Los rellenos se deben poner en espacios restringidos, lo que limita las posibilidades de
selección de equipos, y se deben compactar con equipos mecánicos, tales como pequeños
compactadores de pata de cabra, rodillos vibratorios o pequeñas aplanadoras de llantas de
hule.
Cuando el espacio es aún más limitado, con frecuencia se utilizan pisones “simples” o
“triples” de Ingersoll-Rand, o bien, martinetes o pisones Barco o Wacker.
Los rellenos en torno a las estructuras tienen un volumen relativamente pequeño. Por
consiguiente, el costo del material parece pequeño en comparación con el tiempo de mano
de ora y equipo que se requiere para compactarlo en su lugar. A menudo, desde el punto
de vista económico, es más conveniente adquirir material de buena calidad, que pueda
compactarse con facilidad, en lugar de emplear materiales excavados en el sitio mismo,
cuya compactación resulte difícil.
En algunos casos, la parte inferior de las excavaciones angostas se rellena dejando caer
grava menuda. En cuando el relleno esté o suficientemente alto para permitir el trabajo
normal, se apisona la grava y, a continuación, se van echando y compactando capas de
tierra, hasta completar el relleno.
Es importante que los rellenos de tierra se pongan en estratos o capas, de manera similar a
como se efectúan los terraplenados de nivelación de terrenos en general, como se describe
en el capítulo 23. En general, las capas deben ser del orden de 6 a 8 pulgadas (15 a 20 cm)
de espesor y se deben apisonar cada una de ellas individualmente, antes de aplicar la
siguiente. Cuando la zona de trabajo llega a tener 5 ó 6 pies (1.5 ó 1.8 m) de anchura,
podrán utilizarse, con mayor eficiencia, muchos tipos de pequeños compactadores o
apisonadoras. Los equipos típicos incluyen máquinas vibratorias del orden de 3 pies (0.90
cm) de anchura.
Además, es posible utilizar una máquina en la parte superior del talud, con un aguilón que
descienda en el orificio o la zanja, con un pisón vibratorio fijo al aguilón. Esas máquinas
pueden llegar hasta profundidades de 20 pies (6 metros). Su empleo es más eficiente que
la compactación con pequeñas máquinas manuales, además de que aumentan la seguridad,
puesto que no es necesario que haya ningún trabajador en el fondo de la excavación.
Después de que los muros de un sótano se hayan colado y descimbrado, la zanja angosta
entre el muro y el frente de la ladera de la excavación puede ser peligrosa. En la mayoría
de los estados, una zona restringida por paredes de sótanos adyacentes a un talud se
considera como una zanja y las leyes de seguridad se aplican a los hombres que trabajan
en ella, en la misma forma que a quienes trabajan en zanjas para tuberías.
A veces, los ingenieros de suelos cometen el error de calcular las presiones laterales que
se ejercen sobre un muro de retención, tomando en consideración los suelos naturales que
existen antes de iniciar la construcción; sin embargo, al efectuar la construcción, se suele
retirar por completo el suelo original. Se levanta el muro y se pone como relleno
compactado, detrás de la pared, parte del suelo retirado o algún otro material. Las presiones
laterales que este relleno compactado ejerce sobre el muro son las más importantes. Por lo
tanto, el muro no se puede diseñar en forma adecuada en tanto el diseñador no sepa cómo
será el relleno. En general esto se resuelve exigiendo que se utilice como relleno el suelo
original, o algún material superior, y que s compacte hasta alcanzar una densidad
especificada. Cuando el suelo natural sea limoso o arcillosos, o cuando esté húmedo y
resbaladizo, las especificaciones pueden exigir que se usen otros materiales. En general
los materiales de relleno se describen en las especificaciones por medio de tamaños de
mallas de tamices o utilizando las designaciones propias de cada localidad. Las
especificaciones típicas para materiales de rellenos importados son como sigue:
De preferencia el material debe ser arena o arena y grava, sin que pase más del 20% por
un tamiz de malla 200.
Muchos muros son impermeables y llevan drenes al pie, como se indica en la figura 1.
A menudo se utilizan grandes alcantarillas de metal corrugado bajo las carreteras. El metal
corrugado es muy flexible y no tiene resistencia suficiente para actuar como puente. Por
consiguiente, su estabilidad depende, en gran parte, de la resistencia del relleno del suelo
que lo rodea. Los procedimientos específicos de construcción para la colocación de esos
rellenos se darán en un post posterior.
Las zanjas para líneas de servicios públicos se abren en los sitios de construcción en las
calles, a través de éstas y en todo tipo de terreno. Hay muchas teorías relativas a la
construcción y el relleno de las zanjas para tuberías.
El lecho y el soporte de las tuberías son muy importantes. En la mayoría de los casos, las
tuberías mismas se diseñan estructuralmente para soportar sólo el peso del suelo bajo el
que se encuentran, con cierta ayuda del suelo de apoyo. En estos casos, la conformación
del fondo de la zanja para que se ajuste al contorno de la tubería u otros métodos para dar
apoyo al tercio o la mitad inferior de la tubería, son muy importantes para evitar que las
tuberías se hundan y fracturen. En la figura 2. se dan varias secciones de corte transversal
de lechos para tuberías. En las referencias 28 y 29, de los capítulos 24 y 25 se presentan
estudios detallados de la preparación de los lechos de zanjas para recibir tuberías.
Fig. 2. Lechos para tuberías.
Desde el punto de vista económico, a veces se considera más conveniente invertir un poco
más en la tubería misma, que se fabrica para que tenga mayor resistencia estructural, par
soportar toda la presión que ejercen los suelos que la recubren, aún cuando se apoye sólo
en una superficie dura y plana. De este modo, se pueden eliminar los procedimientos
especiales de preparación de los lechos, los cuidados especiales y los procedimientos para
poner el relleno en torno a las tuberías y por encima de ellas.
Las excavaciones para instalar tuberías se pueden cortar verticalmente o con taludes. Las
excavaciones verticales requieren que se retiren cantidades menores de materiales y se
pueden cortar con zanjadoras o excavadoras de cangilones. No obstante, la mayoría de las
zanjas, para no tener que apuntalarlas. La forma de la excavación puede tener efectos
importantes sobre la carga que impone el relleno a la tubería y, a veces, las especificaciones
exigen formas especiales.
El apuntalamiento de las zanjas se especifica, con diseños típicos, en los códigos federales
estatales de seguridad; sin embargo, hay cierto margen de libertad con respecto a dichos
códigos, porque no tienen definiciones muy específicas sobre las condiciones de los
suelos. Hay gran cantidad de suelos diferentes entre los “duros” y los “blandos”. Por ende,
el contratista tiene considerable libertad para escoger un sistema de apuntalamiento y debe
tomar varias decisiones al respecto.
Para las zanjas profundas, los datos proporcionados por ingenieros de suelos pueden ser
muy útiles al preparar los diseños de las zanjas. Como una alternativa, se pueden hacer
experimentos. Se excavan zanjas de prueba, apuntalándolas mediante algún diseño dado,
para ver si funcionan. Si se presentan dificultades, puede probarse algún diseño
modificado. Las presiones laterales sobre el apuntalamiento, en seco, pueden ser el orden
de 20 a 30 lb/pie de profundidad, No obstante, por debajo del nivel freático, esas presiones
se pueden hacer tres veces mayores, del orden de 70 a 80 lb/pie por pie de profundidad
(32.23 a 36.83 kilográmetros por metro de profundidad).
Para los rellenos en las calles, es común que varios pies (metros) del fondo se pongan en
capas bastante gruesas, de hasta 2 pies (0.60 m) de espesor, con una compactación
ligera. No obstante, los 2 ó 3 pies (0.60 ó 0.90 m) superiores, inmediatamente pro debajo
del pavimento, se deben compactar hasta el 90%. Es muy común considerar el pavimento
como provisional y será preciso efectuar repavimentaciones y reparaciones en el futuro,
cuando se produzcan asentamientos.
En los rellenos de zanjas para tuberías, en el campo abierto, el material de relleno se suele
echar suelto y se aplano la superficie; sin embargo, para los cruces de carreteras se requiere
compactación. En los creces de vías del ferrocarril, o autopistas, es común abrir túneles con
perforadoras barrenadoras.
Cuando las tuberías se encuentren bajo cimientos de estructuras u otras instalaciones que
no permitan que se produzcan asentamientos, es necesario poner el relleno en capas
delgadas, de 6 a 8 pulgadas (15 a 20 cm) de espesor, compactando todas y cada una de
las con equipos mecánicos. Esas condiciones, se requiere el empleo de equipos mecánicos,
incluso en los suelos arenosos. Por asegurarse de que la compactación sea adecuada.
Tuberías sumergidas
A veces, se construyen líneas de tuberías, poniendo una base de grava bajo ellas y
colocando bombas sumergibles en la grava con el fin de extraer el agua. Esto da buenos
resultados en muchos suelos; pero, en algunos casos, el ascenso del agua a través del suelo
puede azur un ablandamiento del fondo de la zanja, lo que provoca ondulaciones y
demandas judiciales.
Con frecuencia se colocan tuberías de gran tamaño, tales como los oleoductos, efectuando
amplias excavaciones, sujetando las tuberías en su lugar por medio de anclajes atornillados
y echándoles encima material suelto de relleno. A continuación, se llevan a cabo la
renivelación y el aplanado, para compensar los asentamientos del relleno. Este método da
resultado en las zanjas en campo abierto; pero no bajo los pavimentos.
Para compactar los rellenos en zanjas se utilizan muchos tipos distintos de equipos. En el
fondo de la zanja y en torno a la tubería, puede echarse el material de relleno a pala o
introducirlo con palos, o compactarse con pequeños vibradores o pisones
manuales. Cuando el relleno recubre la tubería por completo, se pueden usar pequeños
vibradores. Cuando el relleno esté ya a 1 ó 2 pies (0.30 ó 0.60 m) por encima de la tubería,
se acostumbra utilizar aplanadoras de ruedas de hule, pequeños tractores o apisonadoras
de tambor vibratorio. Cuando el relleno está a una distancia de la superficie de 2 ó 3 pies
(0.60 ó 0.90 m), es común el empleo de equipos más pesados, tales como los
compactadores de pie de cabra o las apisonadoras de redas de camión.
En las zanjas verticales, la porción inferior del relleno se compacta con pequeñas
herramientas manuales y sólo los últimos 2 ó 3 pies (0.60 ó 0.90 cm) se compactan con
equipos mecánicos pesados.
Es difícil humedecer o acondicionar en alguna otra forma el material de relleno “situado” al
fondo de una zanja. Por consiguiente, cuando se deba desecar el suelo, humedecerse,
etc., esos cambios tendrán que hacerse en la superficie, antes de echar el material al fondo
de la zanja. En la superficie hay espacio para utilizar camiones con barras rociadoras para
humedecerlos suelos y herramientas escarificadores para mezclar los materiales.
Las rocas pueden causar dificultades en los rellenos, puesto que rompen las cubiertas
protectoras. Mientras la tierra excavada se encuentre en la superficie, se puede seleccionar
material libre de rocas, para ponerlo en torno a las tuberías. De otro modo, será preciso que
la cubierta de la tubería sea más gruesa o que tenga alguna otra protección.