“El hombre es el ser práxico que comercia, que trata-con (agens) ... El hombre no está
terminado: es decir, sigue siendo tarea para sí mismo y de sí mismo. Es, podríamos decir, el
ser que toma posiciones, que se forma una opinión, que da su dictamen, que toma partido
por, que interviene en las cosas. Los actos de su toma de posición hacia afuera, los
llamamos acciones, y en cuanto es una tarea para sí mismo, también toma posición con
respecto a sí mismo y “se hace algo”. Esto no es lujo, que podría dejar de hacerse, sino que
el estar inacabado pertenece a sus condicionamientos físicos, a su naturaleza, y en ese
sentido es un se de doma, amaestramiento o adiestramiento. La autodisciplina, la
educación, el adiestramiento, en el sentido de adquirir forma o mantenerse en ella, todo ello
pertenece a las condiciones de existencia de un ser no terminado. Pero el hombre, además,
“…es pre-visor. Está orientado –como Prometeo- a lo lejano, a lo no presente en el espacio
y en el tiempo, al contrario del animal, vive para el futuro y no en el presente” (pp.35-36)
“La apertura al mundo del hombre tiene una finalidad en cuanto que produce un campo
verdaderamente ilimitado de cosas reales y posibles, un campo de invenciones en el que la
diversidad es tan grande, que el hombre bajo cualquier circunstancia puede encontrar y
aprovechar algunos medios, a fin de producir una mutación que haga posible la vida,
supliendo así de alguna manera las carencias de su constitución orgánica, Ese
aprovechamiento de la carga, transformándola en fructífera, sólo ha de agradecérselo a su
propia industria” (p.45)
“La ilimitada plasticidad de los movimientos humanos y de las formas de acción sólo
puede entenderse, pues, desde la abundancia asimismo ilimitada de hechos, ante los que se
halla colocado un ser abierto al mundo y en los que tiene que ser capaz de aprovechar y
hacer funcionar algunos” (p. 47)
Juan Carlos Agulla, en su artículo “La antropología de Arnold Gehlen: una visión
sociológica” (Escritos de filosofía, Bs. Aires, 1996) señala que Gehlen elabora una “teoría
de la acción” y una “teoría de las instituciones”.
Dice: “Ambas teorías constituyen una de las bases más sólidas para el desarrollo de las así
llamadas ciencias sociales o ciencias de la acción, que tan genialmente planteó Max Weber
a comienzos del siglo XX como un reclamo de su tiempo”. Considera que la antropología
elemental de Gehlen tiene carácter de esbozo circunstancial (histórico) ya que el hombre es
y será siempre objeto de investigación abierto a nuevas teorías. La “teoría de las
instituciones” aparece como complemento necesario de su antropología.