(Enero-
julio, 1986): 69-84
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El autor llega a la conclusión de que el escritor no selecciona sus signos en la lengua,
sino que los selecciona del conjunto de expresiones en la semiótica reproducida por los
grupos en los que ha estado, por lo que se entiende que la lengua como tal es una abstracción,
así que es una macrosemiótica natural (p. 74). Las variantes presentadas son un ejemplo del
funcionamiento del no-consciente, así que mediante los diferentes discursos el interlocutor o
su conciencia se entera de las condiciones socioeconómicas, sociopolíticas, socioculturales,
etc. (p. 74); estos diferentes discursos forman parte de otro elemento más amplio llamado
formación discursiva (p. 75).
De una forma puntual la postura de la Sociocrítica se resume de la siguiente forma:
el texto no remite a la sociedad; la mediación entre la estructura social y la textual es en
esencia discursiva; entre estas mismas estructuras mencionadas se debe analizar el proceso
de producción de sentido; hacer énfasis en lo estructurado de los objetos; y el texto de ficción
es portador de una significación social en tanto que la forma sea el de una estructura (p. 75),
mientras se “empieza por la forma, por la estructura, podemos plantearnos la cuestión, a partir
de estos datos, de a qué tipo de estructura de sociedad corresponde el resultado de la forma”
(p. 76); finalmente, para los sociocríticos la literatura no emite mensajes monosémicos.
Cros inicia la segunda parte de la conferencia mediante la pregunta ¿qué es la
literatura como tal?, y nos dice que sin duda esta es una práctica social, que maneja un
discurso ficticio, lo que indica que cuando un escritor emite un signo o palabra, su mensaje
debe plasmarse o se plasma conforme dicho sistema, esto se relaciona con los aparatos
ideológicos de Althusser (p. 77).
A partir de acá, Cros se centra en la caracterización de la Sociocrítica e inicia este
proceso centrándose en el que él considera el esencial, la genética textual. El autor nos habla
de un centro de programación que posee a su vez componentes de programación, uno de los
primeros es el que empieza a establecer las leyes de repetición, en el cual el texto selecciona
un signo, luego este mismo selecciona otro y este otro, otro, y así sucesivamente (p. 78). El
último componente es la intertextualidad, según Kristeva citada por Cros, un texto siempre
está escrito conforme a otro texto previo a él. La misma intertextualidad nos puede llevar a
la interdiscursividad que es “el conjunto de relaciones múltiples, a veces dialécticas, que se
establecen entre todos los discursos que están produciendo el sentido” (p. 78).
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Los elementos aportados por la intertextualidad ofrecerán a la “escritura y a la
genética textual lo que se puede llamar una opacidad, o sea una resistencia a la
deconstrucción, no se van a dejar diluir completamente en el nuevo texto” (p. 79); asimismo,
estos elementos puede contradecir a la interdiscursividad. Cuando en un texto hay puntos
conflictivos, se puede dar por seguro que tienen que ver con la genética textual (p. 79).
De cualquier manera, el genotexto no existe como tal en una obra, sino que va acorde
a la visión del analista, lo que sí existe es el fenotexto. Cros menciona que para explicar esto
se tiene que ver al texto con muchas categorías o niveles, se puede “examinar cómo las
diferentes funciones narrativas se encadenan las unas sobre las otras y con un examen
profundizado” se define el funcionamiento que esboza la definición de un genotexto (p. 79).
Entonces se puede definir como “una serie de elementos que tienen vocación de estructura
pero que solo se van a estructurar en el fenotexto- lo cual es normal-.” (p. 79).
Cros dice que entre el texto y la sociedad existe una serie de mediaciones, primero la
de vivencia propia y luego la mediación específica, también llamada código de
transformación. Este código busca pasar de un sistema de representaciones a otro sistema de
representaciones (p. 80). Acá ya Cros avanza a la parte metodológica de la Sociocrítica.
Inicia esta parte con la cuestión siguiente: “¿Cuáles son los instrumentos de trabajo
concretos que tenemos a nuestra disposición?” (p. 80); y la empieza contestando con la
primera cara de su metodología, una serie de signos y la preocupación por las relaciones que
estos tienen entre sí, obviamente contextualizados en el texto, es la semántica textual (p. 80-
81). Da principal atención a los signos sin contenido semántico, llamados elementos extra-
semánticos, “lo que pasa en el caso del texto de ficción es que precisamente el núcleo de
focalización que se está realizando, que se está creando va a semantizar los elementos extra-
semánticos” (p. 81).
La segunda cara es lo que sucede detrás de dichos encadenamientos, lo ejemplifica
Cros (citando a Lotman) diciendo que “un mismo texto se puede leer como una sucesión de
signos más importantes que la dicción en palabras hasta la transformación del texto en un
solo signo” (p. 81), por lo que la idea es buscar un nexo entre el significado y el significante
que sea igual al que hay entre el signo como palabra (p. 81).
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Cros nos dice que mediante la experiencia se nos muestra lo que es el sistema
semiótico y cómo esta permite una decodificación del fenotexto (p. 82). La idea es poner en
evidencia los enunciados agramaticales y/o contaminaciones semánticas, que son frases
hechas que tienden a incitar al texto ficticio a engañar el paradigma de expectativas (p. 82).
Según Cros, son fácilmente identificables y menciona diversos ejemplos de los cuales se
extraerán dos de ellos: el primero, La Región más transparente de Fuentes, se presenta el
enunciado “coronada de nopales”, donde también se lee “coronado de espinas” y se
concluye como una contaminación semántica; el segundo, en Guzmán de Alfarache se otorga
un valor a las piedras y dice “piedras de precio”, cuando debe decir “piedras preciosas”, es
una deslexicación de la fórmula original (p. 83).