Matt Erickson
El estudio bíblico de Priscilla Shirer, La armadura de Dios, toma su nombre del conocido pasaje de
la guerra espiritual en Efesios 6: 10-20. Ella señala que en realidad hay siete piezas de armadura
descritas allí, no seis, como se piensa comúnmente.
«Cuando Pablo habla sobre la guerra espiritual en Efesios 6, la oración es la séptima pieza de la
armadura. Activa todo el resto de la armadura espiritual», dijo. «Cuando nos negamos a orar, es
como tener un refrigerador sin enchufarlo. La oración es el mecanismo divinamente autorizado
que Dios nos ha dado para aprovechar Su poder. Sin la oración, seremos ineficaces en la guerra
espiritual. Pero con esto, saldrá victorioso”.
«Todo lo que ocurre en el mundo visible y físico está directamente relacionado con el combate de
lucha libre que se libra en el mundo invisible y espiritual», dijo. «Los efectos de la guerra en el
mundo invisible se revelan en nuestras relaciones tensas y dañadas, la inestabilidad emocional, la
fatiga mental, el agotamiento físico y muchas otras áreas de la vida. Muchos de nosotros nos
sentimos atrapados por la ira, la falta de perdón, el orgullo, las comparaciones, la inseguridad, la
discordia, el miedo… y la lista continúa. Pero la némesis principal detrás de todos estos resultados
es el mismo Diablo».
Efesios 6:12 dice lo mismo: «Porque nuestra batalla no es contra la carne y la sangre, sino contra
los gobernantes, contra las autoridades, contra los poderes de oscuridad de este mundo, contra
las fuerzas espirituales del mal en los cielos».
También tenemos una necesidad de visión espiritual, para comprender quiénes somos en Cristo y
todo lo que conlleva. Priscilla nos recuerda que Dios nos ha proporcionado todo lo que
necesitamos para ganar las batallas espirituales que enfrentamos, enfatizando que necesitamos
saber eso, creerlo y actuar en consecuencia. Y es a través de la oración que reconocemos y
manejamos las armas de nuestra guerra espiritual descritas en Efesios 6.
«La armadura espiritual en Efesios 6:10-20 (verdad, justicia, paz, fe, salvación, Palabra de Dios,
oración) es simplemente una repetición, una forma diferente de describir lo que Pablo ya había
explicado en el resto de su carta. Porque, ¿cómo podrían los lectores “ponerse” o “tomar” una
armadura que no entendieron o ni siquiera sabían que tenían? El primer paso para ellos, el primer
paso para nosotros, al utilizar los recursos espirituales que se nos han dado es tener nuestros ojos
espirituales abiertos para que podamos verlos «, dijo.
Con ese fin, Priscilla nos insta a orar por una visión más espiritual. Ella dice que deberíamos pedirle
al Señor que abra los ojos para ver la actividad del enemigo y estar más consciente de los recursos
espirituales que Él nos ha dado para desarmarlo y derrotarlo. La victoria está disponible para
nosotros, pero solo vendrá cuando oremos por la ayuda de Dios en la batalla.
Estamos en una guerra espiritual que solo se puede ganar con recursos espirituales, pero debemos
saber que tenemos estos recursos espirituales a nuestra disposición, y tenemos que usarlos. La
oración es crucial para ambos.
«Los ataques del enemigo siempre están envueltos en el paquete del engaño, siempre están
diseñados para manipular la verdad acerca de Dios y sobre su valor en Él. Él desea guiarlo al
pecado para que la comunión se rompa entre usted y Dios, de esta manera usted estará
desconectado de la Fuente del verdadero poder y la fuerza», nos comenta.
«Las tentaciones malignas que atraen a tus deseos específicos y que aparecen cuando eres más
vulnerable no son accidentales. Son sus tácticas engañosas (y las de su séquito malvado),
diseñadas específicamente, cronometradas y personalizadas con la esperanza de que caigas preso
en su estratagema de demonios y perder la oportunidad de experimentar una vida abundante en
Cristo», cuenta Priscilla.
«Considere sus áreas de mayor fortaleza y mayor debilidad. Mantenga una estrecha vigilancia
sobre estas dos áreas y protéjase a través de la oración. Estas áreas son probablemente los lugares
donde puede esperar que el enemigo apunte sus ataques contra usted. Cuando sepa dónde mira,
puedes verlo venir a una milla de distancia. Realmente no es tan inteligente. Es simplemente
astuto”, dijo Priscilla.
Estamos librando una guerra espiritual con un enemigo cuya táctica principal es el engaño. Este
enemigo puede ser derrotado a través de los recursos espirituales que Dios provee, y estos
recursos se activan y fortalecen a través de la oración.
«La oración es simplemente un derramamiento de su corazón hacia Dios y luego hacer espacio en
su vida para escuchar de Él en Su Palabra, mientras Él orquesta sus circunstancias. Dios quiere
tener una conversación con usted. Él desea escuchar lo que realmente está sucediendo. Tu
corazón. Él quiere franqueza y honestidad».
Priscilla cree que la oración es absolutamente crucial para conocer a Dios, relacionarse con Él y
experimentar Su poder y gracia en su vida diaria.
«La oración es la forma en que vemos que el cielo invade la tierra. Es lo que abre las compuertas
para que Dios baje y se involucre en nuestras circunstancias cotidianas.
COSAS QUE AGRADAN A DIOS
Por Esteban Correa
A veces nos preguntamos porque hay cosas que parece que nunca las podemos alcanzar. Pero es
mejor preguntarnos ¿Estoy haciendo todo lo que a Dios le agrada?
A veces nos preguntamos porque hay cosas que parece que nunca las podemos alcanzar. Pero es
mejor preguntarnos ¿Estoy haciendo todo lo que a Dios le agrada
Al Señor le repugnan los labios mentirosos; pero le agradan los que dicen la verdad. Proverbios
12:22 (RVC)
El Señor se agrada del hombre bueno, pero condena al mal intencionado. Proverbios 12:2 (RVC)
“Quiero que tengan compasión, no que ofrezcan sacrificios. Pues no he venido a llamar a los que
se creen justos, sino a los que saben que son pecadores”. Mateo 9:13 NTV
“Practicar la justicia y el derecho lo prefiere el Señor a los sacrificios”. Proverbios 21:3 (NVI)
“Traten a los demás como les gustaría que ellos los trataran a ustedes”. Lucas 6:31 (NTV)
“Ustedes los hijos, obedezcan a sus padres en todo, porque esto agrada al Señor”. Colosenses 3:20
“El Señor reprueba las balanzas falsas y aprueba las pesas exactas”. Proverbios 11:1 (DHH)
“No se olviden de hacer el bien ni de compartir lo que tienen con quienes pasan necesidad. Estos
son los sacrificios que le agradan a Dios”. Hebreos 13:16 (NTV)
A Dios le agrada la integridad de corazón
“Yo sé, mi Dios, que tú examinas nuestro corazón y te alegras cuando encuentras en él integridad
(honradez, rectitud, decencia)”. 1 Crónicas 29:17 (RVC)
“La gente juzga por las apariencias, pero el Señor mira el corazón”. (1 Sam. 16:7) NTV
“En toda nación el que le teme (le reverencia) y hace lo justo, le es acepto (Dios se agrada de él)
Hechos 10:35 (NBLH)
(…) Él pagará a cada uno según merecen sus acciones. Prov. 24:12 (NTV)a
“De hecho, sin fe es imposible agradar a Dios. Todo el que desee acercarse a Dios debe creer que
él existe y que él recompensa a los que lo buscan con sinceridad”. Hebreos 11:6
“Demuestren con su forma de vivir que se han arrepentido de sus pecados y han vuelto a Dios”.
Mateo 3:8 (NTV)
“Les digo, ustedes pueden orar por cualquier cosa y si creen que lo han recibido (por la fe), será
suyo”. Marcos 11:24 (NTV)
“Jesús contestó: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio de
mí”. Juan 14:6
LA MAYOR PIEDRA EN TU CAMINO
Por Esteban Correa
Lo que anida nuestro ser en lo oculto, en lo más profundo, es el mayor interés de Dios.
“(...) porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los
pensamientos. (...)” 1 Crónicas 28:9
Muchos se preguntan ¿Porque hay cosas que busco y deseo, pero no puedo recibir de ninguna
forma? Y la respuesta, la mayoría de las veces es: porque hay algo mal en nuestro corazón. Dios
examina minuciosa y profundamente nuestros corazones, lo que anida nuestro ser en lo oculto, en
lo más profundo, es el mayor interés de Dios. Nada le importa tanto a Dios como las actitudes de
nuestro corazón. Pienso que esta es una revelación que va a cambiar la vida de muchas personas.
No es fácil darse cuenta lo que nos pasa interiormente, pensamos que nos conocemos, sin
embargo hacemos muchas cosas malas, que no podemos aceptar o ver claramente que están
equivocadas. Él quiere quitarlas, no nos puede usar grandemente, ni bendecir en ese estado. La
mayoría de las veces somos víctimas de nosotros mismos. Nadie más tiene la culpa, nadie puede
dañarnos más que nosotros mismos. El libro de proverbios nos muestra esto en dos versos claves:
La palabra peso se puede entender como que hay algo dentro del corazón que debe ser quitado,
los pecados en el corazón producen un peso que no es apropiado para Dios, esta carga
contaminante es la que impide el fluir de la bendición en una persona. (Dn. 5:27; Núm. 11:14;He.
12:1-2)
Otras versiones cambian la palabra peso, por juzgar. Dios juzga los corazones, mide las
intenciones, la nueva versión internacional dice:
“A cada uno le parece correcto su proceder, pero el Señor juzga los motivos”. Prov. 16:2
Hay algo detrás de nuestras palabras y actos que solo Dios puede ver y juzgar correctamente.
Puedes ir a dar una ayuda a alguien, pero el Señor juzga los motivos. Puedes no dar una ayuda a
alguien, pero el Señor juzga los motivos. Puedes parecer egoísta o parecer generoso, pero el Señor
juzga los motivos. Puedes parecer humilde o parecer orgulloso, pero el Señor es el que juzga los
corazones. Solo él conoce profundamente los corazones.
“Más el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la
voluntad de Dios intercede por los santos”. Romanos 8:27
Nos erigimos en jueces de los demás alegando, que debería y que no debería recibir cada uno,
pero Dios ve más claro y más profundo que nosotros y él paga a cada uno según sus obras.
En Apocalipsis 2:23 dice: “(...) y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el
corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras”.
“Altivo, arrogante y escarnecedor son los nombres del que obra con orgullo insolente”. Proverbios
21:24
Recuerda esto: La arrogancia es un sentimiento de superioridad ante los demás. Es creer que
somos más valiosos que otros seres humanos. Es no reconocer nuestros errores, es echarle la
culpa de nuestros errores a los demás. Es creer que somos imprescindibles, es pensar que
podemos siempre hacer todo mejor que los demás y que nadie nos supera, es no querer pedirle
ayuda a nadie, es criticar a todo el mundo; porque en el fondo la arrogancia también nos lleva a
los celos y la envidia. No se trata de parecer o no parecer arrogante, no se trata de cómo es
nuestro carácter o temperamento, no se trata de lo que hagamos o no hagamos. Ni tampoco de lo
que sepamos o no. Se trata de lo que somos o no somos en lo profundo de nuestro corazón. ¡¡Que
Dios quite la arrogancia de nuestra vida para siempre!!. La soberbia, el orgullo o la arrogancia son
la piedra fundamental de todos los demás pecados que podamos cometer. Mientras exista
arrogancia, habrá un peso contaminante en nuestra alma.
Debemos temer a Dios con respecto a lo que hay en nuestro corazón. No hay forma de burlar,
persuadir, manipular, o tratar de conformar al Señor cuando algo está mal. Para eso, nada mejor
que el arrepentimiento y la confesión.
El orgullo no siempre es fácil de detectar, ni en nosotros mismos, ni en los demás. Hay personas
que se les nota al instante su soberbia; pero otras, lo tienen más camuflado. Tal vez ellas piensan
que son superiores en su interior y tratan de no decirlo, pero tarde o temprano eso se notará en
un simple gesto, en una mirada, en una palabra. Es como un olor desagradable que lo podremos
tratar de ocultar, pero que escapará por alguna pequeña actitud, en cualquier momento. Dios se
encarga que sus hijos sean conforme a la imagen de Cristo, se encargará que todo orgullo en
nuestra vida y toda obra procedente de él, sean quebrantados. Dios llama nuestra atención
continuamente para que abandonemos el orgullo en nuestro corazón. Pero el orgullo produce
ceguera espiritual, de hecho las personas orgullosas, en su mayoría creen no serlo, incluso se
creen muy humildes, muy agradables y solidarias.
“Pero Él da mayor gracia. Por eso dice: Dios resiste a los soberbios pero da gracia a los humildes”.
Santiago 4:6
Puedo llegar a estas conclusiones luego de haber sido quebrado por las circunstancias en muchas
oportunidades, Dios se vale de ciertas circunstancias para que podamos quebrar la arrogancia en
nuestra alma. Circunstancias que destrozan tu soberbia como una copa de cristal lanzada hacia un
suelo de piedra. Muchas veces esas circunstancias se producen delante de los demás y otras veces
más íntimamente. La clave para vencer está en querer obedecer a Dios, en renunciar a sentirnos
superior o más valiosos que los demás. El orgullo de un corazón arrogante no armoniza nunca con
el plan de Dios, por eso, o seguimos su plan, o seguimos el camino de nuestro propio corazón. El
orgullo puede estar en personas pobres, ricas, cultas, inteligentes o ignorantes. Nada tiene que ver
la pobreza con la humildad.
“Altivez de ojos, y orgullo de corazón, Y pensamiento de impíos, son pecado”. Proverbios 21:4
La historia de Nabucodonosor es una gran ejemplo de cómo Dios actúa frente al orgullo. El rey
tuvo sus oportunidades de arrepentirse y vivir una vida sometida a Dios, reconociendo su
grandeza y obedeciendo sus mandamientos. Pero escogió otro camino, Daniel 5:20 dice: “Más
cuando su corazón se ensoberbeció, y su espíritu se endureció en su orgullo, fue depuesto del
trono de su reino, y despojado de su gloria”
El juicio de Dios para el orgullo del rey Nabucodonosor fue que ande con locura como las bestias
en el campo durante siete años, luego de los cuales se arrepintió y reconoció humildemente que
Dios lo gobierna todo:
“Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras
son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia”. Daniel
4:37
4. Cree que no necesita a Dios. Le cuesta orar para pedir ayuda a Dios.
5. Le cuesta pedir ayuda a otras personas.
7. Menosprecia las capacidades de otros. Piensa que siempre puede hacer las cosas mejor que los
demás.
8. No sabe escuchar.
¿Orgulloso de mi humildad?
Algunos creen que su escasez o sacrificios los transforman en humildes, pero en verdad es lo
mismo de siempre, orgullo disfrazado. Se creen mejores y más valiosos que los demás porque
piensan que no necesitan mucho para vivir, o porque se visten sencillos, o porque tiene una
personalidad apacible, pero eso no tiene nada que ver con un corazón humilde.
Otros se sienten superiores porque han estudiado y creen que eso les da una especie de valor
extra ante sus semejantes. Ante lo ojos de Dios no hay acepción de personas, todos somos
tratados como hijos amados y valiosos de igual manera.
Todo nacemos con una cuota de orgullo, por el pecado original, Satanás es movido principalmente
por el orgullo y la rebeldía y ese mismo virus espiritual está en la naturaleza pecaminosa de todos.
Nadie es libre cien por cien del orgullo, pero es nuestra decisión renunciar a toda arrogancia para
morir a la vanidad y dar fruto.
Jesús dijo: “Les digo la verdad, el grano de trigo, a menos que sea sembrado en la tierra y muera,
queda solo. Sin embargo, su muerte producirá muchos granos nuevos, una abundante cosecha de
nuevas vidas”. Juan 12:24
Este versículo es muy profundo, pero nos habla de que cuando morimos al pecado, al orgullo y
decidimos vivir con la fe en Jesús cada día la vida el Espíritu Santo podrá manifestarse en nosotros
y ser de utilidad para que muchos sean salvos y bendecidos.
Para tener un corazón como Cristo debemos superar con humildad y fe toda adversidad, aceptar
nuestras limitaciones y nuestra condición de ser humano creado por Dios para ser personas de
obedientes, y no creernos ni sentirnos nunca mejores o superiores a los demás. Cada uno tiene
talentos que Dios le proveyó, y si confiamos plenamente fluirá la gracia en nuestras vidas. Pero
mientras ese orgullo no sea tratado, ni puesto en la cruz; ni el favor, ni el poder, ni la exaltación de
Dios fluirá en nuestras vidas. Es tan simple como decir: En mis propias fuerzas no podré con todo,
pero todo lo puedo en Cristo que me fortalece y separado de Él nada ungido y grande podré hacer.
“Porque el Señor es excelso, y atiende al humilde, mas al altivo conoce de lejos”. Salmos 138:6
Te voy a dar una oración modelo para que puedas confesar y romper la atadura del orgullo:
“Señor Jesús hoy decido renunciar a todo orgullo en mi corazón, declaro que sin ti nada soy, que
sin tus fuerzas no podré lograr grandes cosas. Renuncio a creerme superior y más valiosos que los
demás, rompo la atadura del orgullo en mi corazón en el nombre de Jesús. Confieso que solo con
tu gracia y poder llegaré a vencer todo obstáculo. Te doy toda la gloria por todo lo bueno que pase
en mi vida. En el nombre de Jesús. Amén”.