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Pontificia Universidad Javeriana

Asignatura: Metafísica
Profesor: Guillermo Zapata S.J.
Estudiante: Andrés Santiago Moreno Rodríguez
14 noviembre de 2018 – Trabajo Final

La metafísica como camino hacia la Verdad desde el pensamiento


Cartesiano.

Resumen

La filosofía, entendida como la ciencia que constantemente se formula cuestiones e


interrogantes abriéndonos la puerta hacia el conocimiento, se centra en la búsqueda de la
verdad, pero ¿Cómo llegar a ella? Ésta es una pregunta que nos ha venido acompañando
durante siglos ya que el trasfondo de dicha palabra encierra un sin número de hipótesis
planteadas por los filósofos de cada época de acuerdo al contexto histórico donde se
desenvolvían y del cual buscaban dar respuesta.

Por lo tanto, desde éste punto de vista sería importante centrarnos en la utilización de la razón,
como la herramienta más eficaz que nos facilita remitirnos hacia la autenticidad de las cosas
y para ello es fundamental considerar el pensamiento de René Descartes, quién es el pionero
en romper los paradigmas de su época y encaminarse hacia aquel principio fundante que es
la Verdad por el camino de la Razón. Nos damos cuenta entonces que su pensamiento
filosófico tiene la capacidad de trascender y dar una respuesta concreta a la situación
específica de su tiempo, pero también puede ser muy influyente en el devenir cotidiano
actual, ya que aún se nos dificulta acercarnos hacia dicha racionalidad que es importante al
momento de romper con todas las ilusiones que nos rodean y hacia las cuales tendemos
constantemente.

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“La duda es el principio de la sabiduría y para
investigar la verdad es preciso dudar, en cuanto
sea posible, de todas las cosas”

- René Descartes

1.- Aclaraciones.

La búsqueda del conocimiento y la razón, constituye la problemática central en la edad


moderna por lo cual los filósofos de la época parten de una interrogante fundamental que
abre las puertas a varias hipótesis, ¿estamos completamente seguros de conocer la Verdad?
Este es el motivo que nos hace pensar en la existencia de una filosofía primera que, al ser
universal, es capaz de abarcar todas las cosas sin centrarse en los problemas de Dios y el
alma, siendo éste el punto al cual René Descartes busca llegar mediante un arduo trabajo
constituido por una serie de preguntas existenciales, que le permiten iniciar un proceso
filosófico centrado en la racionalidad.

El objetivo del siguiente texto, es establecer los puntos principales del pensamiento
cartesiano con respecto a su planteamiento de una filosofía primera según el cogito desde
una mirada crítica, de tal manera que logremos identificarlo como una figura determinante
en la historia de la metafísica. Para abordar dicho argumento, en un primer momento nos
centraremos en las tres meditaciones propuestas por Descartes donde aborda la cuestión del
principio de las cosas, logrando de forma analítica respondernos a la pregunta inicial, de tal
manera que pueda expresar una postura basada en el devenir del mundo que nos rodea, con
el fin de acercarnos al entorno y realidad existente a nuestro alrededor.

2.- El conocimiento de la verdad y sus tres meditaciones

Antes de iniciar nuestro recorrido por el razonamiento de este filósofo, es importante resaltar
que él utiliza el termino meditación como una práctica elevada que “despega el espíritu de
su relación con los sentidos y lo libera de sus prejuicios (…) este ejercicio, marca el tiempo
de detenerse a reflexionar cuando el espíritu se queda solo consigo mismo” (Grondin, 2006
p.185). De igual manera entiende por “método reglas, ciertas y fáciles mediante las cuales,
el que las observe exactamente, no tomará nada falso por verdadero y así aumentando
gradualmente su ciencia, llegará al conocimiento verdadero de todo lo que es capaz”
(Descartes, 1989 p. 79).

En este sentido inicia su primera reflexión bajo el signo de la duda, que lo mueve a buscar
una verdad en medio de tantas ilusiones, asemejándose al pensamiento platónico donde
afirma que el ser humano conduce su existencia bajo opiniones falsas aparentemente
verosímiles; por tanto debería ser tarea del hombre deshacerse de dichas falsedades desde un
cuestionamiento existencial donde todos los aparentes fundamentos universales sean puestos
en dubitación, buscando “el establecimiento de algo firme, constante y real”.

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“La duda cartesiana, refleja la situación real e histórica del momento, el hombre ha perdido
sus convicciones y no sabe a qué atenerse. No posee una verdad cierta que se halle a cubierto
de la duda. Pero necesita esa verdad ¿Cómo encontrarla?” (Morente, 2010 p.16) A partir de
ésta problemática podemos decir que existe la esperanza de superar aquella doxa, que nos
oprime interiormente y nos impide darnos cuenta que todo el supuesto conocimiento de
nuestro entorno, lo hemos aceptado como real gracias a la vía de los sentidos; este es el
motivo por el cual debe surgir una constante preocupación, ya que la “verdad descansa sobre
cimientos tan poco sólidos. Y así vemos un sol que sólo mide dos pies de tamaño o me hacen
creer que de lejos veo una persona mientras en realidad de trata de un árbol” (Grondin, 2006
p.187). De esta manera surge la posibilidad, de estar encaminados bajo una locura que nos
permite pensar que todo es real o bajo un sueño eterno por el cual tenemos una percepción
de una realidad totalmente distinta; pero ¿Sería posible engañarnos a tal punto de envolver
todo nuestro ser en un pensamiento quimérico? Frente a una interrogante como ésta Descartes
plantea la hipótesis de un Dios que engaña; es decir, así como es todo poderoso pudo haber
querido que viviésemos bajo una mentira total haciéndome creer que todo lo que veo existe.

Desde esta afirmación nace la segunda meditación cuyo punto de partida está en la pregunta
¿Cómo hallar alguna certeza? En un primer momento puede ser concebible la idea del
escepticismo radical eliminando toda posible credibilidad en el mundo, pero dicha afirmación
no se sostendría ya que debe existir por lo menos una cosa “cierta e indubitable”. Por tanto,
esta verdad también deberá ser inalterable, y de aquí emerge la primera certeza cartesiana,
centrada en el argumento ontológico de que “yo soy y existo” y nunca podré no ser nada,
aunque me engañen. Una vez que se corrobora la existencia del sum, podemos dar el siguiente
paso hacia un cuestionamiento donde “Sé que existo y que pienso, pero ¿que soy
propiamente? Descartes para ello apelará de nuevo a la hipótesis del genio maligno que
emplea toda su industria en burlarnos” (Grondin, 2006 p. 191) es decir si quiero responder a
esta interrogante desde la materialidad que me rodea, nunca voy a llegar a lo real ya que todo
es ilusión. La respuesta entonces, está orientada hacia una actividad que no puede separarse
de mi ser y en este caso es el pensamiento; pues si en algún momento alguien dejara de
pensar, necesariamente dejaría de existir. “Soy entonces una cosa verdadera y
verdaderamente existente. Mas ¿qué cosa? Ya lo he dicho: una cosa que piensa” (Grondin,
2006 p.191)

Desde esta perspectiva es posible afirmar que la filosofía primera del cogito está centrada en
el pensamiento como único principio que permite comprender el modo de ser de todo cuanto
es. Una vez establecido estos conceptos podremos entender la tercera meditación cuyo núcleo
está en la idea de Dios como “medio que permitirá resolver un problema epistemológico del
pensar, a saber, el de la certeza de las verdades de lo que yo percibo clara y distintamente”
(Grondin, 2006 p.193). Expresándolo de otra forma el objeto de esta búsqueda es justificar
otros conocimientos en miras de establecer algo firme, real y constante. Para alcanzar dicho
análisis, Descartes propone una regla general que consiste en aceptar como verdadero sólo
aquello que se presente con “claridad y distinción”, es decir, con evidencia.

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Pero ¿cómo sabemos si no es el mismo Dios quien busca engañarnos, hasta en las cosas
aparentemente manifiestas? En este sentido debemos primero demostrar la existencia de
Dios, de tal manera que permita resolver la problemática epistemológica de la regla general.
Para resolver esta cuestión es fundamental partir de la idea de que este Ser Supremo está
representado por una realidad infinita que no la pudo haber creado sino Él mismo, porque el
ser humano al ser alguien finito sería incapaz de hacer tal obra. Por tanto, de aquí podemos
resolver el conflicto de certeza planteado al inicio de esta meditación; diciendo que ese Dios
que existe y al mismo tiempo es infinito, no puede ser, sino perfecto. Siendo evidente que la
idea del engaño divino es impensable porque una mentira siempre trae consigo defectos e
imperfecciones que van en contra de la “veracidad de Dios”.

Desde esta última meditación analizada, podemos darnos cuenta cómo surge una dualidad
metafísica en el pensamiento cartesiano, ya que abre las puertas hacia una causalidad divina
como principio del ser, manifestando que a través del cogito es posible alcanzar a Dios, pero
además es Él mismo quien da veracidad a la regla general. Entonces es evidente en “Descartes
la cohabitación de dos metafísicas, donde la de causalidad divina remite a la metafísica más
clásica y la del cogito lleva en germen los desarrollos de la ontología moderna basada en la
subjetividad” (Grondin, 2006 p. 200)

3.- Acercamiento hacia nuestra realidad.

A partir del recorrido efectuado por el pensamiento de René Descartes es posible evidenciar
que hoy en día la utilización de dicha racionalidad, puede ser planteada como un horizonte
capaz de dar respuesta a muchas ciencias tales como la teología, sociología, epistemología,
etc. Ya que éste racionamiento está centrado en un principio fundante, que como ya lo hemos
mencionado es la certeza de conocer algo verídico, por lo tanto el hombre alcanza la
trascendencia desde un mundo lleno de falsedad hacia una plenitud dada por la razón que lo
plenifica y eleva al conocimiento de lo inteligible, brindándole los argumentos necesarios
para establecer algo firme y constante que dé solución a los problemas y conflictos sociales
que diariamente emergen en nuestra cotidianidad producto de innumerables ilusiones.

Nos damos cuenta entonces, que la metafísica entendida como el camino hacia la verdad nos
permite adentrarnos en el mundo de los primeros principios, mediante la utilización de
elementos que dependan únicamente de la razón alcanzada por medio de la puesta en práctica
de las tres meditaciones citadas anteriormente, ya que así se podrá eliminar del ser de cada
persona la adquisición de saberes dados por los sentidos porque el fin de nuestra existencia
debe centrarse en “encontrar certezas que no puedan ser destruidas, ni con ayuda de una
hipótesis tan hiperbólica como la del genio maligno”(Grondin, 2006 p. 189)

4.- Conclusión

Finalmente, para concluir con este texto podemos decir que la filosofía cartesiana, nos abre
las puertas hacia un nuevo horizonte que nos permite alcanzar el verdadero conocimiento
mediante la razón. Es por esto que una vez realizada la contextualización de las meditaciones

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analizadas, sería válido afirmar que el hombre contemporáneo vive cegado bajo una realidad
ilusoria que lo mueve a dejarse llevar por la materialidad y la relatividad como parte del
mundo de la opinión, por tanto es esencial tener en cuenta el pensamiento como punto de
partida para el progreso social, cultural e integral del ser humano, de tal marea que éste se
pueda convertir en un ser capaz de razonar y existir analíticamente, logrando articular sus
ideas en miras de una realidad última, infinita, e indubitable, que desde una perspectiva
cartesiana nos permitirá acercarnos hacia esa dualidad metafísica capaz de plenificarnos
íntegramente gracias a la racionalidad y el conocimiento de la verdad.

Bibliografía:

GRONDIN, J. Descartes: La Filosofía Primera según el Cogito en Introducción a la


metafísica (2006), o.c., c.6, pp.181-198.

MORENTE, M. La Metafísica en Traducción del Discurso del Método - René Descartes


(2010) p. 16

DESCARTES, R. Reglas para la dirección del espíritu, Madrid: Alianza (1989) p. 79

FERRO, Lina. Dos proyectos Filosóficos revolucionan el pensamiento en Rev. A Parte Rei
n.34 (2004) Julio, pp.1-9.

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