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1I n a ohra puede ser una exhortación a esforzarse

1 ada VI ' /.
mús en la tarea de vivir.

HENRYMOORE
~1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
481.010-4

Henry Moore

SER ESCULTOR

Traducción d e
ElisendaJulibert

(::BA
Moore trabajando e n una escultura d e piedra
de Hopton Wood titu lada Sculpture, Burcroft, Kent, 1937
ÍNDICE

Prefacio· 9

Una visión de la escultura· 17

La voz del escultor · 25

Características de la escultura · 41

El arte primitivo · 51

Citas· 65

© The H enry Moore Foundation, 2011

©Editorial Elba, S.L., 2011


Avenida Di ago nal , 579
08014 Ba rcelona
Tel. : 93 41 5 89 54
ed itori al@elbaeditorial.com
Aunque mi padre escribi ó en The Listener
que «el,escultor o el pintor que hablan o escriben
asiduamente sobre su trabajo cometen un error»,
paradójicamente la bibliografia de Henry Moore
incluye 598 entradas entre las que se encuen-
tran libros, cartas, catálogos de exposiciones, ar-
tículos de periódicos, entrevistas, grabaciones,
películas y vídeos, como se ve en la antología de
escritos y conversaciones de Henry Moore edita-
da por Alan Wilkinson.
De hecho, me di cuenta de que la comunica-
ción era una parte muy importante de la vida de
mi padre y de la vida cotidiana familiar desde muy
peque ña. Mi padre dedicaba muchísimo tiem-
po y atención a cualquiera de las cosas que escri-
bía, tanto si era un artículo como una carta. In-
cluso le gustaba echar un vistazo a mis ejercicios
escolares de puntuación y dictado. También so-
líamos entretenernos conjuegos d e palabras
durante las comidas con la ayuda del diccionario
de la lengua inglesa de Oxford. Siempre había vi-
sitas en casa, desde gente de la televisión hasta ar-
quitectos, escritores, músicos internacionalmen-

11
..
Henry Moore con su hüa Mary en Perry Green c. 1948
te célebres, o simplemente estudiantes de arte a desarrollar una considerable agudeza en la
que se acercaban a nuestra casa, sin avisar, en bi- percepción de las formas planas, no llegan a
cicleta. La nuestra era una casa abierta. Asom- realizar jamás los esfuerzos intelectual es y
emocionales necesarios para captar la forma
brosamente, el equilibrio entre lo público y lo pri-
en toda su realidad espacial.
vado, lo interior y lo exterior, parecía darse de
forma natural y fluida. De hecho, mi infancia fue una exposición
Indudablemente, mi padre era un gran co- constan te al << esfuerzo intelectual y emocional ne-
municador, lo cual no era extraño porque él mis- cesario para captar la forma en toda su realidad
mo había sido profesor y había nacido en una espacial». Aquel esfuerzo impregnaba toda la vi-
familia de profesores. Pero, además, su capacidad da cotidiana, dentro y fuera del estudio. En el ám-
comunicativa se debía al simple hecho de que le bito doméstico, solía cobrar la forma más asom-
gustaba la gente. Decía que podía enseñar a cual- brosa a través de juegos.
quiera a dibujar, pero lo que realmente enseña- Eran juegos para ampliar y consolidar la ex-
ba era a mirar. Y enseñaba a mirar desde la pers- periencia tridimensional: juegos excéntricos, co-
pectiva escultórica y tridimensional. En 1937, al mo uno que nos propuso en la fiesta de mi sép-
hablar de la <<ceguera para las formas>> en The Lis- timo cumpleaños, y que consistía en adivinar e l
tener, explicaba la diferencia entre la percep- peso de mis amigos con la ayuda de la báscula
ción bidimensional y la tridimensional: del baño; u otro en que se trataba de encontrar
el centro de una hoja de papel, o de dibujar con
La <<ceguera para las formas >> es más común los ojos vendados (para aprender a interiorizar
que la ceguera para los colores. Cuando los ni- y a dibujar a partir de la memoria visual) ; o de
ños aprenden a mirar, al principio sólo dis-
visualizar la parte posterior de algo mientras la
tinguen formas en dos dimensiones [ ... ] Más
tarde [ .. . ] terminan desarrollando (en parte observaba de frente.
mediante el tacto) la capacidad de juzgar ru- En verano solíamos ir a Broadstairs, en Kent,
dimentariamente las distancias tridimensio- y nos instalábamos en una pensión del paseo ma-
,. nales. Pero una vez satisfechas las exigencias rítimo durante dos semanas. Creo-que durante
de las necesidades prácticas, la mayoría de per- toda su vida mis padres habían pasado los vera-
sonas no va más lejos. Aunque pueden llegar nos de aquella manera, aunque mi padre sólo to-

12 13
:
'1 . / ' 1

maba dos semanas de vacaciones porque no po- sée de l'Homme (aquellas imágenes eran notas
día soportar alejarse de su estudio más tiempo. para un lenguaje formal íntimo).
En las tardes de lluvia de aquellas vacaciones, y La función de su colección de objetos natu-
también durante el resto del año, nos entregá- rales y de guijarros era fundamentalmente la mis-
bamos a estos juegos familiares. Las pozas que ma que la de su colección de libros, postales y
se formaban en la playa constituían una fuente blocs de dibujo. Pero pensar que se inspiraba en
de descubrimientos, y al volver en el Tilbury Ferry aquellos guijarros es engañoso, pues más bien le
llevábamos el maletero cargado de guijarros. servían para forjar su propio vocabulario íntimo
También fui consciente de la importancia de (véase <<La voz del escultor>>):
las imágenes visuales desde muy pequeña. Mi pa-
dre fotografiaba constantemente su propio tra- Durante muchos años he pasado tempora-
bajo. Y más tarde me di cuenta de hasta qué pun- das en la misma parte de la costa, pero cada año
la forma nueva de algún guijarro captaba mi
to era accesible la información visual en la década
atención, una forma que el año anterior no ha-
de 1960, en comparación con lo que había co-
bía visto aunque hubiera cientos de guijarros.
nocido mi padre en su juventud. Precisamente
De los miles de guijarros con que me topaba
en <<U na visión de la escultura>> había señalado el al pasear por la orilla, había uno cuya forma me
enorme impacto que el desarrollo de la comu- entusiasmaba pues se adecuaba al interés for-
nicación moderna había tenido en la visión de la mal que me ocupaba en aquella época.
escultura en todo el mundo. Yo me f~aba en có-
mo mi padre recopilaba imágenes, por ejemplo Los escultores son padres estupendos, sobre
para su colección de postales. Compraba posta- todo para las hijas. Son ágiles físicamente, in-
les en todos los museos que visitaba, y guardaba las mensamente prácticos y creativos, y pueden mo-
que le mandaban los amigos. También tenía su ver grandes bloques de piedra. Pero sobre todo
colección de libros -visitaba a menudo la librería son inteligentes emocionalmente y saben escu-
de Zwemmer, donde, como no siempre podía char su yo interior.
permitirse comprar, prácticamente memoriza- Mi padre tenía un precioso don de la in tuición
ba el contenido de los libros- y su bloc lleno de que le permitía acceder a su subconsciente y
dibujos hechos en el British Museum o en el M u- manifestarlo sin que la expresión lo distorsiona-

14 15
.'
ra, porque creó su propio vocabulario. Todas
aquellas imágenes visuales que había reunido e
interiorizado le permitieron crear un vocabula-
rio corriente para expresar su subconsciente. So-
lía referirse a ello en sus escritos. <<Estoy plena-
mente convencido de que los factores asociativos, UNA VISIÓN DE LA ESCULTURA
psicológicos, son decisivos en la escultura. Es muy
posible que incluso el sentido y el significado de
la forma misma dependan de las innumerables
asociaciones en la historia de la humanidad. »
Nunca conversaba explícitamente ni hacía di-
dáctica sobre el asunto. La vida cotidiana era un
viaje ininterrumpido donde ampliar aquel voca-
bulario y descubrir nuevas maneras u ocasiones
de usarlo.

MARYMOORE
(2010)

16

.•
La escultura de la antigua Grecia estaba con-
sagrada a la semejanza, y el realismo de sus re-
presentaciones alcanzó una perfección incom-
parable a la de cualquier periodo previo. El
Renacimiento resucitó el ideal griego, y desde en-
tonces hasta hace muy poco este ideal ha preva-
lecido en la escultura europea.
El mundo ha producido esculturas al menos
duran te los últimos tres mil años. Gracias a los avan-
ces de la comunicación, hoy conocemos buena
parte de esa producción y aquel puñado de es-
cultores griegos de unos pocos siglos ya no nos
impide apreciar los logros escultóricos del resto
de la humanidad. Hoy conocemos la escultura pa-
leolítica y neolítica, la sumeria, la babilónica y
la egipcia, la escultura griega arcaica, la china, la
etrusca, la india, la maya, la mexicana y perua-
na, la del románico, la bizantina y la gótica, la afri-
cana, la de las islas de los Mares del Sur, la de los
indios norteamericanos; disponemos de piezas o
de fotografías de todas estas esculturas, lo cual
.. nos ofrece un panorama de la escultura que nun-
ca antes había sido posible.

19
.
'
..

..
El estudio de H enry Moore e n e l número llA
de Parkhill Road , H ampstead , c. 1933
El hecho de que los hitos artísticos de la anti- en cualquier caso la imitación mecánica de los
gua Grecia dejaran de ser los únicos objetos que objetos y de su entorno no podrá satisfacerlo (la
contemplaba el escultor moderno (además de la cámara fotográfica y la fotomecánica hacen ab-
orientación que supuso el trabajo de pintoresco- surdo este propósito). Querrá que sus trabajos se-
mo Cézanne y Seurat) contribuyó a que éste vol- an creaciones nuevas, y no meras proezas de la
viera a darse cuenta del significado emocional in- imitación ni de la memoria, como las realistas fi-
trínseco de las formas, en vez de considerar guras de cera, que apenas poseen una vida de
fundamentalmente su valor representacional. En- segunda mano.
tonces, el escultor se liberó y pudo reconocer Cada escultor difiere en sus propósitos y sus
de nuevo la importancia del material con el que ideales dependiendo de su singular carácter, de
trabajaba, pensar y crear en su material tallándolo su personalidad y del punto de su trayectoria
directamente, entendiendo y aproximándose a donde se encuentre. La escultura que más me
él sin verse obligado a manipularlo más allá de su conmueve es vigorosa y autónoma, comple ta-
estructura constructiva natural, ni a debilitarlo; mente autosuficiente, es decir, que sus formas no
aprendió, al fin, que la escultura en piedra de- están meramente indicadas por el relieve tallado
bía tener el sencillo aspecto de la piedra, y que en la superficie sino que se encuentran comple-
conseguir imitar la carne o la sangre, el cabello tamente realizadas y funcionan como masas que
o los hoyuelos, lo degrada al nivel de un presti- se oponen; no es una escultura perfectamente si-
digitador. métrica, es estática, fuerte, vital, y transmite al-
Un horizonte ilimitado se abre entonces an- go de la fuerza y del poder de las grandes mon-
te los ojos del escultor. La inspiración proviene, tañas. Tiene una vida propia, independiente del
como siempre ocurrió, de la naturaleza y del objeto que representa.
mundo que lo rodea, de los principios que apren-
de, como el equilibrio, el ritmo, el crecimiento (1930)
orgánico de la vida, la atracción y la repulsión,
la armonía y el contraste. Su trabajo puede ser
• relativamente representacional o, como en la mú-
sica y la arquitectura, no representacional, pero

22 23
LA VOZ DEL ESCULTOR

.
'
El escultor o el pintor que hablan o escriben
asiduamente sobre su trabajo cometen un error,
pues atenúan la tensión necesaria para realizar
su propio trabajo. Al intentar expresar sus pro-
pósitos con una gran precisión lógica, es muy
posible que terminen convirtiéndose en teóri-
cos, y que su obra se limite a ilustrar fielmente
concepciones desarrolladas mediante la lógica
y las palabras.
Pero aunque esa parte de la mente incons-
ciente, que es instintiva e ilógica, deba tener un
papel en la obra, el artista también tiene una
mente consciente que es igualmente activa.
Cuando trabaja pone en juego toda su persona-
lidad, y la parte consciente de la misma resuelve
los conflictos, organiza los recuerdos y le pre-
viene contra la tentación de tomar distintos ca-
minos al mismo tiempo.
De modo que, partiendo de la propia expe-
riencia consciente, el escultor puede ofrecer
claves que resulten útiles para o1ros plantea-
• mientos escultóricos, y éste es el único propósi-
to de mi artículo. No pretendo ofrecer una visión

27
general de la escultura, ni de mi propia concep- forma en toda su plenitud espacial. El escultor
ción, sino tan sólo unas pocas notas sobre algu- alberga la forma sólida, por así decirlo, en el in-
nos de los problemas que alguna vez me han pre- terior de su cabeza (piensa en e lla , co n inde-
ocupado. pendencia del tamaño, como si pudiera asirla
La apreciación de la escultura depende de la completamente con sus manos). Mentalmente,
sensibilidad a las formas tridimensionales. Tal vez visualiza una forma compleja desde todos sus án-
por eso se la considera como una de las artes más gulos; mientras observa un lado sabe qué aspec-
difíciles; en efecto, es más difícil que las artes que to tiene e l otro; él mismo se identifica con el
solamente suponen la apreciación de formas pla- centro de gravedad de esa forma, con su masa,
nas en dos dimensiones. De hecho, la «ceguera con su peso; percibe su volumen como el espacio
para las formas» es más común que la ceguera pa- que esa forma desplaza en el aire.
ra los colores. Cuando los niños aprenden a mi- Y también el observador de una escultura de-
rar, al principio sólo distinguen formas en dos be aprender a sentir la forma meramente como
dimensiones; no son capaces de apreciar la dis- forma, no como una descripción o como una
tancias, ni la profundidad. Más tarde, porrazo- reminiscencia. Por ejemplo, debe percibir un
nes de supervivencia y de necesidad práctica, ter- huevo como una simple forma sólida, comple-
minan desarrollando (en parte gracias al tacto) tamente desvinculada de su significado como ali-
la capacidad de juzgar rudimentariamente las dis- mento, o de la idea literaria del pájaro en po-
tancias tridimensionales. Pero una vez satisfechas tencia. Lo mismo ocurre con otras formas sólidas
las exigencias de las necesidades prácticas, lama- como una concha, un fruto seco, una ciruela, una
yoría de personas no va más lejos. Aunque pue- pera, un renacuajo, una seta, un piolet, un riñón,
den adquirir una considerable agudeza en la una zanahoria, un tronco, un p<ijaro, el capullo
percepción de las formas planas, no llegan a rea- de una flor, una alondra, una mariquita, un jun-
lizar jamás los esfuerzos intelectuales y emocio- co, un hueso. Podemos partir de cualquiera de
nales necesarios para captar la forma en toda su estos objetos para apreciar formas más comple-
realidad espacial. jas o combinaciones de diversas formas.
Éste es precisamente el cometido del escultor, Desde el Gótico, la escultura europea ha que-
esforzarse continuamente en concebir y usar la dado recubierta de musgo, de mala hierba (y de

28 29
o•
toda suerte de excrecencias que sepultan la for- lla época. En cambio, ocurre algo distinto cuan-
ma). Brancusi se impuso la misión particular de do me siento y examino un puñado de guijarros
eliminar aquel musgo y conseguir que recobrára- uno a uno. Entonces puedo expandir más mi ex-
mos la conciencia de las formas . Para conseguir- periencia de la forma, darle a mi mente el tiem-
lo, tuvo que concentrarse en formas muy sencillas, po necesario para adecuarse a una nueva forma.
atenerse, por así decirlo, al carácter <<tmicilíndri- Existen formas universales que inconsciente-
CO >> de la escultura, refinar y pulir una simple for- mente condicionan a cualquiera y a las que se-
ma hasta el extremo del preciosismo. Al margen ría capaz de responder si su control consciente
del valor individual, la obra de Brancusi es de una no las rechazara.
gran importancia histórica en el desarrollo de la Los guijarros permiten contemplar cómo la
escultura contemporánea. Pero tal vez no sea ne- naturaleza trabaja la superficie de la piedra. Al-
cesario limitar y restringir la escultura a la simple gunos de los guijarros que recogí incluso estaban
unidad formal (estática). Ya podemos empezar a perforados.
ampliar el horizonte, relacionar y combinar di- Cuando se trabaja por primera vez con un ma-
versas formas de distintos tamaños, secciones y terial duro y quebradizo como la piedra, la falta
direcciones en una misma totalidad orgánica. de experiencia, el gran respeto hacia el material
Aunque la figura humana es la que me intere- y el temor a estropearlo, suelen dar lugar a es-
sa más en el fondo, siempre me han llamado mu- culturas semejantes a bajorrelieves, desprovistas
cho la atención las formas naturales, como los de fuerza escultórica.
huesos, las conchas y los guijarros, etc. Durante Pero cuando adquirimos mayor experiencia,
muchos años he pasado temporadas en la misma es posible realizar obras en piedra respetando las
parte de la costa, pero cada año la forma nueva de limitaciones del material, es decir, sin forzar al
algún guijarro captaba mi atención, una forma material más allá de su estructura constructiva na-
que ela1'io anterior no había visto aunque hubie- tural, y aun así consiguiendo que una masa iner-
r<;J. cientos de guijarros. De los miles de guijarros te se convierta en una composición dotada de
con que me topaba al pasear por la orilla, había una existencia formal plena, gracias·a unas rela-
uno cuya forma me entusiasmaba pues se ade- ciones espaciales armoniosas entre las masas de
cuaba al interés formal que me ocupaba en aque- distintos tamaños y secciones.

30 31

1
. Moore esculpiendo Family e n su estudio
de Perry Green, 1935
Un trozo de piedra puede estar perforado y ficante y pequeña; y una escultura de unas pocas
no debilitarse: si el agujero tiene el tamaño, la for- pulgadas de altura puede parecernos inmensa,
ma y la situación adecuados. Por ejemplo, el prin- de una grandeza monumental, porque encie-
cipio del arco no pone en peligro su firmeza. rra una visión amplia. Por ejemplo, los dibujos
El primer agujero que hacemos en un pedazo de Miguel Ángel sobre la virgen de Masaccio y el
de piedra es una revelación. Albert Memorial.
El agujero conecta un lado con el otro y, así, Aun así e l tamaño físico real tiene un valor
esa forma se convierte inmediatamente en un vo- emocional. Todo lo relacionamos con nuestro
lumen tridimensional. propio tamaño, y nuestra respuesta emocional al
Un agujero puede tener más significado for- tamaño está determinada por e l hecho de que
mal que una masa sólida. la altura media de los hombres es de entre cinco
Esculpir con aire es posible, cuando la pie- y seis pies.
dra contiene sólo el agujero, que es la forma bus- Un modelo exacto de Stonehege a escala 1/ 10,
cada y planteada. donde las piedras serían más pequei'ías que nos-
El misterio del agujero: la enigmática fascina- otros, perdería todo su imponencia.
ción de las cuevas en las laderas y los acantilados. La escultura es más sensible que la pintura a
Para cada idea existe un tamaño adecuado. las consideraciones sobre dimensiones reales. Un
Algunos pedazos de buena piedra han per- cuadro se encuentra aislado de su entorno por
manecido en mi estudio durante mucho tiempo, un marco (a menos que sea una pintura mera-
porque aunque tenía ideas que se adecuaban per- mente decorativa), de modo que le cuesta menos
fectamente a sus proporciones y al material, su ta- mantener su escala imaginaria específica.
maño era inadecuado. Me gustaría trabajar con esculturas muy gran-
Existe un tamaño a escala que no tiene nada des más a menudo, si no me lo impidieran algu-
que ver con el tamaño real, con las medidas en nas consideraciones prácticas, como el coste del
metros o centímetros, sino que está relacionado material, el transporte, etc. Un tam_ai'ío interme-
con la vista. dio no permite desvincular suficientemente una
Una escultura puede tener un tamaño muy su- idea de la vida prosaica cotidiana. Lo diminuto
perior al real y sin embargo parecernos insigni- o lo colosal entrai'ían una emoción específica.

34 35
Recientemente, he estado trabajando en el En una época, siempre que hacía dibujos pa-
campo: al esculpir al aire libre, la escultura me pa- ra esculturas procuraba darles todo e l aspecto
rece más natural que en un estudio en Londres, de escultura real que podía (es decir, dibujaba
pero también requiere mayores dimensiones. según el método de la ilusión, figurando la luz so-
Prácticamente cualquier sitio al azar donde colo- bre un cuerpo sólido). Pero ahora me parece que
quemos una pieza grande de piedra o de madera, trabajar un dibujo hasta el extremo de convertir-
en un campo, un huerto o un jardín, la hacen lo en un sustituto de la escultura debilita el deseo
parecer inmediatamente adecuada y evocadora. de realizar la escultura, cuando no convierte la
Mis dibujos son sobre todo una ayuda para la escultura en una realización inerte de un dibujo.
realización de las esculturas: son un medio de ge- De modo que ahora dejo un amplio espacio
nerar ideas para esculturas, de estimular el naci- a la interpretación en mis dibujos para escultu-
miento de una idea; y una forma de poner en ras, y suelo dibujar con sencillas líneas y en to-
orden algunas ideas y desarrollarlas. nos planos, renunciando a los efectos de luces y
Además, comparada con el dibujo, la escul- sombras de las tres dimensiones; lo cual no sig-
tura es un medio de expresión lento, y dibujar me nifica que la visión que subyace al dibujo sea bi-
parece una válvula de escape útil para algunas ide- dimensional.
as que no tengo suficiente tiempo de desarro- La enconada disputa entre los abstraccionistas
llar escultóricamente. También uso el dibujo y los surrealistas me parece fundamentalmente
como un método de estudio y observación de absurda. Todo buen arte contiene elementos abs-
las formas naturales ( dibt~os al natural, dibt~os tractos y surrealistas, del mismo modo que en
de huesos, de conchas, etc.). otra época contuvo elementos clásicos y román-
Y a veces dibujo sólo por el puro placer de ticos (orden y transgresión, intelecto e imagi-
hacerlo. nación, conciencia e inconsciencia). Las dos fa-
Sin embargo, la experiencia me ha enseñado cetas de la personalidad del artista desempeñan
que no debe olvidarse la diferencia entre dibujar su papel. Y creo que la concepción inicial de una
y esculpir. Una idea escultórica puede satisfacer- pintura o de una escultura puede partir de cual-
nos al dibujarla, pero siempre requiere alguna al- quiera de ellas. Por lo que respecta a mi expe-
teración cuando la trasladamos a la escultura. riencia, en ocasiones empiezo dibujando sin plan-

36 37
tearme resolver ningún problema previo, con mente porque la tierra, los pechos de las mujeres
el único deseo de usar el lápiz y el paper, y tra- y la mayoría de frutos, son redondos, y la im-
zar líneas, tonos o formas, sin ningún propósito portancia de estas formas se debe a que tienen
consciente; pero en cuanto mi mente repara en su origen en nuestras costumbres y en nuestra
lo que estoy produciendo, llega un punto en que percepción. Creo que la dimensión orgánica hu-
alguna idea se hace consciente y cristaliza, y manista siempre me resultará de una importan-
entonces el control y el orden empiezan a inter- cia fundamental para la escultura, porque la es-
venir. cultura es vitalidad. Cada una de mis esculturas
Otras veces empiezo con un asunto determi- está asociada en mi mente con el carácter y la per-
nado; o con un problema escu ltórico que me sonalidad de una persona u ocasionalmente un
he propuesto resolver en un bloque de piedra de animal, y esta personalidad domina su diseño y
dimensiones concretas, y entonces procuro con- sus cualidades formales, y me hace sentir satis-
cebir conscientemente una relación ordenada fecho o insatisfecho con la obra a medida que
de formas, que deberían expresar mi idea. Pero progresa.
si la obra termina siendo algo másque un ejer- Mi propósito y mi orientación parecen cohe-
cicio escultórico es porque se producen saltos in- rentes con estas creencias, aunque no depen-
explicables en el proceso de pensamiento; y en- den de ellas. Mi escultura se ha ido haciendo me-
tonces, es la imaginación la que interviene. nos representacional, menos fiel a las apariencias
Tal vez lo que he apuntado sobre el vo lu- y tal vez alguien podría decir que es más abstrac-
men y la forma dé a entender que los conside- ta; pero sólo porque de ese modo me parece
ro como fines en sí mismos, pero no es así. Estoy que puedo presentar los contenidos psicológicos
plenamente convencido de que los factores aso- humanos de mi obra con toda precisión e inten-
ciativos, psicológicos, son decisivos en la escul- sidad.
tura. Es muy posible que incluso el sentido y el
significado de la forma misma dependan de las (1937)
innumerables asociaciones en la historia de la
humanidad. Por ejemplo, las formas curvas evo-
can la idea de algo fructífero, maduro, posible-

38 39
CARACTERÍSTICAS DE LA ESCULTURA
Cada escultor, partiendo de su experiencia, de
la observación de las leyes naturales, de la críti-
ca de su propio trabajo y del de otros escultores,
así como de su carácter y de su perfil psicológico,
y de acuerdo con su grado de desarrollo, descu-
bre que algunas cualidades escultóricas le resul-
tan fundamentales. Para mí estas cualidades son:

La fidelidad al material
Cada material tiene sus propias cualidades. Sólo
cuando el escultor trabaja directamente, cuando
existe entre él y el material una relación activa, pue-
de intervenir el material en la formalización de
una idea. La piedra, por ejemplo, es dura, com-
pacta, y no debe desvirtuarse intentando que co-
bre el aspecto de la carne tierna: no debería for-
zarse más allá de su estructura formal hasta el
punto de debilitarla. Debe respetarse su natura-
leza pétrea, su dureza y su tensión.

La plena realización de la tridimensionalidad


La expresión escultórica realizada es la forma
en su plena realidad espacial.

43
Limitarse a dar forma y relieve a la superficie mas orgánicas puede ser simétrica, estas formas
de un bloque es renunciar a la plena fuerza ex- pierden su simetría al reaccionar al entorno, al
presiva de la escultura. Cuando el escultor en- crecimiento y a la gravedad.
tiende su material, cobra conciencia de sus posi-
bilidades y de su estructura constructiva, es capaz La observación de los objetos naturales
de integrar las limitaciones que le impone y, aun La observación de la naturaleza forma parte de
así, de convertir un bloque inerte en una com- la vida del artista, enriquece su conocimiento
posición que existe plenamente como forma, con de la forma, le ayuda a mantener cierta pureza,
masas de distintos tamaños y secciones concebi- evita que su trabajo se limite a meras fórmulas, y
das como un todo en el espacio, en una relación le proporciona inspiración.
espacial donde cada una de ellas se tensa y se con- La figura humana es lo que más me interesa,
trae, se integra y se opone (y es estática en el pero también he descubierto principios forma-
sentido de que el centro de gravedad se encuen- les y compositivos estudiando objetos naturales
tra en la base, y no parece ni tambalearse ni des- como los guijarros, las rocas, los huesos, los ár-
prenderse de esa base), pero donde, incluso así, boles, las plantas, etc. '
se mantiene viva y dinámica la tensión entre las Los guijarros y las piedras nos muestran có-
distintas partes que la componen. mo trabaja la piedra la naturaleza. Los guija-
Cuando rodeamos una escultura no encon- rros pulidos por el mar nos muestran cómo pue-
tramos dos puntos de vista idénticos. El afán de de alisarse o frotarse la piedra y los principios de
una forma plenamente realizada está asociado a asimetría.
la asimetría. Efectivamente, una masa simétrica, Las se cciones y hendiduras de las rocas nos
que fuera idéntica desde los dos lados, a lo su- muestran el vigor de un bloque irregular.
mo ofrecería la mitad de puntos de vista posi- Los huesos tienen una fuerza estructural ma-
bles que una masa asimétrica. ravillosa y un gran interés formal, pues la tran-
La asimetría también está más asociada al de- sición de una forma a la otra es muy sutil y sus sec-
seo de lo orgánico (en mi caso) que al de lo geo- ciones son inmensamente variada-s.
métrico. Los árboles (los troncos de los árboles) nos
Aunque la estructura fundamental de las for- muestran principios como el desarrollo y la fuer-

44 45
/

Grupo de esculturas, composición de cuatro piezas:


Reclining Figure (centro) en e l estu d io d e Moore
de l nú m ero llA d e Parkhill Road, c. 1935
za de las articulaciones, que permiten pasar ágil- la misma importancia. Si la dimensión abstracta
mente de una parte a otra. Nos brindan un ide- y la humana se funden en una obra, entonces
al de la escultura en madera, el sinuoso movi- ésta tendrá necesariamente un significado pleno
miento ascendente. y profundo.
Las conchas muestran las formas duras pero
huecas de la naturaleza (la escultura en metal) La vitalidad y el poder de expresión
y poseen una plenitud formal absolutamente Para mí, lo primero que debe tener una obra es
única. una vitalidad propia. No quiero decir que deba
En la naturaleza existe una ilimitada variedad ser un reflejo de la vitalidad de la vida misma, del
de formas y estructuras (y tanto el telescopio co- movimiento , de la acción física -figuras jugan-
mo el microscopio han ampliado este universo) do o danzando u otras cosas similares-, sino que
gracias a las cuales el escultor puede enriquecer una obra puede albergar en su seno una ener-
su experiencia y su conocimiento formal. gía oculta, una intensa vida propia, indepen-
Pero además de las cualidades formales exis- diente del objeto representado. Cuando una obra
ten cualidades relacionadas con la visión y con posee esta intensa vitalidad no usamos la palabra
la expresión. Belleza para referirnos a ella.
El propósito de mi escultura no es la belleza
La visión y la expresión en la acepción de los antiguos griegos o del Re-
El propósito de mi trabajo es combinar del modo nacimiento.
más intenso posible los principios abstractos de Entre la belleza de la expresión y el poder de
la escultura y la realización de mis ideas. la expresión existe una diferencia de función. La
En alguna medida, todo arte es una abstrac- primera persigue complacer los sentidos, mien-
ción (en escultura el propio material nos obliga tras que la segunda posee una vitalidad espiritual
a alejarnos de la pura representación y nos con- que para mí es más conmovedora y que profun-
duce a la abstracción). diza más que los sentidos.
Las cualidades abstractas del proyecto deter- Pero que una obra no se proponga imitar la
minan esencialmente el valor de una obra, pero naturaleza no significa que sea una forma de re-
para mí la dimensión psicológica, humana, tiene huir la vida: puede ser una forma de penetrar

48 49
en la realidad, no un sedante ni una droga, ni el
mero ejercicio d el buen gusto, ni la provisión de
formas placenteras y de colores agradablemen-
te combinados, ni una forma de decorar la vida,
sino la expresión del significado de la vida, una
exhortación a esforzarse cada vez más en la ta- EL ARTE PRIMITIVO
rea de vivir.

(1934)

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Solemos usar la expresión <<arte primitivo» pa-
ra referirnos indistintamente a las producciones
de razas o de periodos históricos muy diversos,
y de distintos sistemas sociales o religiosos. En su
acepción más general, el término parece abar-
car la mayor parte de las culturas distintas a la ci-
vilización europea o a las grandes civilizaciones
orientales. En este sentido la emplearé aquí, aun-
que no me gusta demasiado aplicar al arte una
palabra como primitivo, porque en la mente de
muchas personas, dadas las connotaciones del
término, no evoca la idea de una creación aca-
bada sino la idea de algo tosco, de cierta torpe-
za, de los característicos tanteos de la ignorancia.
Pero el arte primitivo es mucho más que eso. Nos
habla sin rodeos. Su principal preocupación es lo
primordial y el origen de su simplicidad son los
sentimientos directos e intensos, lo cual no ti -
ne nada que ver con la simplicidad por la sim-
plicidad tan de moda en nuestros días y tan va ía.
Como la belleza, la verdadera simplicidad
una virtud natural. Simplemente se da, p r j -
más puede ser un fin en sí misma.

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Entre las características que comparten todas para poder insuflar a las esculturas de aquel artis-
las artes primitivas, la más asombrosa es una in- ta un carácter verdadero, aunque consciente-
tensa vitalidad. Aquellos hombres ofrecían una mente su proyecto fuera naturalista. Del mismo
respuesta directa e inmediata a la vida. Para ellos, modo, la tradición del arte primitivo italiano tu-
la escultura o la pintura no tenían nada que ver vo que calar hondo en Masaccio para que su rea-
con el cálculo o el academicismo; su arte no era lismo conservara una grandeza y una simplicidad
más que una forma de expresión de las creencias, primitiv.as. El creciente entusiasmo de los artistas
las esperanzas y los temores profundos. Así era el y del público contemporáneos por el arte primi-
arte antes de que lo sofocaran los ornamentos y tivo es, pues, un signo particularmente p e ran-
los adornos superficiales, antes de que la inspi- zador y significativo.
ración sucumbiera a los artificios técnicos y a las Al margen de algunas coleccion d arte pri-
pretensiones intelectuales. Sin embargo, más allá mitivo francesas , italianas o española ·, d bo n-
del valor intrínseco y perenne de este arte, de su teramente mi conocimiento de est art mi fr -
conocimiento depende nuestra capacidad para cuentes visitas al British Museum a l lar · d 1 .
apreciar de un modo más profundo y auténtico últimos veinte años. Ahora que 1 mu
los recientes desarrollos de los llamados gran- rrado (durante esta Segunda Gu rra Mnndi, 1)
des periodos, y descubrir así que el arte es una ac- somos más conscientes de lo qu h m ' r li-
tividad universal e ininterrumpida en la que no do momentáneamente: d e la riqu za 1 1 l-
existen rupturas entre el pasado y el presente. cance de sus colecciones d e art a n ti u ·p -
Todo arte hunde sus raíces en lo «primitivo», o cialmente de las de escultura primiLiva. ni 7.ás un
de lo contrario se convierte en un arte decadente, viaje a los recuerdos de algunas d - la aleda¡;; de l
lo cual explica por qué los «grandes >>periodos, museo me permita explicar lo qu ) d ~ 1 mi r ll! l -
como la Grecia de Pericles o el Renacimiento, to de vista, constituye el significad fLt J. daw •tlla l
por ejemplo, se desarrollaron inmediatamente de los periodos primitivos.
después de que los periodos primitivos se extin- Inicialmente, consagraba mis vi. itt · ·~ ' l l i:d -,
guieran lentamente. Los principios escultóricos naturalmente a las galerías d e ar( "fl' ip iC) , JHlt S
fundamentales de los griegos arcaicos estaban su- la impresionante monumentalid ad dt · l:1 I 'H I' t d-
ficientemente próximos a los de la época de Fidias turaegipciaeralamáspróxima a l , ifl l · : d· · ~ ¡ ', ' '·

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Moore con una de sus primeras ·s 1111111 1· , •
gos o renacentistas que nos han influido. Sin em- las vasijas. En la sala consagrada a la Prehistoria
bargo, al cabo de un tiempo aquellas galerías per- y a la Edad de Bronce, había una escalera metálica
dieron su atractivo, excepto las de las primeras di- que conducía a las vitrinas donde se encontra-
nastías. Me daba la impresión de que la escultura ban los originales y los moldes en yeso de escul-
egipcia solía ser demasiado estilizada, demasiado turas paleolíticas de veinte mil años de antigüe-
hierática, y en los últimos periodos tendía a ha- dad: entre ellas había una cabeza de muchacha
cer gala de la pericia académica y a deleitarse de joven, preciosa, de una ternura inmensa, del ta-
un modo absurdo en lo colosal. maño de la uña de un pulgar, y junto a ella se
Las salas que se extendían a lo largo de las encontraban unas figuras femeninas de un rea-
galerías egipcias alojaban los bajorrelieves asirios, lismo profundamente humano pero en absoluto
suerte de reportajes periodísticos y de recuer- servil, de una gran riqueza y de una gran pleni-
dos de la caza del león o de batallas reales, y al tud formal, que contrastaban de un modo asom-
final se encontraba la sala consagrada a la Gre- broso con las formas más simbólicas y bidimen-
cia arcaica, con sus figuras femeninas de tama- sionales, completamente originales, de la época
ño natural, sentadas con una apacible y serena neolítica.
naturalidad, de una grandeza y una plenitud que Por último, se llegaba a la sala etnográfica que
me recordaban a la música de Haendel. Y muy alojaba una infinidad de esculturas de una in-
cerca, en el sótano mal iluminado, se encontra- agotable variedad (arte negro, arte de las islas
ban las espléndidas figuras de los sarcófagos etrus- de Oceanía o de América del Sur y del Norte), la-
cos (que, cuando el museo reabra sus puertas, po- mentablemente amontonadas y mezcladas como
drían exponerse como merecen). las baratijas en los tenderetes de los puertos ,
Al fondo de las galerías egipcias de la prime- hasta el punto de que tras cientos de visitas seguía
ra planta, se encontraban las esculturas sumerias, descubriendo algunas obras que no había vi ·t
algunas de las cuales son de una grandeza tauri- hasta entonces. El arte negro ocupaba un a d
na contenida y de una energía muy controlada, y las secciones más importantes de la sala. A¡ art
poseen un vigor completamente distinto al de la de los bronces de Benin, sobre todo había -. ~tl ­
mayoría de las obras griegas o etruscas expuestas turas de madera. Uno de los principi Lu• clu·
en las salas que acogen las piezas en terracota o mentalesdelarte,yabsolutament in ludihlt• ·••

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el arte primitivo, es la fidelidad al material. El pareció verdadera y justa, tal vez porque ense-
artista manifiesta una comprensión instintiva del guida advertí las similitudes con algunas escul-
material que emplea, de su uso más adecuado y turas d el siglo XI que había visto en mi infancia,
de sus posibilidades. La madera posee una con- en las iglesias de Yorkshire. Su dimensión << mi-
sistencia fibrosa, filamentosa, y permite esculpir neral» -es decir, su fidelidad al material-, su te-
formas minúsculas sin romperse. Al esculpir sus rrible fuerza, que sin embargo nunca menosca-
figuras en madera, el escultor negro podía dife- ba la sensibilidad, la diversidad, ni la fertilidad
r enciar a voluntad los brazos del cuerpo, sepa- asombrosas de su originalidad y de su aspira-
rar las piernas de los personajes o alargarles el ción a una concepción de la forma plenamente
cuello. Esta precisión en la representación de tridimensional, hicieron que a mis ojos ningún
las partes que componen la figura otorga a la es- otro periodo de la escultura en piedra lo supe-
cultura negra una tridimensionalidad superior rara.
a la que poseen las esculturas de aquellos perio- Todas las islas de Oceanía han producido su
dos primitivos donde el material más utilizado es escuela de escultura, y existen diferencias espe-
la piedra. Tanto para los negros como para otros cíficas e n la visión de las formas de cada una de
primitivos, el sexo y la religión e ran las dos prin- ellas. Los apéndices, las prolongaciones o las ex-
cipales fuentes de vida y participaban una de otra. tremidades de arácnido, y las excrecencias en for-
La escultura n egra, como el gospel moderno, aun- ma d e pico de las esculturas de Nueva Guinea
que sin ser sentimental, suele estar dotada de contrastan claramente con las cabezas rudimen-
un patetismo, de una paciencia y de una resig- tarias y las superficies planas de las esculturas de
nación estáticas ante las fuerzas desconocidas. Es Nukuoro. Lo mismo ocurre con las pesadas fi-
un arte religioso y su movimiento es ascendente guras de piedra de las islas Marquesas frente a las
y vertical como los árbo les de los que está h e- nudosas y emasculadas figuras de madera de la is-
cho, pero sus pesadas piernas arqueadas lo arrai- la de Pascua. Comparado con el arte negro, el ar-
gan a la tierra. te de Oceanía suele poseer apenas un destello de
Entre las artes de América, el arte mexicano alegría, pero es más bidimensional y su princi-
estaba muy bien representado e n el museo. Des- pal preocupación es la creación de modelos. Sin
de que la descubrí , la escultura mexicana me embargo, además de esta perversa vitalidad, el

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sentido del espacio en las esculturas de la isla de la historia de los pueblos primitivos, u r li i -
Nueva Irlanda es tan excepcional que parecen pá- nes o sus costumbres sociales. En ocas i n
jaros er-Uaulados. saber resulta útil y puede ayudarnos a ont mp la
A pesar de todas estas características indivi- con mayor simpatía. La información q 1 i.1. lu-
duales, de las particularidades distintivas d e las yen los cartelitos que acompañ an las ul u
diversas escuelas primitivas, es posible advertir un d el museo resulta de utilidad , pues permil r -
lenguaje formal universal y cdmún a todas ellas. posar al espí ritu - y eso es indispe nsabl - d la
La sensibilidad escultórica instintiva hace que las concentración que implica mirar in te n am r L ' .
mismas formas y relaciones formales se utilicen Sin embargo, lo único realmente imp rtan L · ,
para expresar ideas similares en lugares y perio- contemplar las obras, que tien en un a vi.da pr I ia
dos de la Historia completamente dispares, de tal y perenne, independiente del mom nt 1· L
suerte que es posible encontrar la misma visión manera en que fueron creadas, y qu si u u
de la forma en una escultura negra y en una es- servandohoy,paraquienessonsufi i nt m nlc
cultura vikinga, o en una figura de piedra d e las abiertos y sensibles, los úni cos capa
Cícladas y en una estatuilla de madera de Nu- templadas, un significado escultórico le n len o
kuoro. Cuando me hube familiarizado con el con- como e l día en que fueron realizada· .
junto de las colecciones del British Museum, me
pareció advertir claramen te que el ideal realista 1\) 11
de belleza de la Grecia del siglo v no era m ás
que una desviación d e la verdadera tradición uni-
versal de la escultura, mientras que, por ejemplo,
nuestro arte románico y gótico primitivo, tam-
bién europeos, seguían la línea de esta tradi-
ción sin desviarse.
El arte primitivo es sin duda una mina de co-
nocimientos para e l historiador o para e l an-
tropólogo, pero para comprenderlo o apreciar-
lo es más importante contemplarlo que conocer

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