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Eduardo E. Glavich - Ricardo R.

Ibañez
María R. Lorenzo - Héctor A. Palma
Eudeba
Ciclo Básico Común

Universidad de Buenos Aires

a
I edición: febrera de 1997
1
2' edición; marzo de 1998

© 1998
Editorial Universitaria de Buenos Aires
Sociedad de Economía Mixta
A v . Rivaduvia 1 5 7 1 / 7 3 ( 1 0 3 3 )
Tul: 383-4064/2379 ó 3S1-5478/2213
Fax: 383-2202

Diseño de colección y tapa: María Laura Piaggio - Eudeba


Imagen de tapa: Wilíiam Morris, diseño textil.
Corrección y composición general: Eudeba

E s t e libro forma p a n e ele) material de estudio


de la Universidad cié B u e n o s Aires

ISBN 950-23-0705-4
I m p r e s o en Argentina.
H e c h o el d e p ó s i t o q u e e s t a b l e c e la ley 1 1 . 7 2 3 .

No se p e r m i t e la r e p r o d u c c i ó n total o parcial de e s t e libro, ni su


a l m a c e n a m i e n t o en un sistema informático, ni su transmisión en cualquier
forma o p o r c u a l q u i e r m e d i o , e l e c t r ó n i c o , m e c á n i c o , f o t o c o p i a u o t r o s
m é t o d o s , sin ei p e r m i s o p r e v i o del editor.
Notas introductorias a
filosofía de la ciencia
I- La tradición/anglosajona

V
Y
Eduardo E. Glavich
Ricardo R. Ibañez
María R. Lorenzo
Héctor A. Palma

eudeba
Ciclo Básico Común
Universidad de Buenos Aires
Presentación

Este es un trabajo que refleja exactamente la formación de


sus autores, todos ellos docentes-investigadores de la Universidad
de Buenos Aires. Una lectura atenta de estas Notas Introductorias
nos revela que sus contenidos no están dados de antemano sino
que son extraídos de la recepción de inquietudes en el aula. Tam-
bién revela que esas inquietudes se formulan como problemas a
investigar -razón de la presencia de una perspectiva de análisis- y
que su objetivo es la transferencia a los alumnos, no para la elimi-
nación de las inquietudes primeras, sino para su correcta enuncia-
ción. Cape señalar, por otra parte, que en el análisis de las cuestio-
nes básicas de la filosofía de la ciencia ~en este "primer tomo": la
tradición anglosajona-, se ha llegado a un tratamiento didáctico tan
correcto que ha independizado este trabajo de sus orígenes en
una cátedra y lo vuelve instrumento apto para la introducción de
esta problemática en distintos ámbitos educativos.

Nair Teresa Guiber.


Profesora Titular, IPC, CBC, UBA.
Octubre de 1996.

5
Agradecimientos

A nuestros alumnos, causa inicial y final de estas notas; a


los compañeros docentes por, las observaciones críticas,
especialmente a N. T. Guiber quien como titular nos ha
apoyado en estos años de investigación y docencia.

A ía Universidad de Buenos Aires que por ser pública y


gratuita nos ha permitido realizar nuestros estudios. Hoy
como graduados y parte de su claustro docente
reafirmamos nuestro compromiso con esos valores.

Noviembre 1996
Palabras preliminares

a. N u e s t r o p r o p ó s i t o

Este no pretende ser/ün tratado sobre epistemología.


Si así io fuera, nos hubiera obligado por un lado a una
extensión infinitamente mayor y por otro a adentrarnos en
problemáticas filosóficas y científicas de mucha compleji-
dad. Nuestro objetivo es un tanto más modesto. Pretende-
mos acercar al lector -fundamentalmente alumnos y alum-
nas de los primeros años universitarios y terciarios- al plan-
teo de una serie de cuestiones epistemológicas, muchas de
ellas pertenecientes a ese grupo de temas que generalmente
pasan por ser los más obvios; aquellos sobre los cuales cree-
mos que queda cancelada la posibilidad de preguntar; te-
mas que nos dejan perplejos y dubitativos, no ante la res-
puesta requerida, sino ante la existencia misma de la pre-
gunta. ¿Qué es la verdad?, ¿progresa la ciencia?, ¿sabemos
más ahora que hace 200 ó 2000 años?, ¿cómo conozco?, ¿es
cierto que la ciencia avanza hacia la verdad?, ¿es objetiva?,
¿es racional?, ¿somos más felices en esta civilización científico-tec-
nológica?, y muchos otros interrogantes que no se presentan a
nuestra reflexión muy a menudo quizás por la cotidianeidad y

7
La tradición anglosajona _

cercanía de los temas tratados. No podemos suministrar la res-


puesta a estas preguntas, pero nos conformaremos con mostrar
que allí donde el sentido común nos indica que acabó la posibili-
dad de preguntar, allí donde "campea" lo obvio, siempre es posi-
ble seguir un poco más, siempre hay algo más para saber y algo
más por lo cual dudar. Porque intentamos revalorizar el afán de
saber y, fundamentalmente, porque quisiéramos transmitir nues-
tra convicción de que donde suponemos que ya no tiene sentido
indagar residen las preguntas más interesantes y, lo que es más
importante, allí residen algunas de las armas y estrategias necesa-
rias para modificar nuestra realidad en función de la reflexión crí-
tica. Reflexión crítica que debe ir más allá de un análisis instru-
mental sobre estrategias que apunten a una finalidad sobre la que
no tenemos injerencia y que se nos presenta como "lo dado".
Reflexión crítica que debe accionar sobre eso "dado" y "obvio"
que determina precisamente nuestras vidas y pensamientos. Pro-
ponemos convertirnos por un momento en filósofos. No filósofos
profesionales, sino en el sentido más literal del término, amantes
de la sabiduría, ansiosos por saber. Un saber que no se circunscriba
a la adquisición de ciertas competencias técnicas más o menos
útiles, sino un saber que siempre esté dispuesto a criticarse a sí
mismo, repreguntarse y comenzar de nuevo. No parece desacer-
tado, entonces, empezar preguntándonos si es o no necesaria una
reflexión sobre la ciencia, y si así resulta, en qué sentido.

b. Lo "obvio": la c i e n c i a m o d e r n a

En general, el conocimiento es visto como una empresa racio-


nal, como una serie de afirmaciones que pueden ser ampliadas en
todo momento sobre la base de la experiencia o del pensamiento
lógico deductivo. A nivel social, la historia de esta tarea aparece
como el proceso guiado por el ideal de progreso, en el cual los
hombres adquieren plena posesión de la razón luego de un largo
camino que sólo se ve empañado por las dificultades y/o errores
que la ignorancia e intereses de los hombres interponen como obs-

8
Notas introductorias a ia filosofía de la ciencia

táculos. Desde este punto de vista la razón humana permanece


eternamente igual y la verdad es una instancia a la que los hombres
se acercan o alejan y que se ubica al margen de la historia.
Si bien nuestro objetivo no es hacer historia de la ciencia, sin
embargo, queremos recalcar que, a nuestro entender, las concep-
ciones separadas de su contexto histórico hacen imposible su real
comprensión como manifestación de un todo cultural. A partir de
los resultados que obtienen diferentes disciplinas, sobre todo en
nuestro siglo, parece imposible desarrollar no sólo una teoría del
conocimiento sino cualquier contenido programático, en cualquier
área, que se presente a sí mismo con una validez atemporal, al
margen del decurso del mundo, ya que toda creación humana es
deudora del complejo entramado de vida del cuerpo social al que
pertenece y que condiciona su desarrollo.
Corresponde entonces contextualizar brevemente el objeto
pe la polémica.
La ciencia moderna tiene su nacimiento en la discusión sobre
las fuentes del "conocimiento verdadero", en el desafío que signi-
ficó levantar la experimentación, la observación y la matematización
como últimos tribunales de todo saber por encima de las Sagradas
Escrituras y del concepto de autoridad medieval sustenta-
do en la tradición aristotélica.
Este cambio -la Revolución Científica-, producido en el campo
del saber y asedado al desarrollo del sistema capitalista como nue-
vo orden social, reubicó paulatinamente el conocimiento científico
en un lugar diferente entre los distintos saberes.
El desarrollo del proyecto moderno llevó a interpretar la na-
turaleza en términos de regularidades y leyes universales, mate-
máticamente representables. La naturaleza ya no era ni una
totalidad orgánica ni una creación divina sino un complejo
engranaje de mecanismos que podían ser desentrañados
por el hombre con ayuda de su razón. La ciencia se co-
mienza a construir en grandes sistemas empíricos y lógico-
deductivos que se presentan como únicos modelos del co-
nocimiento racional.

9
La tradición anglosajona

Esta razón "cientifizante", vista como parte de la naturaleza


humana ahistórica e inmutable, se revela así como un elemento
funcional y cada vez más indispensable para las condiciones eco-
nómico-sociales que la vieron nacer: el capitalismo moderno.
En el despliegue del sistema capitalista, potenciado a partir de
la Revolución Industrial Inglesa, la "nueva ciencia" estaba destinada
a tener una creciente aplicación en la esfera de la producción per-
mitiendo, con el tiempo, poder hablar -ya a fines del siglo XLX- de la
segunda revolución industrial y tecnológica, resultado en gran parte
de este "feliz matrimonio" entre ciencia, tecnología y capitalísima.^^
Desde el momento en que poder y conocimiento caminan juntos,
el fin de la ciencia no va a ser otro que el mandato baconiano de
"obrar y trabajar", es decir, la utilidad en la esfera productiva, ya por
su aporte en el dominio de la naturaleza, ya el que pueda hacer en
eí campo del control social. No puede sorprender, entonces, el op-
timismo y la confianza de muchos pensadores de! siglo pasado (y
aun de este siglo) en que la humanidad había encontrado el instru-
mento que tarde o temprano solucionaría todos sus problemas.
Se construye así una ideología alrededor de la ciencia, donde
ésta no sólo tiene un rol en el desarrollo de las fuerzas productivas
sino que se constituye en el parámetro rector de toda actividad y
saber, que reivindiquen para sí el carácter de racional. Esta identificación
entre racionalidad y ciencia se consolida en el modelo político,
económico y social de occidente, donde la ciencia se perfila como
uno de los pilares fundamentales del desarrollo económico y social,
esto es, como la condición de posibilidad del progreso humano.
Los comienzos de nuestro siglo parecieron echar por tierra
las bases de una promesa de progreso indefinido y bienestar
social. La revolución rusa de 1917, la primera guerra
mundial ( 1 9 1 4 - 1 9 1 8 ) , la crisis económica del '29 y las
atrocidades y millones de muertos de la segunda guerra
mundial (1939-1945) daban evidencias de que el progreso no
era un "dato" y de que el avance científico no sólo eran "vacunas"
sino también "bombas atómicas". ¿Dónde quedaba, entonces, la
racionalidad moderna?, ¿dónde las promesas de mitigación del
dolor, desaparición de la pobreza y bienestar general?

10
Notas introductorias a la filosofía de la ciencia

La "respuesta" a Sa crisis social y económica capitalista se


construyó desde diferentes niveles: el modelo keynesíano en eco-
nomía, el estado de bienestar en lo político y, en lo ideoló-
gico, sobre la base de un profundo debate sobre los crite-
rios que conformaban la racionalidad occidental.
Es en esta conjugación del marco "externo" con el desarrollo
de la "crisis interna" del quehacer científico (cambios de modelos
y paradigmas en la física, la matemática, etc.), en el que surgen
ios debates epistemológicos que presentaremos en este tríptico.
Es éste, pues, el primer libro del tríptico que denominamos
Notas Introductorias a la Filosofía de la Ciencia. En esta primera
parte nos ocuparemos de la tradición anglosajona, la cual, a pesar
de las profundas diferencias entre los distintos autores, mantiene
una problemática común: la pregunta por el fundamento de lo que
llamamos ciencia, y por la definición y redefinición de la "racionali-
dad" como estructura inherente y característica esencial del conoci-
miento científico. En un segundo trabajo esperamos dar cuenta de
otras visiones que trasladan la problemática al campo de lo social y
buscan la explicación de la función de la ciencia en nuestras socie-
dades, en el modo en que ésta se inserta en el sistema económico-
social actual, quiénes la "manipulan" y con qué fines. Finalmente,
en el tercer libro nos ocuparemos de las ciencias sociales, con ej
propósito de ofrecer una visión introductoria a la vez que integral
de los problemas epistemológicos contemporáneos.
i

c . N u e s t r o p u n t o d e partida

Nuestra experiencia docente en la enseñanza secundaria,


terciaria y universitaria nos ha mostrado algunas cosas. En nuestra
búsqueda de hacernos cargo de las preferencias y conocimientos
previos de los/as alumnos/as con el objetivo de diseñar conteni-
dos y estrategias que redundaran en un aprendizaje significativo,
hemos percibido tres elementos interesantes:

1) Que todos ios alumnos tienen alguna idea previa acerca de


qué es la ciencia y de cómo funciona. Esto no es demasiado

11
La tradición anglosajona

sorprendente, habida cuenta de que estamos rodeados por


elementos y discursos que tienen relación con la ciencia.
2) El segundo elemento, que sí resulta sorprendente, es que
las ideas que los alumnos traen suelen ser bastante similares.
Hay un alto índice de homogeneidad en lo que creen que la
ciencia es, más allá de las diferentes formas y capacidades
para expresarlo.
3) Y el tercer elemento, más sorprendente aún que el segun-
do, es que estas ideas coincidentes de ios alumnos convergen
hacia una de las corrientes epistemológicas más difundida. Esta
corriente, que por ahora denominaremos genéricamente "positi-
vismo", aparece actualmente, en sus tesis más fuertes, en fran-
co retroceso en los círculos epistemológicos de la "academia";
pero parece gozar de gran predicamento entre no pocos cien-
tíficos, en gran parte de los docentes, en casi todos los alum-
nos y presumimos que en la sociedad en general.

En dicho sentido, la "tradición anglosajona" -donde se incluye


la visión positivista-, que nos ocupa en este primer tomo, permite
adentrarnos en las líneas fundamentales de los problemas episte-
mológicos contemporáneos más trabajados en los estudios sobre
filosofía de la ciencia.
De esta manera, dichas líneas fundamentales serán desarro-
liadas a partir de la pregunta: ¿qué es la epistemología?, recorrien-
do los problemas metodológicos de las ciencias formales y fáctícas
según fueron analizados por los autores más representativos de la
"epistemología ortodoxa". Este recorrido se fundamenta en que la
tradición anglosajona -aun en sus representantes más críticos- ha
puesto el énfasis en la posibilidad de fundamentar racionalmente
la práctica científica.
Esta tradición "inaugura" la epistemología como disciplina
filosófica, ai tiempo que puede afirmarse que, a partir de ella, se
inician las principales controversias en torno al statu quo
del conocimiento científico,

Los autores

12
Breve caracterización
de la epistemología

A los efectos de evitar malentendidos aclararemos en qué


sentido utilizaremos, en estas páginas, ciertos términos que se
suelen superponer, y aún confundir según la tradición de pensa-
miento que los utilice: "epistemología", "filosofía de la ciencia" y
"gnoseología" o "teoría del conocimiento".
La raíz etimológica de la palabra epistemología es el término
griego episteme, que suele ser traducido, no demasiado felizmen-
te, por "ciencia". La episteme era para los griegos el tipo de saber
más alto, él más elaborado: así, para Platón (428-347 a.C), la
episteme eríf el saber propio del "mundo inteligible", o mundo de
las ideas; un saber que, una vez logrado -tarea no fácil por cierto-
permanecía así, eterno e inmutable tal y como eternas e inmuta-
bles eran las ideas a las cuales se refería. No era un conocimiento
de objetos empíricos sujetos a "corrupción"; antes bien, éstos de-
bían ser evitados si se quería llegar a aquel mundo. .
En verdad este concepto tiene muy poco del nuestro "cien-
cia", tan ligado, desde el advenimiento de la modernidad, a la
indagación observacional y/o experimental de la naturaleza.
Ciertos autores (fundamentalmente ingleses) suelen utilizar "epis-
temología" como sinónimo de "teoría del conocimiento" o "gnoseo-
logía", es decir aquella paite de la filosofía que se ocupa de reflexio-

13
La tradición anglosajona

nar acerca de! problema del conocimiento en general, sin distinguir


entre el saber científico y otro tipo de saberes. La teoría del conoci-
miento se ocupa de problemas como el origen, el alcance y la esen-
cia del conocitrüento en tanto forma peculiar de los humanos de
relacionarse con el mundo. Estos autores dejan los problemas especí-
ficos del conocimiento científico para la "filosofía de la ciencia".
Nosotros utilizaremos "epistemología" en un sentido un tan-
to más restringido -cercano al de "filosofía de la ciencia"- como
disciplina referida exclusivamente a los problemas derivados de
ese modo particular de conocimiento que es el conocimiento cien-
tífico. Sin embargo, aquí deberemos hacer otra distinción, ya que
algunos autores suelen utilizar este término en un sentido más
restringido aún: la epistemología, para ellos, sólo se ocuparía de
las condiciones de validación del conocimiento científico, esto es
de determinar en qué condiciones (lógicas y empíricas) una teoría
científica puede ser aceptada.
Sostenemos aquí que es conveniente que la epistemología
tenga una visión un poco más amplia del problema científico y"(...)
estudiar la génesis y estructura de los conocimientos científicos (...)
En una primera aproximación, la epistemología general se propone
estudiar la producción de conocimientos científicos bajo todos sus
1
aspectos: lógico, lingüístico, histórico, ideológico, etc."
De todo este complejo entramado se ocupa, según nuestra
visión, la epistemología, con el propósito de no desvirtuar el ver-
dadero alcance de nuestro objeto de análisis: la ciencia en todas
sus manifestaciones.
Pero, por su parte la epistemología, a pesar de algunos
intentos en este sentido, no constituye una disciplina puramente
descriptiva. Opera una reconstrucción, tanto de la historia de la
ciencia como de los episodios en los cuales los epistemólogos se
apoyan para mostrar que sus categorías están operando en la
práctica concreta cumpliendo una función necesaria para su
desarrollo.

1. I'. Thuülier, La manipulación de la ciencia, Madrid, Fundamentos, 1 9 7 5 , p. ló.

14
Noras introductorias a la filosofía de la ciencia

L a clasificación d e las c i e n c i a s

A través de la historia se han clasificado ios diversos tipos de


conocimiento de diferentes modos. Desde que Aristóteles (384-
322 a.C.) clasificó "las ciencias" en saberes teoréticos, saberes prác-
ticos y saberes productivos, un conjunto de "filósofos-científicos"
sintieron la necesidad de establecer su propia taxonomía. Sólo a
modo de ejemplo trataremos algunos de esos autores.
- Francis Bacon (1561-1Ó26) clasificó las ciencias según las
facultades humanas: memoria, razón y fantasía. La memoria da
origen a la historia, la cual se subdívide en sagrada, civil y natu-
ra!; la razón da origen a la ciencia, la cual abarca la teología natu-
ral, la ciencia de la naturaleza y las ciencias del hombre; y la
fantasía da origen a la poesía, subdividida según las nonnas de la
poética clásica.
- Augusto Comre (1798-1857) erigió una jerarquía de las cien-
cias de acuerdo con el grado de su "positividad", ordenándolas en
una serie que comienza con la matemática y sigue con la astrono-
mía, la física, ¡a química, la biología (pre-darwiniana) y la sociolo-
gía -física social- como la ciencia más comprehensiva.
- Para Wilhelm Dilthey (1833-1911) hay dos grandes grupos
de ciencias: las ciencias naturales y las ciencias del espíritu (llama-
das también culturales, humanísticas o morales y políticas).
- Actualmente está difundida la clasificación en ciencias "du-
ras" y ciencias "blandas", dependiendo de la mayor o menor posi-
bilidad de formalización/cuantificación y de la "historia discipli-
nar", la ubicación de cada una de las disciplinas en una u otra
clase. La física es una de las ciencias "duras", mientras que la an-
tropología es una de las "blandas".
Considerando el carácter histórico, y por lo tanto provisorio,
de toda clasificación, dividiremos el campo de estudio con un
criterio basado en el objeto o tema del que se ocupan las distintas
disciplinas: así tendremos ciencias formales y cienciasfácticas.
La lógica y la matemática (no discutiremos aquí en qué sen-
tido la lógica sería o no una ciencia) se ocupan de "inventar" entes
formales y establecer relaciones entre ellos. Estos entes son idea-

15
La tradición anglosajona

les, son "formas" sin "contenido", como veremos más adelante.


Por ello se las llama ciencias "formales" y establecen contacto con
la "realidad" sólo a través del lenguaje. Sus proposiciones (afirma-
ciones o negaciones) no hacen ninguna referencia directa a nada
de la realidad empírica, por lo que su verdad o falsedad es a
priorí, esto es, independiente de la experiencia sensorial (por
ejemplo: "(a+b).(a+b)= a.a +2ab+b.b", es decir, el famoso cuadra-
do de un binomio o binomio de Newton con "exponente o po-
tencia" dos).
Por otro lado, están las ciencias que se ocupan de procesos y de
los hechos y sus relaciones: las ciencias fácticas, cuyas proposicio-
nes, al referirse a la realidad empírica, son aposteriori, es decir,
dependen de lo que diga la experiencia (por ejemplo: "los meta-
les se dilatan con el calor").
A la diferencia de temas y vinculación con la realidad empíri-
ca se agrega, entre los dos tipos de ciencias, la diferencia en los
métodos utilizados -como es nuestro objetivo analizar en las pági-
nas que siguen.
Las ciencias fácticas se pueden subdividir, a su vez, en cien-
cias sociales y ciencias naturales. Las primeras (por ejemplo la
sociología y la antropología) se ocupan del estudio de las formas
que adopta esta particularidad que los humanos tenemos de con-
formar sociedades con mulüfacéticos vínculos. De los otros he-
chos que "ocurren" en el universo (físicos, químicos, biológicos)
se ocupan las ciencias naturales.

16
Primera Parte

ciencias formales
Las ciencias formales y su
"Historia Metodológica"

1. Introducción: ¿Cuál es el asunto?

Según la generalmente reconocida clasificación de las ciencias


que hemos visto, las ciencias formales (la lógica y la matemática)
son las que están compuestas por proposiciones analíticas (oracio-
nes o enunciados que "afirman" o "niegan" algo del mundo -en este
caso del "mundo de los entes ideales o fonnales"-) cuyo conoci-
miento es apríori. Esto quiere decir que, pzvajustificar la verdad
de sus afirmaciones, las ciencias formales no necesitan ir a la expe-
riencia, a la realidad sensible, a lo aposteriori, como las ciencias
fácticas -que se ocupan del "mundo de los hechos naturales y socia-
les"-, sino que la justificación de las proposiciones, su verdad, de-
pende de las relaciones lógicas (convencionalmente establecidas y
aceptadas) entre ellas, esto es, de su coherencia. Por ello, las cien-
cias formales "utilizan" un método "riguroso" que permite estable-
cer en qué condiciones un conjunto de proposiciones posee la pro-
piedad de ser coherente, es decir, respetar una estructura deductiva
(razonamiento válido) en la que unas proposiciones (las conclu-
siones) se obtienen necesariamente, esto es, se deducen o infie-

19
La tradición anglosajona

ren, a partir de otras (laspremisas), sin que exista entre ellas con-
3
tradicción alguna.
Hemos querido comenzar el apartado sobre las ciencias for-
males con este párrafo un tanto abstruso porque consideramos
que encierra lo sustancial del problema de las ciencias formales y
de su metodología. Obviamente, a partir de aquí desarrollaremos
los conceptos mencionados (y otros que irán surgiendo) teniendo
presente "el camino de continuidades y rupturas" que han recorri-
3
do (y aún recorren) las ciencias formales, sendero que estudiare-
mos en su devenir histórico-conceptual,

2. De lo c o n c r e t o a lo abstracto. Reflexiones
4
a c e r c a del lenguaje l ó g i c o

Como es sabido, ciertas reuniones o agrupamientos de pala-


bras forman oraciones y otras no. Por ejemplo, si decimos "Negra
la es mesa" -aunque todos entendamos muy bien lo que significan
cada una de las palabras en juego- no es ninguna oración acepta-
ble en el idioma español, porque no se respeta la sintaxisque sí
nos permite decir de "La mesa es negra" que es una oración bien
formada en el mencionado idioma.
Por otra parte, el mismo conjunto de palabras puede em-
plearse para diferentes fines, por ejemplo, aportando cierta infor-
mación a través de una aserción que afirma una verdad (aunque
sea negando algo: "la mesa no es negra"), o no aportando
información alguna a través de una enunciaciónque puede ser
verdadera o falsa. Este último caso, es el agolpamiento de pala-

2. Para ampliar esta temática se p u e d e consultar, e n t r e otros: Copi, í, Intro-


ducción a la lógica, B u e n o s Aires, E u d e b a , 1 9 7 7 .
3. V é a s e : N. T. Guiber, "El t e x t o s o b r e la c i e n c i a . D e s a n d a n d o ia ciencia", en
N. T. Guiber (ed.), Ciencia: un camino entre continuidad y rupturas, Bue-
n o s Aires, B i b l o s , 1 9 9 6 .
4. V é a s e -entre, m u c h o s otros-: E. G a u t h i e r y A . G o u r e í ¡ Lógica y enseñanza de
la matemática, B a r c e l o n a , T e i d e , 1 9 7 2 .

20
Notas introductorias a ía filosofía de la ciencia

bras denominado proposición, esto es, un enunciado que puede


ser verdadero o falso. Son justamente este tipo de oraciones las
que toman las ciencias formales para primero "abstraerías" y lue-
go estudiarlas (analizarlas), como veremos inmediatamente.
Las oraciones pueden formar unas con otras, a través de las
llamadas conectivas lógicas, nuevas oraciones también verdade-
ras o falsas. Por ejemplo, si decimos "La mesa es negra y de made-
ra", resulta claro que hemos conjuntado dos oraciones, dos propo-
siciones, y hemos formado una nueva proposición- De la misma
manera, formamos una nueva proposición si decimos "La mesa es
negra o de madera".
La verdad de ía conjunción (y) o de la disyunción (o) realiza-
das puede establecerse de la siguiente manera:
si llamamos:
p: la mesa es negra
q: la mesa es de madera

entonces, podemos afirmar que:

p q poq py q
v V V V
V F V F
F V V F
F F F F

Donde V significa verdadero y F falso, y cada línea (horizon-


tal) se lee: si p es tal y p es tal, entonces "p o q" es tal y "p y q"
es tal. Esto es lo que se denomina "Tablas de Verdad".
Es preciso aclarar que la "o" que estamos considerando en este
caso es el de la "o inclusiva" (no-exclusiva), ya que existe también
el caso de la "o exclusiva" que no vamos a tratar aquí.
Además, es fácil notar también que si a una oración le ante-
ponemos el "no", construimos una oración distinta, modificando
también su verdad o falsedad. Por ejemplo, la enunciación "Este
libro es rojo" es verdadera, en el caso del libro rojo que tengo
ahora en mis manos, y "Este libro no es rojo" es, por lo tanto, falsa:

21
¡M tradición anglosajona

p: Este Übro es rojo


no p: Este libro no es rojo p no p
V F
F V
Los enunciados p, q, r, s , s e llaman enunciados o proposi-
ciones elementales. Las conectivas lógicas son "no", "o" e "y", y
pueden representarse con distintos tipos de signos, según los di-
ferentes libros y autores, como por ejemplo el "no" c o n e l "y"
con "." y el "o" con V .
Con los enunciados elementales y las conectivas se pueden
construir nuevos enunciados compuestos siguiendo ciertas reglas
("sintácticas") cíe formación. Por ejemplo, se puede decir "El libro
no es rojo" pero no puede afirmarse "Rojo es libro no". En símbo-
los, es correcto el enunciado compuesto"- p", mientras que no lo
es la afirmación "p -". De la misma manera, es correcto afirmar
simbólicamente "p . q" y no lo es ". pq".
Finalmente, es muy conocido y utilizado el llamado enuncia-
do "condicional", armado con los enunciados elementales "p" y
"q" : si p entonces q (si p - ^ q), que, expresado así, suele llevara
ciertas y comunes confusiones. Suele creerse que existe, en dicho
enunciado, tm vínculo entre "p" y "q", una relación de implicación
en el sentido de que hay una conexión de causa y efecto entre los
enunciados elementales: "p" causaría ei efecto "q". Por ello, el
mismo enunciado compuesto si p entonces q, para evitar
confusiones, puede ser escrito como (- p) v q. Si construi-
mos la "tabla de verdad" de este enunciado, utilizando lo
ya visto, nos queda lo siguiente:

(-p) v q p -» q
F V V V V V V
V F V V F V V
F V F F V F F
V F V F F V F

22
Notas introductorias a la filosofía de la c i e n c i a

Cabe hacer notar que el condicional sólo es falso si "p" es


verdadero y "q" es falso, por lo que también tenemos que si el
antecedente "p" es verdadero el consecuente "q" tiene que ser
necesariamente verdadero (volveremos sobre este importante
punto más adelante).
Con esta base muy elemental del lenguaje lógico proposicionaF
es posible introducir el concepto de validezáe un razonamiento o
de razonamiento deductivo. Un razonamiento deductivo es un con-
junto de proposiciones donde una de ellas -la conclusión- se extrae
yiecesariamente de las otras -la/s premisa/s.
Por ejemplo, si tomamos el siguiente conjunto de proposi-
ciones: si nosotros sabemos que si llueve entonces se moja el
patio y que ahora está lloviendo, podemos deducir que el patio
debe estar necesariamente mojado. No puede no estarlo.

En símbolos:
si p -4 q donde: p es "llueve"
p q es "mojarse el patio"
q y ía línea significa "se deduce" o "se infiere"

Este razonamiento es ía regla lógica denominada modus


ponem.
En cambio, si decimos que "si llueve se moja el patío" y que
"el patio está mojado", de donde inferimos que llueve, estamos
cometiendb ío que en lógica se llama unafalacia, esto es, un razo-
namiento que parece válido -es decir, que la conclusión parece
extraerse necesariame?itede las premisas- pero que lógicamente
no ío es. De hecho, que el patio esté mojado no me garantiza que
haya llovido (pudieron haberlo mojado, por ejemplo)- como sí me
garantizaba, en el caso anterior, que el patío estuviera mojado el
hecho de que hubiera llovido.

5. D e n t r o de la lógica simbólica o formal, n o s h e m o s referido sólo al l l a m a d o


c a l c u l o d e p r o p o s i c i o n e s , p e r o c a b e a c l a r a r q u e e x i s t e n o t r o s capítulos c o m o l a
lógica cuantificacional, d e r e l a c i o n e s , m o d a l , e t c .

23
Ixi tradición anglosajona

En símbolos:
si p - » q
q
(no necesariamente) p

Esta falacia se denomina "falacia de afirmación del conse-


cuente", si entendemos "p" como el antecedente y "q" como el
consecuente. Significa que el razonamiento es inválido ya que no
se sigue necesariamente la conclusión a partir de las premisas; de
la verdad del consecuente "q" no se infiere necesariamente la
verdad del antecedente "p".
De la misma manera puede aceptarse que el siguiente razo-
namiento es válido:

si p —> q
-q
- p
Puesto que, si sabemos que "si llueve se moja el patio" y que
"el patio no está mojado", podemos deducir que necesariamente
no ha llovido. Este razonamiento se llama modus tollens, y si cons-
truimos "su" tabla de verdad nos dará un razonamiento válido.
Siempre que hemos acudido a la expresión necesariamente
quisimos hacer referencia a que, en cuestiones formales, como ya
dijimos, no tenemos que recurrir a la experiencia para saber algo
acerca de la validez de los razonamientos, Un razonamiento es
válido o no según se siga o no necesariamente la conclu-
sión a partir de las premisas, independientemente de cómo
sean las mismas (verdaderas o falsas).
Veamos esto con más detalle y saquemos algunas
conclusiones,
Por ejemplo, si tomamos el primer razonamiento visto -el
moduspouens- y le damos el siguiente contenido; "si la mesa es
de madera entonces ¡a mesa es grande" y, como ya sabemos que
es verdad que la mesa es de madera, entonces, la mesa es grande.

24
N o t a s introductorias a la filosofía de la ciencia

¿Qué puede ocurrir aquí? La "forma del razonamiento" es la


misma que ames, por lo que continúa siendo válido ya que la
conclusión se seguía necesariamente de las premisas. Pero, en el
caso anterior parecía claro que partíamos de premisas verdaderas
("si llueve se moja el patio" y "llueve") y llegábamos a una con-
clusión también verdadera ("el patio se mojó"). En el nuevo ejem-
plo, una de las premisas puede ser falsa o no necesariamente
verdadera y la otra verdadera ("si la mesa es de madera entonces
es grande" y "la mesa es de madera"), mientras que la conclusión
no es necesariamente verdadera. Tenemos entonces la misma
forma de razonamiento con distinto contenido: en un caso premisas
y conclusión son verdaderas y, en el otro, premisas falsas (toma-
das en conjunción: recordar que en la tabla de verdad de la con-
junción sólo si los dos enunciados elementales eran verdaderos la
conjunción también lo era, caso contrario ía conjunción era falsa) y
conclusión también falsa -puesto que de ía mesa de la cual esta-
mos hablando no es grande, es una "mesa ratona"-. El razona-
miento es válido por su forma, independientemente de ía verdad
o falsedad de las premisas y de la conclusión, aunque hayamos
recunido a cierto contenido para "demostrarlo",

En símbolos, teníamos:
si p -> q

si llueve se moja el patio V


llueve V

se moja el patio V

si la mesa es de madera entonces es grande F


la mesa es de madera V
la mesa es grande F

25
La tradición anglosajona

En este último caso tenemos que la primera premisa es falsa,


que la segunda es verdadera y que la conjunción es, por lo tanto,
falsa. Además, la conclusión es falsa.
Resumiendo las posibilidades de razonamientos váli-
dos e inválidos según sea la combinación de premisas y
conclusión en cuanto a su verdad y falsedad, tenemos:

Razonamientos Válidos Razonamientos Inválidos


V y
y V
V (No existe) y
F F
F F
V V
• E £
F F

De este cuadro pueden extraerse algunas conclusiones su-


mamente interesantes.
En primer lugar, nos muestra que los razonamientos inválidos
pueden tener cualquier tipo de combinación de premisas y con-
clusión (notar que, aunque aparezca una sola V o F como premisa,
las mismas pueden ser varias conjuntadas según hemos visto).
En segundo lugar, indica que los razonamientos válidos pue-
den serlo (siempre según su forma) en tres combinaciones de
premisas y conclusión distintas (ver nuestro anterior ejemplo),
esto es, un razonamiento puede ser válido aunque parta de
premisas falsas y llegue a conclusión verdadera o parta de
premisas falsas y llegue a conclusión falsa o parta de premisas
verdaderas y llegue a conclusión verdadera. Este último
caso es el que nos indica que si un razonamiento es válido
y parto de premisas verdaderas la conclusión es necesaria-
mente verdadera. Este resultado es muy importante (para
las ciencias en general) ya que si yo poseo algunas proposi-

26
Níjta.s introductorias .1 l;i filosofu de la ciencia

ciones verdaderas (suponiendo que esto pueda lograrse) a partir


de las cuales deduzco "otras proposiciones", la lógica, el razonar
correctamente, me garantiza la verdad de dichas proposiciones
deducidas.
En tercer lugar, otro resultado muy importante es la imposibi-
lidad de la existencia de un razonamiento válido que tenga premisas
verdaderas y conclusión falsa, esto es, no se puede encontrar (¡en
todo el universo espacio-temporal!) un ejemplo de razonamiento
válido que, partiendo de premisas verdaderas llegue a conclusión
falsa. Puesto que dicho razonamiento negaría la definición de razo-
namiento válido como aquel que, partiendo de verdad, nos condu-
ce inexorablemente a verdad.
Podemos apreciar también que, si recordamos la tabla de
verdad del enunciado "condicional" (si p ~-» q), el único caso en
que el mismo resultaba falso era el que tenía el antecedente ("p")
verdadero y el consecuente ("q") falso. Esto tiene relación con el
único caso en que un razonamiento válido no existe (premisas
verdaderas y conclusión falsa), ya que todo razonamiento (con
una o más premisas) puede ser re-escrito (lógicamente bien)
conjuntando todas las premisas y colocándolas como el antece-
dente de un condicional, en el que la conclusión es el consecuen-
te. Por ejemplo, si tenemos estas dos premisas:
si p —> q y p podemos inferir q (el modusponens), el mismo
puede ser re-escrito como:
[(si p'-^ q) . p] -> q donde la segunda flecha hace las
veces de la línea de "se deduce o se infiere" y lo que está
entre corchetes de premisa (antecedente) y "q solo" de conse-
cuente (conclusión).
Más claramente:

En forma de razonamiento: En forma condicional:

si p q [(si p -> q) . p] -> q


y (.) ""p
entonces q

27
La tradición anglosajona

Por lo dicho hasta ahora, la lógica puede definirse como la


ciencia que tiene por objeto estudiar los procedimientos deductivos,
estableciendo métodos para distinguir los razonamientos válidos de
los no válidos según su forma o estructura.
En la sección que sigue, analizaremos someramente la historia
sobre cómo los matemáticos y los lógicos, al pretender que las cien-
cias formales son sistemas deductivos de enunciados, en los que a
partir de algunos de ellos -los axiomas (las premisas)- se obtienen
por deducción otros enunciados -los teoremas (las conclusiones)- de
manera tai que si los primeros son verdaderos los segundos también
lo son, han trazado una de las más apasionantes aventuras del pensa-
miento en la búsqueda del ideal platónico del conocimiento absolu-
to; esto es, del conocimiento eterno e inmutable. El éxito de esta
empresa, en honor a la verdad, ha sido relativo pero sin embargo
incita y excita, tal como vamos a ver, a continuar el utópico camino
ya que los hombres y mujeres estamos hechospara morir amarra-
dos al brocal del pozo donde se ha retirado la verdad.

3- C r é a s e o n o , t o d o es historia: los sistemas


a x i o m á t i c o s o el principio del d e s e o frente
al principio de realidad

Desde que Platón sugirió que la meta de todo conocimiento


racional es llegar a conocimientos indubitables, no sujetos a los ava-
lares históricos-subjetivos, el ideal del conocimiento absoluto se con-
virtió en el centro alrededor del cual han girado tanto la filosofía
como la ciencia. La matemática principalmente fue vista como ía
disciplina a través de la cual (o en la cual) se podría llegar a conoci-
mientos eternamente verdaderos..
Por otra parte, es Aristóteles el que logra por primera vez -en
Occidente- sistematizar ciertos procedimientos que seguirían el
razonamiento para arribar a demostraciones. La idea de ciencia
aristotélica permitiría alcanzar el ideal de conocimiento absoluto
que pretendía Platón, ya que operaría con el concepto de ciencia
demostrativa, esto es, que a partir de ciertos principios evidentes

28
Notas introductorias a la filosofía de la c i e n c i a

-cuya verdad es absolutamente independiente de la experiencia


sensible- y por medio de las reglas lógicas (reglas de inferencia,
razonamientos válidos) se pueden obtener otras proposiciones
que -siendo evidentemente verdaderos los primeros, y habiendo
razonado correctamente- tienen que ser necesariamente verda-
deras. El problema se reduciría, entonces, a encontrar dichos prin-
cipios evidentes y las reglas lógicas a partir de las cuales obtener,
de aquellos, nuevas verdades. Y si los principios son verdaderos
por intuición no sensible, lo son eternamente; por ello las conclu-
siones tienen que ser verdaderas eternamente.
Sin embargo el Organon aristotélico no aparece como ía pri-
mera realización histórica del ideal platónico del conocimiento abso-
luto. Este lugar se reserva para los Elementos de Euclides (300 a.C).
Es la geometría euclidiana, organizada según el concepto
aristotélico de ciencia, la que se constituye en el primer paso en la
conquista racional de la realidad, esto es, la meta del ideal platóni-
0
co. Los Elementos se constituyen, así, en el primer ejemplo de
una ciencia rigurosa y sistemática que puede fundarse a sí misma.
No es casual que esto se haya dado en lo que hoy llamamos una
rama de la matemática, ya que el sentido común nos indica que,
de haber un conocimiento absoluto, éste tiene que darse en las
ciencias que tienen como objeto entes ideales fuera del
alcance de la experiencia sensible y de su inevitable "co-
rrupción", es decir, en las ciencias formales.
Hagamos abstracción, por un momento, de lo histórico, y
consideremos cuáles son los elementos que toda ciencia tiene
que tener si pretende seguir la idea de ciencia demostrativa: un
conjunto organizado de relaciones y encadenamientos de propo-
siciones donde algunas de ellas se obtienen como conclusiones
deducidas de las otras, los puntos de partida. Esto conformaría lo
que se puede llamar un sistema deductivo.
Como ya hemos dicho, la idea principal de la ciencia demostra-
tiva es que de ciertas proposiciones, que se toman como punto de

6. Cf. F. Miró Q u c s a d a , "Metateoria y razón", en Cuadernos de Filosofía,


B u e n o s Aires, a ñ o VIH, N" 1 0 , julio-diciembre de 1 9 6 » .

29
La tradición anglosajona

partida verdadero -las premisas o principios (antes), que ahora pasa-


mos a llamar axiomas o postulados-, se obtengan otras proposiciones
-las conclusiones (antes), ahora los teoremas- que también sean ver-
daderas siempre y cuando se haya realizado una inferencia válida.
Tenemos, entonces, dos elementos de cualquier sistema de-
ductivo (sistema axiomático): a) afirmaciones (proposiciones) que
se aceptan como verdaderas (luego veremos qué ocurrió con los
criterios para aceptar dichos puntos de partida a lo largo de la histo-
ria), es decir, los axiomas o postulados; y b) afirmaciones que se
obtienen de las primeras, por medio de tas reglas lógicas, esto es,
los teoremas. Aquí podemos acotar que, como hemos visto con el
condicional "si p entonces q", si las primeras afirmaciones son ver-
daderas -y se dedujo correctamente- las segundas serán necesaria-
memeverdaderas ya que no puede existir un razonamiento válido
con premisas verdaderas y conclusión falsa. Esto es muy importan-
te tenerlo presente puesto que -más allá de la dificultad para en-
contrar esos primeros principios verdaderos- una vez logrado, el
mecanismo de la demostración nos garantiza la "producción de nue-
vas verdades eternas e inmutables".
A su vez los dos tipos de afirmaciones son enunciados que
están compuestos por un conjunto de "palabras", cada una de las
cuales tiene su significado. De la misma manera en que hemos
aceptado que, en tocia ciencia demostrativa, (en todo sistema de-
ductivo), no es posible demostrar todas las proposiciones, debe-
mos aceptar también que no podemos definir -dar el significado
de- todas las "palabras" -los términos- sin caer en una regresión al
infinito o en un círculo vicioso, como cuando buscamos el significa-
do de ciertas palabras en el diccionario y van surgiendo sinónimos
que terminan remitiéndonos a la palabra original de la que estába-
mos tratando de averiguar su definición, su significado. Esto quiere
decir que, en todo sistema deductivo, tendremos que aceptar y
utilizar ciertos términos -los términos primitivos- sin definición, a
partir de los cuales sí podremos definir otros -las términos definidos.
Tenemos, entonces, que todo sistema axiomático, sistema
deductivo o lenguaje formal, contiene.-
a- términos primitivos, que no se definen;

30
Noias imroductoria.s a la filosofía cíe ia ciencia

b~ términos definidos a partir de los anteriores, por medio de


reglas de definición;
c- reglas de formación de las afirmaciones (proposiciones) que
permiten detectar fórmulas (enunciados o proposiciones) bien
formadas y mal formadas, como ya hemos visto en el apartado
anterior.
d- afirmaciones que se aceptan sin demostración como puntos
de partida verdaderos;
e- afirmaciones que se deducen a partir de las anteriores, me-
diante reglas de deducción o de inferencia (reglas lógicas, ra-
zonamientos válidos);

Esquemáticamente:
(V) Axiomas (o Postulados)
Deducción (reglas lógicas)
(V) Teoremas
Realizada la abstracción que nos permitió establecer los ele-
mentos estructurales de los sistemas axiomáticos (la metodología
de las ciencias formales), podemos retomar ahora el sistema axio-
mático euclidiano: el monumental intento de alcanzar el
ideal platónico del conocimiento absoluto desde la geome-
tría postulacional como conocimiento sistemático y jerar-
quizado. '
Los Elementos están compuestos por 13 libros (capítulos)
donde podemos encontrar entre 23 y 118 definiciones, 5 postula-
dos y un número variable de "nociones comunes" (axiomas). La
geometría euclidiana responde a los elementos de cualquier siste-
ma axiomático;
- posee definiciones, es decir, ténninos definidos como "pun-
to es lo que no tiene partes", "línea es una longitud sin anchura",
"rectas paralelas son las que estando en el mismo plano no se
cortan al ser prolongadas", etc.;
- por otra parte, posee axiomas (que Eucíides denominó "no-
ciones comunes" a todas las ciencias, es decir, principios "válidos"

31
!M tradición anglosajona

para todas las ciencias y no sólo para la geometría) como "cosas


iguales a una misma cosa son iguales entre sí", "el todo es
mayor que la parte", etc.;
- y postulados que, como los axiomas, se aceptan porque son
autoevidentes por lo que no necesitan demostración. A diferencia
de los axiomas, los postulados son los principios específicos de
cada ciencia; así, en la geometría euclidiana tenemos que: I) "de un
punto a otro se puede trazar sólo una recta"; II) "toda recta puede
prolongarse en la misma dirección indefinidamente"; III) "dados un
punto y una distancia se puede trazar sólo un círculo con dicha
distancia como radio y dicho punto como centro"; IV) "los ángulos
rectos son iguales entre sí"; y V) "si una recta, al cortar a otras dos,
forma de un mismo lado ángulos internos menores que dos rectos,
esas dos rectas prolongadas indefinidamente se cortan del lado en
'que están los ángulos menores que dos rectos";
- y, para completar los elementos estructurales del sistema,
tenemos como muestra un teorema deducido de los axiomas y
postulados que dice "en los triángulos rectángulos, el cuadrado
del lado opuesto al ángulo recto (la hipotenusa) es igual a los
cuadrados constmidos sobre los lados del ángulo recto (los catetos)"
y otro que dice "la suma de los ángulos interiores de un
triángulo es igual a dos rectos".
Una lectura rápida de los axiomas y postulados del sistema
euclidiano permite observar que el criterio de autoevidencia -acep-
tación inmediata de los mismos por intuición no sensible- central
para aceptar los principios como verdaderos, marcha bien hasta
que nos topamos con el quinto postulado: el conocidísimo "postu-
lado de las paralelas" (puesto que en otra versión -"más
autoevidente"- dice que "por un punto exterior a una recta se
puede trazar una y sólo una paralela a dicha recta").
Este postulado y la dificultad de su autoevidencia se instalan
definitivamente en la historia de las matemáticas que derivará en
lo que hoy se conoce como las geometrías no euclidianas.
Suele decirse que el primer partidario de estas geometrías
fue el propio Euclides ya que él mismo "desconfiaba" del quinto
postulado puesto que lo utilizó muy poco para realizar las distin-
tas demostraciones de los teoremas.

32
Notas introductorias a la filosofía de la ciencia

Un filósofo del siglo V de nuestra era, Proclo, afirmó que el


postulado de las paralelas debería anularse como tal y obtenerse
como teorema, esto es, negar su autoevidencia y, por lo tanto, su
carácter de punto de partida verdadero.
A partir de aquí, se abrieron dos líneas de investigación sobre el
quinto postulado "desconfiado". Una que intentaba obtenerlo -dedu-
cirlo- de los otros postulados y otra que se planteaba sustituirlo por su
negación, obtener una contradicción y así demostrar, por lo que se
llama reducción al absurdo, que el postulado era autoevidente.
El final de esta historia es de'terribles fracasos o de grandes
éxitos según se mire.
Un matemático italiano del siglo XVI, G. Saccheri, eligió el
segundo camino, el de la reducción al absurdo, y dejó el sistema
tal cual lo había concebido Euclides, a excepción de que negó el
quinto postulado e intentó llegar a contradicciones, esto es, obte-
ner simultáneamente teoremas y sus negaciones: "p. -p" (viola-
ción del principio lógico de no contradicción). Lo que obtuvo
Saccheri fueron muchos teoremas absurdos, que contradecían el
sentido común al que el sistema euctidiano se ajustaba (y
ajusta) muy bien. Pero, dichos teoremas no conducían a
contradicciones lógicas sino más bien a ¡a creación de otros
sistemas axiomáticos para la geometría, a otras geome-
trías: ¡¡las geometrías no euclidianas!!
Tenemos ahora dos problemas en lugar de uno. Pretendien-
1
do encontrar* una contradicción en el sistema euclidiano para de-
mostrar la autoevidencia del quinto postulado y así salvar el ideal
platónico del conocimiento absoluto, no sólo no lo hemos podido
hacer sino que hemos descubierto (inventado) nuevas geome-
trías que cumplen con todos los requisitos que se le exigen a
cualquier sistema formal.
Además de poseer los elementos estructurales que ya "iien-
cionamos, los sistemas deductivos tienen que cumplir con ¡as si-
guientes propiedades:
a- Consistencia o coherencia: dentro del mismo sistema no
tienen que poder demostrarse un teorema y su negación:
K p • -P)L

33
La tradición anglosajona

b- Independencia: los axiomas o postulados de un sistema son


independientes cuando ninguno de ellos puede deducirse como
teorema a partir de los otros.
c- Completitud: un sistema deductivo es completo cuando to-
das las fórmulas (proposiciones) verdaderas dentro del siste-
ma son teoremas del mismo.

Es fácil notar ahora que, cuando se ponía en duda la


autoevidencia del quinto postulado tratando de deducirlo de los
oüos, lo que se estaba haciendo era poner en duda que el sistema
eucíidiano cumpliera con la propiedad de ser independiente. Y lo
que se jugaba cuando, negándolo, se intentaba llegar a una con-
tradicción era la propiedad de la consistencia de lo que luego
serían las geometrías no euclidianas.
Pero el problema es que tanto la geometría euclidiana como
estas nuevas geometrías cumplen con todas esas propiedades,
por lo que nos podemos preguntar: ¿con cuál de ellas hay que
quedarse? Desde el punto de vista formal (lógico), la respuesta es
con todas porque ninguna viola la propiedad de la consistencia
-que es la única que habilitaría a dejar de lado un sistema axiomá-
tico, ya que la de la independencia sólo me hace tener (innecesa-
riamente) axiomas o postulados que pueden estar como teore-
mas-. Además, podemos preguntarnos por el criterio de evidencia
para aceptar los principios como verdaderos, y sobre todo, ¿qué
geometría es la que responde al espacio que nos rodea?
Ya en el siglo XLX, autores como Bolyai, Gauss, Lobachevsky y
Riemann profundizaron el desarrollo de las nuevas geometrías que,
sin embargo, continuaron siendo consideradas como juegos inge-
niosos, consistentes pero sin relación alguna con "lo real".
Por ejemplo, en la geometría de Riemann -la geometría elípr
tica- se afirma que por un punto exterior a una recta no pasa
ninguna paralela (quinto postulado), y que ía suma de los ángulos
interiores de un triángulo es mayor que dos rectos. La geometría
de Gauss, Bolyai y Lobachevsky -la geometría hiperbólica-, por su
parte, dice que pasan dos paralelas, y que la suma da menor que
dos rectos. En fin, parecía haber geometrías para todos los gustos,
¡y todas consistentes!

34
Noms introductorias a la filosofía de la ciencia

Pero éste es justamente el problema. Con el desarrollo de las


geometrías no euelidianas se profundiza el abandono (o se
reformula) del ideal platónico del conocimiento absoluto ya que:
1- el criterio de autoevidencia es reemplazado por el de que
un axioma o postulado (a partir de aquí se utilizará sólo axio-
ma ya que postulado remite a algún contenido particular) se
acepta por pura convención sin interesar la verdad (el conte-
nido) del mismo, es decir, el sistema axiomático actualesti
totalmente formalizado ganando en rigor lógico y fundamen-
tándose ahora en la consistencia (la coherencia) como criterio
de verdad. Este es el pasaje de la verdad absoluta que incluía
lo real a la verdad lógica. De la autoevidencia a la consistencia;
2- la convicción de que la geometría (euclidiana) era el más per-
fecto ejemplar de conjugación de la idea de ciencia aristotélica
con el ideal platónico del conocimiento absoluto, se ve socavada
por el descubrimiento de la posibilidad lógica de las nuevas geo-
metrías porque ya no es posible hablar de un teorema verdadero
por sí mismo, absolutamente, sino más bien de verdades relativas
según el sistema axiomático de referencia. Y aquí se trata, insisti-
mos, de verdad lógica, es decir de coherencia interna del sistema:
un teorema es verdadero dentro de una teoría si puede deducirse
de los axiomas de la misma sin derivar en contradicciones. Del
7
conocimiento absoluto a las verdades relativas (al sistema).

Sin embargo aún quedaba la idea, que ya mencionamos, de


que la "verdadera" geometría era la de Euclides. Pero, con
las investigaciones posteriores y, fundamentalmente, con
los aportes de Einstein con su teoría de la relatividad, se tiende a
pensar que el espacio "real" o físico responde más a la geometría
no euclidiana que al sistema de Euclides. Parece no quedar nada
del "pobre Euclides". No es verdad. Queda mucho. Lo únio que
se perdió fue el ideal de alcanzar la verdad absoluta, igual en todo
tiempo y lugar. ¡Nada más!

7. V é a s e : L. G e y n i o n a t , / ; / p e n s a m i e n t o Científico, B u e n o s Aires, E u d e b a , 1 9 6 1 ,
c a p IX; I. Copi, lógica Simbólica, M é x i c o , Editora Continental, 1 9 8 5 , c a p . 6.

35
La tradición anglosajona

Pero todavía restaba la posibilidad de que los sistemas


axiomáticos actuales (totalmente formalizados, y desembarazados
de la "verdad como correspondencia") refíotaran el ideal
platónico por medio de la consistencia, de la verdad lógica
"por coherencia".
Es que la crisis generada por la aparición de las geometrías no
euclídianas se expandió ai ámbito de la matemática, más precisa-
mente, al análisis infinitesimal inaugurado por Leibniz (1646-1716)
y Newton (1642-1727). En este campo se profundizó aún más la
crisis de la autofundamentación de las ciencias formales, justamente
en el terreno más propicio para que se despliegue el ideal platóni-
co. Nociones como límite, número real, infinito e infinitésimo inten-
taron expíicitarse mediante los trabajos de autores como Cantor
(1845-1918) y Frege (1848-1925) que se propusieron la sistemati-
zación de la aritmética por medio de la teoría conjuntística.
Pero, en 1903, B. Kussell (1872-1970) le envió una carta a
Frege donde le comunicaba que se podía demostrar la existencia
de un antinomia, una contradicción, en su sistema de la aritmética.
El dedo estaba puesto en el concepto mismo de conjunto: "el
conjunto de los conjuntos que no son miembros de sí mismos -por
ejemplo el conjunto de ios hombres- ¿es él miembro de sí mis-
mo?" preguntaba Kussell. Si lo es no lo es y si no lo es lo es. Se
ponía fin de esta manera, en un tiempo relativamente corto com-
parado con el del surgimiento de las geometrías no euclídianas, a
la ilusión de encuadrar la matemática en esquemas apriori, uni-
versales y necesarios, mediante la teoría de los conjuntos.
Y si algo faltaba para un ocaso casi definitivo del ideal de una
matemática coherente y sin fracturas internas, ahí, muy cerca de
nuestro tiempo, están los teoremas de Gódel, en 1931, y de Church,
en 1934, que imponen aún más limitaciones a los formalismos
como "programas de investigación" para la autofundamentación
de las ciencias formales. El primero demostró la incompletitud de
la aritmética, y el segundo, la indecidibilidad de la lógica: esto es,
que la operación deductiva de la razón no es totalmente
mecanizable.

36
Notas introductorias a ia filosofía de la ciencia

Con estas limitaciones, la matemática muestra -en el devenir


de su historia- que es incapaz de fundamentarse a sí misma.
Por ello, perdidas la autoevidencia y la consistencia como cri-
terios de autofundamentación, la matemática intenta -saliéndose de
sí- alcanzar ei cielo platónico en la experiencia, en los hechos que
están ahí y acechan. Se cuela, así, en el mundo de las ideas de
Platón aquello que impide cualquier predicado de inmutabilidad,
eternidad y ahistoricidad sobre el conocimiento científico formal.
Pero esto viene en la segunda parte de nuestro libro; el problema
de las ciencias fácticas que pasaremos a analizar inmediatamente.
Pero antes reflexionemos sobre esta historia de continuida-
des y rupturas de las ciencias formales.

4. P a l a b r a s finales o de lo a b s t r a c t o a lo c o n c r e t o

La llamada crisis de la ciencia, que abarca también otros domi-


nios -más allá cié los sistemas deductivos de la lógica y la matemática-
como por ejemplo la física, es más bien una crisis de la vieja concep-
ción filosófica de la ciencia. En palabras de G. Bachelard la idea de
una razón absoluta e inmutable no es más que una filosofía caduca.
Durante casi dos mil años el ideal del conocimiento absoluto
de Platón junto a la idea de ciencia demostrativa de Aristóteles
fueron las mayores influencias para definir qué debía entenderse
por ciencia racional perfecta.
Los Elcmenlosáe. Euclides sistematizaron -en la línea platóni-
co-aristotélica- los conceptos y las proposiciones de la geometría,
de manera tal que los axiomas y postulados resultaban ser princi-
pios autoevidentes sobre cuya verdad indiscutible reposaba ía ver-
dad de todas las demás proposiciones: los teoremas; éstos se obte-
nían por el único método admitido: la deducibilidad lógica. Se cons-
truyó así un edificio lógico-matemático que pretendió superar la<
vaguedades y ambigüedades del lenguaje común (ordinario) y ac
ceder a verdades no sujetas a opinión, absolutas y eternas,
Esta exigencia de autonomía absoluta del conocimiento es k.
que primó durante dos milenios en lo que podría denominarse la
investigación científica.

37
/,« tradición anglosajona

A partir del descubrimiento de las geometrías np euclídianas -en


el siglo XIX, aunque ya con Bacon, Descartes, Gaíileo y otros había
comenzado la llamada Revolución Científica en el siglo XVII- comen-
zó a dudarse ele que la matemática ofreciera proposiciones universal-
mente verdaderas. Con estas geometrías, los sistemas deductivos ya
no se apoyaban sobre la verdadautoevidentede los axiomas y pos-
ai lados sino que éstos eran aceptados convenckmalmente como
puntos de partida, con lo que los teoremas sólo resultaban ser verda-
deros -en una teoría- si se deducían de los principios.
De esta manera, al surgir distintos sistemas geométricos igual-
mente válidos se perdió la ilusión de tener verdades absolutas,
pero se mantuvo -como hemos dicho- que "la verdadera geome-
tría", la que respondía a la realidad espacial, era la euclidiana. Y
además, se sostenía que ei criterio de "verdad absoluta" -a pesar
de no poder seguir sosteniéndose la autoevidencia de los princi-
pios- podría ser ahora la verdad lógica, la coherencia lógica.
Como es sabido, la aparición de las paradojas (Russell) y los
teoremas de limitación (Góciel y Church), por una parte, y el "cam-
bio de paradigma" en la física (Einstein) por otra, vinieron a mos-
trar que esta readecuación para mantener vivo el idea! platónico
del conocimiento absoluto resultó ser precisamente inadecuada.
Refugiarse en la experiencia es, finalmente, para dicho ideal,
un descenso en la escala del conocimiento (de lo abstracto
a lo concreto), pero, ¿será realmente lo concreto?
La valorización de la experiencia y el reconocimiento de la
relatividad de los conocimientos científicos -aún en las ciencias
formales- (observación que alcanza -como vamos a ver- a la
"absolutización positivista") contribuye a conformar una visión
acerca del conocimiento científico que reconozca el vínculo histó*
ricamente efectivo entre ciencia y sociedad, entre teoría y praxis,
entre pensamiento e historia.
En fin, llegados a este punto parece que sí podemos hablar
de una "verdad absoluta": todas las teorías científicas están suje-
tas al devenir histórico.

38
Segunda Parte

Las ciencias fácticas


1. ¿Qué es el Positivismo?

Esta pregunta resulta imposible de responder tal como está


planteada, en un espacio tan breve y con las características de estas
Notas Introductorias. Como dice Kolakowsky, "el término 'positi-
vismo' posee t¡na pluralidad de acepciones: además de una doctri-
na filosófica que no se reconoce ni como doctrina ni como filosofía,
esta palabra designa también cierto punto de vista dentro de la
teoría del derecho, cierta corriente históricamente conocida en lite-
8
ratura, así como una cierta posición en ciertas cuestiones teológicas",
y agregamos nosotros, una posición en teoría social Claro está que,
a pesar de las diferencias, cada una de estas corrientes conserva una
cierta orientación intelectual común con las otras que hace que
todas puedan substituirse bajo la calificación de "positivismo".
Creemos pues que, si bien puede comprenderse en su totali-
dad la significación de esta posición sólo en la medida en que se
pueda vislumbrar su compromiso con una teoría social y política
(tarea que efectuaremos en futuros desarrollos) podemos, sin em-
bargo, concentrarnos en el positivismo como corriente filosófica y

8. L Kolakowsky, La filosofía positiva, Madrid, Cátedra, 1 9 8 6 , p. 1 1 .

41
La tradición anglosajona

dentro cíe eíla en sus aspectos epistemológicos, ya que eílos po-


seen cierta autonomía en cuanto objeto de análisis y estudio.

1. a. El origen histórico del Positivismo

El término "positivismo", aplicado a las ciencias (y en especial


a las ciencias sociales en aquel momento no constituidas como ta-
les) fue utilizado por primera vez por Saint Simón (1760-1825),
pero cobra significación histórica con Augusto Comte, discípulo de
aquél, en las primeras décadas del siglo XIX. Empleaba esta palabra
para designar lo "real", lo fáctico, lo observable y cuantificable, en
oposición a lo metafísica, lo especulativo; "la palabra positivo (...)
considerada en primer término en su acepción más antigua y más
corriente (...) designa 'lo real, en oposición a lo quimérico. En este
sentido conviene plenamente ai nuevo espíritu filosófico, así carac-
terizado por su constante consagración a las investigaciones verda-
deramente accesibles a nuestra inteligencia, con exclusión perma-
nente de ios impenetrables misterios de que se ocupaba, sobre
5
todo, en su infancia".'-
Con la concepción de la "filosofía positiva", Comte pretendía
superar las consecuencias, a su juicio negativas, deí Iluminismo y de
la Revolución Francesa. Dividía la historia de la humanidad en tres
estadios: era necesario alcanzar el último -el "positivo"- a través de
la reconciliación por el orden y el progreso; el "orden" provenía del
primer estadio, el teológico, y el progreso se originaba en ía doctri-
na libera! de la Revolución Francesa, que correspondía al segundo
estadio: el metafísico, aunque las consecuencias de ía etapa metafí-
sica eran el desorden y la anarquía. Es necesario tener en cuenta
que, durante el siglo XXX en Francia se originaron una serie de con-
flictos causados, por un lado, por los intentos restauracionistas de la
nobleza, y por otro, por la organización deí movimiento obrero
francés y el surgimiento de las ideas socialistas.
Para Augusto Comte, la organización social estaba regida por
Un orden que respondía a leyes naturales; existían por lo tanto

9. A Comte, Discursos sobre el espíritu positivo, B u e n o s Aires, Hyspamérica.


1 9 8 4 , p. 1 3 6 .

42
Notas introductorias a la filosofía de ía ciencia

desigualdades y .subordinaciones naturales. La verdadera libertad


consistía en la aceptación racional de las leyes naturales, procla-
mando así d peligro de !a libertad de conciencia: "no hay libertad
de conciencia en astronomía, en física, en química, en filosofía
(...), si ocurre otra cosa en política, es porque los antiguos princi-
pios han caído y porque ios ntievos aún no están formados, pero
10
perpetuar tal estado de cosas es llevar la sociedad a la anarquía".
El espíritu científico consistía, entonces, en la búsqueda de estas
leyes naturales invariantes a través de la observación de los hechos.
Los elementos centrales del "positivismo de Comte" serían
entonces:

a- la recurrencia a lo empírico, a lo observable, a los "hechos"


como único origen legítimo y tribunal del conocimiento;
b- la creencia de que en el orden social existe una legalidad
"natural" que el hombre debe "descubrir" del mismo modo
que ío hace el astrónomo o el físico;
c- como consecuencia de lo anterior, más allá de diferencias de
detalle que tienen que ver con la "idiosincrasia" del objeto de
estudio, se descuenta que la metodología ha de ser la misma
que la empleada por los científicas de las disciplinas naturales
indiscutidamente exitosas;
d- la creencia optimista en el "progreso" a través de la utilización
de la razón, entendida ésta como razón científica.

Estas características son las que tiene en común, como vere-


mos, el positivismo de Comte con el neopositivismo. Existen otras
consecuencias del pensamiento comteano que aquí apenas pode-
mos señalar, pero que resultan interesantes, y por ello debemos
mencionarlas. La sacraíización de los hechos, de lo que "es", más la
creencia de que en la sociedad existen leyes naturales cancela toda
posibilidad de cambio profundo en la misma, ya que no hay dife-
rencia entre lo que es y lo que debe ser y si la hubiera se debería
a un desanollo inacabado que se solucionaría con el tiempo y con el

10. A. C o m t e , Curso (k> h'ilasofUi Positiva. Bueno,s Aires, Agwiiiw, p. 4.

43
la tradición anglosajona

aporte del .saber científico. La .sociedad deja de ser una constmeción


histórica de ios hombres, sujeta a conflictos de intereses y, conse-
cuentemente, a cambios. Por otro lado, el establecimiento de "des-
igualdades naturales" impide el reclamo de un orden distinto del
vigente. Si bien es cierto que Comte apuntaba a una mejora en
ciertos aspectos de la vida social, estos cambios sólo eran de detalle
y en vistas a mantener este orden "natural".
En lo que sigue pues, caracterizaremos las notas fundamen-
tales del positivismo como producto de las sucesivas interpreta-
ciones y aportes al pensamiento de cuño comteano, para, final-
mente, abrevar en los análisis del denominado Círculo de Viena,
posición ésta que ha contribuido decisivamente en la conforma-
ción de un "paradigma fecundo" a la par que dominante en el
campo de ios estudios epistemológicos, y que ha dado en llamar-
se positivismo lógico, empirismo lógico o ncopositivismo.

1. b. Características generales del Positivismo


En la actividad cognoscitiva de los seres humanos es posible
distinguir diversas cuestiones agrupabies básicamente en dos ti-
pos dé problemas: los relacionados con el conocimiento como
"proceso" y los vinculados al conocimiento como "producto".
La primera clase de problemas ronda acerca de los modos y
mecanismos a través de los cuales los humanos obtenemos lo que
llamamos conocimiento, tanto en los aspectos psicológicos como
históricos; la segunda clase de problemas, que parte de considerar
el conocimiento como producto ya obtenido, agrupa cuestiones
atinentes a la posibilidad de afirmar la verdad de nuestros juicios,
y también, acerca de distinguir qué es posible conocer y qué no.
El positivismo, como corriente epistemológica, se ocupa, fun-'
ciamentalmente, del análisis del segundo tipo de problemas de
acuerdo a distintas perspectivas que, si bien pueden distinguirse
•en su análisis, no resultan exciuyentes sino más bien un conjunto
de elementos que convergen en "una visión científica del mun-
do". Un primer elemento presenta una relación estrecha con una
posición gnoseológica que tiene su raíz en el empirismo. El se-

44
Notas introductorias a la filosofía de la ciencia

gímelo aparece como un criterio de demarcación entre ias propo-


siciones que pueden considerarse científicas y las que no. El últi-
mo se refiere más específicamente a la concepción epistemológica
del positivimo, donde presentaremos, como hemos anticipado, la
postura neopositivista del Círculo de Viena. A continuación deta-
llaremos estos elementos:
a-Empirismo-Nominalismo: niega la distinción tradicional
entre "esencia" y "fenómeno". Según esta distinción que, con
diferentes denominaciones viene desde los primeros filósofos
griegos, aquello que se presenta a nuestra percepción sensible
(los fenómenos,) son diferentes modos de manifestación de una
realidad (la esencia) que no puede conocerse de un modo direc-
to. Para algunos filósofos como Platón, alcanzar lo que él llamó el
"mundo de las Ideas" requería un gran esfuerzo reflexivo, un
proceso dialéctico muy trabajoso que sólo los filósofos podrían
realizar. Para ímanue! Kant (1724-1804), en cambio, el acceso a
la "cosa en sí", es imposible y sólo se puede tener conocimiento
de los fenómenos, es decir, de su apariencia, en tanto son cons-
tituidos por el sujeto.
El positivismo sostiene que sólo podemos registrar aquello
que se manifiesta a nuestra experiencia sensible. Todas las discu-
siones acerca de esencias inalcanzables son, por un lado, cuestión
de fe, y por otro, puro palabrerío inconsistente; son categorías
metafísicas, carentes de "sentido".
Una consecuencia de este criterio es lo que L. Kolakowsky
llama "la regla del nominalismo". Esta regla surge de la necesidad
de dar cuenta de ciertas categorías abstractas que ios humanos ma-
nejamos habitualmente, como, por ejemplo, los objetos matemáti-
cos, En efecto, según esta regla del "nominalismo" los únicos que
tienen existencia en un sentido 'fuerte", es decir, con un compro-
miso ontológico," son, por ejemplo, los triángulos imperfectos que
vemos y tocamos (en rigor de verdad ¡os objetos triangulares), pero

1 1 . T r a d i c i o n a l m e n l e la Oncología es aquella disciplina filosófica q u e se o c u -


pa del análisis de la estructura última de la realidad.

45
l.a tradición anglosajona

no el triángulo matemático. Queda claro que es ésta una teoría del


conocimiento de tipo empirista: nuestros sentidos constituyen e!
único origen de los conocimientos, y nuestras abstracciones son
derivadas de aquéllos, pero sólo son legítimas como expediente
cognoscitivo, sin referente ontológico alguno. "En otras palabras,
desde el punto de vista de la crítica nominalista, todo saber abstrac-
to es un modo de ordenación concisa y clasificadora de los datos
experimentales; no posee ninguna función cognoscitiva autónoma,
en tanto que, como saber precisamente abstracto, nos daría acceso
12
a territorios de la realidad alejados de lo empírico."
b-Negación del valor cognoscitivo de munciados normativos
y vahralivos: otro elemento característico del positivismo es el de
negar todo valor cognoscitivo a los juicios de valor (éticos y estéticos)
y a los enunciados normativos, Esta regla es muy clara respecto de
los enunciados normativos ya que, sencillamente, enunciados que
expresan órdenes o prohibiciones no afirman ni niegan nada en el
sentido de ser verdaderos o falsos, por lo tanto no son ni una ni otra
cosa y, por eso, no tienen valor cognoscitivo.
Pero tos juicios de valor, presentan una problemática un tan-
to más compleja, que tendía, como veremos, consecuencias dife-
rentes: según la regla fenomenalista, los valores no son elementos
del mundo accesibles a nuestra experiencia, y por ello, tenemos
"derecho a enunciar nuestros juicios de valor sobre el mundo del
hombre, pero nada ni nadie nos autoriza a suponer que dependen
de razones científicas o, en general, de razones que no provengan
u
de nuestra elección arbitraria". Sin embargo, el desarrollo de la
epistemología posterior al Circulo cié Viena mostró, en diferentes
versiones, que la ciencia no sólo no funcionaba al margen de los
juicios de valor sino que está plagada de ellos, y que constituían
no un subproducto indeseado e indeseable de un inalcanzaclo ideal '
de neutralidad, sino verdaderas "condiciones de posibilidad" de la
emergencia misma del discurso científico.

12. I„ K o h k o w s k y , D / J . cii., p. 1 9 .
13. L. Kolakow.sky, o/>. cit., p. 2 1 .

46
Notas introductorias a la filosofía de la ciencia

c-Uniclad Metodológica: referido específicamente a la con-


cepción acerca de la ciencia, el positivismo mantiene la fe en la
unidad fundamental del método científico. Sí bien se pueden
establecer matices, se sostiene que los modos de acceso al
conocimiento son los mismos para todo tipo de saber (fun-
dados en la experiencia), y también son iguales los modos
a través de los cuales la experiencia disponible en algún
campo específico es elaborada por la reflexión teórica, Esto
tiene varias consecuencias:
1- se reduce la razón a la ciencia. De este modo el conoci-
miento científico aparece no sólo como el exponente más
elevado y acabado de la razón humana, sino que se constituye
en la única racionalidad posible;
2- el modelo de todo saber fue durante varios siglos la
física ya que, "entre todas las disciplinas empíricas, (es
la que) ha elaborado los más valiosos modos de descrip-
ción, y cuyas explicaciones se extienden a las propieda-
des y a los fenómenos más universales dentro de la naturale-
u
za". Este "estigma" de la física es tan fuerte que casi ningún
epistemólogo puede sustraerse a él y aunque no sean
positivistas, en la casi totalidad de la literatura epistemológica
de este siglo, la mayoría de los ejemplos de historia de la cien-
cia que utilizan en apoyo de sus tesis provienen de la física;
3- a partir de lo anterior se establece una jerarquía de las dife-
rentes disciplinas científicas. Las diferencias cualitativas entre
ellas obedecen a razones de desairolto histórico, es decir, aque-
llas ciencias que no hayan alcanzado el grado de desarrollo de
la física se encontrarían en un estadio inferior;
4- se ha postulado repetidas veces que todo saber es reductible
en última instancia a la física. Los intentos reduccionistas son
una tendencia bastante común en la historia de la ciencia, aun-
que en grados diversos y con dispares resultados. Como cuan-

14. Ibt'dem, p. 2 1 .

47
La tradición anglosajona

do se habla de recluccionismo no siempre se quiere decir lo


mismo, se hace necesario, entonces, hacer algunas aclaraciones.
En primer iug;ir, podemos hablar de un recluccionismo ontoló-
ls
gico que consistiría en afirmar la tesis según la cual una disci-
plina o teoría B puede ser reducida a una disciplina o teoría A
(que podemos denominar básica) porque, en el fondo, las
entidades de 11 son estructuras cuyos componentes, relacio-
nes, correlaciones y funcionamiento corresponden a A. Algo
de esto ocurrió en ía química: aún hoy se suele llamar química
orgánica a aquella que trata de las sustancias que parecen, casi
por definición, estar ligadas esencialmente a los fenómenos de
la vida. A principios del siglo pasado, muchos químicos tenían
la convicción de que no era posible la síntesis de las sustancias
orgánicas y que el comportamiento de éstas no era recluctible
enteramente a las leyes de la química inorgánica. En ía actuali-
dad, después de haber logrado, químicos y bioquímicos, la sín-
tesis ele compuestos orgánicos de muy alta complejidad, pare-
ce plausible ser reduccionista en este ámbito: todo lo que se
dice acerca de ta célula y su comportamiento es reducible a
conceptos físico-químicos y termodiná micos.

El recluccionismo ontológico es una posición muy fuerte y quien


la defienda tendía que probar que todos los fenómenos de un ám-
bito son explicables en otro más básico. De lo contrario deberá
mostrar estrictamente en cuáles aspectos se puede hacer la reduc-
ción y en cuáles no, con lo cual la posición se debilita y dificulta.
Otra forma de recluccionismo más restringida es la que po-
dríamos llamar semántica. Aquí ya no se habla de entidades
reductibles sino en los siguientes términos: el lenguaje de la disci-
plina B (que es la que se quiere reducir) puede ser traducido at
lenguaje de la disciplina básica A. Sostener esta posición implica,
además, suscribir una postura determinada en cuanto a la relación
entre el lenguaje y las entidades a que éste se refiere. Sostener un

15- Cf. G. KÜmovsky, Uis desventuras del conocimiento científico, Buenos


Aires, AZ Editora, 199=), p. 2 7 5 .

48
Ñolas introductorias a la filosofía de la ciencia

reducciónismo ontoíógico implica el reduccionismo semántico,


aunque no a la inversa.
Hemos mostrado un ejemplo en el cual parece plausible la
reducción. Sin embargo, ésta suele operar de modo indebido en
diferentes disciplinas. Esta tendencia está directamente emparen-
tada con la propuesta positivista de la unificación de las ciencias, o
sea la reducción paulatina a ámbitos de explicación cada vez más
unificados y abarca ti vos, situación que, lejos de significar una ex-
plicación más adecuada, se convierte en una simplificación que
deja de lado las especificidades que, además de enriquecer el
conocimiento, hacen del quehacer de los hombres algo cualita-
tivamente diferente del de la legalidad de la naturaleza. Un reduc-
cionismo generalizado apostaría a reducir la conducta humana a lo
biológico, lo biológico a los procesos químicos y éstos, en última
instancia, a la física.
En este sentido, en las ciencias biológicas entre los años '30 y
'50 del presente siglo se ha operado la unión de la teoría darwiniana
de la evolución, la genética de poblaciones y la genética de origen
mendeliano para constituir la "teoría sintética de la evolución".
Esto, más que una reducción, constituyó la unión de
diversas teorías ligadas al campo biológico. Pero, en este
mismo ámbito, en los años '70, los autodenominados
sociobiólogos propusieron la incorporación de las ciencias
sociales a este complejo ya constituido: la llamada "nueva
síntesis". FySta última incorporación puede considerarse
v e r d a d e r a m e n t e c o m o un c a s o de r e d u c c i o n i s m o
ontoíógico p o c o justificado, ya que propone que las
conductas sociales están determinadas, en un sentido no
trivial, genéticamente.
Más allá de estos planteos acerca de disciplinas particulares,
los epistemólogos no se ponen de acuerdo acerca de la tendencia
histórica general del conocimiento en este punto. Karl Popper
(1902-1994), por ejemplo, sostiene que el conocimiento tiende a
unificarse con el correr de los tiempos, mientras que Thomas Kuhn
(1923-1996), por el contrario, opina que hay una tendencia a la
especialización creciente. La pertenencia de estos autores a tradí-

49
¡JA tradición anglosajona

dones diferentes -aunque no tanto- quizás explique tal disparidad.


Volveremos luego sobre ellos.

1. c. El Círculo de Viena (para la comprensión científica


del mundo)
Las características señaladas no agotan la complejidad de la
postura positivista, en tanto concepción abarcativa de lo real, aun-
que constituyen una suerte de substrato donde se apoyarán los
análisis provenientes de las reflexiones en torno a la ciencia efec-
tuadas por los integrantes del Círculo de Viena; estas reflexiones
inauguran la epistemología como disciplina, al poner el acento en
la caracterización tipológica de ese saber que llamamos científico.
Desde 1924, Moritz Schlick (1882-1936) quien estáte en Viena,
encargado de ía cátedra de "Filosofía de las ciencias inductivas",
organizó gaipas de debates donde intervinieron importantes matemá-
ticos, filósofos, sociólogos y físicos. Este grupo, que se reunía con el
propósito de establecer una "filosofía científica", publicó, en 1929,
el Manifiesto del Círculo de Viena, donde expíicitaron sus objeti-
vos principales, que eran, básicamente, la constitución de una cien-
cia unificada que abarcara todos los conocimientos, con el uso a
fondo del análisis lógico de los enunciados científicos.
La visión del neopositivismo vienes pretende desentenderse
de los problemas de la producción del saber. No se interesa por la
génesis del conocimiento científico, ya que éste será un problema
para la sociología, la historia o la psicología, pero no para determi-
nar la verdad o falsedad de una teoría científica. Se ocupa sola-
mente de las cuestiones de justificación o validez de las hipótesis,
a través de dos instancias: el control empírico de sus enunciados
16
de primer nivel, y ía validez lógica, o sea la corrección de la>

16. S e g ú n el positivimo la ciencia es sólo un sistema lingüístico, un c o n j u n t o


de p r o p o s i c i o n e s , de b á s i c a m e n t e d o s tipos distintos: ;i) -nivel I- las q u e se
refieren a un individuo o un c o n j u n t o muy p e q u e ñ o de ellos y a las p r o p i e -
d a d e s q u e se o b s e r v a n en él -también se los suele llamar e n u n c i a d o s o b s e r -
v a c i o n a l e s - y b) -nivei !I- las q u e hablan de una p o b l a c i ó n global ( e n u n c i a -

50
Notas introductorias a la filosofía de la ciencia

estructura deductiva que vincula las hipótesis fundamentales con


ios enunciados empíricos. El hecho de que únicamente éstas
sean las instancias decisorias de la verdad o falsedad de las teo-
rías científicas, permitiría garantizar lo que para el positivismo es
condición básica del conocimiento científico: la objetividad del
saber. La objetividad del saber se apoya según estos criterios,
sobre dos pilares, la autonomía y la neutralidad. La autonomía
posibilitaría su comprensión y análisis pleno desde sí mismo, es
decir desde el interior del propio discurso científico. Esta auto-
nomía le confiere (y a su vez se apoya en) la segunda caracterís-
tica: la neutralidad, según la cual es posible concebir la ciencia
como un intento de buscar la verdad de un modo independiente
de los intereses humanos.
Tal tesis se relaciona con la famosa -y por demás perjudicial
para una comprensión holística del fenómeno científico- división
de ámbitos de incumbencia del quehacer científico en diferentes
contextos. Así todos los factores y elementos relacionados con la
ciencia se podrían ubicar, según esta categorización, en alguno de
estos tres contextos.

1- Contexto de descubrimiento: constituyen este contexto to-


dos los aspectos relacionados con la concepción de una teoría,
ya sea el acto individual de un científico o grupo de ellos, es
decir, aquellas condiciones y circunstancias subjetivas que de-
terminan la emergencia de una teoría, como las circunstancias
histórico-sociales interactuantes en el momento del descubri-
miento. De acuerdo al criterio del positivismo, de estos aspec-
tos se ocuparía la psicología, la historia o la sociología.
2- Contexto de justificación: constituido por la teoría en sí mis-
ma, por el producto científico, es decir, el producto terminado.

d o s u n i v e r s a l e s o g e n e r a l e s ) . U n a de las c r í t i c a s ai m é t o d o inductivista
advierte s o b r e la existencia en la ciencia de e n u n c i a d o s q u e contienen
términos "teóricos", e s d e c i r t é r m i n o s q u e designan e n t i d a d e s n o o b s e r v a -
bles; a estos e n u n c i a d o s se los c o n s i d e r a c o m o de nivel lií.

51
La tradición anglosajona

Éste debe tener una organización lógica, esto es, que el


pasaje de unos enunciados a otros -derivados- debe hacerse
de forma tal que, por ejemplo, no se contradigan, no constitu-
yan círculos viciosos, etc.; las experiencias y observaciones
deben estar bien pensadas o diseñadas y debidamente do-
cumentadas, ya sea porque constituyen un aval para la ar-
gumentación como por el importante hecho de que tales
comprobaciones deben ser públicas, es decir, "intersubjeti-
vas": deben poder ser revisadas o repetidas por cualquier
persona idónea en el tema. Constituye, pues, el momento
exclusivamente metodológico. Esta sería la instancia de la
cual debe ocuparse la epistemología según el positivismo.
Algunos autores agregan un tercer contexto que denominan
contexto de aplicación: la ciencia tiene consecuencias eminen-
temente prácticas, ya sea porque la investigación "pura" es apli-
cable en productos tecnológicos de manera más o menos directa,
como por la relación inversa, es decir que el desarrollo tecnológi-
co demanda investigación pura. El impacto que estos productos
tienen en la vida humana y sus implicancias éticas también for-
man parte de este contexto.
Tenemos, entonces, el contexto que refiere a cómo y por
qué se generan ¡as teorías científicas, el momento que se relacio-
na con cómo saber si son verdaderos o falsos los conocimientos
científicos -el momento metodológico-, y, finalmente, el proble-
ma de cómo y para qué se utilizan dichos conocimientos.
Tal concepción del saber científico -en tanto garantía de neu-
tralidad axioiógica y objetividad fundamentadas en el artificio ana-
lítico que implica la distinción de contextos y el consecuente én-
fasis puesto en los procesos metodológicos que supone la justifi-
cación de teorías- comporta varias consecuencias:
En primer lugar se deshistoriza ía ciencia, vale decir que en
principio no se tiene en cuenta su génesis, el proceso de su pro-
ducción, y lo que es más importante, se desentiende del proceso
histórico concreto que le dio origen. Esta descontextuaÜzación, es
decir la desvinculación deí saber científico de sus condiciones his-
tóricas reales de producción constituye una maniobra ideo-

52
Notas introductorias a la filosofía de ia ciencia

17
lógica neoposiíivista. En efecto, al desconocer el compromiso
(en un sentido fuerte) con el proyecto histórico en cuyo seno
surgieron tanto la ciencia moderna como la sociedad industrial, se
intenta asegurar la autonomía y la neutralidad, pasando a ser su
único compromiso aquél que tiene con el análisis objetivo de las
teorías científicas para saber sólo sobre su verdad o falsedad. Esta
vocación ineludible de estar aí servicio de la objetividad, por otro
lado, erige a esta concepción como modelo de ía racionalidad o
simplemente como "la" racionalidad.
Podríamos decir así, que si hay un rasgo distintivo del
neopositivismo es su carácter ampliamente reduccionista: reduce
unas ciencias a otras; reduce el conocimiento humano relevante a
aquél que tiene su origen en lo empírico; pretende reducir la

17. Se p u e d e c o n c e b i r a la "ideología", simplificando un tanto las c o s a s , en


d o s s e n t i d o s : c o m o u n c o n j u n t o d e ideas, e s d e c i r c o m o u n c o n j u t o d e
c o n v i c c i o n e s y v a l o r a c i o n e s a través de ¡as c u a l e s u n a c o m u n i d a d social se
da una r e p r e s e n t a c i ó n de sí m i s m a . En un s e n t i d o m á s r e s t r i n g i d o se la
c o n s i d e r a c o m o m e c a n i s m o d e justificación d e d e t e r m i n a d o s intereses, d e
un g r u p o a p e l a n d o a una s u p u e s t a "naturaleza" h u m a n a . El c o n c e p t o de
ideología m e r e c e una a c l a r a c i ó n : Destutt d e T r a c y ( 1 7 5 4 - 1 8 3 6 ) p u b l i c ó u n
tratado l l a m a d o Elementen d' ideología d o n d e p r e s e n t a b a una n u e v a c i e n c i a ,
ía "ciencia de las ideas", q u e iba a ser una ciencia positiva q u e "no aludiría
a nada d u d o s o o d e s c o n o c i d o " y q u e inscribiría en la perspectiva m e t o d o l ó g i c a
de c o r t e empirisia y científico naturlista. Para ios ideolognes - c o m o se llamó
ai g r u p o de Destutt de T r a c y - el t é r m i n o "ideología" tenía un sentido postivo
ya q u e , en i;í m i s m a línea de la filosofía de la Ilustración, r e c h a z a b a las
s u p e r s t i c i o n e s e c l e s i á s t i c a s del A n t i g u o R é g i m e n . P e r o c u a n d o N a p o l e ó n
polemizó con los ideolognes a c u s á n d o l o s de filósofos sin sentido práctico,
fuera del m u n d o y ajenos a la realidad, la ideología c o m e n z ó a ser c o n s i d e -
rada c o m o a l g o negativo. Con esta n u e v a a c e p c i ó n ingresó e n e l v o c a b u l a -
rio c o r r i e n t e de la primera mitad del siglo X I X . Es así c o m o tanto el positi-
vismo c o m o el m a r x i s m o t o m a n la ideología c o m o "algo patológico", c o m o
un discurso d e f e c t u o s o , doctrinario, d o g m á t i c o , falso e irracional, q u e c o n -
d u c e a d e f o r m a c i o n e s c o g n o s c i t i v a s . Por ello, u n o y o t r o intentan c o l o c a r s e
p o r e n c i m a y a p a r t e de la ideología, c o m o t a m b i é n intentaron s e p a r a r s e de
la religión y la metafísica tradicionales.

Para un t r a t a m i e n t o m á s e x h a u s t i v o del t e m a se p u e d e consultar:


» E. Marí, Neoposiiiiñsmo e ideología, B u e n o s Aires, líudeba, 1 9 7 4 , parte II.
••• R. Gouldner, La dialéctica de la ideología y de la tecnología, Madrid, Alianza,
1988.

53
La tradición anglosajona

diversidad metodológica a ía unidad, y por último realiza una es-


tratégica e ideológica doble reducción: reduce la racionalidad a la
ciencia, y ésta a sus aspectos puramente metodológicos (el con-
trol lógico y empírico de las teorías científicas).
Si nos atenemos a esta caracterización general de la postura
del empirismo lógico podremos comprender una de sus tesis fun-
damentales: el "criterio verificacionista del significado", según el
cual las únicas proposiciones que pueden formar parte del corpus
de la ciencia son aquéllas que se pueden verificar empíricamente.
Esta verificación es la que le otorga a las proposiciones sentido o
significado; las otras, lisa y llanamente, carecen de él. Obviamente
con este criterio estrecho las afirmaciones de la metafísica en par-
ticular y de ia filosofía en general carecen de sentido para esta
concepción científica del mundo.
En dicho marco, la filosofía, como disciplina, queda reducida
al análisis lógico del lenguaje, a un mero instrumento al servicio
de la purificación de las ciencias de los defectos del lenguaje natural
Por otra paite, para el neopositivismo ia ciencia tiene un desa-
rrollo gradual y acumulativo, vale decir que se construye acumulando
conocimientos sobre los ya obtenidos, previo descarte de las teorías
o las partes de ellas que hubieren demostrado ser manifiestamente
falsas. Así, la historia de la ciencia será la historia de los pequeños
aportes que en el pasado se fueron haciendo teniendo en cuenta el
estado actual de la disciplina. La relevancia de los trabajos científicos
del pasado es considerada en función del mayor o menor aporte
respecto de la ciencia del presente sin respetar la especificidad histó-
rica y sin tener en cuenta las peculiaridades contextúales.

1. d. Radolf Carnap
Tal vez la figura más representativa y destacada del Círculo
de Viena sea Kudolf Carnap (1891-1970). Profesor en las Univer-
sidades de Viena y Praga, momentos decisivos en su derrotero
intelectual, emigra (como gran parte de los integrantes del Círcu-
lo) a EE.UU., en virtud de ía intolerable atmósfera política creada
por el nazismo en la Europa Central, según palabras del propio

54
Noras introductorias a filosofía de ia ciencia

Carnap. Allí desempeña una profusa labor como docente e inves-


tigador en distintas universidades norteamericanas y centros de
formación académica.
Heredero de la epistemología de cuño empirista alemana y
austríaca de fines del siglo pasado y principios del presente, Carnap
pretende continuar con la tradición apoyándose, como antece-
dente más cercano, en los análisis de Ernest Mach (1838-1916),
físico y epistemólogo alemán, quien intentó basar todo conoci-
miento, y en especial el científico, en la experiencia más inmedia-
ta, concebida como un "haz de sensaciones". En tal sentido, basta
atenerse a las regularidades con que se manifiestan dichas sensa-
ciones para reconstruir tanto el mundo físico como psíqui-
co. Así, esas "vivencias elementales" constituyen el núcleo
firme y contundente a partir del cual puedo conocer obje-
tivamente y, en principio, la estructura de toda la realidad.
Este programa ferióme na lista fue adoptado por Carnap en
su obra La construcción lógica del mundo (1928), aunque, a dife-
rencia de Mach, poseía un amplio repertorio de instrumen-
tos lógicos y matemáticos (por influencia de Frege, Russell,
Whitehead y Wittgenstein) para efectuar tal "reconstrucción". Así
expresa en su Autobiografía intelectual:"(...) Me parecía que era
el primero en tomar en serio la doctrina de estos filósofos. No me
contenté con las afirmaciones generales que solían hacer, como
'Un cuerpo material es un complejo de sensaciones visuales, tác-
tiles y de otro tipo', sino que traté de construir estos complejos
realmente, a fin de mostrar su estructura".
La posibilidad de reconstruir la totalidad de lo real a partir de
las "vivencias elementales" implicaban la existencia de proposicio-
nes "primeras" que describieran sin ornamento alguno esas percep-
ciones. Ahora bien, debido al carácter puramente intimista de tales
experiencias no podía atribuírsele objetividad alguna-. De allí que
Carnap, bajo la influencia de Otto Neuraht (1882-1945) -otro cons-
picuo integrante del Círculo de Viena-, modificó su postura inicial,
adoptando una base conceptual fisicaíista como fundamento de su
epistemología; ai considerar que el sentido de las proposiciones
depende de la posibilidad de reducirlas a contenidos que versan
sobre las propiedades y eí comportamiento de los cuerpos físicos.

55
ÍM tradición anglosajona

Esto permitía la superación clel carácter introspectivo e inefa-


ble que presentaban dichas vivencias, ai hacer referencia a la ob-
jetividad de entidades físicas, cuyos conceptos, al exceder el mar-
co puramente individual, posibilitan utilizar el lenguaje como un
instrumento de comunicación y por tanto como una instancia
intersubjetiva.
Se presenta dentro de este marco de fundamentación empírica
del conocimiento una dificultad, clásica en este contexto, ya
que en la ciencia desempeña un papel central la matemática y
no se vislumbra ía forma de fundamentar sus conceptos y
leyes en base a un programa fisicalista. De allí que Carnap
convoque en su defensa, por un lado, a la poderosa estructu-
ra lógica desarrollada por Kussell y Whitehead en Principia
malhematica, al intentar demostrar que las matemáticas en su con-
junto pueden reducirse a conceptos y leyes lógicas; y por otro lado,
a las ideas de Wittgenstein, sobre el carácter tautológico de los enun-
ciados de la lógica, verdaderos en función de su significado, aunque
nada informen sobre el mundo.
De este modo, Carnap plantea cierto "dualismo epistemológico"
al aceptar los enunciados analíticos de la lógica (y por ello de la
matemática) frente a los enunciados sintéticos sobre el mundo,
cuya verdad se fundamente en la experiencia, y veda toda
posibilidad de existencia a los enunciados sintéticos apriori tales
como eran entendidos por Kant para gran parte de las ciencias;
"(...) si se acepta el empirismo, no hay conocimiento que sea a
priori y sintético simultáneamente".'" Así, afumará Carnap, la verdad
o falsedad de los enunciados sintéticos dependerá de la experiencia
y con ello su posible significatividad. En Los pseudoproblemas de
lafilosofía (1928) presenta el principio de verificabilidad, criterio
epistemológico que atribuye significado y consecuentemente valor^
cognoscitivo a todo enunciado que refiera a una experiencia que
lo haga verdadero, de manera tal que el sentido de una proposición
consiste en el método de su verificación.

18. R. Carnap, la fundamentación lógica de la física, Madrid, Hyspamérica-


Hdiciones O r b i s , 1985, p. 15a

56
N o t a s introductorias a la filosofía de la ciencia

El rigor de tal criterio pronto reveló su insuficiencia: gran


parte de los enunciados científicos no pueden ser confirmados a
la luz de la experiencia relevante, y por tanto, carecerían
de sentido. Es el mismo Carnap quien propone matizar el
extremismo de aquel criterio sosteniendo la posibilidad de
evaluar y verificar en alguna medida los enunciados cientí-
ficos, no a partir de "operaciones de verificación realmente
ejecutables, sino de una capacidad 'técnica' de ser verifica-
1
da [...] una capacidad de principio". '-' De allí que sustituye el prin-
cipio mencionado por el que llama de confirmabilidad, concepto
cuantitativo que implica cierto grado de probabilidad; "dadas cier-
tas observaciones e y una hipótesis h (por ejemplo en forma de
una predicción o de un conjunto de leyes), creo que en muchos
casos es posible determinar, por procedimientos mecánicos, Ía
probabilidad lógica o cierto grado de confirmación de h sobre la
20
base dee".
Como hemos señalado, los propósitos de Carnap se orientan
hacia la posibilidad de fundamentar sólidamente los conceptos y
las leyes.científicas. Ello exigirá la utilización de un lengua-
je riguroso y criterios adecuados que permitan terminar
con las confusiones lingüísticas y ornamentos puramente
verbales que constituyen gran parte de ios problemas de la
filosofía tradicional.
En este sentido, los análisis de Carnap intentan una depura-
ción del lenguaje a fin de precisar sus virtudes sintácticas y se-
mánticas, que conducirían a ía "eliminación de la metafísica". Para-
dójicamente, el instrumento utilizado será una filosofía ocupada
por reflexionar en torno de ía "estructura lógica" del lenguaje, en
particular el científico, convirtiéndose sus enunciados
metaíingüísticos en afirmaciones analíticas sobre ese lenguaje;"(...)
pero entonces, ¿qué le queda a la filosofía si todas las proposicio-
nes que afirman algo son de naturaleza empírica y pertenecen

19. L. K o l a k o w s k y , op. cíi., p. 2 2 0 .


2 0 . R. Carnap, ifl fundamenxación lógica de la física, Madrid, Hyspamérica-
Ediciones Orbis, 1 9 8 5 , p. 3 6 .

57
La tradición anglosajona

por tanto a la ciencia fáctica? Lo que queda [es] exclusivamente un


método, esto es, el del análisis lógico. Con antelación se mostró el
uso negativo de este método-, sirve para la eliminación de pala-
bras asignif¡cativas y de pseudoproposiciones carentes de senti-
do. Mediante su uso positivo sirve para el esclarecimiento de los
2!
conceptos significativos y de las auténticas proposiciones (...)".

Vistas las características fundamentales del neoposittvismo del


Círculo de Viena, incluida la particular perspectiva de R. Carnap,
analizaremos a continuación ia postulación del Método Inductivista
como "el" Método de las Ciencias Fácticas.

22
2. El m é t o d o i n d u c t i v o

2, a. El inductivismo

Convendría antes de adentrarnos en el método propia-


mente dicho repasar algunas nociones básicas de lógica
inductiva.
El modo de inferencia inductiva tiene como particularidad que
parte de enunciados singulares y llega a una conclusión con un
nivel de generalidad mayor. Según la definición de Aristóteles es un
razonamiento que permite pasar de lo particular a lo general.

23. E x t r a í d o de Historia del pensamiento, Voi. EV, Madrid, H y s p a m é r i c a , '


1983.
2 2 . Para u n t r a t a m i e n t o m á s e x h a u s t i v o t a n t o del m é t o d o inductivista e n
general c o m o de la probabilidad en particular, a u n q u e c o n un criterio
d i f e r e n t e útil e x p u e s t o a q u í s e p u e d e c o n s u l t a r :

- R. Carnap, la fundameniación lógica de la física, fundamentalmente ía


p r i m e r a y la s e x t a parte.
- A . 11. Rusell, El conocimiento humano, B u e n o s Aires, H y s p a m é r i c a - E d i c i o -
nes Orbis, 1 9 8 5 , f u n d a m e n t a l m e n t e la parte V.

58
Notas introductorias a ia filosofía de la ciencia

Ejemplo:
A Eduardo le gusta la epistemología
A Héctor le gusta la epistemología
A Ricardo le gusta la epistemología
A María le gusta la epistemología
Eduardo, Héctor, Ricardo y María son docentes
A todos los docentes les gusta la epistemología
Como se ve pasamos de sólo cuatro casos a un universo mu-
cho más amplio/en este caso el cíe todos los docentes. Por lo que:

a- la conclusión no se deriva de las premisas porque no es el


caso -como hemos visto- de ¡os razonamientos de tipo deduc-
tivo donde la conclusión s i s e sigue necesariamente de las
premisas;
b- se efectúa lo que algunos autores llaman el "salto inductivo",
o sea el ".salto lógico" (no permitido) que va, en nuestro ejem-
plo, de los cuatro casos de docentes que aparecen en las premisas
a "todos" los docentes. Nótese que si se pudieran observar to-
dos los casos en un universo de estudio determinado este proble-
ma no se presentaría pero, en este caso, no se hablaría propia-
mente de tina inducción sino de una "inducción completa" que
en los liedlos funciona como una deducción;
c- este "salto inductivo" no es legítimo desde el punto de vista
lógico yá que puede suceder, como seguramente debe ser el
caso de nuestro ejemplo, que pasemos de premisas verdade-
ras a conclusión falsa, cosa no permitida en el ámbito de la
lógica ya que un razonamiento correcto no puede nunca pa-
sar de premisas verdaderas a conclusión falsa. Es por ello que
este tipo de razonamientos es inválido, o sea no garantiza la
conseivación de la verdad en el pasaje de premisas a conclu-
sión, como sí lo hace cualquier razonamiento válido tal como
lo hemos desarrollado (cf. p. 28.)

No se debe confundir razonamiento inductivo con método


inciuctivista, ya que ei primero es una estructura lógica (formal

59
1.a tradición anglosajona

aunque inválida) y el segundo es una metodología científica. Este


método funcionaría, en principio aunque no solamente con una
estaictura inferencial de tipo inductiva en sus distintas instancias:

"Si intentamos imaginar cómo utilizaría el método científi-


co (...) una mente de poder y alcance sobrehumanos, pero
normal en lo que se refiere a los procesos lógicos de su
pensamiento, el proceso sería el siguiente: en primer lugar,
se observarían y registrarían todos los hechos, sin seleccio-
narlos rú hacer conjeturas a priori acerca de su relevancia.
En segundo lugar, se analizarían, compararían y clasificarían
esos hechos observados y registrados, sin más hipótesis ni
Postulados que los que necesariamente supone la lógica
del pensamiento. En tercer lugar, a partir de este análisis de
los hechos se harían generalizaciones inductivas referentes
a las relaciones, clasifica tocias o causales, entre ellos. En
cuarto lugar, las investigaciones subsiguientes serían
deductivas tanto como inductivas, haciéndose inferencias a
2 1
partir de generalizaciones previamente establecidas." '

Según esta descripción podríamos esquematizar del siguien-


1
te modo' el funcionamiento del método inductivista:

2) Leyes y teorías

/ \
x
a. inducción / - b. deducción
/ \

/ \
1) Hechos a d q u i r i d o s 3>Predicciones y
a través de !a observación explicaciones

2 3 . A. B. Wolfe, "Funetional e c o n o m i c s " , c i t a d o en C. H e m p e l , Filosofía


de la ciencia natural, M a d r i d , Alianza, 1973, p. 27.
2 4 . E x t r a í d o de A. C h a l m e r s , ¿Qué es esa cos¿i llamada ciencia.', Siglo X X I ,
1988.

60
Notas introductorias a la filosofía de la c i e n c i a

La investigación comienza en (1) con la acumulación ele


observaciones "sin hipótesis previas". Luego de la acumulación
de datos a partir de ciertas "regularidades" utilizando una estruc-
tura inferencial inductiva (a) podemos formular leyes que den
cuenta de las regularidades observadas. A partir de ía obtención
de la/s ley/es, se pueden realizar predicciones de futuros suce-
sos descontando lo que podríamos llamar el "principio de regulari-
dad de ía naturaleza"." Las predicciones se obtienen por infe-
rencias deductivas. Por eso no hay problemas lógicos en ellas. La
invalidez se nos presenta únicamente en el camino de "ascenso"
de ( l ) a ( 2 ) .

2. b. El origen del método

Este método, así formulado, ejerce cierta fascinación sobre el


sentido común ya que el atenerse a la mera observación -observa-
ción de los "hechos puros" tal cual son- parece ser el inicio seguro
del camino. Sólo !o que tenemos delante de ios ojos y de nuestros
otros sentidos. La objetividad estaría garantizada por la evidencia
empírica del comienzo. Se eliminarían así errores propios de las
fantasías del observador, de sus prejuicios, de sus ideas precon-
cebidas, de la tradición, etc.
Esta posibilidad también sedujo a Erancis Bacon, quien pro-
puso un nuevo método para ía ciencia, en plena época de la
conformación de la ciencia moderna y del correlativo derrumbe
de la tradición aristotélico-tomista como fuente del conocimiento.
Ya no sería más ia Biblia ni la tradición la fuente del conocimiento
de la naturaleza. Estamos en ía llamada Revolución Científica, aque-
lla revolución en todos los campos del saber (que acompañó a los
grandes cambios sociales y políticos) que tiene sus puntos más
conspicuos y reconocidos en ia física y la astronomía merced a los

2 5 . N ó t e s e q u e si no "suponemos" e s t e principio q u e d i c e q u e la naturaleza


va a c o m p o r t a r s e en e! futuro del m i s m o m o d o q u e hasta a h o r a , ninguna
predicción ni ley sería posible. N ó t e s e t a m b i é n q u e e s t e principio no p r o c e -
de de ninguna o b s e i v a c i ó n s i n o q u e es "metafísico".

61
i.a tradición anglosajona

trabajos de Nicolás Copérnico (1473-1543), Galileo Galilei (1564-


1642), Johannes Kepler (1571-1630), y más adelante, Isaac
Newton (1642-1727), y que desalojó al hombre del centro del
universo y lo condenó a girar eternamente en una "insignificante
roca" casi esférica. En esos momentos de grandes cambias e inseguri-
dades obtiene su partida de nacimiento la filosofía moderna. Algu-
nos autores afirman que con Rene Descartes (1596-1650); otros
agregan a Thomas Hobbes (1588-1679). Lo cierto es que, como
no podía ser de otra juanera, la filosofía moderna encuentra su
preocupación principal en Lina revisión de las fuentes mismas de
nuestro conocimiento, habida cuenta de que habían conducido a
la humanidad a permanecer "engañada" durante casi dos mil años
acerca de cosas tan fundamentales como la ubicación del planeta
en el universo. Consecuentemente, para evitar nuevos y graves
errores, ia preocupación por "el método", es decir el camino que
debe seguir ia indagación de la naturaleza, adquiere gran relevan-
2íi
cia. La revisión de las fuentes de nuestro conocimiento generó,
desde ia filosofía, dos grandes líneas de respuestas: la racionalista
inaugurada por Descartes y la empirista iniciada por F. Bacon y T.
Hobbes. Pistas dos grandes líneas de pensamiento caracterizarán
todo el pensamiento moderno. Aunque no la desarrollaremos aquí,
cabe aclarar que la línea racionalista paite de la crítica a la confian-
za en nuestros sentidos como instrumento y vía para llegar al
conocimiento: la razón es la fuente de todo conocimiento confiable.
La línea que desembocará en lo que se llamó positivismo y
neopositivismo se apoyará en la vertiente empirista que, comen-
zada con Bacon/Hobbes, tiene sus personajes más ilustres en John
Locke (1632-1704) y David Hume (1711-1776).

En esta época de derrumbe y reconstrucción cié saberes,


Bacon intenta arremeter contra las "fuentes del error" que él lia-

26. P o r 'usos a ñ o s ha a p a r e c i d o una gran c a n t i d a d de o b r a s d e d i c a d a s a la


e x p o s i c i ó n de los m é t o d o s s e g ú n los c u a l e s debía c o n d u c i r s e la r a c i o n a l i d a d
h u m a n a , c o m o p o r e j e m p l o las escritas p o r Descartes ( 1 5 9 6 - 1 6 5 0 ) el Discur-
so del Método, p o r R l i a t ó n ( 1 5 6 1 - 1 6 2 1 ) el \'omtn Organon, c o m o así t a m -
bién o b r a s de ¡i. Spinoza; G. Galilei y C o m e n i o .

62
Notas introductorias a la filosofía de la ciencia

niaba idola o falsa imagen; los idola tribus propios de la especie


humana como tal, cuya mente imperfecta deforma las imágenes
de las cosas, y tiene la tendencia a poner uniformidades y orden
en las cosas donde en verdad no lo hay; los idola specus, defor-
maciones o errores propios de la naturaleza psíquica de los indivi-
duos, de su experiencia particular; los idolafori, o sea del merca-
do, símbolo de las relaciones sociales (no se trata aquí del merca-
do abstracto tal como lo entiende la tradición liberal, sino de aquel
lugar donde la gente se reúne). Se refieren al carácter convencio-
nal de las palabras, la creencia en la existencia de cosas ficticias
designadas por el lenguaje; y por último los idola theatri, las su-
gestiones ejercidas sobre las mentes por los sistemas filosóficos
que se suceden en el escenario de la historia como fábulas teatra-
27
les, representaciones más o menos ficticias de la realidad.
A partir cié la eliminación de estos idolael método propuesto
indica una exhaustiva recolección de datos y su ordenación en
tres tablas (de "presencia", de "ausencia" y de "grado"): la causa
del fenómeno en estudio será una naturaleza o propiedad siem-
pre presente en la primera tabla, siempre ausente en la
segunda, y con variaciones correlativas en la tercera.

2. c. Los problemas del método

Sin embargo este método, que sedujo durante tanto tiempo


a científicos y filósofos y que es recibido con beneplácito por el
sentido común, presenta una serie de problemas, algunos graves
e insolublcs:

27. Resulta i m p o r a n t e tener en c u e n t a la crisis p r o d u c i d a en el-sigJo XVII en


t o d o s los ámbitos, d e s d e el del c o n o c i m i e n t o hasta en lo político y social,
de! cual la '"revolución científica" resulta su cara m á s ostensible. En este sen-
tido resulta de un pertinencia histórica indudable la p r e o c u p a c i ó n de B a c o n .
Otro gran filósofo (R. D e s c a r t e s ) , p o r esa misma é p o c a , intentó d a r respuesta
a tos p r o b l e m a s f u n d a m e n t a l e s del origen ele t o d o c o n o c i m i e n t o , sometien-
do a crítica las fuentes mismas de t o d o s.iher. Si bien su respuesta racionalista
fue r a d i c a l m e n t e diferente de la de í i a c o n y o t r o s empiristas, a m b a s líneas de
p e n s a m i e n t o internan dar c u e n t o del m i s m o tipo de p r o b l e m á t i c a .

63
l.a tradición anglosajona

1- No se puede fundamentar lógicamente el pasaje de las


observaciones (casos particulares, individuales) a las afirmacio-
nes generales o universales (leyes científicas e hipótesis
fundamentales). Vale decir que se puede dar el caso de pasar
de enunciados observacionales verdaderos (singulares) a un
enunciado general (o universal) falso (recordar que se trata de
inferencias basadas en razonamientos inválidos). O sea, en
nuestro esquema, no estaría garantizada la verdad de las leyes
a partir de la verdad de ios enunciados observacionales. Siem-
pre cabe la posibilidad de que haya un caso no contemplado
que contradiga la afirmación general.

2- No se puede fundamentar el uso del método basándose en


la eficacia demostrada por el mismo en el pasado, ya sea por
lo expresado en (1) como por el hecho de que se estaría
razonando inductivamente (que es lo que se está cuestionan-
do) para mostrar la validez de la inducción. Por lo tanto tampo-
co se lo puede fundamentar empíricamente. Argumentar que
este método fue exitosamente utilizado en el pasado en un
número grande e importante de casos, además de no ser posi-
ble por razones que tienen que ver con la historia misma del
conocimiento, resulta ser un razonamiento de tipo circular.
3- El refugio en la probabilidad: habida cuenta de lo expresa-
do en (1) y en (2), los ínductivistas argumentan que, después
de todo, si no se puede tener la certeza absoluta acerca de los
conocimientos, un alto grado de probabilidad funcionaría ade-
cuadamente, puesto que parecería ser que toda nuestra vida
se desenvuelve en medio de inducciones y probabilidades.
Pero los desarrollos científicos para avalar esta afirmación no
eran los de la vida cotidiana sino los de la probabilidad
matemática.

Respecto de la probabilidad, se emplea este término de va-


rias maneras: se dice por ejemplo que tenemos una posibilidad en
cuarenta, o sea 1/40, de que salga en la baraja española una carta
que elijamos (pongamos por caso el 7 de espadas); o decimos
que la "probabilidad de que su matrimonio dure más de 10 años

64
Notas introductorias a la filosofía de la ciencia

es cié 0,995" (no .se ilusione ni decepcione en función de su ex-


periencia personal, ya que estas estadísticas son inventadas para
ejemplificar y lo más seguro es que la probabilidad de que esto
suceda sea muellísimo menor); también podemos escuchar que
alguien afirma que es mucho más probable que la Tierra gire alre-
dedor del sol y no a la inversa. Estas tres afirmaciones que habían
de "probabilidad" son de tres tipos diferentes.
Si observamos más de cerca estos casos podemos ver que:
a- en primer lugar se concibe la probabilidad como una ficción,
es decir, que no es una cualidad que está "en" los objetos, sino
que son construcciones de nuestra mente;
b- matemáticamente hablando, podemos decir que ía probabi-
lidad es un número mayor que cero y menor que uno, que se
obtiene de dividir ei número de casos positivos por el número
de casos posibles. Un caso positivo (el 7 de espadas) sobre 40
posibles. Obviamente el cálculo de probabilidades tiene senti-
do antes de que realicemos la pmeba, 1/40 (o sea 0,025); una
vez hecho el intento ya tendremos la certeza acerca de si salió
o no ía carta deseada.

Nuestro segundo ejemplo funciona de un modo algo dife-


rente. Para hallar nuestro número se debería conseguir una lista de
todos los matrimonios realizados, por ejemplo, en el corriente año
de 1996 (supongamos que sean 1000) y esperar diez años para
constatar cuántos permanecen casados (supongamos que son 995).
EÍ cociente obtenido de dividir 995 sobre 1000 me dará la con-
ducta probable de los argentinos respecto del matrimonio.
El caso de las cartas y este último se diferencian básicamente
en que, en el primero podemos establecer la "probabiliciací" a
priorí; en cambio en el segundo (también llamado de la "frecuencia
relativa") los juicios de probabilidad resultan de investigaciones
estadísticas, es decir "a posteñori". En el primer caso la probabilidad
no ha de variar con el tiempo, mientras que en el segundo caso
puede haber variaciones sincrónicas y diacrónicas, vale decir en
ios distintos momentos históricos y en las diferentes culturas o
sociedades. Por otro lado para que nuestra estadística tenga alguna
utilidad deberemos suponer que resulta ser una muestra que puede

65
fu tradición anglosajona

extenderse a una población en general, vale decir que existe cierta


regularidad de comportamiento en los grupos en cuestión.
Pero a pesar de las diferencias entre uno y otro, ambos son
similares en algo muy importante: son aplicados a conjuntos fini-
tos de elementos. Pero además son conjuntos con relativamente
pocos elementos.
Pero, ¿qué pasa cuando el número de elementos del
conjunto es inmensamente grande?; ¿podemos afirmar que
"todos los hombres son mortales" a pesar de que sólo po-
demos confirmar con certeza la muerte de "unos pocos"?
El número total de hombres (los que hubo, más los que hay,
más los que habrá) es, si no infinito, por lo menos muy grande. El
resultado de dividir los hombres que sé que han muerto (aunque
sean muchísimos) por los hombres que hubo, los que hay y los
que habrá, sería muy pequeño. Quiere decir que la probabilidad
de que la afirmación "todos los hombres son mortales" sea verda-
dera es casi insignificante. V, efectivamente, volvemos al punto
de partida, ya que un solo hombre entre todos los que vendrán
que tenga la osadía (y quizás también la desgracia) de no morirse
haría falsa la afirmación general.
Pero esto último nos conduce a algo más grave aún: qué
probabilidad hay de que una teoría científica sea verdade-
ra. Si dividimos nuestra teoría (1) por las explicaciones (teorías)
posibles (muchísimas), tendremos que la probabilidad de que
nuestra teoría científica sea verdadera será sumamente pequeña
y ningún número de confirmaciones de la teoría, por más alto que
sea, la hará más verdadera o la hará estar más "cerca" de la verdad.
Como vemos, el cálculo de probabilidades nos resultará
relativamente útil para ganar a las cartas o a ¡a ruleta, pero a la'
hora de tratar con teoríus científicas nos deja perplejos el hecho
de que nuestras teorías científicas, aun las más confiables, tienen
una probabilidad bajísima.
Esto no es motivo para rasgarse las vestiduras. Lo que
esto está indicando es que no podemos justificar las teorías
científicas en términos de probabilidad matemática.

66
Notas introductorias a la filosofía de la ciencia

Los intentos de salvar la inducción traen problemas más gra-


ves que los que intentan solucionar.
De cualquier modo sigue habiendo autores que sostie-
nen que el método científico es el inductívísta (no muchos
epistemóiogos, muchísimos científicos y docentes y casi todos los
alumnos): algunos dicen que, después de todo, la inducción nos
29
sirve para inventar (por ejemplo teorías), y para la vida cotidia-
na, dicen otros. Ya veremos si en realidad ía inducción es una
forma de crear nuevas teorías, una forma que si bien no nos da
seguridad nos permitiría ese margen de creatividad necesario para
inventar las conjeturas que luego deberían ser sometidas al con-
trol empírico, o si simplemente ios humanos no funcionamos
haciendo inducciones, sino que sólo tenemos la ilusión, o el hábi-
to como diría D, Hume, de estar haciéndolo.
De cualquier modo ha sido tan grande el poder de seduc-
ción de la metodología inductivista y tanto eí prestigio adquirido
por su apego a ios "hechos" que científicos importantísimos,
revolucionarios y reconocidos como por ejemplo Isaac Newton y
Charles Darwin (1809-1882) se declararon explícitamente parti-
darios de este método y así describían sus modos de proceder:
Newton en una caita a Oidenbourg, de julio de 1672, explica
que el sabio para él, produce su teoría "no deduciéndola simple-
mente de una refutación de suposiciones contrarias, sino
derivándola de experiencias de donde ella se deduce positiva y
directamente"™ "Yo no hago hipótesis" dirá Newton.
Charles Darwin en una autobiografía™ destinada a la educa-
ción ética de sus hijos pero no a la publicación dirá: "trabajé sólo
sobre sólidos principios baconianos, y sin plantearme teoría algu-
na, recogí datos a gran escala". Tal era el prestigio del inducti-

2 8 . Cf. C. H e m p e l , Filosofía de la ciencia natural, Madrid, Alianza, 1/.73.

2 9 . Citado en P. Thuillier, op. cit., p. 2 7 .


3 0 . üi autobiografía de C. Darwin ¡leva p o r título Recuerdos de la evolución
de mi espíritu y de mi carácter, y e s t a b a destinada e x p r e s a m e n t e a su mujer
y a sus iujos y no a su p u b l i c a c i ó n . P o r ello, su hijo Francis Darwin, quien la
p u b l i c ó e n 1886, .suprimió a l g u n o s párrafos q u e c o n s i d e r ó d e c a r á c t e r íntimo.

67
La tradición anglosajona

vismo y el temor a caer en la mera especulación que ambos cre-


yeron estar operando inductivamente,
Los problemas que hemos mostrado respecto del inductivismo
revelan:
- La imposibilidad de fundamentar en él el conocimiento
31
científico en tanto conocimiento probado.
- Además, que Darwin y Newton (como casi todos los científi-
cos y las personas en general), son capaces de realizar dis-
tintas actividades con gran destreza y eficacia, pero la re-
flexión acerca de la propia actividad requiere, al parecer,
de otro "punto de vista"; claramente, hay una gran diferen-
cia entre la actividad científica misma y la reflexión acerca
de ella, es decir, la epistemología o filosofía de la ciencia.
- Pero, más allá de las gravísimas objeciones y problemas que
presenta el inductivismo, nos queda por hacer algunos comentarios
acerca del funcionamiento del método tal como está descripto en
el párrafo citado en la página 64. Tal como allí está planteada, la
investigación científica es, sencillamente, impracticable. Ni siquiera
podemos dar el primer paso, ya que reunir todos los hechos es una
32
tarea imposible. Un conjunto infinito de sucesos tiene lugar en
este momento en el reducido ámbito en el que estamos escribien-
do estas líneas: cada molécula, cada átomo, cada electrón, cada
neurona, cada célula nuestros cuerpos están interactuando con infi-
nidad de circunstancias y generando innumerables "hechos".

3 1 . V.n el á m b i t o de la historia de la e p i s t e m o l o g í a esta instaneia constituye lo


q u e a l g u n o s a u t o r e s califican c o m o i a m u e r t e del justifieacionismo, e s d e c i r
la c o n c e p c i ó n que sólo considera conocimiento al conocimiento probado, A'
e s t e r e s p e c t o se p u e d e consultar K, Popper, Conjeturas y refutaciones, y I.
Lakatos, ia metodología de los programas de investigación científica.

3 2 , K. P o p p e r c u e n t a q u e para m o s t r a r a s u s a l u m n o s la ¡mposiblidad de
h a c e r i n d u c c i o n e s c o m i e n z a sus c u r s o s dicíéndoles s e n c i l l a m e n t e y sin nin-
g u n a otra restricción: "observen y a n o t e n t o d o io q u e observan", lista consig-
na no p u e d e m e n o s q u e p r o v o c a r perplejidad p o r .ser i m p r a c t i c a b l e sin a l g u -
n a indicación, q u e e n e s t e sentido haría las v e c e s d e m a r c o t e ó r i c o p r e v i o
q u e a c o t e e l n ú m e r o infinito d e h e c h o s .

68
Notas introductorias a la filosofía de ia ciencia

Quizás nos objetará, un imaginario interlocutor inductivista, que


no todos esos "hechos" son relevantes, io cual resulta una observa-
ción absolutamente pertinente. Pero, entonces, deberíamos repre-
guntar ¿relevantes respecto de qué? Pues, relevantes respecto del
problema que queremos resolver. Bien, pero ¿cómo sabemos qué
hechos son relevantes si no hemos resuelto el problema? Ya Platón,
en el Menón^ en un pasaje muy conocido, nos planteaba con
claridad y belleza este problema por boca de Sócrates:

"Ya entiendo lo que quieres decir, Menón. ¿Te das cuenta del
argumento polémico que nos traes, a saber, que no es posible
para el hombre investigar ni lo que sabe ni lo que no sabe?
Pues no sería capaz de investigar, ni lo que sabe puesto que lo
sabe -y ninguna necesidad tendría un hombre así de investiga-
ción- ni lo que no sabe, puesto que ni siquiera sabe qué es lo
que va a investigar."

Esta aporta a la que nos conduce el preguntarnos por los


hechos relevantes está ocasionada por la creencia de que la
recolección de hechos está determinada por ía naturaleza del pro-
blema a resolver. Creemos que, por el contrario, los hechos se
convierten en relevantes en virtud de la estrategia o el principio
de respuesta (hipótesis o teoría) que se quiere dar. El más mínimo
diseño de respuesta ya constituye una hipótesis que guía nuestro
relevamiento de datos, con lo cual la hipótesis es previa a la
experiencia. Por este motivo se suele decir que los "datos" de la
experiencia ya* tienen una "carga teórica", es decir que no existen
los hechos como "datos puros", sin hipótesis previas.
Hay que agregar, además, lo que constituye quizás la obje-
ción más fuerte e importante. Para el inductivismo es problemáti-
co incluir en ía ciencia los términos teóricos, es decir, aquellos
términos que designan entidades inobservables. Términos como
"clase social", "átomo", "gen", "electrón", "inconsciente", etc., no
son producto de ningún número de experiencias previas. Por lo
tanto, el problema del inductivismo presenta las siguientes opcio-

3 3 . Citado en N. T. Guiber Cedit.), op. cít.

69
La tradición anglosajona

nes: o se abandona la parte más interesante y fructífera de la


ciencia (las afirmaciones que contienen términos teóricos) o se
abandona ía pretensión de explicar la actividad científica como
regida por una metodología inductiva basada a su vez en una
teoría del conocimiento empírista ingenua.
De cualquier modo, justo es reconocer que, en lo que se
34
refiere a los términos teóricos no es una discusión saldada. Los
"instrumentalistas", por ejemplo, dirán que los términos teóricos
empleados por la ciencia no comprometen ontológicamente, sino
que sólo son instrumentos útiles en tanto permiten realizar pre-
dicciones. Por su parte, "los realistas" consideran que los términos
teóricos tienen un referente en el mundo "real". Por otro lado
habría que distinguir entre los términos que designan entidades
no observables por cuestiones técnicas, pero que presumiblemente
lo serán en el futuro (por ejemplo "átomo"), de los que constitu-
yen, sin más, construcciones conceptuales de los científicos (por
ejemplo "clase social").
Sin embargo, para tratar este problema debemos ir
un poco más atrás en la historia, con lo cual veremos otro ejem-
plo de dos elementos importantes, ya señalados, de la temática
que nos ocupa: el primero es que la ciencia y la epistemología
no siempre van de la mano, sino que se mueven en ámbitos, a
veces, llamativa y sorprendentemente divorciados, y en segun-
do lugar, el carácter marcadamente normativo que en general
tienen ciertos criterios epistemológicos aunque constantemente
recurran a la búsqueda del aval de los ejemplos históricos como
instancia descriptiva.
Los problemas que se le presentan al empirismo lógico en el
ámbito del debate epistemológico, ya se le habían presentado a
los científicos bastante tiempo antes.
35
Contaremos esta historia en palabras de Larry Laudan:

54. Para un análisis m á s d e t a l i a d o d e esta c u e s t i ó n ver: F. S u p p e , La estructura


de las teorías científicas, c a p s . I y TI.

35- L. Laudan, Seténete and Valúes, TJniversity of California Press, 1983, pp.
5 5 - 5 9 , c i t a d o en Guiber, N. T., op. cit.

70
Ñolas introductorias a la filosofía de la ciencia

"A fines ele 1700 y principios de 1800, muchos científicos en


activiciad decidieron abandonar el supuesto según el cual las
teorías debían limitarse a las afirmaciones sobre entidades y
procesos observables.
Sin embargo, cuando ya había transcurrido la mayor parte
del siglo XVÍ1I se seguía insistiendo en que la ciencia
debía evitar postular tanto entidades directamente no
observables como teorías que se refirieran a objetos tan
pequeños que no pudieran ser observados (por ejem-
plo átomos) o procesos demasiado graduales como para
ser percibidos (por ejemplo, la geología unifonnitariana como
la selección natural debían ser rechazadas por la ciencia).
Durante casi cien años después del triunfo de ios Principia de
Newton, los científicos y los filósofos trataron de sacar las debi-
das enseñanzas de su éxito. Según sus sucesores inmediatos,
el logro de Newton dependía de la ausencia de razonamientos
hipotéticos y de la rígida adhesión a generalizaciones inductivas
a partir de datos experienciales. Este esfuerzo por limitar las
teorías a afirmaciones sobre procesos observables encontró su
contrapartida en la epistemología y la filosofía de la ciencia de
entonces. Mientras que los científicos separaban las entidades
inobservables de sus teorías, filósofos como Berkeley, Hume y
Conclillac trabajaban para articular una teoría empírica del
conocimiento.

Hacia 1750, sin embargo, los filósofos de la naturaleza estaban


empezando a descubrir que muchas áreas cié investigación no
se prestaban fácilmente a semejante enfoque. Teorías umver-
salmente exitosas como la de la electricidad, ía embriología y
la química de mediados de! siglo XVIIí parecían depender de-
cisivamente de postulados sobre entidades inobservabies. Ta-
les teorías, según el caso, no podrían haber sido concebidas
por métodos de extrapolación directa, o generalización
inductiva, a partir de la observación. La teoría del flujo eléc-
trico de Franklin, la teoría vibratoria del calor de Boerhaave, la
teoría de las moléculas orgánicas de Buffon y la química del
flogisto constituyen típicas muestras del creciente grupo de

71
La tradición anglosajona

teorías iluministas que postulaban entidades inobservables a


fin de explicar procesos observables (...)- La elección era difí-
cil: o se abandonaba por completo la microteorización (como
insistían los críticos leales al empirismo) o se desarrollaba una
axiología científica alternativa que brindara validez conceptual
a las teorías sin respaldo observacional directo. (...) algunos
científicos optaron por esto último. En suma, buscaron validar
el objetivo de comprender el mundo visible postulando un
mundo invisible cuyo comportamiento era la causa de lo
observable."
Nuevamente percibimos la diferencia conceptual y temporal
entre los discursos científico y epistemológico. La historia contada
por Laudan muestra los inicios del método que se llamó en un
principio deductivo, y ya en este siglo "método hipotético deduc-
tivo". Esta forma de entender la ciencia abre el camino para pen-
sar ía "teoría" como el inicio y ía finalidad de la investigación. En la
historia de la epistemología se produce un punto de inflexión con
ía obra de K. Popper a través de sus críticas constantes e implaca-
bles al Círculo de Viena y al empirismo: la "carga teórica" irrumpe
en la escena epistemológica para no abandonarla ya más.

3- El falsacionismo c o m o criterio de d e m a r c a c i ó n
científica: Karl P o p p e r

3. a. La fahabilidad y el problema de la demarcación

La obra de Karl Popper, es una de referencia obligato-


ria en la epistemología contemporánea. Las interpretacio-
nes en torno a él, sin embargo, son sumamente dispares.
Se lo puede leer como a un antiempirista radical (como,
por otra parte, él mismo se presenta en la polémica de
toda su vida contra eí inductivismo); otros ven su obra como
una bisagra, un punto de inflexión de la epistemología desde eí
positivismo hacia posiciones no tan marcadamente empiristas y
donde la teoría (ía "carga teórica") sería el punto de partida de
todo conocer, línea en la que estaría también entre otros, aunque

72
Notas introductorias a la filosofía de la ciencia

con gran cantidad de diferencias en otros aspectos, Thomas Kuhn.


Por último, también se puede ver a Popper, más allá de diferen-
cias que en algún sentido son marcadas, como dentro de la co-
,<;
rriente neopositivista.
37
Popper relata cómo, a través de ciertas vivencias persona-
les, se le presentó como problema prioritario el de establecer un
criterio que delimitara lo que era ciencia y lo que no lo era: un
"criterio de demarcación", preocupación compartida, por otra par-
te, por los neopositivistas del Círculo de Viena, El criterio delinea-
do por Popper, sin embargo, es un tanto menos "extremo" que el
criterio "verificactonista del significado" (cf. p. 57). Para Popper
podrán fonnar parte de la ciencia sólo aquellas afirmaciones pasibles
de refutación, o, también, "falsables". Esto significa que afirmacio-
nes como las de ía religión o la astrología no podrán ser científicas
ya que no es posible pensar ninguna experiencia u observación
que las haga falsas; cualquier suceso puede ser explicado desde
su punto de vista. Resulta fundamental destacar, sin embargo, que
el propósito de Popper no es sólo dejar fuera a la religión o a la
astrología, sino que su intención, expücitada por él mismo por
otra parte, era construir un criterio de demarcación que pudiera
dejar afuera ai marxismo -o alguna versión muy sui generis que
38
Popper entiende como todo el marxismo- y al psicoanálisis.

3 6 . D i c e Malena Lasala: "al h a c e r la crítica al positivismo, P o p p e r q u e r í a


a s e g u r a r a! positivismo c o n t r a la crítica. Una crítica q u e p r o t e g e de la críti-
ca..." en Ouibcr, N. T. ( e d . ) , La racionalidad científica, Biblos, 1 9 9 4 , p. 3 1 .
37. Cf. K. P o p p e r , "La ciencia: Conjeturas y refutaciones", en . Conjeturas y
Refutaciones, B u e n o s Aires, Paidós, 1983, p. 57 y siguientes.
38. Esta p r e o c u p a c i ó n d e P o p p e r n o e s s e c u n d a r í a n i o c a s i o n a l , s i n o p o r e í
c o n t r a r i o resulta u n a d e sus p r e o c u p a c i o n e s f u n d a m e n t a l e s . C o m p r e n d e r
esta vinculación e n t r e e p i s t e m o l o g í a y política (y a u n e c o n o m í a ) n o s sirve
d e b u e n e j e m p l o ( e n t r e m u c h í s i m o s o t r o s ) p a r a u b i c a r a l a filosofía e n
g e n e r a l y a la e p i s t e m o l o g í a en particular vinculada e s t r e c h a m e n t e c o n el
á m b i t o d e l o "práctico", y n o c o m o u n m e r o j u e g o t e ó r i c o r e s e r v a d o s ó l o
para iniciados.

73
La tradición anglosajona

Veamos en qué consiste el criterio falsacionista de demarca-


ción. Supongamos las siguientes oraciones:
a) Popper era austríaco o no era austríaco.
b) Debes ser más precavido.
c) El sol gira alrededor de la Tierra.
d) La Tierra gira alrededor del Sol.
e) Al final de los tiempos sobrevendrá el Juicio Final.

Según el criterio popperiano solamente c) y d) pueden ser


consideradas afirmaciones científicas.
Sin embargo, a diferencia de lo que expresaba el criterio
verificacíonista, este criterio falsacionista no considera las
afirmaciones que no sean científicas como afirmaciones sin sentido;
sólo sostiene que no podrán reclamar legítimamente pertenecer
ai corpus de la ciencia.
Por otro lado, y ésta es la otra diferencia fundamental, el
conocimiento no comienza con la observación sino con una "con-
jetura" (o hipótesis). Esta conjetura puede ser de cualquier natura-
leza (verosímil, audaz, fantasiosa, delirante, etc.), ya que, después
de todo, será ía contrastación empírica la que decidirá su corrobo-
ración o su falsacíón (y su eventual abandono). Según el inducti-
vismo, el científico partía de la experiencia y obtenía leyes; en
cambio en la óptica de Popper se parte de una teoría o conjetu-
ra y la instancia empírica (la experiencia) operará como control
de nuestras especulaciones. A tal punto esto es así para Popper
que sostiene que es el mismo mecanismo el que opera para
generar ia poesía, los mitos o las teorías científicas; además, éste
es el mecanismo por el cual los seres vivos en general, y los
humanos en particular, se relacionan con el mundo: "ensayo y
error" o mejor, "ensayo y eliminación del error". Popper sostiene
• que tanto una ameba como Einstein operan, básicamente, del
mismo modo. La diferencia está en que ia ameba si se equivoca
muere, mientras que Einstein si se equivoca siente curiosidad y,
además, como las teorías son expresadas lingüísticamente,

74
Notas introductorias a la filosofía de la ciencia

Einstein (y los científicos y hombres en general que proponen


una teoría) no muere por ello.
El requisito para que estos ensayos o conjeturas pue-
dan ser considerados parte de una teoría científica será en-
tonces, su condición de faisabilidad. En palabras del pro-
pio Popper:
"(...) a partir del otoño de 1919 empecé a abordar el problema
siguiente: ¿cuándo debe ser considerada científica una teoría? o
¿hay un criterio para detenninar el carácter o status científico de
una teoría? (...) Yo quería distinguir entre la ciencia y la
pseudociencia, sabiendo muy bien que la ciencia a menudo se
equivoca y que la pseudociencia a veces da con la verdad (...),
lo que me preocupaba no era el problema de la verdad, en esta
etapa al menos, ni el problema de la exactitud o mensurabilidad
(...). Las anteriores consideraciones [las que nosotros citamos y
otras que omitimos] me llevaron, durante el invierno de 1919-
20, a conclusiones que reformularé de la siguiente manera:
1- Es fácil obtener confirmaciones o verificaciones para casi
cualquier teoría, si son confirmaciones ío que buscamos.
2- Las confinnaciones sólo cuentan si son el resultado de predic-
ciones, es decir, si, de no basarnos en la teoría en cuestión,
habríamos esperado que se produjera un suceso que es in-
compatible con la teoría, un suceso que refutará la teoría.
3- Toda 'buena' teoría científica implica una prohibición: prohibe
que sucedan ciertas cosas. Cuanto más prohibe una teoría, tan-
to mejor es.
4- Una teoría que no es refutable por ningún suceso concebi-
ble no es científica. La irrefutabilidad no es una virtud de una
teoría (como se cree), sino un vicio.
5- Todo genuino test de una teoría es un intento por desmen-
tirla, por refutarla. La testabiiidad equivale a la refutabilidad.
Pero hay grados de testabiiidad: algunas teorías son más
testables, están más expuestas a la refutación que otras. Co-
rren más riesgos, por decir así.

75
La tradición anglosajona

ó- Los elementos de juicio confirmatorios no deben ser toma-


dos en cuenta, excepto cuando son el resultado de un genui-
no test de la teoría-, es decir, cuando puede ofrecerse un inten-
to serio, pero infructuoso, de refutar la teoría (en tales casos
hablo de 'elementos de juicio corroboradores').
7- Algunas teorías genuinamente testables, después de hallar-
se que son falsas, siguen contando con el sostén de sus admi-
radores, por ejemplo, introduciendo algún supuesto auxiliar
ad boc, o reinterpretando ad hoc la teoría de manera que es-
cape a la refutación. Siempre es posible seguir tal procedi-
miento, pero éste rescata la teoría de la refutación sólo al pre-
cio de destruir o, al menos, rebajar su status científico (poste-
rionnente, llamé a tal operación de rescate un 'sesgo convencio-
naüsta' o una 'estratagema convencionalista').

Es posible resumir todo lo anterior diciendo que el criterio


para establecer el status científico de una teoría es su refula-
bilidad o su testabilidadP
Popper bautiza a su filosofía como "racionalismo crítico" apun-
tando, por un lado a su carácter profundamente antiempirista y,
por otro a la limitación impuesta por la instancia de la crítica im-
placable a la cual debe ser sometido todo enunciado falsable.
Podemos encontrar la concreción del racionalismo crítico en lo
que llamamos "método hipotético deductivo". A continuación pasa-
remos revista brevemente a su funcionamiento.

3- b. El método hipotético deductivo o refutacionismo ingenuo

El hombre, para Popper, intenta explicar el mundo que lo


rodea. Los mitos, las religiones, ía ciencia, la poesía, etc., son diferen-
tes modos de explicación de ía realidad que se presenta como
problemática. Todas ellas son conjeturas o hipótesis, verdaderos
intentos de explicación o de solución de problemas. La especificí-

3 ? . K. P o p p e r , Conjeturas y refutaciones, pp. 57 a 6 1 .

76
Noias infrodiKfoiia.s ;t la filosofía de ia ciencia

dad del conocimiento científico no estará dada por otra cosa que
no sea la refutabilidad y el intento efectivo de falsearlo por parte
de la comunidad científica. Así, la "intersubjetividad" juega un rol
fundamental, ya que el conocimiento debe salir de la esfera de lo
privado y debe ser testa ble por cualquier persona.
Como vemos este método no comienza con observaciones
como pretendía eí inductivismo, sino con afirmaciones tentativas
acerca de un estado de cosas en el mundo que surgen como
consecuencia de un problema a resolver. La teoría guía la observa-
ción; todos los términos poseen "carga teórica". El origen de estas
afirmaciones (conjeturas) es, según Popper, absolutamente irreie-
vante, es el aspecto absolutamente creativo en el trabajo científi-
co. Si cumple con los requisitos del método será científica.
Cabe realizar una aclaración, ya que suele decirse en ciertos
trabajos de epistemología que el papel de la inducción, en el méto-
do científico, se ubicaría en esta instancia: serviría creativamente
para la construcción de teorías aunque no contribuiría en nada a su
justificación. Creemos que esto no es así, pero, de cualquier modo,
sea lo que fuere que opinemos al respecto, lo que sí es cierto es
que para Popper esto definitivamente no es así. Para Popper el
hombre no construye su conocimiento inductivamente; hay apa-
riencias de inducciones pero ésta, sencillamente, no es la manera
en que funciona el aparato cognoscitivo humano; el hombre siem-
pre construye refutando conocimientos anteriores, siendo que los
primeros conocimientos se hunden en lo puramente biológico con-
fundiéndose con él. Como quiera que sea, para Popper éste no es
asunto del que se ocupe la epistemología: ésta se debe ocupar
únicamente de cuestiones que tienen que ver con la justificación
de las teorías y no con su origen o génesis (cf. p. 54).
Según este método, (no por nada se llama "falsacionismo" el
criterio que lo sustenta), es posible, apelando a los resultados de
la observación, demostrar que una teoría es falsa, aunque "asimé-
tricamente" no es posible mostrar que sea verdadera.
La lógica avala este modo de proceder: en efecto, un enun-
ciado universal puede ser falsado con un enunciado singular, pero
ningún número finito de observaciones singulares asegura la ver-

77
La tradición anglosajona

dad del universa! correspondiente (en cuyo caso es estaría proce-


diendo inductivamente). Si arrojase un objeto aí vacío y éste no
cayera, bastaría para hacer falsa la ley de la gravedad. Pero, por
más que tire miles de objetos por mi balcón y todos caigan en
similares condiciones no alcanzara ningún número finito de inten-
tos para probar la verdad de ía Ley de ía Gravitación de Newton.
Pero veamos en un ejemplo simplificado al extremo algunos
elementos claves en este tipo de metodología:
Nicolás Copérnico incluyó, entre otros, el argumento siguien-
te en favor de la esfericidad de la Tierra en su famoso tratado
Sobre las revoluciones de las esferas celestes:
"(...) que los mares adoptan una forma esférica lo han percibido
los navegantes. Pues cuando no se ve ía tierra desde la cubierta,
se la ve desde lo alto del mástil. Y, si se ata una antorcha al mástil,
cuando el navio se aleja de la tierra, parece, a los que observan
desde la ribera, que aquélla desciende poco a poco, hasta des-
40
aparecer totalmente, como la puesta de un cuetpo celeste."
La hipótesis o conjetura es: "la tierra es esférica". En la época
de Copérnico no era posible constatar la esfericidad del planeta
directamente, por ejemplo con algún satélite. Como esta
hipótesis fundamental no puede controlarse empíricamente se
41
deducen de ella "consecuencias observables", o sea enunciados
derivados deductivamente de la hipótesis fundamental y cuya ver-
dad o falsedad pueda ser comprobada por métodos empíricos.
Las consecuencias observables serán, en nuestro ejemplo:

a) cuando la tierra no se ve desde la cubierta, ésta sí que se


puede ver desde ío alto del mástil;
b) cuando el navio se aleja de la costa, primero desaparece
el casco de la nave y, después, poco a poco, va desapare-
ciendo el mástil.

4 0 . N. Copérnico, Sobre las revoluciones de las esferas celestes, Barcelona,


Altaya, 1 9 9 4 , p . 2 0 .

41. Hempel, en Filosofía de la Ciencia Natural, las llama "implicaciones


c o n t r a s t a d o r a s de hipótesis", y o t r o s a u t o r e s '"consecuencias o b s e r v a c i o n a l e s " .
La idea es la m i s m a , p e r o preferimos " c o n s e c u e n c i a s observables".

78
Notas introductorias a la filosofía de la ciencia

Una vez planteadas nuestras consecuencias, deberemos acer-


carnos a la orilla del mar (si fuera un mar limpio y una atmósfera sin
contaminación será mejor) y realizar las observaciones predichas.
Este proceso de someter a control las hipótesis a través de las conse-
cuencias observables recibe el nombre de "contestación". Pueden
ocurrir muchas cos;is, pero básicamente dos: que la predicción se
cumpla o que no se cumpla.
- Si no se cumple: en caso de que no se cumplan las predic-
ciones, según este método se dice que la hipótesis ha sido "refu-
tada", es decir ha sido suficientemente demostrada su falsedad. La
hipótesis es falsa.
La lógica nos avala, ya que estaríamos razonando del
siguiente modo:
Si HF (hipótesis fundamental) es verdadera, también será
verdadera la CO (consecuencia observable)
La CO es falsa

HF es falsa.

Esta forma de razonamiento, como hemos visto, se llama mo-


dus tollendo tollen,s(" modo que niega negando") o, más abrevia-
do, modus tollens, y es deductivamente válida, o sea que si sus
premisas son verdaderas jamás podrá ser faisa su conclusión
(cf. p. 25). '
- Si se cumple: en caso de que la consecuencia observable
resulte verdadera, no debemos caer en la tentación de afirmar
que nuestra hipótesis fundamental es verdadera. Si hiciéramos esto
estaríamos razonando del siguiente modo:

79
La tradición anglosajona

Si HF es verdadera, también será verdadera ia CO


La CO es verdadera

La HF es verdadera

Y esta forma de razonamiento, como también ya hemos visto,


es una falacia, es decir una fonna de razonamiento inválida, y como
tal, nos puede hacer pasar de premisas verdaderas a una conclusión
falsa: se trata de \z falacia de afirmación delconsecuente. En efec-
to, la CO puede ser verdadera por muchas razones, sin necesidad
de afirmar la esfericidad de la Tierra, (cf., p. 25).
Por este motivo se dice que la hipótesis se ha "corroborado", y
no "verificado", ya que decir esto último seda decir que se ha conver-
tido para nosotros en verdadera; "corroboración" no nos resulta tan
"fuerte". La Iiipótesis tendrá como únicos destinos posibles el verse
falsada algún día o seguir eternamente siendo hipótesis. Popper afir-
ma, en este sentido, que hay una suerte de asimetría entre la deter-
minación de la verdad y de la falsedad de las hipótesis. Mientras que
jamás podemos afirmar la verdad con certeza, por más consecuencias
observables verdaderas que tengamos, sí podemos afirmar la false-
dad de la HF con una sola consecuencia observable falsa.
Cuando una hipótesis pasa la prueba del control empírico, es
decir, ha sido coiroborada, se puede afirmar que ha resistido, y en
la medida que resista gran cantidad de contrastaciones, ella se
hará más y más confiable para el trabajo de los científicos, aunque
nunca se haga -estrictamente hablando- verdadera.
Para Popper el falsacionismo adquiere el carácter de prueba
de "honestidad científica", ya que la labor del científico "debe ser"
tratar de refutar constante y honestamente su teoría. Después de
todo, dice, si no lo hace él otro lo hará por él. Pero, ¿cuándo tenni-
42
na esta exigencia parecida a la que padeciera el mítico Sísifo?:

42. Sísifo fue c o n d e n a d o p o r los dioses a h a c e r r o d a r e t e r n a m e n t e u n a pie-


dra hasta la c i m a ele u n a m o n t a ñ a , de m o d o tal q u e u n a ve/, llegado arriba, la
p i e d r a i n d e f e c t i b l e m e n t e c a e r í a r o d a n d o hasta la b a s e , p a r a v o l v e r a c o m e n -
z a r el p r o c e s o . El castigo consiste en q u e Sísifo es c o n s c i e n t e de la inutilidad
deí trabajo r e a l i z a d o .

80
No tus i n t i u d u c t o n a s a la filosofía de la ciencia

cuando la comunidad científica "decide" que ya se ha contrastado


lo suficiente.
Lo visto hasta aquí representa lo que podríamos llamar refuta-
cionismo en una versión ingenua o simple porque resulta muy es-
quemática y se atiene solamente a la relación lógica entre los enun-
ciados y al control empírico de enunciados de primer nivel, sin
tener en cuenta que la investigación científica es, casi siempre, más
complicada, como veremos a continuación. De cualquier modo,
por todo lo expuesto hasta aquí, el refutacionismo representa un
43
"avance" respecto del inductivismo, pero, todavía, para el
refutacionismo ingenuo, el hecho (el dato) sigue siendo la piedra
de toque de la investigación científica. A pesar de haber invertido la
relación entre hechos y teoría, una consecuencia observable falsa
es suficiente para derrumbar una teoría. Sin embargo, esta refu-
tación inmediata no tiene en cuenta objeciones que se le pueden
hacer desde dos puntos de vista:
- los problemas relacionados con el diseño y la implementación
de la observación o el experimento;
- los problemas que surgen de definir lo que constitu-
ye un "hecho".

3. c. El refutacionismo sofisticado

La situación experimental o la observación resulta mucho


más compleja e involucra ciertas condiciones reales de produc-
ción del trabajo o ciertos marcos conceptuales de los científicos
que van más allá del rigor vacío de la lógica.
Así, ía versión "ingenua" del refutacionismo no da debida
cuenta de la práctica científica tal cual nos la muestran sobrados
ejemplos extraídos de la historia de la ciencia. Toda práctica cien-
tífica está constituida por una compleja red de mediaciones entre

4 3 . Para una interpretación de la historia de la e p i s t e m o l o g í a y p a r a e s t e


punto en particular cf. !. Lakatos, "La falsación y la m e t o d o l o g í a de los p r o -
g r a m a s de investigación científica", en !. Lakatos, A. M u s g r a v e , La crítica y el
desarrollo del conocimiento. Barcelona, GrijuLbo, 1975.

81
Ixi tradición anglosajona

las hipótesis que llamamos "fundamentales" y las consecuencias


eontrastadoras.
De un modo esquemático podríamos ver que los ele-
mentos básicos de una teoría científica serían:

Hipótesis fundamentales

- cláusula ceterisparibus
Hipótesis derivadas
- datos observacionales
(condiciones iniciales)

- hipótesis acerca del material


de trabajo, teorías interpretativas
experimentales
Experimento u
observación (enunciados
de nivel 1)

Siguiendo el esquema básico ya presentado, a partir de una


hipótesis fundamental se podrá obtener una consecuencia
contrastadora. Pero la complejidad habitual de Ía ciencia hace que
para llevar a cabo este paso tan sencillo en ei esquema se deban
realizar ciertos pasos previos y aún suponer algunos otros:
~ en primer lugar, es muy probable que no se pase
directamente ciesde las hipótesis fundamentales a las con-
secuencias observables, sino a través de la mediación de
otras hipótesis derivadas;
- se deberán conocer ciertos datos iniciales, y además, supo-
ner que éstos son correctos, lo cual implica la utilización de técni-
cas e instrumentos de mayor o menor grado de confiabilidad;
- eí científico deberá considerar que ha elegido correctamen-
te el material ele trabajo y que éste no presenta fallas o defectos;
- muchísimas veces, y en ía actualidad mucho más, la com-
plejidad de los aparatos y técnicas que se utilizan obligan a la
utilización de teorías ajenas al propio campo, como por ejemplo

82
Notas introductorias a ia filosofía de ia ciencia

el caso del astrónomo que debe considerar que la teoría óptica,


según la cual se desarrolló el telescopio que utiliza, es correcta;
- finalmente, y aunque no forme parte explícita de la teoría,
como la observación o experimento no puede desarrollarse contro-
lando absolutamente todas las variables intervinientes se hace ne-
cesaria una hipótesis factorial o cláusula ceterisparibusdel siguien-
te tenor: "no hay ningún factor extraño y ciesconocido que influya
de un modo relevante en la observación, ya sea en eí diseño de ía
consecuencia contrastadora como un ias hipótesis supuestas".
Si suponemos que la investigación científica se desarrolla
según un esquema como eí presentado, bastante más complejo
que el planteado por el refutaciónismo ingenuo, ¿qué pasará si
una consecuencia observable resulta refutadora? ¿Se deberá consi-
derar como falsa sin más a la hipótesis fundamental? ¿O habrá que
levantar la hipótesis factorial?, es decir suponer que algún factor,
desconocido en principio, llevó a un resultado refutador. De he-
cho parece estar más cercano a la práctica habitual de los científi-
cos considerar que hay un problema en alguno de los pasos inter-
medios (p. ej. un telescopio que funciona mal, reactivos químicos
en mal estado, cálculos erróneos, etc.).
A estos problemas relacionados directamente con la estructu-
ra de ía práctica científica actual, se agregan dificultades, para el
faísacionismo, derivadas cíe la consideración de lo que constituye
un "hecho", dudo que Popper considera que la "carga teórica" al-
canza aún a lo que denominamos enunciados de nivel I, compues-
tos por términos empíricos. La selección de sucesos del mundo a
través de una teoría previa y orientadora constituye finalmente una
verdadera producción de hechos. La utilización de aparatos cada
vez más compiejos para llevar a cabo situaciones experimentales
constituye un ejemplo particularmente significativo de esta cues-
tión, ya que los "hechos", en estos casos, sólo son indicadores en
alguna pantalla, de un registro mediatizado de sucesos inobservabíes.
Los señalamientos de T. Kuhn, que veremos en la sección siguien-
te, en el sentido de que la teoría, y por ende el lenguaje, son verda-
deramente constitutivos del mundo, completan este aspecto de las

83
¡xi tradición anglosajona

dificultades para pensar la investigación científica en los términos


en los que lo hace el refutacionismo.
Ahora bien, ¿se debe considerar que es imposible la refuta-
ción de hipótesis en esta maraña de mediaciones? Aquí empieza a
jugar un papel importante en las consideraciones epistemológicas
la decisión de la comunidad científica. Los científicos pueden de-
cidir que una hipótesis o teoría ha sido suficientemente corrobora-
da y aceptarla.
El refutacionismo ingenuo se constituye, luego de estas con-
sideraciones, en una normativa para la investigación científica, lo
que í. Lakatos llama un "código de honestidad científica". El some-
timiento a la crítica de las hipótesis o teorías se convierte en el
horizonte del "deber ser" del trabajo científico.

3- d. El problema de las hipótesis ad hoc

Es un caso bastante común en ia historia de la ciencia la intro-


ducción de modificaciones a una teoría al solo efecto de salvarla
de algún contraejemplo fuerte (refutatorio): las llamadas hipótesis
adhoc. Entre los muchos ejemplos, algunos patéticos, otros di-
vertidos y algunos trágicos, hemos elegido los siguientes:

- Un buen ejemplo, a la vez que un logro imponente de la


ciencia, lo constituye el descubrimiento deí planeta Neptuno, lle-
vado a cabo por Leverrier en 1846.
Por esa época la mecánica de Newton se encontraba plena-
mente afianzada merced a las contribuciones de físicos y matemá-
ticos como Lagrange y Laplace. A partir de las leyes de la gravita-
ción universal de Newton y ciertos chitos iniciales precisos se pudo
calcular con gran precisión la posición de Urano, el planeta ante-
rior a Neptuno (hasta ese momento desconocido). Pero las obser-
vaciones, no coincidían con las predicciones ya que ía trayectoria
de Urano era "itreguíar". Si los científicos hubieran sido falsacionistas
consecuentes y estrictos deberían haber abandonado inmediata-
mente la teoría de Newton. Pero esta alternativa ni siquiera se íes
ocurrió. Primero se descartaron errores en la observación preci-

84
Notas introductorias a la filosofía de la ciencia

sando éstas y revisando los cálculos. Luego, en lugar de considerar


refutada la teoría, supuso que había un planeta desconocido y que
por su masa provocaba la "desviación" de Urano. Leverrier realizo
los cálculos correspondientes acerca de la masa, posición y tra-
yectoria del planeta desconocido. Dio instrucciones a johann Galle,
colega alemán del observatorio de Berlín, para que revisara deter-
minada región del cielo. Y... allí estaba Neptuno. Una circunstancia
interesante alrededor de estos sucesos es que Leverrier predijo la
existencia de otro planeta (al que precipitadamente llamó Vulcano)
para explicar las "irregularidades" del perihelio de Mercurio. En
verdad tal planeta no existe y los problemas con Mercurio nunca
pudieron ser explicados por la teoría de Newton. Sólo con la for-
mulación de la teoría de la relatividad por parte de A. Einstein este
suceso pudo ser explicado satisfactoriamente.
- Galileo Galilei fue el primero que utilizó el telescopio para
mirar sistemáticamente el cielo y así su inspección de la Luna le
mostró que ésta no era una esfera perfectamente lisa como se
creía, sino que estaba llena de cráteres y montañas. "Su adversario
aristotélico tenía que admitir que las cosas parecían ser de ese
modo cuando por sí mismo repitió las observaciones. Pero las
observaciones amenazaban a una noción fundamental para mu-
chos aristotélicos, a saber, que todos ios cuerpos celestes son esfe-
ras perfectas. El rival ele Galileo defendió su teoría frente a la
aparente falsación de una manera evidentemente adhoc. Sugirió
que había uña sustancia invisible en ía luna que llenaba los cráte-
res y cubría las montañas de tal manera que la forma de la luna era
perfectamente esférica. Cuando Galileo preguntó cómo se podría
detectar la presencia de la sustancia invisible, la réplica fue que no
había manera de poderla detectar. Así pues, no hay duda de que
la teoría modificada no produjo nuevas consecuencias comproba-
bles y de que, para un falsacionista sería completamente inacepta-
ble. Galileo, exasperado, fue capaz de mostrar ta inexactitud de la
postura de su rival de una manera característicamente ingeniosa.
Anunció que estaba dispuesto a admitir la existencia de la sustan-
cia invisible indetectable de la luna, pero insistió en que dicha
sustancia no estalla distribuida tal y como sugería su rival, sino que

85
La tradición anglosajona

en realidad estaba apilada encima de las montañas de modo que


eran varias veces más altas de lo que parecían a través del tele-
scopio. Galileo fue capaz de superar a su rival en eí inútil juego
M
de la invención de instrumentos ad hoc para proteger las teorías".'
- Otro ejemplo es el citado por Anthony De Mello en El
canto del pajare?* a propósito de una hipótesis ad hoc in-
ventada por los fundamentalistas en ocasión del debate por
ía antigüedad de la Tierra:
"Huesos para probar nuestra fe.
Un intelectual cristiano que consideraba que la Biblia es
literalmente verdadera hasta en sus menores detalles,
fue abordado en cierta ocasión por un colega que le
dijo: 'Según la Biblia, ta Tierra fue creada hace cinco mil
años aproximadamente. Pero se íian descubierto huesos
que demuestran que ía vida lía existido en este planeta
durante centenares de mUes de años'.
La respuesta no se hizo esperar: 'Cuando Dios creó la
Tierra, hace cinco mil años, puso a propósito esos huesos
en ía Tierra para comprobar si daríamos más crédito a las
afirmaciones de los científicos que a su sagrada palabra'."

Hemos presentado tres ejemplos, quizás un tanto extremos,


de hipótesis que se introducen para salvar una teoría de una refuta-
ción. El primer caso se diferencia claramente de los otros, dado que
ha conducido a nuevas consecuencias observables. Podríamos decir,
por regla general que es admisible en este caso: si conduce a predic-
ciones faísables. En este caso, aquellas hipótesis que se presentan
como si fueran hipótesis ad hoc, luego de ser corroboradas, dejan de
ser consideradas adhoc, para pasar a formar parte de la teoría.
Las otras son inadmisibles en la investigación para el falsacio-
nismo, dado que cancelan toda posibilidad de control empírico:
son infaísabíes.

44. Citado en A. C h a l m e r s , ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?, p. 7 8 .

4 5 - A. De Melio, El canto del pájaro, Santander, Sal T e r r a e , 1 9 8 2 .

86
Notas introductorias a ia filosofía de la c i e n c i a

Desde el punto de vista formal la cuestión de las hipótesis ad


hocen el marco del refutacionismo sofisticado o metodológico su-
pone que en toda teoría científica existen hipótesis conjuntadas
donde una hipótesis H es equivalente a la conjunción de N
número de hipótesis menores (h h,.h .h .... h ). Por ello
r ¡J 4 n

una contrastación con resultados negativos refuta la conjun-


ción. Por lo tanto, puede "arreglarse" cambiando alguna de
las hipótesis menores conjuntadas que condujeron a la refu-
tación (hipótesis ad hoc).
En símbolos:

H = (h .h .h ... h ,-»CO
1 2 j M

-CO

-HH-(h .h .h7r¡7)
1 2

4. E n t r e p a r a d i g m a s y rupturas; T h o m a s K u h n

Retomemos la problemática que enfrentamos. Reflexionar


sobre la ciencia, más específicamente sobre las diferentes for-
mas en que podemos reconstruir el quehacer científico implica
una suposición; la de que a lo largo de la historia podemos en-
contrar en el desarrollo de la ciencia ciertas pautas (metodológicas,
conceptuales, de comportamiento, técnicas, según el autor) que
nos permiten establecer supuestas regularidades o constantes
en ese desarrollo a partir de las cuales no sólo se describe lo que
los científicos hacen e hicieron sino también se prescribe (direc-
ta o indirectamente) lo que deberían hacer. Tales regularidades
son, para muchos, el reflejo del carácter racional de la empresa
científica. En efecto, en la medida en que se identifica la raciona-
lidad occidental con la ciencia, la epistemología muchas veces
ha querido encontrar en la historia de la ciencia el campo en
donde reina la razón humana, libre de prejuicios e intereses. De
esta manera, se construye un modelo explicativo que, reducien-
do la ciencia a su contexto de justificación y más específicamen-

87
La tradición anglosajona

te a sus aspectos metodológicos, lo establece como válido para


todo tiempo y lugar.
Sin embargo, la historia de la ciencia no se manifiesta como
un camino ininterrumpido de avances logrados por los científicos
guiados por un método infalible. Por el contrario, si recorremos su
pasado aparecen una cantidad de intentos muchos de ellos exitosos
y otros que tenrtinaron en fracaso, pero cuya radical novedad frente
a la tradición científica anterior marcó una ruptura profunda con la
manera de hacer ciencia hasta ese momento.
Ahora bien, si los científicos no utilizaron siempre un mismo
método ni las mismas categorías ¿esto quiere decir que la ciencia es
caprichosa, que los descubrimientos científicos son más el resultado
del azar que de la investigación sistemática?, ¿que la ciencia en
definitiva es irracional? Si bien algunos autores han contestado afir-
mativamente a estas preguntas, también surgieron voces que in-
tentaron buscar un nuevo enfoque. Sí la ciencia es una empresa
racional (supuesto que no se abandona ) y a lo largo de su historia
ha ido modificando sus parámetros de acción ¿no será el momento
de suponer que nuestra racionalidad es también histórica y que
debemos modificar su concepto según el momento y el contexto
al que hagamos referencia? Este es el debate que inicia Thomas
Kuhn en el campo de la epistemología en los años '60.

4. a. El papel de la comunidad científica

En 1962 se publica La estructura de las revoluciones científi-


cas, libro que pone a su autor, Thomas Kuhn, en el centro del
debate epistemológico de la época. Si bien Kuhn proviene de las
llamadas "ciencias duras" el contacto con científicos sociales y un
estudio detallado de ía historia de la ciencia ío llevaron a elaborar un
enfoque diferente de cómo debía realizarse la reconstrucción del
quehacer científico.
Para Kuhn esta reconstrucción (una verdadera comprensión
de ío que los científicos hacen y de su resultado, es decir, eí cono-
cimiento científico) sólo es posible si no perdemos de vista dos
' cuestiones: en primer lugar, que la ciencia tiene una historia y en

88
Noras introductorias a la filosofía de la ciencia

segundo, que surge como resultado de una práctica colectiva y no


de meras individualidades. Su búsqueda va a ser alrededor de -en
palabras del propio Kuhn- "una reconstrucción racional" que le
permita explicar el comportamiento de los científicos, su práctica
real que genera una empresa exitosa.
El ver a la ciencia como el resultado de una práctica comuni-
taria nos lleva a analizar en primer lugar qué es lo que Kuhn en-
tiende por comunidad científica. Este grupo tan especial estaría
constituido por científicos de una determinada disciplina que han
compartido un aprendizaje, que tienen formas similares de enten-
der y resolver los problemas que la investigación diaria les plantea
y a los que un lenguaje común les permite comunicarse entre sí
sin riesgo a ser malentendidos. Esta comunidad no sólo tiene a su
cargo la producción de nuevo conocimiento en el área de su es-
pecialidad sino que también le corresponde el entrenamiento y
formación de los nuevos profesionales. Los científicos comparten
toda una serie de conocimientos pero también una variedad de
prácticas educativas, metodológicas y de comportamiento que los
identifica como miembros de un grupo determinado. Por sus par-
ticulares características esta comunidad se aisla, y es público y
juez de su actividad. Los científicos escriben para sus colegas, no
para el público en general. Otra característica central es que estos
grupos son para Kuhn esencialmente conservadores y dogmáti-
cos. En efectp, la enseñanza que recibe el científico en general no
se propone que éste sea crítico, sino más bien se lo entrena con
manuales o libros donde frente a cada dificultad se busca que el
estudiante practique la resolución de problemas ya dados para
que después sea capaz de aplicar las mismas fórmulas a nuevas
situaciones planteadas por la investigación. La aplicación de cate-
gorías y fórmulas extraídas de ejemplos ya estudiados o resueltos
a nuevos problemas es la base de ía actividad científica, y es por
esto que los científicos son en general reacios a cambiar sus pun-
tos de vista y teorías frente al primer problema irresoluble que
surja. Pero veamos con más detenimiento qué es lo que los cien-
tíficos comparten.

89
La tradición anglosajona

4. b. Paradigma y ciencia normal

Kuhn dice que una comunidad científica es tai en la


medida en que comparte un paradigma. La palabra para-
digma tiene en su obra múltiples significados, pero po-
dríamos decir que sus principales características son: ser
el modelo de acción, una metodología de investigación y sobre
todo una manera de ver el mundo.
116
La primera noción de paradigma en Kuhn es un tanto confu-
sa y tan abarcativa que, como producto de las críticas de sus cole-
gas, se vio obligado a reformularla en la Posdata que hizo a La
estructura en 1969, y que es la que seguiremos aquí.
En la Posdata, Kuhn distingue un primer uso del concepto
donde paradigma es la constelación de compromisos del gaipo.
Una "matriz disciplinaria" que incluye:
a) generalizaciones simbólicas: conjuntos de definiciones y le-
yes válidas para la disciplina. Por lo general estas leyes están
formalizadas;
b) modelos heurísticos, es decir, ciertos modelos de cómo inter-
pretar la realidad de tal forma que el científico pueda identificar
dónde hay un problema o enigma a resolver y cuáles son las
soluciones aceptables para su comunidad;
c) ciertos valores tales como coherencia, predictibilidad, senci-
llez, exactitud, etc., tenidos en cuenta a la hora de evaluar una
teoría; y

4 6 . Es c o m ú n e n c o n t r a r a m u c h o s autores que hablan de im pirmer Kuhn,


el de La estructura ( 1 9 6 2 ) y un s e g u n d o K u h n q u e revisaría m u c h a s de s u s
p o s i c i o n e s c e n t r a l e s a partir de la m i s m a P o s d a t a a su libro ( 1 9 6 9 ) . Si b i e n
e s c i e n o q u e h a y u n v u e l c o p a u l a t i n o h a c i a c u e s t i o n e s d e t i p o lingüístico
y a un análisis m á s estructural de las teorías científicas en t a n t o tales, no
n o s p a r e c e q u e e s t o lleve n e c e s a r i a m e n t e a disminuir e l c o m p r o m i s o
o n t o l ó g i c o q u e implicaba l a p r i m e r a f o r m u l a c i ó n del p a r a d i g m a e n t a n t o
visión del m u n d o y a q u e t e n e m o s q u e t e n e r e n c u e n t a q u e las c a t e g o r í a s
d e l l e n g u a j e p a r a K u h n c o n f o r m a n nuestra p e r c e p c i ó n y e s t r u c t u r a c i ó n d e
lo q u e n o s r o d e a .

90
Notas introductorias a la filosofía de ia ciencia

d) un conjunto de problemas resueltos que son ejemplos com-


partidos a partir de los cuales el estudiante descubre una for-
ma de ver un nuevo problema dentro de la disciplina en cues-
tión. La práctica rutinaria sobre esos problemas genera en el
científico una capacidad de ver dos situaciones como similares
y análogas y por lo tanto resolverlas de manera parecida.
Este último aspecto del paradigma es el que nuestro autor
considera central, y muchas veces se refiere a paradigma como
idéntico a ejemplos compartidos. Este aprendizaje no se lleva ade-
lante sólo por la transmisión de generalizaciones aceptadas por eí
grupo sino también (y fundamentalmente) en los mecanismos
del proceso mismo. El estudiante en su práctica cotidiana de reso-
lución de problemas no incorpora sólo categorías o palabras sino
que al incorporarlas en su funcionamiento, en su contexto, en
toda una red de analogías y similitudes, adquiere también una
manera de ver las cosas, de organizarías y percibirlas:
"(...) contempla la situación a la que se enfrenta como un cien-
tífico en la misma Gestalt que otros miembros de su grupo de
especialistas. Para él ya no son las mismas situaciones que había
encontrado al comenzar su preparación. En el ínterin ha asimila-
do una manera de ver las cosas, comprobada por el tiempo y
47
sancionado por su grupo."
Hay una aprehensión simultánea de ia palabra y de ía natura-
leza, que se da en la práctica y que no deriva de consideraciones
puramente metodológicas, Todos los individuos están sometidos a
los mismos impulsos, pero no todos tienen las mismas sensaciones
ya que la educación, la cultura, el idioma y las experiencias pasadas
construyen nuestras sensaciones de una manera determinada que

4 7 . T. Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas, M é x i c o , FCK, 1985,


p. 2 9 0 . La Gestalt es una e s c u e l a d e n t r o de la psicología q u e t o m a la c o n c i e n -
cia c o m o una totalidad d o n d e ios p e n s a m i e n t o s s o n p e r c e p c i o n e s significati-
vas totales y n o c o n j u n t o s a s o c i a d o s d e i m á g e n e s . Para otras r e f e r e n c i a s d e
Kuhn r e s p e c t o a la Gestalt v e r T. Kuhn, "Algo m á s s o b r e paradigmas", en T.
Kuhn, La Tensión Esencial, y T. Kuhn, ( 1 9 8 6 ) "Dubbing a n d redubbing: t h e
vulnerability of rigid dcsignation".

91
La tradición anglosajona

es compartida por nuestro grupo pero que difícilmente pueda serlo


por otro. El proceso que convierte los estímulos en sensaciones es
involuntario, es neuronal, lleva incorporado un conocimiento de la
naturaleza adquirido en experiencias previas e incoiporado cultural
y socialmente (a nivel grupo de pertenencia) ya que, según nues-
tro autor, la experiencia pasada se incorpora al aparato neuronal
que transforma los estímulos en sensaciones. Dice Kuhn: "lo que
hace que la integridad de la percepción valga la pena de subrayarse
es, por supuesto, que tanta experiencia pasada se encuentre incor-
porada en el aparato neuronal que transforma los estímulos en sen-
saciones. Un mecanismo perceptual apropiadamente programado
tiene valor de supervivencia. Lo que está incluido en el proceso
neuronal que transforma los estímulos en sensaciones tiene las ca-
racterísticas siguientes: ha sido transmitido por medio de la educa-
ción; tentativamente, ha resultado más efectivo que sus competi-
dores históricos en el medio actual de un grupo y, finalmente, está
sujeto a cambio, tanto por medio de una nueva educación como
48
por medio del descubrimiento de incompatibilidad con el medio".
Volvamos a ía tesis original que sustenta toda la argumentación: "la
práctica científica implica generalizaciones que presuponen un len-
guaje, la adquisición de dicho lenguaje lleva consigo conocimiento
de la naturaleza. En el proceso de aprendizaje (resolución de pro-
blemas) se adquiere lenguaje y conocimiento a la vez, aparecen
49
como dos caras de la misma moneda".

4 8 . T. Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas, pp. 298-299-


4 9 . T. K u h n , " ¿ Q u é s o n las r e v o l u c i o n e s científicas?", en ¿Qué son las
revoluciones científicas?, B u e n o s Aires, Paitiós, 1 9 9 0 . Si s e g u i m o s las pistas
d a d a s p o r el p r o p i o Kuhn llegamos hasta Quine, quien d i c e sostener una
t e o r í a naturalista o c o n d u c t i s t a del l e n g u a j e y en el q u e e n c o n t r a m o s afir-
m a c i o n e s c o m o ias siguientes: " H a b l a m o s e l m i s m o l e n g u a j e p o r q u e l a s o -
c i e d a d n o s h a instruido e n u n m i s m o p a t r ó n d e r e s p u e s t a s v e r b a l e s a incita-
ciones exteriores observables (...) y d e s d e ñ a m o s en este p r o c e s o o t r o tipo
d e m a t i c e s y distinciones". E l a p r e n d i z a j e d e t é r m i n o s e s p a r a Q u i n e u n
a p r e n d i z a j e c o n t e x t ú a ! e implica s i e m p r e a p r e n d i z a j e d e u n a c o n d u c t a . D e
ninguna m a n e r a p u e d e hablarse de que un lenguaje es inculcado y c o n t r o -
í a d o s o c i a l m e n t e . W. Q u i n e , " H a b l a n d o de objetos", en La relatividad on-
tológica y otros ensayos, Madrid, Tecnos, 1986.

92
Notas introductorias a ia filosofía de la ciencia

Podríamos decir entonces que el paradigma excede eí con-


cepto tradicional de teoría científica y funciona como un conjunto
de prácticas y categorías compartidas por un grupo de científicos
en un momento dado y que les permite a éstos organizar y cono-
cer el mundo de una determinada manera (aquí una vez más la
teoría precede a la observación). Mientras este modelo de trabajo
y de ver la realidad está vigente nos hallamos en lo que Kuhn
denomina "ciencia normal".
En la ciencia normal el paradigma vigente dirige las inves-
tigaciones y es el marco en que se desarrolla la actividad de la
comunidad científica. La actividad se centra en la resolución de
problemas, que pueden ser tanto de tipo teórico como experi-
mental. Existe una confianza en que el paradigma compartido
provee de los instrumentos metodológicos, conceptuales, etc., ne-
cesarios para resolver cualquier enigma.

4. c. Ciencia: ¿una historia de revoluciones?

Plasta ahora hemos visto cómo con los conceptos de comuni-


dad científica y paradigma, Kuhn defiende una visión sí se quiere
más sociológica del trabajo de investigación en la medida en que el
objeto de estudio sería el grupo y sus compromisos en tanto tal. Si
nos quedáramos aquí tendríamos una visión estática de la ciencia.
Tendríamos categorías de análisis para estudiar la ciencia y los gru-
pos de científicos en un momento dado pero no su evolución, sus
rupturas y sus cambios. Es el momento de encontrar cuál es la
dinámica histórica del conocimiento científico. Para ello Kuhn pro-
pone analizar la historia de la ciencia no como una sucesión
acumulativa de descubrimientos y adelantos o como una alternan-
cia entre ensayo y error, sino como un recorrido discontinuo, con
rupturas que dejan atrás paradigmas establecidos y crean otros nue-
vos. Kuhn llega a la conclusión de que en la historia de las ciencias,
como en toda historia, es necesario hablar de revolución.
Su reflexión se origina en la observación de los científicos
sociales. Kuhn se da cuenta de que en estas ciencias no existe el
acuerdo o paradigma que parece guiar a Sas demás, que no hay

93
La tradición anglosajona

una teoría "dominante" sino que más bien existen diferentes gru-
pos que pelean entre sí por "imponer" y "convencer" al resto de
su propio modelo. En términos de Kuhn podemos decir que no
han llegado a su "madurez" ya que no tienen acuerdos básicos
sobre métodos, problemas a resolver, etc.
I-a realidad de ciencias como la física y la química es diferente.
Allí sí la base común es lo suficientemente sólida y amplia como
para soportar pequeñas diferencias sin que la comunidad se atomice
en distintos grupos. Si bien algunas de estas ciencias gozan hoy de
un paradigma aceptado nos vemos necesitados de relativizar esta
afirmación ya que, recorriendo su historia, podemos observar, se-
gún Kuhn, que no siempre fue así. Es decir, que antes de llegar a su
madurez, habían reconido un camino similar al de las ciencias socia-
les, y aún más, que el paradigma vigente en nuestros días es el
resultado de profundos cambios en el interior de la disciplina pro-
ducidos por verdaderas revoluciones científicas.
Mientras los científicos trabajan dentro de un paradigma se pue-
de hablar de progreso, no en un sentido de avance hacia la verdad,
sino de que se profundiza y se complejiza más lo conocido; se "com-
pleta" el "rompecabezas". Sin embargo tarde o temprano se presen-
tan determinados hechos que no pueden ser explicados dentro deí
paradigma, es decir surgen enigmas para los cuales el modelo no
tiene respuesta. Esto es lo que se denomina a?iomalía. Ahora bien,
que exista una anomalía puede querer decir dos cosas: o bien que los
científicos todavía no encontraron la manera de insertar adecuada-
mente lo nuevo en su marco conceptual, o bien, que es eí marco
conceptual el que no logra dar cuenta de la realidad empírica a la que
refiere. Recordemos que la comunidad científica tiende a ser conser-
vadora, y por lo tanto, a diferencia de lo que sostendría un falsacionista
ingenuo, Kuhn dice que los científicos conviven penrsanentemente
con dichas anomalías con ía esperanza de que el desarrollo posterior
de sus investigaciones dé adecuada cuenta de ellas. A veces ocurre
efectivamente que logran encontrar la solución, pero otras no Y a
partir de que estos problemas sin solución se acumulan, el rompeca-
bezas no logra completarse y el consenso alrededor del modelo co-
mienza a romperse, el paradigma entra en crisisy surgen diversas

94
Notas introductorias a ia filosofía de la ciencia

propuestas de solución y modelos alternativos. La crisis de un para-


digma pone en juego el conjunto de elementos que lo componen.
Es en este momento cuando los científicos hacen un esfuerzo por
explicitar y fundamentar la visión del mundo que habían adquirido
aerifica mente y es así que se "vuelven conscientes" muchos supues-
tos, tácitos hasta entonces.
Finalmente, si tal esfuerzo no logra resultados, es probable
que se imponga una nueva teoría a las demás constituyendo un
nuevo paradigma y también una nueva comunidad científica, en el
sentido en que quedan excluidos aquellos que se resisten a cambiar
de modelo y se incluyen a otros que quizás no compartían el para-
digma anterior. Recapitulemos antes de seguir adelante. La ciencia
en su devenir histórico atraviesa para Kuhn diversos "momentos" o
etapas. Un comienzo que podríamos llamar preparadigmático (1),
donde la disciplina todavía no ha encontrado un modelo lo suficien-
temente sólido y abarcativo para imponerse. Cada uno de los cien-
tíficos no comparte aún una guía de acción y formación común, las
investigaciones se realizan en forma aislada y muchas veces desde
perspectivas contrapuestas (sería el caso actual de ia mayoría de las
ciencias sociales). Sin embargo, en algún momento la aparición de
un libro o un descubrimiento o experimento concluyeme (2) for-
talece una de las teorías en discusión. Se inicia un periodo de con-
versión (3) de los hombres de ciencia al nuevo modelo. Una vez
que este modelo es hegemónico en la disciplina podemos hablar
entonces de que existe un paradigma sostenido por una comuni-
dad científica que desarrolla la ciencia normal (4). Recordemos
que es en el desarrollo de este cuarto momento en que aparecen
paulatinamente anomalías (5) que según su número o gravedad
conducirán tarde o temprano a la eráis (ó). La fragmentación de Sa
comunidad científica lieva nuevamente a la discusión (7) y a la
propuesta de nuevas soluciones (8) que en ia medida en que lo-
gren imponerse reiniciarán el camino de un nuevo periodo de con-
versión (9) y posterior ciencia normal (10) en el marco de un nue-
vo paradigma. El proceso que tiene lugar desde la aparición de las
anomalías hasta el surgimiento de un nuevo paradigma se denomi-
na revolución científica.

95
La tradición anglosajona

Ei surgimiento de un nuevo paradigma es el resultado de


una revolución científica. Cuando Kuhn habla de revolución lo
hace para remarcar el hecho de que ésta no implica un mero
cambio en la teoría sino que, en la medida en que todo paradigma
implica un ordenamiento de las "cosas" que hay en ei mundo
según las categorías que considere como válidas, un cambio de
dichas categorías genera una alteración en la manera de analizar
esa realidad. La transformación es total y se da a nivel de vocabu-
lario, métodos, lenguaje, etc.
Un cambio revolucionario se mide en función de una comu-
nidad determinada, en la medida en que haya alterado la estructu-
ra y naturaleza del compromiso de grupo.
Toda revolución científica implica para Kuhn una discusión
sobre las premisas, es decir, pone de manifiesto una ruptura en la
comunicación en la medida en que grupos científicos que man-
tengan distintas teorías deberían ser considerados como miem-
bros de distintas comunidades lingüísticas.
En realidad, lo que caracteriza una revolución científi-
ca es la profunda alteración del conocimiento que se da en el
lenguaje mismo, que se exterioriza cuando un informe
observacional sólo es posible de formular alterando el lenguaje
tradicional de una comunidad científica dada. Las revoluciones tie-
nen carácter holístico ya que implican una redeñnición de la co-
nexión entre términos del lenguaje y la naturaleza y un
reordenamiento de las similitudes y diferencias entre las catego-
rías y los objetos. Afirma Kuhn que "cuando se viola el 'uso' de
una palabra se rechaza la taxonomía, derivada empíricamente,
50
que está materializada en el vocabulario de las disciplinas".
El concepto de paradigma implica una "visión del mundo" y
ei cambio de paradigmas es según palabras del propio Kuhn, literal-
mente un cambio de mundo. En este sentido queda cancelada

5 0 . T. Kuhn, "Racionalidad y e l e c c i ó n de teorías", en ¿Qué son las revolucio-


nes científicas?, B u e n o s Aires, Paidós, 1 9 9 0 , p. 1 5 0 .

96
Notas introductorias a la filosofía de la ciencia

toda posibilidad de comparación entre paradigmas, justamente


por ser inconmensurables. En la medida en que el paradigma
estructura ia percepción (y en esto hace la comparación con ía
teoría de la percepción desarrollada por ía escueía de la Gestalt),
el cambio de paradigma determina que los hechos ya no son los
mismos. En el nuevo paradigma, los términos, los conceptos y los
experimentos antiguos varían sus relaciones y se establecen otras
que antes no existían. Literalmente se "inauguran nuevos hechos".
Se nos plantean entonces los siguientes interrogantes: ¿cómo
es posible comparar dos modelos que hablan de mundos diferen-
tes?, dicho de otra manera ¿cómo es posible elegir entre
dos paradigmas?; ¿cómo saber si uno es mejor que otro?
¿Hay progreso en ía ciencia?

4. d. Inconmensurabilidad, progreso y comunicabilidad

Y aquí llegamos a ia parte más problemática de ía pro-


puesta kuhneana. Eí concepto de inconmensurabilidad ha
sido o b j e t o de c o n s t a n t e s críticas por parte de los
epistemóíogos y en respuesta a estas críticas ha sido reeiaborado
y retrabajado por Kuhn constantemente,
Precisando eí concepto de inconmensurabilidad desarrollado
más arriba, dice Kuhn que existe inconmensurabilidad cuando es
imposible encontrar en un lenguaje una descripción adecuada para
traducir una categoría de otro lenguaje. Recordemos que los tér-
minos se aprehenden en interrelación con el mundo, los criterios
y las situaciones que les dan sentido. Los miembros de una comu-
nidad lingüística (por ejemplo, la científica) comparten una
homología léxica; con iguales o diferentes criterios constituyen un
mundo experiencial semejante, estructuras que más allá óv los
matices reflejan el mismo mundo. Si la traducción no pre.s rva
esta taxonomía o clasificación fracasa en su objetivo.
La traducción entre palabras o conceptos equivalentes es
imposible. Cada palabra tiene un horizonte de intencionalidad, es
decir, se abre a un sinnúmero de significados que sóío pueden ser

97
La tradición anglosajona

delimitados contextualmente. Al traducir elegimos una de las


intencionalidades posibles; ¿cómo sabemos si es la correcta? Si-
guiendo a Quine, el traductor no debe brindar un diccionario
sino un manual de instrucciones que permita orientarse en esas
múltiples intencionalidades que muestran cómo estructura el mun-
do la otra lengua. Es decir una traducción "perfecta" entre para-
digmas no puede realizarse. Pero esto no implica que la comuni-
cación no sea posible a través de la interpretación y aprendizaje
del nuevo lenguaje. Por interpretación Kuhn entiende, por ejem-
plo, la actividad de historiadores y antropólogos, quienes, a par-
tir de una lengua que les es conocida, aprenden la otra por eí
contexto de producción lingüística, donde aprender un significa-
do no quiere decir poder traducir. Queda en pie la posibilidad
cierta de que haya personas (científicos) que sean "bilingües",
es decir que sean capaces de pensar con las categorías y
taxonomías de ambas lenguas.
Por lo tanto, lo que Kuhn está negando es la existencia de un
lenguaje de observación común a dos teorías, semánticamente
neutral en términos lógicos y lingüísticos, que permita la elección
entre eíias por simple observación o experimentación.
En la elección entre teorías no sólo intervienen procesos de
tipo lógico-matemático sino también la persuasión. La elec-
ción se hace en base a valores que son enseñados y apren-
didos y no hay reglas de elección. "Si en ocasiones digo que
cualquier elección que hacen los científicos en base a su expe-
riencia y valores tradicionales es ipso Jacto ciencia válida por el
momento, no hago más que señalar una tautología. Las decisio-
nes que se toman por otras vías o las decisiones que no pueden
tomarse de esta manera no ofrecen ninguna base para la ciencia
5
y no se consideran científicas". '

5 1 . T. Kuhn, "Consideraciones en torno a mis críticos", en 1. Lakatos y A.


Musgrave, £¡3 crítica y el desarrollo del conocimiento, Barcelona, Grijalbo,
1 9 7 5 , p. 4 3 1 .

98
Nocas introductorias a la filosofía de la ciencia

Una teoría es mejor que otra si resuelve más enigmas, no


quiere decir que sea más verdadera. Verdad y demostración tie-
nen un valor intrateórico, dentro del paradigma vigente y no tiene
sentido aplicar esas categorías a la comparación entre teorías por-
que nunca sabemos si todos los hablantes (en este caso, científi-
cos de distintos paradigmas) entienden io mismo.
Para entender el progreso científico, entonces, hay que en-
tender el fenómeno de la comunicación parcial. No hay progreso
en un sentido finalista sino que se "evoluciona" en complejidad y
profundidad a partir de lo que conocemos.
Se suele entender, por lo menos en la tradición epistemológica
de raíz neopositivista (excluyendo, en este punto particular a Pop-
per), el progreso científico como un proceso acumulativo de cono-
cimientos, que tendría como meta la verdad (ya sea que se
crea que esta verdad es alcanzable o que ella funcione al
estilo de una "idea regulativa", inalcanzable, pero a la cual la cien-
cia se aproximaría asintóticamente, para utilizar una metáfora
geométrica).
Kuhn distingue dos formas de desarrollo de la actividad científi-
ca: un desarrollo progresivo dentro de ía ciencia normal (paradig-
ma), acumulativo en el sentido de que se va armando
progresivamente el "rompecabezas", y otro tipo de desarrollo no
progresivo, es decir no acumulativo entre un paradigma y otro.
Este último tipo se da en la forma de rupturas, de discontinuidades,
debido a la inconmensurabilidad de los paradigmas en pugna.
Casi al final de La estructura, Kuhn llama la atención sobre lo
siguiente: "ya es tiempo cíe hacer notar que hasta las páginas finales
de este ensayo, no se ha incluido el término 'verdad' salvo en una
52
cita de Erancis Bacon". A renglón seguido propone entender el
desarrollo de las ciencias como un proceso no "hacia" algo (en este
caso hacia la verdad) sino como un proceso "desde" lo que co:¡ ice-
mos. Y el criterio para elegir entre teorías sería interno a ía corruni»

52. T. Kuhn, La estructura de tas revoluciones científicas, p. 262.

99
La tradición anglosajona

dad científica en función de las soluciones y experiencias disponi-


bles a los enigmas científicos.
Con su reconstrucción de la actividad científica, Kuhn cuestio-
na seriamente la división de contextos tal como fue presentada y
abre la posibilidad de interpretar ía ciencia valorando ía necesidad
de aportes de las ciencias sociales. La propuesta kuhneana, para ser
sólida, necesita no sólo de la historia, sino de la sociología, de la
psicología y teorías del aprendizaje, de la antropología y de la lin-
güística. Las consecuencias que dichos estudios realizados en las
últimas décadas han tenido para la concepción tradicional de la
ciencia no han sido todavía hoy lo suficientemente incorporadas a
ios debates estrictamente epistemológicos.
Pero, veamos ahora: ¿un sintetizador de Popper y Kuhn?

5. La m e t o d o l o g í a de los P r o g r a m a s de
Investigación: Imre Lakatos

Su verdadero nombre era Samuel Lipschitz, pero adoptó el


seudónimo de ímre Lakatos (1922-1974). Discípulo de Popper, a
tal punto que afirma haber llevado las ideas popperianas a su
forma más desarrollada, aunque Popper nunca reconoció esta fi-
liación teórica. Por otro lado muchas de sus ideas parecen tener el
sello kuhneano, circunstancia que ha ílevado a que muchos auto-
res vean en él una suerte de síntesis entre Popper y Kuhn. Hay
que tener en cuenta que la principal obra epistemológica de Lakatos
(El falsacionismo y la metodología de los programas de investi-
gación) aparece en 1970, ocho años después de La estructura...
de Kuhn, y en un momento de pleno debate entre las dos gran-
des vertientes en pugna: la popperiana y ía kuhneana que, a par-
tir de los '60, reaviva el debate en torno a la emergencia de ía
ciencia desde una perspectiva realmente diferente, determinan-
do una "nueva imagen de la ciencia" y constituyendo un punto
de no retorno en la epistemología.
La historia de la ciencia nos muestra con asiduidad que
toda teoría nueva, aunque triunfante sobre explicaciones ante-

100
Notas introductorias a ia filosofía de la ciencia

riores en función ele que da cuenta de sucesos que la teoría


desplazada no podía explicar, está, no obstante, sumergida en
un océano de sucesos que la contradicen y que, a la luz de un
refutad o nismo poco elaborado, aparecerían como otras tantas
refutaciones. Según Lakatos, sin embargo, hay que entender
estas supuestas refutaciones como sucesos a explicar merced a
la adición de hipótesis ad hoc. Por lo tanto no habría que anali-
zar las teorías aisladas (como lo entendía la filosofía de la cien-
cia tradicional) sino un entramado bastante más complejo com-
puesto por la teoría primitiva y sus sucesivas modificaciones
luego de añadirle hipótesis ad hoc. Esta unidad de análisis,
mucho más compleja que una mera teoría es lo que Lakatos
llama "programa de investigación" que incluye además la ins-
tancia de la "decisión" de la comunidad científica. Esta decisión
de ia comunidad no solamente constituye el acto fundacional
de la aceptación del programa sino y principalmente el com-
promiso de trabajar dentro de él aun en circunstancias donde la
experiencia disponible sea refutatoria. Es decir, considerar irre-
futables a determinadas hipótesis básicas. La ciencia, así pre-
sentada, en contraposición con la filosofía de la ciencia tradicio-
nal, es un proceso de producción llevado a cabo por hombres
en medio de refutaciones y contradicciones. Estos "programas
de investigación" están compuestos por diferentes instancias
que pueden ser consideradas cada una como conjuntos de re-
glas metodológicas, o sea instrucciones de cómo actuar, qué
rutas de investigación seguir y cuáles evitar.
Esta "decisión" que toma la comunidad científica, por in-
volucrar elementos valorativos, y en algún sentido volitivos,
nos recuerda a los paradigmas kuhneanos. Sin embargo, Lakatos
critica fuertemente a Kuhn por sumir a la empresa científica en
la irracionalidad por, entre otras causas, tener una concepción
de verdad por consenso.
Los elementos constituyentes de los "programas de
investigación" son los siguientes:
En primer lugar el "Centro Firme" o "Núcleo Duro" (Hard
Core), Este núcleo es considerado irrefutable por decisión

101
La tradición anglosajona

metodológica de la comunidad científica que actúa dentro de


este programa: "...convencionaimente aceptado y por una
decisión provisional, irrefutable". Las teorías centrales que los
partidarios del programa están dispuestos a defender forman este
Núcleo, el cual permanece y es defendido aún con abundantes
contraejemplos (anomalías). A tal punto esto es así para Lakatos,
que, en verdad, los programas no son refutados sino que sólo
existe la decisióyi metodológico-pragmática de abandonarlo por
otro más prometedor y que posea contenido empírico adicional,
cuando se dan determinadas circunstancias en el proceso de
desarrollo de la ciencia.
El modo en que se convierte a esta decisión fundacional de
la comunidad en núcleo irrefutable preservado de la refutación es
rodearlo por un "cinturón protector" compuesto por hipótesis auxi-
liares. Estas hipótesis se emplean toda vez que sea necesario sal-
var al núcleo de una aparente refutación. Así, ningún hecho
refutatorio chocará directamente contra el núcleo, sino que será
mediado por estas hipótesis auxiliares. Al cumplir esta función de
protección de la teoría central del programa, pennite que la inves-
tigación prosiga sin necesidad de poner a aquélla en duda.
Este cinturón de hipótesis auxiliares es constituido merced a
reglas precisas, reglas metodológicas que indican el camino que
deben seguir las investigaciones. Estas reglas conforman lo que
Lakatos llama la "heurística positiva". El término "heurística" pue-
de definirse como el "arte del descubrimiento", y en este sentido,
indicaría de qué modo se relaciona el núcleo con sus anomalías.
Dice Lakatos: "...una heurística positiva que defina problemas, es-
boce la construcción de un cinturón de hipótesis auxiliares, pre-
vea anomalías y las transforme en ejemplos victoriosos: todo ello
según un pian preconcebido. Es primordialmente la heurística po-
sitiva de su programa, no las anomalías lo que determina la elec-
53
ción de sus problemas".

5 3 . I- L a k a t o s , "Historia de la c i e n c i a y sus r e c o n s t r u c c i o n e s r a c i o n a l e s " ,


p.472.

102
Notas introductorias a la filosofía de la ciencia

La decisión metodológica de preservar el núcleo a través de


hipótesis auxiliares construidas según la heurística positiva, que
indicarían el camino que debe seguir la investigación, no sería
verdaderamente efectiva en su función si al mismo tiempo no
delimitara de un modo preciso, qué es lo que no se puede hacer
dentro del programa: la heurística negativa. Constituida por un
conjunto de reglas, indica lo que está prohibido para el programa,
los caminos que ía investigación debe evitar, so pena de contrade-
cir el Centro Firme,
A partir de estos conceptos podemos ver cómo funcionaría a
lo largo de la historia un programa de investigación: una determi-
nada comunidad científica decide que ciertas teorías son el núcleo
duro del programa; esa misma comunidad construye un
cinturón de seguridad, y a través de él se determina una
heurística negativa y una heurística positiva que les servi-
rán, para desarrollar la investigación esta última, y para sub-
sanar eventuales inconvenientes la primera. Desde el pun-
to de vista de su estructura, un programa estará constitui-
do por el núcleo y su cinturón de seguridad compuesto por ias
hipótesis auxiliares; pero, ya puesto a funcionar ía dinámica mis-
ma de la investigación obligará a desechar algunas de estas hipó-
tesis y a incluir otras permitidas por la heurística positiva, con ío
cual eí programa está sujeto a cambios continuos que, si bien no
afectan el núcleo hacen que la totalidad vaya modificándose. Este
proceso de descarte y aceptación de hipótesis explica por un
lado la persistencia de ciertos programas, y al mismo tiempo la
posibilidad del cambio, cosa que se presentaba como dificultad en
la concepción kuhneana de paradigma (ciencia normal). Merced a
esta dinámica propia, los programas atraviesan por distintos esta-
dos a través de su historia, calificables como "progresivos" o
"degenerativos" (o, también "regresivos").
Un programa será progresivo si lleva a descubrir nuevos he-
chos merced a su heurística positiva, y será degenerativo si ías hipó-
tesis ad hoc que protegen al núcleo de la refutación no son corro-
boradas en el curso de las investigaciones que lleva a cabo ía comu-

103
La tradición anglosajona

nidad científica, durante un lapso histórico dado (que puede ser


variable ya que para esto no hay reglas externas a la comunidad).
Un período de estancamiento degenerativo de un programa puede
ser superado mediante ciertas modificaciones a lo estipulado por
las regías heurísticas, dándole así un nuevo impulso. Es de suma
importancia tener en cuenta que, para Lakatos, puede haber (y
"debería" haber) varios programas en conflicto, lo cual marcaría una
diferencia con la idea de paradigma hegemónico de T. Kuhn.
En esta dialéctica de programas en competencia a veces ocu-
rren revoluciones científicas. Son cambios de programas de
investigación, que ocurren después de un período más o menos
largo en el que programas contrapuestos se desarrollan paralela-
mente, pero uno de ellos se encuentra en fase progresiva, es
decir aumenta su contenido empírico, y eí otro (u otros) está en
proceso degenerativo, es decir que acumula hipótesis ad-hoc,
reacomodándose verbalmente, pero no dando cuenta de una rea-
lidad cada ve?, más refutatoria y adversa.
La cuestión de decidir entre programas adversarios se resuelve
para Lakatos por consideraciones de eficacia y conveniencia.

5. a. Historia interna e historia externa

La revalorización de la historia en oposición a la teoría de


Popper llevada a cabo por Kuhn, y de alguna manera, tenida en
cuenta por Lakatos, ha producido ia necesidad de hallar catego-
rías históricas con las cuales reconstruir los acontecimientos del
pasado de la ciencia. En este sentido Lakatos resignifica los con-
ceptos de "historia externa" e "historia interna". En principio la
historia interna está constituida por el análisis de las cuestiones
metodológicas vinculadas al cambio de teorías o a las estructuras
lingüísticas de una teoría. Por su parte la "historia externa" esta-
ría constituida por elementos que en principio parecerían no
corresponder a la ciencia misma, como ideologías, los prejuicios
en general, ciertos factores culturales, económicos, sociales, etc.
Lakatos reformula a su manera esta categoría de historia externa
e historia interna.

104
Notas introductorias a la filosofía de la ciencia

En Historia de la Ciencia y sus Recomtrucciones Raciona-


les, Lakatos se plantea tres objetivos, según los cuales in-
tenta mostrar que:

a) La filosofía de la ciencia (FC) proporciona metodolo-


gías normativas con cuyos ténrúnos el historiador reconstruye
"ia historia interna" y aporta de este modo una explicación
racional del desarrollo del conocimiento objetivo.

Las metodologías modernas, para Lakatos, no son un conjun-


to de reglas para desarrollar el trabajo científico, sino que son cri-
terios para evaluar teorías ya elaboradas. Estas evaluaciones cons-
tituyen "reconstrucciones", y por tanto, comportan diferentes "teo-
rías de la racionalidad científica", "criterios de demarcación" o "defi-
5 1
niciones de ciencia". '
El carácter inherentemente prescriptivo de la filosofía de la
ciencia puede entenderse de dos maneras: o como una prescrip-
ción hacia los científicos, con lo cual se confunde con la "metodo-
logía" o como una prescripción para reconstruir la historia de la
55
ciencia. Lakatos evidentemente entiende en este último sentido
la función de la filosofía de la ciencia.

5 4 . Resulta interesante subrayar, r e s p e c t o de la n o c i ó n de criterio de d e m a r -


c a c i ó n , q u e t a n t o ' L a k a t o s c o m o P o p p e r llegan, p o r distintas vías t e ó r i c a s , a ia
misma e v a l u a c i ó n d e ! m a r x i s m o ( a u n q u e P o p p e r , a diferencia d e L a k a t o s ,
e x t i e n d e esta e v a l u a c i ó n hacia ei psicoanálisis, no se o c u p a n u n c a del t e m a ,
c o n lo cual es posible intuir q u e el ú n i c o e n e m i g o de a m b o s es el m a r x i s -
m o ) . P o p p e r los d e s e c h a p o r infalsables, mientras q u e Lakatos ios a c u s a d e n o
c u m p l i r c o n el "requisito del c r e c i m i e n t o continuo". Dice: "¿qué hecho nue-
vo ha predicho al marxismo desde 1917", por ejemplo? En segundo lugar,
señala el p u n t o débil de e s a s series de ajustes "empíricos" pedestres y c a r e n t e s
de imaginación q u e tan f r e c u e n t e s s o n , p o r e j e m p l o , en ia m o d e r n a p s i c o l o -
gía social. P u e d e q u e tales ajustes c o n s i g a n realizar algunas p r e d i c c i o n e s "nue-
vas" c o n a y u d a de a l g u n a s t é c n i c a s estadísticas, y p u e d e incluso q u e c o n t e n -
g a n a l g u n o s g r a n o s irrelevantes d e v e r d a d , p e r o tai t e o r i z a c i ó n c a r e c e d e una
idea unificadora, de p o d e r h e u r í s t i c o y de c o n t i n u i d a d . Cf. I. L a k a t o s , Ixi
falsación y la metodología de los programas de investigación, p. 117.

5 5 . Cf, j. Losee, Filosofía de la ciencia e investigación histórica, Madrid,


Alianza, 1 9 8 7 .

105
La tradición anglosajona

b) Dos metodologías rivales pueden ser evaluadas con la ayu-


da de la historia (normativamente interpretada). Según Losee,
prima facie hay un elemento de circularidad en los intentos
de evaluar reconstrucciones racionales deí progreso científico.
Se apela a la "historia de la ciencia", pero esta historia de la
ciencia es de suyo una interpretación que refleja el sesgo
metodológico. Lakatos tenía presente esta dificultad. No obs-
tante, desarrolló un procedimiento de evaluación de nivel 2
51
en el que el recurso a la historia de ía ciencia es un paso esencial. '
c) Cualquier reconstrucción racional de la historia necesita ser
complementada por una "historia externa" empírica (socio
psicológica).

La delimitación entre historia interna (HI) e historia externa


(HE) es variable, dependiendo de cada metodología, pero Laka-
tos es muy claro a este respecto y dice que, siguiendo su criterio
de delimitación entre HI e HE, "la historia externa es irrelevante
para la comprensión de la ciencia" ya que no posee la autonomía
que sí posee la HI.
Por su parte qué es lo que constituye la Hi, dependerá de
cada metodología:

1) Para los inductivistas, "supuestos descubrimientos de he-


chos firmes y de las llamadas generalizaciones inductivas".
2) Para los convencionalistas, la Hí "consta de descubrimientos
factuaies, de la construcción de sistemas de casillas y su susti-
tución por otros sistemas supuestamente más simples".
3) Para ios faisacionistas, la Hí está conformada por conjeturas
audaces (con aumento de contenido empírico) y, "sobre todo
%1
nos presenta experimentos cruciales negativos".

56. J. L o s c e , op. cit., p. 1 1 7 .

5 7 . L a k a t o s es un crítico i m p l a c a b l e del criterio p o p p e r i a n o a c e r c a de la exis-


tencia en c i e n c i a de e x p e r i m e n t o s cruciales. Para lo q u e Lakatos llama el fin
de la racionalidad instantánea, cf. I. Lakatos, La Historia de la ciencia y sus
reconstrucciones racionales, p. 27 y Lakatos, L, Utfalsación y la metodología
de los programas de investigación, pp. 92 y 114.

106
Notas introductorias a ia filosofía de la ciencia

4) Por su parte, "la metodología de los programas de investi-


gación (MPÍ) enfatiza la rivalidad prolongada, teórica y
empírica, de programas mayores de investigación, pro-
blemáticas estancadas y progresivas, y la victoria, lenta-
mente conseguida, de un programa sobre otro. Cada
reconstrucción racional elabora algún modelo caracte-
rístico del desarrollo racional del conocimiento científi-
co. Sin embargo, todas estas reconstrucciones normati-
vas pueden ser completadas por teorías externas empíricas
para explicar los factores residuales no-racionales. La historia
de la ciencia es siempre más rica que su reconstrucción racio-
nal. Pero la reconstrucción racional o HI es primaria, la HE sólo
secundaria, ya que los problemas más importantes de la HE
son definidos por la Hl. La HE o proporciona explicaciones no-
racionales de la rapidez, localización, selectividad, etc., de los
acontecimientos históricos interpretados en términos de HI; o
bien cuando la historia difiere de su reconstrucción racional,
,8
proporciona una explicación empírica de por qué difieren".

Los programas de investigación, constituidos por un centro


firme, el cinturón protector y las heurísticas positiva y negativa,
constituyen la unidad de análisis de la MPI; su desarrollo constitu-
ye la HI. En un análisis comparativo se pueden considerar los
programas de investigación como una unidad más compleja que
las teorías científicas, y en este sentido el mismo Lakatos se consi-
dera un legítimo heredero de Popper (aunque Popper reniegue
de esta circunstancia) a Ía vez que un superación Lakatos niega,
contradiciendo a Popper, la existencia de "experimentos cruciales"
en el sentido que íes da Popper, como dramáticos momentos de
refutación y corroboración de importancia trascendente:"(...) 'ex-
perimento crucial' es un títuio honorífico, que, por supuesto, pue-

5 8 . La e x p l i c a c i ó n q u e da K u h n a c e r c a de p o r q u é a p a r e c e una crisis y p o r
q u é una a n o m a l í a resulta de importancia primordial son, s e g ú n e s t e criterio,
p a i t e de la historia e x t e r n a .

107
La tradición anglosajona

de conferirse a cierras anomalías, pero sólo mucho después del


59
evento, sólo cuando un programa ha sido rechazado por otro".
Los programas de investigación, merced a la posibilidad de
cambiar con relativa facilidad las hipótesis del cinturón protector, lo
cual hace que el conjunto cambie, constituyen una estructura diná-
mica, que permite explicar con mejores posibilidades eí cambio
científico que la "ciencia normal" kuhneana de La estructura de las
Revoluciones Científicas. En Kuhn resulta problemático explicar ei
surgimiento de anomalías en eí marco de un paradigma que deter-
mina, en principio, tan fuertemente la percepción del mundo.
En cambio para Lakatos hay un dobíe dinamismo:
- INTERNO, en la medida que cambia la constiaición del cintu-
rón protector. No obstante, en la medida que el Núcleo Firme per-
manezca inmutable se debe seguir hablando del mismo PI.
- EXTERNO, o sea el abandono del PI. Esto que Lakatos llama
también Revolución científica, ocurre en la medida que un PI de-
genera, es decir que sólo sabe de reacomodos verbales, hasta que
es abandonado (no refutado) y otro Pí progresa, es decir genera
nuevos hechos. A la unicidad hegemónica del paradigma kuhneano,
se opone la coexistencia más o menos conflictiva de varios PI.
Esta proliferación de PI es, para Lakatos, tanto una descripción
como una prescripción.
En este esquema fuertemente normativo, sin embargo, no
hay una regía fija que marque pautas que determinen qué es lo
que debe formar parte del núcleo duro o del cinturón protector,
ya que éstos dependen de la "decisión" de los científicos en fun-
ción de la experiencia disponible.

5. b. Las metodologías como "programas de investigación


historio gráfica "

Retómenos la afirmación de J. Losse: "Prima facie hay un


elemento de circularidad en los intentos de evaluar reconstruccio-

59. I. Lakatos, Historia de la ciencia y sus reconstrucciones racionales, p. 27-

108
Notas introductorias a la filosofía de la ciencia

nes racionales del progreso científico. Se apela a la 'historia de la


ciencia', pero esa 'historia de la ciencia' es de suyo una interpreta-
ción que refleja un sesgo metodológico. No hay ninguna historia
de la ciencia filosóficamente neutral: ¿Cómo puede entonces cons-
tituir la apelación a la historia de la ciencia (HC) un enfoque satis-
factorio para la evaluación de teorías rivales?"
Lakatos concibe a sus PI como unidades que operan en
diferentes niveles:
En lo que podríamos denominar NIVEL I, o sea como Progra-
ma de investigación científica.
Pero, también las diferentes metodologías que recorren la
historia de la epistemología, pueden ser consideradas (en lo que
sería un NIVEL II) como el "centro firme de Programas de investi-
gación historiográfica (normativa)", al mismo tiempo que consti-
to
tuyen diferentes teorías de la racionalidad científica.
Lakatos las separa en dos grupos: las metodologías Justifica-
cionistas que han "sucumbido bajo el peso de la crítica lógica y
epistemológica"; y por otro lado "las únicas alternativas que que-
dan son las metodologías pragmático-convencionalistas (en-
tre las que incluye al inductivismo probabilístico), coronadas por
algún principio de inducción" (o metafísico). Las metodologías
convencionalistas establecen:
1) en primer lugar, "reglas de aceptación y rechazo" de
proposiciones factuales y teorías antes de establecer re-
glas de prueba o refutación, verdad o falsedad";
2) en segundo lugar, "establecen diferentes sistemas de reglas
11
del juego científico"/
Pero tales "juegos científicos carecen de relevancia epistemo-
lógica a menos que se le añada algún tipo de principio metafí-
sico (o inductivo si se prefiere) que afirme que el juego, espe-

6 0 . A d e m á s , Lakatos los c o n c i b e " c o m o c ó d i g o s de honestidad científica cuya


violación es intolerable", a u n q u e no desarrolla este p u n t o en particular.
61. L Lakatos, Historia de la ciencia y sus reconstrucciones racionales, p. 44.

109
La tradición anglosajona

cificado en la metodología, ofrece la mejor garantía de acerca-


1
miento a la verdad'!*
¿Qué significa esto? Quizás la opinión de I. Hacking
acerca del carácter general de la filosofía de Lakatos nos dé
algún indicio:
"Lakatos huyó de Hungría cuando era un hombre de mediana
edad, y llegó a Inglaterra, donde emprendió el estudio de la
filosofía. Con fines de exposición, sólo vale la pena notar que
un filósofo emigrado puede, muy naturalmente, tener alguien
escuchándolo sobre cada hombro, y al dirigirse sin darse cuen-
ta a ambos, no poner en claro lo que está diciendo a cada uno.
Sobre uno de sus hombros hay una concepción radicalmente
hegelíana y un tanto húngara de los hechos de la filosofía
moderna, un cuerpo de concepciones históricas que Lakatos
da por sentado, y casi no menciona. Sobre eí otro hombro
están los ingleses, cuyos valores científicos son precisamente
lo que desea Lakatos, por muy ignorante y provinciana que
sea la filosofía que corre a lo largo de ellos.
Por ejemplo, la moderna filosofía inglesa ha abrazado un con-
cepto de verdad como representación de la realidad. A esto se
han anexado varios valores de objetividad, comunicación y
discusión con el adversario. A Lakatos le gustaría autorizar es-
tos valores sin la filosofía asociada a ellos. En su lado de la
Europa Central, las teorías representacionales de la verdad aca-
baron para siempre con Kant. El único filósofo postcrítico in-
glés para quien Lakatos siempre tiene una palabra de elogio
es William Whewell, filósofo de la ciencia del sigío XIX. Esto
nos ofrece una comparación útil. Whewell había, a la vez, do-
minado a Kant, y se había imbuido del hístorícismo, y sin em-
bargo trató de mantener lo que en forma común es correcto
en las ciencias inductivas. 'La antítesis fundamental de la filoso-
fía', escribió Whewell, queda indicada por los 'términos subje-

62. Lbídein, p. 4 5 .

110
Notas introductorias a la filosofía de la ciencia

tivo y objetivo'. Ei problema de Lakatos es ofrecer una teoría


de objetividad sin una teoría de representación de la verdad."®
La metodología de los programas de investigación historiográfíca
CMP1H) constituye (igual que las otras metodologías) una "teoría de
la racionalidad", y al igual que los programas ele investigación cien-
tífica no se dejan de lado por algunas refutaciones, tampoco hay
"obligación de rechazar inmediatamente una tal estructura por cau-
sa de algunas anomalías o de otras inconsistencias". La MPIH "predi-
ce (o, si se prefiere, 'postdice') nuevos hechos históricos, inespera-
dos a la luz de las historiografías vigentes (internas y externas) y
tales predicciones serán corroboradas, espero, por la investigación
histórica" lo cual lo transformará en progresivo, en la medida en que
descubra "hechos históricos nuevos, por la reconstrucciónracioml,
de volumen creciente, de la /listona saturada de valoraciones". Las
anomalías deben ser relegadas a la historia externa bajos dos cir-
cunstancias: a) si el programa interno es progresivo, o b) si al ser
relegadas a la historia extema son incorporadas por un programa de
investigación historiográfica progresivo.
Como se ve, para Lakatos todos los esfuerzos humanos por
el conocimiento pueden ser reconstruidos bajo la forma de progra-
ma de investigación.

5. c. Otros niveles para la categoría de "programa


de investigación"

La ciencia misma en su "conjunto puede ser considerada


como un enorme programa de investigación dotado de la supre-
ma regla heurística de Popper: 'diseña conjeturas que tengan
más contenido empírico que sus predecesoras'. Como señaló
Popper, tales reglas metodológicas pueden ser formuladas como
fr
principios metafísicos". '

63. I. Hacían», Revoluciones científicas, M é x i c o , KCE, 1 9 9 0 , p- 245.


ó-í. 1. Lakatos, Metodología de ¡os programas de investigación científica, p. 44.

111
IM tradición anglosajona

Lakatos ve en el desarrollo del trabajo científico multitud de


programas de investigación, y a su vez a la ciencia misma como
un "megaprograma" de investigación.
Quizás pueda pensarse, analógicamente, que de igual modo
que las metodologías son programas de investigación liistoriográfi-
ca, la epistemología misma, en tanto disciplina, constituye un
"megaprograma" de investigación historiográfica, cuyo centro fir-
me mantenga una hipótesis del siguiente tenor: "La ciencia es una
empresa racional...". Si esto fuera así la ciencia sería una empresa
racional, y esta afirmación que constituye una hipótesis, es irrefuta-
ble por decisión metodológica de la comunidad científico episte-
mológica. Esto quizás pueda explicar por qué razón el Kuhn de la
inconmensurabilidad (acusado de irracionalista y de propiciar posi-
ciones relativistas) fue tan resistido al punto de tener que estar
durante más de 30 años ciefendiénctose y aclarando lo que dijo en
La estructura... También esto haría comprensible la posición que
ios epistemóíogos en general toman frente a la filosofía de Paul
Feyerabend, a quien analizamos a continuación.

6. ¿Adiós a la epistemología?: Paul F e y e r a b e n d

Tal vez la seducción que ejerce la postura en torno a la cien-


cia de Feyerabend -epistemólogo nacido en Viena en 1924, que
desarrolló una amplia tarea docente e investigativa en dis-
tintos centros de estudios europeos y norteamericanos, en
especial en la Universidad de Berkeíey donde se opuso
fervientemente a la concepción popperiana en torno de la cien-
cia- consista en la particularidad de su estilo, corrosivo y pintores-
co a la vez, a! tiempo que sitúa, lo cual no es menos seductor, la
reflexión epistemológica en ios límites mismos de sus posibilida-
des ya que, si analizamos en sus consecuencias algunas de sus
tesis más importantes, nos encontraremos con la exigencia de
plantear y justificar la necesidad de aquella reflexión.
Feyerabend inaugura sus reflexiones amparado en un presu-
puesto que tiene su origen en una lectura detallada de la historia de
la ciencia; no hay metodología en el campo de la epistemología

112
Notas introductorias a ia filosofía de la ciencia

que haya brindado sólidos lincamientos a la práctica científica con-


creta, más aún, los grandes desarrollos científicos van asociados a
violaciones reiteradas a las axiologías epistemológicas "oficiales".
De este modo, nuestro autor pone el acento en la imposibilidad
por parte de cualquier propuesta epistemológica que se funda-
mente en una preceptiva rígida, sea inductivista o falsacionista, en
proporcionar criterios adecuados que guíen y orienten a los científi-
cos en el desarrollo y en la elección de teorías, todas las metodolo-
gías tienen sus limitaciones; "hay solamente un principio que pue-
de ser defendido bajo cualquier circunstancia y en todas las etapas
65
del desarrollo humano. Me refiero al principio 'todo vale".
Esta somera caracterización de ios propósitos de Feyerabend
basta para comprender por qué ha denominado a su postura "Teoría
anarquista del conocimiento" y ha recibido desde posiciones
epistemológicas más ortodoxas el mote de irracionalista; parte de
la imposibilidad manifiesta de cualquier metodología de brindar
"principios científicos, inalterables y absolutamente obligatorios
que rijan los asuntos científicos..."/*
En abono de su crítica Feyerabend muestra cómo frente a cual-
quier principio metodológico de amplia aceptación y "necesario para
la ciencia" pueden plantearse o imaginarse situaciones donde no sólo
sea aconsejable ignorar esa regla sino, más aún, reemplazarla por una
opuesta. En tal sentido, Feyerabend se concentra en dos principios:
el primero de ellos, la condición de consistencia, "exige que las nue-
vas hipótesis cbncuerden con teorías aceptadas", es decir que una
nueva teoría o hipótesis debe ser descartada no sólo porque no se
coiresponde con el material empírico que la pone a prueba sino que
debe ser eliminada "porque no concuerda con otra teoría, con una
7
teoría, además, cuyos ejemplos confirmatorios comparte"/
Así nos invita a hacer "proliferar teorías", fundamentalmente a
aquéllas que resultan incompatibles con las comúnmente aceptadas

6 5 . P. F e y e r a b e n d , Contra el método, Madrid, Planeta-Agostini, 1 9 9 3 , p- 2-í.


6 6 . P. Veyerabend, op. cit., p. 2 5 .
67. R Feyerabend, Against method, L o n d r e s , N e w Left B o o k s , 1 9 7 5 , p- 3 6 .

113
La tradición anglosajona

ya que, en ocasiones, la evidencia relevante para una teoría T sólo (

puede manifestarse a la luz de otra teoría T incompatible con la 2

anterior. La idea que está en la base de esta tesis nos sugiere, al


reconocer que no estamos en posesión de una serie de evidencias
definitivas, la posibilidad de estimular nuestra "libertad" y capacidad
argumentativa al enfrentarnos con objeciones a nuestras teorías. In-
cluso más: podemos desarrollar una teoría caduca o abandonada y
llegai" a convertirla en una opción válida frente a las teorías normal-
mente aceptadas. "Si se piensa que habría que dar otra opoitunidad
(al investigador "extravagante" por estudiar) a Aristóteles, dejémosle
que se la dé y esperemos los resultados. Si se contenta con esta
afinnación y no comienza a elaborar una nueva dinámica, entonces la
cosa no tendrá mayor interés. Sin embargo, si no se contenta con el
aristotelismo en la forma en que existe hoy y trata de adaptarlo a la
situación actual de la astronomía, la física y la microfísica, haciendo
nuevas sugerencias, considerando los viejos problemas desde nue-
vos puntos de vista, entonces agradezcamos que haya al menos al-
guien que tenga ideas inusuales y no tratemos de detenerle de ante-
m
mano con argumentos irrelevantes y equivocados".
La segunda regla contra la cual dirige nuestro autor todo su
arsenal argumentativo se refiere a la posibilidad de refutar nues-
tras teorías si no se adaptan los contenidos de la evidencia empí-
rica. Paralelamente postula una segunda contrarregla: la contrain-
ducción. Esto es, la necesidad de manejarnos y desarrollar teorías
que sabemos de antemano presentan innumerable cantidad de
faisaciones;" (...) ni una sola teoría concuerda con todos los he-
09
chos conocidos en su dominio".
Este último aspecto de la perspectiva de Feyerabend nos remi-
te a otra de sus tematizaciones favoritas: el rechazo sistemático de la
presunta objetividad de los hechos como criterio evaluador de las
teorías científicas. Consecuentemente los significados de los términos

6 8 . P. f-'eyerabend, Realism and instrumentalísm: comments on tbe logic of


/actual support, citado en A. Chalmers, ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?,
pp. 190-191-
6 9 . P. F e y e r a b e n d , Contra el método, p. 4 0 .

114
Notas introductorias a la filosofía de la c i e n c i a

y enunciados observacionales dependen del contexto teórico que se


sustente. De este modo nos invita a proceder contrainductivamente,
planteando nuevas teorías que incluso vayan en contra de los resulta-
dos observacionales y experimentales, ya que ello revela en los he-
chos mismos su carácter problemático y los supuestos que se ocultan
tras su apariencia de objetividad. En definitiva, la contrastación empí-
rica no es más que la confrontación entre perspectivas teóricas, una
de las cuales tiene una tradición más sólida en virtud de su antigüe-
dad y por el hecho de que ha pasado a constituirse en una "interpre-
tación natural"; esto es ha pasado a formar parte del lenguaje
observacional de la ciencia en una disciplina particular; "un juicio de
las teorías por los 'hechos' directamente y sin la necesaria cualifica-
ción está sujeto a eliminar ideas simplemente porque no ajustan en
70
eí entramado de alguna vieja cosmología".
Esta concepción holística del significado de todos los términos,
teóricos y observacionales, de una teoría científica nos lleva a otro de
los núcleos álgidos de la posición de Feyerabend, ya que ello supone
ía imposibilidad, al carecer de enunciados observacionales liberados
de contenido ideológico alguno, de poder evaluar teorías alternati-
vas. Estamos aquí en presencia de ía tesis en favor de la
inconmensurabilidad de teorías que presenta Feyerabend con alguna
reminiscencia kuhneana. En ocasiones, señala nuestro autor, los nú-
cleos fundamentales de dos teorías presentan una alteridad tal que
resulta imposible siquiera cualquier intento de traducir los términos y
conceptos de una a las formulaciones de ia otra. De este modo, no
compartirán ningún enunciado observacional y resultarán abiertamente
inconmensurables. Si aceptamos la incomensurabiíidad, esto es ia
ausencia de criterios que orientan ía ponderación objetiva, por parte
del científico, en ía elección de teorías, debemos reconocer que se
abre una perspectiva puramente subjetiva (y "libertaria") en el cora-
zón mismo de la empresa científica, "lo que queda son juicios estéti-
71
cos, juicios de gusto, y nuestros propios deseos subjetivos".

70. Ibídem, p. 51.


7 1 . P. F e y e r a b e n d , Conira el método, p. 121.

115
La tradición anglosajona

Sostener que, en última instancia, el desarrollo científico está


sujeto al azarosa ámbito de las subjetividades de los científicos lleva a
Feyerabend a formular una de sus tesis más polémicas, ya que impli-
ca plantear la justificación acerca de la necesidad de la reflexión
epistemológica; reflexión que se hace en tomo de una práctica, la
ciencia, que es sólo una tradición entre muchas otras. Al respecto,
señala el autor, que los científicos no pueden arrogarse el privilegio
de desarrollar una empresa, la ciencia, con sobrados motivos para
considerarse superior a otras formas de conocimiento. No hay, por ¡o
visto, en la actividad científica misma metodología alguna que justifi-
que tales pretensiones y que ía convierta en paradigma de racionali-
dad y medida objetiva a partir del cual se evalúe ía complejidad de
otras prácticas. Por el contrario, hay que medir estas prácticas en su
justa dimensión; de allí que achaque a Lakatos que sus "reconstruc-
ciones racionales" implican la suposición, no demostrada por cierto,
de que la "sabiduría científica básica" es superior a la brujería o a la
72
magia. Así, más allá de su ponderación de los beneficios que ha
traído la ciencia a la comprensión del mundo y a la utilidad asombrosa
de sus manifestaciones tecnológicas, ello no es producto del método
y en todo caso obedece a una multiplicidad de factores entre tos
cuales se encuentra el monopolio de los mecanismos de publicidad:
"la ciencia hoy prevalece no en virtud de sus méritos comparativos,
73
sino en virtud de que montó el espectáculo en su provecho".
Estos severos cuestionainientos presentados por Feyerabend,
suponen también una seria impugnación a ía misma epistemología
que, según creemos, pierde a partir de su anarquismo epistemoló-
gico amparado en el pragmático principio del "todo vale", el carác-
ter normativo que siempre, desde eí Círculo de Viena a Kuhn, in-
tentó manifestar. En este aspecto habría que plantearse si una epis-
temología carente de cualquier principio que regule y evalúe la

7 2 . P. F e y e r a b e n d , Sciencie In a Free Society, c i t a d o p o r W. H. N e w t o n -


Smith, La Racionalidad de la ciencia, Barcelona, Paidós, 1 9 8 7 , p. lól.

7 3 . P. F e y e r a b e n d , Sciencie in a Free Society, c i t a d o p o r W, H. N e w t o n -


Smith, op. cit., p. 1 6 2 .

116
Notas introductorias a la filosofía de la ciencia

actividad científica y se convierta en una pálida descripción de las


sucesivas reglas y contrarreglas que utilizan los investigadores, no
significa, en definitiva, la imposibilidad de cualquier epistemología.
Por último, habría que destacar el costado "político" que su-
pone su posición teórica y que el mismo Feyerabend se encarga de
destacar en repetidas oportunidades. Esta proliferación metodológi-
ca genera, a partir de la práctica científica misma, la posibilidad de
evitar constreñirse a una preceptiva demasiado rígida al tiempo
que incrementa la libertad de los científicos en la medida en que
desestructura el estigma del profesionalismo con sus medidos ries-
gos y su estandarizado lenguaje (cuestiones éstas que, para Kunh,
promueven el desarrollo de la "ciencia nomial"); "un especialista es
un hombre o una mujer que ha decidido conseguir preeminencia
en un campo estrecho a expensas de un desarrollo equilibrado. Ha
decidido someterse a sí mismo a estándares que le restringen de
muchas maneras, incluidos su estilo al escribir y su manera de hablar
(...). No es que sea opuesto a aventurarse ocasionalmente en cam-
pos diferentes, a escuchar la música de moda, a adoptar vestimen-
tas de moda (...) o a seducir a sus estudiantes. Sin embargo, estas
actividades son aberraciones de su vida privada, no tienen relación
alguna con ío que está haciendo como experto (...). Esta separación
7 1
de ámbitos tiene consecuencias muy desafortunadas. '
Por otro lado, su "anarquismo metodológico" supone la oca-
sión de incrementar la libertad en un plano más general, el de la
sociedad misma, al permitirle a los individuos poder optar por dis-
tintas tradiciones cognoscitivas o de otro talante. De allí la con-osiva
crítica de Feyerabend a una de las supuestas virtudes que constitu-
ye nuestro patrimonio más preciado y que nos distingue como época
liistórica: la institucionalización de ia ciencia y con ella su estableci-
miento como nonna de ponderación e "idea regulativa" a partir de
la cual se estima el valor de toda otra práctica. Si conseguimos
75
liberarnos de ese "sistema de vigilancia instia¡cÍonaÜzada" que cons-

74. R Feyerabend, Contra el método, pp. 129-130.


7 5 . R. K. Merton, c i t a d o en P. F e y e r a b e n d , Contra el método, p. 1 5 1 .

117
La tradición anglosajona

tiíuye la ciencia organizada, tendremos la posibilidad de optar libe-


rados de todo obstáculo (aquí la reflexión en torno de "las condicio-
nes reales de existencia" producto de una estructura social particu-
lar brillan por su ausencia) entre múltiples alternativas ninguna de
las cuales tiene el derecho de arrogarse prerrogativa cognoscitiva
alguna; debemos pues, en nombre de una sana "actitud humanita-
ria", liberar a la sociedad del dogal de una ciencia ideológicamente
petrificada, del mismo modo que nuestros antepasados nos libera-
76
ron del dogal de la "Única Religión Verdadera".

7. La t r a d i c i ó n a n g l o s a j o n a : a m o d o de síntesis

Después de unos cuantos años (y en algunos casos siglos) y no


pocas discusiones epistemológicas acompañadas por desarrollos im-
pensados en la física cuántica, en la matemática y en otras disciplinas,
parece no haber discusiones totalmente cerradas, pero sí se puede
realizar un balance más o menos elemental de ío dicho hasta aquí.
En última instancia, ia discusión, cuando de buscar ias fuentes
del conocimiento se trata, sigue siendo la misma de siempre: ¿cuál
es ía articulación entre los hechos y ío que decimos acerca de
elíos?, ¿cuál es la relación entre los hechos y la teoría, entre "las
palabras y las cosas"?, ¿realmente hay "hechos" que están allí, in-
dependientes del sujeto que los incorpora en una teoría que ios
explica?, ¿o eí mundo es, en un sentido no trivial, una "construc-
ción" del sujeto? De las diferentes respuestas a estos interrogan-
tes, y ya en eí terreno del conocimiento científico, dependen nue-
vas preguntas: ¿es posible la objetividad en el conocimiento cien-
tífico?; ¿si es posible lo es sin restricciones o sólo en circunstancias
específicas?; ¿es del mismo tenor en las ciencias naturales que en
ias sociales?; si no es así, ¿cuál es la diferencia?
Como ya hemos mostrado al principio de este trabajo, en el
plano de las ciencias formales, eí desarrollo ha sido más que sorpren-
dente e insospechado en cuanto a la posibilidad de conocimiento

7 6 . P. F e y e r a b e n d , Agaínst Method, p. 3 0 7 .

118
Notas introductorias a la filosofía de la ciencia

absoluto, verdadero para todo tiempo y lugar. El estado actual de la


cuestión plantea cierta imposibilidad para tai logro ¡aún en las mate-
máticas! En las ciencias fácticas, las indagaciones filosóficas alrededor
de su actividad se potenciaron con eí Círculo de Viena en la década
del '20 de este siglo, y a partir de allí, lograron un desarrollo importan-
te. Su nacimiento, como también explicamos, está enmarcado en la
respuesta neopositivista al problema del conocimiento en general,
de la emergencia de ía ciencia, de su metodología y al problema de
ía demarcación. Aquí comienza un largo y escabroso camino en el
cual se van deshaciendo una a una las tesis básicas del comienzo.
Para el neopositívismo, "ei" método científico comenzó por ser el
inductivismo en el cual los hechos son el principio y también el funda-
mento de todo conocimiento digno de ser tenido en cuenta como
científico. Después de todo parecía que los hechos poseían una con-
tundencia ontológica y cognoscitiva indudable y evidente. El funda-
mento empírico aparece como garantía de objetividad. Ei sentido co-
mún apoya esta aseveración ingenua. Por otro lado, el esfuerzo llevado
a cabo por desprenderse de la vacua especulación que admite cual-
quier contenido, quizás le brinde cierta pertinencia histórica aunque el
rasgo ideológico político que se pretende legitimar con esta postura
epistemológica desnuda parte de sus contradicciones y alcances.
Con todas las objeciones que se le hacen al inductivismo en
general y con Popper en particular, la experiencia sensorial deja de
ser el comienzo privilegiado del conocimiento, aunque todavía conser-
vará algún papel en la elección de teorías. La carga teórica hace su
irrupción en ia epistemología para no abandonar jamás su rol pre-
ponderante, aunque Popper sigue defendiendo entre otras cuestiones
postuladas por el positivismo, la neutralidad y objetividad del conoci-
miento científico y la unidad metodológica. Popper muestra (aunque
en verdad esto fuera desarrollado por otros en la historia de la filosofía
mucho antes) que la relación entre hechos y teoría tal como la plan-
tea eí inductivismo no es posible. Por un lado, ya vimos las dificulta-
des insalvables a que conduce pensar lo empírico como origen de
nuestro conocimiento. El falsacionismo niega absolutamente esta po-
sibilidad aunque sí toma los hechos como fundamento, ya que ellos
son los que deciden si una teoría es refutada o si, por el contrario,

119
La tradición anglosajona

debe seguir contrastándose. La vuelta de tuerca dada por la versión


sofisticada del falsacionismo, revela que ya no alcanza con un solo
hecho para refutar una teoría sino que, debido a la complejidad de
éstas, es necesario pasar revista a hipótesis supuestas, secundarias,
subsidiarias, etc., antes de, por fin, refutar una teoría. El fundamento
sigue siendo el mismo, ya que, en definitiva, son ios hechos los que
deciden y una teoría refutada debe ser descartada. Como la lógica
impide, como ya vimos, asegurarla verdad absoluta de las hipótesis,
la objetividad es planteada por Popper primero como "inter-
subjetividad", es decir, la comunidad científica, en el interjuego de sus
miembros y sometiendo a crítica las distintas hipótesis, es la que
-aunque no asegure la verdad- garantiza transitar un camino de acerca-
miento paulatino a ella. Más tarde Popper propuso la variante de
pensar un mundo objetivo, al que llamó "Mundo 3", compuesto por
todos los productos humanos y las teorías científicas entre ellos. El
carácter público de este mundo 3 y la posibilidad de someter a crítica
constante las' teorías cumplen una función similar a la de la
intersubjetividad. Si para el neopositivismo se podía hablar de objetivi-
dad en el campo individual, para Popper sólo se puede hablar de una
suerte de objetividad de tipo "institucional", referida a la mencionada
comunidad científica
Cuando aparece en escena la línea epistemológica inaugura-
da por T. Kuhn, la carga teórica adquiere un papel determinante
hasta el punto de -en algún sentido- eliminar la neutralidad y ob-
jetividad a través de la noción de paradigma y poner en jaque la
ahistoricidad de ia racionalidad neopositivista. La evolución del
pensamiento kuhneano a través del tiempo se ha orientado en el
sentido de desvirtuar la fuerza inicial de estas afirmaciones, y en
ios últimos escritos, por ejemplo, desaparece la noción de "para-
digma", y la "inconmensurabilidad" se "convierte" en una
"inconmensurabilidad local" que no presenta más inconvenientes
que los de la mera traducción entre "idiomas". Sin embargo, Kuhn
sigue defendiendo la necesidad de estudiar la génesis histórica en
oposición a la postura de Popper. Los aspectos sociológicos, eco-
nómicos, culturales en general y psicológicos cobran una impor-
tancia singular ya que las construcciones teóricas de los científicos

120
Notas introductorias a la filosofía de la ciencia

eos incluyen estos aspectos. Como lo que nos interesa es mostrar


el logro de Kuhn al advertir estas influencias ineludibles no es
necesario aquí desarrollar el cambio del pensamiento kuhneano
que de por sí resulta muy importante e interesante.
Los desarrollos dados en la historia de las ciencias gracias a esta
línea kuhneana mostraron acabadamente que la ciencia funciona siem-
pre de un modo diametralmente diferente al planteado por Popper:
la neutralidad y objetividad son conceptos demasiado fuertes y rígi-
dos para poder ser sostenidos por actividad humana alguna.
En nuestra historia, Lakatos puede ser visto como el que llevó
el falsacionismo a sus últimas consecuencias, o como una síntesis
entre Popper y Kuhn. De cualquier modo lo que sí es seguro es
que la obra de Kuhn no pasó desapercibida para nadie, y tampoco
para Lakatos, quien incluye en sus "programas de investigación"
buena parte de los conceptos que Kuhn veía en los paradigmas.
Los "Programas de investigación" lakatosianos, en cada momen-
to histórico, pueden estar lleno de contraejemplos o anomalías. Pue-
den ser víctima de contradicciones y ambigüedades. Lo que cuenta
no es la fonna de las teorías en particular, sino la tendencia que mues-
tra toda la secuencia, juzgamos los desarrollos históricos, los logros a
lo largo de un período, antes que la situación en un momento parti-
cular. Historia y metodología se combinan en una sola empresa.
Esta noción de programa de invesügación parece adecuarse un
poco mejor a lo que ocuire en la actividad científica concreta, ya que
permite visualizar el cambio en el interior mismo de la teoría, que
incorpora ciertas hipótesis en su cinturón y descarta otras constituyendo
un todo más complejo que la mera teoría popperiana, y con gran
dinamismo interior, a diferencia de la "ciencia normal" kuhneana.
Finalmente, Paul K. Feyerabend, a pesar de su "anarquismo
metodológico" y su "impugnación a la epistemología", aparece
como un hijo díscolo pero legítimo de la tradición anglosajona, en
la medida en que su discusión se desarrolla en el marco y los
límites de esta tradición.
Lo que queda claro en nuestra breve y salvajemente recorta-
da historia es que la noción de objetividad y neutralidad, si no
queda anulada por lo menos debe ser sometida a una reformulacíón

121
¡M tradición anglosajona

profunda. Téngase en cuenta que todos estos epistemólogos en-


cuentran sus ejemplos en disciplinas que pasan por ser las más
desarrolladas y consolidadas. La gran mayoría de los ejemplos que
utilizan para avalar sus categorías provienen de la física, muchos
de la química y la astronomía, en mucha menor medida de la
biología, pero ninguno proviene de las ciencias sociales.
Ahora bien, la epistemología se ha desarrollado en una línea que
fue desmoronando lenta pero inexorablemente los principales pre-
77
supuestos positivistas. Si hemos de creer a Heisenberg, la mismísima
física se ha desarrollado en una línea francamente antipositivista, y
otro tanto se puede afinnar de la fundamentación de la matemática.
Entonces, ¿por qué sigue vigente una suerte de positivismo
del sentido común?, y más aún, ¿por qué la gran mayoría de los
investigadores profesionales universitarios sigue pensando su disci-
plina particular en términos de ideales positivistas?
Quizás haya que ir a buscar por fuera del ámbito interno de la
actividad científica misma, ese ámbito, cuya relevancia y determi-
naciones en el quehacer científico, el positivismo intentó escamo-
tear en una maniobra ideológica destinada a desligarse del
condicionamiento social. La hegemonía epistemológica del positi-
vismo en la sociedad se apoya en dos pilares: uno consiste en pro-
clamar a la ciencia como neutral, objetiva y autónoma, es decir,
ubicada al margen de los intereses humanos y sociales, y el otro es
un producto de la "demarcación" ideológica que consiste en conde-
nar, por irracionales y anticientíficos, a otros discursos y saberes, en
una especie de remedo colectivo de la falacia adhominen.
En eí próximo libro del ÍHJWÍCO tomaremos una por una las
principales tesis de la tradición que acabamos de introducir y las
discutiremos desde otra perspectiva, con el propósito de mostrar
un análisis que pueda ocuparse tanto de la estructura y validez de
las teorías científicas como así también de los aspectos sociales de
las mismas, comenzando por los mismísimos conceptos de cien-
cia*/ racionalidad.

77. W. M. H e í s e m b e r g , La imagen de la naturaleza en la física actual, Madrid,


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122
Notas introductorias a la filosofía de ía ciencia

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124
índice

Presentación 5
Agradecimientos 6
Palabras preliminares 7
a. Nuestro propósito 7
b. Lo "obvio": la ciencia moderna 8
c. Nuestro punto de partida 11
Breve caracterización de la epistemología 13
La clasificación de las ciencias 15

i
Primera Parte
La ciencias formales
Las ciencias formales y su "Historia Metodológica" 19
1. Introducción: ¿Cuál es el asunto? 19
2. De lo concreto a lo abstracto. Reflexiones acerca
del lenguaje lógico 20
3. Créase o no, todo es historia: los sistemas axiomáticos
o el principio del deseo frente al principio
de realidad 28
4. Palabras finales o de lo abstracto a lo concreto 37
Segunda Parte
Las ciencias fácticas
1. ¿Qué es el Positivismo? 41
1, a. El origen histórico del Positivismo 42
1. b. Características generales del Positivismo 44
1. c. El Círculo de Viena (para la comprensión
científica deí mundo) 50
1. d. Rudolf Carnap 54
2. El método inductivo 58
2. a. El inductivismo 58
2. b. El origen del método 61
2. c. Los problemas del método 63
3- Eí falsacionismo como criterio de demarcación
científica: Karl Popper 72
3- a. La falsabilidad y el problema de la demarcación.... 72
3. b. El método hipotético deductivo o refutacionismo
ingenuo 76
3. c. El refutacionismo sofisticado 81
3-d. El problema de las hipótesis ad hoc 84
4. Entre paradigmas y rupturas: Thomas Kuhn 87
4. a. El papel de la comunidad científica 88
4. b. Paradigma y ciencia normal 90
4. c, Ciencia: ¿una historia de revoluciones? 93
4. d. Inconmensurabilidad, progreso y comunicabilidad 97
5. La metodología de los Programas de Investigación:
ímre Lakatos 100
5. a. Historia interna e historia externa 104
5. b. Las metodologías como "programas de
investigación historiográfica" 108
5. c. Otros niveles para la categoría de "programa de
investigación" 111
6. ¿Adiós a la epistemología?: Paul Feyerabend 112
7. La tradición anglosajona: a modo de síntesis 118
Bibliografía 123
"SIN EL HOMBRE ¿QUÉ SIGNIFICARÍA LA
REALIDAD DEL UNIVERSO? TODA LA CIENCIA
ESTÁ LIGADA A LAS NECESIDADES, A LA VIDA,
A LA ACTIVIDAD DEL HOMBRE. SLN LA
ACTIVIDAD DEL HOMBRE, CREADORA DE
TODOS LOS VALORES, INCLUSO CIENTÍFICOS,
¿QUÉ SERÍA 'OBJETIVIDAD'? UN CAOS, ES
DECIR, NADA, EL VACÍO, SI SE PUEDE DECIR
SIQUIERA ESO, PORQUE EN REALIDAD, SI SE
IMAGINA QUE NO EXISTE EL HOMBRE, NO SE
PUEDE IMAGINAR LA LENGUA Y EL
:
PENSAMIENTO."

ANTONIO GRAMSCI
INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA FILOSOFÍA

eudeba
?
Y--. CielóvBásico Cóití^V -S

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