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Débora D'Antoni com) bs RESOS Capitulo 3 Una batalla sexual en los setent feministas y los militantes homosexuales apostando a otra economia de los placeres Catalina Trebisacce Introduccién Los afios sesentayy setenta estuvieron signados por aires de cambios y de revoluciones, asi como por las resistencias que estos suscitaron, Fueron décadas de enfrentamientos entre fuerzas progresistas, revolucionarias y conservadoras que se desplegaron en distintos érdenes de la existencia: en la politica, en la militancia, en el eampo intelectual, en la industria culeural, ‘en Ia moral, en las costumbres, en la relaciones entre los géneros, en la sexualidad, et. El presente capitulo estard orientadoa analizarla contienda aque tuvo lugar en el terreno de la sexualidad a partir de la interaccién entre ciertos discutsos cientificos que circularon en medios masivos, enmarcados cen lo que se dio en llamar ela revolucién sexual», Ia militancia feministay el Frente de Liberacién Homosexual. Habitualmente asociada a la aparicién de la pastlla anticonceptiva, Ja «revolucién sexuals supuso, en realidad, la emergencia de un universo discursivo bastante mis amplio y de mayor impacto. Ella conllev6 la explo- yy masiva circulacién de narrativas tendientes a estudiary a explicar la sexualidad, especialmente la sexualidad femenina, desde una perspectiva autodeclarada progresista. La «revolucién sexual» auguré la llegada de un tiempo otro para la sexualidad, tiempo de ocaso para los tabies y de celebracién para los placeres. Sin embargo, y a pesar de Ia legitimidad que dichas narrativas habian conseguido en la capital portetia, agrupa- “s CATALINA TREBISACCE nes ferninistas y grupos de militantes homosexuales se asociaron para denunciar los problemas que ellas engendraban. Como se demostrard a continuacién, tal «revolucién» supuso, parad6jicamente, una restticcién 2 Ta autonomia sexual de las mujeres y una profundizacién en la patologiza- cién de la homosexualidad, Sobre estos puntos resistieron ls feministas y los homosexuales en Buenos Aires. Las relaciones sexo-afectivas modernas y el boom de los discursos tificos en torno a la sexualidad Los afios sesenta conllevaron un cambio de paradigma en las relacio- nes sexo-afectivas, o al menos respecto de los discursos producidos en tomo alas, Como ha sefialado Cosse (2010b), los modos tradicionales de relaciones entre parejas fueron paulatinamente abandonados y puestos cen cuestidn por modalidades modernas.* El nuevo paradigma rechazaba Jos mandatos que habfan organizado las uniones entre varones y mujeres, yreemplazaban el acartonado deber por el amor genuino. Las parejas se fundaban ahora por acuerdo de las partes y no por mandatos familiares, produciendo una ruptura generacional (Pujol 2007, 2002). En las telaciones modernas la sexualidad cobré un papel central y diferente. En principio, dejé de ser considerada solo en funcién de su potencia reproductiva y ppas6 a ser pensada como fuente de placeres y de realizacién de la pareja. La sexualidad placentera se imponia como un imperativo ~ especialmente entrelos évenes, aunque no exclusivamente ~ se constituia como sindnimo de sexo genuino y armonizaba asi con la idea tan bien valorada de amor genuino. Los discursos modernos que se extendian a través de los medios masivos decomunicacién fueron uno de los principales orquestadores y estimulado- res de estos imperativos Pero ademés, el nuevo orden exigia, paridad en el placer. Las mujeres y varones debian desarrollar una sexualidad gozos2. De = Por el adjetivo «moderno/a» debe entenderse un éthos impreciso © inespecifico y atin asi caracteristico de las décadas en euestin, ligado a lo que algunos/as autores/as han llamado «proceso de modemnizacién sociocultural» (Coste zoxob; Pujol 2002; etc). Dicho proceso se expresé en buena parte del mundo ‘occidental capitaistaen las década del cincuenta, sesenta y hasta setente. El mismo ‘estuvo relacionado con el desarrollo de la produccién en masa y la emergencia de ‘nuevos medios de comunicacién masiva (como fue la television hogarefia) pero supuso, esencialmente, un cambio de éthes, un cambio en los modos de vida y de précticas cotidianas,fundamentalmente entre las ~cada vez mis extendidas— clases medias. En Argentina cuvo lugar desde mediados de la década del cincuenta, ‘momento en que el peronismo es revocado del poder, pero se intensificé una décads después con gobiernos dictatorales, propensos ala importacién de algunas pautas ‘culturales primermundistas, ‘UNA BATALLA SEXUAL EN LOS SETENTA: 45 alli que la sexualidad moderna abriera la posibilidad para que las mujeres, participaran de lo que antes solo eta privilegio de los varones. Simuleanea ynecesariamente, la virginidad femenina perdié su valor moral y comen- zaron a ser comunes los encuentros prematrimoniales. De modo que la sexualidad no representaba ya la consumacién del matrimonio sino un espacio de exploracién, de encuentro entre pretendidos/as pares (Cosse 2010b). Con este nuevo paradigma de la sexualidad, dos de los discursos cientificos que adquirieron centralidad por su estudio en torno al tema fueron el psicoandlisis* yla sexologfa.’ Ambos discursos, provenientes de ‘geografias leans, cuvieron tuna buena acogida en el campo intelectual, cul- turaly académieo de Buenos Aires, pero también, y especialmente, fueron ‘un furor en los medios masivos de comunicacién. ¥ todo esto sucedié en ‘un momento de florecimiento de la industria editorial y de revistas, lo que garantizé una difusién de aquellas ideas en ambitos no especializados.* Isabella Cosse explica que «la renovacién periodistica colocé ala sexualidad en primer plano y la convirti6 en un campo de batalla dela modernizacién culturaby (ibid, pég. 87). Sparano cee eee ge eae ee ee ee eee eee eee ee a gee cepaieeearee aes ede ee ee eae Sea eases ee a eee eas ea renege es ee ee SS nee ea ee es ee eae SS ee oe ae oie Fae eee eee aes 46 (CATALINA TREBISACCE El discurso psicoanalitico se constituyé en la teorfa que podfa no solo hablar el lenguaje moderno, sino también proporcionar un espacio dis- ‘ursivo de contencién. Plotkin (2003) adjudica la recepcién excepcionaly ‘excendida del psicoandliss, justamente, 2 esta caracteristica de brindar asus consumidores las herramientas para aftontar los cambios que traia, aparejado el modo de vida modemo. Por el otro lado, y de forma contras- tante, la sexologia se presentaba como el discurso vanguardista, osadoy provocativo, que no hacia muchas concesiones con sus lectores/as. Aun asi, la sexologfa fue también predilecta por el péblico «bien informado». Florencio Escatd6, el médico sexélogo argentino més renombrado, vendié 23,000 ejemplares de Sexologia para a familia, el primer manual de sexologt moderna publicado en Buenos Aires, en menos de tres afios. Con menor suerte editorial, pero orbitando en el mismo discurso renovador, cabe destacar el libro de divulgaciOn de Julio Mafixd, La revolucién sexual argentina, ‘A nivel internacional, no puede dejar de sefialarse el impacto de los. revolucionarios trabajos de William Masters y Virginia Johnson. La pareja de sex6logos estadounidenses continuaron y profundizaron algunas de las Ineas trazadas por su antecesor Alfred Kinsey. El texto Human Sexual Response se tradujo llega Buenos Aires en 1967, solo un afio después de su apatici6n en los Estados Unidos. Lo mismo pasé6 con Human Sexual Inade- ‘quacy (resultado de un emprendimiento algo distinto ~pero relacionado con el texto recién citado- cuyo objetivo no era solo estudiar la sexualidad sino més bien aportar soluciones alas parejas) que se tradujoy se publicé en Buenos Aires en 1972, solo dos afios después de su publicacién en Estados Unidos. Junto a estos libros se publicaron un sin némero de articulos =e incluso libros - abocados a estudiarlos y difundirlos. La sexualidad, se podria decir, estaba «en el aire», pero también en los textos, las revistas, la televisién, ete. En términos foucaultianos, tanto el psicoanilisis como la sexologta constituyen ~cada uno~ una scientia serualis, es decir, un discurso que, en st camino por «develar» la verdad del sexo, establece un régimen (propio) de lo que debia considerarse normal y de lo que debfa entenderse como patol6gico. Pero, ;cusl era la «verdad del sexo tras la que corrian psicoana- = Es interesante sefalar que las publicaciones de Escardé y de Mafud se realizaron con anterioridad a la aparicion de los textos de Marsters y Johnson, incluso en lengua inglesa, lo que habla de un campo discursivo mas © menos conformado, al que los estudios Masters y Johnson solo propulsaron. "6= Foucault (2002) desarrollo en el primer volumen de su Historia de Ja sexualidad, subticulado La voluntad de saber, su tesis en toro al dispositive (biopoltic) de la sexualidad. En el mismo, explicita el modo en que la proliferacién de discursos en torno al sexo, como lo fueron en el siglo xn« el psicoanslisis yla psicopatologia sexual, constitayen disposiivos de saber-poder que articularon una sverdads sobre el sexo, Los mismos postularon sus propios criterios normativos LUNA BATALLA SEXUAL EN LOS SETENTA: "7 listas, sexélogos/as, divulgadores, periodistas ylos/as avidos/as lectores/as? ‘Cul era aquella verdad que estructuraba los regimenes de normalizacién y patologizacién de la sexualidad? En la década del sesenta, la verdad> de la sexualidad estuvo ligada al problema dela obtencién del placer y al «descubrimiento» de los medios para su consecucién y maximizaciOn en la vida sexual. Mas atin, podria precisarse que la «verdad» que obsesionaba a todos estaba mas bien abocada a interrogar a la sexualidad femenina, propia de sujeros que se suponian hist6ricamente postergados en materia de placer sexual. Entre frigidas y multiorgésmicas, la(s) «verdad(es)» del sexo de las mujeres Enmarcadas en el proceso de modernizacién y de liberacién sexual, pujantes representaciones sobre «la mujer moderna» hablaban de ella como tun set social y sexualmente liberado, con la capacidad de desplegar un rol activo en la biisqueda de su placer. Estas ideas, una y otra vez presentadas y discutidas en la notas de revistas o diatios, pronto se convirtieron en mperativos que empujaban a las mujeres ya no solo a ser «simples madres», sino a concentrarse también en conseguir orgasmos. Esto generé una obsesiva atenci6n (medistica, social, personal) respecto del placer femenino, que no tard6 en producir sus fantasmas. Un rumor recorri las revistas, los libros de divulgacién, la television, etc.: «las mujeres estén deseosas de placer, pero la mayorfa de ellas no consiguen experimentar un orgasmo», Paulatinamente, la (no tan novedosa) figura de «la mujer frigida» ad- quirié gran trascendencia social y medistica. Y sobre ella, se lanzaron tanto el discurso psicoanalitico de divulgacién como la sexologia de divulgacién. «gules son los mecanismos necesarios a desarrollar para que las mu- jeres obtengan placer en el sexo, del mismo modo que sus compafieros varones? ;Cual es Ia raz6n por la que las mujeres no gozan en el sexo?». Estas preguntas, que se producian con cierta independencia respecto de las practicas coneretas de las mujeres y que cargaban de dudas y ansieda~ des su sexualidad, encontraron respuestas distintas en la sexologfa y el psicoanilisis, Los regimenes de verdad que, a este respecto, edificaron una ¥ otra scientiae sexualis fueron discrepantes. Incluso en sus (desprolijas y contradictorias) versiones de divulgacién, compusieron marcos tebricos diferenciados, manifestandose en los medios masivos de comunicacién 2 través de sutiles y ca6ticas batallas. Elpsicoandlisis sostenfa que la «ftigidez» de las mujeres estaba asociada, alas dificuleades que ellas debian afrontar a través del desarrollo de una Tespecto de la semulidad wwerdaderay, sana, no-patolégica,creando aun tiempo tuna zona de «sexualidades periféricas» que debian ser corregidas, controladas, sisladas, ipificadas y ~en lo posible normalizadas. 48 (CATALINA TREBISACCE sexalidad madura y saludable, Los textos de principio de siglo del padre del psicoanslisis, como Tres ensayos dela teovta de la sexwalided (1905), pero también aquellos que desarroll6 en la década del treinta, como Sobre la sexualidad femenina (1931) 0 La feminidad (1932), proponfan un esquema de cetapas del desarrollo psicosexual de los individuos que debia superarse para alcanzar el desarrollo de uma sexualidad madura. Las tesis ali desarrolladas habilitaron lecturas de especialistas y de divulgadores/as que se empecina- ron en conceptualizarla sexualidad en términos de un desarrollo progresivo y teleol6gico, Para una parte significativa del psicoandlisis posfreudiano ~sustentada en os estndares de la Asociacin Psicoanalista Internacional = en el caso de las mujeres, la obtencién de Ia sexualidad adulta se producia cuando la mujer superaba la etapa clitoridea y pasaba a encontrar placer en su vagina, para finalmente concluir en fanciones matemnales. La envidia al falo podia, finalmente, ser sublimada a través de un hijo.” Deestemodo, el discurso psicoanalitico construia un régimen de norma- lidad para la sexualidad femenina que confinaba al terreno del desempefio disfuncional a buena parte de la poblacién. La frigidez se producia en todas las mujeres que no alcanzaban los llamados «orgasmos vaginales», independientemente de si alcanzaban otras formas de placer. De hecho, por ejemplo, el placer centrado en el clitoris era decodificado como una patologia, una atrofia que generaba mujeres «histéricas», de winestabilidad emocional», «con complejo de masculinidad» y/o con una disfuncional «competitividad con los hombres» (Moore 1972, pig. 232). Asi, la analitica psicoanalitica de la sexualidad de las mujeres acabé produciendo sujetos, abyectos, anormales, en lugar de construir un camino para la resolucién de tun supuesto trauma Por su parte la sexologia reconocia también la importancia que habia alcanzado el supuesto problema del orgasmo femenino. William Masters afirmaba que «se podrfa catalogar a la década del sesenta como la época de la preocupacién orgasmica» (Masters y Johnson 1972a, pag. 173). El sexélogo estadounidense sefialaba que por aquellos afios, gracias ala di- fusién de la teorias sobre la sexualidad modernas, las mujeres habian comenzado a despabilarse y «a concebir el temor de no desempafiarse correctamente, y esta es la consecuencia de las discusiones piiblicas en tomo de su importancia» (ibid, pag. 173) Sin embargo, los/as sex6logos/as consideraban que en la mayoria de los casos el problema era conductual y no del orden del trauma. Las parejas no sabian cOmo hacer para ge- nerar placer y orgasmos en las mujeres. Para esta disciplina se trataba principalmente de un problema de falta de conocimiento de las mujeres, 7 Otra parte importante del psicoandlisis ha desarrollado otras lecturas ‘muy contrastantes con las expuestas, a partir de las ensayos de Freud, Véase Assoun (2008), UNA BATALLA SEXUAL EN LOS SETENTA:.. 0 1yus parejas varones sobre el cuerpo femenino, resultado de una historia de olvidos. El sex6logo argentino més destacado de entonces, Florencio Escardé, denunciaba que «{njuestra cultura crudamente masculinista en materia sexual olvida (el orgasmo femenino}; olvido que es causa de mél- tiples neurosis como lo ensefia la experiencia de la clinica» (Escardé 1964, pag. 23). Entonces, mientras el psicoanilisis les proponfa a las mujeres, supetar la etapa clitoriana y aceptar -melancélicamente ~ la sexualidad vaginal la sexologfa planteaba la necesidad de una reeducacién de la pareja sexual. Asimistno, la sexologia procur6, cuando pudo, arremeter contra la concepcién teleol6gica del desarrollo de la sexualidad normal estipulada por el psicoandlisis. Masters y Johnson, basados en sus observaciones de laboratorio, afirmaban que no existian algo asi como distintos tipos de orgasmos, o que al menos no era posible reconocerlos fisiolégicamente. Y aseguraban que la clave del placer orgésmico de las mujeres se encontraba, justa y principalmente, en el cltoris.® ¥ no solo eso, en oposicién a la figura de la «mujer frigida» del psicoandliss, a sexologia afirmaban la potencia de una «mujer multiorgésmica». «Uno de los hechos importantes ue verificamos pot lo menos a nuestra satisfaccién~ es que la mujer es multiorgésmica por naturaleza» (Masters y Johnson 1972a, pag. 174). Hija de su época y de la cultura uniser, la sexologia desarrollada en los afios sesenta, apunté a sefialar la paridad en las potencias sexuales de varones y mujeres, tanto en lo que respecta al deseo como en lo que conciemne la capacidad orgésmica. Explicaba Masters: «la respuesta sexual el hombre y de la mujer son increfblemente parecidas,y no distintas. Esto «8 lo que procuramos destacar (ib,, pg. 174) De algiin modo, y bajo sus propios términos, la sexologia apunté a desandar la asimetria entre los, sexo-géneros, naturalizada tanto en el sentido comiin como en el discurso psicoanalitico, Pero en este trabajo también establecia su propio régimen, de normalizacién de la sexualidad. El régimen de la sexualidad saludable y gozosa que postulaba la sexolog{a se estructuraba justamente sobre el triunfo que significaba la postulaci6n de la paridad de los sexos, Escard6 sostenfa que «sin una plena reciprocidad que significa también igualdad rng hay pateja en el sentido etimologico y ético de la palabra» (Escard6 1964, ag. 30). Y sostenfa que algunos matrimonios, considerados honorables, El clitoris recibe estimulos durante la copulacién cada vex que Ja mujer responde a una arremetida del hombre. Esta reaccién se produce independientemente dela posicién que lla ocupe. Usted vers, cadaembestidaestira los labios menores hacia el recto y, en el curso de este proceso, se estira el trance del clitoris. De modo que no existen diferencias fisiologicas entre el orgasmo cltoriano, elvaginal,o, por cierto el generado mediante la fantasia. Entre paréntesis, después ‘ie haber publicado el bro, twvimos la oportunidad de entrevistar a tres mujeres capaces de elevarse al orgasmo mediante la fantasia» (Masters y Johnson 19722, égs. 7-172), 50 ‘CATALINA TREBISACCE « [Estas soja seaman elitori®™ El olvido del clitoris que practicaba el discurso psicoanalitico, en un contexto de frenesi medisticoen torno ala capacidad de gocedelas mujeres, jonique Wittig y Sande Zeig, borrador para un diccionatio de las amantes. 52 ‘CATALINA TREBISACCE cexasperaba a las feministas. Una ex militante de Nueva Mujer y asociada 2 a Uni6n Feminista Argentina, Mirta Henault, explica que ellas considera- ban que «la sexualidad de las mujeres era independiente del placer de la procreacién. Con el clitors!!», enfatiza." La preocupacién por el olvido o por su posibilidad era grande, a tal punto que ~cuenta Mirta~ realizaron tuna suerte de operativo de presién en ocasin de la visita del doctor Carlos Castillo del Pino, neurdlogo y psiquiatra espafiol, que por entonces habia publicado Sexualidad y represin. Castillo del Pino venia ala Argentina a dar una serie de conferencias para difundir su libro y habfa conseguido relativa publicidad. De modo que las feministas portefias,ni bien él puso un pie en tierra firme, decidieron ir a buscarlo al hotel para intercambiar algunas ideas antes de que diera aquellas charlas, para aseguratse de que no faltaran las referencias pertinentes al clitoris. La intervencién fue exitosa y cena presentacién més importante, ala que asistieron miles de personas ~segiin recuerda Henault- Castillo del Pino hablé finalmente del eltoris como zona erdgena fundamental de las mujeres. «Fue genial, genial, fue divino: él diciendo “que el citoris esto, o otro’, [que] no habja ninguna razén para el coito...». Explica Mirta, insistiendo en la politica de visibilizacién clitoriana que las feministas sostenfan,: «No descartabamos nada, que la mujer elija, que haga lo que quiera, pero ahi esté, es un drgano que esti, que existe y que requiere ser atendido>. f El placer sexual debia ser desligado de la practica dela penetracién del pene en la vagina, yesto era asf también para los varones homosexuales, La postergacién del clitoris era resultado del mismo sistema que negaba e! THT primera rata dada del sere, n Buenos ies, urieron Ge mujeres que se declaraton feminists os que consigueroncierta Perdarcbiiad fueron la Union Feminist argentina (UFA) yl Movimienco de Eiberacion feminist QML, Grupos cuye composiin socal er, fandamen- taimente, de lage medi yale Be mde coma vids el grupo edeoral Nusre Mujer tis tarde la Asoeacn de Mujeres argentina, Todos estos grupos se ihiafiamaban inéependienes yal margen dea polities partidaria, condita Guelos dfeenci de otras dos tse pequetie an experiences Muchachs del Faro Sciista dle Trabsjadores (PST ye Meient Feminists Popular dl Frente de Tnquerda Popular, Todas esa tance feminists se nerampieron tnipréen os primero meses dela dictadura ilar qc sumergi nas sombras Sel horror no soo alosasmltames politicos sino ala sociedad en sx conjen9, Tnchuidas las majeve feminists. Part mis dere de Is conformaciny deat caracteritiasgenerales dele grupo puede contlarte Cano 962); Vssallo {2007} Grammitico 2007 Trebisaee (01d, 20:8, 200). ‘SrEntevista selizads porn aator en enero de 20: IC Ellibo se publics en Espafs en iy y en exe mismo alo extabaen las liber pore Iss Entrevista realzada pr a sutoraen enero de 2012 ‘UNA BATALLA SEXUAL EN LOS SETENTA: 53 placerdel sexo anal entrevarones, El Frente de Liberacién Homosexual,*en ‘su manifiesto Sexo y Revolucién de 1973, explicitaba sus alianzas politicas con las mujeres heterosexuales, denunciando que «(ljas formas convencionales de realizar el coito en nuestra cultura son el fil reflejo dela dominacién del ‘macho: la hembra esté debajo de é,y la introduccién del pene en la vagina ‘no roza necesariamente el clitoris, que es el érgano orgasmico femenino. El coito esté estructurado culturalmente para la satisfacci6n del varén, que detenta toda la iniciativa y que posee el derecho legitimo de gozar (la mujer que goza es socialmente considerada una puta)» (FLH 1973). Esta forma convencional, sostenfan, es la misma que «mutila el coito anal pasivo, a pesar de que el ano esta rodeado de terminaciones nerviosas sexuales y Proximas a la préstata que, en caso de introduccién de un pene, resulta excitada pudiéndose producir un orgasmo sin necesidad de manipulacion genital» (ibfd.), Hocquenghem (2009), militante gay francés, en su texto El deseo homosexual publicado por aquellos mismos afios, sostenfa que los homosexuales y las mujeres compartian el caricter de histércos (figura patologizada del dispositivo tebrico psicoanalitico) en tanto y en cuanto sus identidades sexuales estaban desplazadas de la identidad sexual por excelencia: la falica, identificada tnicamente con el varén heterosexual, de placer citcunscripto al acto de penetrar. ‘ano y clitoris aparecfan hermanados en su condicién de desterrados dela sexualidad hegeménica, heterosexual y masculina. Hocquenghem lo sintetiza de la siguiente manera: «{en tanto y en cuanto] el falo es esen- cialmente social, el ano es esencialmente privado» (ibid, pag. 72), es decir, negado, silenciado, al igual que el clitoris. El terreno de la sexualidad se habia convertido en tn campo de batallas que mancomunaba a feministasy militantes homosexuales. Asi fue que fundaron el Grupo de Politica Sexual (GPS) que incent6 ser un laboratorio de ideas para combatit los regime- nes de normalidad sexual desplegados por las vertientes hegeménicas del discurso psicoanalitico y la sexologia heteronormativa,” 16 El Frente de Liberacién Homosexual nace en la ciudad de Buenos Aires comienzos dea década del setenta dela confluencia de dos pequefios grupos, uno de corce sindical y otro universitario. El grupo se disolvi6, después de amenazas, desapariciones y muertes perpetradas por las fracciones paramilitares de derechs que en 1976 tomaron el poder con el golpe de Estado della fuerzas armadas. Una reconstruccin del FLE puede consultarse en Insausti (2007). 17.~Coneretamente el encuentro entre feministas y homosexuales portefios se produjo tras la convocatoria lanzada por Ia revista 2001, para estudiar sobre sexualidad. No fue casualidad que [a reunion tuviera lugar a consecuencia de luna convocatoria lanzada por una revista de tirada masiva, Los medios masives dle comunicacién fueron centrales en la difusién de los discursos de las scientae Dehecho, as feminisas locales fueron lear de poreemgle Net sca _yevolucén de a sexualidad femenina de Mary Jane Sherfey quien admitia la influencia delos estudios de Masters y Johnson en sus trabajos." Asimismo, el trascendido texto della feminista radical estadounidense Koede (2000), ticulado «El mito del orgasmo vaginal», recogia también los resultados delos estudios de la pareja de sexélogos del momento para impugnar la patologizacién de a sexualidad femenina que operaba el psicoanalisis™ ‘Aun asi, aquel mismo discurso vanguardistaconllevaba importantes limites pats as meres la feminitas salir adenunaos sexologia, incluso en sus versiones mas progresi artic de los ideale de pada y de complementaredad delor exes no ois estigmatizaba la homosexualidad sino que también minimizaba Ia autono- ma erética de las mujeres, einstalando asi tna relacién de dependencia de la mujer para con su pateja var6n. En Moral Sexual en Argentina, laos integrantes del GPS, explicaban que «el recambio de la moral sexual" no proponia una verdadera liberacién de la sexualidad sino que, por elcon- trario, simplemente ampliaba el «terreno de las gratifcaciones sexuales», solo que lo hacia de modo controlado. Llegaron incluso a sostener que, en realidad, dicho recambio «opera contrala libertad sexual» (GPS1973, pag. 9). Sostuvieron entonces que: (ell modelo heterosexual sigue incclume, ya lo sumo aparece “modificado”, modernizado por la idealizacién de la pareja. legis Hiren y "por anor” Eso oma distancia dela doble moral el matrimonio patriarcal, que permite relaciones extra-conyugales a ly se las prohibea ells, pero toma distancia solo porque ahora se exelaye a ambas partes deesas elaciones en base de una fidelidad compillsiva> (197:8). Para Jos varones homosexuales, a fidelidad compulsiva» amenazabalas posibili- dades de conseguir algn amanteccasional ~habitualmente hallables entre 25— Ne eontaron co eta suerte le varones homoseues pues ls serge vangatinar de sql aos, Mase ebnon, mesenga Ciro reptos ent alas prciashomovenaesCuesvon que impos converts en alados de a omnidad homosexeal 8, en cambio Fueron los estudios desu antecesorAlfed Kinsey, quien habia estado tare en desptlogzar a homosensadsd enfatindo cl earirer més 0 enon ccd dees pccashomovemls ene persona opera Heres EFL ecm, yp ise 21 Nala yn dea seria fmevina se eden epolen pete inna losin edu ignosagmenon Lr ance dees fragments we encentanen larva de are Toren, 2a Paruneatulo bred trabajo de Roe vase Gevhard (2000 cena Ene ld on gue econcepalacban shamed cei 56 CATALINA TREBISACCE los varones heterosexuales 2 pero esta moral sexual también afectaba alae mujeres pues ellas deb{an necesariamente su placer sexual (incluso aunque fuera mediante estimulacién cltoriana) asus patejas varones. Esto fue lo que en definitiva denunciaron los/as militantes del GPS afirmando queel recambio sexual «no cuestiona la relacién de dependencia dela mujer respecto al var6n» (GPS 1973, pig. 6) La libertad sexual de las mujeres terminaba en la cama con (de) sus maridos o novios. “Ahora bien, cuando esos maridos o novios no existian ono eran estables ‘eran malos amantes o malas parejas, las mujeres quedaban condenadas a practicar un juego imposible: mandatadas a experimentar placer sexual pero imposibilitadas de hacerlo, Este juego imposible es el que intentaron ‘negarse a ugar las feministas con las denuncias que gritaban en los salones de os teatros portefios oen las pequefias publicaciones que sacaban. Cabe sefalar que fue una caracteristica bastante extendida entre el grupo de las rmilitantes heterosexuales el hecho de que vivieran relaciones ce pareja con pprofundos problemas, cuando no estaban ya separadas, en un pafs en que el divorcio no estaba permitido por ley." De modo que, mientras que los varones homosexuals militaban contra la efidelidad compulsiva» de las modemnas parejas de pares complemen- tatios unidos por amor, las feministas, por su parte, aspiraban tambign 2 ‘cuestionar esa forma de relacién sexo-afectiva que condicionaba el desa- rrollo de una sexualidad auténoma para las mujeres. Ellas reivindicaban el orgasmo cltoriano y el autoerotismo masturbatorio, practica mas o menos perseguida. Sobre este asunto, ain més puntual, recuerda Marta Miguelez otra intervencién en una conferencia de sexologia: «Me acuerdo, hablando de masturbacién, un doctor arriba de un escenario dice... bueno, porque Ja masturbacién es la manipulacién del pene hasta la eyaculacién’. Yo digo sperdén doctor, yen las mujeres?” “Sefora! Por favor!” Toda su respuesta fixe esa. O sea, para el doctor sexélogo las mujeres no nos masturbéba- ‘moss. Ante este panorama que proponian los expertos, las feministas se abocaron al trabajo en torno a las practicas autoeréticas. Marta explica que fen la UFA se promovian algunos ejercicios para el conocimiento del propio ‘cuerpo, dela propia sexualidad. «Uno de los ejercicios era masturbarnos leyendo textos de cualquier cosa. Ubicar tu cabeza en cualquier cosa que no fuera fantasias ni nada [ni fantasfas de amor, podriamos agregar] y "2a Sobre ls practicas sexuales de los varones gays de los eempranos aos setenta el material bibliografico es escaso. Sin embargo, pueden consultarse fos. trabajos de Insausti (2011-2012), Rapisardi y Modarell (200) yel de Maximiliano Fernindez publicado en este libro. ‘25 La informacion recopilada entre todas mis entrevstas (tanto a mujeres dela UA como del MLE) constata que la mayorias de las militantes heterosexuales s¢ encontraba separadas o en malos términos conyugales 126.~ Entrevista por [a autora en julio de 2008, LUNA BATALLA SEXUAL EN LOS SETENTA:. 37 producir masturbacién mecénicamente para ver qué pasaba con esto. Con lo cual, maravilloso! O sea, hemos trabajado sobre nosotras mismas».”” Los ejetcicios de autoerotismo masturbartorio les permitian alas feminis- tas aumentar el conocimiento de s{ mismas, de su propia sexualidad, al tiempo que contrarrestaban los mandatos que las hacian dependi ia sexualidad del varén# : ‘paint Dicho de otro modo, las femninistas se aplicaron a un trabajo sobrela pro- pia sexualidad para lo que se sirvieron indiscutiblemente de los discursos

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