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4.3. La iniquidad produce enfermedades y dolencias.

“No hay quien clame por la justicia, ni quien juzgue por la verdad; confían en vanidad,
y hablan vanidades; conciben maldades, y dan a luz iniquidad. Incuban huevos de
áspides, y tejen telas de arañas; el que comiere de sus huevos, morirá; y si los
apretaren, saldrán víboras. Sus telas no servirán para vestir, ni de sus obras serán
cubiertos; sus obras son obras de iniquidad, y obra de rapiña está en sus manos. Sus
pies corren al mal, se apresuran para derramar la sangre inocente; sus pensamientos,
pensamientos de iniquidad; destrucción y quebrantamiento hay en sus caminos.”
(Isaías 59:4-7).

La iniquidad es una de las causas más importantes para que haya o se


manifiesten enfermedades, “destrucción y quebrantamiento hay en sus
caminos”. Aunque tiene su origen en el espíritu del hombre, la
enfermedad se desenvuelve en el corazón y termina como una
manifestación física, que va a deteriorar el cuerpo, y más aún cuando
su tratamiento es considerado, más del alma, o del estado anímico de
las personas, enfermedades que se consideran psicosomáticas.

Estas enfermedades psicosomáticas, según la medicina (la patología),


surgen en la mente y producen una reacción química en el organismo
que termina por minarlo y aniquilarlo. Esto se debe a sus sentimientos,
emociones, y pensamientos, ligados a odio, amargura, temor,
resentimiento, venganza, falta de perdón, angustia, ansiedad, etc.

La realidad, de que la iniquidad produzca enfermedades y dolencias es


mucho más profunda que una reacción química, es un asunto
espiritual. Es la iniquidad que el ser humano va arrastrando de
generación en generación (enfermedades y maldiciones generacionales
en la salud), y que se ha metido en forma tan profunda que afecta la
genética, herencia de nuestro cuerpo físico, y afecta las relaciones
familiares: “…Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban. Pero
una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido
mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado,
antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó
su manto. Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. Y en seguida la
fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.”
(Marcos 5:24-29).

Esta iniquidad con la que nacemos se va acumulando o acentuando en


la medida que contaminamos nuestros corazones (mente, sentimientos,
voluntad, acciones, hábitos), con todo tipo de lenguaje, palabras,
perversidades, miedos, excesos y el pecado.

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Como ya dijimos, somos seres tripartitos, integrales, y nuestro espíritu,
alma y cuerpo, están íntimamente entrelazados y entretejidos, como un
solo ser; por lo que, la condición de los dos primeros va a ser
determinante para afectar el estado del organismo, para salud o para
enfermedad.

 “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud,
así como prospera tu alma.” (3ra Juan 1:2).

 “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su


pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad,
Y en cuyo espíritu no hay engaño.
Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día.
Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano;
Se volvió mi verdor en sequedades de verano.
Selah
Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad.
Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová;
Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.
Selah
Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado;
Ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él.
Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia;
Con cánticos de liberación me rodearás.
Selah
Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar;
Sobre ti fijaré mis ojos.
No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento,
Que han de ser sujetados con cabestro y con freno,
Porque si no, no se acercan a ti.
Muchos dolores habrá para el impío;
Mas al que espera en Jehová, le rodea la misericordia.
Alegraos en Jehová y gozaos, justos;
Y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón.”
(Salmo 32:1-11).

Un espíritu lleno de la Presencia de Dios, Espíritu, Palabra, gracia, libre


de iniquidad, y un corazón puro, libre también de la influencia torcida
de la iniquidad, dará como resultado un cuerpo sano, con salud “de
Reino”. Y lo opuesto tendrá como consecuencia un cuerpo doliente y
propenso a enfermedades.

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El Salmo 109:18 habla del hombre impío, o el que tiene iniquidad,
diciendo: “Se vistió de maldición como de su vestido, y entró como agua en sus
entrañas, y como aceite en sus huesos.”

La iniquidad, pareciera ir formando un “líquido tremendamente tóxico”


que se va acumulando en el organismo, deteriorando de esta manera
los órganos y el estado general de la salud, asentándose en el interior
de los huesos, tuétanos, debilitándolos, y afectando de esa manera la
calidad, la sangre y de las articulaciones y funcionamiento de cada
órgano (Ej.: artritis, úlceras, alergias, etc.). Recordemos que la sangre,
es donde se encuentra la vida, según la Biblia, y que es en la médula
ósea donde se produce la sangre. Todo tipo de enfermedades en la
sangre, provienen de la iniquidad, tales como: diabetes, leucemia,
presión alta, lupus, SIDA, etc. Si consideramos los efectos de la
iniquidad en las enfermedades de una persona, también debemos
valorar y agradecer lo que Dios hizo por nosotros en Cristo Jesús, al
justificarnos, y librarnos por el poder de Su palabra, de la iniquidad,
palabra que es considerada: “… viva y eficaz”.

 “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de
dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los
tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay
cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas
están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.”
(Hebreos 4:12-13).

Otro ejemplo claro de cómo la tristeza (angustia, ansiedad, soledad,


cansancio), que no es de Dios, produce muerte (2da Corintios 7:10b:
“… pero la tristeza del mundo produce muerte”). Esta muerte va
directamente a ASIRSE y alimentarse de la iniquidad, e inmediatamente
penetrará los huesos:

 “Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia; se han consumido


de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo. Porque mi vida se va gastando
de dolor, y mis años de suspirar; se agotan mis fuerzas a causa de mi iniquidad, y
mis huesos se han consumido.” (Salmo 31:9-10).

 “Jehová, no me reprendas en tu furor, ni me castigues en tu ira.


Porque tus saetas cayeron sobre mí, y sobre mí ha descendido tu mano.
Nada hay sano en mi carne, a causa de tu ira; ni hay paz en mis huesos, a causa
de mi pecado.
Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza; como carga pesada se
han agravado sobre mí.
Hieden y supuran mis llagas, a causa de mi locura.
Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera, ando enlutado todo el día.
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Porque mis lomos están llenos de ardor, y nada hay sano en mi carne.
Estoy debilitado y molido en gran manera; gimo a causa de la conmoción de mi
corazón.
Señor, delante de ti están todos mis deseos, y mi suspiro no te es oculto.
Mi corazón está acongojado, me ha dejado mi vigor, y aun la luz de mis ojos me
falta ya.
Mis amigos y mis compañeros se mantienen lejos de mi plaga, y mis cercanos se
han alejado.
Los que buscan mi vida arman lazos, y los que procuran mi mal hablan
iniquidades,
Y meditan fraudes todo el día.
Mas yo, como si fuera sordo, no oigo; y soy como mudo que no abre la boca.
Soy, pues, como un hombre que no oye, y en cuya boca no hay reprensiones.
Porque en ti, oh Jehová, he esperado; tú responderás, Jehová Dios mío.
Dije: No se alegren de mí; cuando mi pie resbale, no se engrandezcan sobre mí.
Pero yo estoy a punto de caer, y mi dolor está delante de mí continuamente.
Por tanto, confesaré mi maldad, y me contristaré por mi pecado.
Porque mis enemigos están vivos y fuertes, y se han aumentado los que me
aborrecen sin causa.
Los que pagan mal por bien me son contrarios, por seguir yo lo bueno.
No me desampares, oh Jehová; Dios mío, no te alejes de mí.
Apresúrate a ayudarme, Oh Señor, mi salvación.”
(Salmo 38:1-22)

 “Jehová, escucha mi oración, y llegue a ti mi clamor.


No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia; inclina a mí tu oído;
apresúrate a responderme el día que te invocare.
Porque mis días se han consumido como humo, y mis huesos cual tizón están
quemados. Mi corazón está herido, y seco como la hierba, por lo cual me olvido
de comer mi pan.
Por la voz de mi gemido mis huesos se han pegado a mi carne.
Soy semejante al pelícano del desierto; soy como el búho de las soledades;
Velo, y soy como el pájaro solitario sobre el tejado.
Cada día me afrentan mis enemigos; los que contra mí se enfurecen, se han
conjurado contra mí.
Por lo cual yo como ceniza a manera de pan, y mi bebida mezclo con lágrimas, a
causa de tu enojo y de tu ira; pues me alzaste, y me has arrojado.
Mis días son como sombra que se va, y me he secado como la hierba.
Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre, y tu memoria de generación en
generación.
Te levantarás y tendrás misericordia de Sión, porque es tiempo de tener
misericordia de ella, porque el plazo ha llegado.
Porque tus siervos aman sus piedras, y del polvo de ella tienen compasión.
(Salmo 102:1-14).

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Con cuánta insistencia, el libro de los Salmos, los Proverbios, y los
Evangelios nos hablan de la importancia de tener un corazón puro,
sano, limpio, obediente, alegre, saludable, como señal de que vivimos
libres de la influencia de la iniquidad, en nuestra relación con Dios, con
nosotros mismos, con los demás, “y con la Visión”.

 “El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas


vanas, ni jurado con engaño.” (Salmo 24:4).

 “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría


escuchado.” (Salmo 66:18).

 “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti.”


(Salmo 119:11).

 “No dejes que se incline mi corazón a cosa mala, a hacer obras impías con los
que hacen iniquidad; y no coma yo de sus deleites.” (Salmo 141:4).

 “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.”


(Proverbios 4:23).

 “El corazón conoce la amargura de su alma; y extraño no se entremeterá en su


alegría.” (Proverbios 14:10).

 “El corazón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los
huesos.” (Proverbios 17:22).

 “El corazón alegre hermosea el rostro; mas por el dolor del corazón el espíritu se
abate.” (Proverbios 15:13).

 “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable


misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia;
soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja
contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y
sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de
Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un
solo cuerpo; y sed agradecidos. La palabra de Cristo more en abundancia en
vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando
con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos
espirituales. Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el
nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Casadas,
estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a
vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres
en todo, porque esto agrada al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos,

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para que no se desalienten. Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales,
no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con
corazón sincero, temiendo a Dios. Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón,
como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 3:12-23).

¿Cómo poder prevenir las famosas enfermedades psicosomáticas y


aquellas que por desgaste o “mala vida”, se manifiestan en nuestro
cuerpo? Enfermedades en los huesos, como osteoporosis, artritis,
dolores reumáticos, etc. Son el resultado de la continua impregnación
de esta secreción que proviene de la iniquidad.

Como la formación de tumores, dolores musculares agudos, son el


resultado de la acción en el cuerpo físico de esta herencia espiritual.

 “No hay quien clame por la justicia, ni quien juzgue por la verdad; confían en
vanidad, y hablan vanidades; conciben maldades, y dan a luz iniquidad. Incuban
huevos de áspides, y tejen telas de arañas; el que comiere de sus huevos, morirá;
y si los apretaren, saldrán víboras.” (Isaías 59:4-5).

Cuando podamos ejercer el ministerio de la liberación, dentro de la


verdadera justificación, y asistido por los dones: de palabra de ciencia,
sabiduría, profecía, discernimiento de espíritus y visiones, podremos
VER, cómo la iniquidad ha penetrado en el cuerpo (ser de la persona)
en forma de “huevos”, “tumores, cánceres”, que se multiplican haciendo
metástasis “regando la maldad en todo el cuerpo”, creando densas
“telarañas” de tinieblas que se van entretejiendo en los músculos,
trayendo fuertes dolores y decaimiento físico.

La verdadera ministración por parte de Dios, sobre los efectos de la


iniquidad en la salud de la gente, pasa por aplicar, hacer el juicio,
justificarnos, volvernos de lo torcido a Su voluntad, por medio de la
Obra de nuestro Señor Jesucristo en la Cruz, Su muerte, Su
resurrección, su victoria total, sobre el diablo, el pecado, el mundo, la
carne, y ante todo por la ministración cotidiana que podemos recibir
como hijos de Dios cuando en la Santa Cena: Comemos Su carne, y
bebemos Su Sangre, para que seamos sanos, libres, prósperos, y
tengamos vida eterna, pudiendo en nuestra vida y en nuestro ministerio
“desatar ligaduras de impiedad, soltar cargas de opresión, dejar ir libres
a los quebrantados de corazón y romper todo yugo”. Ahora es el tiempo
“en que nazca nuestra luz como el alba, y la salvación se dejará ver
pronto, e irá nuestra justicia delante de nosotros y la gloria de Jehová
nos rodeará y será nuestra retaguardia” (Paráfrasis Isaías 58:6-8).

 “¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo


de Jehová? 2Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay
parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos.
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Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en
quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo
estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores;
y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido
fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra
paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos
descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó
en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca;
como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus
trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue
quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de
los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los
impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo
maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo,
sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el
pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su
mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho;
por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las
iniquidades de ellos. Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes
repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado
con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los
transgresores.” (Isaías 53:1-12).

 “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá
para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del
mundo. Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste
darnos a comer su carne? Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no
coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en
vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le
resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre
es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y
yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el
que me come, él también vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo; no
como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan,
vivirá eternamente. Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum.”
(Juan 6:51-58).

 “Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea,
después del bautismo que predicó Juan: cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y
con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a
todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Y nosotros somos
testigos de todas las cosas que Jesús hizo en la tierra de Judea y en Jerusalén; a
quien mataron colgándole en un madero.” (Hechos 10:37-39).

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 “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros,
dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se
halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con
maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que
juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el
madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia;
y por cuya herida fuisteis sanados. Porque vosotros erais como ovejas
descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.”
(1ra Pedro 2:21-25).

Oración y ministración.

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