La autonomía y los limites son actividades necesarias tienen que plantearse desde muy
temprana edad, en el estilo de crianza de los padres. La autonomía es una capacidad de realizar
actividades por sí mismo, propias de su edad, que brinda confianza e independencia en cada
etapa del desarrollo. La función de los límites es crear un ambiente seguro, permite predecir la
reacción de los padres ante determinadas situaciones y comportamientos, ayudan a tener claros
determinados criterios sobre las cosas. Son una referencia, quiere decir “hasta aquí nada más”
En lo que respeta a los límites, en el proceso de terapia desde la primera sesión, se crea una
serie de límites que debe tener cada niño con la finalidad que lo refuercen o creen en casa. Por
ejemplo, un límite es que el menor incremente su capacidad de esperar sentado, cada vez que
se pare, inmediatamente se le toma de la mano y se invita a sentarse con un objeto que le llame
la atención. De esta manera, marcamos límites claros, entender que conducta debe realizar y
predecir que es un adulto persistente, amigable pero organizado y flexibles. En casa los limites
deben ser claros, si damos una orden y la repetimos 7 veces, los niños saben que a la 8° vez
recién los padres actuarán; por lo tanto, tienen 7 oportunidades de desobedecer. En terapia
siempre se recomienda a los padres, la primera orden se emite un tono de voz tranquilo, la
segunda vez que se repite la orden con tono de voz firme, la tercera y última vez el adulto debe
solicitar que el menor realice la orden en su presencia y no se retiraran hasta que lo realice. Si
se niega deben presentar una consecuencia negativa a esa conducta. Cuando lo realizan se debe
reforzar inmediatamente de manera afectiva con un abrazo o celebración.