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En facies continentales, el límite Cretácico-Paleógeno ha sido investigado con detalle
en el Western Interior de América del Norte, particularmente en las cuencas de San Juan y
Ratón, Estados de Nuevo México y Colorado.
Uno de los aspectos más estudiados de los cambios ocurridos durantes el límite
Cretácico-Paleógeno, ha sido el relativo a las modificaciones operadas en la biósfera.
A partir de la propuesta de Alvarez en los inicios de la década del 80, respecto del
impacto de un cuerpo extraterrestre con nuestro planeta, responsable de las extinciones
registradas durante el final del Cretácico y a la existencia de una supuesta periodicidad de
las mismas, idea liderada por Raup y Sepkoski, se produjo un notable incremento del interés
en los eventos de extinción.
La discusión se ha centrado, básicamente, en torno a dos aspectos. El primero se
refiere a si las extinciones del final del Maastrichtiano fueron de carácter gradual o abrupto
y el segundo a si fueron selectivas, actuando sobre aquellos grupos que ya estaban en
declinación. Estas dos alternativas favorecen hipótesis divergentes respecto a los
mecanismos propuestos como causantes de las extinciones.
De acuerdo al grupo estudiado, el evento de extinción se ha considerado en masa o
gradual. Existe acuerdo generalizado en considerar al plancton calcáreo como el más
afectado en el medio marino durante el límite Cretácico-Paleógeno. Sin embargo, el análisis
de la distribución estratigráfica de los foraminíferos planctónicos, a través del límite en
localidades como El Kef y Zumaya, demuestra que la extinción no fue instantánea, sino que
habría abarcado un intervalo de probablemente cientos a miles de años y con un patrón
escalonado. En tanto que dentro de los moluscos marinos, grupos como los amonites,
inocerámidos y rudistas registran una rápida declinación y extinción durante el
Maastrichtiano. Sin embargo, es difícil establecer si fue abrupta, debido a que ofrecen
mayores dificultades de muestreo y de correlación que los microfósiles.
En facies continentales, el estudio del patrón de los cambios bióticos, presenta
inconvenientes similares a los de la macrofauna marina.
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Respecto a la extinción de los dinosaurios se ha sugerido que fue gradual y existen
evidencias que localmente algunas especies pasaron al Daniano, aunque algunos autores
dudan de la autoctonía de los restos fósiles. La flora manifestó un cambio ecológico
importante, que consistió en una declinación drástica de las angiospermas y gimnospermas
comparadas con las pteridofitas, aunque muchos taxones volvieron a ser comunes durante el
Paleoceno temprano.
Asi se desprende que las extinciones habrían tenido carácter selectivo, siendo más
importantes en algunos grupos. Dentro del plancton marino, los foraminíferos manifestaron
las mayores pérdidas, mientras que los dinoflagelados y diatomeas fueron menos afectados.
Se ha sugerido que esta diferencia se debería a adaptaciones biológicas de las diatomeas,
que les habrían permitido sobrevivir a períodos prolongados de obscuridad y/o bajos
niveles de nutrientes.
Estudios efectuados sobre la macrofauna, sugieren que las formas suspensívoras
fueron más afectadas que las detritívoras. Igualmente, fueron más vulnerables aquellos
taxones que dependían de material vegetal viviente, en tanto que las faunas tropicales acusan
mayores modificaciones que las adaptadas a aguas más frías.
En ambientes continentales, los dinosaurios habrían sufrido, durante los 7 Ma previos
al inicio del Paleógeno, una declinación que se aceleró en los últimos 0,3 Ma, excepto los
cocodrilos, serpientes y tortugas que sobrevivieron sin mayores pérdidas.
Las alteraciones registradas en la biósfera durante el Cretácico superior son
interpretadas como el resultado de cambios importantes en las condiciones ambientales. Se
han sugerido numerosas causas para explicar dichas variaciones, las que pueden agruparse
en astronómicas y terrestres.
CAUSAS ASTRONÓMICAS
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naturaleza ocurriera tan cerca de la Tierra como para generar las anomalías de iridio y de
otros elementos del grupo del platino, presentes en las secciones del límite Cretácico-
Paleógeno, raros en la superficie terrestre, pero frecuentes en cuerpos celestes.
El impacto de grandes meteoritos, propuesto por varios autores, o el de asteroides,
que para producir la anomalía de Ir (de 20 a 160 veces el nivel normal) registrada en
diferentes localidades debió tener un diámetro de 10 kilómetros aproximadamente. También
se han propuesto colisiones con cometas, las que serían el resultado de periódicas
perturbaciones de la nube de cometas Oort, por el paso cercano de estrellas vecinas.
Las estimaciones efectuadas de la energía producida por un gran impacto (un
asteroide de 10 kilómetros de diámetro, con una velocidad de 20 km/seg) indican 2,6 x 1030
ergios. Los efectos de tal impacto, si el mismo hubiera tenido lugar en un océano son los
siguientes:
• una gran masa de aire caliente, que en las cercanías del impacto alcanzaría 20.000 K.
• un enorme tsunami con una velocidad de propagación de 0,5 km/seg. Esta ola tendría la
suficiente energía para formar depósitos importantes en ambientes de plataforma y
generaría olas de 10 a 100 metros de altura a una distancia de 5000 kilómetros de la
fuente.
• la energía del impacto sería suficiente para producir un terremoto de grado 12,4 en la
escala de Richter. Este activaría los cañones del talud continental e iniciaría o aceleraría
actividad volcánica e hidrotermal.
• los 105 km3 de rocas excavadas y las 9 x 1013 Tn de asteroide, corteza y océano
vaporizadas serían elevadas a 100 kilómetros de altura. Se estima que aproximadamente
del 80 al 90 % del material eyectado caería en las cercanías del cráter. El restante 10 a
20 % permanecería en la atmósfera por varios meses. La cristalización del material
vaporizado produciría microtectitas, las que provocarían una disminución de la radiación
solar que recibe la superficie terrestre y el consiguiente enfriamiento de la misma. Se ha
estimado que el polvo originado en el impacto habría permanecido en la atmósfera hasta
6 meses. Las estimaciones no incluyen los efectos de las partículas de carbón, las que son
más pequeñas y tardan más en depositarse, además de ser más absorbentes de la luz.
Niveles enriquecidos con estas partículas y coincidentes con los de iridio y cuarzo de
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impacto, han sido citados para varias localidades. Se ha propuesto para estas partículas
un origen relacionado con grandes incendios de bosques, derivados del impacto.
Otra consecuencia ambiental sería la generación de lluvias ácidas, resultado de la
formación de compuestos nitrogenados por el calentamiento de la atmósfera próxima a la
zona del impacto, las que afectarían a la flora y al ph de los océanos, incidiendo sobre los
organismos con conchilla calcárea. Respecto a esta última consecuencia, se ha demostrado
que habría sido muy difícil que el impacto generara los niveles de NO necesarios para
modificar la acidez del océano.
También se ha propuesto que los grandes impactos podrían ser responsables de
iniciar plumas del manto y la fracturación de placas. Esto se sustenta en la correspondencia
entre episodios tectónicos e impactos durante el Cenozoico, por la concordancia de
episodios volcánicos y por la estrecha relación temporal observada entre reversiones
magnéticas y la edad de algunos cráteres de impacto.
CAUSAS TERRESTRES
1.- Volcanismo
Incrementos importantes en la actividad volcánica, podrían generar cambios
globales. Estos se manifestarían en una modificación de la composición de la atmósfera por
los gases emanados y en la disminución de la radiación solar recibida por la superficie
terrestre, debido al material piroclástico eyectado. Esto causaría cambios climáticos, con
sus efectos concomitantes sobre la biósfera..
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Se sabe que las grandes erupciones fisurales basálticas aportan a la atmósfera
importantes volúmenes de dióxido de carbono, originando cambios en la temperatura. Para
el límite Cretácico-Paleógeno se han estudiado intensamente los Basaltos Deccan, en el oste
de la India. Cálculos sobre el volumen de lava eruptada, señalan que sería mayor a los 106
km3. Las erupciones habrían tenido lugar durante un período de tiempo relativamente corto,
con consecuencias importantes en el clima.
La presencia de iridio en los gases emanados durante recientes erupciones del
Kilauea, avalarían un origen terrestre para la anomalía de este elemento, registrada en rocas
que contienen al límite Cretácico-Paleógeno.
Otro argumento en favor de un origen volcánico es el hecho que los estudios
efectuados en diferentes localidades, indican que el nivel enriquecido con Ir abarca un
período de tiempo de miles de años, lo cual es incompatible con el origen extraterrestre.
Además, en varios casos se han registrado más de un nivel anómalo. Por otra parte se ha
señalado la ausencia de Ir en los basaltos Deccan, sin embargo esta circunstancia se debería
a que el Ir se encontraba en la fase gaseosa, tal como se ha observado recientemente en las
erupciones del Kilauea.
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invocados como los causantes de importantes cambios en las faunas marinas. Estos cambios
serían el efecto de la expansión de la zona deficiente en oxígeno sobre grandes áreas de
plataforma. Mientras que tanto los ascensos como descensos eustáticos provocarían
modificaciones de la salinidad y de los patrones de circulación oceánica.
Otro mecanismo propuesto, para explicar cambios en la biósfera, son la generación o
eliminación de barreras para la circulación oceánica para el límite Cretácico-Paleógeno,
momento en el que se habrían eliminado barreras en torno al Océano Ártico, provocando una
desalinización general de los mares.
Eventos de salinización o desalinización, se podrían generar también por la conexión
o el cierre de grandes cuencas evaporíticas, provocando que se depositen grandes cantidades
de sal en cuencas cerradas o por la inyección de grandes volúmenes de agua hipersalina en
los océanos.
Durante el Cretácico superior el nivel del mar permaneció en niveles muy superiores
a los actuales. En la literatura existen numerosas referencias a un importante descenso
registrado en el Maastrichtiano superior, seguido por un ascenso en el Daniano. Es en ese
momento que el mar cubrió grandes áreas del norte de África, Europa occidental, India y
América del Sur.