La vida de los intérpretes del Metal se vincula con el sexo,
las drogas y el alcohol. Varios grupos fueron enjuiciados
por los contenidos de mensajes ocultos en las letras. Sin
embargo, nunca se pudo comprobar la existencia de estos
mensajes. Mientras seguía la lucha por frenar a estos
artistas del “Diablo”, cada vez más jóvenes, eran
influenciados por el Heavy Metal.
Muchachos desalineados, consumidos por el alcohol y las
drogas, reflejaban a mediados de los ochenta, el nuevo
estilo de vida que, una vez más, había generado la música,
bajo el slogan de "destrucción". El joven metalero
reflejaba su vida, encontrando sus sentimientos y
pensamientos en un solo género, el Metal. Luego
surgieron varios subgéneros, con la experimentación de
nuevos sonidos, partiendo del Heavy Metal, dividiendo el
estilo del clásico metalero.
Sin embargo, con el correr del tiempo el estilo de vida del
metalero cambió y la imagen del fan del heavy metal
antigua nunca pudo separarse de la actual. Los críticos
siempre han calificado al metal como un género
destructivo, deshonesto, que vive rodeado de drogas,
mujeres y alcohol, pese a que las bandas demuestran que
un metalero no es el diablo mismo. Se ha criticado mucho
la imagen de los cientos de seguidores que aman la
música, y llevan puesta la remera negra con el logo de su
grupo favorito y se los ha culpado de ser seres
insensibles.
A nivel musical, el metalero escucha más allá del “ruido a
lata”, como lo califican algunos en contra del género. Los
fanáticos de esta música tienen grandes conocimientos
técnicos y sonoros, y conocen sobre puestas en escena y
trayectoria de sus bandas favoritas.