El cultivo de hortalizas requiere un enfoque particular del manejo de las malezas. Las áreas de cultivo
de hortalizas por lo general son reducidas pero producen cultivos de alto valor comercial y
gastronómicamente apreciados. Los frutos y los cultivos de hoja proporcionan ingresos importantes
para los agricultores y los trabajadores a nivel local o regional. En el caso de España, en el año 1999
existían 395 300 hectáreas de hortalizas cultivadas en pequeñas áreas con una producción estimada
en cerca de 12 millones de toneladas.
El riego es una característica de estos cultivos en el Mediterráneo o en zonas áridas. El tipo de riego
usado también influye sobre el manejo de las malezas según los distintos sistemas en uso: el riego
tradicional por inundación o el riego por surcos o los sistemas más modernos por regadores, goteo
o infiltración. Sin embargo, los herbicidas tienen un comportamiento diferente: su incorporación es
afectada por el agua y por ello la selectividad de los cultivos es, por lo tanto, substancialmente
limitada.
Las áreas tradicionales de cultivos de hortalizas están por lo general situadas vecinas a corrientes
de agua, lugares inundables, deltas de los ríos o zonas pantanosas, por lo que si se usan herbicidas,
su impacto ambiental y condiciones de uso deben ser debidamente considerados.
Un cierto número de hortalizas son producidas bajo cubiertas de plástico lo cual puede afectar el
comportamiento del herbicida reduciendo su volatilidad y los fenómenos de condensación,
condiciones bajo las cuales la selectividad de los cultivos podría ser modificada.
Como resultado de todos estos problemas y en razón de las pequeñas áreas cultivadas con
hortalizas, las compañías químicas no muestran gran interés en desarrollar herbicidas específicos
para el manejo de las malezas en estos cultivos. Esta falta de interés puede traer también como
consecuencia el retiro del mercado de algunos herbicidas selectivos como ha ocurrido con naptalm,
bensulide y otros en el mercado europeo. En los Estados Unidos de América también existe
preocupación por los herbicidas que se aplican en los cultivos menores; en este país, el proyecto IR-
4 tiene por objetivo buscar soluciones a los problemas del manejo de herbicidas por los horticultores
(Arsenovic y Kunkel, 2001).
Otro aspecto relacionado con la complejidad del uso de los herbicidas es su persistencia en el suelo
la cual puede afectar los cultivos siguientes en la rotación como resultado de los herbicidas sobrantes
que permanecen en el suelo. En muchos lugares las rotaciones de los cultivos de hortalizas son muy
rápidas e intensivas y la toxicidad de los herbicidas puede afectar el cultivo siguiente si el ciclo del
cultivo anterior fue muy breve.
Es necesario considerar todos esos aspectos así como las preocupaciones de los consumidores
sobre la probable presencia de residuos de plaguicidas en los frutos, hojas y raíces de estos cultivos
y las estrictas limitaciones para la comercialización y la exportación que pueden invalidar muchas
jornadas de trabajo y la resistencia de los trabajadores. Por lo tanto, es imperioso hacer un uso
cuidadoso de los herbicidas para lo que se deben seguir atentas prácticas de cultivo, especialmente
cuando hay interés en obtener un producto de calidad reconocida.
Existe gran interés en la integración de las prácticas de labranza con el control químico en razón de
la reducción del impacto de los herbicidas y el costo de la mano de obra. Mientras que los herbicidas
tienen una función importante en la horticultura extensiva, mecanizada y al aire libre, el control
manual de las malezas es una práctica común en el cultivo de hortalizas, incluso después del
tratamiento con herbicidas (p. ej., los frijoles verdes pueden necesitar 5-15 h/ha y los tomates
trasplantados 50-90 h/ha).
Algunas especies anuales con un ciclo corto tales como Sonchus oleraceus, Poa annua, Senecio
vulgaris y Stellaria media también pueden crear problemas en algunos cultivos de hortalizas en
ciertas etapas de la rotación de cultivos.
Las comunidades de malezas pueden estar formadas por varias especies pero muchas de ellas
están más adaptadas a un cultivo específico. Por ejemplo: Echinochloa crus-galli,
Amaranthus spp., Chenopodium album, Polygonum aviculare, Portulaca oleracea y Solanum
nigrum son especies dominantes en los tomates trasplantados. Sin embargo, cuando los tomates
son sembrados directamente son más frecuentes varias malezas gramíneas tempranas tales
como Alopecurus myosuroides, Avena spp., Lolium spp. y varias especies de Brasicáceas y
Asteráceas.
Del mismo modo, las malezas frecuentes en las cebollas de siembra temprana son Capsella bursa-
pastoris, Sinapis arvensis, Poa annua, Sonchus spp., Polygonum aviculare. En las cebollas
trasplantadas o en los cultivos de siembra tardía también son frecuentes Echinochloa spp., Portulaca
oleracea, Solanum spp., Setaria spp. Las malezas parásitas también pueden ser un problema en los
cultivos hortícolas: Orobanche crenata en leguminosas, apiáceas y lechuga, O. ramosa en
solanáceas y cucurbitáceas, Cuscuta spp. en leguminosas, tomate, zanahoria, cebolla y espárrago
(García-Torres, 1993). Algunas malezas específicas son características de una determinada área,
región o país; por ejemplo, Galinsoga parviflora en Polonia, Polygonum arenastrum en
Israel, Ambrosia artemisiifolia, Cirsium arvense y Amaranthus hybridus resistente a la triazina en
Francia, Abutilon theophrasti en Italia, Cyperus rotundus en España, Marruecos y Portugal (Tei et
al., 1999, 2002).
En los cultivos de hortalizas los mayores problemas son causados por las malezas de hoja ancha ya
que las malezas gramíneas son mejor manejadas por las rotaciones o pueden ser fácilmente
eliminadas con el uso de herbicidas selectivos de aplicación foliar.
Con un conocimiento completo de la fenología de las malezas y otros factores (temperatura, lluvia y
sistema de riego) a nivel local, es posible predecir cuando y en que cultivo ciertas malezas podrán
causar problemas. Obviamente, en los cultivos bajo protección de plástico, la emergencia de las
malezas ocurre antes que al aire libre y el crecimiento de las malezas es mayor.
Solo unos pocos cultivos de hortalizas son buenos competidores porque cubren el suelo tapando las
malezas. Algunos ejemplos son el repollo (Brassica spp.) o las alcachofas. Pero muchas de las
hortalizas como las liliáceas, las zanahorias o los pimientos, en las latitudes templadas crecen
lentamente y cubren poco el suelo sufriendo una fuerte competencia de las malezas no solo por
agua, nutrientes y luz sino incluso por espacio. Por lo tanto, si el control de malezas no se lleva a
cabo en forma oportuna probablemente no haya producción. Hay muchos ejemplos de problemas
de reducción de los rendimientos de los cultivos (Labrada, 1996) que indican la gran sensibilidad de
las hortalizas a la competencia temprana de las malezas y la necesidad de controlarlas en las
primeras etapas de crecimiento.
La competencia de las malezas es particularmente seria en el caso de los cultivos hortícolas de
siembra directa. El período crítico de la competencia de las malezas (o sea, el período durante el
cual debe ser hecho el control de las malezas) es por lo general mayor en las siembras directas que
en los cultivos trasplantados. Por ejemplo, si en un cultivo de pimientos trasplantados las malezas
deben ser controladas entre la segunda semana hasta el tercer mes después del trasplante para
prevenir una pérdida de 10 por ciento, el control de malezas en la siembra directa de pimiento debe
ser hecho durante los cuatro primeros meses después de la emergencia para prevenir la misma
pérdida (Medina, 1995). Aparentemente algunas técnicas tradicionales incrementan la
competitividad del cultivo (p. ej., trasplante, camas levantadas). Obviamente, las condiciones del
tiempo y la densidad de las malezas tienen una gran influencia en la duración de los períodos críticos.
Una ola de frío que afecte a algunos cultivos de hortalizas puede provocar un crecimiento lento, una
mayor competencia y mayores pérdidas de rendimiento.
ALMÁCIGOS
Muchas hortalizas son cultivadas en almácigos para obtener plántulas adecuadas para el trasplante
al campo. Los suelos dedicados a los almácigos son por general más livianos, con buena inclinación
y fertilizados para obtener una buena emergencia de las plántulas. Los almácigos por general son
regados por inundación y protegidos por plástico. Muchas técnicas de control de malezas ya han
sido descriptas en el trabajo de Labrada (1996). Ahora se agregan algunas posibilidades de manejo
de las malezas.
Falsos almácigos
Los falsos almácigos son usados algunas veces para los cultivos de hortalizas cuando otras prácticas
selectivas de control de malezas son limitadas o no están disponibles. El éxito de tal operación
depende del control de la primera generación de malezas emergidas antes de la emergencia del
cultivo y con un disturbio mínimo, lo cual reduce las generaciones subsiguientes de malezas.
Básicamente esta técnica consiste en lo siguiente:
1. Preparación del almácigo dos a tres semanas antes de la siembra para obtener la máxima
germinación de las semillas de las malezas cerca de la superficie del suelo.
2. Siembra del cultivo con el mínimo disturbio del suelo para evitar que las nuevas semillas de
malezas se encuentren en condiciones favorables para su germinación.
3. Tratar el campo con un herbicida no residual para eliminar todas las malezas germinadas
(William et al., 2000) inmediatamente antes o después de la siembra pero antes de la emergencia
del cultivo.
Los herbicidas recomendados son bypiridyliums, glifosato, sulfosato y glufosinato amónico, entre
otros. En los suelos de textura liviana tales como los suelos arenosos o en medios artificiales de
siembra, los tratamientos de herbicidas son riesgosos para algunos cultivos, especialmente tomates.
También es posible tratar el suelo con metham sodio pero la siembra deber ser demorada hasta que
el aceite está libre de metham, por lo general unos 20 días. El uso de este fumigante es muy efectivo
para el control de Solanum nigrum en el cultivo de tomates.
Solarización
Es un método efectivo para el control de enfermedades y plagas del suelo y puede controlar también
muchas malezas. El método ha sido descrito previamente por Labrada (1996). El suelo debe estar
limpio, con la superficie nivelada y húmedo antes de cubrirlo con una lámina fina (0,1-0,2 mm) de
plástico transparente y bien cerrada. El suelo debe permanecer cubierto durante los meses más
cálidos y soleados por un total de 30-45 días. La temperatura del suelo debe exceder los 40 °C para
tener efecto sobre las plagas del suelo, incluyendo las semillas de malezas. La solarización del suelo
es un método de espectro amplio, simple, económicamente viable y respetuoso del ambiente. No
afecta las propiedades del suelo y por lo general los cultivos sucesivos producen mayores
rendimientos (Campiglia et al., 2000). También presenta algunas desventajas en su ejecución. Por
ejemplo, es necesario el riego previo -o una lluvia frecuente y abundante- y el suelo debe ser
mantenido en solarización, fuera de producción, por un período mínimo de un mes. Los resultados a
menudo son variables, dependiendo de las condiciones del tiempo. Las altas latitudes frías o los
lugares nubosos no son, por lo general, adecuados para la solarización. Algunas especies pueden
tolerar la solarización como por ejemplo las especies perennes de raíces profundas: Sorghum
halepense, Cyperus rotundus, Equisetum spp. y también algunas malezas leguminosas de semillas
grandes. Después de la solarización el plástico debe ser recogido y la labranza profunda con arado
de reja debe ser evitada. Este sistema es más adecuado para pequeñas áreas de cultivo de
hortalizas pero ha sido mecanizado en grandes áreas para la siembra de tomates. La solarización
del suelo es muy usada en invernaderos de plástico en las condiciones del sur de España. La
biofumigación consiste en la incorporación de abono orgánico fresco en el suelo en las parcelas a
ser solarizadas. La descomposición de la materia orgánica produce gases tóxicos debajo del plástico
y fortalece los efectos biocidas. Normalmente el suelo debería ser removido después de la
solarización o la biofumigación para permitir que los gases escapen del suelo antes de la siembra
(Monserrat, 2001).
Hay menos herbicidas registrados para su uso en almácigos que para los cultivos en el campo.
Algunos de los herbicidas recomendados han sido descritos por Labrada (1996). La Tabla 1 muestra
los herbicidas agregados últimamente.
Existen varios herbicidas de postemergencia para el control de las gramíneas -conocidos usualmente
como familias «fop» y «dim»- que podrían ser usados en almácigos de hortalizas como por ejemplo
cicloxydim (para cebolla y crucíferas), cletodim (cebolla, tomate), fluazifop-butyl (tomate, pimiento,
lechuga, puerro, cebolla). Las dosis deben ser bajas para evitar problemas de fitotoxicidad (De Liñán,
2002).
Los tratamientos de herbicidas bajo plástico son siempre peligrosos y su aplicación debe ser muy
cuidadosa, los niveles de humedad y temperatura son elevados y las plantas crecen rápidamente.
La selectividad debería ser fácilmente perdida y pueden ocurrir síntomas de fitotoxicidad, en algunos
casos solo en forma temporaria. Los efectos a menudos son erráticos. Estos casos deben ser
enfrentados con prudencia y es aconsejable hacer algunos ensayos antes de aplicar un tratamiento
general.
a) Preemergencia
Herbicida Dosis (kg ia/ha) Cultivo
Clomazone 0,18 - 0,27 Pimiento, pepino
DCPA 6,0 - 7,5 Cebolla, crucíferas, lechuga
Metribuzin 0,15 - 0,5 Tomate
Napropamide 1,0 - 2,0 Tomate, pimiento, Berenjena
Pendimethalin 1,0 - 1,6 Cebolla, ajo
Proanide 1,0 - 2,5 Lechuga
Propachlor 5,2 - 6,5 Cebolla, crucíferas
b) Postemergencia (cultivos con al menos tres hojas)
Clomazone 0,27 - 0,36 Pimiento
Ioxinil 0,36 Cebolla, ajo, puerro
Linuron 0,5 - 1,0 Espárrago, zanahoria
Metribuzin 0,075 - 0,150 Tomate
Oxifluorfen 0,18 - 0,24 Cebolla, ajo
Rimsulfuron 0,0075 - 0,015 Tomate
Rotación de cultivos
1. alternando los cultivos con diferentes tipos de vegetación: cultivos de hoja (lechuga, espinaca,
crucíferas), raíces (zanahorias, papas, rábanos), bulbos (puerro, cebolla, ajo), frutos (calabazas,
pimiento, melón).
4. evitando cultivos sucesivos de la misma familia: apiáceas (apio, zanahoria), solanáceas (papa,
tomate).
5. alternando pobres competidores de malezas (zanahoria, cebolla) con competidores fuertes (maíz,
papa).
6. evitando malezas problemáticas en cultivos específicos (p. ej., malváceas en apio o zanahoria,
parásitas y perennes en general).
Cultivos mezclados
El cultivo simultáneo de dos o más especies sembradas en forma adyacente es llamado cultivo
mezclado o cultivo intercalado. Los ciclos de las especies deben coincidir total o parcialmente. Las
ventajas son un mejor uso del espacio, la luz y otros recursos, la protección física, un balance térmico
favorable, una mejor defensa de las plantas contra algunas plagas y menos problemas con las
malezas ya que el suelo está mejor cubierto. Los inconvenientes son la competencia entre los
cultivos, un manejo y mecanización más difíciles, mayor necesidad de mano de obra y control
incompleto de las malezas. Algunas veces los resultados son menos productivos que cultivando una
sola especie. Por lo general los cultivos «acompañantes» son plantas de crecimiento rápido y bajo,
rastreras o erectas o especies simbióticas. Algunos ejemplos incluyen:
En regiones templadas:
lechuga + zanahoria
crucíferas + puerro, cebolla, apio, tomate
maíz + frijoles, soja
En las regiones tropicales donde esta técnica está muy bien adaptada a los sistemas agrícolas
tradicionales:
Medidas preventivas
Estas medidas pueden ser muy útiles -pero lamentablemente son siempre olvidadas-, están
estrechamente relacionadas con las rotaciones de cultivos y son necesarias cuando no se pueden
tomar medidas directas de control de malezas por razones económicas. Se basan en la reducción
del banco de semillas y propágulos del suelo y el reconocimiento temprano de las infestaciones.
Es necesario evitar la invasión de nuevas especies por medio del uso de material de siembra limpio
y prevenir la dispersión de semillas en el agua de riego, implementos y máquinas; un registro escrito
de la situación de las malezas en el campo es un elemento útil. Otro aspecto importante es impedir
la dispersión de malezas perennes o parásitas por medio del uso oportuno de tratamientos y labranza
y el uso del drenaje para prevenir la propagación de algunas especies que necesitan altos niveles
de humedad (Phragmites spp., Equisetum spp., Juncus spp.). También se deben vigilar los bordes
del predio para prevenir invasiones, actuando solo cuando sea necesario y recordar que esos bordes
y los caballones son útiles para controlar la erosión y albergar fauna de utilidad para los cultivos
(Zaragoza, 2001).
Tal como ha sido indicado por Labrada (1996), la preparación adecuada de la tierra depende del
buen conocimiento de las especies de malezas prevalentes en el campo. Cuando predominan las
malezas anuales (crucíferas, Solanum, gramíneas) el objetivo es colocarlas en la superficie y
fragmentarlas. Si las malezas no presentan semillas con latencia (Bromus spp.), es aconsejable la
labranza profunda para enterrar las semillas. Si las semillas presentan latencia esta práctica es
incorrecta ya que esas semillas serán viables cuando vuelvan a la superficie después de las
operaciones de cultivo.
Las buenas prácticas de las operaciones mecánicas deben ser realizadas en condiciones óptimas,
incluyendo las siguientes:
En Alemania, se han obtenido pocos resultados negativos con el control mecánico de las malezas.
Las pérdidas medias de plantas después de carpir, aporcar y rastrear fueron de 3,0 - 3,5 por ciento
(Laber et al., 2000).
Otra operación típica que requiere labranza mecánica es la incorporación del herbicida al suelo.
Algunos herbicidas volátiles comúnmente usados en el control de las malezas en los cultivos de
hortalizas (p. ej. trifluralin) deben ser cuidadosamente incorporados al suelo a una profundidad
correcta de 5 - 7 cm. El implemento usado para su incorporación debe estar en buenas condiciones;
por ejemplo, las hojas del rotavador deben estar afiladas. Las hojas en forma de L son las más
adecuadas para la incorporación de los herbicidas pero si fuera necesario se podría sustituir el
rotavador por una rastra de dientes rígidos o flexibles. Los terrones o el abono orgánico que no se
hayan roto pueden reducir la eficacia del tratamiento (Kempen, 1989).
Materiales de acolchado
El uso de acolchado plástico es muy popular en algunas áreas de cultivo de hortalizas. Para impedir
la trasmisión de la radiación fotosintética se usa un plástico opaco de modo de detener el desarrollo
de las malezas. Las ventajas incluyen además una mejor conservación de la humedad del suelo y
como consecuencia una menor necesidad de riego y menos lixiviado del nitrógeno, una mejor
conservación de la estructura del suelo y un mayor rendimiento de las hortalizas, particularmente en
las zonas áridas. Los inconvenientes se encuentran sobre todo en el precio del plástico -si bien puede
ser reusado- y en los costos del trabajo. Algunas malezas perennes (p. ej., Convolvulus arvensis,
Cyperus spp.) no son controladas con este sistema y son necesarios cultivos intercalados o
tratamientos específicos. Es obligatorio retirar del campo todos los restos del plástico y su quema
está prohibida. El acolchado con plástico negro en los surcos del cultivo y los cultivos intercalados
son opciones satisfactorias para los productores de tomate y melón orgánico en el sur de Europa.
También pueden ser usados otros materiales orgánicos como corteza, paja o residuos vegetales,
sobre todo si se obtienen a bajo costo. Sus ventajas son similares a las del plástico pero las malezas
pueden en algunos casos llegar a la superficie si la capa de cobertura no es lo suficientemente
gruesa. Dependiendo de los materiales usados se pueden encontrar problemas particulares (p. ej.,
peligro de fuego cuando se usa paja, el viento o las inundaciones pueden mover la paja). Algunos
materiales pueden aumentar la población de enemigos de los cultivos tales como roedores o
caracoles. Por supuesto, siempre será necesaria la remoción manual de algunas malezas
(Nogueroles y Zaragoza, 1999).
El mejor enfoque para minimizar los insumos y evitar problemas ambientales es la aplicación de
herbicidas en el surco del cultivo, en una faja de 10-30 cm (Labrada, 1996). La aplicación en fajas
reduce el uso de herbicidas hasta un 75 por ciento, cuando se la compara con la aplicación total. Las
malezas en las zonas entre los surcos son controladas por medio de trabajos culturales. La Tabla 2
muestra las opciones de herbicidas selectivos que pueden ser usados en los cultivos de hortalizas.
Diphenamid ha sido aplicado con éxito en los cultivos de hortalizas pero actualmente no se encuentra
en el comercio. La mayoría de los herbicidas mencionados en la Tabla 2 son inefectivos para el
control de malezas perennes. Halosulfuron es un nuevo herbicida selectivo para cucurbitáceas y
otras hortalizas con acción contra Cyperus spp. (Webster, 2002).
Algunas veces puede ser usada la combinación de dos herbicidas con un diferente espectro de
control de malezas. Es posible mezclar dos herbicidas diferentes (p. ej., isoxaben + trifluralin, DCPA
+ propachlor, bensulide + naptalam) para obtener una mayor eficacia, pero en todos los casos es
necesario hacer ensayos previos. Algunos herbicidas pueden ser probados contra la maleza
parásita Cuscuta spp., tales como DCPA, pendimethalin, pronamide e imazethapyr (García-Torres,
1993).
Para el control selectivo de malezas gramíneas en los cultivos de hortalizas se recomienda el uso
de algunos herbicidas foliares tales como cicloxidim (contra anuales: 0,1-0,25 kg ia/ha; perennes:
0,3-0,4); cletodym (0,1-0,2), fluazifop-butyl (anuales: 0,15-0,25; perennes: 0,5+0,25); haloxyfop-
methil (0,05-0,2); propaquizafop (0,1-0,2); quizalofop (anuales: 0,05-0,125; perennes: 0,1-0,2). Se
debe tener presente que una sola aplicación no es suficiente contras las malezas perennes. Su
actividad foliar es fortalecida agregando un surfactante no iónico o coadyuvante (Kempen, 1989;
William et al., 2000; De Liñán, 2002).
El uso de cualquier herbicida en los cultivos de hortalizas requiere pruebas previas para verificar su
efectividad en las condiciones locales y su selectividad para los cultivares disponibles de cada
especie.
Algunos herbicidas tienen una gran persistencia y pueden afectar los cultivos siguientes incluídos en
la rotación. Para evitar esto se recomienda el uso del arado de rejas o dos pasadas cruzadas de
cultivador después de la cosecha a fin de mezclar la capa de suelo tratada con aquellas no tratadas
y disipar los residuos de herbicidas. Las etiquetas que lucen los productos deben siempre ser
consultadas, especialmente respecto a los cultivos sensibles a sembrar después del uso de los
herbicidas.
En los climas cálidos y húmedos los residuos de herbicidas por lo general se disipan rápidamente,
pero es necesario tomar ciertas precauciones. Algunos ejemplos de las recomendaciones indicadas
en las etiquetas de los productos son:
Metribuzin: después de un período de tres meses y siguiendo a la labranza es posible sembrar varios
cultivos excepto cucurbitáceas, crucíferas, lechuga, fresas, girasol, guisantes, remolacha de mesa y
tabaco.
Trifluralin: después de la labranza es posible sembrar guisantes, frijol lima, haba, col, lentejas,
alcachofas, papa, cebada, girasol, alfalfa, tréboles y zanahoria. Espinaca, remolacha de mesa,
avena, maíz y sorgo no deberían ser sembradas antes de un período de 12 meses.
Algunas áreas agrícolas avanzadas han desarrollado sistemas de manejo integrado de malezas.
Algunas estrategias generales se resumen a continuación (William et al., 2000).
Judías y guisantes verdes: las legumbres cosechadas deben estar libres de bayas
de Solanum, yemas de cardo, tallos de Amaranthus o silicuas de crucíferas. Las rotaciones de
cultivos, la siembra en líneas cercanas, el control temprano de las malezas y las prácticas culturales
(excepto en los suelos rocosos o con terrones) se combinan con herbicidas para minimizar la
competencia de las malezas y la contaminación del producto. Un único tratamiento de
postemergencia puede suprimir la competencia de las malezas o la contaminación potencial de los
guisantes cosechados.
Zanahoria y apio: las zanahorias suprimen las malezas cuando se combinan la distancia entre
surcos, la densidad de población, los métodos culturales y la aplicación de un herbicida. Los métodos
culturales también previenen la quemadura por el sol o que la parte superior de las raíces tome color
verde, por ejemplo cubriéndolas con tierra.
Remolachas de mesa: una combinación del control de malezas temprano, surcos a poca distancia,
población densa y métodos culturales suprimen la emergencia de malezas a mitad o fines de la
estación y después que el dosel foliar del cultivo se desarrolla.
Crucíferas y coles: la supresión de las malezas en los cultivos de crucíferas comienza con la
rotación de los cultivos que requieren diferentes prácticas de control de malezas e interrumpen el
ciclo de las malezas. La distancia entre surcos y la densidad de plantas son variables para alcanzar
un tamaño adecuado de la cabeza según la preferencia del mercado y suprimir las malezas. El
control temprano de las malezas incluye la aplicación de herbicida y/o tareas culturales.
Cultivos de hoja (lechuga, escarola, espinaca): la siembra directa de la lechuga requiere un par
de trabajos culturales y el raleo o limpieza de malezas en forma manual, mientras que las lechugas
trasplantadas se cosechan a los 45 días después de uno o dos trabajos culturales con menos trabajo
de remoción manual de las malezas.
Ajo y cebolla: el ajo requiere un casi perfecto control de malezas dado que emerge lentamente y
madura en un período de 10-11 meses y nunca forma un dosel foliar debido a la disposición vertical
de las hojas cortas. Los horticultores, por lo tanto, a menudo controlan todas las malezas
inmediatamente antes de la emergencia del cultivo; aplican al suelo un herbicida para el control de
las malezas invernales y se agregan tratamientos adicionales durante la primavera dependiendo de
la invasión de malezas específicas. En el caso de la cebolla, las malezas son manejadas con
herbicidas selectivos combinados con trabajos culturales frecuentes. Los cultivos invernales de
cobertura fortalecen tanto el manejo del suelo como de las malezas.
Tomate y pimiento: las malezas pueden ser manejadas por medio de una labranza preparatoria y
un herbicida presiembra en los cultivos trasplantados. La cobertura con plástico negro puede ayudar
a reducir la necesidad del control químico. La labranza entresurcos o la aplicación de herbicidas
postemergencia pueden controlar las malezas en una etapa posterior. En los cultivos de siembra
directa son necesarios tratamientos químicos más intensos. El manejo de Solanum nigrum -una de
las peores malezas en el caso del tomate- se deberían recordar los siguientes puntos:
controlar químicamente los cultivos previos en los casos en que esto sea más simple
(remolachas, zanahorias, apio, espinaca);
esta maleza es más importante en los tomates trasplantados que en los de siembra directa;
es recomendable la preparación de falsas camas de semilla;
aplicación de herbicidas (pendimethalin, oxifluorfen) al suelo en el momento de la siembra,
integrados con carpidas entre los surcos y/o por tratamientos a bajas dosis divididas de
metribuzin + rimsulfuron contra S. nigrum en sus primeras etapas (hasta dos hojas) (Tei et
al., 1999).
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