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Informe metodología de la historia: concepciones del tiempo

Profesora: Irene, Rodríguez

Alumno: Nuñez, Nahuel

G.J. Whitrow comienza su libro el tiempo en la historia diciendo que la mayoría de nosotros
sentimos de modo intuitivo que el tiempo transcurre sin que nos afecte en nada, de esta
manera para mucha gente la forma en que se mide el tiempo por medio del reloj o el
calendario es absoluta. Esta división, como la del día en horas, minutos y segundos es
puramente convencional, nuestra experiencia del tiempo para el autor procede siempre del
presente y la idea del tiempo es el reflejo de esa experiencia, así el sentido del tiempo implica
nuestros intereses y la concentración de nuestra atención, como también la condición física
general y el más influyente la edad, ya que a medida que nos hacemos mayores el tiempo
registrado por el reloj y el calendario parece transcurrir más rápido. Pero no existe prueba de
que hayamos nacido con algún sentido de la conciencia temporal, así afirma citando a J.
Piaget “aunque la conciencia del tiempo es producto de la evolución, las ideas del tiempo no
son innatas, ni se aprenden de modo automático (…) son construcciones intelectuales
resultantes de la experiencia y la acción”1. Sin embargo, nuestra concepción del tiempo y del
espacio no es única, ni existe una única intuición del tiempo común a toda la humanidad, el
tiempo ha sido considerado de varias maneras conceptualmente distintas, por eso para
Whitrow “nuestra idea del tiempo está íntimamente relacionada con el hecho de que nuestro
proceso de pensamiento consiste en una secuencia lineal de actos discontinuos de atención”2.

Así de este modo la gente tiene siempre algún método de registrar y computar el tiempo, sea
basado en las fases de la naturaleza, variaciones temporales del clima, de la vida vegetal y
animal, o la observación de los fenómenos celestes, la medida del tiempo fue precedida por
las indicaciones suministradas por incidentes particulares. El método más antiguo se realizaba
por medio de algún fenómeno no reiterativo fácilmente reconocible como contar los días por
amaneceres, como se ve en Homero3 en su Ilíada y Odisea, otros pueblos contaban el tiempo
en base a las noches de modo que el dormir proporcionaría un indicador de tiempo, como
también emplearon el sol para indicar un momento en el periodo diurno. Se han adoptado así
muchas maneras de fijar el comienzo de la unidad del día, el alba por ejemplo para los

1
J. Piaget, “The time conception of time”, Londres, 1969
2
Whitrow, G.,” El tiempo en la historia”, Barcelona, Critica, 1990, p. 28.
3
La fusión del día y la noche en una unidad de veinticuatro horas, no tenía lugar para el hombre
primitivo que los consideraba dos fenómenos distintos.
antiguos egipcios, la puesta del sol para los babilonios, judíos y musulmanes, y en la salida en
un principio, y luego la media noche para los romanos. Además del día la otra importante
unidad natural de tiempo dice Whitrow es el año, aunque presenta normalmente el mismo
ciclo de fenómenos el hombre aprendió gradualmente a unir las distintas estaciones en una
sola unidad temporal. Las estrellas ayudaron al hombre a determinar las estaciones, pero no a
dividir el año en partes, la luna se ha empleado para el año y el día en unidades temporales el
crecer y menguar de la misma proporciona para nuestro autor “un medio constante de
computo del tiempo (…) la luna puede considerarse el primer cronometro (…) su continuo
cambio de apariencia dirigió la atención sobre el aspecto duracional del tiempo”4.

Para considerar intervalos de tiempo más cortos que el año o el día, los pueblos primitivos
utilizaron intervalos fisiológicos como el parpadeo de un ojo, o intervalos ocupacionales
como el tiempo necesario para cocinar cierta cantidad de arroz. De esta forma hasta el
advenimiento de la moderna civilización industrial la vida de las personas estaba mucho
menos dominada por el tiempo que lo que la había estado hasta entonces, son el desarrollo y
las continuas mejoras del reloj y luego los relojes portátiles, los que para Whitrow han tenido
una influencia profunda en el modo de vida. Sentimos para él una necesidad creciente de
adherirnos a rutinas establecidas para que las complejas operaciones de nuestra sociedad
puedan funcionar con fluidez y eficacia, nos vemos obligados cada vez más a relacionar
nuestro ahora personal a la escala de tiempo determinada por el reloj y el calendario.

En cuanto a los conceptos del tiempo el primer pensador que analizo las consecuencias de
que nuestra experiencia real del tiempo se limite al instante del presente fue San Agustín cuya
conclusión es que nuestras ideas del pasado y del futuro dependen de nuestra conciencia de la
memoria y sentido de la expectativa, el concepto básico de su punto de vista es el instante y
no la duración, modo de pensar que no empezarían a utilizar los pensadores hasta la
revolución copernicana en astronomía y cosmología, donde la importancia del instante se
plasmó en el arte (Hans Holbein) como en la literatura ( Michel de Montaigne). Así el
escepticismo de la época ante el conocimiento humano toma un efecto positivo con Rene
Descartes y su filosofía, en la que explica bajo su axioma cogito ergo sum la existencia
continuada del mundo, su respuesta a la incógnita de porque la existencia se explica con el
instante transitorio y no con la duración dio como respuesta por parte de Descartes que el
mundo es creado a cada instante y la conservación y creación solo difieren en nuestro modo
de pensar y no en la realidad, y la autoconservación es prerrogativa de dios.
4
Whitrow, G., opcit, p. 32
Con la llegada del siglo XIX la idea de una sucesión temporal toma una vital importancia en
la vida y en el pensamiento humano, esto trae avances importantes en la literatura como las
biografías, y a medida que avanza el siglo nos encontramos con que la verdad ya no se
considera eterna e inmutable, sino dependiente del tiempo, la atención se centra en los
procesos históricos en lugar de un orden de cosas eternamente valido e invariable. El centro
de interés se traslada del dice Whitrow “del hecho finalizado a los procesos genéticos, (…),
<del ser> al <llegar a ser>”5.

Por su lado J. Attali considera que las formas del tiempo se entrelazan en complejos
arabescos, en interferencias refinadas. Donde el uso de un objeto y su posterior abandono
revelan en parte al orden social del que es contemporáneo y en el que a su vez participa, y de
dichos entrelazamientos nace la multiplicidad de lecturas posibles de nuestro tiempo. Acusar
a las genealogías, descubrir la necesidad y el uso revelan, para el autor, de modo extraño y
complejo no solo el sentido del tiempo para cada sociedad, sino también a su vez como el
hombre se sitúa en el tiempo, lo piensa y lo organiza.

Al igual que Whitrow, Attali considera que la llegada de la industrialización y los artefactos
de medición del tiempo como los relojes, la vida de las personas se ve más y más dominada
por el tiempo. Es así como define que el tiempo de las maquinas es el que rige y hace al
hombre abandonar los tiempos de los dioses por el suyo propio, este tiempo de las maquinas
se mide en tiempos de producción cortados en los que cada pausa restaura la fuerza de las
maquinas, y al imponer las leyes de la producción en la sociedad esta se conceptúa a su vez
como una maquina en la que se debe valorar el tiempo y donde se efectúa el cambio con el
dinero que se recibe a cambio por el trabajo. De esta manera el tiempo, el trabajo y el dinero
se vuelven equivalentes, y el tiempo toma un sentido nuevo, el del progreso cortado en
pausas nuevas: las del descanso de las maquinas. Es así que para nuestro autor “todo trabajo
del hombre es pensado como un tiempo cristalizado, como una aceleración del que sigue la
naturaleza”6.

De esta manera el tiempo del hombre para el autor es su vida misma y es el mismo quien fija
su horizonte y rige su destino, y deja una frase la cual podría bien ser tomada como una
conclusión, aunque se encuentre entre las primeras páginas de su trabajo, sobre la concepción

5
G. Whitrow, G., opcit, p.220
6
Attali, J.,” Historias del tiempo”, Madrid, FCE, 1985, p. 10.
del tiempo “Fantástica ambición del hombre, fabuloso misterio de la naturaleza, el tiempo es
siempre doble: trascurre y vuelve a comenzar”7.

Aportes de F. Braudel al trabajo entre la historia y otras ciencias sociales:

Para Braudel existe una crisis general de las ciencias del hombre, todas se encuentran
abrumadas por sus propios progresos. El problema reside para el autor en como superaran las
ciencias estas dificultades, las cuales se preocupan más hoy que ayer de definir sus objetivos,
métodos y superioridades, se encuentran comprometidas en pleitos respecto de las fronteras
que pueden o no existir entre ellas. Estas querellas tienen para Braudel sus propios intereses
que son afirmarse frente a los demás y da forzosamente pie a nuevas curiosidades ya que
negar al prójimo supone conocerlo previamente.

Así las ciencias sociales se imponen unas a las otras, cada una de ellas intenta captar lo social
en su totalidad y se entromete en el terreno de sus vecinos creyendo mantenerse en el propio.
Es imperativo para el autor el acercamiento de las ciencias a un trabajo conjunto, “por el
momento urge acercarse unos a otros”8, aunque luego cada ciencia decida por recorrer en
algún momento un camino más personal. Admite que algunos investigadores organizan
acercamientos como, C. Levi-Strauss9 empuja a la antropología estructural hacia los
procedimientos de la lingüística, los horizontes de la historia y hacia las matemáticas, así
tiende hacia una ciencia capaz de unir bajo el nombre de ciencia de la comunicación a todas
las anteriores.

Para Braudel es la historia quizás la menos estructurada de las ciencias del hombre y ala que
acepta todas las lecciones que le ofrece su múltiple vecindad con otras ciencias, pero las
demás ciencias sociales no están informadas de la crisis que la disciplina histórica había
atravesado en el curso de esos últimos veinte o treinta años, y de esta forma tienden a
desconocer un aspecto de la realidad social del que la historia es buena servidora: la duración
social, los tiempos múltiples y contradictorios de la vida de los hombres, que no son
únicamente sustancia del pasado, sino de la materia de la vida social actual. Por eso es que
Braudel adopta el dialogo como técnica para sortear estas dificultades entre las ciencias y
abogar por una indispensable metodología común de las ciencias del hombre y de esta forma
ya que la historia ayudada por sus ciencias vecinas o por le solo contacto con ellas dice
podría aclararse con una luz, quizás sea el turno de la historia tener algo que ofrecer a ellas
7
J. Attali, opcit, p. 10
8
Braudel, F.,” La larga duración”, en La historia de las ciencias sociales, Madrid, Alianza, 1984, p.62.
9
Levi, Strauss, Claude L'Anthropologie structurale, Ed. Plon, París, 1958
(las demás ciencias) y es una noción más precisa de la multiplicidad del tiempo y del valor
del tiempo largo, ya que es esta noción la que nuestro autor cree que no solo es propia de la
historia, sino que debería interesar a las vecinas ciencias sociales.

Esta noción del tiempo comienza con los acontecimientos inmediatos en el tiempo de los
cuales Braudel dice eran tan fanáticos los historiadores del ayer, es por eso que ese término
de acontecimiento para nuestro autor debería quedarse encerrado en lo que él llama la corta
duración, ya que es tan explosivo que hecha demasiado humo sobre la conciencia de los
contemporáneos. Este tiempo corto es el de la vida del individuo, o de los grandes
acontecimientos, son para Braudel los mediocres accidentes de la vida ordinaria, la historia se
encuentra plagada con una masa resplandeciente de estos. Pero esta masa no constituye toda
la realidad y espesor de la historia, sobre el que la reflexión científica pueda trabajar, dirá
Braudel que la ciencia social casi tiene horror del acontecimiento, ya que es la más
caprichosa y engañosa de las duraciones. Otro modo de estudio del pasado es para nuestro
autor el de las coyunturas, como el de la nueva historia económica y social, que dividen el
pasado para su estudio en amplias secciones: decenas, veintenas o cincuentenas de años, el
cual se da como resultado de las rupturas con las formas del siglo XIX y le da al historiador
un nuevo tiempo y al mismo tiempo una metodología nueva en la que la historia pueda
inscribirse: el relato cuantitativo, del estudio coyuntural económico y social.

Muy por encima de este se encuentra una historia de mucho más aliento y en este sentido de
amplitud secular, es la historia de larga y hasta muy larga duración, la cual se presenta como
un personaje embarazoso entre los diferentes tiempos de la historia, una ampliación de los
estudios y curiosidades de los que no solo la historia sería la única beneficiaria. De esta
manera no es la larga duración el único modelo o lenguaje como lo llama Braudel el camino a
salir de la confrontación de las ciencias sociales y de la comodidad del estudio del tiempo
corto: las nuevas matemáticas sociales, las largas estadísticas, la geografía y la ecología (que
son la reducción necesaria de toda realidad social al espacio que ocupa).

De este modo es la larga duración, la matematizacion, la reducción al espacio, son las formas
por las cuales las ciencias sociales debería para el autor trazar las líneas, si es que las hubiera,
que pudieran orientar una investigación colectiva y los temas que permitieran alcanzar una
primera convergencia. Así de esta manera dejaran las ciencias sociales de discutir tanto sobre
sus fronteras y sobre lo que es o no es ciencia social.

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