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Proyecto para la catalogación y el estudio de las marcas de cantería de las construcciones medievales

Proyecto para la catalogación de marcas de cantería.

El objetivo del proyecto SIGNO (Sociedad de Investigaciones Gliptográficas para la


Normalización y Ordenación) es recopilar, almacenar, catalogar y establecer una
terminología que permita describir los diversos tipos de signos lapidarios grabados en
las construcciones de la Edad Media. Administrar miles de marcas de cantería no es
una tarea fácil. Los trabajos de recopilación y catalogación, dada la enorme extensión
geográfica y temporal del objeto de estudio, deben ser completados mediante una
aproximación multidisciplinar que permita tener una visión lo más amplia posible del
contexto en el que se desarrolla este fenómeno vinculado a la construcción en piedra
sillar.

La gliptografía es una ciencia de carácter multidisciplinar por su amplio campo de


actuación, pues se ocupa tanto de las especialidades técnicas relativas al estudio de la
factura y las formas de las marcas de cantería, de las herramientas empleadas y de los
métodos de trabajo propios del oficio; como de las disciplinas que tienen por objeto el
estudio del pensamiento humano y sus formas de expresión para representar ideas
mediante signos y de las que se ocupan del estudio de la historia de las personas y los
grupos que los realizaron.

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Rafael Fuster Ruiz y Jordi Aguadé Torrell

Figura 1. Las disciplinas y especialidades de la gliptografía.

Tratar de dar respuesta a todas las incógnitas que plantean las marcas de cantería solo
será posible mediante una plataforma de trabajo coordinado y la aplicación de las
nuevas tecnologías. Es por esta razón que trabajamos en el desarrollo de una base de
datos orientada a la gestión y administración de un sistema de clasificación mediante
fichas, poniendo a disposición de los investigadores una herramienta que permite
realizar búsquedas por fechas, tipos y ubicación, así como consultar la frecuencia de
las marcas de cantería en relación al edificio donde se encuentran y respecto a otras
construcciones y al total de tipos catalogados.
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Figura 2. Sistema de fichas por ubicaciones, tipos, funciones y posibles significados.

Tras más de dos años de trabajo damos por concluida la primera versión de la página
web del proyecto SIGNO. Hemos invertido mucho tiempo en la optimización de los
procesos de carga para poder soportar el tráfico de grandes volúmenes de datos y
hemos tratado que el acceso a la información sea ágil mediante múltiples opciones de
búsqueda. Para ello hemos necesitado crear más de 40 tablas, 80 listas de búsqueda y
130 formularios para las consultas y la edición de las fichas. Sin una herramienta de
este tipo nunca podremos alcanzar los objetivos que nos hemos fijado. El trabajo
colaborativo es esencial en un proyecto que pretende recopilar y catalogar miles de
marcas de cantería.

No es recomendable englobar la enorme variedad de tipos de marcas de cantería bajo


un solo epígrafe debido a la falta de documentación, la irregularidad del fenómeno, la
acción de los elementos y el estado actual de conservación de los edificios, que han
sufrido remodelaciones y restauraciones que nos impiden su estudio en su contexto
originario, es decir, durante la construcción de edificio. Aquí es donde radica el
problema de su interpretación y la dificultad a la hora de abordar su clasificación.

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Aunque la falta de documentación nos impide saber a ciencia cierta la función y el


significado que los signos lapidarios tenían para los artesanos, albañiles y maestros de
obra medievales, en los últimos años las diferentes teorías están siendo objeto de una
revisión que pretende acabar con la dispersión conceptual, producto de las diferentes
propuestas surgidas desde que comenzaran los estudios medievales de gliptografía a
finales del siglo XIX.

Figura 3. Tipos de marcas de cantería y distintas teorías.

Aunque hay muchas teorías al respecto, y entre los investigadores no se ha llegado a


un consenso, para nosotros todas las son válidas. Hay muchos tipos diferentes de
marcas de cantería y, por lo tanto, cada aproximación depende del contexto en el que
éstas sean analizadas y del enfoque que tome el estudio. En todo caso, podemos
admitir algunos supuestos, como el hecho que las marcas de cantería talladas a cincel,
buril y puntero en las edificaciones medievales en piedra fueron realizadas por quienes
participaron en su construcción, y que por la difusión que tuvo el fenómeno se deduce
que no se trata de una cuestión menor, sino más bien del indicio de la importancia del
papel que jugaban estos signos, tanto por su valor funcional o de identidad como por
sus posibles contenidos simbólicos. No cabe duda que, más allá de fronteras
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geográficas y políticas, este conjunto de signos era bien conocido por quienes eran
instruidos en el oficio de la construcción en piedra sillar.

Para profundizar en el estudio de los signos lapidarios es necesario conocer cómo se


trabaja la piedra y cómo se aplica la geometría en el oficio. Los signos grabados en la
piedra cobran sentido cuando son analizados en relación al contexto de cada edificio.
No podemos desvincular las marcas de cantería del edificio al que pertenecen. Un sillar
forma parte de un lienzo, que a su vez se encuentra en un paramento y éste en un
edificio que, en cada caso, podemos consideran único; es imprescindible conocer su
historia y cada una de las modificaciones que se han ido introduciendo a lo largo de los
siglos; saber cómo desarrollaban su trabajo las diferentes categorías de artesanos,
albañiles y oficiales, qué tipo de herramientas empleaban, las dificultades a las que se
enfrentaban y la manera en que las resolvían, la forma cómo se organizaban y cuáles
eran sus creencias.

En todo caso, para llegar a alguna conclusión sobre los posibles significados y funciones
de las marcas de cantería es necesario contar con un amplio repertorio y establecer
una catalogación que complete el estudio de su factura, formas, ubicación y frecuencia
en los edificios. Si además queremos estudiar sus formas, el testimonio gráfico resulta
esencial. Los dibujos no garantizan que las marcas de cantería hayan sido reproducidas
con fidelidad. Solo mediante el calco tenemos la seguridad de haber reproducido con
todo detalles los lapidarios, aunque es una técnica muy laboriosa que se aplica en muy
pocos casos. Actualmente, mediante la fotogrametría se obtienen imágenes en alta
resolución con un excelente nivel de detalle que resultan muy útiles para realizar este
tipo de análisis.

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Figura 4. La importancia de la fotografía para el análisis de las marcas de cantero.

Las fotografías permiten analizar aspectos que los dibujos no recogen, como son la
factura de los signos lapidarios, indicativa de la herramienta empleada y la destreza del
artesano, su estado de conservación, que permite evaluar las posibles causas de las
imperfecciones en los trazados, y el tipo y la calidad de la pieza arquitectónica donde
se encuentran grabados; una información que queda recogida en la ficha de cada signo
lapidario, permitiendo establecer cuadros comparativos y estadísticos.
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Figura 6. Características de una marca de cantero.

Desde el proyecto SIGNO nos ocupamos principalmente del estudio de las formas de
las marcas de cantería. Queremos distinguir las formas libres de las que tienen una
estructura reglada, es decir, aquéllas que se atienen a trazados de la geometría clásica
de regla y compás. Contar con reproducciones fiables resulta imprescindible para
abordar esta perspectiva de análisis. En ocasiones, las aparentes imperfecciones en la
factura de una marca de cantería no se deben a la falta de pericia del artesano, sino
que responden a razones geométricas que nos pueden proporcionar información
sobre los métodos de trazados empleados en aquella época.

La ordenación tipológica y funcional.

Como indica Álvaro Rendón, cuando el investigador se acerca por primera vez a los
signos lapidarios cree descubrir en ellos un lenguaje contenedor de todo tipo de

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mensajes esotéricos, pero si alguna vez fue cierto, no tenemos la menor probabilidad
de descifrarlos porque las claves se perdieron hace siglos y, aunque así fuese, ¿cómo
podríamos tener la certeza de haber dado con el mensaje correcto? Solo nos queda
especular con los datos que tenemos y adoptar una actitud creativa, trasladar nuestra
mentalidad moderna a la del cantero medieval y establecer ciertos límites y algunas
reglas básicas, como consensuar una clasificación que funcione en el mayor número de
niveles de lectura.

En el proyecto SIGNO hemos establecido una clasificación que contempla tres niveles
de interpretación, acordes a los tres posibles niveles de significación. De esta forma es
posible describir una marca de cantería desde perspectivas que en ningún caso son
excluyentes. Un signo lapidario tiene una forma, cuya estructura puede ser reglada o
libre, es decir, estar sujeta a algún tipo de patrón geométrico o no. A su vez, la forma
puede tener diversas funciones, indicando la identidad del artesano o bien sirviendo
como apoyo durante la construcción del edificio como hemos visto. A su vez, forma y
función pueden llevar asociados aspectos simbólicos relativos a las creencias de
quienes las labraron. Un signo lapidario puede tener hasta tres niveles de lectura, por
lo que su clasificación se debe realizar atendiendo a su aspecto formal, a sus funciones
y a sus posibles significados.

Figura 5. La triple clasificación tipológica y multidisciplinar.


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Estas tres jerarquías contemplan todos los aspectos susceptibles de ser analizados y
son complementarias, de forma que podemos comenzar la clasificación por cualquiera
de ellas. Un signo lapidario tiene una forma, cuya estructura puede ser reglada o libre,
es decir, estar sujeta a un patrón geométrico o no. A su vez, las formas pueden
responder a una función, indicando la identidad de su autor o bien sirviendo como
apoyo durante la construcción del edificio. Además, forma y función pueden llevar
asociados otros aspectos simbólicos relativos al oficio y a las creencias de quienes las
labraron.

Como ejercicio metodológico, la clasificación que proponemos trata de suplir la falta


de documentación, sobre todo entre entre los siglos XI y XIII, partiendo de las
evidencias que proporciona el registro arqueológico. Hemos empleado la clasificación
establecida por Jean-Louis Van Belle, responsable del C.I.R.G. (Centre International de
Recherches Glyptographiques), añadiendo un nuevo apartado de tipos geométricos
que contempla cualquier tipo de segmento y figura, ya sean simples o compuestos. La
ventaja de la clasificación que proponemos es que integra las diferentes teorías
haciendo de ellas las categorías de una ordenación que pretende abarcar todo el
espectro. Esto nos permite agrupar las propuestas y vincular los tipos de marcas de
cantería a los diversos grados de especialización de quienes participaban en la
construcción de un edificio.

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Figura 7. Cuadros comparativos y tablas por tipos y ubicaciones del catálogo del
proyecto SIGNO.

De esta manera podemos distinguir las marcas de cantería cuya función era práctica,
realizadas por los artesanos que tallaban los sillares y los albañiles encargados de su
colocación, como segmentos, ángulos, cruces, aspas y otros signos sencillos que no
requieren para su trazado conocimientos de geometría, de aquéllas otras, más
complejas en sus diseños, que podrían haber sido trazadas siguiendo las indicaciones
de un oficial o el maestro de obras para indicar aspectos constitutivos del edificio o de
los trazado que empleaban para la construcción del edificio y los elementos que lo
conforman.

La construcción con piedra y piezas regularizadas requiere planteamientos tales como


la coplanaridad, la perpendicularidad, la verticalidad y la proporcionalidad, que hacen
de la obra de cantería algo conceptualmente inseparable de los principios de la
geometría tridimensional, que se aplicaban en la concepción general en el plano de la
construcción así como de todos los elementos arquitectónicos necesarios. Ello implica
también el trabajo a pie de obra, es decir, su aplicación para la solución de los
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problemas arquitectónicos que toda obra plantea. En este contexto, las marcas de
cantería, habrían ayudado en la transmisión necesaria de información a los artesanos,
albañiles y oficiales que participaban en una construcción; desde la extracción de la
piedra de su medio natural, pasando por su corte, tallado y labrado hasta la colocación
final en el edificio. La importancia de algunos signos lapidarios radica en su estructura
geométrica, que puede darnos algunas pistas sobre cómo fueron aplicados los
módulos empleados en la construcción de los edificios y el diseño de los elementos
arquitectónicos que los conforman. Una vez descubiertas estas tramas geométricas es
posible establecer una hipótesis sobre la naturaleza de los modelos proporcionales que
fueron empleados.

Marcas de cantería de estructura reglada.

¿Qué conclusiones podemos extraer de los diferentes tipos de marcas de cantería, su


distribución y frecuencia? Por su misma constitución geométrica y ubicación, un grupo
de signos lapidarios, minoritario pero no por ello menos importante, nos aportaría
cierta información sobre las técnicas de labra de la piedra y los métodos de trazado
empleados por los diversos grados de artesanos y oficiales. El arquitecto Franz Rziha en
su obra publicada en 1881 presentó las conclusiones a las que había llegado tras
estudiar las marcas de identidad pertenecientes a los gremios de constructores de la
federación de logias de la Bauhütte, que estuvo operativa entre los siglos xiv y xv, y
cuyas logias se establecieron en las ciudades de Estrasburgo, Colonia, Viena y Berna.
Tras demostrar que los miembros de estas corporaciones poseían unos signos que los
identificaban y que su denominador común es de orden geométrico, demostró que
podía dar razón de sus formas en función de cuatro tipos de claves geométricas que se
obtienen a partir de la duplicación y rotación de cuadrados y triángulos inscritos en un
círculo cuyo radio es la medida de referencia.

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Figura 8. Marcas de cantería de la catedral de Ulm sobre red cuadrada. Ilustración


extraída del libro "Etudes sur les marques de tailleurs de pierre", de Franz Rziha (Ed. La
Nef de Salomon).

Álvaro Rendón Gómez, tras analizar más de un millar de marcas de cantería en función
de las redes geométricas propuestas por Franz Rziha se dio cuenta de que en muchos
casos las correspondencias no son tan claras como cabría de esperar, sobre todo en el
caso de las marcas de cantería de edificios románicos. Por otro lado, ni todos los signos
lapidarios son marcas geométricas, en el sentido de poseer una ley de formación
interna, ni todas las marcas de cantería fueron confeccionadas con el rigor que luego
queremos aplicar mediante un análisis geométrico en función de las redes. Los análisis
de marcas de cantería, sobre todo de época románica, deben ir encaminados a buscar
una mayor simplicidad a la hora de comprobar su posible estructura reglada. El propio
trabajo de modelar la piedra, directo e intuitivo, aconseja aplicar un proceso de análisis
más parejo al proceder del artesano, como se muestra en el siguiente caso de una
marca de cantero de la catedral de Tortosa.
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Figura 9. El método de análisis inverso en función de una red cuadrada básica.

En este análisis se ha empleado como vertical básica la misma prolongación de la cruz


latina y como línea horizontal la que une los extremos superiores del aspa al pie de la
misma. Ambas líneas se cortan en el centro del círculo que ha de contener al signo
lapidario. Como no podía ser de otra forma, los sucesivos cuadrados inscritos en una
progresión de Platón acotan perfectamente los extremos de la cruz y el aspa. Y he aquí
la paradoja: llegamos a un principio de retícula cuadrangular mediante el trazado de
una clave geométrica simple, lo que nos indica que podemos encontrar diversos tipos
de trazados que no tienen por qué adaptarse a las redes góticas de los signos de honor
de los miembros de las logias de constructores de la Baühutte. En la siguiente imagen
se pueden apreciar distintos tipos de signos lapidarios en forma de cruz y cómo se
obtienen sus diseños a partir de una red basada en la figura del cuadrado y con apoyos
mediante movimientos de compás con aberturas iguales al radio del círculo de
partida..

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Figura 10. Ejemplos de marcas de cantero en forma de cruz sobre la red básica
cuadrada.

Este carácter aglutinador de la geometría permite el estudio de las marcas de cantería


desde una perspectiva científica en función de sus trazados según los fundamentos de
la geometría de regla y compás. Hasta la más flamante catedral fue concebida según
principios geométricos sencillos, aunque tremendamente efectivos, que vertebran y
garantizan el equilibrio del conjunto de fuerzas que actúan en su alzado.

Una hipótesis de trabajo: las marcas de trazado.

También podemos encontrar marcas de cantería que no se obtienen a partir de las


redes geométricas propuestas por Franz Rziha ni tampoco mediante el método de
análisis inverso de Álvaro Rendón, sino que sus trazados son libres, aunque sometidos
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a las normas de la geometría clásica de regla y compás. Podemos encontrar lapidarios


que son verdaderas proposiciones geométricas relacionadas con cálculos gráficos de
proporciones. Y eso no es todo. En ocasiones, las razones geométricas presentes en los
trazados este tipo de signos lapidarios es posible extrapolarlas a aspectos constitutivos
de los edificios donde se encuentran grabados tales como la naturaleza de los sistemas
de proporciones y la estereotomía de los elementos arquitectónicos que forman el
conjunto.En estos casos, nos referimos a estos lapidarios con el nombre de marcas de
trazado, pues su estructura reproduce patrones geométricos que pueden ser aplicados
en la construcción de un edificio para determinar sus proporciones o bien para diseñar
los elementos arquitectónicos que los conforman.

Hace ya un tiempo que venimos estudiando un tipo de marcas de cantería bastante


singular. Hemos denominado a estos lapidarios “ballestas” por su parecido con estas
armas. Es el caso de las marcas de cantería presentes en la catedral de Santiago de
Compostela.

Figura 11. Marcas de cantero en forma de ballesta de la catedral de Santiago de


Compostela.

Lo más interesante es que las razones de las proporciones de las ballestas, aceptando
un rango de error de un 3%, son prácticamente las mismas que articulan las

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proporciones principales de la planta en cruz latina de la catedral. Si colocamos la


marca de cantero en forma ballesta sobre el la planta ideal dibujada por John Conant
de forma que el travesaño se corresponda con la longitud de la nave mayor, desde el
pórtico hasta el muro exterior de la capilla del Salvador, entonces la cuerda indica la
longitud del transepto, incluyendo los contrafuertes, tal y como hemos podido
observar en las ballestas de otros templos también con planta en forma de cruz latina.
Colocada de esta manera, además, el arco tendido de la ballesta acota perfectamente
la cabecera de la catedral.

Figura 12. Signo lapidario en forma de ballesta (en rojo) sobre la planta ideal de la
catedral de Santiago de Compostela.

¿Se trata de una casualidad? ¿Podemos encontrar alguna evidencia que indique que el
trazado de las ballestas se refiere a las proporciones del conjunto catedralicio? La
descripción de la catedral jacobea del Codex Calixtinus no es ningún texto al uso, sino
una de las descripciones arquitectónicas más exactas que conocemos de la época. Fue
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redactado alrededor de 1140 y contiene indicaciones precisas sobre las torres y la


portada occidental, incluso con medidas que se pueden comprobar en la actualidad.
Las indicaciones sobre las medidas del conjunto catedralicio denotan un gran interés
por parte del autor para describir las proporciones de la catedral y reflejan, con una
exactitud notable, la realidad arquitectónica de la catedral en torno al año 1135. En
capítulo IX del libro V se recogen las longitudes de la nave mayor y el transepto, es
decir, las proporciones de su longitud respecto a su anchura:

«La basílica de Santiago tiene, pues de longitud, cincuenta y tres alzadas de hombre, a
saber, desde la puerta occidental hasta el altar del Salvador. De anchura, en cambio, es
decir, desde la Puerta Francesa hasta la del mediodía, tiene treinta y nueve. Su altura
por dentro mide catorce alzadas. Su longitud y su anchura por fuera no hay quien
pueda saberlo. La iglesia en sí consta de nueve naves en la parte inferior y seis en la
superior, y una capilla mayor, en la que se halla situada, y una girola y cuerpo y con dos
brazos, y otras ocho capillas pequeñas más, cada una con su respectivo altar».

Curiosamente 53/39 es igual a 1,35…, es decir, el cociente que arrojan las proporciones
de la cruz que forman el travesaño y la cuerda de las marcas de cantería en forma de

ballesta. El análisis geométrico nos descubre que esta razón es , por lo

que es posible reproducirla mediante el uso de regla y compás de forma precisa. De


ello se desprende, en primer lugar, que se trata de una razón que responde a una regla
geométrica, lo que nos permite descartar el azar respecto a su estructura formal, y, en
segundo, que las ballestas fueron realizadas siguiendo las indicaciones de alguien que
conocía cuáles iban a ser las proporciones del conjunto catedralicio, tal y como serían
recogidas posteriormente en el Codex Calixtinus.

Marcas de cantería y geometría: una investigación abierta.

Como escribe Fernando Sánchez Dragó en su Historia Mágica de España en referencia


a la actividad de los gremios de constructores:

«(…) Ese jardín abierto para pocos, paraíso cerrado para muchos agrupaba, al calor y al
arrimo de un código no menos secreto, a quienes por vía de la iniciación habían

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aprendido a trabajar la piedra no como meros alarifes asalariados, sino como genuinos
maestros conscientes de que la materia prima de su oficio era y es el único ingrediente
no perecedero de cuantos borbotean en los alambiques y retortas del laboratorio de la
madre naturaleza y, por lo tanto, el más indicado para transmitir símbolos, mensajes y
enseñanzas sin fecha de caducidad. De piedra dicen que eran –no lo olvidemos- las
Tablas de la Ley».

Las marcas de cantería tienen un papel destacado en el conocimiento de los procesos


constructivos medievales, pudiéndose considerar a la gliptografía como una ciencia
auxiliar de la historia del arte, y en particular de la arquitectura, pues resultan de gran
ayuda a la hora de determinar la cronología y las diversas etapas constructivas de los
edificios, sobre todo cuando no contamos con documentación escrita. Este argot
canteril tenía una doble finalidad: transmitir órdenes de trabajo y expresar aspectos
relacionados con el oficio y la transmisión de conocimientos en el ámbito de las
actividades de los gremios.

Según la teoría más difundida, los canteros medievales con sus marcas sobre la piedra,
indicaban la autoría de su trabajo para cobrar el salario correspondiente. El problema
es que al clasificar las marcas de cantería bajo un mismo epígrafe corremos el riesgo de
pasar por alto detalles interesantes. No creemos, por lo tanto, que todas las marcas de
cantería fuesen realizadas con el fin exclusivo de cobrar por las piezas talladas. En su
gran mayoría así es, son las marcas comunes, pero en ocasiones sus estructuras están
determinadas por reglas geométricas concretas. Marcas de cantería las hay de muchos
tipo no solo por la mayor o menor precisión en sus facturas, que denotan la pericia de
quien las realizó, sino por la incorporación de reglas geométricas que implican unos
conocimientos que en entre los siglos XI y XIII un artesano o un albañil no podían
tener. Su trabajo consistía en extraer los bloques de la cantera, regularizar las piezas,
pulirlas y colocarlas en la obra según las indicaciones de los oficiales y la planificación
realizada por el maestro arquitecto.

Así pues, además de las funciones relacionadas con la planificación y la ejecución de las
construcciones propias de las marcas de cantería más comunes, hay un grupo de cuyos
trazados se pueden inferir principios de la Geometria Fabrorum que practicaban los
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artesanos y los constructores de la época. Desde este punto de vista, estas marcas de
cantería, a las que nos referiremos como marcas de trazado, constituirían un lenguaje
caracterizado por ser la expresión de una geometría del plano basada en criterios de
semejanza que permiten establecer axiomas para resolver problemas relacionados con
la construcción, como son la medición de extensiones y el cálculo de superficies.

Las comparaciones entre las proporciones de las marcas de cantería y las trazas de las
construcciones deber realizarse tan sólo con el objeto de identificar aquellas relaciones
que pudieran ser comunes y estarían relacionadas con los métodos de construcción
empleados en la Edad Media. No se trata de encajar milimétricamente lapidarios y
trazas, tan sólo advertir que se observan similitudes razonables entre las proporciones
de unas y las formas de las otras. Este grupo de marcas de cantería, minoritario pero
no por ello menos importante, formarían parte de la historia de la geometría aplicada
al oficio de la construcción. Se parte de lo más pequeño para llegar a lo más grande,
del bloque de piedra extraído en la cantera a los sillares escuadrados de los
paramentos; de las dovelas que forman los arcos a las columnas y los pilares que
sostienen las bóvedas. Durante este proceso en el que la materia bruta va dando paso
a las formas regulares del edificio, la figura geométrica, el signo, está constantemente
presente.

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Figura 13. Marca de trazado de la iglesia de Santo Domingo de Alcañiz, en Teruel y


rectángulos de proporciones áureas (a+b+c/d = 1,61) y cuadrática (c/d = 1,41).

Era tan importante la geometría en su trabajo, tanto desde su aspecto técnico como
desde su vertiente intelectual y espiritual, que llegó a adquirir un sentido sagrado. En
este contexto, las marcas de cantería, con sus grados y diversas funciones, eran el
argot mediante el cual se transmitían aspectos relacionados con el oficio; un alfabeto
que en lugar de letras está formado por segmentos, ángulos y polígonos. Quien es
capaz de leer entre líneas las casi infinitas formas que adoptan puede descubrir las
claves de una antigua tradición constructiva antigua que nos remite a una concepción
pitagórica según la cual los números y las relaciones que se establecen entre ellos son
el fundamento de las reglas de proporción y armonía que rigen la ciencia y el arte de la
construcción. Es lógico pensar que, quizás para preservar tales fórmulas magistrales,
los arquitectos medievales empleasen el lenguaje que mejor dominaban y que algunos
lapidarios hubiesen sido trazados siguiendo sus indicaciones de forma similar a cómo
proyectaba arcos, pórticos, altares, columnas, bóvedas y plantas; es decir, siguiendo
los mismos principios geométricos.
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© Rafael Fuster Ruiz y Jordi Aguadé Torrell

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Jordi Aguadé Torrell - safecreative.org/work/1505164106333

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