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Para tener en cuenta antes de empezar:

-Esta novena está preparada para rezarla en comunidad, con la


certeza de la promesa de Jesús: cuando dos o más estén reunidos en
mi Nombre, allí estaré Yo.
-Es importante convocar a la gente con tiempo, disponiendo cada día
de una hora, que es el tiempo que nos llevará el rezo de la novena.
-Preparamos un altarcito con la imagen de la Virgen de Huachana,
una vela, flores, algún cuaderno para escribir nuestras intenciones.
-Si es posible, podemos disponer los asientos en forma circular, como
para lograr una mayor intimidad y cercanía de la comunidad.
-Es lindo aprovechar estos días para unirnos como comunidad y
crecer en nuestra confianza mutua. Si dejamos de lado los miedos, las
cosas que nos traban y nos animamos a abrir el corazón, seguramente
la Virgen nos dará la gracia de crecer como comunidad, regalándonos
el don de una comunión más profunda. Recordemos que fue María la
que ayudó a unirse a la primera Iglesia, estando presente en sus
momentos de oración. Pidámosle con confianza a Ella esta gracia.

Introducción (para leer el primer día)


1. Rezar una novena:
La mujer cuando va a dar a luz, siente angustia porque le llegó la
hora; pero cuando nace el niño, se olvida del dolor, por la alegría
que siente al ver que ha venido un hombre al mundo. (Jn 16,21)
El vocablo quichua Huachana significa: lugar de nacimiento,
lugar de parición, donde se da a luz. Rezar una novena es algo muy
propio de nuestra memoria de fe, algo que hemos recibido de
nuestros mayores, una herencia sagrada de nuestro pueblo cristiano.
Rezamos la novena de algún santo querido, o a la Virgen, o a
Jesucristo. Rezamos la novena a nuestros fieles difuntos, durante
nueve días. Rezamos una novena para prepararnos para una fiesta
patronal. Podemos decir que estos nueve días de oración, se asemejan
a los nueve meses que una madre tiene a su hijo en su vientre.
Durante ese tiempo, el bebé va creciendo, adquiriendo sus propias
formas, su fisonomía, se le van desarrollando los órganos, tan
maravillosamente dispuestos por la mano de Dios. Y todo eso es
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posible, gracias a la vida que le comunica su madre. Ella también va
cambiando exteriormente y su cuerpo se va amoldando a esta vida
nueva que acoge. Al concluir la reza de los nueve días por nuestro
querido difunto, creemos y esperamos que Dios ya lo recibe como
persona nueva en su Casa, a semejanza de un parto, de la gestación
de una vida nueva. Así también nosotros, durante nueve días, iremos
creciendo en este camino de fe, para poder gestarnos como criaturas
nuevas, como hombres y mujeres nuevos.
Rezar una novena, por lo tanto, es ponernos en camino, iniciar una
peregrinación de crecimiento, de madurez, para así prepararnos para
esa vida nueva que queremos recibir de Dios. De ahí que, muchas
veces, esta oración suele concluirse dando el paso de la confesión de
nuestros pecados, a través del Sacramento de la Reconciliación.
Acompañamos también este paso con algún compromiso que
deseamos ir elaborando durante este camino, para poder vivirlo al
concluir la novena, como fruto de esta vida nueva gestada por Dios
en nuestros corazones. Estos días de oración podemos vivirlos
sumergidos en el vientre de María, para que Ella nos pueda ir
configurando con los sentimientos de su Hijo Jesús, y nos pueda dar a
luz, como cristianos nuevos. Esperamos, entonces, esta novedad.
Deseamos entrar en el vientre de María, dejarnos gestar por Ella.
Anhelamos renacer a una vida nueva, por eso nos ponemos en
camino, con nuestra mirada puesta en la meta, que es la promesa de
Jesús: Yo hago nuevas todas las cosas (Ap 21,5).
2. Rezar la novena de la Virgen de Huachana:
¿Un miembro sufre? Todos los demás sufren con él. ¿Un miembro es
enaltecido? Todos los demás participan de su alegría. Ustedes son el
Cuerpo de Cristo, y cada uno en particular, miembros de ese Cuerpo.
(1Cor 12,26-27)
Esta oración que iniciamos, no la hacemos solos, sino en
comunión con otros hermanos que la están rezando con nosotros.
Sentirnos parte de un pueblo peregrino es algo hermoso que nos libra
de todo aislamiento e individualismo. Ponernos a caminar, en esta
peregrinación de la fe, nos hace caer en la cuenta de que formamos

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parte de una gran familia: la de los hijos de Dios y de María. Por eso,
sentimos una fuerza especial al rezar cada día, porque somos parte de
un pueblo que clama a Dios, que le reza, que le tiene un profundo
cariño. A su vez, rezamos por otros. En nuestro corazón se encuentran
muchos rostros y nombres que le presentamos a María. Deseamos
que nuestro corazón se vaya dilatando cada día más, para cobijar a
otros hermanos. Tal vez a muchos por los que nadie reza. Tal vez a
tantos peregrinos que se confían a la Virgen de Huachana y que
necesitan de nuestra oración de intercesión.
Muchos iniciamos esta novena para agradecerle a María algún
beneficio recibido. Otros para pedir alguna gracia especial que están
necesitando. Otros, simplemente, como un modo de ofrecerle su
cariño y entrega a la Virgen. Todos lo hacemos movidos por una
profunda fe y deseo de ser transformados por Dios, en el vientre de
María, donde deseamos transitar estos días.
3. Modo de rezar esta novena:
Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí según tu Palabra.
(Lc 1,38)
Esta novena está preparada con los signos del milagro de la
aparición de la Virgen. Cada día estará precedido por la Palabra de
Dios, que iluminará este rato de oración. Antes de hablar nosotros,
deseamos primero hacer silencio para dejarnos hablar por Dios. Es
verdad que tenemos mucho para decirle, pero queremos antes, como
María, hacer silencio en nuestro corazón, para escuchar su Voz.
Luego contemplaremos la riqueza escondida en algún detalle de la
historia del milagro. Trataremos de mirarlo en profundidad,
saborearlo, disfrutarlo, revivirlo, dejando que nos diga alguna palabra
nueva para nuestra vida. Antes de cada misterio, leeremos un texto
para meditarlo con alguna pregunta durante el rezo del misterio. A
continuación, tomaremos prestadas las palabras de algún peregrino
que dejó escritas en los cuadernos de intenciones del Santuario.
Palabras sagradas que son nuestro tesoro. De esta manera, dejaremos
que vayan entrando varios rostros en nuestra oración. Esto nos hace
bien, sobre todo cuando andamos bastante preocupados en lo que

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estamos pidiendo, impulsándonos a entregarnos más a Dios, para que
se haga su voluntad y no la nuestra. Por último, tomaremos alguna
sugerencia para poner en práctica lo que hemos rezado.
Si prestamos atención, esta novena nos ofrece un hermoso camino
espiritual, de peregrinación al corazón. Comenzaremos poniendo el
oído en la llamada que Dios nos hace a la soledad y al silencio (1º
día). Esta actitud espiritual nos lleva a internarnos en la espesura del
corazón (2º día), en lo profundo donde Dios habla. Descubriremos su
lenguaje original que toma por mensajero lo que muchas veces
desatendemos y despreciamos: nuestras sombras, debilidades y
miserias (3º día). Tomaremos contacto con nuestras intuiciones y
anhelos más genuinos (4º día), que serán nuestra luz y guía para este
camino. Entraremos en nuestras propias noches (5º día),
descubriendo en ellas la presencia de Dios y su riqueza escondida.
Nos reconoceremos de paso, con los pies en la tierra y la mirada en la
meta (6º día). Dejaremos iluminar nuestras sombras, con la luz del
fuego interior, de nuestras energías y pasiones (7º día) que llevan la
marca segura de Dios. Abrazaremos nuestras cruces, reconociendo a
nuestro lado, la fiel presencia maternal de María (8º día). Sentiremos
la luz del amanecer como recompensa del camino andado (9º día).
Por último, renovados por este encuentro, volveremos a nuestra vida
cotidiana con la misión de contagiar esta luz que nos fue gestando y
engendrando como personas nuevas (10º día).

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Los misterios del Rosario
Gozosos (Lunes y Sábado):
1. El Anuncio del Ángel a María
para que sea la Madre de Dios.
2. La Visita de la Virgen María a
su prima Isabel.
3. El nacimiento de Jesús en Belén.
4. La presentación de Jesús en el Templo.
5. Jesús se pierde y es hallado en el Templo
enseñando a los doctores de la Ley.
Luminosos (Jueves):
1. El Bautismo de Jesús en el Jordán.
2. El primer milagro de Jesús en las bodas de Caná.
3. Jesús anuncia el Reino dando comienzo a su predicación.
4. La transfiguración de Jesús en el monte.
5. La institución de la Eucaristía en la Última Cena.
Dolorosos (Martes y Viernes):
1. La oración de Jesús en el Huerto.
2. La flagelación de Jesús.
3. La coronación de espinas.
4. Jesús carga con la Cruz camino al Calvario.
5. Jesús muere en la Cruz.
Gloriosos (Miércoles y Domingo):
1. La Resurrección de Jesús.
2. La Ascensión de Jesús al cielo.
3. La venida del Espíritu Santo sobre la Virgen y los Apóstoles
4. La Asunción de María a los cielos en cuerpo y alma.

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5. La Coronación de María como Reina y Madre de todo lo
creado

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23/7: Primer día: LA SOLEDAD
“Telésfora Verón se llamaba la jovencita
que, en infinitas ocasiones, en 1820, le
contó a su familia acerca de las
apariciones de la Virgen en la soledad
del monte”
I) Nos ponemos en la presencia de Dios: En
el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo.
II) Escuchamos la Palabra de Dios: Cuando ustedes oren, no
hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las
sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro
que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores,
retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en
lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. (Mateo
6,5-6)
III) Contemplamos:
1) EL SILENCIO: Cuántas veces en nuestra vida necesitamos
detenernos y hacer silencio para poder escuchar a Dios que nos habla
en las cosas cotidianas que vamos viviendo. Un silencio que va más
allá de las palabras. Un silencio que contempla, que sabe rumiar,
pasar por el corazón las alegrías y tristezas de nuestro andar. La joven
Telésfora hizo silencio y escuchó la invitación al encuentro, sintió en
lo hondo de su corazón un llamado. Salió a buscar porque primero
fue buscada y encontrada por la Virgen. Pidamos a María nos enseñe
a hacer silencio, para percibir con más claridad sus llamadas.
Primer misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
2) HACER MEMORIA: Cuando hacemos silencio podemos
escuchar mejor nuestro corazón. Empezamos a hacer memoria de los
momentos significativos de nuestra vida. En el silencio surgen
rostros, historias y palabras que fueron haciéndonos ser lo que hoy
somos. ¡Cuántas cosas han ido marcando nuestra historia!

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Intentemos hacer silencio y recordemos esas personas por las que
hoy damos gracias a Dios por ser parte de nuestras vidas.
Segundo misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
3) CAER EN LA REALIDAD: Somos conscientes de que en
nuestro andar hemos tenido personas que nos marcaron para bien,
pero también personas, situaciones y momentos que no quisiéramos
recordar, y que el silencio nos ayuda a hacer presentes. ¡Cuánta
necesidad tenemos de dar sentido a esos recuerdos! Pidamos a
María que nos ayude a sanar las heridas del corazón, los vínculos
que se han roto o lastimado.
Tercer misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
4) QUERER CAMBIAR: Cuando hacemos silencio nos
encontramos con nosotros mismos, con las cosas buenas y hermosas
que tenemos dentro de nosotros y con las cosas que aún no las
aceptamos o que quisiéramos cambiar. Es como vernos en un espejo
interior y descubrirnos que aún nos falta mucho por andar y con
muchas cosas para seguir cambiando. Pidamos a María la
serenidad para aceptar lo que no podemos cambiar y el valor
para trasformar lo que está a nuestro alcance.
Cuarto misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
5) SIMPLEMENTE ESTAR: Con la soledad y el silencio nos
sucede algo extraño. Sentimos que los necesitamos para nuestra
“salud”, para una vida más plena y armónica. Sin embargo, cuando
están a nuestro alcance, los eludimos, nos escapamos, nos distraemos
y dispersamos con ruido, música, imágenes o, simplemente,
pensamientos, recuerdos y diálogos internos. Una vez que nos
animamos a atravesar su umbral, sentimos una profunda inquietud y
ansiedad. Creemos que tenemos que hacer algo o decir algo, sentimos
que perdemos el tiempo. Si perseveramos, descubriremos el secreto
de la gratuidad, de estar por estar, de sentirnos en paz porque nos
sabemos acompañados, reconocidos, sostenidos por la mirada buena
de Dios. Pidamos a María perseverancia en la soledad y silencio,
para hacer más honda nuestra vida.
Quinto misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.

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IV) Rezamos junto a las intenciones de los peregrinos: ¡Te
amo Madre! Gracias por permitirme hoy estar aquí, bendice a la
familia que me trajo. Bendice a mis hijos para que sean buenas
personas y siempre sigan el camino que nos muestra Jesús, tu Hijo.
Bendice a mi pueblo y permíteme volver. Gracias Madrecita.
V) Para vivir lo rezado: Intentaremos hacer silencio durante el día
y crear espacios de soledad para encontrarnos mejor con Dios y con
nuestros hermanos. Rezamos la oración de la contratapa.

24/7: Segundo día: EL MONTE


“Una vez más, Telésfora Verón,
salió en silencio de su humilde
hogar y se perdió en la
espesura del monte que, a esa
altura, ya se había convertido
en su mejor amigo.”
I) Nos ponemos en la presencia de
Dios: En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo.
II) Escuchamos la Palabra de Dios: Seis días después, Jesús tomó
consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, su hermano, y los llevó a un
monte alto lejos de todo. En presencia de ellos, Jesús cambio de
aspecto: su cara brillaba como el sol y su ropa se puso resplandeciente
como la luz. Pedro dijo a Jesús: Señor qué bueno que estemos aquí, si
quieres voy a levantar tres carpas (Mateo 17,1-4)
III) Contemplamos:
1) LA NATURALEZA: En muchas de sus apariciones, la Virgen se
presenta en medio de la naturaleza. En Lourdes, en una gruta y junto a un
manantial. En Luján, junto a un río. En Guadalupe, al pie de un cerro. En
Huachana, en medio de la espesura inhóspita del monte santiagueño. No
es casual la elección de estos lugares. Ellos son, de por sí, una revelación
de Dios, un libro abierto, un mensaje que refleja su gloria. Todo lo que
existe ha salido de las manos buenas de Dios, es obra de su inmenso amor.

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Toda creatura grita la alabanza al Dios Creador, sugiriéndonos la
adoración, el respeto y el cuidado, el silencio humilde y la contemplación
maravillada. Pidamos a María la sabiduría para contemplar, admirar,
cuidar y compartir con todos nuestra casa común.
Primer misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
2) UNA HUMILDAD QUE NACE: Hace un tiempo, Julio Paz,
artista del Dúo Coplanacu, soltaba por el micrófono de un
multitudinario recital, las siguientes palabras: Hemos llegado a
Huachana y nos hemos encontrado con tremenda energía, con una
cosa que nace… Pero también eso nace del monte. El monte no es un
montón de árboles, pajaritos y algunos animales. El monte es como
una entidad, es una cosa verde, viva, que tiene su fuerza propia. Lo
hace bajar, muchas veces, la cabeza al hombre (hay algunos que no
bajan la cabeza con nada, ni van a aprender, ni nada). Pero el
hombre cuando va y se para verdaderamente frente a tremenda
naturaleza, baja la cabeza y se declara humilde ante semejante
manifiesto de la naturaleza. Este misterio escondido del monte
inspiró innumerables leyendas, tradiciones, creencias que no hacen
más que manifestar su fuerza sagrada, ante la cual sólo nos queda
entrar de a puntillas de pie, dejando de lado toda ansia de conquista,
control o explotación. Esta es la mejor reacción del hombre ante las
cosas de Dios: caer de rodillas, adorar y agradecer. Pidamos a María
la humildad para dejarnos sorprender y hablar por Dios a través
de sus múltiples y bellas creaturas.
Segundo misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
3) EL MONTE AGRESTE SE HIZO CASA: En Huachana la
Virgen quiso hacer su casa, quedarse en el corazón del monte, lugar
desde donde nos llama a su encuentro. Ni lo inhóspito del lugar, ni las
malas condiciones del camino, nos impiden llegar a la casa de la
Madre. Allí nos espera para hablarnos en el silencio del monte, en los
múltiples verdes que pinta el paisaje, en las variadas especies
animales, que alberga su misterio, en los preciosos y originales
sonidos, percibidos en la paciente y atenta espera. Dios no tiene
miedo de lo incierto, inhóspito y tenebroso. Es más, allí desea hacer
su morada. Él elige también las incomprensibles vueltas de nuestro
corazón, con sus pliegues, abismos y escondrijos, para poner allí su
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morada. Cuidemos la casa de la Madre, cuidemos el monte sagrado y
sus campesinos, tierra santa con su tesoro escondido: sus pobladores
-elegidos de honor de María- con quienes quiso compartir su tierra .
Tercer misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
4) EL MANTO COLOR VERDE: A lo largo de su historia, el manto
de la Virgen fue variando de color, hasta que un peregrino le ofrendó
uno de color verde. Por esas cosas de Dios, quedó para siempre
identificada con este color. Color del monte santiagueño donde quiso
hacer su Casa. Color de la Vida que María, la llena de gracia, nos
transmite con su humilde presencia: la vida del monte y de la
naturaleza que queremos defender y conservar, como fuente de vida
para tantos hermanos campesinos. Y la Vida de su Hijo Jesús, que ha
venido para que todos tengamos vida y Vida en abundancia. Vida que
queremos cuidar y proteger frente a tantas amenazas. Que María,
Reina y Madre de este monte Santiagueño, nos ayude a cuidar y
proteger la vida de los más débiles de nuestras comunidades.
Cuarto misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
5) EN PROFUNDA COMUNIÓN CON LO CREADO : Recemos
juntos la oración por nuestra tierra, escrita por el Papa Francisco:
Dios omnipotente, que estás presente en todo el universo y en la más
pequeña de tus criaturas, Tú que rodeas con tu ternura todo lo que
existe, derrama en nosotros la fuerza de tu amor para que cuidemos
la vida y la belleza. Inúndanos de paz, para que vivamos como
hermanos y hermanas sin dañar a nadie. Dios de los pobres,
ayúdanos a rescatar a los abandonados y olvidados de esta tierra
que tanto valen a tus ojos. Sana nuestras vidas, para que seamos
protectores del mundo y no depredadores, para que sembremos
hermosura y no contaminación y destrucción. Toca los corazones de
los que buscan sólo beneficios a costa de los pobres y de la tierra.
Enséñanos a descubrir el valor de cada cosa, a contemplar
admirados, a reconocer que estamos profundamente unidos con
todas las criaturas en nuestro camino hacia tu luz infinita. Gracias
porque estás con nosotros todos los días. Aliéntanos, por favor, en
nuestra lucha por la justicia, el amor y la paz. Amén
Quinto misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.

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IV) Rezamos junto a las intenciones de los peregrinos:
Virgencita, gracias por mi salud, hoy te pido por mi hija que se cure
pronto de su enfermedad y te pido por mi nieto que me lo protejas y
le des mucha salud. También a mis hijos y todos mis nietos. Gracias
Virgen de Huachana.
V) Para vivir lo rezado: Realizaremos algún gesto de cuidado de
la Creación, ayudando a tomar consciencia del necesario cuidado de
la Casa común. Rezamos la oración de la contratapa.

DÍA 25/7: Tercer día: UNA NIÑA MUJER


“Una vez más, la joven Telésfora Verón
llegó al lugar sagrado y esperó el
celestial encuentro de siempre. Pasaron
unos instantes, y el milagro volvió a
iluminar la oscuridad del bosque
impenetrable, y trajo sosiego a su alma.
Alucinada, observó la imagen divina por
eternos segundos y regresó con
urgencia a su pequeña casa. “La he visto de nuevo,
juro que la he visto de nuevo”, anunció enfáticamente,
pero nadie le creyó, es más, todos consideraban que
estaba loca.”
I) Nos ponemos en la presencia de Dios: En el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
II) Escuchamos la Palabra de Dios: Jesús se estremeció de gozo,
movido por el Espíritu Santo, y dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y
de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los
prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así
lo has querido. (Lucas 10,21)
III) Contemplamos:
1) MIRANDO DONDE NADIE MIRA: Dios tiene un modo de ser,
pensar y sentir muy distinto al nuestro, aun cuando seamos su imagen
y semejanza. Nadie elegiría un mensajero insignificante o no muy

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creíble para hacer llegar un recado importante y valioso. Más todavía,
si se trata de un mensaje que demanda una confianza y credibilidad
especial en quien lo anuncia, lo cuenta y lo entrega. Años atrás, en la
cultura campesina de nuestro interior, había una marcada distinción
entre los niños y los “grandes”. Los primeros habían de guardar
silencio, no intervenir en conversaciones de adultos, respetar y
escuchar a los mayores. Telésfora, además de ser niña, era una mujer.
Llevaba a cuestas una doble marginación, que le acarreaba el
descrédito, la burla, la incomprensión. Sin embargo, Dios la miró y la
eligió. Posar la mirada donde nadie la posa, mirar a los que no
cuentan, promocionar al marginado con nuestra mirada amiga, que
no humilla, sino que devuelve la confianza y eleva la dignidad
rebajada: he aquí nuestra misión. ¿Dónde solemos posar nuestra
mirada? ¿Hacia quiénes Dios me invita a posar la mirada?
Primer misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
2) POR LOS LUGARES MÁS IMPENSADOS: La hostilidad del
monte, la soledad honda de los campesinos, el aislamiento y la
ausencia de oportunidades, la marginación de sus vidas, todo esto es
abrazado por Dios. Su amor entrañable les acerca la presencia
maternal de María, nuestra Madre. Y así llega Dios a nuestras vidas,
por los senderos más escondidos y sorpresivos. Mientras lo andamos
esperando con luces, signos espectaculares o milagros grandiosos, Él
nos sorprende en la humildad, el silencio y lo cotidiano. Dios nos
visita en puntas de pie, despacito y por la puerta del fondo. ¿Por
dónde andamos buscando a Dios? ¿Estamos atentos a sus
continuas visitas?
Segundo misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
3) HACERNOS COMO NIÑOS: Sólo los niños son capaces de
dejarse sorprender, de asombrarse sin buscar muchas explicaciones,
ni lógicas razones. Por eso, bien dijo Jesús: de los niños es el Reino
de los Cielos… Sólo quien se hace como ellos, puede entrar en el
Reino… Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
Ellos perciben mejor a Dios porque viven desde su corazón, el mejor
compañero para llegar a Dios. Allí Dios habita. Desde allí se lo
percibe y se lo presiente. Desde allí iniciamos nuestra búsqueda
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amorosa. Sin embargo, los años nos han ido alejando del corazón. La
cabeza, lo “razonable” y prudente, lo estipulado y masificado, lo
complicado y extravagante han ido desplazando nuestro corazón,
nuestro centro más original y auténtico. Hemos perdido la
espontaneidad, la transparencia y frescura, los sueños e ideales, la
confianza y la inocencia, el brillo de los ojos y el entusiasmo. La
desilusión nos fue envejeciendo el corazón. La sospecha, la mirada
turbia y desconfiada, el escepticismo y cinismo han tomado nuestra
vida. ¿Cuándo emprenderemos, decididos, la peregrinación más
larga y ardua de nuestra vida hacia nuestro corazón?
Tercer misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
4) RECIBIR LA SALVACIÓN QUE NOS TRAEN LOS
POBRES: El hallazgo compartido de Telésfora transformó el monte
santiagueño. Ya nada será igual en la vida de este paraje rural. Sus
pobladores y peregrinos ya no sabrán de desamparo, abandono,
orfandad. A través de una niña valiente, dispuesta a pasar por loca,
Dios puso su tienda entre nosotros, en la presencia de María en la
espesura del monte. Perseguida, burlada, tomada por fabuladora,
ignorada y rechazada, Telésfora carga con la realidad de tantos
crucificados, que siguen colgados de una Cruz, esperando ser bajados
y resucitados. Como el grano de trigo, ella tuvo que desaparecer, en
la oscuridad del monte, para que su familia tomara en serio su
testimonio y acogiera la visita de su Madre. Ella desaparece y
disminuye, para dar lugar a Dios en el corazón de los suyos. Siendo
una niña, sufrió dolores de parto, para que Dios fuera alumbrado,
dado a luz en cada corazón creyente. ¿Qué me enseñan mis
hermanos más pobres? ¿Me dejo sanar por sus llagas
redentoras? ¿De qué necesito ser salvado?
Cuarto misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
5) ACOGER, ESCUCHAR Y ABRAZAR LO DÉBIL: Nuestro
mundo desprecia y rechaza cada vez más todo lo que “huela” a
debilidad, fragilidad, impotencia. Se nos obliga, de múltiples
maneras, a ser fuertes, poderosos, exitosos, autosuficientes, capaces y
eficientes. De nuestro vocabulario hemos ido desterrando palabras
como no puedo, ayúdame, necesito. Sabernos vulnerables, frágiles,
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capaces de ser heridos, nos causa un terrible miedo. El milagro de
Huachana nos anima a amigarnos con todo lo débil y descubrir el
mensaje de Dios en su misma fragilidad. Se trata, pues, de abrazar lo
que nos avergüenza, de acoger aquello que nos molesta y humilla,
para escuchar su mensaje de vida y recibir la luz que Dios nos quiere
brindar. Sin embargo, ante nuestros sentimientos, deseos,
pensamientos, pasiones y todo aquello que no logramos “controlar”
de nosotros mismos, reaccionamos con enojo, culpa y vergüenza.
Ante el dolor de nuestra miseria, nos escapamos en la actividad
compulsiva o en diferentes adicciones (alcohol, juego, Internet,
relaciones pasajeras, televisión, etc.). De este modo, volvemos a
repetir la actitud que padeció Telésfora. Ella no volvió a su
comunidad, su presencia no fue integrada, sino perdida en el monte.
Nosotros, en cambio, no hemos de marginar o rechazar nuestras
propias debilidades, sino integrarlas a nuestra vida, acogiendo su
mensaje de salvación. ¿Qué cosas me avergüenzan de mi vida?
¿Cómo puedo integrar más esta parte de mi vida, para que su
fuerza no quede desperdiciada, ni vagando sin sentido o
amenazando mi persona? ¿Qué puede estar mostrándome Dios a
través de estas realidades?
Quinto misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
IV) Rezamos junto a las intenciones de los peregrinos:
Gracias Virgencita de Huachana por todos los favores recibidos, por
cuidarnos y proteger a mi familia, mi camino y acompañarme toda
mi vida. Te lo agradezco infinitamente. Te amo Virgencita.
V) Para vivir lo rezado: Trataremos de acercarnos a alguna
persona marginada de nuestra comunidad para tener algún gesto de
cercanía y amistad. Rezamos la oración de la contratapa.

DÍA 26/7: Cuarto día:


PEREGRINANDO CORAZÓN ADENTRO
“Su hermano Juan Cruz logró
convencer a los vecinos y a sus
propios parientes de que valía la pena

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llegar hasta el lugar de las apariciones para
comprobar, o desechar finalmente, lo que la niña les
venía anunciando. Una noche don Félix Taboada, a
cargo del destacamento policial de Huachana, reunió a
los lugareños y caminaron hasta el preciso lugar donde
Telésfora afirmaba que aparecía una imagen divina.”
I) Nos ponemos en la presencia de Dios: En el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
II) Escuchamos la Palabra de Dios: El Señor dijo a Abram: «Deja
tu tierra natal y la casa de tu padre, y ve al país que yo te mostraré. Yo
haré de ti una gran nación y te bendeciré; engrandeceré tu nombre y
serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré al
que te maldiga, y por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra.»
Abram partió, como el Señor se lo había ordenado. Cuando salió de
Jarán, Abram tenía setenta y cinco años. (Génesis 12,1-4)
III) Contemplamos:
1) ANIMADOS POR UNA LUZ: Sólo una luz, una intuición o una
experiencia, alcanza para ponernos en camino. Dejar la comodidad,
lo seguro, lo claro y distinto, para buscar lo intuido, es un gran
desafío. Sentimos una atracción fuerte que nos convoca, que nos
seduce, que nos cautiva. Tal vez, hemos tratado de silenciar esta voz
o de hacernos los sordos. Pero su fuerza se fue tornando irresistible,
tanto que no pudimos resistir. Salir de nosotros mismos es el secreto
de la felicidad. Descubrir que hemos sido creados para amar y ser
amados es encontrar el verdadero camino. No hay autorrealización
posible sin la salida del propio yo. Juan Cruz, el hermano de
Telésfora, escuchó esta llamada que lo alentaba a peregrinar hacia el
corazón del monte para encontrar el ansiado tesoro. Escuchó y
obedeció. Y luego encontró. Hacernos como niños (como nos
invitaba la oración de ayer) también consiste en confiar en nuestras
intuiciones, corazonadas, e impulsos más profundos y seguir su
rumbo con audacia y decisión. Dios se nos revela a través de nuestros
deseos e intuiciones más genuinas. ¿Mi estilo de vida me ayuda a
atender y escuchar mis deseos e intuiciones? ¿Reconozco en ellos
la voz de Dios? ¿Confío en ellos?
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Primer misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
2) ACEPTANDO QUE ESTAMOS EN CAMINO: Sólo se pone en
camino quien se reconoce pobre. Sólo busca quien siente un vacío,
una carencia. Aquel que se encuentra satisfecho no busca, no se pone
en camino, no corre el riesgo del peregrino. No es fácil reconocernos
incompletos, a medio hacer, en camino. Es propio del hombre
maduro aceptar con serenidad sus límites y posibilidades, sin ocultar
su pobreza. Porque estamos incompletos es que salimos a buscar,
porque estamos sedientos, nos lanzamos hacia la fuente de agua viva.
Dos peligros nos atacan: la desesperanza y la presunción. La primera
nos convence de que es imposible encontrar lo buscado, estimando
nuestros intentos como inútiles y vanos. La segunda nos asegura la
saciedad, oculta nuestra falta de plenitud, camuflándola con
posesiones, acciones y relaciones. La aparente saciedad que provocan
estos espejitos de colores, terminan por dejarnos con más sed y
anhelo. Estas dos amenazas nos instalan en la mediocre comodidad,
que se torna tedio, tristeza y aburrimiento. Sensaciones que, tarde o
temprano, nos impulsarán a la búsqueda ansiosa y compulsiva de
huidas y gratificaciones. ¿Reconozco con serenidad mis límites?
¿Descubro en Dios esa Agua Viva que sacia mi sed más profunda?
Segundo misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
3) EN PUNTILLAS DE PIE POR EL CAMINO QUE YA ES
META: El monte santiagueño se nos presenta como una realidad
tremenda y fascinante. Su espesura nos obliga a la humildad, al
respeto, a la reverencia. Su fuerza salvaje inspira miedo y humildad.
Su riqueza escondida atrae y fascina, en originales sabores, en
variadas especies animales y vegetales, en sus múltiples matices.
Aquella noche en Huachana, la decisión ya estaba tomada. La
aventura se inicia, entonces, en pos de un tesoro escondido en el
corazón del monte. Han de andar mucho, sorteando dificultades, para
realizar su sueño. En el monte no hay muchos caminos trazados. Se
va haciendo camino al andar. No se puede correr. Las espinas y la
abundante vegetación lo impiden. Habrá que agacharse, angostarse,
aligerar equipaje, dar pasos cortos y cuidados, atentos ante el peligro
escondido que acecha. Lentamente nos iremos amigando con el
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paisaje, que se vuelve parte y presencia del ansiado tesoro. La vida se
transita despacio y sin prisas, con humildad y respeto. Por momentos,
abriremos huellas, transitaremos también las de otros, y haremos ya
del camino nuestra meta. No despreciemos, pues, este lento camino
de crecimiento. ¿Hacia dónde dirijo mis pasos? ¿Cómo es mi
caminar por la vida? ¿Corro o retardo mis pasos? ¿Qué
dificultades se me presentan?
Tercer misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
4) PERSEVERAR EN LA BÚSQUEDA: Intuir una luz, responder
a una llamada interior, reconocer una necesidad y un vacío a llenar,
nos lleva a la decisión de emprender el camino. Ya estamos en la
huella. Las ilusiones del comienzo han pasado. Empieza a sentirse el
cansancio. Y no tarda en salirnos al cruce una inquietud, una pregunta
maliciosa, una tentación peligrosa: ¿tendrá sentido lo que estoy
haciendo? ¿No será tiempo ya de pegar la vuelta? ¿Habrá tal tesoro
como cuentan o será acaso una ilusión? Nuestros campesinos se
adentran cotidianamente en el monte para alcanzar una presa segura.
Nosotros, si queremos encontrar el tesoro, hemos de adentrarnos en la
espesura. En la orilla no llegaremos a saciar nuestro anhelo. Es el
momento, pues, de redoblar la apuesta, de avivar el fuego interior que
nos empuja hacia la meta. ¿Qué tentaciones encuentro en el
camino de la vida? ¿Qué me impide caminar o perseverar en la
búsqueda? ¿Me descubro en la orilla o en lo profundo, en la
superficie o en la espesura?
Cuarto misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
5) CON LOS PIES EN LA HUELLA Y LA MIRADA FIJA EN
LA META: La hostilidad del camino, su rumbo incierto y
amenazante nos obligan a la audacia, al empecinado riesgo, a la terca
y tozuda decisión de seguir en la huella. Todo tira para atrás, menos
la meta que nos lanza hacia delante. En ella hemos puesto ya nuestra
ancla, bien clavada, para tirar con fuerzas hacia la anhelada orilla. Es
el momento de mirar al costado, no para ceder a las cautivantes
paradas, sino para sostener y ser sostenidos. Caemos en la cuenta de
que somos muchos los que perseveramos en la senda. Esto nos anima
en la angostura del paso y del alma. Habrá que intuir el momento
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exacto para poner el hombro y sostener o para descansar en el
hombro amigo. La memoria de tantos pasos transitados se hace
estímulo para los nuestros. Una gran nube de testigos nos espera en la
otra orilla, susurrándonos al oído: un paso más, que vale la pena, no
estás solo, te acompaño en la huella. Y la adversidad pone al
descubierto nuestra profunda verdad: si soltamos la queja, si nos
encerramos en el aislamiento, si fingimos entereza, si exageramos el
cansancio, si nos damos por vencidos, si redoblamos la apuesta, si
tendemos una mano, si alentamos tras la meta. Se abre, pues, una
encrucijada: o el dolor nos purifica y nos recrea, o nos derrota y nos
aniquila. ¿Cómo vivo las pruebas de la vida? ¿Cómo reacciono
ante el dolor? ¿Soy capaz de salir de mi propia herida para
descubrir y aliviar la del prójimo?
Quinto misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
IV) Rezamos junto a las intenciones de los peregrinos:
Madre de Huachana, desde el fondo de mi corazón quiero
agradecerte todo lo que nos das, por ayudarme y cuidarme a mí y a
mi familia. Quiero pedirte por mis hermanos que los cuides y nos
ayudes a que seamos más unidos. También por mi madre y mi padre.
Ayúdale a mi esposo a sanar de su enfermedad y dale mucha salud.
Gracias, te quiero.
V) Para vivir lo rezado: Estaremos más atentos a nuestros sueños,
intuiciones y anhelos más profundos, para seguir lo que nos sugieran,
y sortear mejor las dificultades que se presenten. Rezamos la oración
de la contratapa.

DÍA 27/7: Quinto día: LA NOCHE


“Una vez más, Telésfora llegó al
lugar sagrado y esperó. La noche se
presentaba perfecta para asistir al
encuentro de siempre. El brillo sin
igual de millones de estrellas y el
imperturbable cielo azulado eran sus
mejores aliados…

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I) Nos ponemos en la presencia de Dios: En el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
II) Escuchamos la Palabra de Dios: Al atardecer, los discípulos
bajaron a la orilla del mar y se embarcaron, para dirigirse a
Cafarnaún, que está en la otra orilla. Ya era de noche y Jesús aún no
se había reunido con ellos. El mar estaba agitado, porque soplaba un
fuerte viento. Cuando habían remado unos cinco kilómetros, vieron
a Jesús acercarse a la barca caminando sobre el agua, y tuvieron
miedo. El les dijo: «Soy yo, no teman.» (Juan 6,16-20)
III) Contemplamos:
1) EMPRENDIENDO UNA NUEVA PEREGRINACIÓN: En todo
camino nos aguarda la noche. Ella nos obliga a detenernos para
descansar y esperar la luz del alba. Necesitamos acomodarnos al
nuevo paisaje nocturno. Nuestros ojos se entrecierran para percibir
mejor. Es preciso dejar pasar un tiempo para distinguir las formas. El
atardecer nos hace de umbral, en una transición pausada, que nos va
despojando de muchas claridades y luces. La naturaleza acompaña
estas horas en bellos colores anaranjados, azules, violetas. Es el
momento del retorno a la casa, en busca de un refugio seguro. Este
umbral que se atraviesa del Camino hacia la Casa, fue bautizado por
nuestros campesinos con el nombre de oración. Es el tiempo del
recogimiento para volver dentro de nosotros mismos, en una nueva
peregrinación. Es un tiempo para amigarnos con el silencio, la
intimidad y el encuentro con lo sagrado. Luego de la prisa del día, de
la actividad dispersa y frenética, no resulta tan fácil levantar el pie
del acelerador. Nos cuesta seguir este susurro que nos conduce al
recogimiento. Tenemos miedo de aburrirnos, de sentirnos solos, de
escuchar ruidos interiores que no tenemos aún el coraje de atender.
Frente a la noche no hay muchas opciones. O la negamos,
prolongando el día con luces de neón, buscando refugios falsos: en
imágenes, contactos, más actividades, que aturden y que terminan
siendo re-fugas. O, por el contrario, la acogemos como espacio de
encuentro y de luz. ¿Cómo termino el día? ¿Qué suelo hacer
durante la noche? ¿Acepto con humildad mi necesidad de
descanso? ¿Descanso bien?
20
Primer misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
2) AMIGÁNDONOS CON LA NOCHE: De día son claros los
contornos, los límites y las fronteras de las cosas. De noche, por el
contrario, las formas se esfuman y perdemos su control. Debemos
agachar la cabeza, en la espera del amanecer. Por eso, en la noche
cerramos los ojos, como quien se rinde ante el no control del ritmo
natural y sabio de la vida. Es el momento preciso para claudicar, para
volver a nuestro lugar de creaturas, para aceptar nuestra indigencia
radical. De día hemos podido realizar mucho, emprender, hacer,
decidir. De noche nos volvemos a colocar en el espacio que nos
corresponde. Debemos reconocer humildemente que no somos Dios,
que no siempre podemos realizar todo lo que pretendemos. Ella nos
enseña a morir a nuestros ambiciosos, ilusorios y apretados planes,
para aceptar los de Dios. Ella nos enfrenta con nuestros miedos,
límites, impotencias y fracasos. En la noche sufrimos con más agudeza
nuestra separación, nuestro corte, nuestro aislamiento y soledad. De
ahí que nos cueste tanto permanecer en ella. No es fácil mantener
abierta la herida, insatisfecho el anhelo, inquieta nuestra búsqueda
constante. Por eso, huimos ante la evidente brecha, la escondemos y
camuflamos. Hacemos hasta lo imposible por mostrarnos fuertes y
poderosos, llevando el timón de nuestras vidas. ¿Cómo reacciono
frente a mis sombras y límites? ¿Y ante los del prójimo?
Segundo misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
3) SORPRENDIDOS Y FORTALECIDOS POR LA
COTIDIANA META QUE NOS AGUARDA: Dice el poeta
Yupanqui: Cuando la noche le ha robado el paisaje de afuera, el
hombre se anima a abrir la ventana de su otro mundo. Si nos
arriesgamos a permanecer en la noche, escucharemos un llamado,
una invitación a la comunión. Cada día podemos hacer experiencia de
este Dios enamorado que nos busca incansablemente: Yo estoy junto
a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su
casa y cenaremos juntos (Ap 3,20). Cuando nos atrevemos a abrir
esta puerta, la noche se hace clara como el día (Sal 139).
Comenzamos, pues, otro camino: el que nos lleva al propio corazón,
lugar de intimidad y de hondura. Con asombro, podemos descubrir
21
que aquello, por lo cual corremos y nos afanamos cada día, nos
aguarda silenciosamente cada noche. O entramos o nos fugamos. No
hay otra opción. Si atravesamos con decisión este oscuro umbral,
seremos sorprendidos por una paz profunda, por una sensación de
quietud y sosiego, de estar en casa. Se abre un mundo maravilloso e
inexplorado. Es el momento de la confidencia, de la intimidad, de los
diálogos profundos. Los vínculos familiares se recrean, ante la firme
decisión de cerrar a tiempo la puerta a la televisión, a las
comunicaciones virtuales, al aislamiento, y abrirla a una nueva y
sincera comunicación. Tímidamente se van soltando las cosas de
antes, compartidas y narradas. Es el momento de la memoria, de las
mágicas leyendas, de la transmisión de valores, de la oración en
familia, de la sinceridad confiada, de la expresión de nuestros
sentimientos, del compartir nuestros secretos. El hilo frágil, que
mantiene a las generaciones unidas, se va tornando más sólido, por el
rico encuentro entre lo antiguo y lo nuevo. He aquí la verdadera roca
que mantendrá firme nuestra vida y la de los nuestros, ante los
embates de la jornada. Estamos ante el mejor antídoto que preservará
a nuestros niños y jóvenes de todo aquello que amenace y lastime sus
frágiles vidas. En mi infancia, ¿tuve la oportunidad de gustar de
estos encuentros? En la actualidad, ¿me arriesgo a la intimidad
con Dios y mis seres queridos? ¿Qué puedo hacer al finalizar el
día, para facilitar este encuentro con ellos?
Tercer misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
4) EN EL UMBRAL DE UN NUEVO NACIMIENTO: La noche
nos habla de límite, de muerte, de ocaso, de final. Así como cada
amanecer nos remite a un nuevo nacimiento, así cada noche nos
coloca cara a cara con la muerte. Gustar la noche es gustar la muerte.
La vida verdadera está precedida de varias muertes y, a su vez, cada
muerte aguarda una vida nueva. Desde que Jesús, cual punta de flecha,
atravesó este tenebroso abismo y retornó victorioso del mismo, como
Hombre Nuevo, la muerte ya no tiene la última palabra. Junto con San
Pablo, podemos exclamar: La muerte ha sido vencida. ¿Dónde está,
muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón? (1 Cor 15,54-55). Ella no
será, pues, el final de una historia, sino el paso obligado, la necesaria
pascua que nos encaminará hacia una historia nueva. Estamos, pues,
22
no ya ante el dolor de agonía, que antecede a la muerte, sino ante un
dolor de parto, que engendrará una vida. La noche será el testigo y el
espacio adecuado para el alumbramiento, para la gestación dolorosa y
combativa de ese hombre nuevo que anhelamos ser. La noche nos
parte al medio, física y emocionalmente. Sentimos desintegrada
nuestra vida, partida en mil pedazos. Pero Dios no nos dejará así.
Estos pedazos rotos no serán simplemente re-unidos o pegados entre
sí. Ellos aguardan un nuevo nacimiento, una nueva creación. Ser
partidos será, pues, misteriosamente, la condición necesaria para la
Vida Nueva. Necesitamos ser escombros para ser nuevas creaturas. Y
es entonces cuando partimos, comenzando un nuevo tramo en la
peregrinación de la vida. Nos despedimos de los pedazos rotos y
emprendemos una nueva partida. ¿Cuáles han sido los dolores más
profundos de tu vida? ¿Cómo vives tus cruces cotidianas? ¿Te
enojas y te encierras? ¿Te quejas y te vuelves agresivo/a? ¿Pides
ayuda? ¿Te dejas ayudar por otros?
Cuarto misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
5) LA NOCHE NOS AGUARDA MÁS SORPRESAS: La noche es
un espacio luminoso de salvación. Ella nos conduce a la intimidad con
nosotros mismos, con Dios y con el prójimo. A su vez, la espesura
nocturna nos fuerza a agudizar nuestra mirada. Cuánto más oscura la
noche, tanto más brillan los astros que la presiden. En Huachana
podemos disfrutar ese parral por cielo, con racimos de estrellas. En el
dolor y la muerte, podemos descubrir con más intensidad las pequeñas
chispas de esperanza y de luz, que se encienden en nuestras vidas.
Luces que, muchas veces, no percibimos ni valoramos en tiempos de
bonanza. Luces que se tornan resplandecientes, como faros en la
noche, cuando la vida cincha con más fuerza. Luces que no
encandilan, ni vislumbran y que apenas son perceptibles, lo suficiente
para engendrar una humilde esperanza, para volver más llevadera la
noche. Por otro lado, encontramos incontables referencias bíblicas al
sueño, como espacio de encuentro de Dios con el hombre. En sueños
Dios se comunica con sus hijos, les muestra sus designios, les confía
una misión. La noche nos permite, pues, entrar en ese mundo
inconsciente, relegado y olvidado durante el día. La fuerza ciega del
inconsciente nos abruma tanto, que preferimos acallarlo con ideas,
23
imágenes, ruidos y palabras. Su misterio nos asusta y atemoriza. No
creemos que Dios allí también pueda esperarnos. Ya los Padres del
desierto, en los primeros siglos de la vida de la Iglesia, aconsejaban ir a
descansar en la presencia de Dios, para continuar, en los sueños, este
diálogo entablado durante el día. Acostarse con el nombre de Jesús en
los labios y levantarse con el susurro de esta oración, era un camino de
fe importante para estos hombres y mujeres de Dios, tan conocedores
del corazón humano. En el sueño, Dios puede hacer su obra con más
libertad, sin tantas resistencias de nuestra parte. Allí somos más
flexibles, más disponibles a su trabajo en nosotros, a ese hombre
nuevo que quiere ser dado a luz, en la oscuridad profunda de la noche.
En mis dolores, ¿he llegado a percibir algunas luces de esperanza?
¿Quiénes han sido para mi vida faros en la noche o estrellas en el
camino? ¿Me entrego con confianza a Dios, dejándome
transformar por su amoroso poder?
Quinto misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
IV) Rezamos junto a las intenciones de los peregrinos:
Virgencita de Huachana, gracias por permitirme llegar hasta tu
casa, mil gracias por todos los favores recibidos… Te pido por la
Paz en el mundo, por los enfermos, por los jóvenes y ancianos, por la
unión de las familias. Protégenos y líbranos de los peligros.
Bendícenos Mamita linda.
V) Para vivir lo rezado: Trataremos de vivir con más profundidad
el fin de cada jornada, cuidando este espacio para el encuentro con
Dios y la intimidad familiar. Rezamos la oración de la contratapa.

DÍA 28/7: Sexto día:


DE PASO Y EN VIGILANTE ESPERA
“Instalados en al zona marcada,
junto a un árbol, hicieron vigilia
toda la noche.”
I) Nos ponemos en la presencia de
Dios: En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo.
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II) Escuchamos la Palabra de Dios: Por la fe, Abraham, obedeciendo
al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin
saber a dónde iba. Por la fe, vivió como extranjero en la Tierra prometida,
habitando en carpas, lo mismo que Isaac y Jacob, herederos con él de la
misma promesa. Porque Abraham esperaba aquella ciudad de sólidos
cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. También por la fe, Sara
recibió el poder de concebir, a pesar de su edad avanzada, porque juzgó
digno de fe al que se lo prometía. Y por eso, de un solo hombre, y de un
hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa como
las estrellas del cielo e incontable como la arena que está a la orilla del
mar. Todos ellos murieron en la fe, sin alcanzar el cumplimiento de las
promesas: las vieron y las saludaron de lejos, reconociendo que eran
extranjeros y peregrinos en la tierra. Los que hablan así demuestran
claramente que buscan una patria; y si hubieran pensado en aquella de
la que habían salido, habrían tenido oportunidad de regresar. Pero
aspiraban a una patria mejor, nada menos que la celestial. Por eso, Dios
no se avergüenza de llamarse «su Dios» y, de hecho, les ha preparado
una Ciudad (Hebreos 11,8-16).
III) Contemplamos:
1) CONECTADOS CON NUESTRAS HONDAS RAÍCES: El límite
impuesto por la noche nos obliga a preparar un refugio para cubrirnos de
su inclemencia. El misterioso monte se nos ofrece amenazante y por ello
nos cobijamos al amparo de una carpa. Armar una tienda en medio del
monte era algo común para la gente de antes, y lo sigue siendo para
muchos campesinos. Para el tiempo de las cosechas, durante las labores
en el monte, o mientras se campea a los animales, se prepara una tienda
para pasar la noche. Acampar unos días en Huachana nos conecta con
nuestras raíces más hondas. Raíces culturales, familiares y ancestrales:
memoria viva de nuestros antepasados. La tienda nos conecta también
con la naturaleza, con el aire libre, lo agreste, la Tierra. Este breve paso
en estado provisorio, sencillo, acompañado sólo por lo necesario, lejos
de todo lo que nos estorba, nos entretiene, dispersa y encadena, se nos
impone como necesario para nuestro equilibrio como personas. En el
silencio del monte, bajo un techo de estrellas, con sonidos naturales,

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bellos y únicos, sagrados y misteriosos, reencontramos nuestra identidad
más profunda. La memoria fiel de nuestros mayores y sus innumerables
sacrificios, nos dispone a pararnos mejor en el hoy de nuestras vidas y
vislumbrar con mayor claridad nuestra meta. ¿Estoy conectado con las
raíces de mi historia? ¿Me avergüenzo o me siento orgulloso de mis
orígenes?
Primer misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
2) UN GESTO QUE NOS AYUDA A NO OLVIDAR: El pueblo
judío vivía anualmente una experiencia similar a la de los peregrinos
en Huachana, en el transcurso de la fiesta llamada de las Tiendas. Así
Dios se los había indicado: El día quince del séptimo mes, cuando
hayan cosechado los productos de la tierra, celebrarán la Fiesta del
Señor durante siete días. Todos los nativos de Israel, vivirán esos
días en chozas, para que las generaciones futuras sepan que Yo hice
vivir en chozas a los israelitas, cuando los hice salir del país de
Egipto. Yo soy el Señor, su Dios (Lev 23,39.42-43). Este campamento
anual de siete días tenía un sentido religioso profundo. Se trataba de
hacer memoria de los antepasados que habían atravesado el desierto,
en carpas, en su peregrinación hacia la Tierra Prometida. La
estabilidad cómoda en la propia tierra, adquirida con la sangre y el
sudor de tantos, podía muchas veces hacer olvidar el esfuerzo y
sacrificio de sus mayores. Una vida asegurada y acomodada los podía
llevar a desdibujar la meta, su destino de peregrinos, su Casa
definitiva. De modo que, era vital realizar cada año este simbólico
ritual, para mantener viva la memoria de sus antepasados y no
detener su camino. ¿Qué cosas me ayudan a mantener viva la
memoria de mis raíces?
Segundo misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
3) QUITANDO LO QUE NOS SOBRA: Pasar unos días en una
tienda de campaña es algo muy común en muchas culturas. En esta
sencilla acción confluyen diversas razas aborígenes, árabes y criollas,
integradas en un armónico mestizaje y enriquecimiento mutuo. No
nos avergonzamos de nuestros orígenes. No escondemos ni
renegamos de nuestra historia. La asumimos como parte de nuestra
identidad. Acampar unos días en Huachana, interpela nuestro modo
de vida cotidiano. Nos ayuda a caer en la cuenta de tantas
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esclavitudes y dependencias. En esos días vivimos austeramente y
con lo necesario. Nos sorprende nuestra rápida adaptación ante estas
nuevas condiciones de vida. Salir a buscar agua, leña, preparar juntos
la comida, la mesa, alargar los diálogos, sin la interrupción de la
televisión, el trabajo, el celular o la computadora. Nos sentimos más
libres, más livianos, sin tanto peso. La cierta incomodidad de la vida
en carpa nos obliga a desinstalarnos de tantas cosas que nos atan, nos
ayuda a reconocernos que estamos de paso, a no instalarnos tan
seguros en las cosas transitorias de la vida. ¿A qué cosas estoy
aferrado? ¿Qué puedo empezar a soltar para ser más libre?
Tercer misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
4) DESCANSO Y FIESTA COMPARTIDA: Tanto para los judíos,
como para nosotros, los días en carpa son de descanso y de fiesta.
Los ansiamos durante el año, y los preparamos con tiempo y
anticipación. A pesar de no contar con todas las comodidades,
experimentamos un profundo descanso. El vínculo con el vecino de
carpa nos abre al diálogo y a la confianza. Nos prestamos las cosas,
convidamos nuestras comidas, agrandamos la mesa, disponemos un
banco para el que llega, agrandamos la ronda. Nos sentimos
profundamente hermanos. Evitamos discusiones inútiles, dejamos
salir lo mejor de nosotros y permitimos expresar lo mejor del otro.
Olvidamos el anonimato de las ciudades y creamos un lenguaje de
intimidad y de hogar. Celebramos la vida, la fe, la familia, nuestra
historia común. Compartimos dolores, broncas, deseos de justicia,
verdad y solidaridad. Esta experiencia se hace muy reparadora y sana
muchas de nuestras heridas cotidianas. La esperanza nos vuelve a
animar, los sueños comienzan a florecer. La despedida nos sorprende
con alguna lágrima, un apretón de manos, un abrazo sentido. Algo
nuevo ha nacido en Huachana, en el lugar donde se da a luz, en la
tierra sagrada donde se vuelve a nacer. ¿Qué otros espacios tengo
durante el año para descansar y festejar?
Cuarto misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
5) PEREGRINOS CON JESÚS NUESTRA CASA Y CAMINO:
Hace un poco más de dos mil años, Dios vino a poner su tienda entre
nosotros. Así compartió nuestra vida y nuestra historia, en la persona
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de Jesús. Él es nuestra Casa, nuestra morada y refugio. Él es nuestro
Camino, nuestra senda. Él camina cada día con nosotros, en nuestras
penas y alegrías. Aliviana nuestras cargas, sostiene nuestras fatigas,
acompaña nuestros esfuerzos, consuela nuestro llanto. Con Jesús y
María, partimos cada mañana en la hermosa aventura de la vida. Con
ellos, retornamos cada tarde, bajo su amparo y cobijo, para retomar
fuerzas y sanar heridas, recogiendo frutos, y cargar nuevas semillas.
La fragilidad de la carpa nos mantiene en vela y con el corazón
atento. Reconociendo nuestra huella, miramos esperanzados hacia la
Meta. Renovamos la certeza de la Casa definitiva, hacia donde
nuestros pasos se dirigen, sin retardos y sin prisas, ya no solos, sino
en familia, hacia la Promesa de Vida, que el Dios fiel nos prepara en
la otra orilla. ¿Siento la compañía de Jesús y la Virgen en mi
caminar cotidiano? ¿Me dejo acompañar por su reparadora
presencia? ¿Cuento con ellos durante el día?
Quinto misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
IV) Rezamos junto a las intenciones de los peregrinos:
Gracias Virgen de Huachana por haber llegado bien en este viaje
para cumplir la promesa. Te vengo a pedir que me vaya bien en los
estudios y buena salud para mi familia.
V) Para vivir lo rezado: Tomaremos conciencia de nuestras
esclavitudes cotidianas, reconociendo lo mal que nos hacen. Decidimos
renunciar a alguna seguridad, para vivir con más austeridad, sencillez y
cercanía al prójimo. Rezamos la oración de la contratapa.

DÍA 29/7: Séptimo día: EL FUEGO


“Para mitigar la helada
soledad del monte,
prendieron una enorme
fogata, a la que se abrazaron
con fuerza.”
I) Nos ponemos en la presencia
de Dios: En el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo.

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II) Escuchamos la Palabra de Dios: Moisés, que apacentaba las
ovejas de su suegro, llevó una vez el rebaño más allá del desierto y
llegó a la montaña de Dios, al Horeb. Allí se le apareció el Ángel del
Señor en una llama de fuego, que salía de en medio de la zarza. Al
ver que la zarza ardía sin consumirse, Moisés pensó: «Voy a observar
este grandioso espectáculo. ¿Por qué será que la zarza no se
consume?» Cuando el Señor vio que él se apartaba del camino para
mirar, lo llamó desde la zarza, diciendo: «¡Moisés, Moisés!». «Aquí
estoy», respondió él. Entonces Dios le dijo: «No te acerques hasta
aquí. Quítate las sandalias, porque el suelo que estás pisando es una
tierra santa.» Luego siguió diciendo: «Yo soy el Dios de tu padre, el
Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.» (Éxodo 3, 1-5)
III) Contemplamos:
1) EL CALOR LUMINOSO DEL FUEGO: Junto a las estrellas y
el cobijo de la carpa, el fuego se nos hace amigo fiel que nos ampara
del frío durante la noche. Su calor nos abriga en la noche. Mientras
que el frío nos lleva a guardarnos y a cubrirnos, el fuego, por el
contrario, nos acerca, nos saca de nosotros mismos, nos invita a
descubrirnos y quitarnos lo que nos tapa y esconde. Su luz ahuyenta
los peligros, permite definir los contornos y los rostros. Da claridad,
luz y seguridad, corriendo las tinieblas con su misteriosa luz. Su
resplandor caluroso nos remite a Dios, que nos da luz y calor.
Cualidades que encontramos en muchas personas, que sentimos
luminosas y cálidas, con quienes da gusto estar y pasar largos ratos.
¿Quiénes han dado calor y luz en tu vida? ¿Cómo se sienten los
demás con tu persona? ¿Se te acercan buscando calor y luz?
¿Rehúyen ante tu frialdad e indiferencia distante?
Primer misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
2) ATENDIENDO Y CUIDANDO NUESTRO FUEGO: Nada más
potente que el fuego descontrolado que, en pocas horas, puede llegar
a arrasar bosques y poblaciones. Nada más frágil, sin embargo, que
una pequeña y tímida llama, que lucha por vencer la humedad de
unos leños, peleando entre la vida y la muerte. Un viento fuerte lo
puede avivar o hacer desaparecer. Muchos leños encimados pueden

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despertar su poder oculto y volverlo llama abrasadora o lo pueden
ahogar extinguiéndolo. Universalmente, el fuego es reconocido como
símbolo de nuestra pasión, fuerza y energía pulsional. Realidades
ante las que sentimos miedo, incertidumbre, vergüenza, asombro o
culpa. Nos lleva toda la vida encauzar nuestra energía vital que,
muchas veces, nos ha dejado perplejos ante reacciones desconocidas,
desmedidas y temibles. Otras veces, nuestras pasiones han sido
grandes aliadas para llevar adelante acciones arduas, conflictivas y
difíciles. Es todo un aprendizaje integrar esta gran energía en nuestras
vidas. Habrá momentos donde debamos alimentar un poco esta llama
interior. Otras veces, necesitaremos cercarla, controlarla o
apaciguarla. Así como cada fogata se distingue por su color, modo e
intensidad, así también cada persona posee un fuego original y
propio. Se tratará de conocerlo, aceptarlo e integrarlo a nuestra vida,
como aliado y compañero. Así como un hogar sin fuego es un
espacio frío y muerto, así también, nuestra vida sin fuego, se vuelve
distante, fría e inmóvil, triste y apagada. ¿Has descubierto tu fuego
interior? ¿En qué momentos te ha jugado una mala pasada?
¿Cuándo sentiste que te ayudó a vivir mejor?
Segundo misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
3) UN DINAMISMO LLENO DE VIDA: Ante el fuego, nuestras
miradas se sienten atraídas y reposan durante horas, cautivadas por su
dinamismo y su juego incesante. Sus colores, matices y movimiento
continuo nos hablan de algo vivo, dinámico, que escapa a nuestro
control. Algo así sucede con la vida. Ella posee una fuerza propia,
llena de dinamismo y movimiento. De ahí que el fuego es un signo
privilegiado para representar al Espíritu Santo, al mismo Dios que
actúa en nuestros corazones, empujándolos a salir de nuestro encierro
hacia el encuentro. Así lo decía Jesús: Yo he venido a traer fuego
sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! (Lucas
12,49). No obstante, en el camino de la vida encontramos fuegos
mentirosos que pretenden atenuar la noche. Ellos son el alcohol, las
adicciones, los diversos excesos, las infidelidades, abusos, violencias,
etc. Esos “fuegos” no son tales, sino pura apariencia que seducen
nuestras vidas para conducirlas al frío de la muerte y el sinsentido.
¿Qué fuegos mentirosos seducen tu vida? ¿Reconoces su destino
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mortal para tu vida? ¿Cómo se encuentra el fuego de Dios que se
encendió en tu Bautismo? ¿Se está apagando? ¿Necesita más vida
y fuerza? ¿Le permites crecer para dar calor a otros?
Tercer misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
4) PURIFICADOS, TRANSFORMADOS Y ENTREGADOS: El
fuego tiene la capacidad de trasformar el material más crudo en una
obra de arte, en un alimento o en una herramienta. Su calor purifica,
limpia, transforma, convierte. Cada leño es entregado y ofrecido para
hacerse llama, brasa y luego ceniza. Nuestra vida necesita ser
transformada. El calor del amor de Dios ha de purificar nuestros
egoísmos y soberbias, quemando lo que estorbe a nuestra felicidad y
a la de los demás. El calor del útero materno hace posible la
transformación del ser humano, que se va formando bajo el calor de
la madre. La Virgen nos pone en su regazo y desea ir dándonos la
forma de su Hijo: su corazón, sentimientos y actitudes. No debemos
ofrecer resistencia a esta obra que Dios quiere hacer en nosotros. Sólo
nos pide que nos ofrezcamos, que lo demos todo de nuestra parte, sin
miedo a perder nada. Caerá lo innecesario, para dar lugar a lo
importante, a lo esencial. ¿Qué cosas han de ser purificadas en mi
vida? ¿Qué estoy llamado a transformar en mí? ¿Me resisto a
Dios o me entrego confiado a su obra?
Cuarto misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
5) CONVOCADOS EN UNA MISMA RONDA: La palabra hogar
viene, justamente, del vocablo fuego. La cocina suele ser el lugar más
habitado de nuestras casas. Allí pasamos largas horas de charla y
mate. Donde hay fuego, allí hay encuentro. En las noches frías, al
llegar a la casa, nos reunimos alrededor del fuego. Su calor nos atrae,
reúne y convoca, nos impulsa al diálogo y al encuentro. Nos dispone
a la intimidad, a la confidencia, a prestar oído a las narraciones de
nuestros abuelos. Su misterio evoca tradiciones, cuentos y leyendas,
despierta hondas lecciones y consejos, reaviva nuestra memoria. La
danza de las llamas despierta nuestro arte, volcado en poemas, coplas
y cantos. Su poder corre las tinieblas, alarga vigilias que sorprenden
amaneceres. ¿Qué puedo hacer para que mi familia se parezca

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más a un hogar que a un hotel o museo? ¿Mis palabras, gestos y
acciones acercan y unen o dividen y distancian?
Quinto misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
IV) Rezamos junto a las intenciones de los peregrinos:
Gracias Virgencita de Huachana por mi salud y la de toda mi
familia. Por haber curado del cáncer a mi amiga. Te doy gracias por
dejarme construir y casi terminar mi local para empezar mi negocio
de comidas. Gracias por tenérmelo con salud a mi amiguito Alex. Te
pido que no me prives de venir a visitarte los años que me quedan.
Gracias por todo Virgencita.
V) Para vivir lo rezado: Identificaré mis palabras y gestos fríos y
oscuros, para transformarlos en luminosos y cálidos, para crecer en comunión
y solidaridad con los demás. Rezamos la oración de la contratapa.

DÍA 30/7: Octavo día: EL AMANECER


“Cuando el sol anunciaba su arribo al
cielo santiagueño el milagro se produjo.”
I) Nos ponemos en la presencia de Dios: En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
II) Escuchamos la Palabra de Dios: El primer día de la
semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con
los perfumes que habían preparado. Ellas encontraron removida la piedra
del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras
estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres
con vestiduras deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor, no se
atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: «¿Por qué buscan
entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden
lo que él les decía cuando aún estaba en Galilea: "Es necesario que el Hijo
del hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y
que resucite al tercer día."» Y las mujeres recordaron sus palabras. (Lucas 24,
1-8)
III) Contemplamos:

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1) LA VIDA ME HAN PRESTADO Y TENGO QUE
DEVOLVERLA: Dios ha dispuesto, en su amorosa providencia, la
sucesión de los días y de las noches. Nos cuenta el primer libro de la
Biblia: Dios dijo: «Que exista la luz.» Y la luz existió. Dios vio que la
luz era buena, y separó la luz de las tinieblas; y llamó Día a la luz y
Noche a las tinieblas. Así hubo una tarde y una mañana (Gn 1,3-5).
Cada noche aguarda la luz del amanecer y cada día esconde un ocaso.
La luz de la mañana es una fiel recompensa para quien ha sabido
perseverar en la oscuridad de la noche. El sol despunta seguro cada día,
tímidamente, pintando de colores maravillosos el cielo, anunciando su
llegada. Sus primeras luces no encandilan ni queman, como el esplendor
del mediodía. Lentamente, cada mañana, las cosas vuelven a tomar su
figura, a expresar sus colores, a definir sus contornos. La naturaleza
despierta en cantos de pájaros y en flores que se abren. Cada mañana, el
hombre agradecido levanta sus manos al Creador, para bendecir el
milagro de la vida. Celebramos un día más la fidelidad de Dios, que no
abandona la obra de sus manos. Su amor fiel sigue sosteniendo nuestras
vidas. Dios nos vuelve a confiar el don de la vida. ¿Agradezco cada día
el milagro de la vida? ¿Experimento mi vida y la del prójimo como
un don gratuito amoroso de Dios?
Primer misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
2) ARTÍFICES Y PROTAGONISTAS DE NUESTRA HISTORIA:
Cada mañana se nos presenta una nueva oportunidad para vivir. En los
umbrales del día, todo está por hacerse, la hoja de nuestra vida está en
blanco, para escribir en ella lo que deseemos. El día nos aguarda en forma
de semilla, para desplegar nuestras capacidades, dones y talentos. Estamos
ante la opción de ser protagonistas de nuestra jornada. Podemos vivirla
intensamente, estando bien presentes en cada instante, siendo conscientes
de cada acción que realicemos. Pero también podemos dejarnos arrastrar
por la rutina, por la inercia de lo cotidiano y dejar que un día más se nos
escurra, como agua entre los dedos, dejándonos llevar por la corriente del
paso inexorable de las horas. Está en nosotros la decisión cotidiana de cómo
vivir nuestra jornada, de cómo emplear el valioso tiempo que Dios nos
regala, de cómo gastar las horas de nuestra vida. Por ello, los primeros
instantes de nuestra jornada son fundamentales para tomar consciencia de
nuestra vida, para tomarla en nuestras manos y decidir en qué la queremos
arriesgar, cómo la queremos vivir en esta nueva posibilidad que se nos abre.
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Si miramos en lo profundo, no se trata de una simple decisión acerca de lo
que queremos hacer. Se trata, más bien, de decidir quién queremos ser.
¿Cómo vivo los primeros minutos de mi jornada? ¿Cuáles son los
motivos y las razones para levantarme cada mañana? ¿Me levanto con
entusiasmo y esperanza o con pesadez y desánimo?
Segundo misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
3) LA RECOMPENSA DE NUESTRA PACIENTE ESPERA: Las
mejores cosas en la vida, bien lo sabemos, requieren mucha espera y
maduración, largos tiempos de crecimiento. Las mejores comidas, las
plantas más hermosas, los paisajes más admirables, todo eso requiere
tiempo para irse formando. Esto nos obliga a una paciente espera, que
nace de una profunda confianza en la promesa y en la persona que
realizó esa promesa. Sin esta confianza radical, no es posible perseverar
en la oscuridad de la espera. Sólo esta certeza de la promesa cumplida
amortigua el cansancio, el desánimo, las ganas de claudicar. La ansiedad
e impaciencia nacen de la desconfianza y del olvido de las promesas ya
cumplidas. Juan Cruz, el hermano de Telésfora, junto a sus compañeros,
aguardaron pacientes aquella fría noche, confiando ciegamente hallar lo
anhelado. Necesitamos muchas veces de la noche, para valorar la luz,
para añorarla con más fuerza, para atisbar cualquier brillo tenue, que
anuncia la llegada del sol. Jesús llama felices a los que son pacientes y
les promete la tierra en herencia (cfr. Mt 5,4). Hacemos nuestras las
palabras del Salmo 129: Mi alma espera en el Señor, y yo confío en su
palabra. Mi alma espera al Señor, más que el centinela la aurora. ¿En
qué cosas espero? ¿Qué luces sostienen mi esperanza? ¿Cómo puede
vencer el desaliento y la tristeza?
Tercer misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
4) NUESTRA RESURRECCIÓN COTIDIANA: Así como la noche
nos remite al ocaso de la vida, la luz del alba nos habla de un nuevo
nacimiento. Dice el Salmo 29: si por la noche se derraman lágrimas,
por la mañana renace la alegría. Y agrega el Salmo 125: Los que
siembran entre lágrimas cosecharán entre canciones. El sembrador va
llorando cuando esparce la semilla, pero vuelve cantando cuando trae
las cosechas. Cada mañana nacemos, pues, a una vida nueva. Frente a la
tentación de quedarnos anclados en el pasado, en nuestras culpas y
pecados, en lo que no pudimos realizar el día anterior, el nuevo día nos
invita a mirar hacia delante, a lanzarnos esperanzados nuevamente hacia
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la meta. Hacia allí debe tender nuestra mirada, nuestra esperanza que,
como dice la Palabra, es como un ancla del alma, sólida y firme, que
penetra más allá del velo, allí mismo donde Jesús entró por nosotros,
como precursor (Hb 6,19-20). Este nuevo nacimiento no es obra nuestra,
sino de Dios en nosotros. Jesús es quien hace nuevas todas las cosas
(Ap 21,5) con su poder transformador. Él nos exhorta con su Palabra: no
se acuerden de las cosas pasadas, no piensen en las cosas antiguas; yo
estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta?
(Is 43,18-19). Aquí hemos de poner nuestra ancla segura, ya no en el
pasado, sino en lo que está germinando, en esta realidad nueva que Dios
va haciendo con nosotros. El que vive en Cristo es una nueva criatura:
lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente (2 Cor
5,17). ¿A qué debo morir para ser una persona nueva? ¿Descubro en
mí signos de vida nueva?
Cuarto misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
5) HACIA EL AMANECER SIN OCASO: Antiguamente, el domingo
recibía el nombre de Día del Sol. Era un día dedicado al culto de la
divinidad del Sol, que daba vida y calor a la creación. La fe cristiana
aplicó este nombre a Jesús, nuestro único Señor, el verdadero Sol que
ilumina nuestras tinieblas. La sucesión cotidiana de los días se ve
interrumpida por el descanso dominical. En este día cortamos con las
actividades laborales y rutinarias, para tomar contacto con las realidades
más importantes de nuestra vida. Allí volvemos a mirar el sentido de
nuestro trabajo, el por qué y por quiénes nos sacrificamos
cotidianamente. El domingo nos ha de llevar a vincularnos más
profundamente con los nuestros, dando espacio al silencio interior para
el diálogo sereno con Dios. Este día nos invita a tomar contacto con la
naturaleza, admirándola y disfrutándola como don de Dios para
nosotros, sus hijos. Este es el sentido más hondo de la celebración de la
Eucaristía: encontrarnos como comunidad, celebrando al Dios que nos
da la vida, ofreciendo nuestra semana con sus logros y luchas,
alimentarnos con su Palabra y Pan de Vida, y así comenzar la nueva
semana con el alma fortalecida. Este día del Señor nos lleva a esperar,
soñar y anhelar el domingo sin ocaso, en el que la humanidad entrará
en su descanso. ¿Cómo vivo el día domingo? ¿Cómo puedo vivir más
profundamente su sentido de descanso y de encuentro?
Quinto misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
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IV) Rezamos junto a las intenciones de los peregrinos: Gracias
Madre por traernos una vez más a tu santuario para agradecerte todo
lo que nos das día a día. Protege nuestro regreso y gracias por tus
bendiciones. Protege a nuestros enfermos en el nombre de Jesús.
V) Para vivir lo rezado: Iniciaré cada jornada poniéndola en las manos
de Dios, con la mirada fija en la meta. Buscaremos recrear nuestro modo
de vivir el día domingo. Rezamos la oración de la contratapa.

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DÍA 31/7: Noveno día: LA IMAGEN JUNTO AL ÁRBOL
“En medio de enormes llamas que
ardían en todo su esplendor, una
imagen celestial
enmudeció al monte y a todos sus
habitantes. Era la Virgen María, junto a
un árbol,
la que tantas veces se le apareció a la
niña,
a quien nunca le habían dado crédito
y habían dejado partir para siempre.
Todavía asombrados y sorprendidos
por lo que sus ojos captaban, los
testigos de aquella divina aparición apagaron las
llamas y comenzaron, sin saberlo, a forjar la historia de
la Virgen de Huachana.”
I) Nos ponemos en la presencia de Dios: En el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
II) Escuchamos la Palabra de Dios: Junto a la cruz de Jesús, estaba
su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María
Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él
amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo.» Luego dijo al
discípulo: «Aquí tienes a tu madre.» Y desde aquel momento, el
discípulo la recibió en su casa. (Juan 19, 25-27)
III) Contemplamos:
1) MADRE DEL MONTE: María aparece junto a un árbol. Su presencia
es un signo luminoso para quien sabe descifrar su mensaje. Ella aparece
en el monte y nos habla desde la espesura del monte. Para encontrarla,
hizo falta internarse monte adentro, aguardar con paciencia su llegada,
atravesar las inclemencias y hostilidades propias de este lugar sagrado y
misterioso. María bendice el monte con su presencia. Su santa imagen
luce su mismo color. Su clara y silenciosa aparición denuncia nuestro afán
desmedido que atenta contra la vida del monte, atrayendo consecuencias
nefastas para la humanidad. Ella nos anima a cuidar, defender y amar

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nuestra tierra y lo que ella produce. Nos recuerda el servicio humilde que
la Creación presta a Dios y a la humanidad. El árbol nos cobija con su
copa, nos provee la madera para el trabajo, para la leña, para construir las
casas. El árbol nos brinda sus frutos naturales que alimentan y sustentan a
hombres y animales. El árbol nos provee de esencias medicinales como
remedio a nuestras dolencias. María vuelve a recrear la comunión original
de todas las cosas, rota por el pecado. Nuestra mirada consumista ha de
ceder del todo, para dar lugar al asombro, la contemplación, el respeto y el
uso moderado de las cosas. Hace un tiempo, en diálogo con una radio
santiagueña, el Papa Francisco nos decía: A mi me duele en el alma
cuando veo que hay deforestaciones para plantar soja. Pasarán decenas
de años para volver a crecer esos bosques. Cuiden mucho lo que Dios
nos ha dado. ¿Cómo trato la Creación? ¿Mis acciones cotidianas
contribuyen con el cuidado de nuestra Casa Común?
Primer misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
2) MARÍA HACE MÁS LLEVADERA NUESTRA CARGA: Qué
hermoso se sabe poner el monte para el mes de septiembre, para el tiempo
de la primavera. Muchas plantas sueltan sus flores, que envuelven, con su
aroma y color, todo el paisaje. Otras sueltan un verdor intenso, signo de la
vida que empieza a brotar luego del invierno. Para que este espectáculo
tan bello sea posible año tras año, es necesario pasar por los crudos
inviernos. Allí todo parece seco, gris, lleno de tierra, con hojas amarillas o
gajos pelados. Las fuertes heladas de invierno azotan las plantas. Ellas
parecen morir pero, en lo secreto se fortalecen y hacen posible la vida que
les hará soltar sus hojas, flores y frutos en tiempos de primavera y de
verano. Así sucede en nuestra vida, las cruces y dolores pueden despertar
en nosotros actitudes nuevas, hermosas y nos posibilitan para dar mucho
fruto. El dolor es parte de la vida, bien lo sabemos, aunque nos cueste
muchas veces aceptarlo. María acompañó de cerca a su Hijo Jesús, junto
a la Cruz. Ella acompaña, silenciosamente, nuestras vidas crucificadas y
sufrientes. ¿Abrazo con serenidad mis “muertes” cotidianas?
¿Quiénes te ayudaron a hacerlas más llevaderas? ¿Puedes rescatar
alguna enseñanza o fruto a partir de alguna cruz?
Segundo misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
3) MARÍA ES NUESTRO ESPACIO DE ENCUENTRO CON
DIOS: En las sociedades antiguas, la gente dependía mucho de los
bosques. Los árboles eran importantes elementos de su ambiente.
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Personificaban el ciclo mismo de la naturaleza. Por ello, los diversos
pueblos los eligieron para simbolizar el cosmos, la vida, la inmortalidad
y la sabiduría. Los árboles expresaban todo lo que se consideraba
sagrado. Eran los intermediarios entre la tierra, donde están enraizados,
y el cielo, hacia donde apuntan sus copas. Representaban el paso de la
existencia cotidiana hacia un nivel superior, más próximo a la
perfección, a lo espiritual o a lo divino. Por su marcado poder simbólico,
las arboledas y los árboles portentosos fueron los primeros santuarios,
donde los habitantes se reunían a expresar su espiritualidad y a
comunicarse con lo sagrado. También fueron lugares de importancia
social, pues, alrededor del árbol, se celebraban actos y rituales de interés
para la comunidad, como la impartición de justicia, la resolución de
conflictos o los nombramientos de jefes. María aparece junto a un árbol,
como mediadora entre Dios y nosotros. Ella es bien nuestra, está
fuertemente arraigada en nuestra tierra. Ella es toda de Dios, es la llena
de gracia. Es nuestro puente seguro para llegar a Dios, ya que está bien
anclada en las dos orillas: la humana y la divina. Ella asume las antiguas
creencias para darles un sentido nuevo, su fruto más preciado y valioso:
el fruto bendito de su vientre: Jesús. ¿Cuáles son mis espacios
sagrados para encontrarme con Dios? ¿Qué momentos del día
destino para el encuentro con Él?
Tercer misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
4) UNIDOS A MARÍA COBIJAMOS AL PRÓJIMO: Las ricas
propiedades del árbol son bendecidas y encarnadas por María. Ella es
fuerte como su madera, capaz de sostenernos en los momentos de
flaqueza. Su corazón es flexible como las ramas balanceadas por el
viento. Su sombra nos cobija, protegiéndonos de todo mal,
brindándonos un refugio sereno para las inclemencias de la vida. Su
presencia nos alimenta y sustenta, como los frutos del árbol, para
poder continuar con nuestro camino. Ella es espacio de encuentro con
el prójimo, bajo la sombra acogedora de su manto, que nos impulsa a
ser más hermanos. Ella nos injerta en su tronco, para hacernos parte
de su vida y misión. Así nos vamos transformando en sombra para el
cansado, apoyo firme para el débil, alimento para el hambriento,
calor para el desanimado, luz para el desorientado, casa para el que
está de paso. Ella nos lleva al pie de toda Cruz, para acompañar de

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cerca a cada hermano crucificado. Para ello, la Palabra nos invita a
ser como un árbol plantado al borde de las aguas, que produce fruto
a su debido tiempo, y cuyas hojas nunca se marchitan (Salmo 1).
¿Quiénes han sido como esos árboles en el camino de mi vida? ¿A
quiénes Dios me invita a cobijar, alimentar y cuidar?
Cuarto misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
5) MARÍA NOS RECONCILIA: Dice la Palabra: donde abundó el
pecado, sobreabundó la gracia (Rm 5,18). La presencia de María de
Huachana, junto a un árbol, nos remite al comienzo de la historia de
salvación. Junto a un árbol, nuestros primeros padres pecaron y
desobedecieron a Dios. En un árbol, Jesús nos regaló la salvación.
Mientras que Adán y Eva comieron del fruto para ser como dioses y
no morir, Jesús, el hijo de Dios, se hace hombre y muere para
salvarnos. Adán y Eva desobedecen, huyen de la presencia de Dios y
se echan mutuamente la culpa. Jesús, por el contrario, obedece al
Padre, se hace cargo de nuestro pecado y pone su cuerpo para
perdonarlo. El primer árbol de la vida se transformó en árbol de
muerte. La Cruz, signo de muerte, maldición y castigo, se transformó,
por el amor salvador de Jesús, en árbol de Vida. Jesús, el nuevo
Adán, y María, la nueva Eva, nos devuelven la esperanza perdida.
Ellos nos reconcilian con Dios, con nuestros hermanos, con nosotros
mismos y con la creación. La división y separación obrada por el
pecado, es redimida y reconciliada por el amor redentor de Jesús. El
agreste monte santiagueño, donde moraban las fuerzas ocultas del
mal, es transformado en casa de la Virgen, en lugar de encuentro con
Dios y con los hermanos. ¿Creo sinceramente en el poder
transformador de Dios? ¿Confío en que Dios puede cambiar mi
pecado en lugar de gracia y salvación?
Quinto misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
IV) Rezamos junto a las intenciones de los peregrinos:
Querida Virgencita, muchas gracias por la salud, el trabajo y el
amor que hay en mi familia. Te pido toda la bendición para cumplir
nuestro sueño de bendecirnos con el don de la vida y poder traer el
hijo que soñamos con mi pareja. Deseamos poder ser felices y darle
amor al prójimo.
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V) Para vivir lo rezado: Estaré más atento hacia las personas que
sufren, rezando más por ellas y brindándoles fuerza, apoyo y
cercanía, como lo hizo María. Rezamos la oración de la contratapa.
DÍA 1/8: Décimo día: REGRESAR PARA CONTAR
“Con el humo anunciando el final de la
fogata, Juan Cruz Verón, hermano de la
niña que vio por primera vez a María,
trasladó la pequeña imagen hasta su
humilde hogar, donde, por muchos
años, miles de devotos llegaron a
venerar a la Virgen.”
I) Nos ponemos en la presencia de Dios: En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
II) Escuchamos la Palabra de Dios: Los pastores fueron
rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado
en el pesebre. Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este
niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que
decían los pastores. Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las
meditaba en su corazón. Y los pastores volvieron, alabando y
glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al
anuncio que habían recibido. (Lucas 2,15-20)
III) Contemplamos:
1) REGRESAMOS DISTINTOS: Como Juan Cruz Verón y sus
compañeros, hemos de emprender la vuelta a casa, a lo cotidiano. Tal
vez pensemos que estamos concluyendo un camino, cuando, en realidad,
lo que nos aguarda es una nueva peregrinación. Llegó la hora de partir.
Luego del parto, de esta vida nueva engendrada, se nos invita a la
partida, a comenzar una nueva etapa, a emprender una nueva aventura.
El encuentro con María nos transformó. El camino que esta novena nos
hizo andar, nos fue marcando profundamente. Se trata, pues, de
descubrir esa nueva vida engendrada. Descubrirla, cuidarla y
acompañarla para que siga creciendo y sea fecunda. Nuestra vida
cotidiana, con su rotunda sencillez, aguarda nuestra novedad, nuestra
luminosidad, nuestro corazón nuevo. No hemos de ser ingenuos. Este
entusiasmo con el que volvemos, puede irse apagando con las
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dificultades de la vida cotidiana. Para ello, hemos de tomar cada día la
firme resolución de cuidar y mantener esas prioridades que hemos
descubierto para nuestras vidas. Ello nos llevará a asumir algunas
renuncias necesarias, para que no nos quedemos en simples deseos o
sueños, sino que los hagamos realidad. ¿Qué fruto nuevo descubro en
mi vida después de estos días? ¿Qué aspecto de mi vida cotidiana
necesita ser iluminado con esta nueva luz?
Primer misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
2) LLEVAMOS A MARÍA A CASA: Juan Cruz tuvo la gracia de
acoger a María en su casa. El apóstol Juan, acogiendo el regalo de Jesús,
hospeda a María en su casa. Nosotros también deseamos abrir de par en
par nuestras puertas para darle hospedaje, como un miembro de honor
en nuestra familia. No es fácil acoger a un miembro nuevo en la casa.
Todos debemos, de alguna manera, reacomodarnos a este nuevo
integrante. María no quiere estar de adorno en un rincón escondido de la
casa. Ella desea estar presente y llenar con su gracia toda nuestra
familia. Si dejamos que María se nos meta en casa, tendremos que estar
dispuestos a realizar los cambios que su presencia nos obliga a hacer. El
gesto violento y amenazador habrá de ser expulsado. La indiferencia, el
egoísmo, el desinterés por el otro, habrán de ser transformados en
atención, humildad y generosidad. El diálogo habrá de reemplazar la
televisión, los celulares y el encierro de cada uno en su propio mundo.
El trabajo tendrá que ser acotado para dar más tiempo al encuentro y a la
alegría compartida. ¿Qué significará para mi vida el llevar a la
Virgen a mi casa? ¿Qué cambios tendré que hacer en mi vida
personal y familiar para acoger mejor a María?
Segundo misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
3) NO OLVIDAMOS EL CAMINO RECORRIDO: La prisa habitual
con la que sabemos vivir nos puede privar de saborear con intensidad el
momento presente y pasar por alto muchas experiencias, sin acoger su
enseñanza. De ahí que necesitemos guardar cuidadosamente en el
corazón las experiencias vividas. Ellas están cargadas de fuerza, de
palabras, de enseñanzas, que serán nuestro pan cotidiano para el camino
de la vida. Por ello, deseamos detenernos para desandar en el corazón
todo el camino transitado en estos días. Este camino fue pasando por
distintas etapas que nos fueron llevando a encontrar ese tesoro buscado.
Ha sido un camino hacia el corazón, donde se nos invitó a ir a lo
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profundo, dejando atrás la seguridad de la orilla. Hemos tocado fibras
profundas como: la soledad, el silencio, nuestras sombras y debilidades,
el cómo terminamos el día, nuestra intimidad con Dios y con los
nuestros, nuestras cruces y noches, nuestras intuiciones y deseos más
sagrados, nuestras luchas y esclavitudes, nuestro fuego interior,
nuestras pasiones, el cómo comenzamos cada día, quién queremos ser,
hacia dónde vamos, por qué hacemos lo que hacemos. Se trata, pues, de
volver una y otra vez a realizar este camino interior. ¿Qué aprendí en
estos días? ¿Qué tesoro he descubierto en este camino realizado?
Tercer misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
4) COMPARTIMOS LA LUZ DE LA VIRGEN: Los primeros
discípulos de Jesús, llenos de la fuerza del Espíritu Santo, compartían con
todos la Buena Noticia. Este brillo especial del Reino en sus corazones,
era imposible de ocultar o de acallar. Ellos no podían callar lo que habían
visto y oído. A nosotros nos sucede algo similar. Nuestro rostro nuevo
delata nuestro paso por Huachana. Muchas veces materializamos este
compartir con alguna estampa o recuerdo que llevamos a algún vecino
que no pudo participar de la fiesta. Bien dice el poeta Yupanqui: moneda
que está en el bolsillo tal vez se deba guardar. Pero, la que está en el
alma, se pierde si no se da. Una fe que no se comparte, es una fe que
tiende a desaparecer. Jesús nos recuerda que somos la sal de la tierra y la
luz del mundo. Nuestra misión consiste en dar sabor e iluminar al mundo.
Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a
fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en
el cielo (Mt 5,16). De este modo, a través de nuestro humilde testimonio,
los demás podrán gustar y ver qué bueno es el Señor (Sal 33,9). Dios
confía en nuestra luz y nos encomienda mantenerla viva y encendida, ya
que, si la luz que hay en ti se oscurece, ¡cuánta oscuridad habrá! (Mt
6,23). ¿Qué lugares y personas necesitan ser iluminadas con esta
nueva luz que hay en mi vida?
Cuarto misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
5) CUIDAMOS Y ALIMENTAMOS NUESTRA LUZ: Decíamos que
el entusiasmo de la vuelta muchas veces choca con la rutina y las
dificultades cotidianas. Volvemos a topar con nuestra miseria y
añoramos aquellos días felices y paradisíacos de Huachana. Esto nos
puede hacer detenernos en el camino y abandonar nuestros propósitos y
compromisos. Sin embargo, hemos de dejar a un lado el desaliento y
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retomar cada día el camino vislumbrado. Como decía un santo obispo:
levántate cada día con el deseo de ser santo y acuéstate con la certeza
de haber sido perdonado. Este pequeño fuego, avivado en Huachana, ha
de ser alimentado y cuidado. Los leños que le podemos ir arrimando son
la oración con la Palabra, con el Rosario, dedicando un tiempo y lugar
especiales cada día. No perder el contacto con nuestra comunidad es un
leño fundamental para sostener nuestra fe y fortalecerla con el apoyo de
los demás. Humildes acciones solidarias mantienen vivo este fuego
interior, como ese oxígeno que aumenta la llama, evitando que se
ahogue a causa del encierro. La vivencia de los sacramentos de la
Eucaristía y de la Reconciliación mantiene la temperatura de este fuego
interior. ¿Qué me propongo hacer para cuidar y alimentar esta luz
encendida y reavivada en Huachana?
Quinto misterio (ver p. 5) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
IV) Rezamos junto a las intenciones de los peregrinos: Virgen
de Huachana, hoy te pido Madre que me ayudes a ser un nuevo hombre,
a ser comprensivo con mi familia. Ayúdame a encontrar el buen camino
para estar bien con mi familia.
V) Para vivir lo rezado: Elaborar un pequeño plan de vida, sencillo,
humilde y capaz de ser revisado mensualmente, que contemple tiempos
para rezar, estar en familia, vivir la fe en comunidad y servir
solidariamente al prójimo. Rezamos la oración de la contratapa.

La niña y el milagro de la Virgen en el monte


Telésfora Verón se llamaba la jovencita que en infinitas ocasiones, en 1820,
le contó a su familia acerca de las apariciones de la Virgen en la soledad del
monte, pero nadie le creyó, es más, todos consideraban que estaba loca. Una
noche, los vecinos de Huachana decidieron comprobar los dichos de la niña.
Se reunieron en el lugar de las extrañas apariciones y esperaron al abrigo de
una fogata. Al amanecer, y entre las llamas, María los sorprendió con su
figura. Desde aquel entonces, la imagen es venerada en este rincón
impenetrable y polvoriento de la provincia de Santiago del Estero.
La noche se presentaba perfecta para asistir al encuentro de
siempre. El brillo sin igual de millones de estrellas y el
imperturbable cielo azulado eran sus mejores aliados. Una vez
más, salió en silencio de su humilde hogar y se perdió en la
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espesura del monte, que a esa altura ya se había convertido en su
mejor amigo. Llegó al lugar sagrado y esperó el celestial
encuentro de siempre. Pasaron unos instantes, y el milagro volvió
a iluminar la oscuridad del bosque impenetrable, y trajo sosiego a
su alma. Alucinada, observó la imagen divina por eternos
segundos y regresó con urgencia a su pequeña casa. Los enérgicos
latidos de su corazón le habían quitado la voz, pero no el poder
de asombro. La familia reunida en la mesa la miró (otra vez) con
desaire y con ganas de no escucharla, justo en el momento en el
que recuperó su palabra. “La he visto de nuevo, juro que la he
visto de nuevo”, anunció enfáticamente, pero ninguno de los
comensales quitó su mirada de lo que ofrecían los platos servidos.
Un silencio aterrador y la indiferencia colectiva fue su única
respuesta. Por enésima vez en su vida, clavó su mirada al piso de
tierra y girando 180 grados, encaró por la precaria puerta de
lienzo para no regresar nunca más. Si, la niña cansada de que la
tomaran por loca por lo que decía y afirmaba, se introdujo en la
espesura del monte santiagueño para no volver jamás a su hogar.
Pero esta decisión de la joven Telésfora no pasó inadvertida para
todos los miembros de la familia Verón, mucho menos para su
hermano Juan Cruz, quien logró convencer a los vecinos y a sus
propios parientes de que valía la pena llegar hasta el lugar de las
apariciones para comprobar, o desechar finalmente, lo que la
niña les venía anunciando. Una noche, don Félix Taboada a cargo
del destacamento policial de Huachana, reunió a los lugareños y
caminaron hasta el preciso lugar donde Telésfora afirmaba que
aparecía una imagen divina. Instalados en al zona marcada, junto
a un árbol, hicieron vigilia toda la noche. Pasaron algunas horas y
el frío comenzó a adormecer las ansiedades. Para mitigar la
helada soledad del monte, prendieron una enorme fogata, a la
que se abrazaron con fuerza para soportar hasta el amanecer. Y,
precisamente, cuando el sol anunciaba su arribo al cielo
santiagueño, el milagro se produjo. En medio de enormes llamas
que ardían en todo su esplendor, una imagen celestial enmudeció
al monte y a todos sus habitantes. Era la Virgen María, la que
tantas veces se le apareció a la niña, a quien nunca le habían
dado crédito y habían dejado partir para siempre. Todavía

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asombrados y sorprendidos por lo que sus ojos captaban, los
testigos de aquella divina aparición apagaron las llamas y
comenzaron, sin saberlo, a forjar la historia de la Virgen de
Huachana. Con el humo anunciando el final de la fogata, Juan
Cruz Verón, hermano de la niña que vio por primera vez a María,
trasladó la pequeña imagen hasta su humilde hogar, donde por
muchos años miles de devotos llegaron a venerar a la Virgen. Así,
cada 31 de julio, comenzaron a llegar a la casa de los Verón
peregrinos que conocieron la buena nueva. Con el paso de los
años, la cantidad de fieles que llegaban a este lugar se fue
incrementando fuertemente. Hoy, con las celebraciones a cargo
del Obispado de Añatuya, más de 100.000 peregrinos de Salta,
Tucumán, Santiago, Jujuy, Santa Fe, Chaco, Buenos Aires y de
Bolivia llegan cada año a Huachana a rendir culto a la Virgen, al
lugar donde María eligió para iluminarnos con su amor.

Oración cristiana con la creación (Papa Francisco)


Te alabamos, Padre, con todas tus criaturas, que
salieron de tu mano poderosa. Son tuyas, y están
llenas de tu presencia y de tu ternura. Alabado
seas. Hijo de Dios, Jesús, por ti fueron creadas
todas las cosas. Te formaste en el seno materno de
María, te hiciste parte de esta tierra, y miraste este
mundo con ojos humanos. Hoy estás vivo en cada
criatura con tu gloria de resucitado. Alabado seas.
Espíritu Santo, que con tu luz orientas este mundo
hacia el amor del Padre y acompañas el gemido de
la creación, tú vives también en nuestros corazones
para impulsarnos al bien. Alabado seas. Señor Uno
y Trino, comunidad preciosa de amor infinito,
enséñanos a contemplarte en la belleza del
universo, donde todo nos habla de ti. Despierta
nuestra alabanza y nuestra gratitud por cada ser
que has creado. Danos la gracia de sentirnos
íntimamente unidos con todo lo que existe. Dios de
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amor, muéstranos nuestro lugar en este mundo
como instrumentos de tu cariño por todos los seres
de esta tierra, porque ninguno de ellos está
olvidado ante ti. Ilumina a los dueños del poder y
del dinero para que se guarden del pecado de la
indiferencia, amen el bien común, promuevan a los
débiles, y cuiden este mundo que habitamos. Los
pobres y la tierra están clamando: Señor, tómanos a
nosotros con tu poder y tu luz, para proteger toda
vida, para preparar un futuro mejor, para que venga
tu Reino de justicia, de paz, de amor y de
hermosura. Alabado seas. Amén.

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