La arqueología es aquella ciencia que permite que las personas puedan tocar el pasado con sus
propias manos y a partir de esta experiencia, adquirir un saber sobre los tiempos pasados que es narrado en interesantes y fantásticas historias sobre cómo vivían los seres humanos años, siglos y milenios atrás. Juliana Velandia
Conforti, M. E. (2010). Las representaciones de los arqueólogos sobre el proceso de comunicación
pública de la ciencia. Mamül Mapu: pasado y presente de la arqueología pampeana, 215-228.
La actividad arqueológica no culmina cuando el producto de la interpretación de
las investigaciones es ofrecido al interior de la comunidad académica para su discusión.
En América Latina, la difusión del conocimiento arqueológico comenzó a ser especialmente
estudiada a partir de la instauración de los regímenes democráticos, de acuerdo con la situación específica y distinta de cada país (Politis 1995)
La arqueología es una disciplina de perfil académico. Sin embargo, como en toda
disciplina social es muy importante el establecimiento de vínculos con la comunidad para dar a conocer sus resultados, valoración que los propios arqueólogos ponen de manifiesto en sus representaciones. Entonces, el arqueólogo deviene en portador de un saber-poder, un intelectual transformativo que puede tomar una postura políticamente activa en la relación entre arqueología y comunidad, otorgando un sentido diferente a su práctica. Haciendo de su lugar, un espacio de poder capilar (sensu Foucault 1992). Esta situación lleva al reconocimiento de la relevancia de la comunicación en el fortalecimiento del vínculo entre instituciones y contexto social como problema que alcanza al conjunto de las ciencias sociales, en tanto replanteo crítico de las formas de concebir y de hacer “ciencia”. Resulta crucial, entonces, apelar al uso de estrategias comunicativas que permitan la democratización de los conocimientos en sectores cada vez más amplios de la sociedad, así como una contribución sistemática al sistema educativo formal y a las instancias de educación no formal.
La importancia de interactuar con el público radica no solo en conocer sus opiniones
sino en que ese conocimiento e interacción sirva para modificar las metodologías de trabajo de campo y como estrategia de comunicación, en el proceso de transposición de conocimientos, esto significa un valor agregado para la investigación científica y particularmente para la arqueología pública: conocer para intervenir. Como sostiene Funari (2004: 83), no hay una arqueología neutra y la arqueología pública es cada vez más popular. A pesar de ello, esto aún es preocupación de una minoría, pero se visualiza una clara tendencia de la disciplina en dirección al compromiso social. En las últimas décadas, cada vez más la arqueología se interesa en la interacción con la gente. Sin embargo, Podría afirmarse que hasta tanto estos temas no comiencen a ser sustancialmente analizados y cuestionados al interior de la disciplina, así como debatidos y reflexionados en el ámbito científico y social, no se visualizará un cambio significativo y profundo. Por el contrario continuará siendo una mera actividad voluntarista de algunos profesionales.