ENTREGABLE 5
Resumen.
6.9 Saneamiento:
Es aquel en virtud del cual el acreedor es autorizado para quedarse con la cosa objeto de
la prenda, si el deudor no satisface la deuda por la que responde en el plazo al efecto
convenido. Este pacto se encuentra prohibido en el derecho mexicano.
La rescisión que proviene del pacto comisorio no opera de pleno derecho, requiere,
cuando menos en principio, de la declaración de la autoridad judicial al respecto. Sin
olvidar que para la procedencia de la acción es la víctima del incumplimiento la
única persona capaz de reclamar la rescisión, (No es posible ejercitar la acción que se
comenta si el incumplimiento se causó por caso fortuito, o en general por circunstancias
ajenas al deudor.) pues es a la única persona a quien se le concede ese derecho,
asimismo deberá acreditar fehacientemente que ha cumplido con las obligaciones a su
cargo y, en caso de ser necesario consignar ante el tribunal el monto de las que aun le
queden pendientes.
Los contratos pueden rescindirse o se pueden dar por terminado. Nada más. De acuerdo
a la Teoría General de las Obligaciones, los contratos no se cancelan, pueden darse por
terminado siempre y cuando las circunstancias así lo aconsejen por ejemplo: porque el
término de vigencia del contrato en comento ya haya fenecido, porque se hubiere
alcanzado el objetivo o realizado el objeto por el que se contrató, o por la voluntad de las
partes.
“Exceptio Non Adimpleti Contractus”. Locución latina que significa excepción de contrato
no cumplido. Es aplicable al caso de que, en los contratos bilaterales, una de las partes
no cumpla con su prestación o no se allane a cumplirla simultáneamente; entonces, por
esta exceptio, la otra puede abstenerse de cumplir la suya.
Se desprende del artículo 1.100, final del Código Civil (uno no cae en mora mientras el
obligado en reciprocidad no cumple), así como del 1.124 (si se puede recuperar lo
entregado, con mayor razón negarse a prestarlo), que nadie está obligado a cumplir, en
principio, mientras no cumpla su contratante (ver también artículo 1.308).
Obligación que recae sobre el vendedor, salvo caso de renuncia expresa de parte del
comprador, de indemnizar a este por los daños y perjuicios que le haya ocasionado la
evicción de la coa adquirida, con arreglo a las disposiciones del código civil para el distrito
federal dictadas al respecto, según haya existido mala o buena fe de su parte a efectuarse
la venta (arts. 2126 y 2127 del código citado).
Así el artículo 1461 señala que El vendedor está obligado a la entrega y saneamiento de
la cosa objeto de la venta
Y el 1474 En virtud del saneamiento a que se refiere el art. 1.461, el vendedor responderá
al comprador:
Tendrá lugar la evicción cuando se prive al comprador, por sentencia firme y en virtud de
un derecho anterior a la compra, de todo o parte de la cosa comprada.
Los contratantes, sin embargo, podrán aumentar, disminuir o suprimir esta obligación
legal del vendedor. Será nulo todo pacto que exima al vendedor de responder de la
evicción, siempre que hubiere mala fe de su parte.
Es necesario que la perdida se produzca por sentencia firme, no bastando la mera
perturbación, el Tribunal Supremo si ha admitido la evicción cuando la pérdida se produce
por resolución administrativa.
También es necesario que esa privación tenga lugar por un derecho anterior a la compra
Como requisito esencial el art 1481 señala "El vendedor estará obligado al saneamiento
que corresponda, siempre que resulte probado que se le notificó la demanda de evicción
a instancia del comprador. Faltando la notificación, el vendedor no estará obligado al
saneamiento"
Para ello el comprador demandado deberá solicitar, dentro del término señalado para
contestar a la demanda, que ésta se notifique al vendedor o vendedores en el plazo más
breve posible.
II- Cuando se haya estipulado el saneamiento o cuando nada se haya pactado sobre este
punto, si la evicción se ha realizado, tendrá el comprador derecho a exigir del vendedor:
1º La restitución del precio que tuviere la cosa vendida al tiempo de la evicción, ya sea
mayor o menor que el de la venta.
3º Las costas del pleito que haya motivado la evicción, y, en su caso, las del seguido con
el vendedor para el saneamiento.
5º Los daños e intereses y los gastos voluntarios o de puro recreo u ornato, si se vendió
de mala fe.
Obligación del vendedor de resarcir por los vicios ocultos de la cosa enajenada que le
hagan impropia para los usos a que se la destina o que le disminuyan de tal modo este
uso, que, al haberlo conocido, el adquirente no habría hecho la adquisición o hubiera
dado menos precio por ella, así como la de indemnizar por los vicios de los animales
adquiridos (arts. 2142 a 2162 del código citado).
El vendedor estará obligado al saneamiento por los defectos ocultos que tuviere la cosa
vendida, si la hacen impropia para el uso a que se la destina, o si disminuyen de tal modo
este uso que, de haberlos conocido el comprador, no la habría adquirido o habría dado
menos precio por ella; pero no será responsable de los defectos manifiestos o que
estuvieren a la vista, ni tampoco de los que no lo estén, si el comprador es un perito que,
por razón de su oficio o profesión, debía fácilmente conocerlos.
El vendedor responde al comprador del saneamiento por los vicios o defectos ocultos de
la cosa vendida, aunque los ignorase.
Se admite la renuncia al saneamiento por vicios ocultos siempre que el vendedor ignorara
los vicios o defectos ocultos de lo vendido
Si el vendedor conocía los vicios o defectos ocultos de la cosa vendida y no los manifestó
al comprador, tendrá éste la misma opción y además se le indemnizará de los daños y
perjuicios, si optare por la rescisión.
Si la cosa vendida tenía algún vicio oculto al tiempo de la venta, y se pierde después por
caso fortuito o por culpa del comprador, podrá éste reclamar del vendedor el precio que
pagó, con la rebaja del valor que la cosa tenía al tiempo de perderse.
Si el vendedor obró de mala fe, deberá abonar al comprador los daños e intereses.
En las ventas judiciales nunca habrá lugar a la responsabilidad por daños y perjuicios;
pero sí a todo lo demás
Regla especial para la venta de dos o mas cosas: Vendiéndose dos o más cosas
conjuntamente, sea en un precio alzado, sea señalándolo a cada uno de ellos, el vicio de
cada una no dará lugar a que se considere en todas, a no ser que aparezca que el
comprador no habría comprado la una sin las otras.
También será nulo el contrato de venta de los ganados y animales, si, expresándose en el
mismo contrato el servicio o uso para que se adquieren, resultaren inútiles para prestarlo.
La acción redhibitoria que se funde en los vicios o defectos de los animales, deberá
interponerse dentro de cuarenta días, contados desde el de su entrega al comprador,
salvo que, por el uso en cada localidad, se hallen establecidos mayores o menores
plazos.
Esta acción en las ventas de animales sólo se podrá ejercitar respecto de los vicios y
defectos de los mismos que estén determinados por la ley o por los usos locales.
Si el animal muriese a los tres días de comprado, será responsable el vendedor, siempre
que la enfermedad que ocasionó la muerte existiera antes del contrato, a juicio de los
Facultativos
Resuelta la venta, el animal deberá ser devuelto en el estado en que fue vendido y
entregado, siendo responsable el comprador de cualquier deterioro debido a su
negligencia, y que no proceda del vicio o defecto redhibitorio.
Teoría de la Imprevisión
Origen:
Esta teoría data de la Edad Media, específicamente se remonta desde el Derecho
Canónico, que siempre ha tratado que exista equidad en las relaciones contractuales. Se
enuncia con la máxima “Rebus sic stantibus”; esto es, que las partes entienden valedero
el contrato siempre que subsistan las condiciones económicas bajo cuyo imperio se pactó.
Desde las primeras décadas del siglo XX se conoce con el rótulo de “Teoría de la
Imprevisión”, en cuanto a la posibilidad de modificar ciertos contratos de tracto sucesivo,
por la evidente lesión económica para el acreedor, debido a las alteraciones de las
circunstancias originales que sufre el contrato por causas ajenas a las partes.
A la legislación positiva fue llevado este principio, en Francia, por la “Ley Falliot”, de 21 de
enero de 1918, cuyo texto experesa: “Independientemente de las causas de resolución
derivadas del Derecho Común o de los contratos, las transacciones y contratos
celebrados desde el 1º de agosto de 1914 pueden ser resueltos, a petición de cualquiera
de las partes, si se prueba que, en razón del estado de guerra, el cumplimiento de las
obligaciones de uno de los contratantes traería consigo un gravamen cuya importancia
rebasaría, en gran medida, las previsiones que pudieron hacerse, razonablemente en la
época del contrato”.
Concepto:
Esta teoría, que tiene ciertas vinculaciones y semejanzas con el “caso fortuito”, no
obstante de haber diferencias considerables, puede plantearse de la siguiente forma: Este
es el caso cuando por un hecho extraordinario, que no puede imputarse a las partes, el
mismo se torna imposible de cumplir o muy oneroso para una de ellas. Se trata pues, de
circunstancias posteriores a la celebración del contrato, que no se previeron ni pudieron
lógicamente preverse, y que puede crear un estado de cosas que haga el cumplimiento
un sacrificio pecuniariamente desproporcionado para el deudor, o gravemente perjudicial
para el acreedor. Así, una de las partes creyéndose afectada por la contingencia que
considera extraordinariamente imprevisible, plantea la resolución del contrato o reformar
sus cláusulas. Entonces la preguntas es: ¿pueden los tribunales modificar las
estipulaciones de un contrato, cuando el cambio imprevisto e imprevisible de las
condiciones vigentes al tiempo de celebrase crea un serio desequilibrio de las
prestaciones de las partes?... Entonces toma vigencia la “Teoría de la
Imprevisión”: “Que atribuye al Derecho una facultad para demandar la extinción de
la obligación y su consiguiente liberación sin responsabilidad de las partes (o de la
que fue afectada)”.