El análisis comparativo de los casos de desarrollo al nivel mundial muestra que los
países que han alcanzado con éxito el desarrollo económico y social son los que han
invertido la energía necesaria en el diseño de una visión a largo plazo.
Cuando los países carecen de una visión estratégica a largo plazo en materia de
desarrollo, las políticas públicas suelen tener éxitos efímeros y a veces pueden ser
incoherentes y contradictorias. Con esa visión es más fácil ordenar las prioridades de
política y el accionar del Estado, así como verificar el avance hacia las metas
establecidas. La adopción de una visión nacional es un primer paso positivo de los
países que quieren movilizar las energías de sus ciudadanos hacia un mejor futuro.
Por último, el tercer escenario (el pesimista o de riesgo) tiene como “límite máximo” un
mantenimiento precario de las tendencias económicas a largo plazo, con una posible
inclinación progresiva al deterioro, y se edifica suponiendo un freno (que hoy parece
poco probable) a la profundización de las reformas estructurales en curso, que
degradaría el clima de inversión y frenaría los avances en el plano de la formación de
capital humano.
El empleo es el principal factor de cohesión. Como tal, también deber ser el foco de
convergencia de todos los componentes de la nueva estrategia dominicana de
desarrollo. El empleo debe convertirse en un parámetro para establecer el orden de
prelación de las grandes decisiones de la política económica y social del próximo cuarto
de siglo en la República Dominicana.
Uno de los mayores desajustes del estilo de desarrollo que ha prevalecido en las últimas
dos décadas en la República Dominicana concierne a la situación laboral y a la
evolución del desempleo. A pesar de que la economía ha observado períodos de alto
dinamismo, sobre todo en la segunda parte de la década de 1990 y tras la crisis de
2003-2004, la insatisfactoria evolución del empleo permanece, al mantenerse la tasa
de desempleo amplio en cifras de dos dígitos, rondando en algunos momentos cerca
de un 20%. Entre 1991 y 2006 la tasa de crecimiento medio anual del producto real fue
de un 5,8%, la tasa de desempleo medio fue de un 16,7% y la del producto potencial
de un 5,9% anual. Los cálculos efectuados con la evidencia de este período señalan
una tasa natural de desempleo (TND) muy alta, en torno a un 16,5%.