Anda di halaman 1dari 5

Carlos, M., Sbriller, L., Vaccaro, E. (2015).

Medios alternativos para la transformación social La


experiencia de la Red Nacional de Medios Alternativos. La Plata, Argentina, Universidad Nacional
de La Plata

El texto investiga la historia y el funcionamiento interno de la Red Nacional de Medios Alternativos


(RNMA), y las formas de organización e interacciones de los medios que la conforman. Presenta
análisis concretos de casos y también reflexiones teóricas sobre la construcción de alternatividad a
partir de la noción de hegemonía definida por Gramsci.

Capítulo 1: Marco teórico

Hegemonía
Antonio Gramsci, quien plantea que la hegemonía se configura cuando un sector social domi-
nante desarrolla todo un conjunto de estrategias que son utilizadas para obtener el consenso y
dominio sobre aquellos que se encuentran subordinados a él (Gramsci, 2012). El autor explica
este concepto en términos de disputa, introduciendo así lo que entiende por contrahegemonía. A su
vez, sostiene que el control de las clases dominantes está dado fundamentalmente por
la “hegemonía cultural”, a través del control del sistema educativo, de la institución religiosa y
de los medios de comunicación. Un grupo obtiene hegemonía dentro de una sociedad estable-
ciendo un liderazgo moral, político e intelectual sobre los sectores subordinados, difundiendo
su cosmovisión al resto de la sociedad, haciendo de sus propios intereses los intereses de la to-
talidad de la sociedad.
Gramsci plantea que el concepto de hegemonía siempre lleva implícitamente con-
notaciones de disputa; la hegemonía no es algo acabado, sino que debe ser permanentemente
mantenida, renovada, defendida (Gramsci, 2012).(13)
El pensador italiano dice que ningún modelo hegemónico, en ninguna de las áreas de la vida
social puede dar cuenta de todos los significados y valores de una sociedad. La crisis de hegemo-
nía se da cuando, aun manteniendo el propio dominio, las clases sociales dominantes no logran
seguir siendo dirigentes, es decir, cuando no logran resolver los problemas de toda la comuni-
dad y no pueden imponer a toda la sociedad la concepción propia del mundo.
Aquellas disidencias “compartidas” que con frecuencia se dan en lo social, pueden llegar
a transformarse en propuestas contrahegemónicas, poniendo en juego la disputa por la hege-
monía: si la clase social subalterna logra mostrar concretas soluciones a los problemas dejados
irresueltos, modifica las relaciones de fuerza, se convierte en dirigente e incrementa su propia
cosmovisión a otros estratos sociales, creando un nuevo bloque social y volviéndose hegemóni-
ca (Gramsci, 2012).
El poder que es ejercido mediante la hegemonía tiene las características de plantearse de
manera muy sutil, y donde se visualiza más claramente es en la producción -y reproducción- de
un determinado modo de vida. Son las prácticas cotidianas las que producen efectos decisivos
sobre las formas en que esa determinada sociedad percibe y reproduce una visión del mundo,
de las cosas, de los sujetos y de la historia.
Gramsci plantea que la hegemonía constituye un pacto debido a que debe establecerse un
consenso, en donde las distintas partes se aceptan; aceptan tanto la diversidad como las reglas
de juego con que esa diversidad podrá ser reproducida. Es en este consenso, también, donde
se dan concesiones mutuas, donde el sector dominante debe admitir intereses propios de otros
sectores a cambio de recibir la subordinación; y de este modo, el consenso se convierte en lo más
importante de esta alianza, a la que el autor italiano denomina bloque histórico (Gramsci, 2012).
Este bloque histórico se da por la existencia de un pacto hegemónico, es decir, no se da de
manera espontánea, sino que necesita de sujetos (actores) que establezcan estas alianzas. El au-
tor explica que los mismos son, con frecuencia, órganos colectivos (partidos, sindicatos, ejército,
iglesias, medios de comunicación), que actúan haciéndose cargo de la representación de las cla-
ses y estratos que les dan origen. Es aquí donde Gramsci sitúa a los intelectuales orgánicos como
los intermediarios de la hegemonía (Gramsci, 2012).(14)
(…)
De esta manera cobra centralidad, y es parte de este análisis, la relación que los medios al-
ternativos tienen con el Estado y sus instituciones, así como las formas de organización de la
sociedad civil, como los movimientos sociales. (15)

Comunicación
Respecto al concepto de comunicación, su análisis no se puede escindir del de las condicio-
nes materiales de producción que tienen sus diversos actores. Armand Mattelart, en su libro
Para un análisis de clase de la comunicación aporta que:
“Se pueden observar las características que adopta el proceso de comunicación en cada formación
social a través de la combinación particular de relaciones de producción, instrumentos de trabajo,
métodos de trabajo, relaciones de clase y de poder, luchas, formas de dominación estatal, etc., que
producen un sistema de medios que es igual y diferente en cada espacio histórico” (Mattelart,
2010).
Entonces, la comunicación es un proceso que no se desarrolla en sí mismo, sino que se ancla
en las relaciones sociales que establecen actores que están atravesados por una historia particu-
lar, posicionados de una manera definida en la estructura social. (15)

La historia de lo alternativo
Mangone, C. (2004). Por qué hablar de Comunicación Alternativa
Hay siete corrientes principales que han tenido influencia en el desarrollo de la comunicación
alternativa en América Latina.
La teología de la Liberación: se enmarcó en las transformaciones que se llevaron adelante en
la Iglesia Católica a partir del II Concilio Vaticano (1962-1965) convocado por Juan XXIII y que
en América Latina se materializó a partir de 1968. A grandes rasgos, se visualizaba una Iglesia
que debía aggiornarse, debido a la pérdida de terreno por las incesantes críticas a las institucio-
nes (familia, medios, ejército, partidos, iglesia). Se realizaron modificaciones internas al rito y se
dejó de lado la ferviente defensa a la propiedad privada, lo que se conoce como “la opción por
los pobres”.
En este viraje de la iglesia se enmarcó la Teología de la Liberación. Se puede definir como una
relectura del Evangelio a partir de la solidaridad con los pobres y los oprimidos, de una teología
de la salvación en condiciones concretas, históricas y políticas, de una reflexión a partir de la
praxis del hombre, que se compromete a vivir la fe en el compromiso liberador. Esta nueva in-
terpretación llevó a la radicalización de algunos sectores cristianos, que vieron en la vía armada
la forma de transformación de las condiciones estructurales de dominación.
La pedagogía freiriana: comienza a desarrollarse desde 1960 en el norte de Brasil, a partir de
un programa de alfabetización asociado con la toma de conciencia política. El método de alfabe-
tización del pedagogo Paulo Freire apuntó a promover una toma de conciencia liberadora, que
no sólo hiciera hincapié en aprender a leer y escribir, sino que al hacerlo el estudiante adquiriera
conciencia de su propia identidad y de su participación en la historia. Freire planteó el concepto
de concientización, con el cual abandonó la idea de educación bancaria, donde se “depositan”
los saberes en la cabeza de los educandos, los cuales muchas veces no tienen nada que ver con
su mundo real. (16)
Esta corriente influyó de manera fundamental en las radios educativas latinoamericanas (que
en su mayoría estaban en manos de la iglesia), dando paso así a una nueva práctica comunica-
cional: las radios populares.
La Teoría de la Dependencia: está ligada a las dos anteriores, no puede pensarse la realidad
latinoamericana en los años ’60 y ’70 sino a partir de los cruces que entre ellas se realizan. Su
principal mentor es el sociólogo y ex presidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso. Esta es
una teoría económica que se opone a la hegemonía desarrollista del continente, plantea que la
situación de dominación en la que se encuentran los países latinoamericanos en relación a los
países centrales impide un desarrollo autónomo en el marco del capitalismo. Se denuncia que la
actividad económica se orienta de manera funcional a las necesidades del imperialismo.
Esta teoría y su respectivo análisis fueron trasladados al campo de la cultura. Un concepto
muy fuerte operaba como eje vertebrador de su desarrollo: el imperialismo cultural. A partir de
ello se denunciaba cómo los países dependientes vivían de acuerdo a los modelos que difundía
la industria cultural, el modelo americano de vida.
Teoría de Althusser sobre los Aparatos Ideológicos del Estado: principalmente a partir de la
publicación en 1971 en Chile del libro Ideología y aparatos ideológicos del Estado, explica que
así como el sistema económico reproduce sus condiciones de producción (a través del salario, la
calificación de la mano de obra, etc.) el sistema cuenta con aparatos que permiten reproducir su
ideología (los medios, la escuela, etc.). Esta noción de aparato se refiere a una estructura homo-
génea sin brechas, que no puede ser penetrada, quedando así como única salida su destrucción.
Esta teoría ha tenido una gran importancia en algunos análisis sobre el funcionamiento de los
medios de comunicación de masas en nuestro continente.
Teoría de la Vanguardia: esta teoría ya estaba presente en la tradición de izquierda leninista,
pero se recupera en los años ’60 y ’70 en América Latina. Se trata de un grupo que logra concien-
cia sobre las relaciones causales de la realidad, y pretende colaborar en la autoconciencia de las
masas. La vanguardia pretende influirlas para que identifiquen que existe un ciclo que se ha con-
vertido en natural, aunque es cultural. Por lo general, se trata de un grupo pequeño con grandes
niveles de movilización y propaganda, que tiene su origen en la profesionalización política que
propuso el partido bolchevique (que da nacimiento a la teoría de la vanguardia), y que parece
tener su extremo en el foquismo guevarista, corriente política que fue muy importante durante
este período en América Latina.
Teoría marxista: Mangone destaca su importancia para entender el desarrollo de prácticas de
comunicación alternativas en América Latina, las que caracteriza como posicionadas en contra
de la desigualdad. El marxismo es la teoría social que analizó la desigualdad, a partir de las re-
laciones sociales de producción en el sistema capitalista. Es importante entender esto para com-
prender el origen y el impulso de una gran mayoría de prácticas de comunicación alternativa
en Latinoamérica, sobre todo en relación al rol de los medios para presentar los intereses de la
burguesía como los de toda la sociedad.
Teoría de los Movimientos Sociales: es una corriente que comienza a desarrollarse teórica-
mente en los años ’80 pero que tiene gran importancia durante toda la segunda mitad del si-
glo XX. Hace hincapié en los nuevos agrupamientos colectivos que comienzan a participar y
canalizar sus demandas por fuera de los mecanismos de la política tradicional. Se produce el
surgimiento de nuevos actores: jóvenes, mujeres, desocupados, inmigrantes, etc. que centraron
su lucha en el intento de modificar los aspectos que hacen al lugar que ocupan en la estructura
social. Esto dio lugar a espacios y conflictos nuevos que no tenían representación o contención
en la estructura política tradicional y surge, por tanto, una nueva manera de concebir la política. (17)

Mangone explica que se pueden agrupar cinco grandes sectores que engloban a la mayoría de
estos movimientos: a) industrialización y conciencia obrera; b) calidad de vida, consumo colec-
tivo; c) tierra, mercado, etnicidad; d) guerra, política; e) libertad, género, religión y democracia
(Mangone, 2004).

Debates sobre alternatividad


existen una serie de tensiones que han definido la historia del concepto
de la alternatividad.
En primer lugar, plantea la tensión comunicación-difusión. El primer concepto, “la comu-
nicación, es un proceso de ida y vuelta en que las instancias de emisión y recepción son ‘inter-
cambiables’” (Mangone, 2004). De esta manera, entiende que la diferencia con los medios de
difusión se basa en la relación entre emisor y receptor, es decir, si hay diálogo (como en la co-
municación) o alocución (lo que definiría la característica de ser un medio de difusión). En este
marco, sostiene que esta tensión explica la polémica que se plantea entre Hans Enzensberger y
Jean Baudrillard, en torno a la arquitectura de los medios. Enzensberger entiende que el proble-
ma de la alternatividad es un problema político que no se relaciona con la lógica de producción
de los medios, mientras que Baudrillard plantea que Enzensberger sólo ve necesaria una reversi-
bilidad del circuito emisor-mensaje-receptor, cuando lo imprescindible para una comunicación
alternativa es la reciprocidad. En este sentido, la reversibilidad “mantiene intacta la relación de
poder existente entre emisor y receptor”, y la reciprocidad “implica, por el contrario, igualdad
entre los polos de la ecuación de Jakobson que se utiliza como modelo explicativo” (Mangone,
2004). Mangone plantea que para Baudrillard eso sólo es posible si se destruyen los medios tal
cual hoy funcionan. (18)
binomio reforma-revolución:
Las posiciones reformistas plantean el aprovechamiento de los espacios que se abren en el interior
de la estructura legal de medios de comunicación, recuperando para su práctica nociones como
com-
petencia y profesionalismo. Las posiciones revolucionarias plantean como condición indispensable
del carácter alternativo, que la práctica comunicacional se vincule al desarrollo de un movimiento
político de transformación global de la sociedad (Mangone, 2004).
El autor entiende que Margarita Graziano se vincula más a la segunda opción, ya que se re-
fiere a comunicación alternativa como “relaciones dialógicas de transmisión de imágenes y sig-
nos que estén insertas en una praxis transformadora de la estructura social en tanto totalidad”
(Graziano, 1980). A su vez, considera que Máximo Simpson Grinberg también se ubicaría en
este lado del espectro, pero que polemiza con Graziano al plantear que su idea “desestima toda
praxis de carácter espontáneo que no tienda conscientemente a un cambio radical bajo la égida
de una organización política encargada de diseñar y llevar a cabo la mencionada ‘estrategia to-
talizadora’” (Mangone, 2004).
En el marco de los debates sobre la transformación social, aparece el binomio desigualdad-di-
ferencia, es decir, si la transformación social pasa por la abolición de las desigualdades o por la
integración de la diferencia.
Finalmente, Mangone introduce el debate sobre el par dominación-hegemonía, a partir de
las transformaciones en la noción de participación. (19)

Miradas actuales sobre lo alternativo


El colectivo La
vaca, en el capítulo “Lo alternativo”, de la publicación El fin del periodismo y otras buenas noticias
se pregunta: “¿por qué conformarse con crear una alternativa si se puede soñar con crear un es-
pacio propio y original? [...] ¿por qué dedicar energía a contrarrestar los efectos de la emisión
monopólica si se pueden crear muchas otras sintonías?” (Colectivo La Vaca, 2006). Desde este
punto de partida se trabaja con la idea de medios sociales, entendiendo que la palabra alterna-
tivo se define con centralidad en lo que no se es y desde ahí se construye una identidad a priori
condicionada, limitada, marginalizada.
Según este planteo, no se trata de ubicarse del otro lado de las reglas ya existentes sino de
romperlas todas y darse cuenta de que en este momento histórico y ante el boom de las nuevas
tecnologías todo puede ser inventado nuevamente. Se realiza un análisis respecto del sistema de
comunicación que permitió la consagración del capitalismo mediático con un diseño definido
y clásico; con un emisor y un receptor mediados, precisamente, por el medio. Desde este punto
de partida propone el cambio:
¿De qué cambio, entonces, estamos hablando?
En principio, del que nos enseña que todo problema tiene más de una solución.
Si el circuito de la comunicación, tal como estaba planteado, es un elemento clave para la consa-
gración de un poder vertical, autoritario y concentrado, una manera radical de confrontarlo es crear
otro diseño, que contemple y sea capaz de albergar otra concepción de poder (Colectivo La Vaca,
2006).
La Vaca descarta entonces la definición de medios alternativos por considerarla como un
condicionante externo y autoimpuesto muchas veces por los propios medios alternativos pero
retomando categorías “ajenas o extranjeras, dicho esto no en el sentido territorial sino de una
reflexión que no es propia de quienes han creado estas nuevas herramientas” (Colectivo La Vaca,
2006). Siempre según este colectivo, atravesadas y nombradas entonces con categorías que no
son propias por falta de iniciativa en crear otras, en buscar nuevas formas de nombrarse, estas
herramientas “hijas de la exclusión, fueron finalmente incluidas en un universo teórico disci-
plinador que desdibuja su potencial rebeldía y las arrodilla ante una etiqueta que delimita los
escalones del poder” (Colectivo La Vaca, 2006). (20)
Hay, sin embargo, otros autores que defienden teóricamente el concepto de medios alternati-
vos de comunicación.
una comunicación alternativa se tiene que incorporar plenamente a la
comunicación masiva para alcanzar a amplios sectores sociales “entregando la riqueza de un
mensaje
cuyo origen está en las inquietudes, en los debates y en las luchas populares” (Reyes Matta, 1986, p.
125). Así marginal y alternativo no van de la mano, sino más bien lo contrario: lo alternativo, si
aspira
a cuestionar el sistema tiene que tener vocación de masivo (Maggio, 2012).
Hay otras autoras, como María Cristina Mata y Claudia Villamayor, que hablan de medios
comunitarios y ciudadanos, donde nuevamente la diferencia no es gramatical sino semántica,
ya que las diferentes perspectivas teóricas no se excluyen entre sí, sino que observan diferentes
facetas del fenómeno. Sin embargo, siempre subyace la idea de cómo los sectores populares en-
cuentran en los medios una voz, una posibilidad de constituirse como protagonistas.
Desde este enfoque se pone el eje, especialmente en el caso de Mata en su texto Radios y
públicos populares, en la participación ciudadana y sus diferentes niveles según los momentos
histórico-políticos. (21)
El análisis de Villamayor, quien es docente, investigadora y directora del Programa de Gestión
de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias para América Latina y el Caribe (AMARC-
ALC), apunta al espacio radiofónico en América Latina. La comunicadora analiza sus rasgos
determinantes y los modos de nombrarlos:
Se pueden considerar comunitarias, educativas, populares o ciudadanas. Se identifican por sus ob-
jetivos políticos de transformación social, de búsqueda de un sistema justo, con vigencia de los
dere-
chos humanos, con acceso y participación en las mayorías en el poder. Se reconocen también por no
tener fines de lucro. Esto no les impide crecer, intentando una inserción en el mercado (Villamayor
& Lamas, 1998).

Anda mungkin juga menyukai