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UNIDAD 8: TEORÍAS, CONCEPTOS Y DEBATES EN LA HISTORIOGRAFÍA

AMERICANISTA
● La historia de la conquista y su interpretación a través del tiempo. Entre los
cronistas, los historiadores y los antropólogos. La cuestión del otro: la revisión
historiográfica en el quinto centenario de la conquista.
● El concepto de “colonial”. La leyenda negra. La (s) teoría (s) de la dependencia
● Los modos de producción en América Latina: feudalismo y capitalismo. Categorías
marxistas para el estudio de la economía de la América colonial.
● Chayanov y la lógica campesina. Polanyi. Concepto de reciprocidad, redistribución
y mercado: debate sustantivistas-formalistas.
● Sociedad colonial. La noción de elite. Las categorías de raza, clase, clan indio,
vecino. Familia y análisis de redes.
● El V centenario: debates acerca de los conceptos de “descubrimiento”,
“encuentro” e “invasión”
IBARRA: Marx y las interpretaciones culturalistas de la esclavitud americana colonial
Los debates historiográficos toman como punto de partida la hipótesis central de Marx
sobre el carácter no capitalista de la plantación y su dependencia del mercado
mundial.
Freyre (historiador brasilero) caracteriza la esclavitud nordestina como de carácter
patriarcal. Pasando por alto condicionamientos económicos, considera que el origen
de la esclavitud está en normas morales y legales y en el poder de asimilación cultural
de la civilización ibérica. En esta interpretación, la compasión cristiana por las razas
inferiores es una marca de distinción de la cultura brasilera.
Luego, Freyre intenta complementar su estudio de carácter culturalista vinculando el
deterioro del paternalismo nordestino con el auge de la producción mercantil en SXIX.
Las concepciones religiosas medievales garantizan la protección de esclavos, hasta que
el incremento en la demanda de azúcar quebranta las relaciones sociales.
Tannembaum considera que los códigos ibéricos que norman la posición del negro en
el Nuevo Mundo están influenciados por la doctrina católica. Esta se vincula con el
carácter patriarcal de las colonias en la medida que pregona la unidad y la cohesión. La
Iglesia católica recoge a todos, sin distinción de raza o condición social ¿). Esto
explicaría el número más alto de manumisiones.
Las disposiciones británicas, en cambio, son un freno para la emancipación de los
blancos. La iglesia episcopal es la iglesia de los blancos.
Cahnman plantea que las diferencias al trato esclavo en la variante ibérica y británica
debe atribuirse exclusivamente a diferencias culturales, religiosas y jurídicas y no a
otras de orden económico o social.
Klein pretende demostrar también que las concepciones religiosas y jurídicas
predominantes en la Cuba del SXVIII propician la formación de una sociedad patriarcal
más integrada étnica y culturalmente que la de Virginia (allí, los valores culturales
británicos dan lugar a una sociedad segregada)
Estas posturas culturalistas son criticadas por autores que no sólo destacan elementos
económicos sino también la inconsistencia de las generalizaciones históricas. No
obstante, una parte de los impugnadores de Freyre y Tannenbaum tienden a
absolutizar los determinismos económicos y demográficos en detrimento de los
elementos culturales.
Williams considera que las diferencias entre las tradiciones anglosajonas y las ibéricas
deben buscarse en la naturaleza de la propiedad de estos países. Florestan Fernandes
pretende demostrar, por su parte, que muchas de las disposiciones legales y
pastorales que supuestamente protegen al esclavo, no cumplen sus propósitos en la
realidad histórica de Brasil (la necesidad de capitales se sobrepone a consideraciones
religiosas)
David Brion Davis cuestiona la idea de “esclavitud capitalista norteamericana” y
“esclavitud señorial latinoamericana”. Los muy católicos y tolerantes ibéricos explotan
más a sus esclavos cuando tienen libre acceso y oportunidad de sustituirlos en el
mercado africanos; mientras los intolerantes propietarios de plantaciones del sur de
EEUU les dan un trato más benévolo (con criaderos para conservarlos) cuando no
pueden comprar esclavos en el exterior.
LAS INTERPRETACIONES CULTURALISTA Y ECONOMICISTA DE LA ESCLAVITUD
COLONIAL MODERNA O AMERICANA
La diversidad de sistemas económicos impide una explicación uniforme de la
estructura etnosocial de sociedades esclavistas. En único patrón demográfico
confirmable a lo largo del tiempo es la proporción de negros y mulatos libres con
respecto a esclavos: entre 4 y 6 veces mayor en las posesiones ibéricas que en las
británicas De ahí que pueda deducirse con un trato más humano y mayores
manumisiones. Hay que considerar que a las posesiones coloniales ibéricas emigran
pocas mujeres de la península, lo que da lugar a una numerosa población mestiza;
mientras que los ingleses emigran en familia. Harris, en vez que considerar como
Tannenbaum que las tradiciones culturales conforman estratos etnosociales; cree que
tales estratos se configuran en función de aspectos etnosociales, demográficos,
relaciones de poder y aspiraciones hegemónicas. Harris sostiene que el numeroso
estamento intermedio de gente de color funciona como capa protectora entre
esclavos y blancos. Sostiene, también, que en Brasil los esclavos africanos están
separados y opuestos a los esclavos criollos, lo que hace aconsejable estimular el
crecimiento de castas libres de color.
El sector intermedio de negros y mulatos libres entre los esclavos y sus amos,
prácticamente no existe en las Antillas inglesas y tiene poco peso en las francesas;
mientras que en las posesiones del imperio español, se ha constituido históricamente
este sector intermedio.
En las Antillas hispánicas la población blanca tiene mayor peso demográfico y
representación social, por lo que tiene hegemonía social y cultural más amplia. Los
plantadores ingleses y franceses, en cambio, son minoría y tienen menos capacidad de
maniobra > apuntan a política más represiva.
La conformación etnosocial y demográfica de las Antillas hispánicas, así como sus
instituciones y tradiciones culturales, propician sociedades más tolerantes e inegradas.
Se identifica, además, un continuum socio racial en tres categorías (negro, de color y
blanco) en las colonias españolas y portuguesas, mientras que en el sur de EEUU las
categorías son sólo dos. La política segregacionista de los plantadores sureños
estimula el racismo.
Por otro lado, uno de los elementos a tener en cuenta respecto a la integración
cultural de los africanos es que en las posesiones coloniales nordeuropeas se forman
distintas lenguas criollas, mientras que en las posesiones españolas no. A diferencia de
las Antillas inglesas y francesas, en las ibéricas el negro y el blanco coexisten en áreas
rurales y urbanas y desempeñan ciertas actividades; se da un extenso mestizaje y un
amplio proceso de transculturación. En lugar de ser colonias explotación, son de
poblamiento y ello implica la construcción de sociedades y no de enclaves
productivos. Los propietarios de plantaciones en EEUU no se proponen nunca
defender un imperio ni darle continuidad a una civilización.
Marx pone de relieve el carácter fundamental de factores culturales, religiosos y
políticos en las sociedades precapitalistas. Allí los procesos económicos son de larga
duración. La economía no desempeña un papel activo ni movilizador. Las clases
subalternas están sometidas a una coerción extraeconómica.
La relevancia de los factores culturales y políticos se manifiesta en los primeros siglos
de la colonización. A partir de mediados del SXVIII, el avance del régimen de
plantaciones y el incremento de la mercantilización de las relaciones, determina la
conformación progresiva de sociedades en función creciente de valores económicos
de cambio.
Respecto al análisis de Moreno Fraginals sobre las cartas de manumisión, el autor hace
referencia a la cantidad que es liberada por “actos de gracia” de sus amos. No hay que
desestimar, además de las económicas, las consideraciones legales y morales que
entran en juego. En las posesiones ibéricas, hay un conjunto de consideraciones
legales y morales que no existe en las posesiones nordeuropeas y que habilita un trato
más considerado al esclavo.
HERNÁNDEZ: La historiografía socio económica colonial y los debates teóricos-
metodológicos. Algunas reflexiones
La hipótesis general del auto es que los debates teoricos metodológicos sobre la
realidad socioeconomica colonial, si bien cojugaron intercambios que lograron
arituclar distintas problematicas, no lograron, sortear las dificultades que
acompañaron en distintos momentos las polémicas en torno a la historia colonial.

El debate sobre los modos de producción

La discusión sobre los medios de producción se encuentra inserta dentro de la


polémica Puiggrós-Frank. André Gunder Frank expuso su tesis resumida en a) América
Latina ha sido capitalista desde sus orígenes b) el carácter dependiente de su inserción
en el mercado mundial es la causa de su subdesarrollo y c) no está planteada, por lo
tanto, una revolución democrática-burguesa para liquidar los resabios feudales, sino
una revolución socialista.
Puiggrós por su parte plantea que los modos de producción en América Latina colonial
eran feudales. Que era una error identificar la economía mercantil con una economía
capitalista, sosteniendo que una metropoli feudal no podía generar colonias
capitalistas.

Un primer eje de la polémica es la crítica a la “perspectiva circulacionista”, en la que


coinciden todos los participantes del debate, pero que adquiere relevancia en Laclau,
quien caracteriza que Frank tiene una gran impresición conceptual, con definiciones
vagas y generales de conceptos claves, de esta forma definiciones tan amplias
permitían abarcar situaciones diferentes, existentes en lugares y épocas distantes
entre sí. De esto derivaría la inadecuación de categorías como “Feudalismo” o
“capitalismo” para explicar las estructuras internas coloniales, considerando necesaria
la elaboración de una teoría de los modos de producción coloniales a partir de su
caracter específico y dependiente, irreductibles a los esquemas eurocéntricos.
Garavaglia aporta a esto sosteniendo que uno de los caracteres específicos de
Latinoamérica colonial será la existencia de producciones principales a las cuales
estaban subordinadas otras subsidiarias. Pero su articulación no estaba en manos del
grupo o elite que controlaban la producción principal, sino que era garantizada por un
estado que no representaba a ningún sector en particular y que era expresión y
consecuencia directa del hecho colonial.

La función de dominio económico del sistema era ejercida por quienes dominaban los
medios de circulación, es decir los comerciantes, unidos a la burocracia metropolitana
local.
Este dominio se articulaba por la vía fiscal, por la vía del monopolio comercial y a
través del aparato eclesiástico y de las órdenes religiosas; cumpliento el rol de ligar
distintas formas productivas hasta entonces aisladas, apareciendo modos de
producción principales y subsidiarios, combinados entre sí en forma jerárquica, siendo
la relacion colonial la que da sentido a todo el sistema.

El aporte fundamental de Assadourian fue resaltar la importancia del mercado interno


colonial, hasta entonces subestimado. Sostendrá que los espacios coloniales estaban
económicamente integrados, con una importante división regional del trabajo, que
permitía una gran intensidad de los intercambios al interior del espacio colonial.
Finalmente en 1983 apareció Formas de Sociedad y Economía en Hispanoamérica, de
José Chiaramonte. El autor realiza un repaso por la discusión sobre el modo de
producción y critica el carácter absolutamente determinante atribuído a las fuerzas de
producción productivas en la concepción de Stalin, quien sostuvo siempre que la clave
del desarrollo histórico esta en la dimensión de las fuerzas productivas, no reconoce
en la constitución de las relaciones de producción los antagonismos de clases, las
concibe exclusivamente determinadas por las fuerzas productivas.
Chiaramonte señala que el problema de la polémica es que tuvo un mal origen, ya que
no se apoyó en los conceptos teóricos marxianos sino en la versión que de ellos diera
Stalin en 1938. Para el autor Chiaramonte elimina en su balance la heterogeneidad de
las posiciones subyacentes en los partícipes del debate, presentando una visión
homogénea del mismo, dando como comunes a todas las posiciones teóricas de solo
uno de ellos, Laclau,. En síntesis, Chiaramonte, no reconoce ningún mérito a los
debates de los ‘70 teñidos en su interpretación por un pensamiento dogmático y
anquilosado.
A PARTIR DE PÁGINA 44
LA PRODUCCIÓN HISTORIOGRÁFICA EN LOS OCHENTA
Tándeter, en su libro Coacción y Mercado, estudia la minería potosina. Demuestra que
la mitad de la fuerza de trabajo utilizada proviene del mercado libre, con genealogías
diversas. Constituye un estudio de la subjetividad de las clases subalternas.
Garavaglia, por parte, analiza la producción y comercialización de la yerba mate en
Paraguay. Incorpora en su análisis elementos culturales de las comunidades guaraníes
y desacraliza el estudio de la experiencia jesuítica.
Pero ninguno de los dos reconoce en sus trabajos la influencia del debate sobre los
modos de producción de los años 70
LA POLÉMICA SOBRE EL GAUCHO RIOPLATENSE DE LOS AÑOS 80
En 1987 tiene lugar un debate sobre la existencia o no del gaucho en la campaña
rioplatense.
Amaral presenta una estancia cuya principal fuente de ingresos proviene de la venta
de ganado vacuno en el mercado interno. La administración de la estancia está regida
por la demanda del mercado y la obtención de utilidades. Utiliza mano de obra esclava
y asalariada. La inestabilidad de la mano de obra no se debe a la escasa laboriosidad
de los trabajadores sino a la estacionalidad de la demanda marcada por el ritmo de las
tareas rurales.
Gelman analiza el ciclo productivo de ganado y trigo. La estancia no tiene problemas
para reclutar trabajadores estacionales. El eje de su funcionamiento son los esclavos-
capataces. El gaucho no es un personaje surgido de la economía de subsistencia sino
de la progresiva expulsión de los campesinos y jornaleros de sus tierras.
Mayo considera que en la segunda mitad del SXVIII sobrevive un sector de subsistencia
en el campo que oscila entre la producción para el autoconsumo, la caza y el robo. Es
la oferta de trabajo y no la demanda la que es condicionada por este acceso directo a
los medios de producción. La mano de obra es cara y resulta difícil reclutarla. Ve una
extrema inestabilidad de la mano de obra.
Salvatore y Brown sostienen la incompleta proletarización de los trabajadores rurales.
Y lo sostienen afirmando que: son pocos los peones que vuelven a trabajar después de
su egreso; los esclavos-capataces tienen mayor status y son los trabajadores
permanentes más importantes; la insuficiencia de trabajadores atenta contra el
aumento de la productividad.
Garavaglia y Amaral disienten en si la ganadería es más importante que la agricultura o
no en el Río de La Plata (Y QUÉÉÉÉ) JIJI
LA HISTORIOGRAFÍA DE LA REGIÓN BONAERENSE
Emergen una serie de producciones historiográficas sobre Buenos Aires
Garavaglia: pastores y labradores son los integrantes de grupos domésticos que se
abocan a la cría de ganado y en menos medida la producción agrícola. Agricultores y
hacendados son los empresarios de la actividad agropecuaria (lo empresarial es
porque utilizan mano de obra externa a la familia). Son cuestionables, no obstante, las
fuentes elegidas y el uso hecho de ellas. Además, en su relato pareciera estar ausente
la conflictividad social.
Gelman estudia Colonia en la segunda mitad del SXVIII. Asegura que la producción está
diversificada y hay gran variedad de explotaciones de distintos tamaños. La estancia es
una unidad de explotación orientada al mercado con tamaños diversos y con el
objetivo de obtener ganancias, utilizando mano de obra externa.
En oposición a la visión tradicional (continuidad en el agro rioplatense en los SXVIII y
XIX, caracterizada por gran ganadero estanciero dueño de tierras y ganado,
enfrentado a población rural de gauchos que no trabajan y viven robando vacas),
Gelman y Garavaglia proponen una lectura más compleja. La producción agraria es
importante como la ganadera. La campaña está poblada por campesino integrado por
familias nucleares. Hay un escaso desarrollo, todavía, de la gran propiedad estancieril.
LEMPERIERE: La cuestión colonial
TODO ESTÁ ESCRITO SEGÚN EL PLANTEO DE LA AUTORA, NO PORQUE COINCIDA JIJI
La autora plantea el cuestionamiento del uso acrítico y maquinal, tendencioso y
reificado, del adjetivo “colonial” para describir cualquier dado, cualquier fenómeno
latinoamericano previo a la independencia. ¿Colonial es una categoría descriptiva,
analítica, axiológica?
La reificación/cosificación de conceptos es el desconocimiento de la construcción de
los mismos (se los piensa como esencias sin historia).
Los historiadores se sienten en la necesidad de agregarle el “colonial” a todo, como si
bastara: Si las instituciones son distintas a las peninsulares, ¿colonial es suficiente para
calificarlas?
La historiografía norteamericana, a diferencia de la hispanoamericana, no reniega de
su pasado colonial y sus instituciones coloniales. La ruptura con la metrópoli no
implica el rechazo del pasado británico y la pertenencia a tradición política, jurídica y
religiosa británica. En cambio, en Hispanoamérica, el acceso a la independencia lleva la
invención de una ascendencia imaginaria: reniegan de su pasado de colonizadores y
colonos; colonia se vuelve sinónimo de despotismo en lo político y poder inquisitorial
en lo religioso; la situación sociocultural de la mayoría del pueblo es atribuida a la
dominación española. Prevalece, en la contienda entre hispanistas e indigenistas, la
valoración negativa de lo colonial. Al lado de la filiación indigenista imaginaria, las
elites se dotan de nueva filiación europea, al calor del siglo de las Luces y la Revolución
Francesa.
Se cuestiona la idea de misión civilizadora, aún cuando implica negar los efectos
positivos de ciertos servicios sanitarios y educativos.
Critica a Las venas abiertas de América Latina en tanto panfleto imaginativo.
Rebasadas las esperanzas marxistas de liberación, el fundamentalismo identitario de
organizaciones políticas de los pueblos autóctonos (adiestradas por antropólogos
posmodernos) sustituye la idea de etnocidio por la de dependencia. Contra el
colonialismo, las culturas identitarias. Contra el universalismo revolucionario, el
comunitarismo identitario.
El historiador debe distinguir entre historia y conmemoración y entre historia y
militancia. Hay que avanzar hacia actitud comprehensiva frente al pasado.
Las Indias son colonias en lo económico y reinos en lo político.
Antes, la idea de colonia no tiene ningún contenido ideológico. Marx, de hecho, no
denuncia las colonias per se hasta 1870.
La voz de los vencidos no existe hasta poco tiempo ante de nacer el
colonialismo/anticolonialismo. La injusticia de la colonización como dominación no
negociada aparece cuando se elaboran determinados conceptos: igualdad de los
individuos en el estado natural y ante las leyes civiles, derechos del hombre y del
ciudadano, soberanía de los pueblos.
Es el derecho natural el que proporciona, en la conquista, el ordenamiento jurídico,
político y moral que habilita la constitución de la monarquía.
La expresión “antiguo régimen” es menos vaga que la de “colonial”. Las indias no son
colonias desde el punto de vista jurídico, sino reinos. Y los reinos suponen la
integración de la población bajo la forma corporativa de la Edad Media, en estamentos
definidos.
Las prácticas sociales que se analizan en términos de instrumentos de
control/reconducción de la dominación pueden ser también interpretadas en tanto
medios de socialización, aprendizaje, formación de hábitos e inculcación de valores y
saberes. La idea de aculturación es un concepto forjado para introducir la historia y la
antropología contra la idea de identidades puras e inmutables. Hay que reconocer que
los indios se consideran partes integrantes del orden jurídico, político y cultural que
puede denominarse Antiguo Régimen. No es sólo reproducción. La integración es
objetiva y subjetiva.
En 1570 son más colonias que reinos y en 1770 son más reinos que colonias.
Para pensar la independencia, hay que considerar el alto grado de integración logrado
por las sociedades indianas a principios del SXIX, como así también que la crisis ocurre
en la península y no en américa. Las guerras de independencia no son clasistas ni
étnicas. La revolución política significa la destrucción y recomposición de jerarquías y
poderes a nivel local y regional. Los criollos re negocian los términos de su antigua
superioridad social, conquistan su preeminencia política. Piensan a inversionistas y
comerciantes europeos como potenciales aliados.
EL DEBATE ENTRE FORMALISTAS Y SUSTANTIVISTAS Y SUS PROYECCIONES EN LA
ANTROPOLOGÍA ECONÓMICA
Alejandro Balazote

Los interrogantes que plantea el texto son: ¿Cómo estudiar las economías
primitivas?¿Era aplicable la teoría económica que había surgido para analizar y
explicar el funcionamiento del sistema capitalista? ¿Los criterios de maximización eran
aplicables en todas las formaciones socioeconómicas? ¿Las diferencias entre la
economía primitiva y la industrial capitalista eran de clase o de grado?

Frente a estos interrogantes encontramos la controversia entre formalistas-


sustantivistas que se desarrolla en la década del sesenta en Estados Unidos. Se
construye un concepto desociedad primitiva en donde aparecen todos los estigmas,
estereotipos y limitaciones de las escuelas dominantes en Antropología durante la
primera mitad del siglo; al tiempo que se procede a la utilización del corpus teórico
producido por la economía para interpretar el inmenso contingente de datos
etnográficos acumulados.

La concepción formalista se centra en el análisis del comportamiento individual, Esto


no significa ignorar absolutamente los aspectos sociales referidos a estructuras,
instituciones y sistemas pero se les confiere un lugar que es subsidiario de las acciones
individuales.La cultural es considerada como un escenario dentro del cual el “individuo
operador” acciona de acuerdo a determinados objetivos. Para los autores formalistas
la economía no reside ni en una institución ni en una estructura, ni en un sistema
económico, lo económico es un aspecto del comportamiento humano: el que se
refiere a la elección y asignación de recursos a metas alternativas, motivado por la
situación universal de escasez. No todo comportamiento es económico, solo aquel que
refiere a la toma de decisiones. La característica distintiva del aspecto económico del
comportamiento es su racionalidad, entendiendo la misma a partir de las elecciones
que se toman siguiendo el principio de maximización. El punto es que el individuo
tiene necesidades ilimitadas mientras que los recursos para satisfacerlas son limitados.
La universalidad de la propuesta formalista se centra pues en la naturaleza
maximizadora del hombre, mas allá de las formas que adquieren las especificidades
económicas.

Transpolar los principios microeconomistas de la escuela subjetivista y la racionalidad


específica del empresario a cualquier actividad económica sin tomar en cuenta las
condiciones de surgimiento y evolución de los sistemas económicos impidió a los
autores enrolados en la corriente formalista cualquier aproximación que contemplase
la dimensión histórica.

Los sustantivistas

Karl Polanyi ha criticado la universalida del principio de escasez y su vincoluación


forzosa con el criterio de elección. Plantea que existen dos maneras de definir lo
económico: la formal y la sustantiva. “El significado sustantivo de económico deriva de
la dependencia del hombre, para sus subsistencia de la naturaleza y de sus
semejantes. Se refiere al intercambio con el medio ambiente natural y social, en la
medida que este intercambio tiene como resultado proporcionarle medios para su
necesaria satisfacción material. El significado formal de económico deriva del carácter
lógico de la relación medios-fines…”

El énfasis en lo empírico por sobre lo forma lo caracteriza a los autores de la vertiente


sustantivista.Los sistemas económicos empíricos logran unidad y estabilidad mediante
distintas formas de integración. Polanyi plantea que los modelos de integración
económica se reducen a la reciprocidad, la redistribución y el intermcabio de
mercado.En realidad, las formas de integración resultan ser formas de intercambio. En
las economías sin mercado, los mecanismos institucionales son la reciprocidad que
plantea movimientos de bienes entre puntos simétricos y la redistribución, en la que
los movimientos se realizan en un principio hacia un centro concentrador.
Desde esta perspectiva, la racionalidad económica se centra en la satisfacción de las
necesidades materiales según los distintos requerimientos institucionales y no sobre la
maximización de los beneficios individuales.
La economía primitiva se encuentra “incrustada”, enredada en instituciones
económicas y no económicas. En este sentido, la inclusión de lo no económico, resulta
fundamental y constituye una de los ejes a partir de los cuales se sustenta la polémica.
Dalton adopta los aportes de Polanyi y los amplia, planteando que las diferencias
entre la economía primitiva y la industrial no son de grado sino cualitativas, hecho que
inhabilita la aplicación de los conocimientos de la teoría económica a las primeras. En
las economías primitivas, las transacciones económicas no pueden entenderse fuera
de las obligaciones sociales.
“DE COLONIALISMOS E IMPERIOS: RESPUESTA A ANNIK LEMPÉRIÉRE” BERNAND CARMEN

Para Annick Lempériére el uso de los términos colonialismo e imperialismo conlleva una
interpretación ideológica y reductora de los tres siglos de dominio español en América. Uno de los
argumentos esgrimidos es que ambos vocablos son relativamente recientes y han sido forjados a
lo largo del siglo XIX para dar cuenta de fenómenos específicos que poco tienen que ver con la
experiencia americana.

La autora señala que no es válido decir que en la época “colonial” no tenía ninguna carga
“peyorativa”, ya que tampoco la esclavitud fue considerada como una institución deplorable por la
mayoría de la gente, y esto no significa que no podamos tratar ese fenómeno ni interrogarnos
sobre el sentido que tenía la palabra “libertad” para los esclavos, sentido muy próximo al de hoy.

El que estas palabras no aparecieran en los escritos de la época no significa que los hechos
designados por ellas no existieran. La autora señala numerosas declaraciones donde se hacen
referencia a estos fenómenos críticamente por interlocutores del momento.

La vocación imperial precede a la elección del Emperador Carlos V. Recordemos que el tratado de
Tordesillas de 1493 divide el mundo entre España y Portugal. Se trata de una forma de
imperialismo justificado por la evangelización, conclusión en cierto modo lógica de la serie de
bulas papales que durante el siglo XV habían legitimado las empresas de los portugueses en áfrica.

Nadie pone en duda que los vocablos colonial y colonialismo son de uso moderno. Sin embargo la
“situación colonial” es un tipo ideal cuyas variantes pueden ser analizadas en distintas épocas,
fuera del hecho de que después de la independencia se viera el período colonial como “despótico,
inquisitorial o oscurantista”. La colonización, en la acepción mas general, implica imposición de un
poder exterior a las poblaciones sometidas; explotación de los recursos en beneficio principal sino
exclusivo del país “colonizador”, ausencia de derechos políticos a los indígenas, asimilación
forzada. Ello no excluye modalidades específicas.

Annick tiene razón al recordar que el estatus legal de los indios es de vasallos, pero una cosa son
las leyes y otra los actos y sabemos por testimonios que estas leyes no se respetaban.
El muestrario de opiniones que presenta la autora indica que ya en el siglo XVI hubo gentes que
impugnaron la explotación delos indios y la legitimidad de la instalación de los españoles en
detrimento de los señoríos naturales. Por eso no puedo sostener de ninguna forma la idea
expresada por Annick que se trataba, para los españoles de la época de una “migración y una
fundación que no implicaba la dominación de un pueblo sobre otro sino la toma de posesión de un
territorio”. Las ficciones jurídicas y religiosas acompañan siempre la imposición de un poder
exterior a las poblaciones sometidas por conquista.

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