todo pueblo al constituirse en estado, aun
cuando no lleven este nombre.
Gracias al proceso de evolución de los Estados y las necesidades de su población cada vez
se ha hecho más evidente la subsistencia, las instituciones vitales has sido más pesadas y se
ha requerido el encuadramiento jurídico los de fenómenos políticos, entre los que
encontramos: el del reconocimiento del hombre por el Hombre; el de la determinación de lo
que es bueno para la sociedad y de las relaciones entre dirigentes o gobernantes y
gobernado. Apoyándonos en la necesidad de determinar con justeza la realidad que ha de
nutrir los conceptos aquí emitidos. El derecho nos dice que posee una forma y un fondo, y
el equilibrio entre ambos no debe establecerse por el predominio final de la forma, sino
antes bien por el de la materia. Muchos autores en los actuales momentos has llegado a la
conclusión de porque la crisis de las ciencias morales no permite apreciar con claridad las
bases morales a las que está vinculado el sistema jurídico. Toda jurisprudencia madura
realiza sin embargo un equilibrio de la forma y el fondo y la preocupación por el espíritu de
la ley, que no es otro que su contenido de orden y justicia.
Ahora bien, esta percepción de los elementos materiales, de orden y justicia que informan
el Derecho Positivo de un pueblo y le dan su estructura y su consistencia, son más
favorablemente comprendidos en su formación y estructura histórica. La base de una
constitución se encuentra en las instituciones y la Constitución en sí misma no es sino una
organización de instituciones.
APORTACIONES ESPAÑOLAS:
El Derecho Constitucional liberal en España, se produce en la guerra de la independencia
nacional 1808-1812 y, así nace la necesidad de reglamentar los diferentes aspectos de la
vida social, inclusive en la formación más primitiva de los Estados, existían rasgos de
regulación, que sirvieron de los primeros pilares para construir un conjunto global y general
de preceptos, reglas y principios, para delimitar los derechos e imponer los deberes de los
ciudadanos.
aquel a quien se reclama quisiese dar fiador o prendas como garantía de estar a derecho
según su fuero no sufrirá daño alguno. En conclusión de las aportaciones Españolas al
constitucionalismo moderno, podemos concluir que las más importantes son los Fueros
señalados.
Los momentos que dieron origen al moderno Derecho Constitucional son dos: El Histórico
proporcionado por la Constitución Inglesa del siglo XIII y el sistemático cambio debido al
esquema racionalista. La unidad de ambos momentos está representado por Montesquieu en
su obre el Espíritu de la Leyes donde hace agudas observaciones acerca de la decisión de
poderes, base del parlamentarismo moderno.
Jurídicamente el Fuero era un pacto o convenio solemne que se celebraba entre el Rey y los
pobladores: el monarca concedía la villa o ciudad con estos términos, lugares, aldeas,
castillos, tierras y montes, comprendidos en un área determinad y sus leyes por las cuales se
regía la municipalidad. El rey y el señor debían observar religiosamente el pacto y hacer
que este se cumpliera. Para asegurar su cumplimiento el rey, el señor y los pobladores
prestaban juramento solemne, el quebrantamiento se consideraba como alevosía de lesa
majestad, además del perjuicio correspondiente.
Básicamente se reducía a los llamados “Fueros” consistían en pactos o convenios entre el
Rey y los pobladores a través de los cuales convertían en municipalidades determinados
territorios.
Entre los Fueros más importantes tenemos: El de León, concedido por Alfonso V en el año
de 1020; el de Jaca 1064, el de Najera, concedido por Sancho el Mayor de Navarra y
confirmado por Alfonso VI en 1076; el de Logroño por Alfonso VI en 1095 y el
Ordenamiento de León o Fuero de las Cortes.
Dispone también que “mando que nadie se atreva a ocupar con violencia la casa o inmueble
que otro posea, si lo hiciese, restitúyala con el doble al que sufrió la violencia”
Mando a que nadie tome prenda de otro sino por medio de las justicias y alcalde puestos
por mí. Estos y el Señor de la tierra en las ciudades y alfolces otorgaran fielmente derecho a
los requirentes. El que de otro modo tome prenda, será castigado como agresor violento.
Los análisis referidos a los Decreta (decretos) atribuidos a 1188 reúnen la confirmación de
decretos de carácter general como, por ejemplo, el no atentar contra la propiedad ajena,
resolver las querellas ante la justicia o la promesa del Rey de no entrar en Guerra sin contar
con todos los que le deben dar su consejo. Estos decretos, son cosas que son normales en
los inicios del nuevo reinado de Alfonso VII, sin embargo se crearon “nuevos Decretos",
entre los que se contaba la redacción de una Constitución fechada en julio de 1188, que
trataba de la existencia de violencia y de intento por paliarla usando la Justicia.
Este tema será desarrollado en unas "constituciones" para Galicia, en 1194, y a partir de
este texto podemos explicar lo contenido en el texto atribuido a las Cortes de 1188; es decir
que éste, tal y como lo conocemos en muchos de sus pasajes, se debe a la elaboración
desarrollada a lo largo del reinado de Alfonso IX.
Igualmente hay que registrar dos acontecimientos en los que el pueblo ingles cifra el
nacimiento de su régimen constitucional: uno, el otorgamiento de la Carta Magna del Rey
Juan sin Tierra en 1215; otro la convocatoria del primer parlamento en que participaron los
Comunes, por Simón de Monforort en 1264.
Esta petición de Derechos se proclama para prevenir que su religión, su derecho y sus
libertades no corran de nuevo peligro de ser subvertidos. Los trece puntos que contiene esta
declaración de derechos ingles formulan los principios esenciales en que se han de basar la
Constitución Británica hasta finales del siglo XIX y pueden distinguirse las fundones,
derechos y privilegios del Parlamento a saber la legislación, aprobación de impuestos,
libertad de expresión e inmunidad.
La actual constitución Francesa, fue promulgada el 3 de Junio de 1958, y ella expresa: “El
pueblo francés proclama solemnemente su adhesión a los Derechos del Hombre y a los
principios de soberanía nacional, tal como han sido definidos por la Declaración de 1789,
conformada y completada por el preámbulo de la constitución de 1946”.
La Revolución Francesa que significa para Francia y en general para todo el continente, el
hito en que se separan las instituciones del “antiguo régimen y las de nuevo régimen” hasta
tal punto, que puede decirse que la consideración de este momento rebasa el interés
limitado de la historia constitucional francesa y encaja más bien la historia de las
instituciones políticas de todo el Occidente europeo.
I. Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en cuanto a sus derechos. Las
distinciones civiles sólo podrán fundarse en la utilidad pública.
IV. La libertad consiste en poder hacer todo aquello que no cause perjuicio a los demás. El
ejercicio de los derechos naturales de cada hombre, no tiene otros límites que los que
garantizan a los demás miembros de la sociedad el disfrute de los mismos derechos. Estos
límites sólo pueden ser determinados por la ley.
V. La ley sólo puede prohibir las acciones que son perjudiciales a la sociedad. Lo que no
está prohibido por la ley no puede ser impedido. Nadie puede verse obligado a aquello que
la ley no ordena.
VII. Ningún hombre puede ser acusado, arrestado y mantenido en confinamiento, excepto
en los casos determinados por la ley, y de acuerdo con las formas por ésta prescritas. Todo
aquél que promueva, solicite, ejecute o haga que sean ejecutadas órdenes arbitrarias, debe
ser castigado, y todo ciudadano requerido o aprehendido por virtud de la ley debe obedecer
inmediatamente, y se hace culpable si ofrece resistencia.
VIII. La ley no debe imponer otras penas que aquéllas que son estrictamente y
evidentemente necesarias; y nadie puede ser castigado sino en virtud de una ley
promulgada con anterioridad a la ofensa y legalmente aplicada.
IX. Todo hombre es considerado inocente hasta que ha sido declarado convicto. Si se
estima que su arresto es indispensable, cualquier rigor mayor del indispensable para
asegurar su persona ha de ser severamente reprimido por la ley.
X. Ningún hombre debe ser molestado por razón de sus opiniones, ni aun por sus ideas
religiosas, siempre que al manifestarlas no se causen trastornos del orden público
establecido por la ley.
XI. Puesto que la libre comunicación de los pensamientos y opiniones es uno de los más
valiosos derechos del hombre, todo ciudadano puede hablar, escribir y publicar libremente,
excepto cuando tenga que responder del abuso de esta libertad en los casos determinados
por la ley.
XII. Siendo necesaria una fuerza pública para garantizar los derechos del hombre y del
ciudadano, se constituirá esta fuerza en beneficio de la comunidad, y no para el provecho
particular de las personas a las que ha sido confiada.
XIII. Siendo necesaria, para sostener la fuerza pública y subvenir a los gastos de
administración, una contribución común, ésta debe ser distribuida equitativamente entre los
ciudadanos, de acuerdo con sus facultades.
XIV. Todo ciudadano tiene derecho, ya por sí mismo o por su representante, a constatar la
necesidad de la contribución pública, a consentirla libremente, a comprobar su adjudicación
y a determinar su cuantía, su modo de amillaramiento, su recaudación y su duración.
XV. La sociedad tiene derecho a pedir a todos sus agentes cuentas de su administración.
XVI. Una sociedad en la que la garantía de los derechos no está asegurada, ni la separación
de poderes definida, no tiene Constitución.
XVII. Siendo inviolable y sagrado el derecho de propiedad, nadie podrá ser privado de él,
excepto cuando la necesidad pública, legalmente comprobada, lo exige de manera evidente,
y a la condición de una indemnización previa y justa.
REFERENCIA A LOS ARTÍCULOS 2, 19, 22, 23, 27, 31, 271, 281 ORD. 1, 285 ORD.
1 DE LA CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE
VENEZUELA
Artículo 23. Los tratados, pactos y convenciones relativos a derechos humanos, suscritos y
ratificados por Venezuela, tienen jerarquía constitucional y prevalecen en el orden interno,
en la medida en que contengan normas sobre su goce y ejercicio más favorables a las
establecidas por esta Constitución y la ley de la República, y son de aplicación inmediata y
directa por los tribunales y demás órganos del Poder Público.
Artículo 27. Toda persona tiene derecho a ser amparada por los tribunales en el goce y
ejercicio de los derechos y garantías constitucionales, aun de aquellos inherentes a la
persona que no figuren expresamente en esta Constitución o en los instrumentos
internacionales sobre derechos humanos.
La acción de amparo a la libertad o seguridad podrá ser interpuesta por cualquier persona, y
el detenido o detenida será puesto bajo la custodia del tribunal de manera inmediata, sin
dilación alguna.
El ejercicio de este derecho no puede ser afectado, en modo alguno, por la declaración del
estado de excepción o de la restricción de garantías constitucionales.
Artículo 31. Toda persona tiene derecho, en los términos establecidos por los tratados,
pactos y convenciones sobre derechos humanos ratificados por la República, a dirigir
peticiones o quejas ante los órganos internacionales creados para tales fines, con el objeto
de solicitar el amparo a sus derechos humanos.
Artículo 271. En ningún caso podrá ser negada la extradición de los extranjeros o
extranjeras responsables de los delitos de deslegitimación de capitales, drogas, delincuencia
organizada internacional, hechos contra el patrimonio público de otros Estados y contra los
derechos humanos. No prescribirán las acciones judiciales dirigidas a sancionar los delitos
contra los derechos humanos, o contra el patrimonio público o el tráfico de estupefacientes.
Asimismo, previa decisión judicial, serán confiscados los bienes provenientes de las
actividades relacionadas con los delitos contra el patrimonio público o con el tráfico de
estupefacientes.
1. Velar por el efectivo respeto y garantía de los derechos humanos consagrados en esta
Constitución y en los tratados, convenios y acuerdos internacionales sobre derechos
humanos ratificados por la República, investigando de oficio o a instancia de parte las
denuncias que lleguen a su conocimiento.