Un poco de historia
Tal vez para entender un poco más sobre la neurociencia sirva dar una mirada a la
historia de la misma. El griego Hipócrates, (Cos, c. 460 a. C.-Tesalia c. 370 a. C.), considerado
el padre de la medicina, asentó al cerebro como el centro de las emociones, la percepción y la
cognición. En Roma, Galeno logró diferenciar según su dureza al cerebelo y al cerebro,
adjudicando a cada uno de estos sus dominios: los músculos al primero; la memoria y
sensaciones al segundo.
En la era moderna René Descartes planteó que el cerebro rige nuestra conducta animal
y el espíritu (res cogitans) las actividades más elevadas, abriendo con esto la problemática
mente-cerebro que hasta el día de hoy sigue apasionando las conversas filosóficas.
El español Santiago Ramón y Cajal descubrió lo que hoy se conoce con el nombre de
sinapsis, esto es, el traspaso de electricidad de una neurona a otra. Birkmayer y Hornikiewicz,
que generaron L-dopa para contrarrestar la disminución de dopamina en pacientes de
Parkinson, ayudaron a dar un paso gigantesco en la bioquímica, una de las ciencias en las que
se sustenta la neurociencia.
La médula espinal no forma parte del cerebro, pero es un componente clave del sistema
nervioso central, ya que comunica el cerebro con el resto del organismo, trasladando impulsos
nerviosos procedentes de distintas zonas corporales y enviando señales y órdenes desde el
cerebro a distintas regiones del cuerpo. En muchas ocasiones, sin embargo, la médula espinal
produce una actuación por sí misma, sin que la información llegue a ser transmitida al cerebro.
Por ejemplo, cuando retiramos rápidamente la mano del fuego para no quemarnos, la médula
espinal actúa ante esta situación de emergencia, de forma refleja.
Neurociencia y vos
Todo esto puede parecer muy interesante, pero el mismo termino neurociencia nos trae la idea
de científicos en un laboratorio, electrodos, tomografías, y con eso genera una sensación de
algo lejano y complicado; sin embargo, la neurociencia también puede ser aplicada a la vida
cotidiana para mejorar nuestro rendimiento y productividad.
Por ejemplo, si queremos recordar algo, es preferible tomar nota con lápiz y papel: cuando
escribimos en papel ocurre un proceso cerebral muy distinto que al utilizar la computadora o
el celular, grabándose en nuestra memoria de una manera más efectiva.
Una rama de la neurociencia que trabaja la concentración y la relajación consciente, el
mindfulness, recomienda en casos de ira, desanimo o stress, enfocar la atención en la
respiración abdominal, que tiene por sí sola la capacidad de producir la secreción de
hormonas como la serotonina y la endorfina y mejorar la sintonía entre los hemisferios
cerebrales.
Otra medida es observar como nos hablamos a nosotros mismos (llamado dentro de la
neurociencia ¨self talk¨): la tomografía de emisión de positrones visualiza cómo las personas
que se hablan a sí mismas de una manera más positiva consiguieron remodelar físicamente su
estructura cerebral de manera positiva. La mente es un intérprete fiel de lo que percibe, lo
traduce en impulsos eléctricos y crea respuestas: de acuerdo a como nos dirijamos a nosotros
mismos, es la imagen que creará de nosotros.