1. INTRODUCCIÓN
La reflexión ética sobre los actos humanos está muy interesada en la responsabilidad que el ser
humano tiene sobre los mismos y se cuestiona continuamente hasta qué grado está
involucrado en ellos.
El tema de la responsabilidad moral es recurrente, tanto en la ética filosófica como en la
teología moral y, en no pocos casos, crea un gran interés en ambientes políticos y profesionales.
Viendo precisamente que entre tareas asignadas pueden quedar espacios sin ocupar,
se requiere de una nueva coordinación, que permita la correcta ocupación de estos
tiempos, lo cual presupone no sólo la utilización de la acción hacia un fin, sino también
que el sujeto esté informado sobre los fines, además de que posea la competencia para
alcanzarlos. Por un lado, el radio de acción de nuestro obrar es más extenso, por el otro,
los conocimientos acrecentados sobre las consecuencias de la acumulación del obrar
humano, lleva a nuestra responsabilidad campos cuya responsabilidad los hombres en
el pasado ni siquiera tenían conciencia.
La rápida descripción de estos factores nos permite descubrir que en el obrar humano,
actualmente, el término de responsabilidad es de uso frecuente. Ya Max Weber sostenía
que era precisamente la ética de responsabilidad, que debía ser adoptada por los
políticos, pero como iremos viendo más adelante, el concepto de ética de
responsabilidad que él utilizaba no tenía nada que ver con el concepto cristiano de
responsabilidad. Hoy se pone un gran acento sobre la ética de la responsabilidad,
parece que se ha convertido en sinónimo de moralidad, y no en pocas ocasiones
también la doctrina moral cristiana es con frecuencia presentada en términos de
responsabilidad.
● El concepto de responsabilidad
La responsabilidad, buscando precisar su significado, es una cualidad del responsable,
es la obligación de responder de una cosa. El responsable está obligado a responder
de sus actos o a responder de alguna cosa. Ya en su etimología latina respondeo, es
decir, responder, significa contestar a una carta, contestar a esto en los siguientes
términos; si en el campo jurídico, resolver a una consulta de derecho, contestar con una
orden de que se realice algo; responder en justicia, acudir ante un tribunal;
corresponder; ser proporcionado a...; estar a la altura de...; corresponder a la
generosidad de uno.
La palabra ‘respeto’ forma parte de nuestro hablar cotidiano. Todo el mundo lo usa, sabe lo que
significa y entiende que el respeto a las personas y a determinadas cosas que es un buen ejemplo de
conducta moral. Esta palabra, también, es usada en los discursos de carácter moral y político y en las
teorías éticas de todos los tiempos:
¿Qué es el respeto?
El respeto es una actitud o una experiencia común que cuando se da, no se siente como algo extraño
o problemático, donde tratar con respeto a alguien significa tratarlo con atención.
Del respeto se dice, con razón, que empieza con uno mismo (autoestima) y de ahí surge la idea de
dignidad, independiente del comportamiento: Toda persona es valiosa independientemente de su
comportamiento. Así también, “La acción que deriva del respeto es el cuidado”.
Hasta cierto punto, cada persona puede “elegir su modo de actuar y su identidad” (roles con los que
se identifica, valores culturales o morales que acepta, la idea que uno tiene de sí mismo). El “yo real”
y el “yo ideal” pueden causar problemas si son muy diferentes o uno percibe una realidad
distorsionada. Con lo cual, si tendemos a convertirnos en nuestro “yo ideal” estaremos, en principio,
avanzando por buen camino. En el libro citado, Peter Singer estudia diversos temas, de los que
destacamos los siguientes:
1. Respeto a los animales: “Si un ser sufre, no puede existir ningún tipo de justificación moral para
rechazar que ese sufrimiento sea tenido en cuenta”, porque “el dolor y el sufrimiento son malos
y deberían ser evitados o minimizados, independientemente de la raza, el sexo, o la especie
del ser que sufra”. Singer no olvida que “se hace que los animales tengan una vida miserable
para conseguir que su carne esté disponible para los humanos al menor coste posible”.
Concluye que comer carne es un “lujo” en un mundo hambriento y ambientalmente acosado.
Antropocentrismo a Biocentrista
2. Respeto por la pobreza y riqueza absoluta: Muy relacionado con el punto anterior porque, por
ejemplo, en los países ricos la mayoría de los cereales se invierten en alimentar a los animales
para convertirlo en carne, leche y huevos. “Si dejáramos de alimentar a los animales con
cereales y soja, la cantidad de comida que ahorraríamos –si la distribuyéramos entre los que la
necesitan– sería más que suficiente para acabar con el hambre en el mundo”: Singer es muy
partidario de que gobiernos e individuos hagan donaciones para paliar la pobreza extrema:
“no dar, aún en nuestro derecho, está mal, porque llevar una vida ética es algo más que
respetar los derechos de otros”.
3. Respeto por el Medio Ambiente: Si conservamos a precios desorbitados ciertas obras de arte,
¿cuánto deberíamos pagar para conservar bosques, ríos, animales y otras maravillas naturales?
Algunos filósofos defienden que el comportamiento ético respeta la vida sin preguntarse por la
medida de su valor, pero para Singer lo importante es el sufrimiento y la conciencia y “las
plantas no tienen conciencia” por lo que concluye que “no es evidente el motivo por el cual
debemos venerar más a un árbol que a una estalactita, o a un organismo unicelular que a una
montaña”. Habría, por tanto, que estudiar a qué seres con conciencia afecta la muerte de un
árbol, la destrucción de una montaña, etc. Dicha ética consideraría que todas las acciones
que son perjudiciales para el medio ambiente son éticamente discutibles, y las que son
innecesariamente perjudiciales sencillamente son malas. (…) Para una ética del medio
ambiente la virtud supondría guardar y reciclar los recursos, y lo contrario sería el despilfarro y
el consumo innecesario “. Una ética del medio ambiente rechaza los ideales de una sociedad
materialista en la cual el éxito se calibra por la cantidad de artículos de consumo que uno
puede acumular. En su lugar, juzga el éxito en términos de las capacidades propias y la
consecución de una realización y satisfacción reales. Promueve la frugalidad, en la medida en
que es necesaria para minimizar la contaminación y asegurar que todo lo que se puede volver
a usar se vuelva a usar. Tirar a la ligera materiales que se pueden reciclar constituye una forma
de vandalismo. (…) Debemos examinar de nuevo nuestro concepto del despilfarro”. Las teorías
éticas que abordan el tema de cómo hemos de comportarnos en nuestra relación con el
medio ambiente se dividen en dos grandes grupos:
a. Las éticas ambientales antropocéntricas y
b. Las éticas ambientales no antropocéntricas.
Las primeras consideran que lo único que tiene valor moral intrínseco es el bienestar humano; todo lo
demás tiene sólo un valor instrumental, es decir, vale en la medida de que contribuye al bienestar de
los humanos o lo promueve […] Una ética ambiental no antropocéntrica, en cambio, amplía el
espectro de las cosas intrínsecamente valiosas e incluye en él, además del bienestar humano, el bien
de seres naturales no humanos.