Caso se solicita
la reparación de los perjuicios ocasionados a los demandantes con ocasión
del embargo y secuestro de vehículo en proceso ejecutivo en el cual se
ordenó levantamiento de medida cautelar y entrega del automotor por parte
del secuestre, quien no lo entregó al actor. Se instauró denuncia penal en
contra del ejecutante y del secuestre proceso que culminó por prescripción
de la acción penal
En lo que tiene que ver con los demás tipologías de perjuicio solicitadas, esto es,
perjuicios materiales y morales, la Sala encuentra que no es posible acceder a la
reparación deprecada, por cuanto la imposibilidad de recuperar los dineros
pretendidos como parte civil por el aquí demandante es un daño eventual como
quedó precisado líneas atrás, lo que impide reconocer estos rubros, así como la
eventual congoja y dolor sufridos con ocasión de la pérdida de su vehículo.
CONSEJO DE ESTADO
SECCIÓN TERCERA
SUBSECCIÓN B
ANTECEDENTES
I. Lo que se demanda
2.1. Señaló que por esos hechos presentó denuncia penal el 7 de abril de
1998, en contra de los señores Bernardino Orozco Mejía y Fernando
Mercado Ulloa, ante la Fiscalía 31 Delegada Seccional de Barranquilla por
el delito de peculado por apropiación.
2.3. Informó que la anterior decisión fue apelada por los condenados,
instancia en la que se dispuso la cesación del procedimiento por la
prescripción de la acción penal, por haber transcurrido más de los 5 años,
contados desde el momento en que cobró ejecutoria la resolución de
acusación.
2.4. Por último, indicó que “En el caso en concreto, la actuación del
Juzgado 5º Penal del Circuito de Barranquilla, en cabeza del doctor
Mauricio Amaya Martinezclark, causó un daño patrimonial antijurídico por
omisión que podríamos calificar como gravemente culposo o mala fe,
configurando una falla en el servicio de administración de justicia, al dejar
prescribir la acción penal que ha perjudicado los intereses patrimoniales y
morales de Jaime Rafael Romero Badel, que debe ser indemnizado
conforme a las pretensiones de esta demanda, como claramente lo
consigna el art. 69 de la Ley 270 de 1996” (f. 4-6, c. 1.).
3.3. Por su parte, el señor Mauricio Emilio Amaya Martínez, Juez Quinto
Penal del Circuito de Barranquilla, centró su defensa en la imposibilidad de
adelantar los procesos en los términos estrictamente legales, dado el gran
cúmulo de procesos asignados a cada despacho, que para su caso
ascendían a más de 3 000, situación pese a la cual fue reconocido como
uno de los juzgados de mayor productividad. Indicó que en el caso concreto
profirió sentencia el 10 de octubre de 2006, momento para el que aún
ostentaba la competencia para sancionar a los infractores de la ley penal, tal
como lo reconoció el Tribunal Superior al desatar el recurso de apelación y,
si bien la acción penal prescribió, aconteció por causa del trámite secretarial
de notificación y de envío al juez de segunda instancia, sin que pueda
predicarse responsabilidad en su contra.
3.5. Señaló que “Como podemos observar, la falta de una justicia pronta y
oportuna en el medio judicial y concretamente en la jurisdicción penal se
inscribe dentro del contexto de una falta estructural que presenta la Rama
Judicial. Por esta razón es insólito que se endilgue al doctor Mauricio
Amaya Martínez Clark una responsabilidad personal que lo obligará a
cumplir una indemnización a las personas afectadas” (53-58, c.1.).
4. El 15 de diciembre de 2011, el Tribunal Administrativo del Atlántico profirió
sentencia de primera instancia, mediante la cual accedió parcialmente a
las súplicas de la demanda. Así decidió (f. 162-182, c. ppal.):
1º Desestimar las excepciones propuestas por las entidades accionadas.
6. No se condena en costas
4.2. Precisó que, si bien se probó que el actor contaba con otra vía procesal
para intentar obtener la reparación del daño causado, la acción civil en la
jurisdicción ordinaria que para ese momento se encontraba vigente, lo cierto
era que frente al medio escogido se tenía la certeza que había operado la
prescripción de la acción y con ello la imposibilidad de resarcir el detrimento
patrimonial sufrido.
CONSIDERACIONES
I. Competencia
1
Para tal efecto puede consultarse el auto proferido por la Sala Plena de lo Contencioso
Administrativo el 9 de septiembre de 2008, C.P. Mauricio Fajardo Gómez, expediente
11001-03-26-000-2008-00009-00, actor: Luz Elena Muñoz y otros.
2.).
8.3. El señor Jaime Rafael Romero Badel se constituyó en parte civil dentro
del proceso penal ante el Fiscal Quince de Delitos Contra el Patrimonio
Económico, Grupo Automotores. Si bien no se tiene noticia de la admisión
de dicha demanda, lo cierto es que en el expediente penal allegado se
evidencia que efectivamente se permitió la intervención de la víctima del
delito en el curso del trámite penal (copias de la demanda de parte civil
radicada el 29 de abril de 1998, f. 22, c.2; referencia de los alegatos presentados
por la parte civil en la resolución proferida por la Fiscalía Delegada ante el Tribunal
del Distrito Judicial de Barranquilla al desatar el recurso de apelación interpuesto
en contra de la providencia que calificó el sumario, f. 5-34, c.4.).
2
“El Estado responderá patrimonialmente por los daños antijurídicos que le sean
imputables, causados por la acción o la omisión de las autoridades públicas”.
3
“Hasta la Constitución de 1991, no existía en la Constitución ni en la ley una cláusula
general expresa sobre la responsabilidad patrimonial del Estado. Sin embargo, la
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia y, en especial, del Consejo de Estado
encontraron en diversas normas de la constitución derogada -en especial en el artículo
16- los fundamentos constitucionales de esa responsabilidad estatal y plantearon, en
particular en el campo extracontractual, la existencia de diversos regímenes de
responsabilidad, como la falla en el servicio, el régimen de riesgo o el de daño especial.
Por el contrario, la actual Constitución reconoce expresamente la responsabilidad
patrimonial del Estado, pues el artículo 90 señala con claridad que el Estado "responderá
patrimonialmente por los daños antijurídicos que le sean imputables causados por la
acción o la omisión de las autoridades públicas."//Ahora bien, como se ve, el actual
mandato constitucional es no sólo imperativo -ya que ordena al Estado responder- sino
que no establece distinciones según los ámbitos de actuación de las autoridades
públicas. En efecto, la norma simplemente establece dos requisitos para que opere la
responsabilidad, a saber, que haya un daño antijurídico y que éste sea imputable a una
acreditarse (i) un daño antijurídico, esto es, la afectación, menoscabo o
pérdida de un interés jurídicamente protegido, que la víctima no debe
soportar,4 (ii) ocasionado por la acción u omisión de una autoridad.
5
[68] Cfr. Consejo de Estado, Subsección B, sentencia del 29 de julio de 2013, rad.
27228, M.P. Stella Conto Díaz del Castillo.
institución jurídica de la responsabilidad estatal: “el daño es la medida
del resarcimiento”6
(…)
10.2.8.2.1. Teniendo en consideración que el daño se origina por la
amputación de una expectativa legítima a la consolidación de un
derecho, bien sea, en tratándose de una aspiración de obtener un
beneficio o una ganancia -polo positivo7-, o bien cuando la víctima tenía
la aspiración de evitar o mitigar un perjuicio y, como consecuencia de la
abstención de un tercero, dicho curso causal dañoso no fue interrumpido
-polo negativo-, se debe declarar la responsabilidad del Estado y reparar
dicha frustración de la expectativa legítima dentro de los presupuestos
de la teoría de la pérdida de oportunidad cuyo monto dependerá de la
mayor o menor probabilidad y cercanía de su ocurrencia 8 9.
11
Consejo de Estado, Sección Tercera, Subsección B, sentencia del 5 de abril de 2017,
exp. 25706, actor: Ángela María Gutiérrez Campiño y otros, C.P. Ramiro Pazos Guerrero.
12
[71] TRIGO REPRESAS, Félix Alberto, Pérdida de chance. Presupuestos.
Determinación. Cuantificación, Astrea, Buenos Aires, 2008, pp. 38-39. Citado por la
sentencia del 11 de agosto de 2010 de la Sección Tercera de esta Corporación, rad.
18593, M.P. Mauricio Fajardo Gómez.
13
[72][L]a chance u oportunidad, es una posibilidad concreta que existe para obtener un
beneficio. El incierto es el beneficio pero la posibilidad de intervenir es concreta, pues
existe de forma indiscutible. Por eso sostenemos que existe daño jurídicamente
indemnizable cuando se impide esa oportunidad o esa chance: se presenta el daño... Las
dificultades pueden presentarse en la evaluación, porque lógicamente ésa no puede ser
la del beneficio que posiblemente se habría obtenido sino otra muy distinta”: MARTÍNEZ
RAVÉ, Gilberto y MARTÍNEZ TAMAYO, Catalina, Responsabilidad civil extracontractual,
Temis, Bogotá, 2003, p. 260. Por otra parte Trigo Represas señala que “[E]n efecto, si la
chance aparece no sólo como posible, sino como de muy probable y de efectiva
ocurrencia, de no darse el hecho dañoso, entonces sí constituye un supuesto de daño
resarcible, debiendo ser cuantificada en cuanto a la posibilidad de su realización y no al
monto total reclamado. // La pérdida de chance es, pues, un daño cierto en grado de
probabilidad; tal probabilidad es cierta y es lo que, por lo tanto, se indemniza (...) cuando
implica una probabilidad suficiente de beneficio económico que resulta frustrada por el
responsable, pudiendo valorársela en sí misma con prescindencia del resultado final
incierto, en su intrínseco valor económico de probabilidad”: TRIGO REPRESAS, Félix
Alberto, Pérdida de chance, cit., p. 263. Citado por la sentencia del 11 de agosto de 2010
de la Sección Tercera de esta Corporación, rad. 18593, M.P. Mauricio Fajardo Gómez.
evitada y, por ende, se trataría de un daño hipotético o eventual 14; dicho
de otro modo, si bien se mantiene incólume la incertidumbre respecto
de si dicho resultado se iba a producir, o no, la probabilidad de percibir
el beneficio o de evitar el perjuicio sí debe haber desaparecido de modo
irreversible, en la medida en que si el resultado todavía puede ser
alcanzado, el “chance” aún no estaría perdido y, entonces, no habría
nada por indemnizar.
19
Corte Constitucional, sentencia C- 570 del 15 de julio de 2003, M.P. Marco Gerardo
Monroy Cabra.
Entonces, el ejercicio de la acción civil dentro del proceso penal
comporta, respecto de los penalmente responsables, que prescrita
la última, igual suerte corre la primera.
10.13. Sin duda, esa situación generó para el demandante una afectación al
derecho constitucional y convencionalmente protegido a acceder a la
administración de justicia, no como la posibilidad meramente nominal de
hacerlo, sino bajo la connotación de que esa garantía conlleva el derecho a
que el asunto sea decidido de manera definitiva. En efecto, “lo
verdaderamente importante es que una vez el administrado, en ejercicio del
derecho de acción que le asiste, opere el aparato judicial, obtenga un
pronunciamiento de fondo que resuelva las pretensiones planteadas de
conformidad con las normas vigentes”20 y no la simple posibilidad formal de
llevar su caso ante los jueces.
20
Consejo de Estado, Sección Segunda, Sentencia del 01 de febrero de 2011, Rad.
2008472. M.P. Luis Rafael Vergara Quintero.
10.14. Sobre el alcance de dicha garantía se ha pronunciado la subsección
en los siguientes términos21:
1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y
dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente,
independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la
sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para
la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral,
fiscal o de cualquier otro carácter.
21
Consejo de Estado, Sección Tercera, Subsección B, sentencia de 29 de abril de 2015,
exp25.327, M.P. Ramiro Pazos Guerrero.
Artículo 229. Se garantiza el derecho de toda persona para acceder a la
administración de justicia. La ley indicará en qué casos podrá hacerlo sin
la representación de abogado.
11.1. Esto es así, porque una vez dictada la sentencia de primera instancia
el 10 de octubre de 2006, la cual fue recurrida por los condenados dentro
de la oportunidad legal para hacerlo, la secretaría del juzgado de
conocimiento tardó, sin justificación alguna, más de 8 meses en tramitar los
recursos, tiempo que permitió el acaecimiento del fenómeno prescriptivo –
ver párrafo 8.5.-.
22
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Bulacio Vs. Argentina. Sentencia de
18 de septiembre de 2003.
11.2. Sobre las razones que motivaron el envío tardío del expediente al
Tribunal Superior de Distrito Judicial de Barranquilla a fin de surtir la
segunda instancia, el juzgado arguyó que dado el gran volumen de trabajo
asignado a ese despacho, por un error involuntario, refundió los cuadernos
en un estante correspondiente a otro tipo de procesos, confusión que
ocasionó el olvido del proceso y con ello la omisión de darle el trámite
secretarial respectivo a fin de que se surtieran los recursos de alzada. Si
bien, la Sala no pasa por alto que el gran cúmulo de trabajo asignado a los
despachos judiciales, además de ser una realidad incuestionable, es la
causa que en gran medida entorpece el ejercicio legítimo de administración
de justicia, no lo es menos que para el caso en estudio la carga laboral no
constituyó la razón que explique la tardanza en el envío del expediente,
pues como se encuentra documentado en el proceso, fue la
desorganización de los mismos la que conllevó a que los funcionarios de la
secretaría del despacho no tramitaran en término los recursos.
12.1. Así las cosas, se tiene que por indemnización de perjuicios por pérdida
de oportunidad en un porcentaje del 75%, se reconocerá una indemnización
equivalente a 64.5 salarios, a favor del señor Jaime Rafael Romero Badel.
23
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de Sala Plena del 14 de septiembre de
2011, exp. 19031 y 38222, M.P. Enrique Gil Botero.
24
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de Sala Plena de 28 de agosto de 2014,
exp. 32.988, M.P. Ramiro Pazos Guerrero.
iii) Es un daño autónomo: no depende de otras categorías de daños,
porque no está condicionado a la configuración de otros tradicionalmente
reconocidos, como los perjuicios materiales, el daño a la salud y el daño
moral, ni depende del agotamiento previo de otros requisitos, ya que su
concreción se realiza mediante presupuestos de configuración propios,
que se comprueban o acreditan en cada situación fáctica particular.
13.7. En lo que tiene que ver con los demás tipologías de perjuicio
solicitadas, esto es, perjuicios materiales y morales, la Sala encuentra que
no es posible acceder a la reparación deprecada, por cuanto la
imposibilidad de recuperar los dineros pretendidos como parte civil por el
aquí demandante es un daño eventual como quedó precisado líneas atrás,
lo que impide reconocer estos rubros, así como la eventual congoja y dolor
sufridos con ocasión de la pérdida de su vehículo.
VI Costas
25
Consejo de Estado, Sección Tercera, Subsección B, sentencia de 19 de abril de 2015,
exp. 25327, M.P. Ramiro Pazos Guerrero.
administración de justicia, con ocasión de la prescripción de la acción penal
promovida por el señor Jaime Rafael Romero Badel en contra de los
señores Bernardino Orozco Mejía y Fernando Antonio Mercado Ulloa.
QUINTO: EXPEDIR, por Secretaría, copias con destino a las partes, con las
precisiones del artículo 115 del Código de Procedimiento Civil y se
entregarán a quien ha venido actuando como apoderado judicial.