En Colombia, nuestros políticos, han optado por decir explotación de petróleo por
medio de métodos no convencionales o exploración de no convencionales, para
no decir fracking, cosa que les evita tener que explicarle al país qué es, qué
químicos se usan, cuánta agua se gasta y qué pasa con las fuentes subterráneas
de agua.
La actual crisis petrolera no se explica solo por la caída de los precios. Al país lo
recorre una ola antiextractivista que se expresa en huelgas, paros, demandas,
intentos de consultas populares, entre otras manifestaciones públicas. Las
comunidades quieren tener mayor capacidad para decidir sobre sus territorios, y
sentencias como la emitida por la Corte Constitucional en favor de la autonomía
local han potenciado ese deseo.
Por sus efectos nocivos para el medio ambiente y la salud de los seres humanos
esta actividad ya recibió una sanción en Estados Unidos que hizo que una
petrolera tuviera que pagarle a una familia, los Parr en Texas, una suma millonaria
debido a efectos secundarios como: hemorragias nasales y sarpullidos. Así
mismo, Francia prohibió el fracking del todo, Australia está en moratoria y
República Checa y Bulgaria suspendieron las actividades de explotación mientras
evalúan los daños que estas puedan causar. Lo grave es que el tema no da para
esperas.
Semana Sostenible