Tomado de la web
La misión de éste artículo es explicar de manera sencilla, superficial si es
preciso, sacrificando incluso cierto rigor científico, qué son las Aperturas
Temporales y para qué sirven, quien es el Doble y para qué es necesario o qué
beneficios puede aportar el trabajo con éstas Aperturas a una persona normal.
Comencemos con algo de historia, Garnier, un físico de fluidos que ha estudiado
los conceptos del tiempo y el espacio con profundidad, ha llegado a
conclusiones muy interesantes corroboradas por la física cuántica, que
confluyen en afirmar que existen varios universos en donde el tiempo y el
espacio se desdoblan de una determinada manera. Garnier descubrió esto en
1988 y estableció en años posteriores el protocolo para usarlo en beneficio del
ciudadano común.
Lo que durante siglos sólo podía conseguirse tras un arduo trabajo en el seno
de órdenes herméticas secretas o discretas, adscritas a diversas tradiciones,
ahora es posible realizarlo siguiendo ciertos protocolos que ahorran trabajo y
sacrificios al estudiante. Ya no es necesario recorrer una larga escalera de
peldaños y estudios, de arduas pruebas y demostraciones de idoneidad, para
lograr uno de los fines últimos que busca todo adepto o iniciado de una orden o
sociedad iniciática: comunicarse con su Santo Ángel Guardián y acceder al
profundo conocimiento que esto encierra.
Según ésta teoría, hablar con el Doble, pedirle ayuda, no solo es útil, sino que
se trataría de algo imprescindible si queremos mejorar nuestra vida y avanzar
en nivel de conciencia.
Como mínimo, el trabajo con el Doble aporta paz interior, claridad mental,
lucidez y facilidad para tomar sabias decisiones orientadas a un futuro ideal.
¿No les parece algo digno de ser tomado en cuenta?
En la práctica, el motivo más común de las personas para hablar con el Doble
suele ser para pedirle que nos ayude a resolver nuestros problemas cotidianos
y a elegir el mejor camino, de entre todos los posibles que se abren ante
nosotros. Pero los que han practicado las aperturas hablan de que el
conocimiento, el entendimiento y una profunda paz y equilibrio interior se
empiezan a adueñar de sus vidas cuando ejercitan los protocolos de
comunicación establecidos según la técnica de Garnier, que han mejorado y
perfeccionado algunos de sus seguidores, como la argentina Alejandra Casado,
cuya labor divulgativa la ha impulsado a colgar vídeos en Internet explicando un
proceso que solo la práctica vuelve sencillo. Ni siquiera estos vídeos son
excesivamente aptos para ser divulgados y entendidos por la gente de la calle,
pero es mi intención colgarlos para que estén a disposición de todo el mundo.
Terminología sencilla para neófitos de la Teoría Garnier
Apertura Temporal
Falla o hueco en el espacio tiempo, a través de la cual nuestro Doble puede
comunicarse con nosotros.
Doble
Yo ideal, muy experimentado y situado en un plano superior de conciencia, al
que podemos recurrir para que nos ayude a resolver problemas y para tener un
futuro mejor.
“De día es muy difícil controlar el pensamiento, pero justo antes de quedarnos
dormidos tenemos un minuto, y basta con que durante ese minuto controlemos:
esa es la manera de conectar con esa parte energética, llamémosla el doble,
para pedirle que solucione los problemas”
¿?
Tenemos la sensación de percibir un tiempo continuo. Sin embargo, tal como
demuestran los diagnósticos por imágenes, en nuestro cerebro se imprimen
solamente imágenes intermitentes. Entre dos instantes perceptibles siempre
hay un instante imperceptible.
¿Cómo en el cine, que sólo vemos 24 imágenes por segundo?
Sí, la número 25 no la vemos, es subliminal. En publicidad se ha utilizado ese
tipo de imágenes para influir con éxito en nuestro comportamiento, lo que ha
mostrado que lo subliminal es accesible a nuestra memoria. El desdoblamiento
del tiempo ha sido probado científicamente y la teoría ha dado justificaciones
a escala de partículas y a escala de sistema solar.
No.
En los años 20, Paul Langevin demostró que si un gemelo viajaba a la velocidad
de la luz, envejecía menos que el que se quedaba quieto. A Langevin no le
creyeron. Hubo que esperar 50 años: en 1970, gracias a los relojes atómicos,
se comprobó esa ley.