Una de las conclusiones a las que se ha arribado es que, las relaciones entre
origen social y rendimiento académico muestra que la distribución del bien educativo
presenta características desiguales, dado que es más frecuente encontrar mayores
problemas de aprendizaje entre los alumnos que pertenecen a sectores sociales
más desfavorecidos. Estas situaciones se ven reflejadas en aspectos recurrentes
como son la repitencia y el abandono, fracaso escolar.
Un ejemplo preciso, lo menciona Claudia Peiró al decir que los niños hoy en día
internalizan el lenguaje escrito y oral en 2° grado, cuando antes se lograban estas
habilidades en 1° grado.
Analizando esta situación, percibo que la crisis actual no pasa por los objetivos
o la pedagogía, sino por la falta de consideración del ámbito educativo que contiene
a nuestros niños, a nuestros jóvenes, a nuestras escuelas, a nuestra sociedad y por
ende, al futuro.
Un futuro incierto espera a la educación pública, dado que está abandonada,
quedando en la misma realidad, los alumnos.
Hoy en día nos enfrentamos a una escuela que se conforma como resultado de
proceso de globalización y creciente empobrecimiento y exclusión de la población
orientadas a la producción de nuevas personas y nuevas identidades sociales.
Paulo Freire (1985) afirma en su teoría que es meta de la educación dar a los
estudiantes de la clase trabajadora las herramientas que necesitan para recuperar
sus propias vidas, historias y voces.