Problematizar la realidad nos invita a tomar una postura crítica acerca de nuestros
conocimientos sobre la realidad escolar; cuestionando la percepción que contamos
acerca de la escuela, nuestra mirada, ponernos en cuestión como sujetos cognoscentes,
hacernos otras preguntas, intentando ir más allá de los formatos escolares habituales.
El acto de revisitar la escuela nos sitúa ante prácticas y sucesos que como para nosotros
ya son conocidos no abren a nuevos conocimientos y terminan naturalizándose como
tales. A partir de esto la autora introduce la cuestión de las ilusiones y desengaños que
producen tensión entre los sujetos que se encuentran situados en distintas posiciones,
el “fenómeno de los mundos superpuestos”, mi mundo y el del otro. Ante esta
situación propone una distancia que no fortalezca el mito de unos y de otros. Por
último, Nicastro plantea recuperar los sentidos que se inscriben en discursos y prácticas
concretas, es decir, el sentido, la lectura, de lo escolar en el acto de revisitar la escuela.
Muchas veces las representaciones, las imágenes, que alguien tiene sobre el alumno, el
docente, el ambiente del aula, no se adecua exactamente, a la realidad .Es decir, el
sentido de los hechos, las prácticas, son vistas como certezas incuestionables, a pesar
de que las mismas están siendo cuestionadas. Es en el análisis de estas situaciones
donde la autora propone volver la mirada.
La autora plantea, nos ofrece, una invitación para empezar a pensar las instituciones
escolares como complejidad, aludiendo a la incertidumbre, la dificultad, la
multireferencialidad, de un escenario en el cual las relaciones unicausales y lineales no
son suficientes para contar la dinámica de la misma. De acuerdo con esto y para
complejizar la propuesta de revisitar la mirada sobre la escuela, en el capítulo III
propone retornar la mirada en la relación pedagógica, tratando de exhibir la realidad
del trabajo docente, preguntándose sobre los efectos que el docente provoca sobre sus
alumnos y cómo ellos contribuyen, participan y aportan a su formación. Por esta razón,
Nicastro analiza, examina, algunas condiciones de la relación pedagógica que colaboran
con este revisitar, intentando que se promueva, genere un entendimiento entre el
docente y el alumno, brindándole un lugar al alumno, donde se creen situaciones que
funcionen principalmente como mediadoras del acto pedagógico.
En el último capítulo, hace hincapié en revisitar algunos conceptos que son utilizados
habitualmente en el análisis institucional, entre ellos el espacio escolar y el tiempo
institucional. La autora propone volver a mirar el espacio escolar como lugar, no sólo
caracterizar el espacio físico de la escuela para luego interrogarse por las relaciones que
en ella se producen, sino advertir que esas relaciones pueden leerse de otro modo,
pueden producir situaciones escolares diversas.
La autora realiza una invitación, un gran desafío de revisitar la mirada sobre la escuela
desde cada una de sus posiciones, con el objeto de no quedarnos reflexionando
nostálgicamente sobre el pasado, sino recuperarlo para entender las experiencia y
prácticas del día a día escolar y no seguir esperando que sucedan aquellas cosas que el
avance del tiempo y las condiciones de nuestro contexto no nos devolverán, entonces
sin vivir un “presente perpetuo “volver a mirar continuamente las situaciones escolares
actuales.