Con este desafío Aristóteles nos plantea de manera muy sabia los principios de la
inteligencia emocional. Aunque probablemente la intención no es promover la
emoción negativa de la ira o el enojo, sino como gestionar, controlar, reconocer y
manejar esa y otras emociones de una forma provechosa.
Creo que sin duda es un desafío para cada uno de nosotros en la aplicación de la
pedagogía humana, pues a nivel personal, con nuestras familias y en nuestra sociedad,
el desarrollo de la inteligencia emocional es probablemente uno de los caminos mas
importantes y en los que menos se ha invertido para lograr un cambio en nuestros
relacionamientos, en la comprensión unos de otros y en el desarrollo integral como
personas.
En este aspecto pienso que las mujeres nos llevan ventaja, pues especialmente en
nuestras culturas ellas son las que han vivido y expresado abiertamente sus
emociones, mientras que los hombres se les ha inculcado que sentir o expresar
emociones no es para “varones”, de modo que el, temor la tristeza y muchas otras
emociones en lugar de ser reconocidas se expresan de forma básica con la ira, el enojo
y hasta el odio y resentimiento.
Aquí tenemos pues, un tema amplio y apasionante en el que necesitamos invertir par
sacarle fruto a nuestras emociones, cambiar paradigmas, deshacernos de tradiciones y
maneras rígidas de ver las cosas y desarrollarnos como personas de una manera
integral y equilibrada, sintiendo, pensando, amando.