Anda di halaman 1dari 2

El Gran Escape de Angus Deaton

El premio nobel Angus Deaton examina todas las causas posibles que pueden explicar las
desigualdades en las distintas esperanzas de vida en el mundo. Mientras algunos países con
altos niveles de renta per cápita alcanzan los 80 años de vida media (caso de los países
nórdicos, Japón), otros, sobre todo en África, rondan los 50 o 60. Parece que hay cierta
relación entre la edad media de vida y la riqueza aunque también influyen otros factores como
la felicidad, etc... Esta diferencia en la salud sería la brecha de la desigualdad entre ricos y
pobres. Los primeros, mejor informados y con recursos, son capaces de adquirir antes la
medicación necesaria o hacerse pruebas, con lo que su salud mejora, El hecho de estar mejor
alimentados también ayuda a crecer más en la infancia y tener una juventud más sana. Los
segundos, con menos recursos e información, tardan en adaptarse a las innovaciones o ni
siquiera las conocen. Una vez que los ricos comprueban los beneficios de tal medida, suelen
popularizarse dichas medidas a toda la población. De esta forma, algunos tipos de prevacunas
(por inhalación de pústulas) ya se practicaba en las cortes europeas a principios del siglo
XVIII, recomendada por diplomáticos que viajaban a la India, pero a la población general llegó
en forma de vacuna después de 1800 y de forma masiva. La escolarización a finales del siglo
XIX también ayudó a reducir las enfermedades gracias a una mejor educación en higiene.

El gran salto en la esperanza de vida se dio en los años 40. El padre de Deaton era un minero
que sobrevivió a todo, tras ser herido en la guerra, siguió trabajando de minero mientras
estudiaba de noche ingeniería y, al final, accedió a la clase media. Su hijo, siendo modesto
pero brillante, logró numerosas becas en prestigiosas universidades y acabó de profesor en un
campus de élite. Esto viene a decir que en los últimos 70 años se han mejorado mucho las
oportunidades vitales de la gente. No hay que olvidar los estragos que hacía el cólera en las
ciudades industriales del siglo XIX por una mala gestión del agua y del alcantarillado. Las
ciudades se convirtieron en focos de enfermedades hasta que se emprendieron políticas de
salud pública para evitar la propagación fecal-oral. Una vez que se entendió el papel que
jugaban los microbios en las enfermedades, se pudo educar a la población para evitar
contagios mediante algo tan sencillo como lavarse las manos. De 2.000 millones de personas
en 1945 se ha pasado a 7,000 en el 2016, sobre todo gracias a la eliminación de las
enfermedades infecciosas o contagiosas gracias a las vacunas.

Otro de los puntos que le llama la atención es que la esperanza de vida estaba subiendo a
ritmo agigantado desde 1945 pero que a partir de 1973 se estancó y se ganan pocos años de
vida más por década. Una de las razones es que, inicialmente, el aumento fue muy rápido
porque las vacunas redujeron al mínimo la mortalidad infantil, por lo que se salvaron millones
de vidas. La única forma de seguir aumentando la esperanza de vida era recortar la mortalidad
de los más ancianos pero para ello, tras eliminar las enfermedades infecciosas, los esfuerzos
médicos se concentraron en las enfermedades coronarias, el tabaco y el cáncer. Las
enfermedades cardíacas parecen controladas, lo que ha reducido mucho la mortalidad. En el
cáncer se sigue trabajando y se ha logrado algún avance. El abandono del tabaquismo
también contribuyó a reducir muertes. De esta forma, a medida que la gente muere más tarde
surgen otras terribles enfermedades degenerativas como el alzeheimer que causan gran
mortandad mientras no se encuentra una cura. Se trata de enfermedades prácticamente
desconocidas porque muy pocos llegaban a esas edades tan avanzadas cuando ahora es lo
más común. Deaton también reflexiona sobre los sistemas público y privado de salud. Si bien
puede haber casos de despilfarro de recursos en pruebas innecesarias, también es cierto que
un mayor gasto en pruebas médicas suele acarrear mejor salud.

Anda mungkin juga menyukai