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Es un manual que permite entender la trastienda del periodismo y su víncu-


lo con aquella realidad que aborda hasta el hartazgo desde diferentes

d
espacios y miradas. Es un aporte para entender de qué manera se constru-
yen las noticias, sin perder de vista las decisiones editoriales, el contexto

César Arrueta
político, y principalmente, el rol que cumplen los periodistas en contextos
de periferia.
César Arrueta
César Arrueta es Doctor en Comunicación Social egresado de la Facultad de
Ciencias de la Información de la Universidad Austral de Buenos Aires. Es
Becario Postdoctoral del CONICET, y miembro investigador de la Unidad ¿Que realidad
Ejecutora en Red de Investigaciones Socio-históricas Regionales (ISHIR-
CONICET). construyen los diarios?
Una mirada desde el periodismo
en contextos de periferia

¿Que realidad construyen los diarios?

inclusiones
¿Qué realidad construyen
los diarios?
Una mirada desde el periodismo
en contextos de periferia
inclusiones: futuribles
if

César Arrueta

¿Qué realidad construyen


los diarios?

Una mirada desde el periodismo


en contextos de periferia
Arrueta, Cesar
Los diarios y las noticias : una mirada desde el periodismo en contextos periféricos . - 1a
ed. - Buenos Aires : La Crujía, 2010.
220 p. ; 20x14 cm. - (Inclusiones / Damián Fernández Pedemonte)

ISBN 978-987-601-112-9

1. Periodsmo. 2. Medios de Comunicación Masiva. I. Título


CDD 070

Director de la colección Inclusiones


Damián Fernández Pedemonte

Primera edición: octubre 2010

© La Crujía Ediciones
E-mail: editorial@lacrujialibros.com.ar
www.lacrujiaediciones.com.ar

Diseño de interior y de tapa:


Ana Uranga

Corrección: Jorge Galeano

ISBN: 978-987-601-112-9

Impreso en Argentina
Índice

Agradecimiento.............................................................................. 9
Prefacio......................................................................................... 11
Prólogo......................................................................................... 15

PRIMERA PARTE
Acerca de las rutinas de producción periodística

1. Nueva línea de investigación: .


emisores y procesos productivos.................................................. 21
2. Gatekeeper: las rutinas de producción .
periodística desde las explicaciones anecdóticas referidas .
a los guardabarreras..................................................................... 25
2.1. De los relatos observacionales .
a las tendencias actuales........................................................... 33
2.2. El concepto de los guardabarreras .
en el nuevo contexto informativo global................................. 37
3. Newsmaking: del rol seleccionador .
al concepto de construcción . ...................................................... 41
3.1. Rutinas y noticiabilidad..................................................... 46
3.2. Rutinas y nuevo periodismo.............................................. 53
4. Rutinas de producción periodística: .
investigaciones y aportes en la Argentina.................................... 67
4.1. Rutinas y prácticas periodísticas ...................................... 74
SEGUNDA PARTE
Estudio de casos

1. Consideraciones metodológicas............................................... 93
2. Primer caso: diario con fines políticos .................................... 95
2.1. Aspectos generales............................................................ 95
2.2. Rutinas informativas......................................................... 96
3. Segundo caso: diario conservador......................................... 157
3.1. Aspectos generales ......................................................... 157
3.2. Rutinas informativas....................................................... 159

TERCERA PARTE
Periodismo en contextos de periferia

1. Periodismo en contextos de periferia.................................... 219


1.1. Noticias, procesos de negociación .
y nociones sobre el interés público........................................ 219
1.2. Interés público y condiciones históricas sociales............ 221
1.3. El carácter coercitivo de las rutinas informativas .......... 222
1.4. Periodismo en contextos de periferia............................. 224

Referencias bibliográficas........................................................... 227


A Mateo Arrueta
Agradecimiento

U n trabajo de investigación siempre es una construcción colecti-


va, a pesar de la responsabilidad individual que carga el autor.
Este no es un caso excepcional.

Por ello quiero expresar mi sincero agradecimiento a Ana Teruel


y al equipo de investigación que integra la Unidad Ejecutora en Red
de Investigaciones Socio-históricas Regionales (ISHIR-CONICET).
Al plantel docente de la Universidad Austral de Buenos Aires, esen-
cialmente a Fernando Ruiz y Damián Fernández Pedemonte. A Silvia
Quel, de Editorial La Crujía, por la confianza depositada en este
proyecto.

A las autoridades de CONICET que me permitieron formarme


académicamente.

A mi familia, por ser base de sustentación. A mis padres. A


Carina, mi compañera.

Desde ya, a los hombres y mujeres del periodismo que, cotidia-


namente y en contextos de periferia y adversidad, suman su aportes
para construir una sociedad más justa y plural.
PRefacio

L a hipótesis filosófica que subyace en este libro se funda en la


certidumbre de que los “medios masivos constituyen el hecho
comunicacional más original y determinante en las sociedades que
en lo sucesivo se definen en su mayoría por la democracia” (Maigret,
2005:18).

En este sentido, nos ubicamos en el plano de la producción infor-


mativa, a partir de un enfoque sobre el cual convergen los emisores y
procesos productivos, atentos a indagar el campo de relaciones que
precede la publicación de noticias.

Se trata, como primer objetivo, de una exploración académica


sobre la Teoría del Periodismo, considerando –puntualmente– los
supuestos constructivistas de la corriente sociológica denominada
newsmaking que aborda y entiende los mecanismos de producción
de noticias, desde la consideración de la cultura profesional, la orga-
nización del trabajo y las rutinas periodísticas. Esta revisión intenta
examinar el aporte de algunos autores sobre el tema, para entender,
en perspectiva, cuál fue la edificación de la discusión teórica sobre
el proceso informativo y sus implicancias profesionales. En términos
de la academia, podría considerarse un estado de la cuestión, aun-
que corresponde aclarar que no se ajusta estrictamente al significado
que le otorgan, entre otros pensadores Pedro Luis Barcia o el propio
12 César Arrueta

Humberto Eco, pues para los fines de este libro hemos propiciado la
realización de una sinopsis conceptual, que nos ayude a comprender
la visión del conjunto y sus conexiones más esenciales. En el camino
quedarán (sin ninguna intención secundaria para que ello suceda)
miradas de intelectuales que seguramente han sumado nuevas aris-
tas a la discusión. Pero como la ciencia es un proceso dinámico y en
permanente arquitectura, hemos decidido cruzar el río apoyados en
algunos pedruscos. En definitiva, aceptamos la idea de que la ciencia
es ese conjunto de tensiones valorativas y subjetivas que atraviesan
su núcleo enunciativo, y que hacen que su mirada sea una acotación
siempre finita y pendiente.

Pero no solo queremos proponer una relectura del aparato crí-


tico. Si bien es una tarea ineludible para aquellos que aspiren a tra-
bajar en los medios masivos, no es menos trascendente abordar la
cuestión de la praxis. Una de las discusiones mas regulares en el
ejercicio de la profesión es aquella que representa a los periodistas
como actores cuyo hacer se sustenta, necesariamente, en la práctica;
visión que contrasta con el predominio de informadores asidos por
la teoría aprendida en la universidad. Lo que connota este razona-
miento, intencionalmente polarizado, es la noción de que la for-
mación universitaria se enfrenta, inexorablemente, a un límite. Esa
imposibilidad se traduce en la idea de que más allá de las estrategias
didácticas o los intentos por llevar los contenidos a la experiencia,
será difícil lograr que el alumno percate la sensación real de estar en
una sala de redacción.

En una entrevista pública, María Nadotti le preguntó a Ryszard


Kapuściński sobre los sinsabores de la función y los escenarios po-
sibles para los jóvenes que quisieran hacerse un camino. Sin de-
masiadas dilaciones, el periodista nacido en Polonia contestó: “Se
trata de una profesión con precisa estructura feudal: se sube de
nivel solo con la edad y se requiere tiempo” (2000:34). Ortega y
Humanes (2000), tiempo después, optaron por una respuesta con
mayor dramatismo. Definieron al nuevo periodismo como una ac-
tividad perpleja y confusa.

Obsérvese cómo en ambos casos puede advertirse la presunción


de que la prensa es un mundo privativo al cual se accede solo desde
Prefacio 13

la pertenencia sensorial y experimental. Si se hace desde el conoci-


miento académico, mejor.

Lejos de evitar desconocer la existencia de puntos grises en este


debate, el otro gran objetivo de esta publicación, complementario al
primero, es ofrecer al lector un relato etnográfico de ese mundo pri-
vativo. Dar cuenta de la trama de intereses, significaciones y volun-
tades que conviven en una sala de redacción, los campos de tensión
que se producen con la libertad de empresa y los actores de poder.
El propósito no se reduce a la exploración académica de contenidos,
sino mirar desde, sobre y a partir de ella, experiencias reales de ac-
tuación periodística que funcionen como escenarios posibles de ejer-
cicio de la profesión. Proponemos un espacio interludio de reflexión
y aprendizaje que involucre el deber hacer y el poder hacer, en clara
tensión con los procesos de construcción de realidad social.

Vale aclarar que las condiciones de praxis que aquí se relatan no


son el producto de la imaginación de este autor. Son el resultado de
un trabajo etnográfico de más dos años en dos diarios de referencia
dominante de regiones periféricas de la Argentina. Tampoco habla-
mos de periódicos de primer nivel, como lo abordaron excelente-
mente Manuel López (1995), tratando el caso de El País en España;
Pablo Boczkowski (2006), revisando la experiencia digital del New
York Times o el mismísimo Edward Jay Epstein, cuando en 1973 mar-
có camino en la disciplina al realizar un exhaustivo trabajo de campo
en la cadena NBC. Hablamos de diarios que actúan en contextos de
distritos pobres y profundamente desiguales. Empresas en las cuales
las condiciones exigidas por la academia, los códigos de ética y las
instituciones de la República se golpean de frente con la realidad,
con el ejercicio del poder y los intereses comerciales-políticos, infi-
riendo en la construcción de noticias y nociones básicas sobre el rol
del periodismo.

Hacemos referencia a situaciones particulares que suceden en la


actualidad y en las cuales muchos de los jóvenes, de la Argentina y
América Latina, deberán ejercer su trabajo. Por razones legales no
nombraremos a estos diarios ni revelaremos la identidad de los pe-
riodistas que generosamente nos ofrecieron su testimonio. Haremos
preservación de la fuente asignando nombres de fantasía, pero re-
14 César Arrueta

afirmando la validez de cada declaración, por más injusta e irritante


que pudiera sonar al oído del lector.

Por tal razón, lo que pretendemos poner en manos de aquellos


a los cuales les interesa el periodismo es un libro que compendia
lo más sustancial sobre los procesos productivos en diarios de pe-
riferia, no tan solo desde la teoría, sino también desde la práctica
cotidiana. Por ello es que hablamos, en cierto sentido, de un manual
sobre rutinas periodísticas. Un manual que permita, desde su mayor
sinceridad, echar luz a ese mundo feudal descrito por Kapuściński
y con el cual gran parte de la sociedad moderna tiene una relación
de familiaridad; sea porque lo consume o bien, porque quiere ser
parte de él. Hablamos de entender la trastienda del periodismo y su
vínculo con aquella realidad que aborda hasta el hartazgo desde di-
ferentes espacios y miradas. Hablamos de reflexionar sobre cómo se
organizan y ejecutan las rutinas de producción periodística, de qué
forma esas rutinas están determinadas por las decisiones editoriales-
empresariales y por el contexto social y político; y qué incidencia
tiene, a partir de la percepción de sus propios actores, en el ejercicio
de la profesión.

Que esta publicación sea, entonces, un primer contacto transpa-


rente para pensar la prensa, los periodistas, sus discusiones y proble-
mas terrenales; lejos de las valoraciones que las asocian a la noción
de cuarto poder que supo eternizar Edmund Burke y más próximas
al realismo no violentado por deseos idealistas.

El autor
Prólogo

E l autor presenta este trabajo como la “sinopsis conceptual” de


una de las corrientes más estudiadas de la teoría del periodis-
mo, que acompaña con la descripción de los procesos productivos
de “diarios de la periferia”. La modestia de los sustantivos elegidos
para describir su propuesta podría desdibujar la magnitud de la ta-
rea que emprendió César Arrueta en su tesis de doctorado, prime-
ro, y al compilarla luego para este libro. Para compensar, se podría
decir, sin riesgo de exageración, que el trabajo viene a llenar un
espacio vacante en el campo de la comunicación local.

En primer lugar, porque compendia un marco teórico esencial


para el estudio de las noticias y los actores que las producen, que
si bien ha sido el sostén de la mayor parte de las publicaciones in-
ternacionales en esa línea, no ha sido demasiado cultivado por los
enfoques académicos de esta parte del mundo. De hecho, hubo que
esperar mucho tiempo para que aparecieran investigaciones locales
sobre el periodismo con una metodología específica a la problemá-
tica a analizar. Los medios han sido estudiados mayormente por sus
condiciones estructurales, o bien, por sus productos finales, sin pre-
guntar demasiado qué ocurría dentro de ellos, y si todas esas cues-
tiones que se leían en los discursos tenían algo que ver con las causas
que se presuponían. Al repasar el recorrido bibliográfico que ofrece
la primera parte de este libro, se constata que en nuestros ámbitos se
16 César Arrueta

dio prioridad a enfoques más generales de la sociología y la antropo-


logía para los estudios de medios, con grandes teorías de innegable
validez pero que no siempre ayudan a describir las particularidades
de este campo.

Como demuestra la segunda parte de este libro, donde Arrueta


presenta los resultados de su investigación doctoral, mucha de esa
medulosa bibliografía sobre periodismo ofrece principios operati-
vos imprescindibles para la descripción precisa de los fenómenos
involucrados en la producción de información. Presentar un camino
de aplicación de este cuerpo teórico es un aporte al campo pero lo
refuerza el hecho de que, además, lo haya trabajado con uno de los
objetos de estudio menos analizados como son los diarios de pro-
vincias.

Paradójicamente, a pesar de que muchos de ellos son los me-


dios más antiguos y con mayor trayectoria en el país, suelen dejarse
de lado a la hora del análisis de las noticias, o son colocados en la
investigación académica en un plano subsidiario con relación a los
diarios que se llaman nacionales (pero que en rigor no dejan de ser
los medios de la localidad Capital). El libro nos ofrece una descrip-
ción detallada de medios que geográficamente son periféricos, pero
que son centrales para las localidades donde circulan, y medulares
para la investigación, por estar atravesados por tensiones y condi-
cionamientos muy particulares, que ilustran muy elocuentemente la
problemática de los medios contemporáneos.

Adicionalmente hay que señalar que hay pocos antecedentes en


la Argentina en que la descripción de lo publicado por los medios se
sustente con un estudio de campo en las redacciones, o a la inversa.
Sólo en contadas oportunidades estos análisis semánticos se cruzan
con datos concretos que describan lo que efectivamente ocurre en
las redacciones. Las condiciones reales de producción suelen presu-
mirse a partir de constataciones generales o factores ideológicos de
los emisores, omitiendo la descripción del complejo escenario que
permitiría entender mejor la labor de un medio y sus periodistas
y los productos que de ella se derivan. El camino de investigación
propuesto por César Arrueta nos ilustra acerca de los abordajes in-
tegrales que necesita la producción noticiosa y nos muestra la con-
Prólogo 17

veniencia de acompañar cualquier análisis de los mensajes con una


descripción ajustada de la situación de los medios y periodistas ob-
jeto de estudio. Este punto se vuelve de aquí en más crucial en la
medida en que ya no puede explicarse la prensa (por lo menos no
exclusivamente) desde los modelos clásicos del siglo pasado.

Hace años que los manuales generales no alcanzan para explicar


las prácticas de los grandes medios, que cambiaron radicalmente en
la medida en que lo hicieron las sociedades, la economía, las tecno-
logías. Menos aún sirven para describir la forma en que se producen
los medios de menor alcance. Por eso se hace tan necesario volver a
las fuentes, a las bases de la teoría del periodismo, al conocimiento
de las redacciones. El trabajo de Arrueta va en ese sentido y espe-
remos que sirva de invitación para que se repliquen investigaciones
como la suya en otros ámbitos. Sólo así podríamos aspirar a contar
alguna vez con una auténtica cartografía del territorio de los me-
dios.

Dra. Adriana Amado.


(docente UNLAM, periodista)
PRIMERA PARTE

Acerca de las rutinas de producción


periodística

“Nunca se ha hablado tanto de la comunicación


como en una sociedad que no sabe comunicarse con
ella misma, cuya cohesión está cuestionada, cuyos
valores se descomponen, cuyos símbolos demasiados
usados ya no logran unificar. Sociedad centrífuga,
sin regulador”

Lucien Sfez
Crítica de la comunicación
(1992)
1. Nueva línea de investigación:
emisores y procesos productivos

E n 1997, Horacio Verbitsky intentó caracterizar las tortuosas re-


laciones de Menem con la prensa, la ley y la verdad en un libro
publicado por Editorial Planeta y sugestivamente titulado Un mundo
sin periodistas. Lejos de considerar la eventualidad del episodio, su
recordación es pertinente para subrayar el papel que cumplen los
medios de comunicación en las sociedades contemporáneas y el jue-
go de intereses y presiones que sostienen de manera permanente
con el poder político. No es casual, por ejemplo, aquel rol de “des-
cubridor de verdades” (Mitchell, 2003b:12), que le fue asignado a la
prensa y que ya forma parte del paisaje de las valoraciones sociales.
Aún sorprende, si se me permite la anécdota, el relato que el padre
Jesús Olmedo hace en su libro Los Desocupados de La Quiaca. 12 años
de lucha junto a sectores sociales 1992-2003 (2003) de la cobertura me-
diática que recibieron diferentes reclamos encabezados por comuni-
dades aborígenes del noroeste argentino:

[...] muchos fueron los medios que se hicieron presentes


durante la Marcha de los Pobres y Excluidos, para
cubrir la noticia y la odisea de los puneños. Canal 6 nos
acompañó durante todos los días de la marcha y llegó,
con nosotros a Buenos Aires. Canal 4 y Canaly siguió de
cerca los acontecimientos y nos ofrecieron lindos reportajes.
Medios televisivos de Buenos Aires ofrecieron instantáneas
de la marcha y reportajes en directo desde Capital Federal.
22 César Arrueta

Bastantes emisoras de radios locales, provinciales y


nacionales, siguieron muy de cerca todo lo relativo a la
marcha, con conexiones telefónicas durante los días de la
caminata y retransmisiones en directo de los actos y los
mensajes de los líderes. En lo referente a los medios de
prensa escrita, hemos recuperado los recortes y titulares de
algunos diarios (2003:255-256).

Es evidente en la transcripción, el asombro con el que se na-


rra el operativo mediático. Olmedo, en su intento por graficar al
lector el alcance del reclamo, describe, tácitamente, la maquinaria
noticiosa y el “proceso de producción y la labor de los emisores”
(Martini, 2000:73). Esta fascinación no es azarosa. Los medios han
demostrado, a lo largo de la historia, su capacidad de congrega-
ción e impulso de demandas sociales en la esfera de la política y
el desarrollo económico. En otras palabras, tienen la capacidad de
socializar, explicar, interpretar y comentar el significado de los acon-
tecimientos. No quedan dudas que tanto la visibilidad de la noticia
como las propias rutinas de producción periodística que preceden su
publicación, despiertan un atractivo particular en el colectivo social.
Sucede que,

[...] la práctica periodística es una actividad ante todo


política: la producción de la noticia marcada por la
temporalidad, implica fijar la mirada (moral), aportar
al control (organización social), negociar (consensuar) y
dialogar (con el poder y con la ciudadanía en general)
(Martini y Luchessi, 2004:18).

David Randall advirtió esta particularidad y sugirió, irónicamen-


te, que todos los diarios deberían publicar una nota aclaratoria en
cada una de sus ediciones, subrayando que el producto en circu-
lación había sido: “producido en aproximadamente 15 horas por
un grupo de seres humanos falibles” (1999:6). Tal propuesta no re-
sulta desatinada si se tiene en cuenta que, para algunos autores, a
través del proceso de edición los medios de comunicación inculcan
y defienden: “el orden del día económico, social y político de los
grupos privilegiados que dominan el Estado y la sociedad del país”
(Chomsky y Herman, 2001:341).
1. Nueva línea de investigación: emisores y procesos productivos 23

En este contexto vale aclarar que las acciones, funciones y acti-


tudes que señalan Chomsky y Herman no son, necesariamente, el
resultado explícito de una estrategia deliberada e intempestiva para
cumplir con una meta trazada en la oscuridad de intereses espu-
rios. Podríamos decir que se articulan, en gran medida, a partir de
una cultura periodística que se construye en el interior de los me-
dios masivos. Esta cultura es una suerte de secreto profesional que se
transmite en una sala de redacción y se define como: “un conjunto
de conocimientos sobre la profesión en continua evolución y que
sirve para decidir, entre otras cosas, qué es una buena noticia y qué
es ‘aburrido’” (Randall, 1999:11).

Frente a tales fenómenos es razonable pensar que las líneas de


investigación que se animaron a centrar la mirada en el nivel de
los productores de la noticia (y desairar el histórico fisgoneo por el
mensaje y sus efectos) hayan consolidado, con el paso de las déca-
das, su relevancia en el campo académico, con aportes nacionales e
internacionales que echaron luz sobre las instancias de producción y
validaron aquello de las salas de redacción como mundos complejos
e inagotables.

Lejos de ser una casualidad, Mauro Wolf reconoció en 1987, año


de publicación en castellano de La Investigación de la Comunicación
de Masas. Críticas y Perspectivas, que los estudios sobre los emisores
y los procesos productivos se habían constituido en un filón de las
investigaciones. Es que el principal aporte que realizaron estos traba-
jos fue concentrarse en la lógica interna de la maquinaria noticiosa
y despejar, paulatinamente, inquietudes y detalles de lo que hasta
ese momento era genéricamente definido como la “caja negra” de
los mensajes. No hay que olvidar, en este último punto, los esfuer-
zos fundacionales que realizaron a partir de los años 30, Herbert
Blumer, John Broadus Watson o George Herbert Mead por clarificar
la acción de la propaganda en la sociedad industrial; la preocupación
de la Escuela de Frankfurt por los efectos de los medios en la vida
cotidiana y en las artes; el aporte de Horkheirmer y Adorno, la deriva-
ción mediática expresada en consumos culturales identificada por los
sociólogos Lazarsfeld y Merton o la teoría de la agenda-setting inscrip-
ta en trabajos que van desde Walter Lippmann, Maxwell McCombs
24 César Arrueta

hasta Elizabeth Noelle-Neumann. En contrapartida, podemos decir,


en acuerdo con Cecilia Cervantes Barbas que:

[...] las preguntas a responder en los estudios sobre


construcción primaria del acontecer tienen que ver con
la inquietud de generar conocimiento en torno a quiénes
controlan los medios informativos y sus productos, en el
caso de las noticias (1996:55).

Los estudios referidos a los procesos productivos incluyen dos


grandes etapas de investigación, cronológicamente diferenciadas: la
primera, centrada en la selección de la información y denominada
gatekeeping; y la segunda, abocada a los estudios de construcción de
realidad, llamada newsmaking.

Considerando los objetivos del libro y su objeto de estudio, es


que abordaremos la construcción conceptual del término rutinas de
producción periodística a la luz de ambas etapas teóricas, conside-
rando los aportes realizados por investigadores de Estados Unidos,
Europa y América Latina, especialmente la Argentina y Brasil.
2. Gatekeeper:
las rutinas de producción
periodística desde las explicaciones
anecdóticas referidas
a los guardabarreras

E n 1947, Kurt Lewin inauguró el concepto gatekeeper (“portero”,


su traducción al castellano) en su obra Frontiers in groups dynamics.
Channels of group life: Social planning and action research. Este concepto fue
utilizado inicialmente para caracterizar las “dinámicas interactivas en
los grupos sociales, en particular respecto a los problemas relacionados
con el cambio de hábitos de alimentación” (Wolf, 1987:204). Luego de
que Lewin identificara la existencia de puertas en la secuencia de com-
portamientos relativos a un determinado campo, David White utilizó
esta idea en 1950 para estudiar el flujo informativo en los medios de
comunicación y determinar la ubicación y el comportamiento de porte-
rías que permitían la publicación o no de un acontecimiento noticiable.
Lo hizo a través de un aprendizaje de caso publicado en un artículo que
llamó The Gatekeeper: a case study in the selection of news (1950). Dicho de
otra manera, se avocó a entender el proceder de los porteros-informa-
dores en un contexto periodístico seleccionador, situando como base
observacional las zonas de filtro y segregación que operaban durante el
mecanismo de producción de sentido.

Esta primera etapa tiene la particularidad de ser constituida por


aportes de corte anecdótico, estructurados desde la experiencia in-


Cecilia Cervantes Barba, en un artículo que tituló La sociología de las noticias
y el enfoque Agenda-Setting, incluye, en los orígenes de la sociología de la
26 César Arrueta

dividual y el estudio de casos, haciendo conocer: “la vida cotidiana


y las rutinas de quienes elaboran las noticias, cosas que pueden re-
sultar útiles como datos para un análisis más sistemático y explícito
de la sociología cotidiana de la producción periodística” (van Dijk,
1990:19). Pese a ello y los posibles cuestionamientos sobre su nivel
de generalidad, la valía radica en situar a las rutinas de producción
periodística en un plano de correspondencia con mecanismos cuasi-
automáticos de selección-supresión, desde la preponderancia de ac-
titudes, explícitas e implícitas, de valoración personal. “Se advierte,
en consecuencia, que el periodista define sus valores en forma prag-
mática en su rutina diaria, en vez de adherir incondicionalmente a
ideales sociales y profesionales” (Balbín, 2008:244).

Obsérvese de qué manera la rutinización se asocia con un proce-


so maquinal que privilegia la elección del periodista en un contexto
de tensión con el tiempo de la prensa, antes que la manifestación de
sesgos organizacionales. En tal sentido, pueden entenderse a las ru-
tinas de producción como el tránsito de acontecimientos noticiables

noticia, los trabajos de Robert Park (1922, 1969) y Walter Lippmann (1922,
1969). A ellos, suma también estudios referidos a la relación prensa-sociedad
efectuados por Robert Park y Ernest Burguess en 1921 y por una discípula de
Park, Helen Hughes, en 1940. En este sentido, Cervantes Barbas agrega: “Las
ramificaciones e influencias de los estudios clásicos realizados al interior de
la Escuela de Chicago no pueden ser precisadas con claridad, pues esa línea
de trabajo sobre la naturaleza de la prensa y los factores que influyen en su
producción fue objeto de cierta marginación dentro de la tradición dominante
de análisis de los medios de comunicación, conocida como communication
research o como mass communication research; en la que si bien se han llevado a
cabo enfoques críticos, ha predominado más bien una fuerte tendencia hacia
el conocimiento de los efectos de los medios de comunicación en las audiencias
(Brown, 1974; Chaffee y Berger, 1980). No obstante el poco desarrollo que
tuvo durante casi cinco décadas (1930-1975), el estudio de los productores
de comunicación resurge a finales de los setenta y principios de los ochenta,
según registran Mc Quail (1983) y Wolf (1987). Frente a la proliferación de
trabajos en esa línea, emergieron a partir de los ochenta algunas iniciativas
tendientes a sistematizar o dar sentido a un tipo de investigación, para el que
se han utilizado términos como “sociología del comunicador de masas” (Holz
y Wright, 1984:23); “sociología de los medios” (Murdock, 1980:6; Shoemaker
y Reese, 1991:3-121; Reese, Ballinger y Shoemaker, 1993:1); “sociología del
periodismo” (Weaver y Gray, 1980:126; Kunczic, 1988:175; Wolf, 1987:160;
Schlesinger, 1992:71” (2001:50).
2. Gatekeeper: las rutinas de producción periodística 27

hacia su inclusión final en la superficie textual, desde la coyuntura y


las satisfacciones individuales.

Esta hipótesis primaria fue reconsiderada en publicaciones pos-


teriores que particularizaron la atención en la selección y en el filtro
de las noticias, las normas de empleo profesional y organizativo que
permitieron, entre otros logros, poner en deferencia el carácter se-
leccionador del medio, por encima del periodista-editor. Lo hicie-
ron desde una perspectiva sistémica y microsociológica.

En un intento de comprensión Wolf, citando un apartado de


News agencies and world news (1981), afirma:

Las decisiones del gatekeeper no son realizadas sobre la


base de una valoración individual de noticiabilidad, sino
más bien en relación a un conjunto de valores que incluyen
criterios profesionales y organizativos, como la eficiencia,
la producción de las noticias, la velocidad (1987:206).

En esta línea, pueden destacarse también los aportes de Wilbur


Schramm (1955), Bruce Westle y Malcolm MacLean (1957) y prin-
cipalmente del sociólogo y colega de White, Walter Gieber, quien a
partir 1956 exploró factores que excedían una visión personal del
seleccionador de noticias, para incorporar factores propios a la lógi-
ca de los medios de comunicación.

Esta nueva visión de las rutinas añade un conjunto de factores


institucionales que conviven con las matrices personales. No se trata,
en este punto, de una polarización de posturas sino de la identifica-
ción de campos de selección a partir de la conjunción de patrones
institucionales e individuales. Siguiendo este razonamiento, Gieber
publicó en 1960 una investigación titulada How the “gatekeepers” view
local civil liberties new, que realizó en un diario de California (Estados
Unidos) sobre los criterios y percepciones que eran transmitidos a
los redactores y concluyó que la principal fuente de determinación
noticiable en un medio de comunicación era la percepción que tenía
el medio sobre un acontecimiento y no el acontecimiento en sí, tami-
zado por intereses de conocimiento social y la actitud expuesta por el
redactor. En tal sentido, las rutinas no se entienden como trayectos
28 César Arrueta

de apropiación de acontecimientos noticiables en estado puro, sino


como trayectos que posibilitan abordar unos hechos en detrimento
de otros, pero desde una noción de trascendencia que materializa
el periodista-editor en conjunción con el campo de intereses de la
empresa periodística. A este fenómeno, la academia norteamericana
lo denominó preponderancia de rutinas burocráticas.

No es casual, por lo tanto, el estudio que Warren Breed llevó a


cabo en Social control in the news room (1960), donde pudo dar cuenta
de la acción coercitiva que ejerce la línea editorial, transmitida en la
interacción de una sala de redacción, el diálogo con los colegas y el
sentido de pertenencia. De manera más precisa, Wolf revela:

Breed enumera seis motivos que inducen a conformarse con


la orientación del periódico: a) la autoridad institucional
y las sanciones; b) los sentimientos de obligación y estima
hacia los superiores; c) las aspiraciones a la movilidad
profesional; d) la ausencia de fidelidades de grupos
contrapuestos; e) la naturaleza agradable del trabajo; f)
el hecho de que la noticia se ha convertido en un valor
(1987:207).

Adviértase, en este primera parte, de qué forma el concepto de


rutinas viró de una perspectiva anecdótica-personal edificada, bá-
sicamente, desde las necesidades y el sentido estrictamente indivi-
dual del periodista-editor en tanto agente seleccionador de primer
grado, a un horizonte de articulación de filtros que se cimientan en
intereses organizacionales. Es que el sistema de barreras y puertas
que empezó a retratar White estudiando el trabajo de Mr. Gate per-
mitió entender las rutinas de producción periodística como líneas
de influencias, preferencias, motivos y valores comunes; terreno fér-
til para el “abuso de poder” a la hora de decidir qué información
desechar y qué información publicar y principalmente, un hábito
instituido de jerarquización noticiosa, a menudo, dirigido por un
sistema de preguntas estándares, que guían el trabajo cotidiano. En
este sentido, entender las rutinas desde el concepto de puertas que
se abren y se cierran, resulta trascendente para comprender que el
flujo informativo que circula por una sala de redacción está sujeto
a oportunidades-no oportunidades de evaluación de hechos noti-
2. Gatekeeper: las rutinas de producción periodística 29

ciables y formas posibles de visibilidad. El acento está puesto en los


obstáculos y las facilidades que reduzcan o favorezcan el flujo in-
formativo, y el rol que en ese circuito cumplen tanto el periodista y
como el(los) propietario(s) del medio, desde un horizonte, no siem-
pre común, de selección-supresión.

La expansión de esta línea de investigación posibilitó enfocar


la observación en otro aspecto del gatekeeper, referido a la forma en
que es instituido el modus operandi de la rutina productiva. En este
punto, los estudios coinciden en afirmar que en la etapa de selec-
ción, las referencias implícitas al grupo de colegas y al sistema de
fuentes prevalecen sobre las referencias al propio público. Es así que
en 1972, George Bayle y Lawrence Lichty describieron un concepto
de gatekeeper orientado más a la organización y su entorno de rela-
ciones; le asignaron un rol central en la administración de un medio
y describieron su papel en la política general del comportamiento.
En esta línea también pueden identificarse trabajos anteriores de
Lewis Donohew (1967) y principalmente Paul Snider, quien en 1967
fue autor de un artículo que tituló Mr. Gates revisited, en clara alusión
al trabajo fundacional de White. Herbert Gans ya había realizado en
Broadcasters an Audience Values in the Mass Media: The Image of Man
in American Television News (1970) un polémico llamado al convocar
a los periodistas de la época para que sepan menos del interés del
público y se enfoquen más en los valores-noticia del medio.

Esta tendencia de querer incrementar las cargas en el haber de


las decisiones editoriales, proyectando una noción lineal y asimétri-
ca del trayecto del flujo informativo resultó peligrosamente asociada
a la idea de que, en esas condiciones, el periodista estaba necesa-
riamente subyugado a rutinas que actuaban como cauces o guías
de comportamiento, adjudicándole un carácter pragmático que
contrastaba con visiones idealistas construidas respecto a la prensa
por la literatura de principio de siglo XX y fuertemente concate-
nadas con el concepto de democracia liberal. Unos de los primeros
en advertir esta dificultad fueron Morris Janowitz y Robert Schulze,
quienes en un artículo publicado en 1961 en París, bajo el título
Tendances de la recherche dans le domaine des communications de masse hi-
cieron pública sus preocupaciones por aquellas observaciones socio-
30 César Arrueta

lógicas que daban cuenta de procesos de alienación en el personal de


los medios masivos. En este sentido, reconocían la existencia de una
centralización en las decisiones editoriales, aunque sin la capacidad
suficiente de suprimir la fuerza creadora de los hombres y mujeres de
la prensa y el espectáculo. A esa capacidad le asignaban un alto valor
movilizador.

Pese a ello, las nuevas observaciones realizadas en terreno sobre


el comportamiento de la prensa, concluyeron en la identificación
de un proceso que se denominó unwitting bias (distorsión inconscien-
te). Esta postura, sustentada inicialmente en un trabajo que Peter
Golding y Philip Elliot titularon Making of the News (1979), llevó el
centro de la discusión a un fenómeno propio de la sociología del
conocimiento: los periodistas se forman un concepto de realidad se-
gún características propias del medio al que pertenecen, concepto
que lo lleva a modificaciones involuntarias en la determinación e in-
terpretación de valores que definen las cualidades para convertir un
acontecimiento en noticia. Por ello, estos estudios se concentraron
en: “conocer no sólo los sistemas de valores, de representaciones,
de imaginario colectivo que proponen, sino también la forma, los
procesos, las restricciones y limitaciones con los que se lleva a cabo”
(Wolf, 1987:211).

Como puede observarse, la indagación central se concentra en


los condicionamientos que ejerce el medio de comunicación sobre
la práctica periodística, a punto tal de convertir las rutinas de tra-
bajo en procesos naturalizadores, que actúan como ideas macro de
formación de realidad, jerarquización y edición. Con un toque de
ironía, Lorenzo Gomis graficó un escenario propicio para entender
la forma en que se desarrolla este aprendizaje: “¿qué ocurre, cabe
preguntar, cuando un redactor no se adapta? Las desviaciones se
castigan amablemente, con un comentario de paso –’No trates así al
alcalde’– o reduciendo una información” (1991:84).


Los sociólogos Lang en 1953 y 1955 realizaron aportes exploratorios sobre el
trabajo televisivo en los Estados Unidos y permitieron, como primeros casos
reveladores, dar cuenta del contexto de interpretación diseñado por un medio
y las acciones puestas en marcha para tal fin.
2. Gatekeeper: las rutinas de producción periodística 31

Véase cómo se establece una doble definición respecto al desa-


rrollo de la práctica periodística. Por un lado se reconocen valores
ideales inherentes a la profesión, pero por otro –en el ejercicio coti-
diano– se identifican procesos intrainstitucionales que determinan
una naturalización de prácticas habituales y formas de valoración en
concordancia con el campo de intereses del medio masivo. De allí
que las decisiones respecto a qué acontecimientos son convertidos
en noticias, respondan a procedimientos involuntarios, pero no desde
una idea de pasividad deliberada por parte del periodista-editor,
sino desde un concepto de mimetización, asociado a un sentido de
pertenencia y una cultura periodística particular.

De esta forma, el rol asignado a las rutinas informativas en el


contexto de producción periodística no se reduce exclusivamente
a un esquema organizativo de roles y funciones, sino que se hace
extensible a un plano de aprendizaje de una forma de ejercicio del
periodismo, en el contexto del campo de relaciones e intereses de la
empresa. No se trata, como los primeros estudios revelaron, de una
actuación estrictamente individual o una imposición institucional
potenciada por presiones externas, sino de procesos internos que
tienden a naturalizar valoraciones y esquemas de selección-inclu-
sión, que están en permanente tensión con esquemas de valoración
individual y/o ideal.

Por tal razón, no se corresponde con una idea de manipulación


entendida como distorsión deliberada, sino de las restricciones que
añade a la información el propio proceso informativo, con sus valo-
res y rutinas, donde cada actor que interviene en el flujo noticioso
tiende a realizar su aporte diferenciador.

Esta interpretación llevó a considerar, años después, que el ejer-


cicio del periodismo asociado a rutinas naturalizadas en el marco de
una empresa periodística, pondría en riesgos su propia funcionali-
dad, avalando procesos de deformación de realidad, en tanto la re-


Estos procesos están relacionados con factores organizativos, burocráticos, y de
estructuración de procesos productivos.

Refiere al proceso de mimetizar, en tanto se adopta la apariencia de los seres u
objetos del entorno.
32 César Arrueta

contextualización de lo real estaría sujeta, necesariamente, a dos fac-


tores de creciente importancia: la competitividad de mercado y las
posiciones ideológicas que atraviesan un medio de comunicación.

En concordancia con ello, en 2001, Ángel Badillo y Patricia


Marengui publicaron un artículo que titularon De la democracia, a la
democracia electrónica, a través del cual demostraron que la competen-
cia de mercado se había constituido en un pilar del proceso de pro-
ducción periodista, en tanto favorecía a mecanismos de deformación
de realidad a través de la instalación de una preocupación mayor
entre los equipos periodísticos por acceder a la primicia, mayores
detalles e informaciones de alto impacto, capaces de posicionar su
producto en detrimento de la competencia. La acción involuntaria
está relacionada, en este caso, con una mayor permeabilidad entre
las fuentes informativas y el periodista y la instalación de una suerte
de no-chequeo a partir de un mayor apuro por informar y aumentar
las ventas.

Planteo similar desarrollaron dos docentes e investigadores del


Departamento de Ciencia Política y de Comunicación Audiovisual
y Publicidad de la Universidad del País Vasco, Pedro Ibarra y Petxo
Idoyaga, en un artículo que nominaron Racionalidad democrática,
transmisión ideológica y medios de comunicación (2003). Al factor com-
petitivo, le sumaron aspectos ideológicos claramente presentes en el
discurso periodístico:

Esa dependencia que tiene el periodismo de la estabilidad


de unas determinadas fuentes y del acomodo a unas exi-
gencias productivas, tiene como consecuencia que la ima-
gen del mundo que construyen los medios de comunicación
sea distorsionada de la realidad y reproduzca constante-
mente los discursos ideológicos dominantes. Pero también,
que esto no sea tanto debido a una manipulación conscien-
te y cotidiana de las noticias derivada de las presiones y
maniobras del poder político, sino de lo que se llama “dis-
torsión involuntaria” (unwitting bias) y que las propias
necesidades productivas imponen de una forma constante,
permanente, al periodismo. De hecho, lo que enfáticamen-
te se llama “profesionalidad” no es más que una cober-
2. Gatekeeper: las rutinas de producción periodística 33

tura ideológica (eso sí, autolegitimadora de la actividad


periodística y legitimadora de ésta ante la sociedad) de esa
dependencia que la producción de noticias tiene respecto a
las exigencias productivas (2003:12).

Sin embargo, la diferencia de estos estudios con sus antecesores


está vinculada con la idea de entender a las rutinas informativas
como un plexo de factores que conviven e interactúan en la jornada
cotidiana de un medio y que, permanentemente, proponen situacio-
nes de tensión que se resuelven desde valores instituidos y naturali-
zados (por identificación institucional, temor, apatía o simple asen-
timiento personal), antes que por valores ideales consonantes con la
profesión. Sin embargo, esta explicación dejó enigmas sin resolver.
Como explica Stella Martini:

La hipótesis de una distorsión consciente de la información


resultó insuficiente para explicar todas las formas de pro-
ducción de la noticia, y las investigaciones fueron plantean-
do la viabilidad del pasaje del reconocimiento de que en
todo trabajo periodístico se produce además una “distorsión
involuntaria” directamente relacionada con lo que se deno-
minan rutinas de producción y con los valores imaginarios
periodísticos que se comparten entre colegas y con las insti-
tuciones. Las noticias serían más el producto de la selección
y el control y de las formas de procesamiento que responden
a “instrucciones” (más o menos explicitadas) de la empresa y
a actitudes y valores consensuados o al menos aceptados (la
distorsión consciente) y de la articulación de prejuicios, va-
lores compartidos con el medio y con la sociedad, representa-
ciones del propio trabajo y que están implícitos (la distorsión
inconsciente o involuntaria) (2000:76-77).

2.1. De los relatos observacionales a las tendencias


actuales
Alejados de cualquier opacidad intelectual, los estudios de gate-
keeper retomaron planteos superadores en las últimas décadas. De
hecho, el trabajo de Xiang Zhou, Gatekeeper, gatekeeping, and news
34 César Arrueta

selection (2001), puede considerarse un fiel reflejo de esta circunstan-


cia, al ofrecer un magnífico relevamiento sobre los últimos aportes
realizados en la materia.

En 1980, Richard Brown publicó un artículo que tituló The gate-


keeper reassessed, a return to Lewin, a través del cual propuso un retorno
al concepto original planteado por Kurt Lewin y su vinculación con
la recepción social de los mensajes. Identificó el proceso mediante el
cual las decisiones adoptadas en el momento de edición periodística
se relacionan, de manera interdependiente, con reglas implícitas y
explícitas presentes en cada puerta de acceso. Tal planteo configu-
ró su matriz principal gracias a un revelador aporte realizado por
Edward Jay Epstein en News from nowhere (1973), al considerar la
influencia de la naturaleza misma de los acontecimientos noticia-
bles en el siempre dinámico proceso de edición periodística. Con
mucho tino, advirtió que las noticias no ocurren bajo circunstancias
controladas que se prestan a análisis metódicos individuales. Por el
contrario, sugirió que si bien los periodistas tienen ciertos valores
compartidos que permiten homologar los acontecimientos con po-
sibilidades reales de ser convertidos en noticia, esto no significa que
tales valores, en determinadas circunstancias, se alejen de apremios
estructurales y la lógica de la empresa periodística.

En este sentido, Ben Bagdikian ya había publicado en 1969 The


press and its crisis of identity. Mass media in a free society, un libro pensa-
do para identificar y determinar puntos de ejercicio de poder en las
puertas de acceso. Señaló que, en un medio, la política se ejerce de ma-
nera tácita con ejecutivos editoriales que controlan la asignación de
historias, cuál será publicada en última instancia, con qué énfasis y
extensión. De igual manera aclaró que este tipo de acciones estaban
vinculadas con la necesidad de evitar proximidades riesgosas entre
el periodista y su tema de abordaje producto de un clima de trabajo
generalmente informal y de camaradería.

De todas maneras, fue prudente en aclarar que el editor no fun-


ciona, regularmente, de forma mecánica y funcional a los intereses
de la empresa. Por el contrario, sus decisiones reflejan incumbencias
particulares, como así también valores profesionales y presiones ex-
ternas. En una descripción mejor lograda, Bagdikian escribe:
2. Gatekeeper: las rutinas de producción periodística 35

[...] the gatekeeper, though he seems to perform like one,


is not a valueless machine operating in a vacuum. His
decisions, resulting in the printing of most stories seen by
the public, reflect his personal as well as his professional
values and all the surrounding pressures converging on
him (1969:107).

En 1973, León Sigel, en Reporters and officials: the organization of


newsmaking, retomó la idea de la existencia de un mínimo de buro-
cracia en la producción noticiosa y se animó a decir, inspirado por
sus experiencias y observaciones, que las noticias eran el resultado
de opciones y no de decisiones. Para Sigel, estas opciones le permi-
tían al gatekeeper encontrar un equilibrio ideal entre los redactores,
al considerar que la elección informativa era, en esencia, una batalla
permanente por el prestigio entre varios sub-editores y jefes de de-
partamento que conviven en una sala de redacción. Además advir-
tió, como consecuencia de ello, que el valor intrínseco de las noticias
y el lector toman papeles secundarios.

La línea de abordaje planteada por Sigel prosperó en estudios


subsiguientes; estudios que en general se esforzaron por aclarar que
en el juego de intereses y conocimientos que existen entre el medio,
el periodista y el público, es complejo identificar necesidades natu-
rales de información y valores puestos en juego.

En 1982, Charles Whitney y Lee Becker abrieron otra dimensión


de estudio a la función del gatekeeping a través de un artículo que
titularon: “Keeping the gates” for gatekeepers: the effects of wire news. En
este apartado, establecieron puntos de contacto entre el concepto de
puertas de acceso y capacidad de fijar agenda en los medios.

Whitney y Becker concluyeron que los redactores eran capaces


de elegir sus historias periodísticas en función del nivel de repercu-
sión social que podían alcanzar y, en este sentido, ofrecieron explica-
ciones congruentes. Aseguraron que la estructura noticiosa del día,
independientemente de los contenidos y el medio en particular, in-
fluía en las decisiones de los editores y periodistas, quienes se dispu-
taban historias que sean pertinentes con el interés social relevante.
Asimismo alegaron una proximidad entre los servicios informativos
36 César Arrueta

externos al medio de comunicación y los periodistas que recibían


esas coberturas con el fin de abocarse a aquella que sobresalía del
menú informativo diario.

Tal situación también fue abordada en España por Antonia Gonzáles


Borjas. Esta investigadora presentó sus conclusiones en un artículo pu-
blicado en Sevilla y titulado Producción del Temario Periodístico Local:

Quien verdaderamente selecciona, jerarquiza y además


decide popularizar o demonizar personajes e instituciones
a través del mantenimiento del tema en la agenda, es el
“guardabarreras vigilante o gatekeeper”, condicionador
del temario informativo. Los periodistas encargados de ese
cometido poseen un cargo medio o elevado: director, sub-
director, jefe de sección, redactor-jefe, editor y coordinador
de área. Asimismo, si nos preguntamos por los responsables
del establecimiento de la agenda-setting pública, encontra-
mos en los medios informativos el origen del gran impacto
sobre los temas de interés público; aunque no son los úni-
cos promotores […] Lo que no se acepta es anhelo de que
uno sólo desempeñe tal tarea. Es obvio que ni el espacio ni
el tiempo que administra un único medio de comunicación
se lo permiten (2000:23).

Esta afirmación pone en evidencia las limitaciones de ejercer


el sistema de barreras en el transcurrir de una rutina porque tien-
de, esencialmente, a acortar sus tiempos. En este sentido, puede
mencionarse el libro publicado en 1991 por Pamela Shoemaker:
Gatekeeping. En esta divulgación, Shoemaker propone, ante las nue-
vas limitantes de la prensa, que aquellos estudios referidos a la se-
lección informativa incorporen, necesariamente, focos de análisis en
nivel individual (del periodista y sus valoraciones) y el nivel organi-
zacional-institucional extra-mediático, referido a la circulación de la
noticia. Adviértase de qué forma el interés está en particularizar las
observaciones y no simplificar el proceso a un juego de permisos y
denegaciones informativas, sea por presiones externas o internas,
partiendo de la idea de que tanto la esfera individual e institucional
no están subsumidas entre sí, sino que siguen actuando como cam-
pos relativamente autónomos.
2. Gatekeeper: las rutinas de producción periodística 37

En este punto vale una aclaración. Si bien las investigaciones


sobre gatekeeping –fruto de la sociología funcionalista norteameri-
cana– fueron superadas, como demostraremos más adelante, por
planteos aun más complejos y abarcativos, la tarea de selección de
la información sigue siendo objeto de estudio, aunque demandando
una mayor apertura de interrogantes. Es más:
Se debe insistir en que ya no se trata de rastrear e identifi-
car los lugares donde funcionan como “cuellos de botella”
en donde cierta información queda atascada y por tanto
desechada de las agendas temáticas de un medio, sino de
distinguir en el conjunto de la tarea productiva los valo-
res que hacen noticiable un acontecimiento y el significa-
do que tales valores adquieren (y el modo como aparecen
rutinizados y naturalizados) en una sala de redacción, en
interrelación con las expectativas y las series interpreta-
tivas de la sociedad y los estados de la opinión pública
(Martini, 2000:107).

2.2. El concepto de los guardabarreras en el nuevo


contexto informativo global
La explosión de formas interactivas en los medios de comuni-
cación se ha manifestado como uno de los fenómenos más inquie-
tantes de la última década, con responsabilidades reales y concretas
en los procesos de construcción de realidad y alteración de valores
subjetivos y de relación social. Como aseguran Gianfranco Bettetini
y Armando Fumagalli en Lo que queda de los medios. Ideas para una
ética de la comunicación:

Hoy tenemos que saldar cuentas no sólo con las interpreta-


ciones erradas de los testigos oculares, con el trabajo de los
corresponsales, con la mediatización de las agencias, etc.,
sino también con los efectos ulteriores del newsmaking, de
las nuevas tecnologías, de Internet, de los web-sites, que
no sólo hablan sobre ciertos hechos y situaciones, sino que
contribuyen a la imagen general del mundo, y a delinear
el, en parte, nuevo paisaje de experiencias y de valores
dentro del cual nos movemos (2001:29-30).
38 César Arrueta

No quedan dudas que la modificación de las formas de cono-


cimiento producidas por las nuevas tecnologías repercute en los
modos de abordaje de realidad, generalmente, a manos de concep-
tos tradicionales y herramientas trilladas. Como asegura Alejandro
Piscitelli, en un artículo que publicó en el año 2001 en la revista
Encrucijadas:

Uno de los obstáculos más fuertes para una apropiación


masiva y democratizante de la red está ligado a la ergono-
mía cognitiva, a los problemas y dificultades epistemológi-
cas que supone el pasaje de una cultura de la línea a otra
del espacio (animado), y todo a las espantosas interfases
gráficas –y consecuentemente a las dificultades para gene-
rar nuevas narrativas– dominantes (2001:64).

Con tal razonamiento, es lógico pensar que el concepto de gate-


keeper aún se debata entre la presencia obsoleta de su esencia (inexis-
tente, para algunos pensadores norteamericanos) o su capacidad de
adaptabilidad a nuevos fenómenos comunicacionales. Es que la par-
ticularidad del mundo on line aún está sujeta a un supuesto liberti-
naje, si se acepta el término, de los contenidos y expresión ilimitada
del pensamiento urbano-académico. Estas características son seña-
ladas de manera más contundente por Martín Becerra en su libro
Sociedad de la Información: proyecto, convergencia, divergencia:

En esta revolución informacional […] se incrementa expo-


nencialmente la capacidad de producir, procesar, almace-
nar y enviar volúmenes cada vez mayores de información:
la digitalización de los paquetes info-comunicacionales
permite soñar con la perspectiva de eliminar la capacidad
de producción, almacenamiento, emisión, recepción de in-
formación como condicionantes de relevancia (2003:21).

Sin embargo, y pese a las dificultades, se ha conformado una co-


rriente de pensamiento en periodistas y teóricos de Estados Unidos que
ven la función de los gatekeepers desarrollándose y adaptándose a estos
fenómenos, más que postergándose. Como advierte Xiang Zhou:

The explosion in interactive media forms has grabbed the


attention of communication scholars in the latter half of the
2. Gatekeeper: las rutinas de producción periodística 39

1990s. The use of a medium such as the Internet obviously


involves not only active participation in the traditional
audience roles of selecting and processing media messages,
but active participation in creating them, as well. However,
the traditional receivers are not the only ones profoundly
affected by this change. The traditional senders of media
messages –the journalists– are faced not just with a new
delivery method but with what may be a fundamental
shift in their role in the communication process. […]
Although few published studies have specifically addressed
gatekeeping in the online environment, there is some
evidence that journalists see that function as evolving and
adapting rather than disappearing (2001:18).

En 1997, Jane Singer, a través de un artículo que tituló Still guar-


ding the gate? The newspaper journalist’s role in an online world, había
podido demostrar que, en general, los periodistas de una sala de
redacción están más abocados a incorporar nociones de control de
calidad e identificación de fuentes sobre informaciones publicadas
en Internet; modificando de esta manera, el tradicional concepto
de gatekeeper.

En detalle, observó que los periodistas se sienten más identifi-


cados con el rol de intérpretes de información creíble, en el marco
de un volumen sin precedentes de datos disponibles, que simples
sujetos de selección. Estos resultados estaban en línea con un estudio
que en 1996 realizaron David Weaver y Cleveland Wilhoit, titulado
The American Journalist in the 1990s: U.S. News People at the End of
an Era, mediante el cual señalaron que los periodistas continuaban
viendo su papel primario como intérpretes, más que cuidadores de
puertas o meros diseminadores de noticias.

Esos resultados, asegura Xiang Zhou, plantean preguntas y cues-


tionamientos interesantes que deben servir de pautas guías para los
actuales investigadores de medios. De manera más precisa afirma:

So perhaps it is time to revisit gatekeeping theory in


this new environment. Though the role of journalists is
undoubtedly changing, it seems unlikely to lose all relevance
soon. Potential questions for additional exploration might
40 César Arrueta

at least include: Who are the gatekeepers online? What


attributes or skills will online gatekeepers need?; How
does the concept of news judgment, which underlies
gatekeeping theory, change as the media change?;  If users
do want gatekeepers –at least of some sort, at least some of
the time– what sorts of functions might those gatekeepers
perform?; How is the gatekeeping function influenced by
the interactive nature of this medium?. A re-examination
of gate-keeping theory, then, can generate questions that
are both plentiful and meaty (2001:21).

Véase, en este punto, la importancia que el autor le asigna al


concepto de gatekeeper. Su descripción está asociada a una idea de
administración informativa, más que una instancia de decisión y edi-
ción. Hacer hincapié en esta perspectiva, no es un dato menor si se
considera la valoración peyorativa que se la ha asignado, en últi-
mos trabajos, al concepto de seleccionador o cuidador de puertas.
Estamos sugiriendo, como indicio relevante, una mutación concep-
tual útil si se tiene en cuenta la idea matriz apuntalada por David
White y los nuevos espacios de investigación que pueden abrirse en
consecuencia.
3. Newsmaking: del rol seleccionador
al concepto de construcción

E n 1979, Golding y Elliott cuando plantearon en Making the News


su posición respecto al mecanismo de la distorsión involuntaria,
también esbozaron un par de preguntas que pueden considerarse
centrales para la corriente de estudio denominada newsmaking. Se
cuestionaron sobre la imagen del mundo que construyen los infor-
mativos radiotelevisivos y su vinculación con la cultura periodística,
la organización del trabajo en las salas de redacción y la correlación
con las rutinas productivas, preguntas que años después quedaron
explícitamente asociadas con estos estudios.

Respecto a los planteos originales sobre este tema, existe consen-


so en afirmar que Benard Roshco, investigador de la Universidad de
Chicago, fue el primero en sistematizar estos cuestionamientos a tra-
vés de una publicación que tituló Newsmaking (1975). Allí examinó
lo que llamó sesgos informativos remitidos principalmente al ámbito
de la objetividad, la oportunidad de informar y la posible notorie-
dad del acontecimiento; todos vinculados a un evidente ejercicio de


En un excelente trabajo de seguimiento bibliográfico, Cecilia Balbín, en La pro-
ducción de noticias (2008,) propone tres autores clásicos para entender la teoría
del newsmaking: Warrend Breed; Gaye Tuchman y Herbert Gans. Igualmente
suguiere una secuencia de puntos débiles a los cuales adherimos, aunque ad-
vertimos la posibilidad de superar sus obstáculos a partir de reconsideraciones
metodológicas y epistemológicas, ajustadas a nuevas demandas del contexto
informativo local.
42 César Arrueta

aprendizaje y negociación en las instancias de producción noticiosa.


Como asegura Garbarino, en un apartado que rescata especialmente
Mauro Wolf para explicar estos cuestionamientos:

En la producción de información de masas tenemos, pues,


por un lado la cultural profesional, entendida como un
inextricable amasijo de retóricas de fachadas y astucias
tácticas, de código, estereotipos, símbolos, tipificaciones la-
tentes, representaciones de roles rituales y convenciones,
relativos a las funciones de los media y de los periodistas en
la sociedad, a la concepción de los productos-noticia, y las
modalidades que dominan su confección (1987:215).

La mirada está puesta en los puntos de conexión que pueden


encontrarse entre la cultura del ejercicio periodístico y su determi-
nación en manos de la organización y sus prácticas naturalizadas.
Como señala de manera más precisa Stella Martín a propósito de
esta conexión:

Esta nueva etapa de investigaciones, que recibe el nombre


de estudios sobre el Newsmaking o construcción de noticia,
permite avanzar en el estudio de las formas de producción
de la noticia, suprime simplificaciones de las explicaciones
de la noticia de una tarea compleja y permite herramien-
tas útiles para analizar la relación entre la imagen de la
realidad social que construyen los medios, la organización
y producción rutinaria de los aparatos periodísticos y los
sentidos sociales (2000:77).

La noción de rutinas informativas no se asocia, en este caso, con


simplificaciones vinculadas a un mero proceder de puertas que se
abren y se cierren, sino que extiende su campo de comprensión a la
noción de construcción. En tal sentido, construir la noticia infiere la
existencia de procesos dinámicos, entre los que se incluyen las rutinas
informativas, que implican espacios de negociación y conflicto en tor-
no a valoraciones periodísticas. Para nuestro caso, las rutinas exceden
su carácter normativo, para transformarse en campos de realización,
no rígidos, que se modifican según acontecimientos imprevistos, re-
lación con fuentes de información o demandas de públicos-objetivos.
No se trata, si vale la duda, de una definición próxima a la anarquía in-
3. Newsmaking: del rol seleccionador al concepto de construcción 43

formativa, sino de entender la complejidad de este proceso, y señalar


que la noticia no es solo el resultado de un mecanismo de selección,
sino también la construcción organizacional producto de una multi-
plicidad de factores que intervienen en el proceso de negociación. De
allí su carácter no necesariamente preestablecido.

Otra diferencia sustancial de esta corriente teórica es la preva-


lencia de un enfoque sistemático. Es así que sus primeros resultados
fueron frutos de trabajos de investigación provistos de técnicas et-
nográficas y observación participante para llegar a la descripción,
interpretación y sistematización de la tarea periodística en el inte-
rior de los propios medios. Y en este punto pueden mencionarse
trabajos fundacionales llevados a cabo por Peter Schlesinger (1978);
Herbert Gans (1979); o Lorenzo Gomis (1991). Por su parte, Mauro
Wolf también destaca las contribuciones de Warner (1971); Epstein
(1973); Altheide (1976); Tuchman (1973); Alvarado y Bunscombe
(1978); Fishman (1980); y Bantz-McCorkle-Baade (1981).

El denominador común es una perspectiva metodológica que se


sustenta en una forma posible de recoger y obtener sistemáticamen-
te las informaciones y los datos fundamentales sobre las rutinas pro-
ductivas operantes en la industria de los media. Wolf agrega:

Los datos son recogidos por el investigador presente en el


ambiente objeto de estudio, bien con la observación siste-
mática de todo lo que pasa, bien a través de conversaciones
más o menos informales y ocasionales o verdaderas y pro-
pias entrevistas, llevadas a cabo con los que desarrollan los
procesos productivos (1987:211).

En este sentido, aparece como una cualidad diferencial la posi-


bilidad de observación no sólo de procesos productivos rutinarios
sino, y más importante aún, la forma en que reacciona la institución
periodística frente a acontecimientos que exigen una reconsidera-
ción de la política editorial, la organización del trabajo informativo
y mecanismos de respuesta frente a imprevistos. Esto resulta valioso
si se tiene en cuenta que, históricamente, los estudios enfocaron la
mirada en la forma de sistematización del ejercicio periodístico e
intentaron predecir un comportamiento naturalizado.
44 César Arrueta

Sobre este punto, Gaye Tuchman advirtió en 1973, en Making


news by doing work: routinizing the unexpected, la necesidad de explo-
rar los mecanismos que entran en juego en una organización perio-
dística frente a acontecimientos imprevistos o situaciones de crisis.
Además resulta sumamente útil para comprobar, desde diferentes
enfoques y situaciones, la forma en que se construyen pilares estruc-
turales de una empresa periodística y una sala de redacción: crite-
rios de noticiabilidad, valores/noticia, manejo de fuentes y rutinas
de abordaje.

En 1976, David Altheide definió la noticiabilidad como una pers-


pectiva práctica sobre los acontecimientos; enunciación que Mauro
Wolf acentúa especialmente por considerar que toma distancia de
aquella visión arbitraria impuesta a la selección del trabajo infor-
mativo. De hecho, no duda en asociar esta noción, con lo que ahora
puede llamarse cultura periodística, en clara alusión a ese proceder
que se erige en el propio seno de la relación intrainstitucional, el
papel que la empresa y el lugar que sus propietarios ocupan en el
tejido social-político, los valores que rigen la tarea informativa y las
experiencias personales puestas en juego por el periodista.

Sobre este punto, Mauro Wolf afirma:

[...] desde esta perspectiva, es noticia lo que –hecho pertinente


por la cultura profesional de los periodistas– es susceptible
de ser trabajado por el aparato sin excesivas alteraciones y
subversiones del normal ciclo productivo (1987:217).

De igual manera, en 1979 Gans volvió sobre esta idea y acla-


ró en Deciding What´s News que la noticia, desde su naturaleza y la
capacidad de ser apropiada por el periodista, era en esencia una
institución social, producto de informadores insertos en procesos
institucionales y en ejecución de prácticas institucionales.

En 1981, Edward Jay Epstein agregó en The Selection of Reality


que las determinaciones de espacio y tiempo que rigen la produc-
ción de un noticiero condicionan –también– el contexto de elabo-
ración e interpretación noticiosa, contexto que establece criterios
de noticiabilidad en un medio de comunicación. En este sentido,
3. Newsmaking: del rol seleccionador al concepto de construcción 45

podría decirse entonces, que la noticiabilidad está acordada no sólo


por la naturaleza de ruptura de un acontecimiento, sino por limi-
tantes de tiempo y espacio impuestos por el medio en el proceso de
producción.

Al respecto de esta situación, y tomando como punto de debate


el razonamiento original de Epstein, Wolf agrega:

Estas características de fondo pueden explicarse por las


modalidades productivas de la información: el conjunto
de factores que determina la noticiabilidad de los acon-
tecimientos permite realizar cotidianamente la cobertura
informativa, pero obstaculiza la profundización y la com-
presión de muchos aspectos significativos en los hechos pre-
sentados como noticias (1987:219).

En esta línea, vale destacar los aportes realizados por Rositi (1975)
y Findhal-Hoijer (1981). Todos coincidieron en afirmar, según sus ob-
servaciones, que la grilla noticiosa de un medio era el resultado de
una compleja negociación de los procesos productivos, negociación
en la cual los periodistas cumplen un papel esencial si se tiene en
cuenta la capacidad de descontextualización que les es propia.

Por tal razón, al aporte en la comprensión de los procesos pro-


ductivos –en general– y las rutinas informativas –en particular– tie-
ne su basamento en la aceptación de que existen distintos niveles de
construcción en el proceso de publicación de una noticia, y que esos
niveles determinan, según la orientación de las negociaciones, la con-
dición final de las formas textuales emitidas al público. En este caso,
las rutinas expresan el resultado de las incidencias de esos factores cir-
cundantes, en tensión con una cultura institucional, y operacionalizan
las fases de construcción en un medio masivo. Los aportes realizados
en este sentido, desde una perspectiva empírica, advierten: “una ac-
tividad mucha más compleja que el simple reflejo de los aconteci-
mientos, su producción aparece como un proceso comunicativo que
implica muchas variantes heterogéneas” (Wolf, 1987:289).

Adviértase, en este apartado, de qué forma la noción de rutinas


se aborda desde una perspectiva que reconoce en ellas: “el ámbi-
to donde suceden operaciones cotidianas de reconstruir la realidad
46 César Arrueta

como noticia, y al mismo tiempo, como la materialización de los


procesos institucionales en los cuales tiene lugar la producción de la
noticia” (van Dijk, 1990:22).

Con un carácter más sistémico e innovador metodológicamente,


esta perspectiva extiende su comprensión a factores circundantes,
incluyendo las condiciones socioeconómicas y cognitivas en aque-
llos que construyen la noticia y dan sentido –no mecanicista– a las
rutinas informativas, en tanto espacios de negociación periodística.
Merecen señalarse, en este punto, los trabajos de Tuchman (1977) y
Fishman (1980).

A continuación centraremos la mirada en dos factores determi-


nantes para nuestro objeto de estudio: la noticiabilidad y las nuevas
tendencias en el periodismo.

3.1. Rutinas y noticiabilidad


Wolf define a la noticiabilidad: “como el conjunto de elementos
a través de los cuales el aparato informativo controla y gestiona la
cantidad y el tipo de acontecimientos de los que seleccionan la no-
ticia” (1987:222). Además, se plantea la siguiente pregunta: “¿Qué
acontecimientos son considerados suficientemente interesantes, sig-
nificativos, relevantes, para ser transformados en noticia?” (Ibíd.).

Como dijimos con anterioridad, ya en 1979 Golding y Elliott se


habían planteado una respuesta a esta pregunta, poniendo en evi-
dencia la importancia de lo que definieron como valores/noticia, es
decir, aquellos “criterios para seleccionar entre el material disponi-
ble en la redacción los elementos dignos de ser incluidos en el pro-
ductos final” (1979:114). Además explicaron que los valores/noticia
funcionan, en un medio, como guías de referencia que permiten
marcar énfasis en algunos acontecimientos, mitigar otros y resaltar,
por encima del conjunto informativo, aquellos que interesan que el
público lea en un primer orden de prioridades.

Entendidos desde este punto de vista, puede decirse que los


valores/noticia actúan como parámetros generales para el ejercicio
3. Newsmaking: del rol seleccionador al concepto de construcción 47

cotidiano periodístico; parámetros que se manifiestan explícita e


implícitamente y son el resultado de una política general entabla-
da por el medio, la experiencia de los responsables de edición y la
tarea que desarrollan los periodistas bajo un contexto informativo
que se aprehende en la relación y los vínculos intrainstitucionales. Y
este aprehender debe asociarse, entonces, con una rutinización de
prácticas y criterios.

Gans escribió en que: “[al ser] la selección de las noticias un pro-


ceso decisional y de opción realizado rápidamente […] los criterios
deben ser aplicables fácil y rápidamente, de forma que puedan to-
marse decisiones sin reflexionar demasiado” (1979:104). En otras
palabras, herramientas que permitan superar la incertidumbre que
infiere una elección, para transformarla en una certeza operativa a
los intereses del medio.

En 1977, también Gaye Tuchman ya había definido, en The


Exception Proves the Rule: the study of routine news practice, que la noti-
ciabilidad estaba constituida por requisitos particulares que se exi-
gen a los acontecimientos (desde el punto de vista de la estructura
del trabajo en los aparatos informativos y desde el punto de vista de
la profesionalidad de los periodistas) para adquirir existencia visible.
De manera más precisa, la selección, mirada desde esta perspectiva,
implica reconocer que un suceso es un acontecimiento y no una ca-
sual sucesión de cosas y que los medios deben facilitar esta labor de
reconocimiento, de producción y de adecuación a los formatos.

Es en este contexto en el que Golding y Elliott plantearon en


1979 la necesidad de aportar criterios para seleccionar entre ma-
terial disponible y, además, que sirvieran como orientación para la
presentación (tratamiento) del material, sugiriendo lo que hay que
enfatizar, lo que hay que omitir, donde dar prioridad. Y agregaron:

Surge el concepto de valor-noticia, como elemento confi-


gurador de la noticiabilidad, entendido como cualidades
de los acontecimientos o de su construcción discursiva
cuya presencia, en mayor número, define la noticiabili-
dad del suceso. Así, pues, definidos los valores noticia (que
tienen una existencia coyuntural y variable) su ausencia
48 César Arrueta

o presencia, y el número relativo de valores identificados


(1979:122).

Sobre esta aseveración, Mauro Wolf aclaró: “el rigor de los valo-
res/noticia no consiste por tanto en un clasificación abstracta […] es
más bien la lógica de una tipificación destinada a la obtención pro-
gramada de finalidades prácticas” (1987:224). Junto a ello, señala:

Los valores/noticia, por tanto, deben permitir una selec-


ción del material realizada apresuradamente, de forma
casi “automática”, caracterizada por un cierto grado de
flexibilidad y de comparación, que sea defendible post
mortem y sobre todo que no sea susceptible de demasiados
tropiezos (Ibíd.).

Aquí puede considerarse una diferencia fundamental con los


planteos originales realizados por los estudios abocados al gatekeeper.
El proceso de selección no se considera exclusivamente como una
estructura rígida determinada por el medio, sino como el resultado
de una compleja trama de relaciones, preferencias e intereses que se
resuelven, de manera práctica, a través de parámetros generales y
dialécticos destinados para tal fin.

Sobre este razonamiento vale remarcar el rol dinámico que dife-


rentes autores le han asignado a los valores/noticia, más vinculados a
contextos y decisiones tomadas en coordenadas de tiempo y espacio,
que a una postura de noticiabilidad inalterable a pesar de la volati-
lidad de la moda y las preferencias del público. De todas maneras,
esto no implica que existan posibilidades ciertas de orientar, de ma-
nera general, las fuentes que regularmente dan vida a los valores/no-
ticia. En este sentido, Mauro Wolf explica:

Los valores/noticia se derivan de aserciones implícitas o de


consideraciones relativas a: a) las características sustanti-
vas de las noticias, su contenido. b) la disponibilidad de
material y los criterios relativos al producto informativo; c)
el público; d) la competencia. El primer orden de conside-
raciones corresponde al acontecimiento que debe ser trans-
formado en noticias, el segundo al conjunto de los procesos
de producción y de realización, el tercero a la imagen que
3. Newsmaking: del rol seleccionador al concepto de construcción 49

los periodistas poseen de los destinatarios, y el último a las


relaciones entre los media presentes en el mercado informa-
tivo (1987:228).

Sobre este punto, en 1981 Walter Lippman, en un compilado de


artículos realizado por Doris Graber y titulado El Poder de los Medios
en la Política, aseguró que la noticia no es un espejo de las condicio-
nes sociales, sino el informe de un aspecto que se ha impuesto. En
esta definición puede advertirse la presencia implícita de un proceso
de construcción informativa que se aleja de aquella idea inicial basa-
da en un reflejo de realidad, para convertirse en un espacio de dis-
putas en las que el medio, a través del periódico, intenta encontrar
puntos de equilibro. Respecto a esto Lippman explica:

La noticia es un relato de fases abiertas que son interesantes,


y la presión sobre el periódico para que adhiera a esta rutina
proviene de muchos lados. Proviene de la economía de ob-
servar sólo la fase estereotipada de una situación. Viene de
la dificultad de hallar periodistas que sepan ver lo que han
aprendido a ver. Deriva de la dificultad casi inevitable de
hallar espacio suficiente en el que incluso el mejor periodista
puede tornar plausible una visión poco convencional. Pro-
viene de la necesidad económica de interesar rápidamente al
lector y del riesgo económico implícito de no interesarle nada,
o de ofenderlo mediante noticias inesperadas descripta de ma-
nera insuficiente o torpe (1981:93).

Como puede advertirse, aparecen nuevamente en esta definición


cuatro esferas claramente identificadas y marcadas como condicio-
nantes de la noticiabilidad: el acontecimiento en sí mismo, las posi-
bilidades reales de abordaje (practicidad y capacidad periodística),
el público y la competencia. Es por eso que Lippman caracteriza el
producto final de un periódico: “como el resultado de una serie de
selecciones, en cuanto a ítems que deben imprimirse, en qué posi-
ción se los debe publicar, cuánto espacio deben ocupar, qué énfasis
se le debe asignar” (1981:96).

Un libro también publicado por Doris Graber que merece especial consideración


para estos estudios es Processing the News: How People Tame the Information Tide
(1988).
50 César Arrueta

La trascendencia de caracterizar los factores que condicionan la


noticiabilidad de un medio no resulta un dato menor. Doris Graber
se encargó de manifestar su importancia al explicar:

[…] que la clase de noticia que recibe la atención de los


medios y la manera en que se las presenta, tienen conse-
cuencias importantes para los regimenes políticos. Sensi-
bles al poder los medios informativos para influir en la
agenda política, los gobiernos de todo el mundo tratan de
controlar la producción de los medios, forma e informal-
mente (1981:79).

Trabajos realizados por David Paletz y Robert Entman (1981),


Phillips Tichnor, Donohue y Clarece Olien (1981) dan cuenta de
esta situación en el contexto norteamericano. A ello se puede sumar
aportes históricos realizados en este sentido por Maxwell McCombs
y Donald Shaw.

En 1981, la investigadora española Mar de Fontcuberta describió


en Estructura de la noticia periodística lo que para ella solo podía conside-
rarse una guía de aproximación al estudio informativo. Sin embargo,
en ese intento de síntesis para estudiantes que se inician puede adver-
tirse la importancia de factores propios del newsmaking. Retomando
conceptos vertidos, entre otros, por Dovifat (1964), Ortega (1966), De
Gregorio (1966), Herraiz (1966), Charnley (1971), Albertos (1972) y
Sheehan (1972), Fontcuberta define a la noticia bajo parámetros de
interés mediático-periodístico y público y hace hincapié en la capa-
cidad que tiene un medio de comunicación para poner el énfasis en
aquellas noticias que considera relevantes, para lo cual existe una an-
damiaje específico (la cultura del medio y una praxis en la sala de
redacción) Sobre este punto plantea:

[Muchos de los intelectuales] argumentan que los edito-


res de los medios de comunicación, en sus esfuerzos para
atraer el público masivo, ponen más énfasis en las noticias
sensacionalistas que en las noticias importantes […] Para
complicar más las cosas nos encontramos con que el con-
cepto de “lo interesante” que tienen un tipo u otro de edito-
res de medios de comunicación no coincide en muchas oca-
siones con el que tiene el lector (Fontcuberta, 1981:11).
3. Newsmaking: del rol seleccionador al concepto de construcción 51

Resulta evidente, entonces, que aquella visión mecánica de se-


lección planteada en los años 40 había sido superada por una visión
mucha más compleja y global. Sobre esta aseveración Stella Martini
aclara, por ejemplo, que: “en los diarios, las modalidades de decir,
responden a las diferentes agendas mediáticas y clasificaciones, que
organizan el significado de las noticias” (2000:108), diferencias que
también se construyen en las salas de redacción y la rutina periodís-
tica del medio.

En esta misma línea, en 1982 Concha Fagoaga adhirió, a través


de su libro Periodismo interpretativo. El análisis de la noticia, al concepto
de reformulaciones de prácticas periodísticas y elevó una propues-
ta sistemática en torno al valor de la interpretación en las noticias.
Lejos de ser una situación fortuita, advirtió:

La legitimidad de esta nueva práctica del tratamiento de


la información tenía que pasar por redefinición del con-
cepto de noticia y del concepto de subjetividad periodística
que no violentara la historia que tan buenos resultados
había proporcionado a la industria de los media […] El
periodismo interpretativo supone una práctica generaliza-
da en los medios de comunicación de masas, en la prensa
escrita sobre todo […] y lo más importante es la responsa-
bilidad personal de los periodistas (1982:18).

En esta autora también se interpreta cierta modificación del con-


cepto tradicional de práctica, en este caso, con el compromiso que
asume el informador en la selección y organización interna (en algu-
nos casos naturaliza) del acontecimiento noticiable.

Gutiérrez Palacio fue más explícito al abordar estos temas y echó


luz, a través de Periodismo de Opinión (1984), sobre puntos de fun-
cionamiento en lo que denominó la caja negra del periodismo. Y
este aporte resulta valioso si se tiene en cuenta la multiplicidad de
factores que incluye en la determinación de la rutina periodística y la
vinculación con la agenda final que ofrecen a la sociedad.

Este intento por esclarecer alteraciones y descontextualizaciones


de acontecimientos noticiables resulta útil para entender la forma
a través de la cual los medios construyen la realidad, concepto que
52 César Arrueta

empezó a tomar fuerza en aquellos años gracias a los aportes inicia-


les, sobre los cuales no nos explayaremos en este libro –pero sí reco-
noceremos–, de Alfred Schutz (1940), luego retraducidos, desde el
Newsmaking, por Berger y Luckmann (1979), Gaye Tuchman (1978)
y Giorgio Grossi (1984), entre otros.

Gutiérrez Palacio explicó que el tratamiento de la noticia consta


de dos operaciones principales: filtrados y embalajes.

Primero se aligera a las noticias en bruto de todo aquello


que no tiene suficiente carácter informativo. Un segundo
filtrado elimina a continuación lo que es muy difícil de en-
tender, un tercer filtrado lo que no concierne muy de cerca de
los lectores y un cuarto elimina lo que es deslucido, gris, lo
que no halla eco en las profundidades psíquicas. Estos filtros
van acompañados de importantes desperdicios (1984:18).

Adviértase en este punto, que el concepto de filtros puede aso-


ciarse con criterios progresivos que conviven en el ejercicio perio-
dístico y que se aplican, según exigencias de tiempo y espacio, para
potenciar las cualidades del acontecimiento. Pero no es lo único que
se pone en juego. Con altos tonos de ironía, Gutiérrez Palacio agre-
gó también lo que a nuestro entender pueden considerarse factores
propios del medio y la subjetividad/experiencia/historia de vida y
contexto del informador:

Y para hacerlo más atractivo, se le viste y colorea. Se va-


lorizan sus implicancias, La inyección de palabras y ex-
presiones personales reduce la distancia del individuo. La
adjudicación de colorantes emocionales facilita su repercu-
sión en las profundidades psíquicas (1984:19).

También incluyó en este punto mecanismos de presión externa


propios al tratamiento informativo:

Incluso si no existe una evidente intervención de los gru-


pos de presión, […] los responsables de los medios de co-
municación ejercen autocensura en función de directrices
recibidas o simplemente de las tablas de valores sociales
que están vigentes (1984:19).
3. Newsmaking: del rol seleccionador al concepto de construcción 53

3.2. Rutinas y nuevo periodismo


Tom Wolfe escribió en 1973 un libro que tituló El nuevo Periodismo,
a través del cual dio cuenta de un creciente interés en los hombres y
mujeres de los medios por profundizar su vínculo de aprendizaje con
los sujetos entrevistados, contextos, exploración de la vida cotidiana
y formas menos esperadas de expresión; herramientas que se asocian
con la más clásica forma de redacción de novelas en el campo literario.
Esto no es casual, puesto que el periodismo norteamericano empezó
a cuestionar, a fines de los años 60, la forma en la que aprehendía y
transmitía la realidad. Respecto a esta situación, Wolfe afirma:

En este nuevo periodismo no existen reglas sacerdotales:


en cualquier caso todavía no… Si el periodista quiere sal-
tar del punto de vista en tercera persona a otro en primera
persona dentro de la misma escena, o dentro y fuera del
punto de vista de diferentes personajes, o incluso de la
voz omnisciente del narrador al monólogo interior de otra
persona –como ocurre en The Electric Kool Aid Test– lo
hace (1988:53).

Es lógico pensar, entonces, que alteraciones en las formas de abor-


daje y presentación de acontecimientos noticiables en los medios de
comunicación como las que describe Wolfe, sean consecuencia de
un repensar de prácticas periodísticas y rol social del informador. Y
no sólo a los contenidos nos referimos en este punto, sino también
a las modalidades de decir la noticia, modalidades que responden
a las diferentes agendas temáticas y clasificatorias, que organizan el
significado de la lectura (Martini, 2000).

En este escenario, en 1988 se dieron a conocer las Actas de las II


Jornadas Internacionales de Ciencias de la Información llevadas a
cabo en la Universidad de Navarra. Bajo un inquietante título, “La


Wolfe atribuye la idea original de este concepto a Seymour Krim, redactor-jefe
de Nugget, y Meter Hamill, periodista responsable de escribir, en 1965, un
artículo titulado Nuevo Periodismo, referido al trabajo particularmente llamativo
que venían realizando Gat Talese y JImy Breslin. Concha Fagoaga suma a esta
lista a Briton Hadden, Henri Luce, Lester Marcel Jame Lienen e inclusive al
influyente Walter Lippman.
54 César Arrueta

responsabilidad pública del periodista”, se analizaron, en una de las


mesas, temas vinculados con esta problemática. Los aportes que se
realizaron en ese debate pueden considerarse un indicio revelador
sobre la orientación de la nueva discusión periodística, sus prácticas
y derivaciones públicas. Carlos Soria, en un trabajo que llamó La
Crisis de Identidad del Periodista, intentó ordenar las orientaciones de
esta disputa y dar inicio a reflexiones en este sentido. De manera
explícita se preguntó:

La profesión informativa está buscando, quizás, como nin-


guna otra, su propia identidad. ¿Existe esta profesión?
¿Qué le caracteriza? Antes incluso, ¿por qué parece que
el periodismo y las profesiones informativas soportan una
crisis endémica de identidad? (1988:169).

Tales interrogantes son, en consecuencia, una reconsideración del


papel que cumplen los periodistas en el tejido social y el alcance co-
munitario que pueden llegar a generar prácticas periodísticas deter-
minadas por el juego de factores internos y externos que la circundan.
No es casual, entonces, que Soria concluya diciendo que la “identidad
de la profesión informativa consiste en realizar la Justicia, cumplien-
do libremente el deber de informar” (1988:176). Un enfoque en tal
sentido, inspira y legitima el rol del periodista sobre la base de valo-
res globales con capacidad de entrar en contradicción con aquellos
que incita la empresa periodística. Alfonso Sánchez-Tabernero, en un
trabajo que también se presentó en estas Jornadas Internacionales,
bajo el titulo Responsabilidad y Autonomía del Periodista en la Empresa
Informativa, es preciso al analizar esta situación:


Carlos Soria también publicó en ese mismo año, a través de Editorial Mitre, un
libro que llamó La crisis de la identidad del Periodista, libro que sirvió de sustento
teórico y práctico para su participación en las II Jornadas Internacionales de
Comunicación.

En 1987, Carlos Fayt escribió, respecto a este planteo, Ciencia Política y Ciencias
de la Información. Allí dejó en claro el estratégico papel que cumplen los
medios de comunicación y su vinculación con la ciencia política. Asegura que:
“las ciencias de la información, dada su esencia de reflexión, sobre nosotros
mismos, abren una perspectiva incuestionablemente valiosa. Merced a ellas,
sigue siendo legítima la pretensión de la ciencia política de comprender la
realidad como una conexión de sentido proyectada de antemano y esclarecer
su anticipación y proyección” (Fayt, 1987:10).
3. Newsmaking: del rol seleccionador al concepto de construcción 55

El carácter intelectual de las tareas redaccionales exige


que, sobre la base de un pacto inicial –los principios edito-
riales asumidos– el periodista disponga de suficiente auto-
nomía; de esta manera podrá considerar su trabajo como
propio, formativo para sí mismo y útil para la sociedad a
la que sirve (1988:58).

Sin embargo y lejos de acentuar las responsabilidades de auto-


nomía en los propietarios de los medios de comunicación, Sánchez-
Tabernero eleva la discusión a vicios internalizados en el ejercicio
periodístico y que, con frecuencia poco considerada, determinan
criterios de noticiabilidad, manejo de fuentes y rutinas de trabajo no
acorde a aquella identidad definida por Carlos Soria:

Autonomía e integración constituyen dos requisitos necesarios


para garantizar un óptimo trabajo redaccional […] pero de-
ben ir acompañadas de algunas cualidades esenciales en la
redacción. En el periodista, la profesionalidad supone cono-
cer las necesidades informativas del público y determinar el
modo adecuado de satisfacer esas demandas […] Tampoco
escasean los ejemplos de quienes utilizan el poder de informar
para satisfacer sus intereses personales (1988:321).

Esta cita resulta útil para advertir que la responsabilidad del pro-
pio periodista también es determinante para la noticiabilidad de un
medio y las particularidades que pueda asumir el proceso de cons-
trucción de realidad. Es que los periodistas, explica Soria, deben
descubrir la trascendencia de su trabajo y la necesidad de mejorar
su formación para que, de esa forma, participen decisivamente en la
propagación de actitudes más democráticas. Y aquí surge uno de los
aportes más relevantes que realizan los estudios del newsmaking a la
comprensión del proceso productivo informativo y su relación con
el contexto que lo determina y a la vez es determinado: la movilidad
periodística contextuada.

Vincular, tal como lo hace Soria, la calidad de prácticas perio-


dísticas con la responsabilidad social-profesional del periodista, no
es casual. Los estudios de newsmaking permitieron argumentar esa
relación porque la práctica y valoración periodística no es ajena a la
estructura social, por el contrario es, en definitiva, un reflejo de in-
56 César Arrueta

tereses económicos y políticos que delinean el orden social y regulan


los valores en una sociedad. Idea nada descabellada si se tiene en
cuenta el número de debates que se han suscitado en torno a noticias
particularmente resonantes. Es que la información tiene una fun-
ción social concluyente por su calidad y posibilidad de reconsiderar
el carácter plural del quehacer democrático.

En 1989, Héctor Borrat profundizó este concepto y publicó un


libro que tituló El periódico, actor político, a través del cual ratificó
aquello de los medios gráficos como partícipes activos del campo
social, mediadores-generadores de conflictos y portavoces de opi-
niones y comentarios:

El análisis del periódico como actor es inseparable del aná-


lisis del sistema del que forma parte. La configuración histó-
rica de los Estados occidentales ha hecho del periódico inde-
pendiente de información general un actor político de exis-
tencia necesaria en todo sistema democrático (1989:11).

Si bien este trabajo se organiza principalmente sobre la base de


la sociología del conflicto y un marco conceptual ligado al campo
de las ciencias políticas, su aporte fundamental está en haber cen-
trado la atención en el rol del medio gráfico, desde una perspectiva
de producción interna. Es valioso, en consecuencia, el trabajo que
Borrat realiza en torno al gobierno del periódico, las estrategias que
se ponen en juego en el escenario de intereses múltiples, el manejo
de las fuentes y las formas de abordaje discursivo de la realidad; fac-
tores que como podrá advertirse determinan la práctica periodística
sujeta a circunstancias particulares:

Este discurso [del periódico] es pues el resultado de un pro-


ceso de producción de la actualidad periodística politizada
por el mismo actor que lo profiere. Es una construcción, es
el producto de una serie de actuaciones no públicas del pe-
riódico, reservadas unas, secretas otras. El proceso de pro-
ducción configura una secuencia de decisiones y acciones
realizadas por esa organización fuertemente jerarquizada
que es el periódico, bajo la doble compulsión del tiempo
perentorio y el espacio gráfico escaso (Borrat, 1989:38).
3. Newsmaking: del rol seleccionador al concepto de construcción 57

A tono de epílogo, Borrat reduce la actividad periodística a ta-


reas de recopilación de información, exclusión, inclusión y jerarqui-
zación de hechos, investigación de esos acontecimientos, organiza-
ción discursiva y finalmente exclusión, inclusión y jerarquización de
relatos producidos en la sala de redacción a propósito de la agenda
previamente seleccionada.

Respecto a esta situación, Elizabeth Fox coordinó en 1989 una pu-


blicación que tituló Medios de Comunicación y Política en América Latina.
La lucha por la democracia, a través de la cual cuestionó la direcciona-
lidad de prácticas y políticas de comunicación a razón de una: “cen-
tralización y naturaleza autoritaria del Estado latinoamericano [que]
no ha permitido el desarrollo de unas estructuras de comunicación
independientes, participativas y representativas” (1989:228). Y en
este punto vale volver al trabajo de Jaime Barroso García, Proceso de
la Información de Actualidad en Televisión (1992), en el cual subraya un
fenómeno que ya hemos remarcado en reiteradas oportunidades:

Una de las vías de mediación de la información es preci-


samente el propio medio, el Emisor tanto en su concepción
macro organizativa como en su composición individuali-
zada, es decir, el emisor-informador, elaborador de la in-
formación, en el sentido de su adaptación al medio, pues
no en vano se identifica la profesionalidad con el grado de
adecuación del informador a las rutinas de producción del
medio (1992:90).

En este punto, resulta útil recordar aquello que percibía con an-
telación teórica Gaye Tuchman en La producción de la noticia. Estudio
sobre la construcción de la realidad (1983), al afirmar que el profesiona-
lismo de un hombre de los medios servía a los intereses del medio
y las características institucionales-informativas a las cuales estaba
sujeto. En este sentido, José Luís Macaggi describió, en Manual del
Periodista (1991), un procedimiento estándar que sucede en las salas
de redacción de los diarios y que mantiene estrecha relación con esto
de la funcionalidad al medio:

El jefe dispone la salida de cronista y reportero gráfico


para cubrir un hecho. También distribuye material e indi-
58 César Arrueta

caciones para que otros miembros de la redacción elaboren


diarios. Al regreso, el cronista entera al jefe de la natura-
leza y magnitud de la noticia encomendada […] Una vez
evaluada y aprobada la información, la jefatura decide
cómo y dónde la publicará (1991:35).

En este contexto, surge uno de los trabajos más relevadores de


la historia de la producción noticiosa. Lorenzo Gomis escribió en
1991, Teoría del periodismo. Cómo se forma el presente, aporte que signi-
ficó echar luz a los procesos interpretativos que atraviesan el perio-
dismo. Marcado por los trabajos que en 1968 realizaron de manera
brillante Peter Berger y Thomas Luckmann en La construcción social
de la realidad, Gomis llegó a asegurar que: “gracias a los medios per-
cibimos la realidad social, no con la fugacidad de un instante aquí
mismo, sino como un período consistente y objetivado, con una refe-
rencia general” (1991:188). Y en este sentido, explica que:

[…] los diarios, los noticieros radiales, y los que difunden


los diversos canales de televisión transmiten cantidad de
noticias y por cada noticia que transmiten echan al cesto
cinco, diez o quince que, de haberse difundido, hubieran
sido consideradas igualmente noticias (1991:192).

Esta selección, concluye Gomis, está marcada por decisiones que


se toman según la lógica de los medios y el criterio de quienes se-
leccionan las noticias, razón por la cual la valoración que se realiza
de la información está articulada según preferencias que dominan
la organización:

¿Qué es el periodismo? Interpreta la realidad social para


que la gente pueda entenderla, adaptarse a ella y modi-
ficarla. El periodismo puede considerarse un método de
interpretación sucesiva de la realidad social […] La in-


En este punto deben considerarse trabajos previos realizados por el mismo
autor: El medio media. La función política de la prensa (1987); ¿Qué es noticia y por
qué? (1987); ¿Cuánto dura el presente? (1988); Disgusto de los políticos con los medios
(1988); y Teoría dels gèneres periodístics (1989).

Primera edición en castellano.

Marcados por los conceptos de la sociología fenomenológica de Alfred Schutz
durante las décadas de 1940 y 1950.
3. Newsmaking: del rol seleccionador al concepto de construcción 59

terpretación periodística permite descifrar y comprender


por medio del lenguaje la realidad de las cosas que han
sucedido en el mundo y se completa con el esfuerzo de la
significación y alcance que los hechos captados y escogidos
para su difusión puedan tener (Ibíd.).

En esta línea, también pueden ubicarse los trabajos de Miguel


de Aguilera (1985,1988), Leo Bogart (1985), Fraguas de Pablo
(1985) y Manuel Martín Serrano (1986). De todas maneras, es vá-
lido recordar que fue Miguel Rodrigo Alsina con su libro La cons-
trucción de la noticia (1989), quien dio el primer salto a la hora de
hablar de los procesos que acontecen en los medios de comunica-
ción, en el instante mismo de la producción noticiosa. Tal como lo
recordó Eric Saperas, en Los Efectos Cognitivos de la Comunicación
de Masas, “la construcción de la realidad social, definida como la
producción de sentido mediante la acción de las prácticas pro-
ductivas y de las rutinas organizativas de la profesión periodísti-
cas” (1987:149), encuentra también gran parte de matriz en los
trabajos de Giorgio Grossi (1984, 1985) y, por su supuesto, Gaye
Tuchman.

Y de estos autores vale rescatar algunos aportes estructurales,


que guiaron investigaciones posteriores:

1. La información como construcción de la realidad implica el


reconocimiento de formas de objetivización, regidas mediante prác-
ticas institucionalizadas (rutinas).

2. La construcción de la realidad es resultado, entonces, de una


práctica continuada realizada por unos profesionales especializados
en la supervisión del entorno y en la ejecución de unas rutinas some-
tidas a la lógica de las organizaciones.

3. Este proceso informativo contribuye a descontextualizar un


acontecimiento, a apartar un acontecimiento del contexto en que
se ha producido, para poder descontextualizarlo en las formas in-
formativas.

4. Aquello que es propio del profesional de la comunicación es el


rol socialmente legitimado e institucionalizado –por competencias
60 César Arrueta

reconocidas y reconocibles en el interior de los aparatos productivos


especializados– para construir la realidad social en cuánto realidad
pública y colectivamente relevante.

5. Entre el periodista y la audiencia existe un acuerdo comuni-


cativo y una confianza negociadora socialmente definidos. La cons-
trucción de la realidad públicamente relevante es, por ende, atri-
buida simbólicamente a los “profesionales” de la comunicación, los
cuales deben construir realidad colectiva y construir sentidos.

Ahora bien, bajo este contexto es apropiado, entonces, considerar


la propuesta de estudio que eleva Barroso García respecto a la indivi-
dualidad del periodista en el proceso de tratamiento informativo:

Habría que estudiar la ideología de los informadores para


entender mejor la capacidad o disposición ante ciertos te-
mas y, por consiguiente, su mediación. Ideología del infor-
mador desde el criterio de su caracterización profesional:
ámbito sociocultural de procedencia, nivel de estudios,
titulación profesional, modo de reclutamiento o contrata-
ción, aspiraciones y posibilidad de promoción, política de
formación permanente del canal, grado de participación
o intervención en las decisiones y sobre todo la escala de
valores o criterios profesionales de noticiabilidad (Barroso
García, 1992:82).

Por tal razón aclara, y con buen criterio, que el público sólo se for-
mará una idea certera de aproximación a la realidad, en la medida
que confronte realidades diversas construidas por la pluralidad de
medios para: “contrastar las semejanzas y diferencias de criterios en
la selección, valoración y presentación” (Barroso García, 1992:85).
En 1992, Dominique Wolton, en La prensa va más aprisa que el aconte-
cimiento, advirtió respecto a esto:

[…] la información no es un dato bruto, sino el resultado


de la intervención de un individuo que, en el caos de los


Propuesta que bien puede considerarse fundamental para los nuevos estudios
de newsmaking y el creciente interés por caracterizar las rutinas de producción
noticiosas, en especial la cultura periodística de un medio.
3. Newsmaking: del rol seleccionador al concepto de construcción 61

acontecimientos, de los hechos, decide seleccionar uno o


varios y hacer de ellos una información […] y en la pala-
bra información está evidentemente la noción de forma y
formación de realidad […] porque nunca es la réplica de
lo real, sino una interpretación, una elección, una censu-
ra permanente de la realidad (1992:77).

No es casual, entonces, que Antonio Checha Godoy en su libro


Historia de la Prensa en Iberoamérica (1993) haya dedicado párrafos
especiales a la disyuntiva que ofrecen periodistas oficialistas, serviles
o discretamente escépticos respecto a las posibilidades de la libre
expresión contra aquellos que hacen de su pluma, y aun de sus vidas,
testimonios contra la dictadura. Resulta interesante en este punto,
las contrariedades que pueden advertirse en el proceso de construc-
ción de realidad y los intereses que giran en torno a ello; aseveracio-
nes que ponen en tela de juicio aquello que definíamos inicialmente
como la fábula periodística en torno a conceptos de objetividad y
neutralidad.

En 1993, Miguel Urabayen escribió Estructura de la Información


Periodística. Concepto y Método, aporte que puede considerarse funda-
mental para entender la globalidad y complejidad de maquinaria
periodística, a la cual definió como:

[…] el sistema constituido por los medios de información


periodística en un momento dado y una zona geográfica
determinada, tanto en las relaciones de interacción de sus
elementos como éstos con su totalidad y de esta con el en-
torno al que corresponde (1993:77).10

Sobre este planteo, vale sumar los trabajos que Patrick Champagne escribió en
10

1993 en la revista de comunicación Voces y Culturas Nro. 5 : “Hay evidentemente


profunda diferencias en el modo de tratamiento de la información según los
tipos de medios y los públicos a los cuales éstos se dirigen; los periodistas
de la prensa escrita, por ejemplo, no trabajan de la misma manera que los
del sector audiovisual. En el interior mismo de cada medio, encontraremos
incluso numerosas diferencias significativas en las condiciones de ejercicio de
la profesión, pero también en la selección y formación de los periodistas. Los
periodistas son, por lo demás, los primeros en reconocer, como para marcar
sus diferencias, que no todos hacen el mismo trabajo” (1993:61).
62 César Arrueta

A esta definición, Alejandro Navas en Periodistas ante Conflictos


(1999) agregó que los medios en su conjunto: “deben ser conscientes
de la influencia que ejercen, dispuestos a trabajar responsablemente
en la construcción de una sociedad más justa y pacífica que, al ha-
cerlo así, vieran incrementados sus índices de audiencia y los benefi-
cios de su cuenta de resultados” (1999:43), lo cual lleva a considerar
prácticas y rutinas periodísticas orientadas en este sentido.

Y en este punto se considera un planteo ético de la profesión. No


llama la atención que Gustavo Romero Umlauff, secretario ejecuti-
vo del Consejo de la Prensa Peruana, escribiera en un artículo que
tituló Autocontrol de la información para el libro Ética y responsabilidad.
Reflexión para periodistas (2000):

Ante las críticas de la actividad periodística y su credibi-


lidad generada por ciertos medios de comunicación por
sus malas e inadecuadas prácticas profesionales […] llevé
adelante un control de la difusión de la información que
tiene la originalidad de ser manejada por los profesionales
del periodismo, organizaciones de editores o medios de co-
municación (2000:146).

En 1995, Furio Colombo reconoció que existían noticias subje-


tivas, basadas en una decisión, una idea, una inclinación moral o
cultural (a veces revelada por un hecho ocurrido en el pasado), el
preanuncio de un cambio importante, alianza, ruptura, cambio de
rumbo. Resulta claro, entonces, el papel preactivo que asume el pe-
riodista frente a acontecimientos noticiables de previsible impacto
social, papel atravesado por la subjetividad y los intereses persona-
les-organizacionales. No es casual, en consecuencia, que el estudio
de esas prácticas periodísticas nos permita conocer las formas de
construcción de sentido, más aún, cuando han proliferado mecanis-
mos en el seno de los medios informativos, de operacionalización de
la tarea periodística.11 En 1996, Jordi Jara Sierra publicó, a través

11
En 1996 (fecha de edición en castellano) se publica Periodismo investigativo de
William Gaines, material que sistematiza, de alguna manera, el proceder el pe-
riodismo frente a acontecimientos que merecen una investigación informativa.
En 1995, Manuel López publica, por Paidós Cómo se fabrican las noticias, donde
también se puede apreciar una sistematización en este sentido.
3. Newsmaking: del rol seleccionador al concepto de construcción 63

del Instituto Oficial de Radiotelevisión Española (RTVE), Telediarios:


una experiencia práctica, por medio del cual fijó una sistematización
en el funcionamiento de la redacción de telediarios, para evitar el
caos, en aquellos momentos no esperados:

La propia naturaleza del hecho informativo, como reali-


dad compleja, dinámica e imprevisible, es la que necesita
de una organización interactiva que haga posible de modo
rápido el aporte de la energía de todos los planos del pro-
ceso productivo (1996:5).

Y esto también tiene relación con:

[…] la cantidad de fuentes interesadas que buscan crear


literalmente una noticia, no inventándola, sino, más sim-
plemente, poniéndola a disposición de los medios […] el
coste del trabajo, la velocidad del montaje y la necesidad
de mantener disponible un bazar de informaciones asegu-
ra habitualmente que los media no desperdicien la oferta
(Colombo, 1997:60).

Tal disputa por el acceso a los medios tiene su raíz en lo que


habíamos definido, anteriormente, como la potencialidad mediáti-
ca de crear sentidos y construir realidades. De manera más precisa,
Muniz Sodré explicó, en Reinventado la cultura. La comunicación y sus
productos (1998), que: “la realidad social de los individuos en el mun-
do contemporáneo es construida por hechos noticiosos, o sea, acon-
tecimientos periodísticamente interpretados y, por lo tanto, transva-
lorados por un sistema logotécnico” (1998:138).

De todas maneras, vale remarcar que la noticia: “no es completa


realidad fenoménica de un hecho, y sí que responde a la retórica
organizadora de la singularidad fáctica de lo cotidiano, consagrada
por la lógica comercial de un grupo logotécnico denominado em-
presa periodística” (Sodré, 1998:91). Adviértase aquí la importancia
que se le asigna a las estructuras organizativas del medio y su vincu-
lación con parámetros tradicionales de verdad y objetividad.12

12
Es preciso considerar, en este sentido, los aportes al tema que realizaron des-
de diferentes perspectivas Bourdieu (1997), Dahlgren (1997) y Rondelli-Hers-
chamnn (1999).
64 César Arrueta

En 1999, Jean Mouchon identificó, en Política y Medios, que las


prácticas periodísticas habían alcanzado un punto de trascendencia
tal, que se habían convertido en centrales en el espacio público por-
que definían, en buena parte, las modalidades de acceso al conoci-
miento de los sucesos. En este sentido, agregó una caracterización
valiosa para entender la dimensión que pueden adquirir las rutinas
de trabajo en los medios: la existencia de prácticas de interpelación
(captación de audiencias e información enmascarada), prácticas
narrativas (dramatización de los acontecimientos, información pro-
pensada) y prácticas argumentativas (la información de lo implícito);
todo esto en un contexto de lógica de mercados y perspectiva de
exigencia ciudadana. A manera de reflexión agrega:

El sistema de información debe interrogarse sobre su rela-


ción con sus nuevas lógicas estructurales, pero también, y
sin duda más profundamente, sobre los efectos de sentido
que tales lógicas inducen. Si bien no son inmediatamente
perceptibles, esos efectos imprimen una marca duradera y
participan de una redefinición generalizada de las formas
propuestas para informar (1999:44).

Frente a tales circunstancias, Eric Klinenberg publicó un artículo,


en febrero de 1999, en Le Monde Diplomatique, donde fijó nuevos
desafíos de integración de hábitos de trabajos para los periodistas,13
en un contexto de calidad de información sujeta a la presión de
mercado.

El mercado del periódico se ha contraído y la concurrencia


se ha identificado en materia de televisión e Internet […]
por lo que se ha redefinido el papel de los redactores, a fin
de que puedan trabajar en varios medios a la vez. Estas
prácticas mantienen los costos en un nivel bajo y aumentan
el rendimiento del proceso de producción. Pero absorben una
parte del tiempo que los periodistas consagran a sus investi-
gaciones, al reclamar de ellos nuevas aptitudes profesiona-

13
En este punto vale rescatar el trabajo de Rosa Sabarís, Un estudio cualitativo de
la producción de noticias, publicado en Comunicación Audiovisual: Investigación
y formación universitarias II Coloquio Brasil-Estado Español de Ciencias da
Comunicación 1998, Universidad de Santiago de Compostela, pp. 195-201.
3. Newsmaking: del rol seleccionador al concepto de construcción 65

les y una escritura mediática aceptable a cualquier tipo de


soporte. La información y los periodistas se ven afectados
directamente por estas transformaciones (1999:2).

En este contexto, Luz María Tobón Vallejo escribió en el año


2000, en Voces ciudadanas. Una idea de periodismo público,14 un artículo
que llamó “¿Puede el periodismo público transformar las salas de
redacción?”, y a través del cual cuestionó el rol de divulgadores de
hechos noticiables (que llama mercancía por satisfacer una demanda
del público) que asumieron en el último tiempo los medios de co-
municación, en detrimento de un rol social primario. En este punto,
centra en el debate: “un nuevo modelo de producción de diarios que
incide en la génesis de la profesionalización del periodista, en aras
de responder a las exigencias de mercado, y la transformación de sus
relaciones con los públicos” (2000:146). Por tal razón, advierte la ne-
cesidad de transformar prácticas profesionales, reconsiderar valores
noticiables y una nueva dimensión de lo público.15

Ahora bien, considerados los puntos aquí tratados lo que que-


da absolutamente claro, aunque suene peligrosamente reiterativo y
obvio, es que la noticia no es el reflejo de lo real. Es una construc-
ción compleja y acotada que refiere a múltiples sentidos de lo real.
Ubicarse en este lugar epistemológico para comprender los proce-
sos productivos implica, necesariamente, aceptar la coexistencia de
fuerzas o acciones que inciden en ese proceso y producen espacios
de tensión y conflicto.

En América Latina, trabajos de José Marques de Melo (2003),


Felipe Pena de Olivera (1998, 2002, 2003 y 2004), Jorge Pedro Sosa
(1998), Carlos Chaparro (2002), Ricardo Noblat (2004), Alfredo
Vizeu (2000) y Nelson Traquina (2004) permiten confirmar el pre-
supuesto de que el abordaje de los procesos informativos, desde la

14
Publicación coordinada por Ana María Miralles Castellanos y respaldada por
Grupo de Investigación en Comunicación Urbana de la Universidad Pontificia
Bolivariana.
15
En los últimos 10 años proliferaron escritos en este sentido, en los cuales
pueden mencionarse especialmente los de Victoria Camps (1996), James Carey
(1995), Joshua Cohen (2001), Norbert Lechner (1997), Vicent Price (1994), Jay
Rosen (1994), Giovanni Sartori (1994) y Alain Touraine (1992).
66 César Arrueta

perspectiva del newsmaking, no solo favorece la comprensión de ese


mundo privativo, sino también del mapa de relaciones sociales que
desde allí se concibe, construye y sostiene.

En los últimos años, el estudio de rutinas informativas y produc-


ción de agendas noticiosas ha permitido, por ejemplo, entender el
campo de relaciones políticas y culturales a partir de la visibilidad
o no de movimientos sociales, tal es el caso de Bolivia, y las razones
por cuales se deciden determinados mecanismos informativos, en
detrimentos de otros. Son, en esencia, trabajos de de-construcción
para abordar el entramado ideológico de los agentes implicados.

Vale aclarar también que pensar la noticia desde esta perspectiva


ha posibilitado, desde el campo académico, la reflexión de otros para-
digmas que se ubican, de igual forma, en la antitesis de la objetividad
periodística. Este es el caso de la idea del encuadre o framming, llama-
tivamente también asignada a Gaye Tuchman. Sin intenciones de ago-
tar en este libro sus presupuestos, solo diremos que esta teoría ofrece
respuestas y modos de actuación ante interrogantes que involucran el
rol del periodista en la construcción de noticias, las rutinas profesio-
nales, la organización del medio y los contenidos que son finalmente
publicados. Como podrá observarse son inquietudes sobre las cuales
hemos indagado a lo largo de páginas anteriores y cuya significación
siguen siendo de especial atención en el campo científico social.

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