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Signo y Pensamiento

Pontificia Universidad Javeriana


signoyp@javeriana.edu.co
ISSN (Versión impresa): 0120-4823
COLOMBIA

2006
Elkin Rubiano
TRES APROXIMACIONES AL CONCEPTO DE CULTURA: ESTÉTICA, ECONOMÍA
Y POLÍTICA
Signo y Pensamiento, julio-diciembre, año/vol. XXV, número 049
Pontificia Universidad Javeriana
Bogotá, Colombia
pp. 112-135

Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal

Universidad Autónoma del Estado de México

http://redalyc.uaemex.mx
Three approaches
to the concept of culture:
aesthetics, economy, and politics
This article examines the concept of culture and its links to Este artículo se ocupa de revisar el concepto de cultura
aesthetics, economy, and politics; today, all of these notions unido a la estética, la economía y la política; nociones que
are inherent to cultural industries, culture policies, and hoy son inherentes a las industrias culturales, las políticas,
the production and reception of both goods and symbolic la creación y recepción de bienes y contenidos simbólicos.
contents. These practices, among others, will gradually Estas prácticas, entre otras, se irán relacionando a lo largo
be related to each other until a final unity is achieved, an del texto hasta conformar una unidad que es indispens-
indispensable unity vis-à-vis our times of international able pensar en tiempos de tratados internacionales de libre
treaties and economic and cultural “integration”. comercio y de “integración” económica y cultural.

Keywords: culture, aesthetics, art, the economy of culture, Palabras clave: cultura, estética, arte, economía de la cul-
cultural policies tura, políticas culturales.
Submission date: october 27 th 2006 Recepción: 27 de octubre de 2006
Acceptance date: december 4 th 2006 Aceptación: 4 de diciembre de 2006

Origen del artículo


El artículo es una revisión bibliográfica a partir de la investigación realizada como tesis de la Maestría en Comunicación
de la Pontificia Universidad Javeriana, titulada “La cultura encrucijada: concepciones, representaciones y apropiaciones
de una noción escurridiza” (2006).

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Elkin Rubiano*

Tres aproximaciones al concepto de cultura:


estética, economía y política

Se hará un recorrido por los desplazamientos suce-


didos en el campo de la estética entre los siglos xviii
y xx para mostrar el tránsito que va de una estética
ilustrada (autónoma) a una estética industrial (hete-
rónoma). Las transformaciones estéticas indicarán
un cambio en las nociones de arte, creador y receptor
del que se ocuparán inicialmente los teóricos críticos,
pero que luego abrirán el debate hacia otros campos
de la investigación.

 lkin Rubiano Sociólogo de la Universidad Nacional y magíster en Comunicación de la Pontificia Universidad Javeriana. Actualmente
*E
es profesor de Teorías de Comunicación en la Universidad Externado de Colombia y en la Universidad Javeriana, y profesor de Teoría
Estética en la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Correo electrónico: elkinrubiano@yahoo.es..

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Arte, estética y cultura xviii aparecen textos como Reflexiones críticas acerca de
la poesía y de la pintura (1719), de Jean-Baptiste Du Bos;
En el estudio que Elias (1991) hace sobre Mozart se Las bellas artes reducidas a un mismo principio (1746),
señala que el arte, antes que “arte”, fue primero “arte de Charles Batteaux, y Estética (1750), de Alexander
de uso”. La afirmación podría parecer confusa, en Baumgarten. En la misma línea, durante la segunda
especial si nuestra definición del arte parece cuestión mitad del siglo xviii, ven la luz pública —y la noción
resuelta, aun si se tuvieran en cuenta las muchas referida a lo público como publicar no está puesta de
posibles concepciones que definen a ese indiviso y más— Historia del arte en la Antigüedad (1764), de
recientemente llamado mundo del arte: el arte. Y no Johann Joachim Winckelmann, y los Salones (1759 el
sólo en mayúscula, sino especialmente en singular: primero), de Denis Diderot.
el arte. Ya no arte de o arte para sino “arte”, incluso Este último dato resulta crucial para entender
dentro del plural bellas artes, pues éstas pueden ser parte del proceso de autonomización del arte, pues los
—recordando el título del libro de Charles Batteaux Salones son el primer ejercicio de crítica de arte en un
publicado en 1746— reducidas a un mismo principio y sentido moderno, ejercicio que pudo realizarse debido
bajo un mismo nombre en singular: “el arte”. Ya no el a que el salón (Salon Carré del Louvre), como señala
arte de la guerra, o el arte de la construcción, o el arte Valeriano Bozal, “crea un público que disfruta contem-
para el divertissement sino puramente arte. plando y valorando las obras expuestas, público que
Hacia finales del siglo xviii, la singularidad del tiene acceso a lo que antes sólo era privilegio cortesano
arte resulta más o menos un hecho manifiesto. Esto, […] primera forma de democratización de la recepción
por otra parte, no se desliga de la reflexión autónoma de las obras de arte” (Bozal, 2000, p. 22).
que comienza a realizarse sobre el arte: la reflexión Aunque el proceso de autonomización del arte
propiamente estética. Siendo así, puede afirmarse que la comienza a configurarse desde el siglo xviii, sólo hasta
relativa autonomía del arte coincide históricamente con finales del xix, como advierte Pierre Bourdieu, el arte
el nacimiento de la estética, la cual se entiende según su como “campo” relativamente autónomo se constituye
primera acepción como ciencia de lo bello o bellas cien- definitivamente:
cias (Rubiano, 2004). Durante la primera mitad el siglo
[El arte] dominado durante toda la Edad Media,
durante una parte del Renacimiento, y en Francia, con
la vida de la corte, durante toda la edad clásica, por
una legitimidad exterior, la vida intelectual se organizó
progresivamente en un campo intelectual, a medida que
los creadores se liberaron, económica y socialmente, de
la tutela de la aristocracia y de la iglesia y de sus valores
éticos y estéticos, y también a medida que aparecieron ins-
tancias específicas de selección y consagración propiamente
intelectuales, y colocadas en situación de competencia por
la legitimidad cultural. (Bourdieu, 1967, p. 136)

La relativa autonomía de este campo de


producción cultural significará la liberación tanto
para los creadores como para los intelectuales de las
instancias exteriores de legitimidad, pues cada campo
construye sus propias reglas y formas de legitimidad.
Este proceso, desde luego, no se puede desligar de la
modernidad. Max Weber señala al respecto que la
modernidad cultural se caracterizó por la separación
de la razón sustantiva, expresada en la religión, y la
razón metafísica en tres esferas de valor autónomas:
ciencia, moralidad y arte (Cuadro 1):

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Signo y Pensamiento 49 · volumen xxv · julio - diciembre 2006 | Tres aproximaciones al concepto de cultura

Cuadro 1.
Esferas de valor autónomo (Weber)

Esferas de valor autónomo Ciencia Moralidad Arte

Aspectos de validez universal Verdad Corrección normativa Autenticidad y belleza


Tratadas como cuestiones de Conocimiento Justicia y moralidad Gusto
Estructuras de racionalidad Cognitivo- instrumental Moral-práctica Estético-expresiva

Kant resulta clave al hacer esta distinción, pues


con la filosofía trascendental se descubre el a priori
de tres condiciones fundamentales: el conocimiento
de la naturaleza (la ciencia), la acción moral (la ética)
y el sentimiento estético (el arte). Con respecto a este
último aspecto (el estético), se puede afirmar que en la
modernidad el arte o, de modo más preciso, la belleza
en el arte, se desliga de las nociones clásicas de verdad y
bondad, pues el juicio estético no es ni lógico, ni moral,
ni empírico. Justamente, el principal interés de Kant
en la “Analítica de lo bello”1 (1992) es separar lo bello
de lo agradable y de lo bueno (Cuadro 2):
Con la autonomía del arte —y su aspecto de
validez universal (autenticidad y belleza)—, la cuestión
del gusto tomará un lugar central en lo que respecta
a la definición de lo culturalmente legítimo, como se
verá en el siguiente apartado.

Cuadro 2.
Distinción kantiana sobre lo bello,
lo agradable y lo bueno

Bello Agradable Bueno

Desinteresado: “Pura desinteresada Interesado: “Es lo que place a los Interesado: “Lo bueno moral
complacencia del gusto”. Contem- sentidos en la sensación. Su valor conlleva el más elevado interés”,
plativo e indiferente al objeto está en el deleite que promete” “Bueno es lo estimado y apro-

Universal: se exige acuerdo univer- Particular: cada cual con su Universal: se exige acuerdo
sal sobre el objeto sin concepto gusto de los sentidos universal, pero con concepto

Sin concepto: validez universal Sin concepto: validez particular Con concepto: validez universal
subjetiva (estética) que no descansa subjetiva que no descansa en objetiva (lógica) que descansa
en concepto alguno concepto alguno en un concepto

1. L os cuatro momentos de la “Analítica de lo bello” son: según la cualidad, lo bello tiene que producir satisfacción, pero sin interés; según
la cantidad, lo bello tiene que gustar de manera universal, pero sin concepto; según la relación, lo bello tiene que ser forma de una
finalidad, pero sin fin; según la modalidad, lo bello tiene que producir satisfacción, pero sin concepto.

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Cultura, cultivo y jerarquía gusto está establecida por la delicadeza, la compara-


ción, el buen sentido y la renuncia a cualquier tipo de
¿Qué se entiende cuando se dice de alguien que “no prejuicio, para el segundo el gusto es un sentimiento
tiene cultura”? La respuesta nos remite a una larga distanciado, contemplativo, reflexivo y desinteresado.
tradición en la que las nociones de posesión, mode- Para Hume es indispensable la experiencia, el mundo,
lación e ideal resultan centrales para comprender la la aisthesis; mientras que para Kant es indispensable
dicotomía entre lo refinado y lo grosero, lo libre y lo el intelecto, la erudición, la askesis. Con Kant —un
necesario, lo cultivado y lo natural. En otras palabras, filósofo cuya conciencia se identificaba con el ideal
estas nociones nos remiten a la idea de un orden que artístico burgués que opone “el gusto de la reflexión”
debe ser alcanzado. Destinado a una carrera de vali- (cultivado) al “gusto de los sentido” (del pueblo, más
dación universal, ese orden fue concebido, como señala goce que cultura)— se está configurando un modo
Bauman, “a partir de la experiencia particular de unas intelectual de acercarse al arte y la belleza, un modo
gentes particulares que vivieron en tiempos particu- propiamente estético. Bourdieu considera que la Crítica
lares” (2001, p. 162). En el caso de la modernidad, esa del juicio de Kant es:
experiencia particular con pretensiones universales
puede rastrearse a partir de la concepción ilustrada de La expresión de los intereses sublimados de la inte-
la cultura, entendida ésta como el cultivo del espíritu lligentsia burguesa; esa burguesía intelectual que, como
que permitiría diferenciar a un hombre de una cria- bien dice Norbert Elias, “obtiene su autojustificación en
tura, a la civilización de la barbarie. A la civilización primer lugar de sus realizaciones intelectuales, científicas
se accedería, desde esta perspectiva, mediante el cultivo o artísticas”, de ahí que —continúa Bourdieu— nada en
en las más altas manifestaciones del espíritu humano: el contenido de esta estética típicamente profesoral podría
el arte y el conocimiento.2 oponerse a que la misma vea reconocida su universalidad
Es necesario tener en cuenta que la tradición por sus únicos lectores ordinarios, los profesores de filo-
ilustrada de la cultura es heredera de la concepción sofía, demasiado ocupados en perseguir el historicismo
cortesana del gusto que busca distinguirse del pueblo y el sociologismo para percibir la coincidencia histórica
en su lenguaje, estilo, ademanes y conducta: y social que, en este caso entre tantos otros, se encuentra
en la base de su ilusión de universalidad (1998, pp. 503,
El rechazo de lo que es fácil en el sentido de simple, 504-505).
luego sin profundidad, y “que cuesta poco”, puesto que
su descifre es cómodo y poco “costoso” culturalmente,
conduce con naturalidad al rechazo de lo que es fácil
 sta tradición llegó a considerar, como lo señala Levin Schücking,
2. E
en sentido ético o estético, de todo lo que ofrece unos
que “El arte es una especie de sismógrafo que registra las me-
placeres demasiado inmediatamente accesibles y por ello nores variaciones del estado de reposo espiritual predominante.
desacreditados como “infantiles” o “primitivos” (por En las artes, sobre todo en las plásticas, es donde el espíritu de
la época adquiere configuración y forma” (1978, p. 15). Obvia-
oposición a los placeres diferidos del arte legítimo). mente si se piensa en la existencia de un espíritu de la época
(Bourdieu, 1998, p. 496) debería considerársele como “la comunidad espiritual más o
menos estrecha de cierro grupo cultural dirigente” (p. 18). Esta
consideración, desde luego, pondría algo en evidencia: “no exis-
Ahora bien, aunque entre la tradición cortesana te un espíritu de la época, sino, por así decir, hay toda una serie
e ilustrada del gusto hay puntos de contacto, es nece- de espíritus de la época. Siempre podrán distinguirse grupos
sario señalar algunas diferencias, como aquella que totalmente diferentes con distintos ideales vitales y sociales. Con
cuál de estos grupos se relacione más estrechamente el arte
va del hedonismo cortesano de Hume al ascetismo predominante dependerá de multitud de circunstancias, y hace
puritano de Kant: si para el primero la norma del falta vivir en las nubes para atribuirlo a factores ideales” (p. 20).

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Así, Bourdieu demuestra que la “distanciación” Heredera de la concepción ilustrada de la cul-


y el “desinterés” del gusto puro está fundado en: tura, la tradición de la literatura inglesa de la segunda
mitad del siglo xix hará una crítica de tipo culturalista
la antítesis entre cultura y el placer corporal (o, si a la civilización moderna. Matthew Arnold, John
se quiere, la naturaleza) [que] se enraíza en la oposición Ruskin y William Morris denuncian el trabajo meca-
entre la burguesía cultivada y el pueblo, solar fantasmá- nizado, el urbanismo inorgánico, la uniformidad en el
tico de la naturaleza inculta, de la barbarie entregada al vestir y la proliferación publicitaria que han destruido
puro goce […por oposición al…] placer ascético, placer el “deseo de producir cosas hermosas” (Mattelart
vano que encierra en sí mismo la renuncia del placer, y Neveu, s. f.). Como respuesta al “mal gusto” a la
placer depurado de placer, el placer puro está predispuesto “sociedad de masas” y a la “pobreza de su cultura”
para devenir en símbolo de excelencia moral, y la obra aparecen revistas como Scrutiny que, fundada en
de arte una prueba de superioridad ética, una medida 1932: “se convierte en el centro de una cruzada moral
indiscutible de la capacidad de sublimación que define al y cultural contra el embrutecimiento practicado por
hombre verdaderamente humano (1998, p. 501) los medios de comunicación social y la publicidad. Se
aprovecha cualquier oportunidad para reafirmar la
La estética ilustrada conformará un orden que capacidad liberadora del aprendizaje, bajo la tutela de
puede y debe ser perseguido pues, de manera heredada la élite culta, de la Gran Tradición de la ficción inglesa”
o adquirida, la cultura es una posesión que se puede, (Mattelart y Neveu, s. f., s. p.).
como toda posesión, “adquirir y dilapidar, manipular y El resultado de esta cruzada fue el jerarquizar
transformar, modelar y enmarcar” (Bauman, 2002, p. la cultura como refinada, mediocre y brutal (Mattelart
104) mediante un ideal educativo, de ahí que a partir de y Mattelart, 1997). Teniendo en cuenta esta concepción
la modernidad la escuela juegue un papel central cuando jerárquica de la cultura, aventuremos una clasificación
de cultivar a las criaturas se trata. El ideal estético (Cuadro 3), aun sabiendo que toda clasificación puede
ilustrado, burgués, negará cualquier continuidad entre ser, como advierte Merton, “lógicamente impecable,
la vida y el arte mediante el principio universal de la empíricamente aplicable y virtualmente estéril” (2002,
contemplación distanciada y desinteresada que se opone p. 391):
completamente a la estética popular del goce sensual.

Cuadro 3.
Concepción jerárquica de la cultura

Culto Masivo Popular

Ilustrado Industrial Vernáculo


Élite Masa Nativo
Ascético (askesis) Hedonista (aisthesis) Hedonista (aisthesis)
Letrado Alfabetizado Oral
“Racional-iluminista” Luminiscente-fragmentario “Simbólico-dramático”*
Distinguido Consumidor Solidario
Distancia (contemplación) Contacto a distancia (reproducción) Contacto (sensación)
* Las matrices “racional-iluminista” y “simbólico-dramático” son de Sunkel (1985).

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Arriesguemos ahora, siguiendo el cuadro


anterior y asumiendo aún la advertencia de Merton
(2002), una clasificación de la creación cultural, según
la concepción jerárquica de la cultura (Cuadro 4):

Cuadro 4.
Concepción jerárquica de la creación cultural

Creación cultural Culta Masiva Popular

Arte: pintura, escultura


Diseño: representaciones Artesanía: piezas
(separadas de la vida en el
visuales y objetos (artefactos) únicas, como en el
Plástica museo y la galería que exi-
reproducidos industrial y digi- arte, pero que no se
gen la mirada “pura”) y la
talmente (no son únicos) separan de la vida
arquitectura
Ópera, teatro clásico y
Teatro de variedades, cine
Escénica experimental, danza clásica Fiesta, carnaval
(industrial), televisión
(ballet) y experimental
Musical Académica (conservatorio) Industrial (top 20) Folclórica
Literaria Académica (letrada) Industrial (best sellers) Mitos y leyendas

Ahora bien, la interpretación de las concep- xix es conocido en Francia el principio estético de
ciones de la cultura y de las creaciones culturales “el arte por el arte”, cúspide de la ilusión sobre su
se vuelve un asunto más complejo si se reflexiona autonomía.
sobre la producción y reproducción de las obras Habermas señala al respecto que el “proyecto
culturales mediante procedimientos industriales, de modernidad formulado en el siglo xviii por los
como lo manifestó Walter Benjamin en su famoso filósofos de la ilustración consistía en sus esfuerzos
ensayo de 1936 (1982). por desarrollar la ciencia objetiva, la moralidad y las
leyes universales, y el arte autónomo, de acuerdo con
De una estética ilustrada su lógica interna”. Estas estructuras de racionalidad
a una estética industrial se desarrollaron “bajo el control de especialistas que
parecen más expertos en ser lógicos de estas parti-
El tránsito que va de una estética ilustrada de tipo cularidades que el resto de la gente” (2002, p. 24).
kantiano a una estética industrial de tipo benjami- El resultado de tal estructura de racionalidad en la
niano estuvo marcado por un proceso cuya tensión se esfera del arte fue el siguiente: un cuerpo de especia-
manifiesta en el siglo xix con la tesis de Hegel sobre listas que se refieren a otros especialistas, un tipo de
el “fin del arte”: el arte ha llegado a su fin como etapa autorreferencialidad marcada por la configuración
histórica. Otros autores han reflexionado sobre lo de unas fronteras internas en la esfera del arte. Este
mismo, bajo la siguiente premisa: con la modernidad, proceso trajo consigo una crisis, pues el mundo del
el arte se separa de la vida, de la experiencia; aunque arte se convirtió en un mundo escindido de la vida,
con esta separación, y por primera vez, el arte es o de modo mucho más claro, en un mundo separado
entendido como arte y nada más: sin justificación, de la comunidad3 y, por lo tanto, no necesitado ya de
sin utilidad, sin funcionalidad. A finales del siglo justificación, como Hegel lo había revelado.

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Sin embargo, el proceso no culmina allí, pues así, no se sabe con certeza si el receptor ha quedado
durante la primera mitad del siglo xx, como señala José ilustrado o luminiscente.5 No obstante, debe decirse
Jiménez, el arte perderá su posición predominante en que tal ilustración o luminiscencia hubiera sido imposi-
la configuración de la sensibilidad occidental mediante ble sin la ayuda técnica, cada vez más sofisticada, pues
la aparición y extensión masificada de tres vías de la mucho mejor la luz en la pantalla que la ilustración
experiencia estética: el diseño industrial, la publicidad en el papel y, claro, mucho mejor la ilustración en
y los medios masivos de comunicación: “Los poderes malos colores y peor papel que no acceder a nada, pues
y atributos tradicionales del arte estaban en discusión. difícilmente la mayoría los receptores peregrinarán a
La vieja homogeneidad había desaparecido. Frente a la los “templos sagrados del arte”.
pluralidad y opacidad de los nuevos tiempos, había que Si en la estética ilustrada se afirma que a lo bello se
reinventarlo todo” (Jiménez, 2001, p. 35). Las nuevas accede mediante una “pura satisfacción desinteresada”
experiencias estéticas irán de la mano entonces con lo (Kant, 1992), en la estética industrial es evidente que
fragmentario, lo discontinuo, lo efímero, lo cotidiano, lo bello va unido a una utilidad, a una funcionalidad
la calle, el objeto y la imagen industrial.4 Esto supone (Ewen, 1992), es decir, a un interés; si en aquélla se
un cambio tanto en la creación como en la recepción apela al sentimiento aséptico, en ésta se reclama un
de las obras de arte, si es que así puede llamárselas, tipo de sensibilidad unida al goce sensual; si en el siglo
pues la misma noción de arte, promulgada su acta xviii el juicio de gusto es considerado una facultad de
defunción, resulta ya cuestionable si pensamos en las minorías,6 en el siglo xx la experiencia estética se exten-
interpretaciones post, en las no se habla ni siquiera de derá, por medio del modelo industrial de la producción
“obra”, sino simplemente de “texto” (Jameson, 1996). fordista, hacia amplios sectores de la población.7
Vattimo considera que la cuestión de la muerte Sin embargo, no sólo la experiencia estética se
del arte puede entenderse de tres maneras: (1) el arte masificará con la reproducción de objetos e imágenes
separado del resto de la experiencia, (2) la estetización industriales, sino que el mismo arte, como institución,
como extensión del dominio de los medios de comuni- no será ajeno a esas transformaciones. Así es como el
cación y (3) el silencio (1986, p. 53). Justamente sobre readymade dadaísta y la estructura constructivista,
estas cuestiones versa la reflexión de Benjamin (1982): por ejemplo, “combaten los principios burgueses
(1) la tritura del aura y el cambio del valor de la obra del arte autónomo y el artista expresivo, la primera
(de cultual a exhibitivo), (2) en un mundo dominado
por objetos y formas industriales el público se convierte
en experto y (3) aunque el público es un experto, un  adamer señala que a finales del siglo XIX el artista no está ya en
3. G
examinador, es “un examinador que se dispersa” en la comunidad, sino que crea su propia comunidad, la comuni-
un tipo de “percepción distraída”. dad de la bohemia. “Esta es, de hecho, la conciencia mesiánica
del artista del siglo XIX, que se siente como una especie de
Debe señalarse, desde luego, el valioso carácter ‘nuevo redentor’ en su proclama a la humanidad: trae un nuevo
ambivalente en la reflexión hecha por Benjamin: si la mensaje de reconciliación, y paga con su marginación social el
reproducción de una obra puede abrir posibilidades precio de esta proclama, siendo un artista ya sólo para el arte”
(1991, p. 36).
tanto sensuales como interpretativas, también puede 4.. E n otras palabras, una estética de la desaparición: “Mirar lo
inmovilizar mediante una suerte de anestesia, pues que uno no miraría, escuchar lo que no oiría, estar atento a
mediante la reproducción técnica, ya no sólo mecánica lo banal, a lo ordinario, a lo infraordinario. Negar la jerarquía
ideal que va desde lo crucial hasta lo anecdótico, porque no
sino también electrónica, los receptores acumulan existe lo anecdótico, sino culturas dominantes que nos exilian
gran parte de su capital cultural en materia de arte. de nosotros mismos y de los otros, una pérdida de sentido que
Aunque debe aclararse que bajo las técnicas de repro- no es tan sólo una siesta de la conciencia, sino un declive de la
existencia” (Virilio, 2003, p. 40).
ducción éstos se apropian no de las obras, sino de las  omo lo dice lúcidamente el crítico de arte Robert Hughes: hoy
5. C
imágenes según la lógica del fragmento que exige en día se reduce a los estudiantes de arte, como a pollos en
lo microfilmado, pero no podrán experimentar, por granja, a “una dieta de diapositivas” (1997, p. 467).
6. “ Sólo cuando la necesidad ha sido satisfecha se puede distinguir
ejemplo, las ásperas superficies de Miguel Ángel que quien, entre muchos, tiene gusto o no lo tiene” (Kant, 1992, p.
exigen del tacto. 127)
La apropiación de la imagen (del texto, ahora de 7. “ La reproductibilidad técnica de la obra artística modifica la re-
lación de la masa para con el arte. De retrógrada, frente a un
modo más claro) se ajusta apenas a una proyección Picasso, se transforma en progresiva, por ejemplo cara a un Cha-
lumínica que choca en la planicie de la pantalla. Siendo plin” (Benjamin, 1982, s. p.)

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mediante la aceptación de objetos cotidianos y una


pose de indiferencia estética, la segunda mediante el
empleo de materiales industriales y la transformación
de la función del artista” (Foster, 2001, p. 6). Los giros
indicados en este apartado se pueden resumir del
siguiente modo:

· Tránsito de una estética autónoma (ilustrada) a una


estética heterónoma (industrial).
· Del goce puro (ascético) al goce sensual (hedo-
nista).
· Del arte autorreferencial con fronteras internas a de industria cultural fue una desesperada acusación
la noción de “obra” en un sentido múltiple. contra la mercantilización inherente a la cultura de
masas”. Después de referencias como éstas, sacadas al
La estética industrial pone en evidencia cambios azar de entre la vasta literatura especializada, el asunto
en las nociones de obra, creador y receptor, no referidas parecería una cuestión resuelta: la universalización del
ya al ámbito del arte autónomo, el creador increado capitalismo exige que pensemos los asuntos culturales
genial y el receptor disciplinado en la contemplación como cuestiones económicas; los discursos críticos
museística. Las fronteras entre arte, estética y cultura no harían más que ruido en un momento en el que
parecen haber desaparecido: en el siglo xviii, si se se deben tomar decisiones veloces en cuanto a inver-
quería hablar de estética, había que recurrir al arte, sión, gestión, negociaciones y acuerdos comerciales
peregrinar al salón o al museo (instituciones ver- mediante la detallada información de la repercusión de
daderamente extracotidianas); en el siglo xx, por el la cultura en las economías nacionales (PIB, inversión
contrario, cuando se quiere hablar de estética no hay de capital, número de empleos, etc.). En esta segunda
que ir a ningún lugar, pues la vida cotidiana se ha este- parte del texto se procura, en contravía, hacer una pre-
tizado mediante el diseño, la publicidad y los medios sentación más detallada de los argumentos críticos en
masivos de comunicación, en una palabra, mediante lo referente a la relación entre economía y cultura para,
el consumo.8 La concepción industrial de la cultura posteriormente, hacer la revisión de una perspectiva
se ampliará entonces hacia terrenos no explorados más negociada sobre dicha relación.
por los historiadores del arte y los estetas: producción,
distribución y consumo de las obras de la cultura La perspectiva crítica
—transformadas ahora en bienes y servicios culturales
etiquetados en los conceptos de industrias culturales y Hay, evidentemente, una desazón en las reflexiones de
consumo cultural— serán claves en la investigación y Adorno sobre el arte y la industrialización, pues él se
la reflexión teórica. Tal vez sea la economía uno de los inscribe en una tradición de filósofos ascetas, aquellos
puntos centrales del debate cuando se quieren discutir para quienes estética y ascética son inseparables. Platón,
las transformaciones indicadas. Santo Tomás de Aquino y Kant niegan la posibilidad
de gozar sensualmente del arte: Platón, en su diatriba
Economía y cultura contra la poesía mimética, en el libro x de La república;
Santo Tomás, fijando la posibilidad de un goce sin
Hoy en día, cuando se leen informes de investigación
y marcos conceptuales sobre las industrias culturales,
el lector “recién llegado” a este campo en alza se 8. Y údice señala lo siguiente: “Estos enfoques sitúan la nueva
encuentra con una referencia oscura que bien podría orientación hacia la práctica artística fuera de la esfera autóno-
ma de la cultura, es decir, de la manera como habitualmente se
omitirse, pero que, pareciendo obligatoria, se cita a comprende el arte moderno. En lugar de ello, se interpreta que
modo de cometario histórico, de “genealogía” concep- la significación del arte deriva de las necesidades, demandas y
tual: “En 1947 Theodor Adorno y Max Horkheimer deseos de quienes componen la sociedad civil. El arte se acerca
progresivamente a la razón práctica, contrapuesta a la raciona-
acuñaron el término industria cultural”, pero también lidad cognitiva y estética” (2002a, p. 294). Para una ampliación
es común que se cite de modo valorativo: “El concepto véase Cuadro 1.

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temporánea para con el arte” (Adorno y Horkheimer,


1988, p. 31).
Además, no sólo se elimina la distancia entre la
obra de arte y el observador por la “pasión de palpar”,10
sino que también se eliminan las distancias entre el
“arte superior” y el “arte inferior”, perjudicando a los
dos: “El arte superior se ve frustrado en su seriedad
por la especulación sobre el efecto; al arte inferior se
le quita con su domesticación civilizadora el elemento
de naturaleza resistente y ruda que le era inherente”
(Adorno, 1997, p. 34).
deseo gracias a la pura apreciación de la mirada, ya que La industria cultural mezcla esos dos tipos de
la vista es el menos sensual de todos los sentidos, pues arte haciendo desaparecer, mediante su carácter
11

se queda apenas en la superficie de las cosas, y Kant, afirmativo, la obra de arte autónoma, necesariamente,
reflexionando sobre el juicio de gusto (estético) como una negación de sí misma, pues todo arte verdadero,
desinteresado, universal y sin conocimiento, pues no señala Adorno, esconde el “fermento que acabará con
es ni lógico, ni moral, ni empírico. En pocas palabras, él”. El arte niega al arte mismo y al negarlo se opone
en cuestiones de arte en lugar de un placer sensible se a la sociedad (en su no funcionalidad) y se convierte
reivindica un placer intelectual. Siendo heredero de en arte crítico —crítico, no panfletario—: “El arte
esta tradición no resultan sorprendentes en Adorno se mantiene en vida gracias a su fuerza de resistencia
expresiones como: “el ciudadano medio desea un social. Si no se objetiva se convierte en mercancía”
arte voluptuoso y una vida ascética, y sería mejor lo (1983, p. 296). En este punto se encuentra la crítica a
contrario” (1983, p. 25), “hay que demoler el concepto la industria cultural, pues esta niega la autonomía del
de goce artístico como constitutivo del arte” (1983, p. arte, al reclamarle una función como pura mercan-
28), “Las obras de arte son ascéticas y sin pudores; la
industria cultural es pornográfica y prude” (Adorno y
Horkheimer, 1988, s. p.).
9. A l respecto, Martín-Barbero se pregunta: “¿Y si en el origen de
Ahora bien, tanto la estética como la crítica de la industria cultural más que la lógica de la mercancía lo que
Adorno a la industria cultural no pueden reducirse a estuviera en verdad fuera la reacción frustrada de las masas ante
su puritanismo estético —lo que le ha valido críticas un arte reservado a las minorías?”. Y más adelante, frente a la
concepción del “arte superior” en Adorno, plantea lo siguiente:
a su elitismo cultural9 —; en el fundamento de su “Huele demasiado a un aristocratismo cultural que se niega a
desazón hay, además, una reflexión sobre la autonomía aceptar la existencia de una pluralidad de experiencias estéticas,
una pluralidad de los modos de hacer y usar socialmente el
del arte que, a su juicio, “comienza a mostrar síntomas arte.” (1987, s. p.)
de ceguera […] al haberse vuelto incierto el para-qué 10. T al vez haya sido Benjamin quien por primera vez reflexionó de
estético” (Adorno y Horkheimer, 1988, p. 10). Para manera penetrante sobre este eclipse de la distancia: “acercar
espacial y humanamente las cosas es una aspiración de las ma-
ir más allá de las etiquetas puestas a su pensamiento sas actuales […] adueñarse de los objetos en la más próxima
—en las que pesimismo, aristocratismo y catastro- de las cercanías […] Quitarle su envoltura a cada objeto, triturar
fismo resultan ser las mejor rankiadas— habría que su aura, es la signatura de una percepción cuyo sentido para lo
igual en el mundo ha crecido tanto que incluso, por medio de
preguntarse si hay, en realidad, alguna actualidad y la reproducción, le gana terreno a lo irrepetible” (1982, s. p.).
continuidad en esos planteamientos. Para tal fin, la 11. L a industria cultural mezcla lo irreconciliable, y el resultado, una
cuestión se tratará desde la producción y el consumo “barbarie estilizada” que, en lugar de contemplación, pide a sus
clientes una “percepción distraída” de consumo rápido. Tenien-
de los bienes culturales de la industria cultural. do en cuenta esta concepción, resulta imposible no compararla
Para Adorno, la autonomía del arte suponía una con la clasificación estética que hace Bourdieu entre los gustos
distancia entre el arte y la vida, pero esa distancia fue legítimo, medio y popular. El gusto legítimo goza del arte desen-
tendiéndose de la vida, el gusto popular busca obtener el máxi-
eclipsada en la sociedad industrial con la mercantiliza- mo efecto al mínimo costo y el gusto medio es atraído por el
ción del arte: “De esta autonomía no queda otra cosa “arte medio” o el “medio arte”: “las obras menores de las artes
que la mercancía como nuevo fetiche en un proceso mayores” y “las obras mayores de las artes menores” (1998, pp.
13-15). Estas clasificaciones se pueden detallar párrafos arriba en
de regresión al fetichismo arcaico de los orígenes del lo que hemos llamado (cuadros 3 y 4) la concepción jerárquica
arte: ahí reside el rasgo regresivo de la actitud con- de la cultura y de la creación cultural.

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Elkin Rubiano | Signo y Pensamiento 49 · volumen xxv · julio - diciembre 2006

Finalmente MTV tiene miles de millares


de dólares y Jim Jarmush no. Bill Viola tampoco
[…] No me interesa mucho la defensa de la MTV,
y hay cosas interesantes ahí adentro […] Chantal
cía, y bajo el mandato de la producción heterónoma Ackerman tiene que presentar su película Del Este
“las obras de arte quedan sepultadas en el panteón en el Museo Judío de Nueva York porque no va a
de los bienes culturales, el daño es para ellas y para encontrar un solo cine que presente sus películas.
la verdad que contiene” (Adorno, 1983, p. 300). En Entonces, hay clips interesantes. Pero la verdad es
otras palabras, el arte en la industria cultural es un que ciertas existencias están garantizadas y la exis-
arte afirmativo, en último término un “no arte”: arte tencia de Chantal Ackerman no está garantizada
complaciente cuya función social, siendo domesticado, (Sarlo, Schwarz y Kraniauskas, 2000, p. 247)
es domesticar.
La pérdida de la autonomía del arte no es sólo Problemas como los señalados no
una preocupación de Adorno. Para Bourdieu, desde pueden dejarse a la pura competencia en
otra perspectiva, la pérdida de la relativa autonomía el libre mercado. Es necesario entonces el
del campo de producción cultural, que suponía la diseño de políticas culturales en cuanto a
liberación para los creadores e intelectuales de las la promoción de circuitos alternativos de
instancias exteriores de legitimidad —el poder político distribución, formación de públicos, entre
y económico, por ejemplo— es el resultado de “la otras iniciativas de las que nos ocuparemos
interpretación cada vez mayor entre el mundo del arte en la tercera sección.
y el mundo del dinero” (1995, p. 496), en el que el tipo Volviendo a los planteamientos de
de producción comercial para grandes públicos pone Adorno, debe tenerse en cuenta que la cues-
en riesgo la producción para conocedores expertos y el tión de la creación de bienes culturales no es
público especializado. El asunto, desde luego, no puede puramente formal, pues la integración total
reducirse a una cuestión de elitismo cultural, pues lo de la industria cultural no deja alternativa,
que la producción comercial extingue sistemática- ya que no participar es un signo de exclusión,
mente es la producción vanguardista o experimental, y “quien no se adapta resulta víctima”, pero
esto no se puede desechar tan fácilmente como alguna quien se adapta, también:
crítica culturalista lo ha venido haciendo al celebrar las
mixturas en la creación de bienes culturales. Los hombres, no sólo se dejan engañar, con
Si bien es cierto que hoy en día no podemos tal de que eso les produzca una satisfacción por
hablar en sentido disyuntivo de lo culto, lo popular fugaz que sea, sino que incluso desean esta impos-
o lo masivo, también lo es que el afán por descubrir tura aun siendo conscientes de ella; se esfuerzan
hibridaciones mediante juegos de imaginación esco- por cerrar los ojos y aprueban, en una especie de
larizada, en el “que todo va con todo”, descuidó el desprecio por sí mismos que soportan, sabiendo
análisis de campos de producción autónomos, lo que por qué se provoca. Persisten, sin confesárselo, que
hoy lamentan algunos de los lúdicos intérpretes de la sus vidas se hacen intolerables tan pronto como
cultura mediática y mezclada. Las interpretaciones dejan de aferrarse a satisfacciones que, para decirlo
festivas sobre la relación entre mercado y cultura claramente, no son tales. (Adorno, 1997, p. 39)
olvidaron que el liberalismo radical significa, como
señala Bourdieu, “la muerte de la producción cultural Este es uno de los aspectos que mayores
libre, porque la censura se ejerce a través del dinero” críticas le ha valido a Adorno: creer que
bajo el tajante imperativo de la pura rentabilidad el consumidor es incapaz de responder o
económica que condena, “como lo hace la televisión, separarse de los mandatos de la industria
las obras sin público” (Bourdieu y Haacke, s. f., s. p.). cultural. Para poner en contexto el debate
Con razón, Beatriz Sarlo, a diferencia de los incondi- debe señalarse que al acuñar el término
cionales encantados de la producción masiva, subraya industria cultural, Adorno y Horkheimer se
lo siguiente: estaban oponiendo a la categoría funcionalista
de cultura de masas, que por aquel entonces

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Signo y Pensamiento 49 · volumen xxv · julio - diciembre 2006 | Tres aproximaciones al concepto de cultura

había logrado acumular una gran cantidad de escuela pluralista que, en lugar de conflicto, asume
investigaciones y conceptos concentrados en como regla la integración social. Los primeros guiaron
los nombres de Merton, Lazarsfeld y Katz, la investigación sobre los medios de comunicación
quienes pensaban que la comunicación de siguiendo las siguientes claves: ideología, monopolio,
masas no tenía un efecto total y directo en ilusión de autonomía (heteronomía), falsa conciencia
los auditorios —no se hablaba aún de con- y dominación de clase.
sumo cultural, pero se empezaba a dejar de Desde esta perspectiva, las audiencias y con-
lado la categoría de masa—, sino que, por sumidores “carecen de acceso directo a sistemas de
el contrario, se daban otros procesos sobre significados alternativos que les permitan rechazar
los que era necesario investigar: líderes de las definiciones ofrecidas por los medios a favor de las
opinión, comunicación a dos pasos e influencia definiciones oponentes” (Curran, 1998, p. 385), de ahí
personal. que sean blanco propicio para la dominación de clase.
Lo que resulta de aquí es que los audi- Los segundos, los pluralistas, por el contrario guiaron
torios (los consumidores) tienen capacidad de la investigación bajo las siguientes claves: intereses,
elección y por eso no se les puede reducir al competencias, simetría, autonomía. Desde esta pers-
puro efecto mediático o industrial. Frente a pectiva, los agentes de la comunicación, entre ellos las
esto, la teoría crítica señala que la investigación audiencias, entran a jugar en igualdad de condiciones.
administrativa (así llaman a la investigación Puede afirmarse, siguiendo a Curran, que los estudio-
funcionalista) ha clasificado de modo eficiente sos crítico-radicales fueron europeos, mientras que los
al consumidor de acuerdo con las exigencias pluralistas-liberales, estadounidenses. Menguando la
que demandan a la investigación social los cuestión: marxismo contra funcionalismo.
productores y distribuidores de la industria No obstante, hay que tener en cuenta que el
cultural: modelo crítico-radical pasó por diferentes fases, así
como por discusiones llevadas a cabo en torno a las
Las distinciones enfáticas, como aquellas nociones de determinación, hegemonía y micropoder,
entre films de tipo a y b o entre las historias de lideradas por Althusser, Gramsci y Foucault, res-
semanarios de distinto precio, no están fundadas pectivamente. Estas discusiones fueron claves para
en la realidad, sino que sirven más bien para derrumbar las barreras entre las dos tradiciones: macro
clasificar y organizar a los consumidores, para contra micro, teoría frente a comprobación empírica,
adueñarse de ellos sin desperdicio. Para todos hay que fueron dando paso a otros enfoques: “Esto se debe
algo previsto, a fin de que nadie pueda escapar; en buena medida —dice Curran— a que los temas
las diferencias son acuñadas y difundidas artifi- totalizantes y sistemáticos del marxismo han sido
cialmente […] Cada uno debe comportarse, por rechazados por un poderoso movimiento revisionista
así decirlo, espontáneamente, de acuerdo con su en el seno de la tradición radical” (1998, p. 390).
level […] Reducidos a material estadístico, los con- A grandes rasgos, se podría afirmar que a finales
sumidores son distribuidos en el mapa geográfico de la década de los setenta se dio un desplazamiento: del
de las oficinas administrativas en grupos según enfoque de la economía política al enfoque culturalista
los ingresos, en campos rosados, verdes y azules (que comparte algunos argumentos pluralistas). Los
[…] Los precios y las desventajas discutidos por cimientos del culturalismo se fundan en dos nociones:
los conocedores sirven sólo para mantener una (1) la ambigüedad del texto y (2) la consideración de la
apariencia de competencia y de posibilidad de audiencia como productora de significado. De ahí que
elección. (Adorno y Horkheimer, 1988, s. p.) “El énfasis en la autonomía de la audiencia ha dado pie
a una valoración más cautelosa de la influencia de los
Señalemos a grandes rasgos las carac- medios de comunicación” (Curran, 1998, p. 395).
terísticas de las dos escuelas antagónicas
hasta la década de los setenta: por un lado,
la escuela crítica de vertiente radical que
funda su comprensión de lo social bajo la
dominación y el conflicto; por el otro, la

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Elkin Rubiano | Signo y Pensamiento 49 · volumen xxv · julio - diciembre 2006

Lo anterior constituye evidencia empírica.13 Razonamientos como éstos se


uno de los puntos cruciales alejan bastante de los supuestos sobre la pasividad y la
del debate: la cuestión sobre enajenación del consumidor, pues el consumo sería un
la autonomía de los consu- sistema de participación que le exige a los individuos
midores y las audiencias. a hacerse cargo de sí mismos mediante una responsa-
Tanto Morley como Curran bilidad escrita en clave de libertad: elegir el estilo de
consideran que esta opción vida, la sexualidad y la identidad. Estaríamos viviendo,
es ingenua cuando no polí- según esta perspectiva, un momento en el que el con-
ticamente irresponsable: “El sumo y las elecciones de la vida privada se politizan
poder de los espectadores reemplazando las dimensiones macro de lo político: el
para reinterpretar signifi- Estado, la nación, los partidos (Beck, 1996; Giddens,
cados difícilmente puede 1996; Lipovetsky, 2002; Ortiz, 2003). Debe tenerse
equipararse al poder dis- en cuenta, sin embargo, que si bien es cierto que el
cursivo de las instituciones consumo no deviene necesariamente en consumismo,
mediáticas centralizadas a la también lo es que el consumidor no es completamente
hora de construir los textos autónomo ni libre en la construcción de subjetividades
que el espectador interpreta posibles y nuevas formas de hacer política (Rubiano,
a continuación, e imaginar 2005). En problemas como estos la interpretación
otra cosa es simplemente ambivalente tal vez sea el mejor camino.
una insensatez” (Morley, No obstante las anteriores anotaciones, hoy resulta
1998, p. 434). En esto Morley evidente que cuando nos interesamos por la cultura,
es cuidadoso y atiende los comentarios de Corner debemos preguntarnos, a la vez, por lo político y lo
(1991) hechos al respecto, como aquel que considera económico, de ahí que para los economistas el tema
que los estudios realizados del “lado de la demanda” de la cultura haya ganado terreno y legitimidad desde
han desplazado las cuestiones políticas mediante una hace algún tiempo. David Throsby afirma que:
especie de “quietismo sociológico” que se detiene en
los “los microprocesos de las relaciones del espectador La economía del arte y la cultura se ha consolidado
con la pantalla y deja de lado [...] la preocupación por como una reconocible y respetable área de especialización
las macroestructuras de los medios y la sociedad” dentro de la ciencia económica […] Sin embargo, aun
(Morley, 1996, p. 38).
El asunto es, en verdad, complejo, pues podría
suceder que los estudios culturalistas de perspectiva
pluralista, en lugar de hacer una alabanza a la auto- 12. “ La comodidad —escribe la antropóloga Rossana Reguillo— con
la que, por ejemplo, se utilizan en los discursos académicos
nomía y la libertad del consumidor, estuvieran legiti- de la comunicación la noción de ‘mediación’, es sospechosa.
mando, sin reparar en ello, un libre mercado en el que Pocos estudios se toman el trabajo de explicitar desde dónde y
cómo se utiliza, como si la noción por sí misma fuera portadora
el consumidor, aunque diferente e individualizado, es de su propia explicación o como si hubiera una especie de
finalmente un dispositivo que se estarían disputando el acuerdo tácito que volviera innecesario cualquier tipo de discu-
mercado de la cultura y el entretenimiento mediante sión”. El psicoanalista argentino establecido en México, Enrique
Ginsburg, llega más lejos: califica de “perversos” estos usos y
sofisticadas técnicas de medición cuantitativa y análisis los achaca a la pérdida de vínculo entre la investigación y la
de recepción cualitativos: una taylorización del consu- razón crítica. Una antropología light, en efecto, ha erigido el acto
midor diseñada por académicos según las necesidades y de consumo de los productos de las industrias culturales en un
lugar privilegiado desde donde “pensar”. La revelación de las
exigencias del mercado, como acertadamente lo señala audiencias “activas”, que adaptan, reconstruyen, reinterpretan
Mattelart (2003). las historias propuestas por las películas y los programas de
Es necesario tener cautela frente a lo que de vocación global, ha hecho que se olvidara que “no se puede
contar historia sin hacer Historia”, como dice Jean-Luc Godard
manera ritual se ha instaurado en el mundo académico (Mattelart, 2003, p. 148).
como evidencia sobre el mundo real: nociones como  abría acoger el siguiente comentario de Mattelart y Neveu res-
13. C
mediación, consumidores activos, autonomía y capacidad pecto a las metodologías preferentes de los estudios culturales,
las mismas utilizadas y preferidas por los estudios latinoameri-
decodificadora se han adoptado de manera irreflexiva canos en comunicación y cultura: “Esto tiene poco que ver con
en muchas ocasiones,12 y en otras con sospechosa la etnografía descrita en el manual de Marcel Mauss...”.

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Signo y Pensamiento 49 · volumen xxv · julio - diciembre 2006 | Tres aproximaciones al concepto de cultura

cuando el reconocimiento de la cultura en las ciencias en otras dos versiones: la


económicas sólo gana terreno con lentitud, hay indicios del liberalismo económico:
de que está surgiendo un mayor interés por la relación “Cuando oigo la palabra
entre los fenómenos económicos y culturales en el mundo cultura, busco mi chequera”,
en general. (2001, p. 10) y la de la izquierda ilu-
minada: “Cuando oigo la
Quiere decir esto que la tensión y relación entre la palabra revólver, busco la
economía y la cultura es de interés tanto teórico como cultura”. Las dos variaciones
práctico y, de modo correlativo, que desde un lado y no son opuestas y, antes
otro se entrevén matices que van desde entender el bien, se complementan, pues
problema a partir de su complejidad hasta reducir el en nuestros días la cultura
asunto a una sencilla ecuación —lo que se ha deno- empieza a verse cada vez más
minado la economización de la cultura— (Achugar, como un recurso tanto para
1999, p. 362). En el siguiente apartado se muestran el crecimiento económico
posiciones que —intentando dejar espacio para la como para la intervención
crítica— asumen los imperativos planteados por el social (Yúdice, 2002a).
capitalismo tardío; obligaciones de necesario cumpli- Como recurso eco-
miento, pues hoy en día —dicen los previsores en el nómico, muchos informes
tono fatalista de quien indica lo inevitable— es menos indican que la cultura es
perjudical participar que no participar en el juego de uno de los sectores clave en
la economía global. Juego en el que la mayor parte de las economías desarrolladas
los Estados pierden sistemáticamente su capacidad de y que en las dos últimas décadas el comercio global de
decisión política. bienes y servicios culturales se ha cuadruplicado. No
es extraño que a la par de ese crecimiento económico
La perspectiva negociada se hayan creado tratados que controlan su comercio:
Organización Mundial de Comercio (OMC), GATT
Una crítica certera a la perspectiva crítica es que el aná- 94 (bienes), GATS (servicios), TRIMS y GATS
lisis de las industrias culturales no puede concentrarse (inversión) y TRIPS (propiedad intelectual). A partir
únicamente en los polos de la producción y el consumo, del tratamiento puramente económico de la cultura
dejando de lado otros escalones de la actividad y el se plantean algunos interrogantes que tienen que ver,
mercado de la cultura: “creación, producción o edición básicamente, con las asimetrías estructurales de los
(y reproducción), distribución y comercialización” Estados a la hora de competir en el mercado de los
(Bustamante et al., 2003, p. 25) son de indispensable bienes simbólicos, pues son evidentes la concentración y
investigación empírica para no dejarse “arrastrar por disparidades entre las distintas economías del mundo:
interpretaciones integradas como apocalípticas, tan “nuestro continente abarca el 0,8 por ciento de las
brillantes y mediáticas como engañosas e inútiles” (p. exportaciones mundiales de bienes culturales teniendo
333). Por otro lado, nociones como identidad, prácticas el 9 por ciento de la población del planeta, en tanto que
culturales, usos y apropiaciones, consumo cultural, la Unión Europea, con el 7 por ciento de la población
desarrollo, sostenibilidad, derechos culturales, entre mundial, exporta el 37,5 por ciento e importa el 43,6
otras, acompañan actualmente las reflexiones de la eco- por ciento de todos los bienes culturales comercializa-
nomía de la cultura e indican, de una u otra manera, dos” (García Canclini, 1999, p. 249).14
que los problemas sobre los bienes culturales van más
allá de los planteamientos propuestos inicialmente por
la teoría crítica.
 tros datos: en 2001, el aporte al PIB de las industrias cultura-
14. O
Teniendo en cuenta los desplazamiento señalados les en Estados Unidos fue del 7,8%; en los países del Merco-
en lo referente a las concepciones de la cultura, cabría sur (4,5%), en la región andina y Chile (2,5%) y en Argentina,
recordar a Žižek (1998), quien considera que la infame Uruguay, Colombia y Venezuela las tasas de crecimiento fueron
negativas. En cuanto al aporte de las industrias audiovisuales al
declaración de Goebbels: “Cuando oigo la palabra cul- PIB, en Estados Unidos fue del 2,8% mientras que en Latino-
tura, busco mi pistola”, puede parafrasearse al menos américa fue del 0,7% (Rey, 2003, p. 61).

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Elkin Rubiano | Signo y Pensamiento 49 · volumen xxv · julio - diciembre 2006

Debido a ese grado de concentración, uno de (Rey, 2005, p. 34). Igualmente, la world music indicaría
los temores más frecuentes para los críticos de la que incluso los repertorios domésticos pueden competir
liberalización comercial tiene que ver con el tema de en el mercado global y constituir, además, el folclor de
las culturas locales y la diversidad cultural, ya que las la globalización.
industrias culturales se insertan en la vida cotidiana y Sin embargo, como advierte Yúdice, ciertos
constituyen prácticas sociales, y con ello demuestran artistas de la world music “no son un reflejo fiel de
que no son sólo mercancías —aunque en Estados Uni- la verdadera diversidad que existe en el mundo [esta
dos se las tipifique de tal manera al llamarlas industrias música permite] más bien cierto grado de diversidad
del entretenimiento—. Las industrias culturales, por para los gustos metropolitanos” (2006, s. p.). Así
ejemplo, desempeñaron un papel importante en la mismo, frente al optimismo de la integración econó-
construcción de las identidades nacionales en América mica de las culturas y de los creadores locales, Carvalho
Latina: el periódico en el siglo xix, el libro a comienzos señala que:
del xx, la radio y la música popular en los años treinta,
el cine entre las décadas de los cuarenta y cincuenta y El modelo neoliberal para cultura trabaja con
la televisión a partir de los años sesenta dan cuenta de la premisa de que el régimen de co-producción entre
ello (Yúdice, 2002b), y no debe olvidarse que hoy en artista y empresa puede funcionar bien en un vacío
día las radioemisoras y televisoras locales y regionales político, ideológico e histórico. Si ése es el caso, lo que
cumplen un papel fundamental en las comunidades, ocurre es que el artista empieza a adaptar su producto
al construir sus propias imágenes y narrar sus propios estrictamente para las necesidades del mercado. Dentro
relatos (Martín-Barbero y Ochoa Gautier, 2001). de esa lógica, las formas artísticas marginales —tanto
No sobra decir que algunos entusiastas de la las tradicionales como las experimentales— están siendo
liberalización comercial indican que aunque la pro- sofocadas por la presión para convertirse en mercancía
piedad se concentre, los relatos y las imágenes locales rentable. (2002a, p. 98)
no estarían en peligro de extinción, ya que la compe-
tencia global obliga a las majors a diversificar su oferta Carvalho (2002b) ha documentado varios casos
teniendo en cuenta las prácticas culturales locales y en los que agrupaciones cuyos sonidos constituyen,
nichos de consumidores altamente diferenciados, de cohesionan y politizan a una comunidad, al ser edi-
ahí que las afirmaciones apocalípticas sobre la homo- tados por la gran industria de la música, pierden su
geneidad y la estandarización del mercado cultural poder de resistencia con un doble efecto: por un lado, la
no serían más que una exageración que la evidencia creación tradicional se fetichiza mediante el consumo
empírica desmentiría.
El caso de la música, en el que cinco majors15 con-
trolan el 80% del mercado latinoamericano, resultaría
 niversal (holandesa), Sony (japonesa), Warner (estadouniden-
15. U
paradigmático para contradecir a los críticos culturales se), bmg (alemana) y emi (inglesa). “Puede decirse con toda
de la liberalización comercial, si se piensa que en nin- confianza que las majors controlan los mercados latinoamerica-
gún país de Latinoamérica predomina la música anglo: nos, y que cada vez más están ampliando su dominio mediante
la absorción de disqueras nacionales, la distribución de su pro-
“el repertorio doméstico en las ventas de Latinoamérica ducto, y la adquisición de catálogos de repertorio que seguirán
se sitúa alrededor del 54%. El porcentaje de Brasil es rindiendo regalías […] La tendencia a desplazar los derechos
el más alto: 65%. En Colombia y Perú los repertorios de propiedad intelectual de los autores a los inversionistas […]
favorecen las estrategias de integración vertical y consolidación
domésticos están alrededor del 40%. En países como de las majors respecto a las disqueras y corporaciones audiovi-
Chile, Argentina y Venezuela está alrededor del 30%” suales latinoamericanas” (Yúdice, 1999, p. 192).

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Signo y Pensamiento 49 · volumen xxv · julio - diciembre 2006 | Tres aproximaciones al concepto de cultura

exotizado de los países ricos y, por el otro, los creadores autonomía de los Estados para definir las condiciones
se domestican según las necesidades del mercado. y tiempos de protección sobre tales derechos.
También debe tenerse en cuenta una de las No quiere decir lo anterior que se deje de pensar
cuestiones más conflictivas en los tratados de libre en el mercado o se le satanice, pues éste se compone
comercio: la propiedad intelectual y los derechos de una cadena en la que creación y consumo son sólo
de autor, fundamentales debido a que la economía una parte, de modo que los circuitos de circulación,
de la cultura se desarrolla mediante la creación y la producción y comercialización deben ser pensados por
innovación del trabajo simbólico. Por lo tanto, siendo los críticos culturales, teniendo en cuenta, además, que
un sector de la economía en el que la valorización es el mercado es una noción amplia que no se circunscribe
de alto riesgo, debido a la aleatoriedad de su valor de únicamente al mercado empresarial y capitalista, pues
uso simbólico, se exige una constante renovación de los mercados pasan también por circuitos alternativos.
los contenidos que recae, obviamente, en los creadores La idea sobre el creador increado, como se indicaba en la
(Bustamante et al., 2003). primera parte del texto, es insostenible en la actualidad;
El conflicto se sitúa en la división que se ha hecho pero valga agregar que tal idea sólo ha sido cierta para
de los derechos de autor entre morales y patrimonia- los intérpretes románticos, hoy y en el pasado. Basta
les. Los derechos morales están determinados por recordar la concluyente frase de Beethoven, un artista
el vínculo afectivo entre el autor y la obra —de ahí independiente por excelencia, para dar cuenta de
que se considere que tales derechos son “inalienables, ello: “no se llega a ningún acuerdo conmigo, yo exijo
inembargables e intransferibles”—; mientras que los y el otro paga”. Pero cuando no hay otro que pague
derechos patrimoniales regulan los aspectos económi- ¿es posible la creación independiente y autónoma?
cos de la reproducción de la obra y “aunque reconocen Cuando no hay público, ¿es posible la supervivencia
la autoría de un creador sobre su obra, no le permiten tanto del creador como de su obra? En casos como
interferir en su explotación económica si no es poseedor éstos el asunto se complica, pues la lógica de la pura
de los derechos patrimoniales” (Reina, Guerra y Gue- rentabilidad económica y la ausencia total de públicos
rra, 2003, p. 14). En los acuerdos internacionales, los o públicos minoritarios amenazarían la existencia del
segundos han ido reemplazando a los primeros y han creador y su obra. Aquí a la economía le hace falta la
puesto en peligro la autonomía de la creación y dejado política, una relación que es necesario reivindicar y
en frágil posición el patrimonio inmaterial, al quedar defender en momentos en que la ideología del libre
expuesto a la explotación económica no consentida por mercado, presentada bajo el manto de una aparente
sus propietarios tradicionales. neutralidad científica, exige separar la economía de
Así, los creadores que no poseen los derechos la política mediante los llamados al orden de una
patrimoniales de sus propias creaciones se ven relega- economía libre de fricción.
dos, cada vez más, a trabajar mediante contratos flexi- En la actualidad resulta indudable que la cultura
bles “como proveedores de servicios y de contenido” es un recurso económico que las economías nacionales
(Yúdice, 2002, p. 33) que, por un lado, precarizan las deben fortalecer; sin embargo, también es indudable
condiciones laborales de los creadores y, por el otro, los que la economía de la cultura no debe reducirse a los
dejan en una posición asimétrica de poder y negocia- principios puramente económicos, ya que los bienes
ción con respecto a los otros escalones de la “economía culturales no son sólo mercancías, sino que suponen
de la creatividad”. El panorama es poco esperanzador prácticas de apropiación, interacción social, recono-
si se piensa en la poca capacidad de negociación o cimiento y representación. Siendo así, el diseño y la

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Elkin Rubiano | Signo y Pensamiento 49 · volumen xxv · julio - diciembre 2006

puesta en práctica de políticas culturales desempeñan Yúdice y su idea de la cultura como recurso, en una
un importante papel cuando las lógicas de la estética, “noción más amplia de lo simbólico como mediador
la creación y la economía se atraviesan. de lo político y lo social que no está sólo referido a lo
estético […] un campo en el cual el sentido y valor de
Política y cultura lo simbólico se define desde su capacidad de mediar
procesos culturales, políticos y sociales” (2003, pp.
Uno de los problemas cruciales cuando se habla de 71-83). Trataremos de presentar entonces algunas
políticas culturales tiene que ver con la definición definiciones de política cultural que intenten mostrar
que se haga del concepto de cultura. ¿Desde dónde y la mediación sugerida por Ochoa.
quiénes lo definen? ¿Políticas culturales para quién?
El asunto resulta complejo si se tiene en cuenta que Modelos de política cultural
la cultura no puede entenderse de modo homogéneo
(según las concepciones de la unidad cultural), ni de Comencemos señalando algunas características de las
modo sustantivo (según las concepciones de la esencia concepciones de lo político en lo cultural siguiendo la
cultural). La pregunta crucial entonces es cómo hacer descripción que hace García Canclini de los desplaza-
políticas culturales que integren distintas nociones de mientos en el análisis de las políticas culturales, que van
cultura. de las descripciones burocráticas a la conceptualización
Sumado a lo anterior resulta problemático crítica, de las cronologías y discursos a la investigación
también la misma definición de política cultural. ¿A empírica, de las políticas gubernamentales a los movi-
qué se refiere? Ochoa Gautier sugiere que “el juego mientos sociales y, finalmente, de los análisis nacionales
de traducciones entre cultural politics, cultural policy a la investigación internacional. Teniendo en cuenta
y políticas culturales” (2003, p. 70) constituyen parte esos desplazamientos, ¿cuál es el interés de analizar
del desconcierto cuando el concepto trata de definirse. las políticas culturales? García Canclini señala que “La
Siguiendo a Ochoa (2003), señalemos lo siguiente: cul- incapacidad de las soluciones meramente económicas
tural policy hace referencia a la movilización de lo cul- o políticas para controlar las contradicciones sociales,
tural como prácticas textuales y artísticas promovidas las explosiones demográficas y la depresión ecológica
por el Estado-nación, “un campo de mediación entre han llevado a científicos y políticos a preguntarse por
la organización de lo social, lo cultural y lo político las bases culturales de la producción del poder” (1987,
a través de las artes; es decir, como gestión artística”. p. 22). Empieza a hacerse evidente que a la cultura
Cultural politics (“lo político en lo cultural”) alude a se le reclama algo más, incluso que cubra los vacíos
las prácticas de poder de los movimientos sociales; las dejados por la economía y la política. La concepción
fronteras entre arte y cultura, a diferencia de la anterior de la cultura como recurso le exige a la política cul-
definición, no son claras, pues interesa fundamental- tural resultados sociales, que se manifiestan en una
mente cómo lo cultural deviene en lo político. estrecha relación entre cultura y desarrollo humano:
Aquí, desde luego, aparece una tensión: los que salud, educación, formación de capital social o apoyo y
entienden la cultura a partir de lo estético tienen reser- fortalecimiento de la sociedad civil (Yúdice, 2002a).
vas frente a los enfoques propiamente organizativos, Ahora bien, los supuestos de lo cultural en lo
mientras que los que entienden la cultura a partir de político no se agotan en los resultados que la mirada
los movimientos sociales tienen reservas frente a los institucional le exige a lo cultural. Desde un perspec-
enfoques propiamente textuales. La mediación en tiva inversa —la que va de lo gubernamental a los
el desconcierto se ubicaría, dice Ochoa siguiendo a movimientos sociales—, Escobar señala que “desde
la voluntad civilizadora del siglo XIX hasta hoy, la

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violencia ha sido engendrada a través de la repre- organizaciones sociales ejecutan el obligado rubro de
sentación” (1996, p. 401), de modo que “Pensar en la cultura convocando a las comunidades marginales
modificar el orden del discurso es una cuestión política mediante el simulacro de la cultura: máscaras, zancos
que incorpora la práctica colectiva de actores sociales y carnaval institucionalizado que harían de los com-
y la reestructuración de las economías políticas de la batientes reinsertados y los jóvenes pandilleros unos
verdad existentes” (p. 406). La promesa política de la mejores ciudadanos.
lucha discursiva está en las culturas minoritarias y su Desde luego, las categorías de ciudadanía y demo-
potencial de resistencia. Por tal razón, “la diferencia cracia tienen que ser pensadas de otro modo, igual
cultural es uno de los factores políticos claves de nues- sucede con las cuestiones de la identidad y los estilos de
tros tiempos” (Escobar, 1996, p. 421). vida, tanto es así que las “políticas de identidad” y otras
Siguiendo a Escobar, la apuesta por lo cultural formas de politización encuentran nuevos escenarios
en lo político consiste en lo siguiente: “Reconocer el de lucha y legitimidad. Sin embargo, esto no debe
carácter parcial, histórico y heterogéneo de todas las hacernos olvidar que la reflexividad, invocada como
identidades [para] comenzar un viaje hacia visiones acción práctica para la resistencia desde la cultura,
de la identidad que emergen desde una episteme muchas veces se reduce a las pequeñas elecciones que
posilustrada o una episteme de la post Ilustración” permiten reinventarnos en nuestra vida cotidiana “con
(2003, p. 81). Rescatar del silencio las voces plurales, la condición de que tales elecciones no perturben de
pues ellas pueden definir legítimamente sus nece- forma grave el equilibrio social e ideológico” (Žižek,
sidades simbólicas y modelos de desarrollo muchas 2005, s. p.) 16
veces lejanos de las prescripciones expertas que no Pasemos ahora a la definición de la política cul-
reconocen la capacidad que tienen las comunidades de tural, entendida como la mediación entre lo social, lo
definirse a sí mismas mediante sus propias prácticas, cultural y lo político a través de las artes y la experiencia
luchas y significados culturales. La política cultural
sería entonces “el proceso que se desata cuando entran
en conflicto conjuntos de actores sociales que a la vez  o obstante reconocer lo importante de estas formas políticas,
16. N
encarnan diferentes significados y prácticas culturales” es clave plantear alguna inquietud en cuanto a su efectividad
propiamente política: “Advertimos ahora por qué razón la pos-
(Escobar, Álvarez y Dagnino, 2001, p. 26). política actual no puede alcanzar la dimensión propiamente
No obstante los valiosos aportes de la cultura como política de la universalidad: porque tácitamente excluye la po-
litización de la esfera económica. El dominio de las relaciones
recurso social y de lo político en la cultura, señalemos
de mercado capitalistas globales es la ‘otra escena’ de la de-
alguna reserva siguiendo la advertencia de Žižek (1998) nominada repolitización de la sociedad civil por la que abogan
al estribillo “cuando oigo la palabra revólver, busco la los partidarios de la ‘política de la identidad’ y otras formas pos-
modernas de politización: todos los discursos sobre las nuevas
cultura”: si bien es cierto que lo cultural no es ajeno a formas de política que proliferan en todas partes, centrados
lo político y lo económico también lo es que la cultura, en cuestiones particulares (los derechos de los homosexuales,
ella sola no resuelve problemas políticos y económicos. las ecologías, las minorías étnicas…), toda esta incesante ac-
tividad de identidades fluidas, cambiantes, de constitución de
Parece que en este terreno hemos pasado del principio múltiples coaliciones ad hoc, y así sucesivamente, tiene algo
marxista “todo es economía”, al principio culturalista de inauténtico, y en última instancia se asemeja al neurótico
“todo es cultura”, y obviamente debe tenerse precaución. obsesivo que habla continuamente y se entrega a una actividad
frenética, precisamente para no perturbar, para que siga inmo-
La precaución se entiende recordando, por un lado, vilizado lo que realmente importa. De modo que, en lugar de
las insistencias de los multiculturalistas por el recono- celebrar las nuevas libertades y responsabilidades generadas
cimiento y la representatividad, que dejaban de lado por la ‘segunda modernidad’, es mucho más crucial concen-
trarse en lo que sigue siendo lo mismo en esta fluidez y reflexi-
los problemas de la negociación y el conflicto dentro vidad globales, en el motor de esa fluidez: la lógica inexorable
de la diferencia; por el otro, el afán con el que muchas del capital” (Žižek, 2001, p. 377).

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estética. García Canclini señala que una política cultu- El patrimonio inmaterial, las culturales populares
ral no debe entenderse como la “administración rutina- y la industria cultural resultan claves a la hora de
ria del patrimonio histórico, o como el ordenamiento diseñar políticas culturales plurales e incluyentes que
burocrático del aparato estatal dedicado al arte y la no se circunscriben únicamente a las concepciones
educación, o como cronología de las acciones de cada hegemónicas del arte, el patrimonio histórico nacional
gobierno” (1987, p. 26). Por el contrario, se debe enten- y las experiencias estéticas universales, distanciadas y
der la política cultural como la capacidad de orientar contemplativas. Carvalho anota que “hacer política
el desarrollo simbólico satisfaciendo las necesidades cultural es promover una educación estética, hoy día
culturales de una población en su conjunto, es decir, necesariamente de un modo pluralista, que refleje lo
la satisfacción de las necesidades culturales mediante más fielmente posible el fascinante mosaico de nuestra
el consenso y la participación plural. Siendo así, las diversidad cultural” (1993, p. 13), ya que puede afir-
políticas culturales no pueden definirse únicamente marse, por ejemplo, que hay posibilidades de apertura
desde la administración pública, pues lo público no está de mundo mediante experiencias estéticas, tanto en la
dado a priori. La definición debe pasar por procesos de música culta (académica) como en la música popular
construcción ciudadana que conviertan a los distintos o en la industrial o popular masiva, etc. Los ámbitos
públicos en actores sociales con intereses políticos. de lo legítimo, culturalmente hablando, cada vez son
Teniendo en cuenta lo anterior, las políticas más borrosos.
culturales deben ser formuladas desde la concepción Esto no quiere decir, sin embargo, que las
de la democracia participativa: “la promoción de la par- políticas culturales deban renunciar al universo del
ticipación popular y la organización autogestiva de las arte como campo de experimentación, exhibición o
actividades culturales y políticas mediante el desarrollo conservación, aunque sea un universo al que accedan,
plural de las culturas de todos los grupos en relación primordialmente, minorías de conocedores expertos.
con sus propias necesidades”. Este modelo cuestiona las Hay externalidades positivas tanto en la reivindicación
concepciones de la alta cultura tanto y promoción de las culturas populares y masivas como
artística como patrimonialista que en las concepciones culturales de las minorías. En este
han guiado políticas culturales como último caso los museos, galerías y salas de conciertos
la del mecenazgo (público y privado con repertorios clásicos y vanguardistas dan a los entor-
que “apoya la creación y distribución nos urbanos el atractivo que buscan los nomadismos
discrecional de la alta cultura”), el actuales. El turismo cultural y la inversión extranjera
tradicionalismo patrimonialista (que darían cuenta de ello.
“apoya el uso del patrimonio tradi- Las políticas culturales, en un verdadero sentido
cional como espacio no conflictivo plural —es decir, que reconozcan que no hay una
para la identificación de todas las sola concepción legítima de la cultura (ni culta, ni
clases”), el estatismo populista (que popular, ni masiva, pues las versiones populistas del
“apoya la distribución de los bienes culturalismo terminaron por deslegitimar a la llamada
culturales de élite, al mismo tiempo cultura culta, al demostrar que su propuesta de plu-
que reivindica la cultura popular bajo ralidad es sólo una falsa pretensión)—, deben buscar
el control del Estado”), la privatiza- arreglos institucionales que contrarresten tendencias
ción neoconservadora (que busca “el monopólicas y aseguren la libertad y autonomía crea-
consenso a través de la participación tiva, que subdividan los circuitos culturales débiles
individual en el consumo”) y la o sin rentabilidad y que impulse circuitos públicos
democratización cultural que, aun- controlados por órganos autónomos, descentralizados
que suene bien, “busca la difusión y y representativos que visibilicen los intereses diversos
popularización de la alta cultura, que de los ciudadanos (Brunner, 1992, pp. 271-272).
las ‘masas’ suban al arte mediante Por ejemplo, si las majors controlan los circuitos de
el acceso igualitario de todos los distribución y comercialización de música, las políticas
individuos y grupos al disfrute de los culturales —estatales, privadas y comunitarias de base
bienes culturales”. (García Canclini, solidaria— deben promover circuitos alternativos para
1987, pp. 28-53). dar a conocer eficazmente las creaciones locales y

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regionales, como es el caso de los festivales de música público. Muchas composiciones han sido posibles con
folclórica en Colombia, que sirven de circuito para el los incentivos del Ministerio de Cultura, mediante
intercambio de música grabada que no tiene cabida el Premio Nacional de Música, el cual, sin embargo,
en el gran mercado (Ochoa Gautier, 2002). En este no ha servido como vehículo para la distribución y el
caso, los festivales cumplirían una doble función: por conocimiento de los compositores y sus obras.
un lado, garantizar la supervivencia de la diversidad En la actualidad, las composiciones no se editan,
creativa en lo local y lo regional; por el otro, fortale- ni se graban, ni se interpretan, bajo el “eficiente” argu-
cer a las pequeñas casas productoras que no pueden mento de que nadie las quiere escuchar: el Ministerio
competir con la distribución y comercialización del no las saca a la luz, pues su bodega está saturada con
circuito dominante. 700.000 documentos que no han sido distribuidos, y
Como política cultural no basta con incentivar las orquestas y conjuntos no las interpretan, porque
únicamente el lado de la creatividad y la producción no quieren arriesgar su público, que prefiere los
pues, como se señalaba en la segunda parte de este repertorios consagrados por la tradición. Los gustos,
texto, los escalones no se agotan allí. En nuestro con- lo saben economistas y sociólogos, exigen un aprendi-
texto son conocidos casos como el de la Compañía de zaje a lo largo del tiempo que permiten acumular un
Fomento Cinematográfico (Focine) que, al incentivar capital —llámesele humano (economistas) o cultural
exclusivamente el lado de la producción, terminó fra- (sociólogos)— que podría garantizar la supervivencia
casando, pues no se llegó a pensar en toda la cadena de los riesgos tomados en el campo de la creación
productiva (producción, distribución y exhibición), que artística. Citemos el llamado que Bourdieu les hizo a
permitiría consolidar una industria cinematográfica los “verdaderos amos del mundo”, en 1999:
nacional.
En casos como éste la relación entre economía, Si se sabe que, al menos en todos los países desa-
política y estética está estrechamente ligada, porque rrollados, no para de crecer la edad de escolarización
producciones cinematográficas sin público no son así como el nivel medio de
posibles: las investigaciones sobre consumo cultural formación, y como consecuencia
(gustos, prácticas y expectativas), economía de la de esto aumentan todas las
cultura (mercado, entorno, precio, producto, distri- prácticas muy relacionadas con
bución y comunicación) y políticas culturales (fondos el nivel de formación (asistencia
parfiscales e incentivos a la inversión en producciones a museos o teatros, lectura, etc.),
nacionales) son indispensables para fortalecer una podemos pensar que una polí-
industria del cine que sea sostenible. Esa estrecha rela- tica de inversión económica en
ción impediría llegar a conclusiones como la siguiente: los productores y en los produc-
“Si se logran generar condiciones favorables para toda tos llamados de “calidad” puede
la estructura, no queda más que cruzar los dedos para ser incluso económicamente
que la oferta seduzca a la demanda” (Ministerio de rentable, al menos a medio plazo
Cultura, 2003, p. 126). (si bien a condición de contar
Lo anterior no quiere decir, de ninguna manera, con los servicios de un sistema
que el criterio de toda creación y producción deba estar educativo eficaz).
mediado por el gusto de los grandes públicos, según
la lógica que la hegemonía del gran mercado pone en Los retos, desde luego,
funcionamiento con los consabidos resultados: desapa- no terminan allí. Es necesario
rición sistemática de las creaciones experimentales con que hoy en día las políticas
el argumento de su baja o nula rentabilidad económica. culturales no se circunscriban
Aquí la política cultural tiene un gran espacio para exclusivamente a las fronteras
la acción en cuanto a la formación de públicos para nacionales; la integración
creaciones experimentales que le apuestan al riesgo regional, los acuerdos multi-
narrativo, plástico, escénico y musical. No basta con laterales son de indispensa-
incentivar únicamente a los creadores arriesgados. ble intervención, sólo posible
Valga mencionar el caso de la música y músicos sin mediante la construcción de

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Elkin Rubiano | Signo y Pensamiento 49 · volumen xxv · julio - diciembre 2006

indicadores confiables de los que todavía estamos


bastante lejos (el trabajo conjunto entre investigación
académica, administración y gestión es fundamental).
Actividades que parecerían ajenas a la política cultural
han entrado en escena: experiencias urbanas como el
centro comercial deben pasar por la política: “habría
que valorar su impacto cultural y requerir que las
inversiones lucrativas den a sus ganancias el efecto de
retorno sobre la vida comunitaria” (García Canclini,
1999, p. 174). Y otras actividades que parecerían resuel-
tas desde el punto de vista cultural, van cambiando su
misión: “La crisis de las vanguardias, el agotamiento
de la innovación estética, la falta de nuevas ideas acerca
de la función del museo, se han tratado de resolver
convirtiendo al museo en centro cultural” (García
Canclini, 2005, p. 76). La visión museística y museo-
lógica viene reemplazándose por una concepción más
amplia sobre la memoria, más que artística, colectiva.
Por último, y para tener en cuenta la amplitud de las
políticas culturales, debe señalarse que éstas también
las hacen “las corporaciones, los medios masivos,
las fundaciones, los políticos y, en algunos casos, los
ciudadanos” (Yúdice, 2003, p. 337).
A lo largo del texto se fueron evidenciando rela-
ciones sobre las que es indispensable pensar hoy en día:
la estética no es sólo un dominio del arte, la economía
es un asunto político y la política es el vehículo en el
que se define —mediante luchas, conflictos y tomas
de posición— la dimensión simbólica de diferentes
sectores y poblaciones. La apuesta, finalmente, es que
prospere el diálogo entre academia, administración,
gestión y ciudadanía.

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