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COMPONENTE CONCEPTUAL.

Habitualmente, se ha logrado establecer diferentes tipos de cáncer en el mundo, en cada


una de las partes del cuerpo, hasta en los sistemas que están compuestos de varios
órganos, nervios y demás que son fundamentales para la vivencia del ser humano en
total normalidad.

Estos tipos de cáncer han avanzado a medida que el ser humano crea nuevas formas de
“autodestruirse”, puesto que, lo que en un comienzo se cree que es un gran avance,
termina teniendo efectos no deseados desde un inicio. Dichos efectos, van desde lo más
complejo y difícil de tratar, a daños que científicamente tienen una cura tenue, o en
ciertas ocasiones, cura prolongada pero definitiva.

Iniciando con el tema, el cáncer de cerebro podría ser una de las causas principales de la
mortalidad en el mundo, principalmente porque desde sus inicios, las personas que
tienen mando o poder en cierta comunidad, han ido cohibiendo a estas personas de
hacer una u otra cosa, que sin lugar a dudas estimula su cerebro, como es el caso
puntual de la creatividad.

Por otra parte, el Neuropediatra Alfonso Escobar, dice lo siguiente: “El funcionamiento
del cerebro conlleva la memoria de trabajo, razonamiento normal y el lenguaje
necesario, todo esto se podría considerar necesario para la creatividad ya que esta se
encarga de asociar, analizar e interpretar los conocimientos adquiridos para la creación
de nuevas ideas que beneficien al individuo o la comunidad. Las estructuras cerebrales
que se activan para crear ideas incluyen la neocorteza, la arquicorteza, las estructuras
subcorticales, el núcleo amigdalino y los diencefálicos que incluyen el hipotálamo y el
tálamo, ya que se conoce que estos dos forman parte del sistema límbico.”

Lo cual indica que en cuanto a los tumores cerebrales, la memoria del trabajo se
estimula de manera proactiva para que el cerebro esté en constante mantenimiento. Las
estructuras cerebrales que promueven la creatividad, son aquellas mismas que permiten
que le cerebro no esté en reposo, al no haber creatividad, y el cerebro no esté en un uso
regular, podría facilitar la cabida de un tumor, como un linfoma, puesto que, ellos se
generan por estrés o mala recuperación de la circulación. Un organismo y cuerpo
tensionado, suele ser más propenso a un cáncer o a un tumor, dependiendo de la parte
que se vea más afectada.
En adición, el Instituto Nacional del Cáncer, informa que: “ La frecuencia de la radiación
electromagnética de la radiofrecuencia comprende entre 30 kilohercios (30 kHz o 30,000
Hz) a 300 gigahercios (300 GHz o 300 mil millones Hz). Los campos electromagnéticos
en rango de radiofrecuencia se usan para aplicaciones en telecomunicaciones, incluso en
teléfonos celulares, en televisiones y transmisiones de radio. El cuerpo humano absorbe
energía de aparatos que emiten radiación electromagnética de radiofrecuencia. La dosis
de energía absorbida se calcula usando una medida llamada índice de absorción
específica (SAR), el cual se expresa en vatios por kilogramo del peso corporal.”

Esto conlleva, a que la exposición ionizante de los rayos x, incrementa de manera


exponencial el riesgo a contraer el cáncer de cerebro. Aunque la misma, no es solo por
los celulares, sino también viene de los microondas, radios, televisores, y demás. Sus
ondas electromagnéticas alteran el funcionamiento normal de las neuronas, cambiando
así sus patrones de función originales. En ciertas ocasiones, las neuronas se juntan de
manera tal, que sus descargas poseen mayor cantidad de electronegatividad, creando así
pequeñas masas, que al uso constante de estos aparatos, incrementan su tamaño y así
mismo su potencial dañino.

El único efecto biológico reconocido con solidez de la radiación de radiofrecuencia es el


calentamiento. La capacidad de los hornos de microondas para calentar los alimentos es
un ejemplo de este efecto de la energía de radiofrecuencia. La exposición a la
radiofrecuencia por el uso de teléfonos celulares causa calentamiento en el área del
cuerpo (p. ej., el oído y la cabeza) en donde se apoya un teléfono celular o algún otro
aparato. Sin embargo, no es suficiente para aumentar sensiblemente la temperatura
corporal. No hay otros efectos claramente establecidos para el cuerpo humano de la
radiación de radiofrecuencia.

 Larjavaara S, Schüz J, Swerdlow A, et al. Location of gliomas in relation to


mobile telephone use: a case-case and case-specular analysis. American Journal of
Epidemiology 2011; 174(1):2–11.

 Cardis E, Armstrong BK, Bowman JD, et al. Risk of brain tumours in relation to
estimated RF dose from mobile phones: results from five Interphone
countries.Occupational and Environmental Medicine 2011; 68(9):631-640.

 Johansen C, Boice J Jr, McLaughlin J, Olsen J. Cellular telephones and cancer: a


nationwide cohort study in Denmark. Journal of the National Cancer Institute 2001;
93(3):203–207

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