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Alasdair Maclntyre

Animales racionales
y dependientes
Por qué los seres humanos
necesitamos las virtudes
SUMARIO

OON.--�f:M---II'iti00-

1 (Q¿q�::2,8'_� Prefacio ..................................... . 9

l. Vulnerabilidad, dependencia, animalidad ........... . 15


2. El ser humano en comparación con los animales, el ser
humano como animal ........................... . 25
i 3. La inteligencia del delfín .........................
lo . 35
4. ¿Pueden tener creencias los animales que carecen de len-
guaje? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
S. ¿Cuán pobre es el mundo del animal no humano? .... . 61
6. Razones para actuar . . . . . � . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
7. Vulnerabilidad, florecimiento, bienes y «bien» ....... . 81
1 l 8. ¿Cómo llegamos a ser razonadores prácticos e indepen­
/<' 1 dientes? ¿Qué �apel desempeñan en ello las virtudes? .. 99
9. Relaciones sociales, razonamiento práctico, bienes comu-
nes y bienes individuales ......................... . 119
10. Las virtudes del reconocimiento de la dependencia 141
11. Las estructuras políticas y sociales del bien común ... . 153
12. Representantes, amigos, veracidad ................. . 173
13. Compromiso moral e investigación racional ......... . 183

Índice analítico y de nombres ........................ . 197


PREFACIO

En 1925, John Dewey pronunció la primera serie de Conferen­


cias Paul Carus (patrocinadas recientemente por la familia Ca­
rus) que poco tiempo después fue publicada por la editorial Open
Court con el título Experience and Nature. Las Conferencias fue­
ron y son un homenaje al doctor Paul Carus, licenciado por la
Universidad de Tubinga, fundador de Open Court y de Monist, y
director de la editorial Open Court hasta su fallecimiento, en 1919.
La comunidad de filosófos estadounidenses ha tenido, durante
más de setenta años, motivos para sentir un agradecimiento
permanente hacia Paul Carus, la familia Carus y la editorial
Open Court. Sumo, ahora, mi agradecimiento también.
El presente libro es una versión revisada y ampliada de las
tres Conferencias Carus que dicté en 1997, en las reuniones ce­
lebradas por la Pacific Division de l a Asociación de Filósofos de
Estados Unidos. Al reescribirlas me he dado cuenta de que de­
heria haber dicho mucho más de lo que entonces dije y al releer
ahora la versión escrita me he percatado aún más de la insufi­
ciencia de mis respuestas a las dos preguntas principales que
he abordado. Estoy mucho más convencido ahora de lo que es­
taba al inicio de este trabajo de la importancia fundamental
que tienen estas preguntas, no sólo en la investigación filosófi­
ca sino también para quienquiera que se preocupe por reflexio­
nar sobre las dimensiones morales de su vida práctica.
10 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES PREFACIO 11

Las dos preguntas a las que me refiero son las siguientes: entre el ser humano y otras especies animales inteligentes, de­
¿Por qué es importante estudiar y entender lo que el ser huma­ jará en la penumbra aspectos fundamentales de ese desarro­
no tiene en común con miembros de otras especies animales llo; Una de las limitaciones que resultan de ello, de enorme im­
inteligentes? y ¿Por qué es importante que los filósofos de la portancia en sí misma, es la incapacidad para comprender la
moral estudien la vulnerabilidad y la discapacidad humanas? naturaleza y el grado de vulnerabilidad y discapacidad del ser
Ninguna de ellas, muy espeCialmente la segunda, ha recibido humano. El no reconocer adecuadamente este aspecto central
suficiente atención por parte de la filosofía moral. Por ello, de la vida humana me impidió percatarme de otros aspectos
puede dar la impresión de que éste sea un trabajo de enmienda, relevantes del papel que desempeñan las virtudes en la vida del
y así es. Pero el filósofo a quien quiero corregir es a mí mismo: ser humano.
No hé sido capaz de darme cuenta de la importancia de estas Un segundo campo en el que es necesario que corrija y desa­
preguntas y por eso deseo, fervientemente, enmendar los erro­ rrolle lo que había escrito anteriormente se refiere al vínculo
res y las limitaciones que de ello han derivado. De modo que que existe entre Aristóteles y santo Tomás de Aquino, tal como
este libro no es sólo una continuación, sino también una co­ lo había expuesto en Whose Justice? Which Rationality? y en
rrección de algunas de mis investigaciones anteriores en Tras la Tres versiones rivales de la ética. En general, aún comparto la
virtud, Whose Justice? Which Ration.ality? y Tres versiones riva­ idea de los comentaristas que sostienen que santo Tomás de
les de la ética. Aquino no sólo fue, en sus indagaciones filosóficas, un aristoté­
En Tras la virtud procuré ofrecer una explicación del lugar lico, sino a menudo también un agudo y perspicaz intérprete y
que ocupan las virtudes, entendidas en el sentido aristotélico, adaptador de Aristóteles. Pero me equivoqué al subestimar el
situándolas en el marco de las prácticas sociales, de la vida de los grado y la profundidad de las diferencias en sus actitudes con
individuos y la vida de las comunidades, al mismo tiempo que respecto al reconocimiento de la dependencia, debido en parte
independizaba esa explicación de lo que denominé la «biología al uso que hace santo Tomás, en su interpretación de Aristóte­
metafísica» de Aristóteles. No obstante, aunque hay buenas les, de algo semejante al principio de caridad de Davidson. Esta
razones para rechazar algunos elementos importantes de la idea se me ocurrió por primera vez al leer una oración de santo
biología de Aristóteles, ahora considero que me equivoqué al Tomás en que pide a Dios que le conceda la posibilidad de com­
suponer que era posible una ética independiente de la biología, partir l o que tiene, felizmente, con aquellos que lo necesitan, y
por lo que agradezco a aquellos críticos que defendieron esta la posibilidad de pedir humildemente aquello que necesita a
idea en contra de mi opinión. Ello se debe a dos razones distin­ quienes lo poseen; aunque no estuviese en la intención de santo
tas, aunque relacionadas entre sí. La primera es que ninguna Tomás, esta oración ruega, en efecto, no compartir algunas de
explicación de los bienes, las normas y las virtudes que definen las actitudes de la megalopsychos de Aristóteles. Ello me hizo
la vida moral será satisfactoria si no logra explicar (o apuntar al pensar que la explicación de las virtudes de santo Tomás n o
menos hacia una explicación) cómo es posible la vida moral sólo complementa l a d e Aristóteles, sino que también l a corrige
para seres constituidos biológicamente como el ser humano, en mucha mayor medida de lo que me había dado cuenta. Esta
ofreciendo una explicación del desarrollo humano hacia esa idea ha tenido para mí consecuencias mucho mayores, que n o
forma de vida y dentro de ella. Ese desarrollo tiene como punto s e refieren tan sólo a mi interpretación de algunos pasajes de la
de partida la condición animal originaria del ser humano. En filosofía de la moral de santo Tomás.
segundo lugar, la incapacidad para entender dicha condición y La primera vez que cobré conciencia de la importancia que
para entender cómo puede ser iluminada por la comparación tiene en la vida del ser humano la vulnerabilidad ante los peli-
12 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES PREFACIO 13

gros y daños físicos y mentales, no fue gracias a la filosofía. Por último, deseo mencionar, con la más cálida gratitud, a
Tardé más tiempo del que debería en darme cuenta de la tras­ aquellos con quienes he contraído una deuda personal: a mi pa­
cendencia que tenía el hecho de que una gran parte de la filo­ dre, que me hizo reparar en estos temas hace tiempo; a aquellos
sofía moral no se hubiese ocupado de ello. La relectura de santo cuyos estudios reforzaron esa conciencia, especialmente en sus
Tomás no sólo me puso de manifiesto dicha trascendencia, diferentes sentidos, Eva Feder .Kittay, Hans S. Reinders, Anita
sino que orientó mi trabajo hacia algunos de los recursos que Silvers y Thomas I. White; a quienes leyeron este libro, o par­
santo Tomás aporta para explicar las virtudes que se refieren te de él, en los diferentes momentos de su elaboración y que
no sólo a la condición animal del ser humano, sino a la necesi­ impidieron que cometiera algunos errores, y que en ciertos ca­
dad de reconocer la vulnerabilidad y dependencia que resultan sos opinarán, al leer esta última versión, que apenas aprendí
de ella. nada de ellos: Robert Brandon, Owen Flanagan, Eugene Gar­
Mi explicación de las virtudes entra en conflicto, en grado di­ ver, Eva Feder Kittay, Robert B. Louden, John McDowell, Janet
verso, no sólo con otros puntos de vista aristotélicos sino tam­ Mann, Anita Silvers, David Solomon, T homas l. White, Margaret
bién con las interpretaciones kantianas, utilitaristas y contrac­ D. Wilson (ya fallecida) y los miembros del departamento de fi­
tualistas, debido precisamente a que es aristotélico-tomista. En losofía del Boston College, Georgetown University y la Univer­
diversos pasajes de este libro doy cuenta de algunas de esas de­ sidad de Notre Dame, que comentaron versiones anteriores de
savenencias, pero con el propósito fundamental de aclarar mi algunas partes del texto; y a Larry D. Russell, por su participa­
propia explicación. No debe suponerse que con ello pretenda, ción fundamental en la producción de este libro. Mi mayor deu­
ni siquiera remotamente, haber refutado esas otras explicacio­ da la tengo con mi esposa, Lynn Sumida Joy, mis hijas, Toni,
nes. Se trata en todo caso de una ·invitación: mostrar que cada Jean y Helen, y mi hijo Daniel.
una de esas perspectivas puede otorgar un lugar adecuado a los
hechos relativos a la animalidad, discapacidad y vulnerabilidad ALASDA1R MAclNTYRE
y a la necesidad de reconocerlos. Durham, Carolina del Norte
Desde luego, siguen sin estar resueltos muchos temas filo­ Octubre de 1998
sóficos. He dado por supuesta la validez de algunas posturas
filosóficas, cuya defensa requeriría una extensa argumentación
y sólo he apuntado el sentido de tales argumentos. Es necesario
destacar principalmente cuatro áreas: la identidad humana, la
percepción, la relación entre el juicio de valor y el juicio de he­
cho, y la realidad psicológica de ciertos rasgos de carácter. Las
posturas que asumo suponen un rechazo de las explicaciones
de la identidad personal derivadas de Locke, de las interpre­
taciones kantianas o cuasikantianas de la percepción, de una
serie de puntos de vista en la metaética y también del escepti­
cismo con respecto a la realidad psicológica de los rasgos de
carácter y, por lo tanto, con respecto a la realidad de las virtu­
des y los vicios. Cada una de dichas posturas exigiría un trata­
miento extenso, lo que no ha sido posible en este espacio.
1

VULNERABILIDAD, DEPENDENCIA,
ANIMALIDAD

Los seres humanos son vulnerables a una gran cantidad de


aflicciones diversas y la mayoria padece alguna enfermedad
grave en uno u otro momentos de su vida. La forma como cada
uno se enfrenta a ello depende sólo en una pequeña parte de sí
mismo. Lo más frecuente es que todo individuo dependa de los
demás para su supervivencia, no digamos ya para su floreci­
miento, cuando se enfrenta a una enfermedad o lesión corpo­
ral, una alimentación defectuosa, deficiencias y perturbaciones
mentales y la agresión o negligencia humanas. Esta dependencia
de otros individuos a fin de obtener protección y sustento resulta
muy evidente durante la infancia y la senectud, pero entre estas
primera y última etapas en la vida del ser humano suele haber
períodos más o menos largos en que se padece alguna lesión,
enfermedad o discapacidad, y hay algunos casos en que se está
discapacitado de por vida.
Estos dos conjuntos de hechos relacionados entre sí, los que
se refieren a la vulnerabilidad y las aflicciones, y los que se re­
fieren al grado de dependencia de unas personas con respecto
a otras, son tan importantes por sí mismos que ningún autor
que aspire a dar una explicación convincente de la condición
humana puede dejar de concederles un lugar privilegiado. Sin
embargo, la historia de la filosofía moral en Occidente parece
decir lo contrario. Desde Platón hasta Moore y en adelante, tan
16 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES VULNERABILIDAD, DEPENDENCIA, ANIMALIDAD 17

sólo suele haber, con raras excepciones, referencias de paso a la d e quienes gozan «de mejor salud o mejor ánimo» favorece lo
vulnerabilidad y aflicción humanas y a la relación entre éstas y que podrían ser sólo ilusiones tentadoras sobre los placeres de
l a dependencia entre las personas. Con cierta frecuencia se re­ la riqueza y la grandeza, pero son ilusiones beneficiosas desde
conocen algunas limitaciones del ser humano, así como la ne­ el punto de vista económico. «Esta ilusión estimula y mantie­
cesidad de la cooperación, pero en la mayoría de los casos ape­ ne en movimiento continuo la laboriosidad del género huma­
nas se hace mención de ello y el tema se deja de lado. Cuando no.» Incluso alguien tan perspicaz como Adam Smith encuen­
se habla en los libros de filosofía moral de los enfermos o de tra de inmediato una razón para dejar a un lado la enfermedad
quienes padecen alguna lesión o sufren alguna discapacidad, se y la senectud, cuando se detiene a pensar en el horizonte que
les trata casi exclusivamente como individuos que pueden ser ofrecen. En esto, Smith representa a la filosofía moral en ge­
objeto de benevolencia por parte de los agentes morales, quie­ neral.
nes aparecen, en cambio, como sujetos continua y constante­ Con la dependencia sucede lo mismo que con la vulnerabili­
mente racionales, con buena salud y que no padecen alteración dad y la aflicción. Suele reconocerse con frecuencia y en térmi­
alguna. De ese modo, al reflexionar sobre la discapacidad, se nos generales la dependencia de los demás, normalmente como
invita a pensar en los «discapacitados» como «ellos» diferentes algo necesario para alcanzar metas positivas, pero por lo gene­
é:le «nosotros», como un grupo de personas distintas y no como ral falta un reconocimiento de la magnitud de esa dependencia y
individuos como nosotros, en cuya situación nos hemos visto del hecho de que, de varios modos, proviene de la vulnerabilidad
alguna vez, o nos vemos ahora o probablemente nos veremos y las aflicciones. Recientemente, la filosofía feminista ha dado
en el futuro. un gran paso adelante para corregir esto; primero, porque com­
Adam Smith sirve de ejemplo. Al comentar qué es lo que prender que la ceguera respecto a la mujer y su denigración es­
hace que los «placeres de la riqueza y la grandeza... enciendan tán vinculadas con los intentos masculinos de negar el hecho de
la imaginación como algo magnífico y hermoso», señala que la dependencia, pero también porque subraya la importancia
«durante la languidez de la enfermedad y la fatiga de la senec­ de la relación madre-hijo como paradigma de las relaciones mo­
tud», todo ello deja de ser tan impresionante, puesto que en rales (tengo en mente, en particular, la obra de Virginia Held).
esos momentos uno se da cuenta de que la obtención de rique­ Incluso, más recientemente, se ha llevado a cabo un sorpren­
zas y grandezas deja a quienes las poseen «tan expuestos como dente trabajo de análisis filosófico sobre la naturaleza de la dis­
siempre, y en ocasiones aún más que antes, a la ansiedad, al capacidad y la condición de los discapacitados y las personas
miedo y la pesadumbre, a las enfermedades, al peligro y a la dependientes: por ejemplo, Hans S. Reinders en Holanda y en
muerte».1 En opinión de Adam Smith, empero, indagar más en Estados Unidos Eva Feder Kittay, quien también ha contribui­
ello sería una equivocación. do de manera importante en debates feministas.2 Este tipo de
Fijar la atención en ese aspecto supone adoptar una «filo­
sofía pesimista», consecuencia de la «enfermedad o el desáni­ 2 . Véanse la obra de Hans S. Reinders, Fut ure of the Disabled i n Liberal Society, No­
mo» sobre una imaginacion «que parece constreñida en el do­ tre Dame, Universi ty of Notre Dame Press, 2000, y Eva Feder Kittay, •Human De pen­
dency and Rawlsian Equality», en Femirzists Rethink the Self, Diana Tietjens Meyers
lor y la tristeza», de modo que deja de estar «encantada con la (comp.), Boulder, Colorado, Westview Press, 1996; «Taking Dependency Seriously: T h e
belleza de ese espacio que reina en los palacios y la economía F amil y a n d Medica! Leav e Act Considered in Ligh t of the Social Organization o f Depen­
dency Work and Gender Equality», en Hypacia, 10, l, invierno de 1995; y •"Not My Way,
de los grandes. .'.». Adam Smith reconoce que la imaginación
Sesha, Your Way, Slowly": "Maternal Thinking" in the Raising of a child with Profound
Intellectual Disabilities», en No easy answers: Mothering in the US today, Julia Hanis­
l. Adam Smith, La teoría de los sentimientos morales, IV, capítulo l. berg y Sara Ruddick (comps.), Nueva York, Beacon Press, 1998. Su libro Love's lAbor:
18 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES VULNERABILIDAD. DEPENDENCIA, ANIMALIDAD 19

estudios apenas están comenzando a ejercer una influencia sis­ plican una incapacidad para reconocer la importancia de la
temática en la filosofía moral predominante en Occidente, lo dimensión corporal de la existencia, o incluso el rechazo de di­
que no es muy sorprendente teniendo en cuenta los rasgos del cha dimensión. Es posible que esas actitudes estén arraigadas
legado de la filosofía moral que hemos comentado. en la conciencia, y en todo caso son reforzadas por el hecho de
Por lo tanto, la pregunta que surge es: ¿Qué consecuencias que el ser humano se concibe y se imagina a sí mismo como di­
tendría para la filosofía moral considerar el hecho de la vul­ ferente del animal, libre del peligro de una condición de «Sim­
nerabilidad y la aflicción, y el hecho de la dependencia como ple» animalidad. Esta concepción defectuosa de sí mismo, esta
rasgos fundamentales de la condición humana? Y una pregun­ imagen incompleta puede darse en el plano del pensamiento
ta adicional: ¿De qué modo deberíamos empezar a responder a y la práctica cotidianos coexistiendo con frecuencia, y sin ex­
esta pregunta? En el campo de la filosofía, generalmente el pun­ cesiva dificultad, con un reconocimiento teórico de la historia
to de partida determina en parte el resultado de la investiga­ evolutiva del ser humano. A menudo los prejuicios culturales
ción. Un punto de partida posible es reconocer que los hábitos separan el presente del ser humano de su pasado y a veces en­
mentales que han impedido que los filósofos morales vieran cuentran un punto de apoyo en una teorización filosófica, en sí
con claridad la importancia de los fenómenos de la aflicción y misma desprejuiciada. De manera que las teorías filosóficas
la dependencia no sólo están ampliamente extendidos, sino que que se ocupan de la distinción entre los miembros de la especie
resulta realmente difícil desprenderse de ellos. Al fin y al cabo, humana y los de otras especies animales pueden, aparentemen­
son nuestros hábitos y forman parte de un modo de pensar que te, justificar la cre�ncia de que l a racionalidad del ser humano
no proviene sólo de las investigaciones de la filosofía moral, en cuanto ser pensante es, de algún modo, independiente de s u
sino que se adquiere como parte de la cultura más amplia que animalidad (como s e verá más adelante, algunos teóricos han
sirve de trasfondo a dichas investigaciones. De manera que se­ sostenido que los animales no humanos no pueden tener pen­
ría bueno comenzar recelando de nosotros mismos, puesto que samien tos creencias o razones para actuar). En consecuencia,
,

cualquiera que sea el lenguaje filosófico en que se formulen las el ser humano puede olvidarse de su propio cuerpo y olvidar
primeras investigaciones, cualesquiera que sean los recursos fi­ que su manera de pensar es la que corresponde a una especie
losóficos con que contemos para esbozadas, estaremos inclina­ animal.
dos a pensar de tal manera que nos será difícil comprender Existe también otra relación, quizá más fundamental, entre la
cuán sustantivo es el cambio que hace falta en nuestro punto de condición animal del ser humano y su vulnerabilidad. Una de
vista. las ideas centrales de este libro es que las virtudes que el ser hu­
Las discapacidades física y mental son aflicciones del cuer­ mano necesita para desarrollarse a partir de su condición ani­
po; por lo tanto, los hábitos de pensamiento que expresan una mal inicial y llegar a ser un agente racional e independiente, así
actitud de negación de la discapacidad y la dependencia im- como las virtudes que requiere para hacer frente a la vulnerabi­
lidad y la discapacidad (tanto las d e uno mismo como las de los
Essays on Women Equality and Dependence, Londres y Nueva York, Routledge, 1998 va demás), pertenecen a un único conjunto de virtudes: las virtu­
a ser un importante punto de partida pata nuevos debates. Véanse también Susan Wen­
des propias de los animales racionales y dependientes, cuyos
dell, The rejected body: Feminist philosophical reflections on Disability, Nueva York, Rou­
tledge, 1996, y la reseña de la misma realizada por Anita Silvers, en Ethics 108, 3, abril, rasgos de dependencia, racionalidad y animalidad deben ser
1998. Otro libro determinante va a ser Disability, Difference, Discrimination: Perspecti­ entendidos en sus relaciones recíprocas.
ves on Justice in Bioethics and Public Policy, de Anita Silvers, David Wasserman y Mary
Por lo tanto, para tener en cuenta debidamente los fenóme­
Mahowald, con un epílogo de Lawrence Becker, Lanham, MD, Rowman and Littlefield,
1999. nos de la discapacidad y la dependencia, quizá sea necesario
20 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES VULNERABILIDAD, DEPENDENCIA, ANIMALIDAD 21

comenzar con una nueva afirmación de la animalidad humana. cuerpo del ser humano, el alma no es la totalidad del ser huma­
Una manera de hacerlo consiste en volver a los escritos de Aris­ no y mi alma no es Yo».6 A lo mejor ésta es una lección que de­
tóteles, aunque sólo sea porque ningún otro filósofo se ha to­ bamos aprender de nuevo quienes nos definimos hoy en día
mado más en serio la animalidad humana. A pesar de todo, sus como aristotélicos modernos a partir quizá de aquellas investi­
obras más importantes pueden ser interpretadas, y han sido en gaciones fenomenológicas que también hicieron posible que
ocasiones interpretadas, de modo que pierden su utilidad y su Merleau-Ponty concluyera que yo soy mi cuerpo.
capacidad educativa. «Todos los animales no humanos», escri­ Olvidarse de la condición animal del ser humano no es, des­
bió Aristóteles, «viven mediante la percepción y la memoria y de luego, el único obstáculo para el reconocimiento de la aflic­
poseen muy poca experiencia, pero la especie humana también ción y la dependencia. El propio Aristóteles ejemplifica otras
vive mediante la sabiduría y el razonamiento».3 A veces, el argu­ dos actitudes que impiden ese reconocimiento. Entendió muy
mento de Aristóteles para definir al ser humano como un ser bien la importancia de ciertas formas de experiencia para la
propiamente racional se ha interpretado como si hubiese queri­ práctica racional («es posible ver» escribió, «que quienes po­
do decir que la racionalidad no es en sí misma una propiedad seen experiencia son más eficaces que quienes poseen razón
animal, sino la propiedad que separa al ser humano de su ani­ pero carecen de experiencia»)/ sin embargo, ni en la ética ni en
malidad. Aristóteles no cometió tal error, por supuesto. La phro­ la política concedió peso alguno a la experiencia de aquellos
nesis, la capacidad para el razonamiento práctico,4 es una capa­ que con más seguridad debían padecer aflicciones y dependen­
cidad que él, y posteriormente santo Tomás, atribuyeron tanto cia: las mujeres, los esclavos y criados, quienes trabajaban en
al ser humano como a algunos animales no humanos, en virtud labores productivas como campesinos, pescadores y obreros.
de su capacidad para prever.5 Esto, claro está, obliga a pregun­ «En los asuntos importantes deliberamos con otras personas
tarse de qué manera se relaciona la phrónesis de ciertas clases y desconfiamos de nosotros para tomar decisiones».8 Pero re­
de animales no humanos con la racionalidad específica y dis­ sulta de la mayor importancia quiénes son las otras personas
•,,1 tintiva del ser humano. No obstante, algunos comentaristas que escogemos para deliberar con ellas, y es posible que la difi­
han pasado por alto este problema, por lo que no han formula­ cultad de Aristóteles para reconocer la aflicción y la dependen­
do las preguntas pertinentes acerca de la relación que existe en cia fuese, en parte al menos, consecuencia de sus exclusiones
el ser humano entre la animalidad y la racionalidad. Han su­ políticas.
bestimado la trascendencia que tiene el hecho de que el cuerpo El segupdo obstáculo está constituido por dos característi­
del ser humano sea un cuerpo animal, que tiene la identidad y cas de la virtud masculina según la concibe Aristóteles. Cuando
la cohesión de todo cuerpo animal, y no han sido capaces de re­ comenta la necesidad que el ser humano tiene de los amigos,
conocer debidamente que, en lo que se refiere a esta vida, resul­ particularmente, en momentos de adversidad o de pérdidas,
ta cierto que el ser humano no simplemente tiene un cuerpo, sostiene que quienes poseen hombría se distinguen de las muje­
sino que es su cuerpo. Otros comentaristas sí han comprendido res porque no desean que otros se entristezcan por su pena. No
esto; la lectura de Aristóteles y del comentario de Ibn Rushd,
llevó a santo Tomás a sostener: «Puesto que el alma es parte del
6. Santo Tomás de Aquino, Commentary on Paul's First Letter to the Corinthians
i
XV, 1, 1 1 ; hay que señalar también que santo Tomás, a diferenc a de la mayoría de los
autores modernos, se refiere con frecuencia a los animales no humanos como «los de­
3. Aristóteles, Metafísica A, 980b 25-28. más animales».
4. Aristóteles, Ética nico máquea VI. 1 1 40b 4·6, 20-21 . 7. Aristóteles, Meta(Csica A 981a 1 4 - 1 5.
5. !bid., 1 1 4 1 a 26-28. 8. Aristóteles, Ética nico máquea III, 1 1 1 2b 10-11.
22 A N I M A L E S RACIONALES Y DE PENDIENTES V U L N E RABILIDAD, DEPE NDENCIA, ANIMALIDAD 23

desean hacer sufrir a los demás, al compartir su pérdida.9 Cla­ primeras actividades de la infancia como posteriormente, el ser
ramente da por supuesto que el hombre que actúa como mujer humano se comporta en relación con el mundo de una mane­
a este respecto, es inferior en su virtud masculina. Además, al ra muy similar a la del resto de animales inteligentes: a pesar
hombre magnánimo, que es el modelo de la virtud en la teoría de trascender algunas de sus limitaciones, no se separa nunca
de Aristóteles, le desagrada reconocer de cualquier modo su ne­ enteramente de lo que tiene en común con ellos. De hecho, la
cesidad de ayuda o consuelo por parte de los demás. «Le aver­ capacidad para trascender esas limitaciones depende en parte
güenza recibir ayuda, porque es propio del superior prestar de algunas de esas características animales, entre ellas el carác­
ayuda y propio del inferior recibirla.» 1 0 Enseguida, señala Aris­ ter de su identidad.
tóteles que «el hombre magnánimo olvida lo que ha recibido, No es cuestión sólo de que el cuerpo humano sea un cuerpo
pero recuerda lo que ha concedido, y no le agrada que le re­ animal con la identidad y la consistencia de un cuerpo ani­
cuerden lo primero, pero escucha con agrado lo segundo». 1 1 mal. como ya hemos dicho. La identidad humana es fundamen­
De esta manera, Aristóteles precedió a Adam Smith, así como talmente corporal (aunque no sea sólo corporal) y es, por lo
a muchos otros, al introducir en la filosofía moral el punto de tanto, identidad animal; la consistencia de las relaciones con
vista de quienes se consideran superiores por su autosuficiencia, los demás en parte se define con respecto a esa identidad ani­
y de quienes fijan sus criterios a partir de aquellos que se consi­ mal. Entre los diferentes males que afligen al ser humano están
deran superiores por su autosuficiencia. En consecuencia, Aris­ aquéllos que alteran esa consistencia (la pérdida o lesión de la
tóteles también fue precursor de esa típica incapacidad para memoria, por ejemplo, o la desfigl+ración que impide que los
reconocer debidamente la aflicción y la dependencia. De todas demás nos reconozcan), así como aquéllas que nos discapaci­
maneras, para tratar de corregir ese defecto de la filosofía mo­ tan de otra forma.
ral, será necesario (en eso consistirá mi planteamiento) apoyar­ Un segundo conjunto de tesis se refiere a la importancia mo­
se en muy buena medida en conceptos, tesis y argumentos de ral que tiene reconocer no sólo la vulnerabilidad y la aflicción,
Aristóteles. A pesar de que es importante rechazar ciertos ar­ sino también la dependencia que generan. La filosofía moral
gumentos de Aristóteles y de algunos aristotélicos, Aristóteles moderna ha puesto un gran énfasis en la autonomía del indivi­
aportó los mejores recursos con los que contamos hasta ahora duo, en su capacidad para formular elecciones independientes,
para identificar en qué yerran dichos argumentos y cómo po­ lo cual es comprensible y correcto. Sin embargo, mi idea es que
drían enmendarse esos errores. De modo .que en ciertos temas las virtudes de la actuación racional independiente sólo pueden
será necesario usar a Aristóteles en contra del propio Aristóte­ ejercerse adecuadamente acompañadas de lo que denomina­
les, a veces con la ayuda de santo Tomás, con el propósito de ré las virtudes del reconocimiento de la dependencia y que si
defender tres conjuntos de tesis. esto no se comprende, tampoco podrán verse con claridad cier­
El primero se refiere a las similitudes y rasgos en común del tos rasgos de la actuación racional. Además, los dos conjuntos
ser humano con miembros de otras especies animales inteli­ de virtudes son necesarios para realizar las potencialidades es­
gentes. Sostendré la idea de que, a pesar de la importancia fun­ pecíficas que caracterizan al animal racional humano; ahora
damental de las diferencias existentes entre el ser humano y to­ bien: para comprender su importancia y su lugar en la clase de
das las demás especies, también es importante que tanto en las vida que permite el florecimiento humano, hace falta averiguar
cómo y por qué son necesarios.
9. lbid., IX, 1 17lb 6012. ¿Qué tipo de relación social y qué concepción del bien co­
1 O. lbid., IV, 1 1 24b 9- JO.
11. !bid.• 12- 18.
mún se requieren para que dentro de un grupo social se conser-
24 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES

ven y transmitan las virtudes de la independencia racional y del


reconocimiento de la dependencia? Es posible encontrar res­
puestas para esa clase de preguntas en un tercer conjunto de te­
sis, con las cuales quiero argumentar que ni el Estado-nación
moderno ni tampoco la familia actual pueden proporcionar la
clase de asociación social y política que sería necesaria.

EL SER HUMANO EN COMPARACIÓN


CON LOS ANIMALES, EL SER HUMANO
COMO ANIMAL

Los animales se aproximan cuando se les llama por


su nombre. Igual que los seres humanos.

L. WITTGENSTEIN

Desde sus primeros usos en el siglo XVI, en inglés y otros


idiomas europeos, la palabra «animal» y las demás expresio­
nes asociadas a ella se han utilizado para denominar a una
clase compuesta por arañas, abejas, chimpancés, delfines y
por seres humanos, como distintos de las plantas, los seres
inanimados, los ángeles y Dios, pero también para denominar
a la clase formada únicamente por animales no humanos. E n
l a cultura occidental moderna h a sido predominante esta úl­
tima acepción y, con ella, se ha hecho también predominante
un modo de pensar que desvía la atención de todo lo que el
ser humano comparte con otras especies animales y se sitúa
en oposición a las viejas formas de pensamiento aristotélicas
y al naturalismo evolutivo moderno posterior a Darwin. E l
aristotelismo centraba s u atención en la distinción entre lo
vivo y lo inanimado, incluyendo al ser humano dentro del géne­
ro «animal», de manera que incluso la racionalidad específica
26 A N I M A L E S R A C I ONALES Y D E P E N D I E NT E S E L SER HUMANO EN COMPARACIÓN CON LOS ANIMALES [ . . . ) 27

del ser humano debía entenderse como u n a racionalidad ani­ del lenguaje. Finalmente se concluye que, debido a que los ani­
mal. De Darwin, por otra parte, ya se debería haber aprendido males no humanos no poseen lenguaje, o al menos el tipo de
a estas alturas que la historia humana, antes que cualquier lenguaje requerido, carecen por ende de la capacidad o facultad
otra cosa, es la historia natural de una especie animal más, y en cuestión. Así es como se ha argumentado de diferentes ma­
que siempre puede ser necesario, y con frecuencia lo es, poner­ neras que los animales no humanos no pueden tener pensa­
la en comparación con la historia de algunas otras especies mientos, que deben carecer de creencias, que no pueden actuar
animales.1 movidos por razones y que, en su i nteracción con los objetos de
Aunque todos nosotros, o casi todos, sabemos eso, también su experiencia, los conceptos les son ajenos.
tendemos a olvidarlo en demasiadas circunstancias; es una ten­ Los filósofos que llegan a estas conclusiones suelen ser, p o r
dencia cultural que se ve reforzada por el hecho de que se pres­ lo general, cuidadosos y no niegan que los animales n o huma­
te atención casi exclusivamente a lo que en efecto distingue al nos perciban, sientan y en algunos casos muestren al menos
ser humano de las demás especies, y que se tiende a exagerar cierta inteligencia. La insensatez cometida por Descartes al
esa diferencia. Existe cierto tipo de filosofía reciente que ha insistir en que los animales no h umanos no sólo carecen de
contribuido a consolidar esta idea y cuya influencia resulta de­ pensamiento e inteligencia, sino también de capacidad para
cisiva debido a sus extraordinarios logros en la investigación sentir o percibir de manera genuina, ha resultado ser u n a
sobre la naturaleza del lenguaje y sobre la variedad de formas advertencia muy saludable. Pero sucede también por l o gene­
en que el uso del lenguaje permite al ser humano relacionarse ral, con pocas aunque importantes excepciones, que rara vez
con aquellos con quienes habla y con aquello sobre lo que ha­ se detiene alguno de estos filósofos a considerar que podría
bla. Estas investigaciones han ocupado un lugar central, con resultar interesante en s í mismo desde el punto de vista filo­
frecuencia el lugar central, tanto para los filósofos guiados por sófico, el estudio de las semejanzas y analogías de las percep­
los nombres de Wittgenstein, Austin, Quine y Davidson, como ciones, los sentimientos y las acciones inteligentes de ciertas
para los que han sido influidos de modo decisivo por Husserl, especies no humanas, o bien que ese estudio podría servir
Heidegger y Gadamer. Estos dos grupos de filósofos comparten para entender mejor la percepción, los sentimientos y la inteli­
los mismos patrones argumentales con respecto a los animales gencia práctica del ser humano. Quizás ello se deba en parte a
no humanos. que sus conclusiones les llevan a esbozar una única línea divi­
Los argumentos discurren, comúnmente, del modo que si­ soria entre el conjunto de los animales no humanos, por u n
gue. Se toma como objeto de investigación una determinada lado, y e l s e r humano, p o r otro, motivo p o r el cual no s e pres­
capacidad humana: la capacidad para albergar pensamientos, ta especial atención a especies concretas de animales no h u ­
creencias o para actuar movidos por razones, o la facultad para manos cuyas características pudieran ser de particular impor­
formular y utilizar conceptos. Entonces, se demuestra que, en tancia.
contra de la opinión de algún filósofo precedente, el ejercicio Desde luego, eso no significa que esos filósofos no mencio­
humano de esa capacidad concreta requiere la posesión y el uso nen, ocasionalmente, a miembros de especies concretas para
usarlos como ejemplo. La lagartija de Heidegger, el perro y el
l . Para conocer los debates sobre la relación entre Aristóteles y Darwin, véanse gato de Malcolm o el perro de Kenny, son personajes habitua­
E. Gilson, From Aristotle ro Darwin and Back Again, Notre Dame, University of Notre les en los análisis (Descartes recurrió a ejemplos con ovejas
Dame Press, 1984 (trad. cast.: De Aristóteles a Darwin (y vuelta), Navana, Eunsa, 1988)
y lobos, así como con cabras, orugas y gusanos). Pero es s i n
y, especialmente, Larry Arnhart, Darwinian Natural Right: The Biological Ethics of Hu­
man Nature, Albany, Nueva York, State University of New York Press, 1998. duda excepcional e l profundo estudio filosófico que Jonathan
28 ANIMALES R A C I O N A L E S Y DEPENDIENTES EL S E R H U M A N O E N C O MPARACIÓN CON LOS A N I M A L E S [ . . . ] 29

Bennett2 desarrolló a partir de lo que se sabe de las abejas, o el puede surgir en quienes están privados de dicha relación, bien
de T homas I. White,3 sobre los delfines. El desinterés hacia las sea por algún defecto psicológico grave o, corno en el caso de
especies particulares de animales importa porque hay diferen­ Descartes, por influencia de una teoría filosófica.
cias significativas y relevantes entre ellas; pero también porque Esto no quiere decir que el conocimiento de los demás sea
implica un grado de abstracción y distanciamiento que nos ale­ cuestión de simpatía y empatía sensible, suscitadas por la ac­
ja demasiado de esa relación inmediata con miembros concre­ ción e interacción; sin ellas, no sería posible imputar razones a
tos de especies concretas, de la que en última instancia deriva las acciones de otros que hagan inteligible su conducta y permi­
nuestra capacidad de comprensión interpretativa de los anima­ tan una respuesta que resulte, a su vez, inteligible. (Desde luego,
les, humanos o no. Las equivocaciones de Descartes se refieren a veces puede responderse, sin ninguna dificultad, a una acción
tanto a los seres humanos como a los animales no humanos, y aunque no se tenga conciencia de las razones, si las hubiera, que
tienen su origen e n la convicción de que las ideas que los hu­ le dieron origen. Pero sucede con frecuencia que se reacciona de
manos se forman sobre los pensamientos, sentimientos y deci­ una manera concreta frente a una acción precisamente porque
siones de los demás están basadas, enteramente, en inferencias ésta obedece a una razón y no a otra, y se sabe cómo reaccionar
a partir de su conducta y expresiones manifiestas. Es cierto gracias a que es posible identificar dicha razón.)
que a� veces es necesario «conjeturan> por inferencia lo que otra Nada de esto es objeto de mayor debate cuando se trata de la
persona piensa o siente; pero incluso en esos casos existe el relación entre un ser humano y otro. Pero lo que me interesa
apoyo de un conocimiento interpretativo primario y funda­ plantear es que no existe una gran diferencia en el caso de la re­
mental de los pensamientos y sentimientos de los demás, que lación entre un ser humano y miembros de algunas otras espe­
ni tiene una justificación inferencia! ni la necesita. ¿Qué tipo cies animales. Pensemos, e n primer lugar, en la manera como el
de conocimiento es éste? Es una forma de conocimiento prácti­ ser humano desarrolla en general y de modo característico la
co, un saber cómo interpretar, que se deriva de interacciones capacidad para saber cuándo algún otro individuo está sintien­
.;:•• sociales complejas, donde nuestras reacciones ante los demás y do dolor. Un niño, que aún no habla, se cae, se lastima y grita;
sus reacciones ante nuestras reacciones generan un reconoci­ su madre le dice: «¿Te duele?» y le coloca una venda. En ese
miento por ambas partes de los pensamientos y sentimientos a momento, el niño aprende a reemplazar, en situaciones seme­
los que cada quien está respondiendo. Por supuesto, todos po­ jantes, el grito o lamento por un «me duele», y se da cuenta de
· dernos cometer errores alguna vez, pero la capacidad misma que los demás han reconocido el significado de esa expresió n
para identificar dichos errores supone la facultad de percibir cuando dicen, refiriéndose a él, que «le duele». Los niños que
conscientemente lo que los demás piensan y sienten. La com­ aprenden que ésa es una manera de obtener la atención de los
prensión interpretativa de los otros deriva del contacto con adultos dicen «me duele» o «tengo dolor» aunque no sea cierto.
ellos y es inseparable de ese contacto; una duda cartesiana Por lo general, tanto las madres corno otros adultos saben cómo
acerca de los pensamientos y sentimientos de los demás sólo reconocer esas mentiras y responder a ellas debidamente, aun­
que alguna veces se dejen engañar. En este caso, la inferencia
tiene lugar, pese a que sea un lugar secundario: «No te quejes
2. Jonathan Bennett, Rationality, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1964, pági­
nas. 8-32. así. Un golpe tan leve no puede dolerte tanto».
3. Thomas l. White, ccls a Dolphin a Person?,, en Discovering Philosophy, Upper La secuencia comienza como una serie de respuestas inte­
Sadclle River, Prentice Hall, 1996, y junto con Denise L. Herzing del Proyecto sobre
el Delfín Salvaje, «Dolphins and the Question of Personhood,, en Etica & Animali, nú­
ractivas y se transforma, primero, en el reconocimiento de las
mero especial sobre los animales y la condición de persona, 1998, págs. 64-84. intenciones que están implícitas en las respuestas y, después, en
30 A N I M A L E S RACI O N A L E S Y DEPENDIENTES E L SER H U M A N O EN C O M PA R A C I Ó N CON LOS A N I M A L E S [ . . . ] 31

el reconocimiento de que cada intención incluye la intención de «Resulta que, en ciertos casos, l a orden "siéntate" exige una
ser reconocida por la otra persona corno tal intención. Frases enorme cantidad de trabajo. . . El perro se sentará en medio del
tales como «Le duele» o «Está preocupada porque me duele» patio, pero no a un metro de la verja... Sentarse cuando está
dan expresión a esos reconocimientos prelingüísticos. La capa­ tranquilo no es lo mismo que hacerlo cuando otro perro le invi­
cidad del ser humano para utilizar y entender la manifestación ta a jugar... Hago que se siente en situaciones tan diferentes
de dichas frases depende de que se disponga del conjunto de res­ como el ingenio y la suerte lo hagan posible.»5 Aun así, eso no
puestas y reconocimientos correspondientes. Las palabras «respues­ significa que se siente en cualquier situación: «Sentarse en un
ta» y «reconocimiento» no son, desde luego, más que formas abre­ charco de agua es completamente inaceptable. » El perro ha cap­
viadas de aludir a una amplia gama de diferentes movimientos tado que el concepto «Siéntate» se amplía hasta que llega a un
reactivos, así como diferentes tipos de identificación, reidenti­ límite.
ficación y clasificación, moldeados por una atención perceptiva En una tercera fase, cuando el perro introduce cambios en
dirigida. No obstante, lo que importa por el momento es darse sus rutinas comunica sus propia i ntenciones. Juguetea o mues­
cuenta de que somos capaces de identificar lo que otras perso­ tra inquietud. Induso los perros bien entrenados manifestarán
nas piensan y sienten, incluso lo que piensan y sienten sobre inquietud cuando se les aproximen personas que tienen miedo
nuestros pensamientos y sentimientos, debido a que participa­ a los perros, porque no saben cómo comportarse, no digamos
mos en un cierto sistema de respuestas y reconocimientos, y ya comunicarse con ellos. Hearne denomina a este tipo de per­
sólo por esa razón. sonas natural bitees, o personas propensas a ser mordidas. Es­
No hay diferencia, a este respecto, con la identificación que tos individuos «son personas cuya aproximación a los perros...
realiza el ser humano de los pensamientos y sentimientos de está contaminada por la epistemología » . 6 Son personas que
miembros de algunas otras especies animales. Vicki Hearne ha buscan premisas a partir de las cuales se pueda inferir el com­
aportado una explicación excelente y de primera mano de lo portamiento del perro, para predecir si tratará de morderles o no.
que implica la relación de mutuo entendimiento que se desa­ La contaminación epistemológica impide a las personas afecta­
rrolla entre un entrenador humano y un perro.4 En una pyjmera das (¿infectadas?) participar en l a única clase de relación que
fase, el entrenador corrige el comportamiento espontáneo del permite adquirir un conocimiento interpretativo de los pensa­
perro hasta que éste reacciona ante las correcciones y se mues­ mientos y sentimientos de los perros (y de los miembros de al­
tra dispuesto a obedecer las órdenes. En una segunda fase, el gunas otras especies); es decir, relaciones expresadas en el com­
perro reconoce las intenciones del entrenador cuando, por portamiento receptivo y sensible. El tipo de conocimiento que
ejemplo, recorre la línea del collar de aprendizaje, o cuando le puede adquirirse por la interacción receptiva y sensible, bien
dice: «¡ Siéntate!» o «¡De pie l » . En este momento, el perro ya se sea con niños pequeños o con perros, con chimpancés, gorilas,
muestra atento a las intenciones del entrenador y éste recono­ elefantes o delfines, justifica que se mire con suspicacia cierta
ce las intenciones del perro cuando responde de una manera y no clase de teorizaciones filosóficas sobre los animales.
de otra; es decir, el perro no sólo aprende a responder a la orden A esta argumentación se le podrían oponer al menos dos ti­
de « ¡ Siéntate! », sino que también reconoce la intención del en­ pos de respuestas. La primera consistiría en decir que tanto l a
·

trenador al darle esa orden. explicación de Hearne sobre su comprensión de los perros como

4. Vick.i Hearne. «How to Say "Fetch!" » , en R.aritan III, 2, otoño de 1983, págs. 1-33, S. !bid. . pág. 16.
reimpreso como capítulo III en Adam's Task, Nueva York, Vi ntage Books, !987. 6. !bid., pág. 17.
32 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES EL SER H U M A N O E N C O M P A R A C I Ó N C O N L O S A N I M A L E S [ . . . ] 33

lo· que yo sostengo sobre los bebés humanos, está tan influido para actuar y capacidad para poseer conceptos o de encontrar
por una teorización filosófica, tan «contaminado» como las opi­ aplicaciones para los conceptos. De manera que sólo hará falta
niones que criticamos. Es posible que Hearne haya aprendido discutir, y hacerlo e n términos filosóficos, si se llega al extremo
de un gran número d e entrenadores, desde Jenofonte hasta de negar que a veces, en este campo, los argumentos filosóficos
William Koehler, pero expone lo que sabe de los perros en tér­ necesitan ser corregidos desde el punto de vista de la práctica y
minos que muestran en particular su deuda con Wittgenstein; la experiencia. No siempre los filósofos han tenido razón cuan­
de hecho, encuentra la manera de aplicar la noción de un «jue­ do han dicho: «Así debe ser» en contra del parecer de quienes
go de lenguaje» a la práctica del entrenamiento. Asimismo, mi poseían la experiencia pertinente que a su vez decían: «No es
explicación del aprendizaje del lenguaje, del dolor en los niños así». ¿·Qué se debe hacer en adelante?
pequeños proviene directamente de Wittgenstein7 y de ideas su­ Mi argumento general se va a desarrollar en tres partes. Pri­
geridas por la teoría de Paul Grice sobre la génesis del significa­ mero, haré un recuento de algunos de los hechos observados e n
do. No obstante, hay que decir que en ninguno de los dos casos miembros d e una especie concreta d e animales inteligentes no
la filosofía aporta los fundamentos para las afirmaciones signi­ humanos, en cuyo caso, de acuerdo con la opinión de casi todos
ficativas. La filosofía únicamente proporciona una manera de los que han interaccionado con ellos, está j ustificada la atribu­
caracterizar los diferentes tipos de experiencia de interacción ción de creencias, pensamientos, s entimientos, razones para ac­
interpretativa sin los que el ser humano sería incapaz de atri­ tuar y la adquisición y uso de conceptos. En segundo lugar, ex­
buir pensamientos y sentimientos a los demás, ya fuesen huma­ pondré los argumentos filosóficos que llegan a la conclusión de
nos recién nacidos, perros u otra cosa. Claro está que las expe­ que dicha atribución no puede justificarse, ya sea para un sub­
riencias interpretativas no son idénticas en ambos casos; de conjunto de dichos factores o bien para todos ellos. Por último,
hecho, importa apelar a la experiencia entre otras cosas, para plantearé la pregunta de si la descripción de un comportamien­
recordar que las experiencias interpretativas a través de las que to inteligente, expuesto en la primera parte, no justifica que s e
se adquiere esta capacidad son, en gran medida, propias y ca­ lleven a cabo algunas distinciones que los argumentos expuestos
racterísticas, específicas de la especie. en la segunda parte han omitido o han tratado sin concederles la
Al argumento anterior podría oponérsele la siguiente réplica: importancia debida. También argumentaré que tales distincio­
las explicaciones sobre l a práctica interpretativa y la experien­ nes tienen implicaciones importantes para nuestras ideas acerca
cia, como la que ofrece Hearne, pueden mostrar cómo .de hecho de la animalidad inteligente no humana y acerca de la relación
se atribuyen pensamientos, sentimientos e intenciones a algu­ del ser humano con otros animales , y con respecto a su propia
nas clases de animales no humanos; sin embargo, no dicen que animalidad. Voy a partir de la descripción del comportamiento
ese hecho esté justificado; son irrelevantes para determinar de un animal en particular, extremadamente inteligente.
cuándo es justificable esa atribución de pensamientos, senti­
mientos e intenciones. Y podría argumentarse que eso es algo
que sólo la argumentación e investigación filosóficas puede
evaluar y decidir. Ahora bien: lo que corresponde exclusivamen­
te a l a filosofía es determinar los límites de aplicación, el uso
correcto de conceptos tales como creencia, pensamiento, razón

7. Especialmente Investigaciones filosóficas. 244.


3

LA INTELIGENCIA
DEL DELFÍN

Los animales inteligentes de l o s que me voy a ocupar per­


tenecen a diferentes especies de delfines, especialmente el Tur­
siops trunca tus o delfín mular y el Delphinus delphis o delfín co­
mún. Podría haber hablado también de varios otros tipos de
animales, como chimpancés, gorilas, perros, caballos o elefan­
tes, pero m e referiré a ellos sólo de manera ocasional. La elec­
ción de los delfines obedece a varias razones. El comporta­
.,u
• · miento de los delfines h a . sido objeto de numerosos estudios.'
La proporción de masa cerebral e n relación con la masa corpo­
ral es similar a la de los primates superiores antropoides y su
corteza cerebral está muy desarrollada, aunque con una arqui­
tectura diferente de la corteza cerebral humana. Los delfines
habitan e n grupos y manadas y su estructura social está bien
definida. Aunque todavía no se c omprenden muy bien las se­
cuencias de silbidos y chillidos que emiten, no hay duda de que
su aprendizaje verbal es notable y se comunican entre sí de ma­
neras muy diversas. Crean diferentes tipos de vínculos socia­
les y muestran afectos y pasiones; pueden sentir miedo y pade­
cer estrés; albergan intenciones y son juguetones y participan

l. Las fuentes más importantes para mi argumento en torno al comportamiento de


los delfines son Dolphin Societies: Discoveries and Puzz/es, Karen Pryor y Kenneth S.
Norris (comps.), Berkeley y Los Ángeles, University of California Press, 1 99 1 .
36 A N I M A L E S R A C I O N A L E S Y D E P E N D IENTES LA INTELIGENCIA D E L D E L F Í N 37

deliberadamente en los juegos, 2 así como en la caza y otras vadores han resultado evidentes las similitudes que existen en­
actividades. A pesar de no ser -tan semejantes al ser humano tre las estrategias que emplean los delfines para alcanzar sus
como los chimpancés y gorilas, con quienes éste comparte mu­ objetivos y las de los seres humanos.
cho más debido a su herencia evolutiva, son capaces de inte­ Para reconocer los objetivos de los delfines, como los de los
raccionar muy bien con el ser humano e incluso, a veces, son seres humanos, hace falta distinguir las acciones propiamente
ellos mismos quienes inician la interacción. Por supuesto, es dichas de lo que no son más que secuencias de movimien­
mucho más importante la naturaleza de la interacción entre u n tos corporales. E n el caso del delfín, al igual que en el del ser
delfín y otro. E n un trabajo dedicado fundamentalmente a re­ humano, una misma serie de movimientos corporales puede
sumir los recursos que el delfín individual posee para apren­ sucederse en diferentes acciones: por ejemplo, el delfín pue­
der de la experiencia, Louis M. Herman ha hecho hincapié en de saltar intencionadamente en el transcurso de una caza y
la necesidad de dicho aprendizaje para que cada delfín sea puede saltar juguetonamente mientras nada después de ca­
capaz de responder a otros delfines de manera que contribuya zar;5 de modo similar, las mismas acciones pueden realizarse
a su propio florecimiento. Herman señala que su estilo de vida en diferentes ocasiones, con diferentes movimientos corpora­
.. � .
. «impone a los individuos severas exigencias de aprendizaje de les: por ejemplo, reconocer el terreno para la manada durante
las características de identificación, incluyendo las conductas una caza. Precisamente debido a que las acciones, a diferencia
de muchos otros individuos y de las modificaciones de la con­ de las secuencias de movimientos corporales, están orientadas
ducta de esos i ndividuos debidas al contexto social y ecoló­ por un propósito, la identificación y clasificación de muchas de
gico ... En última instancia, lo que determina el éxito de cada las acciones de los delfines obliga a atribuirles una búsqueda
delfín individual puede ser el conocimiento social, puesto que intencionada de objetivos determinados.
el delfín es dependiente de la matriz social prácticamente ¿Qué capacidades ejercitan los delfines en esas actividades?
en todos los aspectos de su vida».3 Ese conocimiento social Está la capacidad para reconocer percepciones y para prestar
que se adquiere con el desarrollo de una serie de relaciones, que atención a l o que se percibe, pero también la capacidad para
van de la dependencia inicial respecto a la madre en el mo­ dar una variedad de respuestas distintas ante lo que es percibi­
mento del nacimiento hasta la plena pertenencia a un grupo do y reconocido como un mismo individuo o una misma clase
adulto. de individuo, y la capacidad para una diversidad de expresiones
Eso quiere decir que los delfines de varias especies sólo pue­ emocionales distintas. Cuando el .delfín muestra curiosidad a l
den desarrollarse y florecer porque han aprendido a alcanzar inspeccionar algo que ha llamado s u atención, puede fijarse
sus objetivos mediante estrategias concertadas con otros miem­ primero en un aspecto del objeto y luego en otro; y el mismo
bros de los distintos grupos a los que pertenecen o con los que objeto o tipo de objeto puede provocar diferentes respuestas :
se encuentran. Al menos desde Aristóteles,4 para muchos obser- puede ser tratado como comida o como una oportunidad para
jugar. Igualmente, el delfín expresa afecto hacia otros individuos
a los que reconoce y manifiesta temor hacia ciertos depreda­
2. Véase K. Martin, K. Shariff, S. Psarakos y D. J. W hite , <<Ring Bubbles of Dol­
phins•, en Scientific American, 275, 2, de agosto de 1996.
dores. Por otra parte, la cooperación implica la coordinación
3. Louis M. Herman, op. cit., pág 359;
. véase también K. S. Norris y P. T. Dohl, de las acciones de un delfín con las acciones de otros que persi­
«The structure arid function of cetacean schoo!S>>, en Cetacean Behavior: Mecha­ guen un mismo objetivo. Sólo en la medida en que se atribuye a
nisms and Functions, Louis M . Herman (comp.), Nueva York, John Wiley and Sons,
1980.
4. Aristóteles, Historia de los animales 63la, 7-64. 'i. V. M. Bel'Kovich y otros, «Herd Structure, Hunting and Play•. op. cit., págs. 69-70.
38 ANIMALES RACIONALES Y D E P E N D I E N T E S LA INTELIGENCIA DEL DELFÍN 39

los delfines la capacidad para el ejercicio de una variedad de fa­ verdadera es el hecho de que la acción estuviese o no dirigida
cultades, se les pueden atribuir diferentes objetivos y es posi­ hacia la realización de ese bien concreto, y esa orientación n o
ble, posteriormente, relacionar su capacidad para lograr esos depende de l o que uno puede haberse dicho a s í mismo o l o que
objetivos con su éxito o su fracaso para desarrollarse y florecer haya dicho a los demás antes de actuar o en el momento de ha­
según las características propias de su especie. cerlo, sino que es una consecuencia de que las acciones sean
El bien, dijo santo Tomás, tiene la ratio de un fin ifinis). Un orientadas por lo que el individuo juzga que es su propio bien,
bien mueve a un agente a orientar su acción hacia ese fin y a tra­ aunque ese juicio permanezca inarticulado.
tar el logro de ese fin como un bien logrado.6 De manera que los A veces sucede que la persona, que actúa por una razón, se
seres humanos orientan su acción hacia un fin en virtud de su diga á sí misma o diga a los demás algo así: «Haciendo A con­
capacidad para reconocer los bienes propios de su naturale­ tribuiré a que suceda B , y B es el bien que deseo alcanzar».
za, que deben ser alcanzados. Según la argumentación tomista, Su razón para hacer A es que mediante A se consiga B; es
para cada especie hay un conjunto de bienes que le son propios, decir que, según su cálculo, al hacer A logrará que suceda B

.
de modo que la orientación de los delfines hacia la consecu­ puesto que, si calculara de manera diferente no haría A (a me­
.. �·

ción de objetivos justifica que se hable de los bienes propios y nos, claro está, que exista algún otro bien C que también deseee
característicos de los delfines, con el mismo fundamento con lograr y que se consiga mediante A). Eso significa que un agen­
que la orientación de la acción humana hacia fines concretos te puede tener una idea adecuada de sus acciones, y sus accio­
permite hablar de los bienes propios y característicos de los seres nes pueden estar adecuadamente orientadas hacia su finalidad
humanos. Y en los delfines, como en los seres humanos, es obser­ sin que el actor haya manifestado explícitamente el conjunto de
vable una relación muy cercana entre la identificación y el lo­ razones que tenía para actuar del modo que lo hizo.
gro de bienes concretos por parte de delfines concretos, y el Por lo tanto, el hecho de que especies de animales inteligen­
desarrollo y florecimiento de esos mismos delfines según su na­ tes no humanos, como los delfines, carezcan de los recursos
turaleza específica . lingüísticos para articular y manifestar sus razones no es impe­
S i se atribuyen bienes a los delfines es lógico que también se dimento para que se atribuyan razones a su acción. Lo que se
les atribuyan razones para hacer una gran parte de lo que ha­ requiere para atribuir razones a las acciones de miembros de
cen, puesto que en virtud de un similar reconocimiento de los dichas especies es identificar el conjunto de bienes que los
bienes que le son propios se le atribuyen al ser humano razones . miembros de la especie desean alcanzar, el conjunto de cálculos
p ara una gran parte de sus actos. Warren Quinn ha señalado a partir de los cuales las acciones son o pueden ser eficaces
que «una razón para actuar de cierla manera no es más que algo para lograr dichos bienes, y un conjunto de proposiciones con­
bueno en sí mismo que [la acción] realiza o a la que sirve, o, en dicionales contrafácticas ciertas que permitan relacionar l a
su defecto, algo malo en sí mismo que [la acción] evita ».7 De ma­ orientación hacia e l bien con los cálculos sobre la eficacia. De
nera que si se le pide a una persona que exprese la razón por la modo característico, esos tres aspectos se identifican en con­
que ha llevado a cabo una deteminada acción, ésta señalará el junción uno con otro. Así sucede con los seres humanos y así
bien al que ha servido l a acción, el bien hacia cuya realización sucede también con los delfines.
estaba orientada. Lo que hace que esa afirmación sea falsa o Comer pescado es uno de los bienes en la vida de los delfi­
nes. Como es natural, la caza de peces es una actividad funda­
6. Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae la, S, 3-5.
mental. Una descripción precisa de los acontecimientos que s e
7 . Warren Quinn, «Putting rationality in its place», en Morality and Action, Cam­
bridge, Cambridge University Press, 1993, pág. 234 (la cursiva es del original). suceden en e l transcurso de l a caza obliga a asentar l a veraci-
40 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES L A INTELIGEN CI A DEL D E L F Í N 41

dad de proposiciones condicionales contrafácticas exactamente La investigación realizada por Herman sobre esas capacidades
iguales a las que requeriría una descripción precisa del com­ le llevó a concluir, y no sé de ningún investigador que disienta
portamiento humano. Pongamos un ejemplo: los delfines piloto de ello, «que en su mundo natural , el delfín está bien preparado
que buscan peces para la manada detectan su presencia y los para percibir, reconocer, clasificar y recordar la multitud de so­
demás miembros de la manada, que han reconocido lo que su­ nidos e imágenes que recibe a través d e sus sentidos auditivo o
cede, modifican el rumbo de su nado, de modo que se unen a visual». Difícilmente puede exagerarse la importancia que tie­
los delfines piloto y comienzan la caza.8 Al establecer la razón nen para los delfines el sonido y la capacidad para ecolocar de
que tiene la manada para cambiar su rumbo, se está afirmando los delfines y Herman no sólo interpreta que aprenden a cono­
a la vez dos cosas: primero, que la manada no habría cambia­ cer el origen de los diferentes sonidos a partir de la experiencia,
do de rumbo para nadar hacia donde estaban los delfines piloto a lo largo del tiempo, y que lo confirman con la identificación
si no hubiese reconocido que éstos habían detectado la presen­ visual y «a través de la observaci ó n social de las respuestas de
cia de peces; y segundo, puesto que los miembros de la manada otros a los sonidos», sino que añade que el aprendizaje «en los
ya participaban en los preliminares de la caza, si no hubiesen miembros más jóvenes» puede ser apoyado « posiblemente a
..
... .
...
cambiado de dirección para ir hacia los delfines piloto, ello se través de alguna clase de tutoría social más directa por parte d e
debería o bien a que tuviesen otra razón de igual importancia los adultos.»9
para mantener el rumbo (por ejemplo, que hubiesen descubier­ Las actividades que están implicadas en el aprendizaje a par­
to al mismo tiempo la presencia de peces justo delante de ellos, tir de l a percepción y en la posterior puesta en práctica de
en el rumbo en que ya habían estado nadando) o bien a que hu­ aquello que han aprendido, hacen que los delfines no sean sim ­
biesen encontrado algún obstáculo o riesgo físico al dirigirse plemente receptores pasivos d e la experiencia. Además, a l igual
hacia los delfines piloto. que el ser humano, el delfín disfruta con las actividades que re­
Consideremos otra situación: cuando están buscando alimen­ quieren el ejercicio de sus facultades y habilidades. Cuando
to, los delfines ponen en práctica, primero, una táctica para lo­ Aristóteles afirma que toda actividad de percepción procura
grar su propósito, pero si en ese momento descubren que no re­ placer10 y que el placer se produce cuando la actividad ha sido
sulta eficaz, la cambiarán por otra. Bel'kovich y sus colegas concluida, 11 su afirmación parece ser tan cierta en el caso de l o s
describen episodios de ese tipo: cuando los delfines mulares, por delfines como en el de los seres humanos.12
ejemplo, intentan dirigir un banco de peces hacia la costa, para Pensemos ahora en toda la variedad de facultades que han
cercarlos ahí, pero cuando fracasan en su intento, conducen a atribuido a los delfines algunas de las personas que más han in­
los peces hacia el mar, donde se encuentra el resto de la mana­ teractuado con ellos: no sólo las facultades de percepción y
da. Para esta interpretación resulta indispensable, desde luego, atención hacia lo que se percibe, de reconocimiento, identifica­
que haya un fundamento adecuado para atribuir a los delfines ción y reidentificación, sino también la facultad de tener deseos
las capacidades de percepción y comunicación necesarias para y emociones y manifestarlos, de realizar cálculos, de albergar
ser conscientes de los hechos correspondientes. intenciones, de dirigir sus accione s hacia fines que constituy e n
El comportamiento de los delfines en el océano y lo que han
demostrado que son capaces de aprender con entrenadores hu­ 9 . /bid. , pág. 357.
manos prueban que los delfines cuentan con esas capacidades. 10. Aristóteles, Ética nicomáquea X, l l 74b, 20-2 1 .
1 1 ' !bid. ' 23-33.
1 2 . En el sentido del logro y del placer que sienten los delfines en el logro, véase
8. V. M. Bel'kovich y otros, op. cit.,«Herd Structure, Hunting and Play», pág. 43. Pryor, op. cit., pág. 346.
42 A N I M A L E S RACIONALES Y D E P E N D I E N T E S LA I N T E L I G E N C I A D E L D E L F Í N 43

sus bienes específicos y, por lo tanto, de tener razones para ac­ no obstante, una idea exacta de s u trascendencia sólo puede
tuar. Pero si hay justificación para hacer esas atribuciones, pre­ surgir de s u comparación detallada con el aprendizaje de los
sumiblemente también habrá j ustificación para atribuir a los miembros más jóvenes de la especie humana y con la forma
delfines pensamientos y creencias. Sería difícil, entonces, evitar como adquieren el lenguaje. Por esta razón dejo por el momen­
la conclusión subsiguiente de que los delfines poseen determi­ to de lado los debates sobre ese logro, con el fin de que el argu­
nados conceptos y saben cómo utilizarlos. En este punto, por mento pueda desarrollarse de acuerdo con las tres fases pro­
lo tanto, se entra en conflicto con los diversos argumentos filo­ puestas. En primer lugar, caracterizaré de manera improvisada
sóficos que niegan la posibilidad de que tengan pensamientos, e incompleta, aunque espero que adecuada, algunos de los ras­
creencias, razones para actuar o conceptos los animales que gos más destacados y característicos de los lenguajes humanos.
carecen de lenguaje. Ahora bien: antes de analizar la relación A continuación, analizaré aquello s argumentos filosóficos que,
de cada argumento concreto con la interpretación de la con­ partiendo de ciertas premisas sobre la naturaleza del lenguaje
ducta de los delfines y de otros animales, es necesario pregun­ humano, llegan a la conclusión de que los animales no humanos,
tarse qué es lo que sus autores han entendido o entienden por por muy inteligentes que sean, son i ncapaces de tener pensamien­
«lenguaje». tos, creencias, razones para actuar y conceptos. Por último, m e
Nadie pone en duda que los delfines poseen un sistema de plantearé qué relación tienen esos argumentos, en l a medida e n
comunicación sofisticado, como también lo tienen los chim­ que sean sólidos, con e l problema d e la caracterización correcta
pancés, gorilas y otros animales. E n el caso de los delfines, aún del comportamiento inteligente de los delfines.
queda mucho por entender sobre su sistema de comunicación,
por lo que sería posible que fuese mucho más semejante al len­
guaje humano de lo que parece indicar la evidencia de que se
dispone hoy en día. Pero no hay duda de que tienen una capaci­
dad sobresaliente para un cierto tipo de comprehensión lin­
güística. Louis M. Herman y sus colegas han inventado un len­
guaje acústico artificial simple y han enseñado a los delfines a
entender frases formuladas en ese lenguaje y a responder a ellas;
los delfines que han sido educados de ese modo son capaces de
identificar una diversidad de objetos y de acciones cuando se
les habla usando frases del mencionado lenguaje. Según Her­
man, esa capacidad implica sensibilidad para las diferencias
sintácticas entre frases y para los cambios en el orden de las pa­
labras, pero también la facultad de distinguir entre frases con
una sintaxis normal y frases que se salen de la norma. 1 3 Sin
duda alguna se trata de un logro de enorme importancia para
evaluar la capacidad comuni cativa y lingüística de los delfines;

13. Louis M. Herman, «What the dolphin knows or might know in its natural
world», en Pryor y Norris, op. cit., pág. 3 5 1 .
4

¿PUEDEN TENER CREENCIAS LOS ANIMALES


QUE CARECEN DE LENGUAJE?

··· · · ·

¿Cuáles son las características más destacadas y propias del


lenguaje humano, manifiestas en los más de cuatro mil qui­
nientos lenguajes naturales que posee la cultura humana? En
primer lugar, cada lenguaje natural posee un vocabulario: u n
conjunto d e palabras y u n conjunto de expresiones, muchas de
las cuales consisten en una serie de palabras ( « bueno en)), « e s
rojo») y no una sola. Los hablantes d e cada lenguaje concreto
poseen un conjunto de fonemas compartidos que les permite
pronunciar esas expresiones de manera reconocible y en oca­
siones poseen un conjunto de señales gráficas que sirven para
la expresión escrita. En segundo lugar, todo lenguaje tiene una
serie de reglas para combinar expresiones y formar frases. Es­
tas reglas forman l a sintaxis del lenguaje. Las frases simples
(que pueden descomponerse en expresiones, pero no en otras
frases) pueden combinarse de diferentes maneras para formar
nuevas frases, de extensión y complejidad ilimitadas. En tercer
lugar, los tipos de expresiones con las que se construyen· las fra­
ses son: nombres, descripciones definidas, predicados, cuantifi­
cadores, demostrativos, pronombres e indicadores tales como
«aquL) y « ahora))' y esas conexiones lógicas que hacen posibles
la negación, la disyunción, la conjunción y las relaciones de im­
plicación, vinculación y equivalencia lógica. Si se quiere enten­
der lo que las expresiones significan y proporcionar al lenguaje
46 A N I M A L E S RACIONALES Y D E P E N D I E N T E S ¿PUEDEN T E N E R C R E E N C I A S LOS A N I M A L E S QUE [ ... ) 47

su dimensión semántica, es necesario comprender la relación social y para entender bien lo que en ocasiones concretas se
que existe entre un nombre y aquello que se nombra, entre una dice en un determinado lenguaje hace falta tener por lo menos
descripción y lo que se describe, entre un demostrativo o un algunas de las capacidades de quienes participan en la práctica
pronombre y aquello a lo que hace referencia y entre indicado­ social correspondiente. A menudo, esto suele pasar con fre­
res como «aquí» y « ahora» y las ubicaciones de tiempo y espa­ cuencia inadvertido en el aprendizaje elemental de una lengua
cio a las que se refieren. extranjera, sobre todo cuando se trata del lenguaje de alguna
No obstante, para poseer un lenguaje y saber utilizarlo no cultura muy cercana a la propia. Muchas de las situaciones
basta con disponer d e un conjunto de expresiones, saber cómo sociales típicas están sumamente estereotipadas y las oraciones
organizarlas en concordancia con las reglas sintáticas o ser ca­ que en ellas se utilizan suponen de antemano o hacen referen­
paces de relacionar los nombres con sus p ortadores ( «Fido» cia a situaciones sociales en sentidos que ya emplean la capa­
con Fido), los predicados con propiedades («verde» con verde) cidad requerida (como en los libros de frases para aprender
y los indicadores con aquellos a lo que hacen referencia, etcé­ idiomas: « ¿Dónde está la parada de autobús más próxima, p o r

.. �··.
tera. También es necesario saber utilizar las oraciones para favor?», « ¿ Cuánto cuesta este libro? » ) . Pero cuando l a diferen­
ejecutar actos de habla (empleo «actos de habla» para incluir cia cultural es importante, resulta fácil que se fracase en l a
la escritura) tales como afirmar, interrogar, pedir u ordenar, comunicación y se malinterpreten las intenciones incluso sa­
asentir o prometer y otros similares, y entender los contextos biendo construir frases en otra lengua, si no se conoce sufi­
en que esos usos son adecuados. Además, también se debe sa­ cientemente bien las prácticas sociales pertinentes o se carece
ber cómo realizar cierta clase de tareas lingüísticas mediante de la capacidad para participar en ellas comprendiendo su sig­
actos de habla: anunciar la solución de un enigma con una nificado. Bernard S. Cohn1 ha descrito un ejemplo clásico: l o s
afirmación, expresar una duda formulando una pregunta, in­ europeos, especialmente los británicos, que viajaban a l a India
dicar un objeto de deseo con una petición y así seguidamente. durante los siglos xvn y xvm intepretaban la práctica de dar y
Expresar, a intervalos regulares, oraciones impecables desde el recibir regalos como si se tratase de un intercambio comercial
punto de vista sintáctico no implica que se tenga capacidad según el cual «todas las cosas y todas las personas tienen u n
para usar el lenguaje; ni siquiera el uso de esas oraciones para "precio"»; l a consecuencia era una interpretación errónea de
la expresión de una serie de actos de habla significa que se po­ las creencias y las intenciones que podrían haberse comunica­
sea esa capacidad. El uso de las oraciones en actos de habla do correctamente si los británicos hubiesen sido instruidos e n
debe servir a un propósito inteligible ulterior; inteligible en las prácticas sociales vigentes en l a India. La incomprensión
términos de la situación y propósitos del agente, y en términos en este caso no se debía a ninguna particular ineptitud en l o
del contexto social. El individuo efectivamente comunica l o que s e refiere a las habilidades de construcción o desglose d e
que quiere decir cuando formula u n a oración sintácticamen­ oraciones.
te ordenada de tal manera que expresa cierto tipo de acto de Podría preguntarse por qué son importantes para el argu­
habla, ejecutado de modo que sirva a un propósito inteligible mento que nos ocupa ejemplos como éste. La respuesta es que
(generalmente claro para cualquier observador que conozca el entre los animales no humanos de las especies a las que vamos a
·

mismo lenguaje). referirnos especialmente, el éxito en la comunicación de creen-


Es necesarío resaltar muy especialmente dos ¡;�.spectos de
este argumento. El primero es que en esta explicación, el uso l . Bernard S. Cohn, Colonialism and lts Forms of Knowledge, Princeton, Princeton
del lenguaje está inserto siempre en las formas de la práctica University Press, 1996, págs. J 8-19.
48 A N I M A L E S R A C I O N A L E S Y D E P E N D I E NTES ¿ P U E D E N T E N E R C R E E N C I A S L O S A N I M A L E S QUE ( . . . ) 49

cias e intenciones s e halla tan integrado en las prácticas socia­ gue a un gato; el gato h a trepado a un árbol y el perro espera
les como en el caso del ser humano. Esto es igualmente cierto ansioso bajo el mismo: es posible decir que el perro piensa que
en la comunicación entre miembros de una misma especie, en el gato está en el árbol. Pero no es posible decir de un perro, o
el contexto de la vida soCial de una manada de delfines o de de ningún otro ser vivo que carezca de lenguaje, que tiene el
leones por ejemplo, como en la comunicación que se establece pensamiento de que . . . Pues «aunque se emplee la palabra ��pen­
entre los seres humanos y los demás animales en los muy pe­ sar" referida a los animales y se utilice como un verbo transiti­
culiares contextos sociales que genera el entrenamiento. Desde vo con una frase proposicional como objeto, ello no implica
luego, hay que tener cuidado para no establecer una equipara­ que el animal haya formulado una proposición o haya pensado
ción entre aquello que los miembros de una u otra especie son en una proposición» . 4 De esta manera, Malcolm equipara tener
capaces de hacer en su hábitat natural, aislados de todo con­ un pensamiento con tener en mente alguna proposición, y una
tacto con el ser humano, con lo que llegan a ser capaces de proposición debe ser susceptible d e ser expresada en lenguaje:
hacer como resultado de un entrenamiento. Si se toma en «Por lo tanto, estoy de acuerdo con los cartesianos en que no es
..
.., . cuenta esta advertencia, es posible hacer inferencias intere­ posible atribuir la capacidad para albergar pensamientos a los
santes a partir de lo que puede observarse en animales entre­ animales que carecen de lenguaje».5
nados. Dicha observación, por ejemplo, puede enriquecer el No obstante, Malcolm no estaba de acuerdo con los carte­
conocimiento que se tiene de las facultades de una u otra espe­ sianos en un sentido muy importante. Descartes negaba que los
cie, de manera que cuando se observe su comportamiento en animales pudieran tener pensamientos porque negaba que
su há bi tat natural sea posible identificar el ejercicio de esas fa­ los animales pudieran tener cualquier tipo de vida mental.
cultades. Malcolm no aporta fundamento alguno para sostener esa ne­
Soy plenamente consciente de que es muy limitado lo que he gación. É l se limitó a· decir que los animales sin lenguaje no
dicho sobre los diversos aspectos del lenguaje y sobre su uso en pueden formular proposiciones y considerarlas con indepen­
lo que se refiere a vocabulario, sintaxis, semántica, la ejecución dencia de su comportamiento. Nadie que utilice la palabra
d e actos de habla y su inserción en las prácticas sociales; pero «proposición» en el sentido en que lo hizo Malcolm podría e s ­
acaso sea suficiente para explicar y evaluar las diversas afirma­ tar e n desacuerdo con é l ; pero nada d e lo que dice obliga a
ciones de algunos filósofos contemporáneos que suponen que concluir que los animales que carecen de lenguaje no pueden
la carencia de lenguaje en los animales implica también otra se­ tener, por ejemplo, creencias. Del perro de Malcolm, quizá p u ­
rie de carencias. A continuación me voy a ocupar de esos argu­ diera decirse que cree que e l gato está subido a l árbol. Para ex­
mentos, comenzando con algunas de las ideas propuestas por presar esta creencia no necesita del lenguaje, del mismo modo
Norman MaJcolm. La preocupación central de Malcolm, en el que el ser humano tampoco necesita del lenguaje para expre­
ensayo en que expuso estas ideas/ era la afirmación de Justus sar muchas de sus creencias. Además, el perro actúa de acuer­
Hartnack3 de que «no puede haber pensamientos ni es posible do con su creencia, por lo que puede al menos preguntarse s i
pensar si no hay lenguaje». La respuesta de Malcolm consistió l a creencia e s sólo l a causa del c omportamiento del perro, o
en distinguir lo que significa . atribuir la capacidad de pensar y si también le proporciona a éste una razón para actuar como
la de tener un pensamiento. Pensemos en un perro que persi- lo hace. No obstante, llegados a este punto surgen algunas difi-

2. Norman Malcolm, «Thoughtless Erutes», Ensayo 2, en Thought and Knowledge.


Ithaca, Cornell University Press, 1977. 4. !bid.' pág. so.
3. Justus Hartnack, «On Thinking», en Mind, 8 1 , 1972, pág. SS l . S. Ibid. . pág. SO.
so A N I M A L E S RACIONALES Y D E P E N D I E N T E S ¿ P U E D E N T E N E R C R E E N C I A S L O S ANIMALES Q U E [ . . . ] 51

cultades mayores, puesto que ni siquiera es posible formular para tener alguna creencia? Davidson expone un segundo argu­
esta pregunta a menos que efectivamente esté justificado atri­ mento que parece aportar razones concluyentes para sostener
buir a los perros la capacidad de albergar creencias. Y existen que no es posible. El argumento se desarrolla en dos fases. En
numerosos y diversos argumentos cuya conclusión es que no la primera, Davidson llega a la conclusión de que sólo pueden
es posible atribuir creencias a ningún animal que no tenga len­ tener el concepto de creencia los miembros de una determina­
guaje. Cuatro de esos argumentos tienen una especial impor­ da comunidad de habla que participan en la intepretación del
tancia. habla de los demás, atribuyéndoles creencias. De manera que
Donald Davidson ha expuesto dos de ellos en un ensayo cuya sólo aquellos que tienen lenguaje pueden tener el concepto d e
tesis principal es «que ningún ser puede albergar pensamientos creencia. Davidson s e pregunta a continuación: « ¿ Puede u n ser
a menos que sea un intérprete del habla de otro».6 La primera vivo tener creencias si carece del concepto de creencia? » .9 Su
afirmación de Davidson se funda en un argumento cuyo resul­ respuesta es que no, puesto que sólo puede tener creencias
tado «plantea que la atribución de deseos y creencias (y otros aquél que «entienda la posibilidad de errar», y eso es algo que
pensamientos) debe ir de la mano con la interpretación del ha­ requiere que se entienda la diferencia que existe entre una creen­
bla».7 Es posible determinar lo que otro individuo ha elegido cia falsa y otra verdadera. De ahí que sólo puedan tener creencias
sólo si es posible también atribuirle a ese mismo individuo el quienes posean lenguaje.
conjunto de creencias pertinente: «La persona que toma una Stephen Stich ha formulado un tercer argumento que expo­
manzana en lugar de una pera cuando se le ofrecen ambas pue­ ne las dificultades existentes para atribuir creencias a los ani­
de estar expresando una preferencia por lo que está en la mano males que carecen de lenguaje. 10 Stich ofrece el mismo ejemplo
izquierda y no en la derecha, por lo que es rojo y no lo que es que Malcolm, excepto que el perro, Fido en esta ocasión, h a
amarillo, lo que ha visto primero o lo que ha calculado que acorralado a una ardilla e n u n roble: «resultaría de lo más natu­
es más caro».8 «Si se piensa que todas las elecciones revelan una ral decir que el perro cree que la ardilla se encuentra subida al
preferencia, que dicen que una frase es cierta y no la otra», ha­ roble». 1 1 Pero, ¿es eso realmente lo que el perro cree? «¿Acaso
brá que reconocer que la interpretación de lo que el otro indivi­ no existe un sinnúmero de posibles seres vivos que no son ardi­
duo quiere decir con sus frases y la correcta atribución de de­ llas pero que Fido trataría del mismo modo como trata a las au­
seos y creencias son tareas inseparables. Pero con seres que no ténticas ardillas?» Por otra parte, el perro no distingue lo vivo
tienen capacidad para expresar frases, resuhará entonces impo­ de lo inanimado o a los animales d e las plantas. «¿Cómo se puede
sible contar con los fundamentos suficientes para atribuir creen­ sostener que el perro cree que se trata de una ardilla, si ni si­
cias o deseos concretos y definidos. quiera sabe que una ardilla es un animal?» 12 Los problemas que
Esta conclusión conduce de manera natural a una nueva surgen cuando se trata de atribuir al perro una creencia sobre las
pregunta: Si no se dispone del fundamento suficiente para atri­ ardillas surgen igualmente si s e pretende atribuirle una creen­
buir creencias o deseos concretos y definidos a quienes carecen cia sobre los árboles . Dado que e l perro carece de un lenguaje
de lenguaje, ¿hay fundamentos para atribuirles la capacidad
9. /bid., pág. 70.
6. Donald Davidson, «Thought and Talkn, capítulo 1 1 de Truth and Interpretation, 1 O. Stephen Stich, •Animal Beliefs• 5.5, From folk psychology to cognitive science:
Oxford, Clarendon 'Press, 1984, pág. 1 5 7 (trad. cast.: De la verdad y de la interpretación, The case against belief, Cambridge, Mass., MIT Press, 1983; véase también su trabajo
Barcelona, Gedisa, 1989). anterior «Do animals have beliefs?••, en Australasian Journal of Philosophy, 57, 1 , 1 979.
7. Jbid., pág. 163. 1 J. /bid., pág. 104.
8. /bid., pág. 1 6 3 . 12. /bid.. pág. lOS.
52 A N I M A L E S RACIONALES Y D E PE N D I E N T E S ¿ P U E D E N T E N E R C R E ENCIAS L O S A N I M A L E S Q U E [ . . . ] 53

para el cual haya un uso común que determine el empleo de y sólo pueden hacerlo los seres que poseen lenguaje; de ahí que
«ardilla» y «árbol», ¿cómo es posible ofrecer una caracteriza­ el concepto de creencia no pueda aplicarse a quienes carecen
ción de la creencia del perro? de lenguaje.
Es importante tomar nota de que la conclusión de Stich di­ ¿Qué se puede concluir de estos cuatro argumentos? Como
fiere de la de Davidson en un punto interesante. Stich compara expondré a continuación, mi opinión es que todos ofrecen algún
a quienes han estudiado las creencias de los animales centran­ aspecto interesante, pero ninguno aporta una justificación sufi­
do su atención en contrastes «en los que sólo resulta adecuada ciente para negar que tengan creencias quienes carecen de len­
una similitud superficial» y que, por lo tanto, no han encontra­ guaje. Permítanme que comience analizando el argumento de
do problemas para atribuir creencias a los animales, con aque­ Davidson sobre la verdad y la falsedad. No hay duda de que Da­
llos otros, como Davidson, que se han interesado por «contras­ vidson tiene razón al sostener que sólo el lenguaje permite re­
tes que subrayan sem�janzas más sutiles», 13 y a partir de esto flexionar sobre la verdad o falsedad de las creencias y, por lo
han llegado a la conclusión de que la atribución de creencias a tanto, evaluar reflexivamente cualquier creencia concreta. Pero
los animales es un error. En su ensayo anterior, Stich había no hace falta el lenguaje para señalar la distinción más elemen­
concluido que «la cuestión de si los animales tienen creencias tal entre lo que es verdadero y falso. Searle recurre de nuevo
es discutible» , 14 pero posteriormente ha llegado a la conclusión al ejemplo del perrq que ladra al gato que está en el árbol y
de que en el contexto de ciertas situaciones de diálogo, atribuir pregunta: «¿Por qué, repentinamente, deja de ladrar al árbol y se
una creencia a un animal concreto en una circunstancia concre­ dirige corriendo al patio del vecino? Porque no cree que el gato
ta puede ser válido, m i e ntras que la atribución de esa misma esté en el árbol ahora, sino en el patio del vecino; porque acaba
creencia al mismo animal ante los mismos hechos será errónea de ver (y de oler, sin duda) al gato meterse corriendo en el pa­
en circunstancias diferentes. tio del vecino ... Lo que importa es que los animales corrigen con­
John Searle ha apuntado un cuarto argumento, aunque su tinuamente sus creencias, de acuerdo con sus pecepciones» . 16
intención al exponerlo era precisamente decir que no ofrece un Es decir, que hay un reconocimiento rudimentario de la distin­
fundamento suficiente para negar que se puedan atribuir esta­ ción entre verdad y falsedad incorporado en la forma como
dos intencionales, como los de las creencias y los deseos, a ani­ cambian las creencias del animal, siguiendo los cambios en el
males que carecen de 1enguaje.15 El argumento se desarrolla de objeto percibido. Aunque el animal no pueda hacerlo, nosotros
la siguiente manera. En los casos en que está justificada la atri­ sí podemos describir su comportamiento correctamente dicien­
bución de creencias, siempre es posible distinguir entre el esta­ do que reconoce que ya no es cierto que ... Así sucede con mu­
do de creer algo y estados tales como los del simple suponer, chas otras especies, y así sucede también con el ser humano.
adivinar, sentirse inclinado a pensar, conjeturar y otros simila­ En el caso del ser humano también existe una distinción pre­
res. Pero estas distinciones sólo pueden emplearse referidas a lingüística elemental entre lo verdadero y lo falso, incorporada
seres que son capaces ellos mismos de distinguir tales estados, en el cambio de creencias que surge como respuesta inmediata
a la percepción de cambios en el mundo y se traduce en cam­
1 3 . !bid., págs. 105-106.
bios en el comportamiento. Al hablar de una distinción prelin­
14. Jbid., pág. !06. güística, no quiero decir que exista sólo en la fase más tempra­
15. John Searle; «Animal Minds•, en Midwest Studies in Philosophy XTX: Philosop­
na de la vida, cuando aún no se ha aprendido a hablar. Incluso
hical Naturalism, P. A. French, T. E. UehJing, Jr. y Howard K. Wettstein (comps.), Notre
Dame, University of Notre Dame Press, 1994, pág. 210. En este debate tengo una gran
deuda con el ensayo de Searle. 16. !bid., pág. 2 1 2 .
54 A N I M A L E S RACIONALES Y D E P E N D IENTES ¿ P U E D E N TENER CREENCIAS L O S ANIMALES QUE [ . . . ] 55

después de haber aprendido a distinguir lo que es verdadero de Pensemos primero en un ejemplo. Un experto me ha contado
lo que es falso mediante diversos recursos lingüísticos, el ser que cuando un gatito se encuentra por primera vez con una mu­
humano sigue distinguiendo ambas cosas de ese modo prelin­ saraña, lo habitual es que la trate como si fuese un ratón. Esto
güístico; si no fuese así, resultaría difícil comprender cómo es es, intenta atraparla y, si lo logra, juega con ella, la mata, la des­
capaz de utilizar las palabras «verdadero» y «falso» y otras se­ pelleja parcialmente y se la come. A continuación, el gato se pone
mejantes. La adquisición de lenguaje pemite describir las dis­ terriblemente enfermo, por lo que n o vuelve a molestar a las mu­
tinciones prelingüísticas y no lingüísticas, y reflexionar sobre sarañas nunca más. Desde ese momento aprende a distinguir en­
ellas de varios modos, pero existe una continuidad importante tre una musaraña y un ratón. Lo que sus acciones muestran que
entre la capacidad prelingüística y la lingüística: la primera cree respecto a las musarañas es ya distinto de lo que muestran
proporciona la materi� que es descrita mediante el ejercicio de que cree sobre los ratones. ¿Cómo debe caracterizarse el cambio
la segunda, y al hacerlo impone límites al empleo de los con­ en las creencias del gato? Desde luego, no se trata de que el gato
ceptos lingüísticos de verdadero y falso. no creyese antes, pero cree ahora que hay que distinguir a los
�· .
... .
. De modo que sería prudente pensar en los miembros de al­ ratones de las musarañas como comestibles. Los argumentos de
.. ..
..
gunas otras especies: perros, delfines, gorilas, chimpancés y Davidson y Stich recuerdan que lo que distingue el gato no es
otros, como seres prelingüísticos en lugar de no lingüísticos. Es precisamente lo mismo que distingue el ser humano al emplear
importante tener esto en mente al analizar los otros tres argu­ los términos «ratón» y «musaraña». Una primera aproximación
mentos: el argumento de Davidson de que la conducta resulta podría ser decir algo así como que el gato ahora cree que no-hay­
insuficiente por sí misma para determinar cuál entre varias po­ que-comer o hay-que-evitar los objetos-vivos-que-tratamos­
sibles creencias (o deseos) alberga un individuo en un momen­ como-musarañas. Pero lo importante no son descripciones
to dado; el argumento de Stich sobre la indeterminación se­ tan complicadas, y que aún podrian complicarse mucho más,
mántica de los términos que se emplean para atribuir creencias sino la posibilidad de reconocer improvisadamente (aunque sea
a los animales carentes de lenguaje, y el argumento expuesto, improvisadamente) las distinciones y creencias del gato a partir
aunque no suscrito por Searle, cuya premisa fundamental es de las nuestras, y además observar cómo el gato afina sus distin­
que en las supuestas creencias de animales que no usan el len­ ciones y corrige sus creencias a través de su propia experiencia.
guaje no es posible distinguir entre los varios modos psicológi­ La creencia · del gatito es indeterminada también en otros
cos: distinguir la creencia tentativa de la creencia sin reservas, sentidos. Al no tener lenguaje no dispone de cuantificadores,
y otras modalidades similares. por lo que no es posible caracterizar su creencia diciendo que
Estos tres argumentos poseen algo en común: todos mues­ cree que todas las,musarañas son perjudiciales para los gatos, o
tran que, en algún · aspecto concreto, no es posible atribuir a los bien que cree que al menos algunas musarañas son perjudicia­
animales carentes de lenguaje creencias con el tipo de defini­ les para los gatos. Como apunta el argumento de Searle, tampo­
ción que es posible gracias a la posesión y al uso de lenguaje. co es posible decir que cree, con bastante certeza, que algunas
Las conclusiones de estos argumentos no se refieren únicamen­ musarañas son perjudiciales para los gatos o bien que sólo cree
te a los límites de lo que puede atribuirse a los animales carentes que es probable que algunas musarañas sean malas para ellos.
de lenguaje, sino a los límites de las capacidades que poseen. Lo Pero nada de eso permite concluir que el gato no tenga creen­
que hay que preguntar es si dichos argumentos demuestran efec­ cias o que no las haya cambiado. Las creencias indeterminadas
tivamente que los animales que no usan lenguaje son incapaces son creencias y el cambio de una creencia indeterminada es un
de tener creencias. Mi opinión es que no, por dos razones. cambio de creencias.
56 A N I M A L E S RACIONALES Y D E P E N D I ENTES ¿ P U E D E N TENER CREENCIAS LOS A N 1 MALES Q U E [ .. ] 57

Parte de la importancia de este tema se manifiesta en una se­ que estaría justificada, porque sabemos que cuando el niño
gunda línea de argumentación, que se refiere al ser humano y no aprenda a hablar y a articular sus creencias en frases, hacien­
a los gatos, porque las creencias humanas con frecuencia son in­ do distinciones mediante adjetivos, sustantivos y verbos, esas
determinadas de manera análoga. Pensemos en ciertas actitudes creencias y esas distinciones serán sustancialmente las mismas
y conductas que tienden a evitar algo. Puede suceder que veamos que las nuestras, en todos aquellos aspectos en los que recono­
en alguien, o en nosotros mismos, una tendencia a evitar cierto cemos la identidad y la diferencia. Está claro que al adquirir el
tipo de situaciones: encontrarse con alguien, tomar una determi­ lenguaje, el niño sustituye muchas de sus creencias indetermi­
nada comida o hacer un viaje. ¿Qué tipo de creencia supone esta nadas por creencias determinadas, y que al hacerlo encuentra
conducta? En ocasiones, resultará ser una creencia tan indeter­ nuevas maneras de corregirlas y de añadirles algo. Pero el con­
minada como la del gato en cuanto a los cuantificadores y las mo­ tenido de sus creencias, tanto las determinadas como las inde­
dalidades psicológicas. Ahora bien: a diferencia del gato, el ser terminadas, continúa dependiendo de un conjunto de reconoci­
humano puede reconocer esa indeterminación como un primer mientos, identificaciones y clasificaciones discriminatorias que
paso encaminado a precisar más esa creencia o a inducir a al­ son compartidas, en una medida muy considerable, por los
guien más a precisar su creencia. Pero el ser humano comparte miembros de diferentes especies, tanto las que utilizan el len­
otras cosas con algunos animales que no usan lenguaje, y no sólo guaje corno las que no lo utilizan.
el fenómeno de la indeterminación de las creencias. Espero que esta explicación saque a l a luz los dos aspectos en
Ya he señalado que en algunos aspectos, aunque no en todos, que se asemejan ciertas creencias del ser humano y de los miem­
las creencias de cierta clase de animales que no usan lenguaje bros de algunas especies no humanas. Primero, he planteado
pueden ser reconocidas a partir de las nuestras (ésta es precisa­ que algunas creencias del ser humano son tan indeterminadas
mente la tesis que defiende Stich) y es posible hacerlo porque, como las que puedan tener los perros, los monos o los delfines.
hasta cierto punto, se puede establecer una correspondencia El ser humano expresa precisamente este tipo de creencias me­
entre nuestras formas de reconocimiento perceptivo, identifica­ diante las diversas formas en que se mueve irreflexiva o prerrefle­
ción, reidentificación y clasificación y las suyas. También hemos xivamente en el mundo natural y social, con un comportamie n ­
anotado que la investigación mediante la percepción y la aten­ to corporal q u e hace que s u interacción con las cosas y l o s
ción hacia lo que se percibe desempeñan a menudo el mismo animales resulte de una manera y n o de otra, y que d a expresión
papel en otros animales y en el ser humano. Ahora, es posible a una serie de creencias derivadas de la percepción. En este pla­
ir más allá. Pensemos en el niño humano, que aún no tiene ca­ no, la forma como deben ser descritas las creencias de otros se­
pacidad para usar el lenguaje pero que ya investiga con interés res humanos es, en ocasiones, tan problemática como lo es en el
su entorno, presta atención, reconoce, reidentifica, distingue y caso de los perros, monos o delfines.
clasifica y, como resultado de esa investigación, actúa de acuer­ En segundo lugar, incluso cuando el ser humano, haciendo
do con creencias y, de vez en cuando, cambiando sus creencias. uso del lenguaje, se vuelve reflexivo y es capaz de expresar en
Las distinciones que realiza el niño como resultado de su re­ frases bien construidas lo que aprende mediante la percepción,
conocimiento, sus identificaciones y clasificaciones, pueden ser sigue dependiendo en gran medida del mismo tipo de reconoci­
equiparadas con las nuestras y es posible reconstruir sus creen­ mientos, discriminaciones y ejercicios de atención perceptiva
cias a partir de las nuestras, tal como hacemos en el caso de con que contaba antes de poder usar sus facultades lingüísticas.
animales no humanos. E n el caso del niño, lo hacemos con bas­ Eso significa que, en sus creencias, utiliza y expresa exactamente
tante seguridad, incluso a veces con mucha más seguridad de la el mismo tipo de reconocimientos, discriminaciones y ejercicios
58 ANIMALES R A C I O N A L E S Y D E P E N D I E N T E S ¿ P U E D E N T E N E R CREENCIAS L O S ANIMALES Q U E [ . . . ) 59

de atención perceptiva que utilizan y expresan ciertas especies de ción de objetos mediante la percepción, previa a cualquier com­
animales no humanos en las creencias que guían su acción. Una prensión del lenguaje, es una condición necesaria para poder cap­
gran parte de lo que el ser humano tiene de animal inteligente tar, posteriormente, las dimensiones referenciales de las frases
no es específicamente humano, pero eso puede no ser visto con que los delfines aprenden de Herman y sus colegas (y lo mismo
claridad si se supone que existen argumentos bien fundados sucede con los humanos). Es decir: sus hábitos de percepción y
para concluir que los seres que carecen de lenguaje no pueden sus actividades perceptivas les han preparado para la compren­
tener creencias o que su acción no puede ser motivada por creen­ sión lingüística y los han aproximado mucho a ella.
cias. Sin embargo, esa conclusión, según lo he tratado de expo­ Lo que planteo es que se puede comprender mejor a los seres
ner, no puede justificarse ni siquiera por los argumentos más fir­ humanos si se toman en cuenta los tipos de creencias y compor­
mes que se han aducido hasta el momento a su favor. tamientos que comparten con otras especies de animales inte­
He recurrido a ejemplos tan manidos de perros persiguiendo ligentes, corno los delfines, y si se entiende que las acciones y
a gatos o ardillas debido a que son los que predominan en los creencias humanas se desarrollan a partir de esos rasgos com­
estudios más recientes, aunque hubiese podido defender más partidos y que en cierta medida, siempre dependen de ellos. Asi­
fácilmente el punto que me interesa aludiendo a ejemplos sobre mismo, para entender el comportamiento y las creencias de los
la diversidad de comportamientos de los delfines, los gorilas o los miembros de dichas especies es necesario considerar que, en as­
chimpancés, e n su hábitat natural y en sus relaciones sociales, pectos importantes, los aproximan a la condición de quienes
o incluso de perros participando en relaciones más complejas y usan el lenguaje. También he afirmado que los argumentos que
e n actividades más exigentes. Para reforzar y ampliar la defen­ niegan l a posibilidad de que los animales carentes de lenguaje
sa de mi argumento va a ser necesario tener en cuenta justa­ tengan creencias, no han justificado sus conclusiones . Pero hay
mente ese tipo de ejemplos, incluyendo ejemplos de capacida­ más argumentos que hace falta discutir.
des exhibidas en cierta clase de interacción con seres humanos
y como resultado de esa interacción. Pensemos en uno. Los del­
fines mulares que habían aprendido a entender frases en el len­
guaje acústico artificial inventado por Herman y sus colegas no
sólo eran capaces de distinguir la frase «Lleva la tabla de surf al
frisbee » de la frase «Lleva el frisbee a la tabla de surf» , sino que
también podían entender instrucciones nuevas, formadas a
partir de nuevas combinaciones de palabras en un orden sin­
táctico reconocible, e incluso, en algunos casos, instrucciones
que suponían una ampliación desconocida hasta entonces de
las reglas sintácticas. 1 7
Estos hechos son interesantes porque muestran que la capaci­ /
'

dad de los delfines para reconocer referencias a objetos puede


adoptar una forma lingüística, y eso sólo es posible en virtud de
sus capacidades prelingüísticas. La identificación y reidentifica-

17. Op. cit.


5

¿ CUÁN POBRE ES EL MUNDO


DEL ANIMAL NO HUMANO?

Todos los filósofos cuyas obras he estudiado hasta el mo­


mento pertenecen a una u otra versión de la tradición de la filo­
sofía analítica, pero no es la única tradición que ha trazado, en ·
­
mi opinión, una línea divisoria rígida y poco esclarecedora en-
tre el ser humano y los animales no humanos. Heidegger trazó
esa línea en el curso-conferencia de 1 929-1930.1 Anteriormen­
te, en El ser y el tiempo, Heidegger sólo se había referido de pa­
sada a los animales no humanos. (Heidegger utiliza «Tier», de
acuerdo con la acepción común en alemán, para referirse ex­
clusivamente a los animales no humanos; de modo que cuando
exponga sus ideas, emplearé, como sus traductores, la palabra
«animal» cuando él utilice o hubiese utilizado «Tier».) Más tar­
de, en Carta sobre el humanismo, de 1 946, se referiría al carác­
ter «casi insondable, abisal» del «parentesco corporal» entre el
ser humano y los animales. Sólo en las conferencias dictadas
entre 1 929 y 1 930 abunda en el tema.
Las conclusiones de Heidegger son radicales. El ser humano
«forma el mundo» (weltbildend), la piedra es por completo «sin
mundo» (weltlos) y el animal es «pobre en mundo» (weltarm).2

l . Publicado en su versión inglesa por W. McNeill y N . Walker como Heidegger, The fun­
damental concepts o(Metaphysics: World, Finitude, Solitude, Bloomington and Indianapolis,
Indiana University Press, 1995 (trad. cast.: Conceptos fundl.l.mentales, Madrid, Alianza, 1994).
2. !bid., §49-50.
62 A N I M A L E S R A C I O N A L E S Y DEPENDIENTES ¿CUÁN POBRE ES EL MUNDO DEL ANIMAL NO HUMANO? 63

Esta pobreza se expresa en el hecho de que un animal «sólo ferencia a los animales no humanos en cuanto tales. ¿A qué se debe
pueda comportarse [sich. .. benehmen] pero nunca pueda apre­ que esos animales no posean la facultad de «prestar atención a otros
hender [vernehmen] algo como algo, lo que no supone negar sere s»?
que el animal vea o incluso que perciba en un cierto sentido. Lo que los animales no tienen es una aprehensión de aquello
Sin embargo, en un sentido fundamental, el animal carece de con lo que se relacionan «en cuanto algo», «en cuanto algo pre­
percepción.»3 ¿De qué carece el animal? sente a la mano, en cuanto ser».8 La lagartija sobre la roca puede
El animal es cautivo de su entorno. En ese entorno se en­ tener una cierta conciencia de la roca, pero no en cuanto roca .9
cuentra con «aquello que desinhibe [ . ] el impulso del instinto>>
.. La luz orienta a la abeja en el vuelo, ·pero ésta no es consciente
y «le permite moverse según ciertos impulsos.instintivos».4 Pero de la luz que incide en ella en cuanto luz.10 Los seres se manifiestan
lo que desencadena la conducta iniciando el impulso instintivo para el ser humano en cuanto lo que son en cada caso concreto.
«no es nada duradero que pudiera oponerse al animal como un No se manifiestan del mismo modo para los animales; de ahí
posible objeto ».5 El animal tiene una «incapacidad esencial para que los animales no puedan estar atentos a los seres, pues éstos
estar atento hacia»6 aquello que ha desatado su impulso instin­ no se hacen presentes para ellos. Para crear un mundo y tener
tivo. Su ser, atrapado de esta manera por algún aspecto del en­ un mundo es necesaria esa presentación, por eso los anima­
tomo, «no implica nunca estar atento a los seres».7 ¿Qué signi­ les son pobres en mundo; no están completamente sin mun­
fica esta incapacidad para la atención? do, como le sucede a la roca, pero tan sólo poseen una forma
La discusión de Heidegger, a diferencia de sus homólogos incompleta y empobrecida de experiencia.
analíticos ingleses, utiliza ejemplos extraídos de una gran varie­ Ser pobre en mundo es inseparable del hecho de ser cautivo
dad de animales distintos. Al inicio del argumento aparece un del entorno; 1 1 de hecho, deriva de ese cautiverio, que supone
perro domesticado, aunque posteriormente es posible encon­ «una absorción en la totalidad de los impulsos instintivos en in­
trar una amplia variedad de abejas, mariposas, cangrejos de teracción», estar «absorto en su impulsividad»Y De manera
agua dulce, lagartijas, erizos de mar, polillas y pájaros carpinte­ que lo que Heidegger denomina la «Otredad cualitativa del mun­
ros; además, cuando aparece una ardilla, no es perseguida por do animal»13 está estrechamente vinculada a un tipo de rela­
un perro sino que es un pájaro carpintero el que la observa fija­ ción del organismo con su entorno en que el organismo no pue­
mente. No aparecen lobos, ni elefantes, pero tampoco gorilas, de liberarse del «anillo circundante» del entorno, sino que entra
chimpancés ni delfines, lo que · no deja de ser significativo. La en actividad sólo en el momento en que el entorno desinhibe
importancia que tiene esta selección de animales sólo se escla­ sus impulsos. ¿Cómo ha de evaluarse esta caracterización del
recerá al analizar la forma como Heidegger fundamenta su con­ «mundo animal»?
clusión acerca de la incapacidad de los animales para prestar Resulta incompleta en dos sentidos distintos aunque relacio­
atención. De cualquier modo, es importante señalar de inmediato nados entre sí. En primer lugar, descansa en una caracteriza­
que aunque los ejemplos escogidos por Heidegger sólo perte­ ción de animales no humanos en cuanto tales y supone implíci-
necen a ciertas especies de animales, sus conclusiones hacen re-
8. lbid. . pág. 248.
3. Ibid. , pág. 25�. 9. Ibid. , pág. 198.
4. Jbid. , págs. 255-256. 10. lbid. , pág. 247.
S. Jbid., pág. 256. 1 1 . !bid., pág. 27 1 .
6. Jbid. , pág. 256. 1 2 . Ibid., pág. 259.
7. Jbid., pág. 259. 13. Ibid., pág. 264.
64 A N I M A L E S RACIONALES Y D E P E N DIENTES ¿CUÁN POBRE ES EL MUNDO DEL ANIMAL N O HUMANO? 65

tamente que las diferencias entre las especies no humanas no no sólo responden a las características de su entorno, sino que
tienen ninguna o casi ninguna importancia en aspecto relevante también lo exploran activamente; dedican una atención percep­
alguno. De manera que no importa de qué especies concretas se tiva a los objetos con que se topan, los examinan desde diferen­
extraen los ejemplos. Ya he llamado la atención sobre el sesgo de tes ángulos, reconocen los que les resultan familiares, identifi­
la selección de ejemplos ofrecida por Heidegger; ahora bien: can y clasifican, en ocasiones pueden tratar un mismo objeto,
¿Por qué trató Heidegger el mundo de los animales no humanos primero, corno algo con lo que jugar y, posteriormente, como
como si fuese homogéneo? Porque, según su argumento, sólo es algo para comer, y algunos de ellos se percatan cuando algo les
posible comprender a los animales no humanos en comparación falta e incluso se lamentan por ello. Más i mportante aún: mues­
con la condición del ser humano, y lo que comparten todos los tran en su comportamiento intenciones que suponen creencias
animales no humanos es que carecen de aquello que tiene el ser e intenciones guiadas por creencias, y son capaces de entender
humano: una relación con los seres en la que no sólo se revelan las intenciones que otros les comunican y responden a ellas,
los seres, sino también la diferencia entre los seres y el ser. Esa tanto si provienen de otros miembros de su propia especie
relación depende de la capacidad del ser humano para aprehen­ como del ser humano. La visión e s para los miembros de algu­
der lo que aprehende «en cuanto tal y tal». nas de estas especies tan importante como para el ser humano;
El «en cuanto» del que carecen los animales no humanos es para otros, como los delfines por ejemplo, el oído es un sentido
el «en cuanto» sin el que no puede haber lagos, discurso.14 De más importante, y aun hay otros en los que el sentido del olfa­
manera que para Heidegger, como para los filósofos analíticos to tiene un papel sobresaliente. Pero aunque estas diferencias
que han rechazado la posibilidad de que los animales no hu­ sensoriales pueden hacer dificil imaginar en ocasiones cómo
manos tengan creencias, la presencia o ausenCia de lenguaje tie­ ciertos animales pueden aprehender lo que aprehenden, las li­
ne una importancia fundamental. Pero sería un error ver en mitaciones de la imaginación no deberían ser obstáculo para
Heidegger a un precursor de Davidson en este aspecto: no sólo entender hasta qué punto y de qué manera l a perspectiva de
porque la explicación del lenguaje que estaba desarrollando Heidegger malinterpreta e impide ver con claridad los alcances
Heidegger fuese tan diferente de la ofrecida por Davidson, sino de la percepción y la intención en estos animales.
sobre todo porque para Heidegger (al menos en estas conferen­ No hay duda de que algunas de las afirmaciones de Heidegger
cias) la carencia fundamental de los animales no humanos no es en cuanto a los animales no humanos son ciertas. No son capa­
el lenguaje, sino la capacidad conceptual que hace que el len­ ces de tener una comprensión de] mundo como un todo y no
guaje sea posible; lo que Heidegger denomina «la estructura-en­ pueden tomar distancia de su entorno más inmediato. (En par­
cuanto>>. ticular, carecen de las ideas asociadas al recuerdo del pasado
La tesis de que los animales no humanos carecen de la es­ y a la perspectiva del futuro, que sólo el lenguaje hace posible,
tructura-en-cuanto resulta convincente en el caso de las mari­ por lo que no pueden situar el presente en un contexto tempo­
posas, cangrejos, lagartijas y otros animales semejantes, pero ral.) Su manera de aprehender a los seres difiere, en muchos
no e�tá tan claro si se piensa en los perros, chimpancés, gorilas, aspectos, de la del ser humano. Pero la imagen que tiene Hei­
delfines y otras varias especies. Lo primero que hay que tener degger del animal no humano como un ser meramente cautivo
en cuenta es que los miembros de estas especies suelen mani­ del entorno circundante, que sólo se pone en movimiento por
festar una diversidad de comportamientos que Heidegger omite: las características del entorno que desinhiben sus impulsos ins­
tintivos, mientras que el ser humano, por el contrario, logra li­
14. !bid., págs. 312-315.
berarse de esa cautividad debido a sus facultades conceptuales
66 ANIMALES R A C I O N A L E S Y D E P E N D I E N T E S ¿CUÁN POBRE ES EL MUNDO DEL ANIMAL NO HUMANO? 67

y lingüísticas, es una exageración retórica. Algunas de las espe­ Stich. Pero incluso siendo lo bastante pruden te s , s e seguirán
cies que Heidegger omite no tienen un único entorno « Circun­ encontrando numerosos casos en los que sea neces ari o utilizar
dante»: se mueven en e n tornos diferentes y sus modos de apre­ la expresión «en cuanto» en contextos en los que Heidegger ar­
hensión de esos entornos y su interacción con éstos forman parte gumentaba que no era válido emplearla.
de lo que cada entorno es para ellos. El error de Heidegger consistió en que, al atribuir una única
Con referencia a los seres humanos, un lugar común es que condición al conjunto de los animal es no humanos, perdió de vis­
no es posib l e c:1racterizar sus entornos debidamente en algunos ta las diferencias fundamentales que existen entre ellos. Las dife­
aspectos si no se tiene en cuenta que al menos ciertos rasgos de rencia entre una lombriz, un cangrejo y un pájaro carpintero , por
esos entornos son interpretados por los mismos seres humanos. un lado (y las diferencias entre estas especies tampoco son insig­
Pe ro algo semejante parece ser cierto para los miembros de al­ nificantes) y un simio, un perro y un delfin, por el otro lado (de
gunas especies no humanas. S u atención es selectiva y su entor­ nuevo, las diferencias entre ellos no deben pasar inadvertidas) no
no está en parte cons t itu id o po r aqu ello que e s destacado por sólo son importantes en sí m ismas sino que si no se les reconoce
,

sus exploraciones y descubrimientos. Con las mi smas razones el peso debido, no será posible comprender plenamente la im­
que son válidas para los seres humanos, se puede concluir que portancia de la diferencia entre el ser humano y algunas otras es­
su en to rn o no es un mero conjunto de restricciones y de es­ peci es inteligentes. En esto consiste el segundo error de Heidegger:
tímulos que despiertan impulsos. Pe ro el argumento de Heideg­ no se trata sólo de que fuese equivocada su descripción de los
ger es erróneo también en otros aspectos. ani-males no humanos, sino también de que, a con secuencia de
El tipo de animal no humano que Heidegger omite es capaz ello, no pudo percatarse de aspectos fundamentales del Dasein, de
de distinguir individuos y reconocerlos, se percata de su ausen­ la existencia humana. Y esas omisiones tienen relación con las
cia, celebra su regre so y res po n d e a ellos en cuanto ali men to o de algunos filósofos analíticos cuyas ideas ya se han comentado.
en cuanto fuente de alimento, en cuanto compañero de juego u Al hablar de la relación que existe entre las creencias huma­
objeto de j uego , en cuanto ac reedor de obediencia o proveedor nas y las creencias de ciertos animales no humanos, puse el
de protección, etcétera. Aunque sólo sea de una forma elemen­ énfasis en el hecho de que el desarrollo de algunas facultade s y
tal, este comportamie n t o, ya sea de delfi nes, gorilas o cual quier capaci da des para el uso del lenguaje que son propia m en te hu­
otro animal, muestra precisamente esa estructura-en-cuanto manas es una extensión y una d e rivaci ón de cap acid ad e s y fa­
que, según Heidegger, pertenece exclusivamente al ser humano. cultades animales compartidas con miembros de algunas otras
Estos animales no humanos, esto es, se encuentran con los ob­ especies in teligen tes Mi deseo ahora es amplia r algo más esta
.

jetos particulares como un «este-tal» (no es una casualidad que, idea. No se trata únicamente de que el mismo modo de ejercer el
en este pu n to la terminología sea aris tot élica La reflexión de
, .
mismo tipo de facultades p erceptivas genera, orienta y modifica
Heidegger de la e structura- en c uan to se presenta a sí misma
-
creencias en los d el fi n es (y alguna s otras especies) y en los seres
como una exégesis de Aristóteles). Clasifican cada objeto par­ humanos; asimismo, todo el comportamiento corporal humano
ticular y reaccionan ante él e n una ocasión en cuanto p erten e ­ en relación con el mundo es originalmente un comportamien­
ciente a tal clase, e n otra ocasión en cuanto t ien e ésta o aquella to animal, y cuando se adquiere la capacidad de usar el lenguaje
propiedad y, a veces, en una misma ocasión en cuanto perte­ y se reestructura ese comportamiento bajo la guía de los padres y
neciente a más de una clase. Con respecto a la p re cisión con otras personas, cuando se elaboran y se modifican las creencias
que se puede caracterizar esas clasificaciones e identificaciones de nuevos modos y se reo ri ent an las actividades nunca es en­
de los animales, es necesario tener en m ente la advertencia de teramente in depend ie nte de la he re nc i a y la n aturaleza animal.
68 A N I M A L E S RACIONALES Y D E P E N D I E N T E S ¿CUÁN POBRE ES EL MUNDO D E L ANIMAL NO HUMANO? 69

En parte, esto se refiere a aquellos aspectos de la condición cor­ za sólo puede ser explicada en sus propios términos, al menos
poral del ser humano que simplemente no cambian, aquello en sus aspectos más importantes; se piensa que su relación con
que se mantiene constante incluso después de la programación la naturaleza biológica es externa y contingente, y hasta tal pun­
y ordenación social y cultural de las funciones corporales: e l to que permite que se trace una única y nítida línea divisoria
entrenamiento para ir a l retrete, e l desarrollo d e l o que cultu­ entre los seres humanos y los miembros de todas las especies
ralmente se consideran hábitos regulares para dormir y comer, no humanas. Esa línea divisoria separa a quienes poseen lenguaje
y el aprendizaje d e lo que se considera educado y maleducado de quienes no lo poseen. Es necesario recalcar, desde luego, la
al estornudar, escupir, eructar, ventosear, etcétera. También se importancia de las diferencias entre los animales que poseen
refiere a la capacidad de reflexión que tienen los seres humanos lenguaje y los que no lo poseen, y algunas de ellas serán funda­
sobre su comportamiento general y sobre su orientación hacia mentales en mi investigación. Sin embargo, prestar atención
los bienes de su naturaleza animal, y en consecuencia de mo­ exclusiva o casi exclusivamente a estas diferencias suele impe­
dificar y reorientar sus creencias, sentimientos, actitudes y accio­ dir que se vea con claridad la importancia de la continuidad y
nes. Es de fundamental importancia el hecho de que al trans­ de las semejanzas entre algunos aspectos del comportamiento
formarse de ese modo, e l ser humano se convierte en un animal inteligente de los animales no humanos y la racionalidad prác­
reencauzado y rehecho, pero no en ninguna otra cosa. La se­ tica, moldeada por el lenguaje, del ser humano.
gunda naturaleza del ser humano, su naturaleza culturalmen­ La trascendencia que tienen esas continuidades y semejan­
te formada como hablante de un lenguaje, es un conjunto de zas también puede quedar oculta de otras maneras. Algunos
transformaciones parciales, pero sólo parciales, de su primera de los estudiosos de la conducta animal que más ansiosos se
naturaleza animal. E l ser humano sigue siendo un ser animal muestran por subrayar aquello que los delfines y los chimpan­
con identidad animal. Las omisiones y exclusiones de Heidegger cés tienen en común con el ser humano exageran quizá la i m ­
en su argumento sobre los animales no humanos son tales que portancia que tiene el saber si esos animales inteligentes tienen
impiden ver este hecho. Cuando Heidegger quiso en ocasiones o pueden adquirir, y hasta qué punto, un lenguaje completo con
posteriores hacer hincapié en el parentesco entre los animales su propia sintaxis y semántica. Sin duda son interrogantes del
no humanos y humanos, en lugar de subrayar su diferencia, lo mayor interés y han dado lugar al desarrollo de programas de
que dijo resultó más críptico y enigmático de lo que el propio investigación cuyos resultados son francamente impresionan­
Heidegger suele ser; y en mi opinión, no es por casualidad. Se tes en varios campos. Pensemos, por ejemplo, en los descubri­
había cerrado a sí mismo la posibilidad de decir lo que necesita­ mientos realizados sobre el aprendizaje vocal de los delfines y
ba decir; pero está en juego algo más que la crítica a Heidegger. las funciones de ese aprendizaje.
En la discusión tanto de las tesis de la filosofía analítica corno Los delfines mulares «producen silbidos, chasquidos y soni­
de las afirmaciones de Heidegger, he procurado no sólo examinar dos intermitentes que son modificables mediante la experien­
los argumentos concretos sino también, de una manera más ge­ cia». 1 5 Los delfines mulares son capaces del aprendizaje vocal
neral. oponer reparos a la influencia cultural que tiene una ima­ desde su infancia; tienen facultades para �a i mitación; posee n
gen de la naturaleza humana según la cual el ser humano es un
animal y adicionalmente algo más. De acuerdo con dicha pers­ 15. Vincent M. Janik y Peter J. B. Slater, •Vocal Learning in Mammalsn en Advances
pectiva, el ser humano posee una primera naturaleza animal in the Study ofBehavior, vol. 26, Nueva York, Academic Press, 1 997, pág. 6; Janik y Sla­
ter ofrecen una sinopsis de los descubrimientos de las investigaciones y bibliografía
y, adicionalmente, una segunda naturaleza propiamente humana. sobre una serie de especies, entre las que se encuentran los delfines mulares. Sólo resu­
La fuerza del «y» sirve para indicar que esta segunda naturale- mo hrevemente su trabajo.
70 A N I M A L E S R A C I O N A L E S Y DEPENDIENTES

un amplio repertorio de silbidos, pero cada individuo emite casi


siempre silbidos propios, su silbido seña. Estos silbidos seña se
mantienen constantes a lo largo del tiempo y ofrecen un recurso
para el reconocimiento y reidentificación individual, lo que hace
posible que existan relaciones sociales extensas. La imitación de
silbidos seña « podria utilizarse para mantener vínculos sociales
o para engañar a otros individuos». 1 6
Los avances obtenidos hasta el momento no ofrecen aún prue­
bas que permitan sostener con firmeza que los delfines mulares
posean un lenguaje completo, ni siquiera cuando se toma en 6
cuenta la impresionante aptitud que muestran para aprender
los elementos de un lenguaje artificial, como ha revelado e l tra­
RAZONES PARA ACTUAR
bajo de Herman y sus colegas. Pero lo que importa realmente
no es lo que falta al lenguaje de esos delfines; mucho más escla­
recedor es el uso que pueden dar a su aprendizaje vocal para Anthony Kenny ha negado que los animales no humanos
manifestar sus facultades expresivas prelingüísticas: su capaci­ puedan tener razones para sus acciones, en una exposición del
dad para una actividad moldeada por el reconocimiento, las cre­ argumento de santo Tomás sobre la voluntariedad, al explicar
encias y la modificación de las creencias, orientada por intencio­ por qué santo Tomás rechazó la idea de que los actos de los ani­
nes, una actividad llevada a cabo en concierto y comunicación males no humanos pudieran ser voluntarios en el sentido en
con otros. Precisamente debido a que estas facultades no son que lo son los actos del ser humano. Tanto los animales huma­
lingüísticas, sino prelingüisticas, ponen en duda esa rígida lí­ nos como los no humanos utilizan m e dios para alcanzar sus fi­
nea divisoria entre quienes poseen lenguaje y quienes no lo po­ nes, hacen una cosa para lograr otra distinta. En el caso del ser
seen, puesto que el ejercicio de alguna de estas facultades pre­ humano, el hecho de que su acción vaya a producir esa otra
lingüísticas proporciona el contenido fundamental del lenguaje cosa constituye su razón para actuar como lo hace; pero no su­
en el ser humano. En ninguna parte resulta más llamativo este cede igual en el animal no humano, a pesar de que su acción
vínculo entre l o prelingüístico y lo lingüístico como en la rela­ también sea un medio para lograr un fin. «Puesto que carece de
ción existente entre las razones prelingüísticas para actuar y las lenguaje, no puede manifestar una razón; sólo aquellos seres
diversas clases de razones para actuar que son posibles única­ que pueden ofrecer sus razones pueden actuar movidos por ra­
mente por el lenguaje. zones. El ser humano es un animal racional, que ofrece razo­
nes; el gato y el perro no lo son y, por lo tanto, no pueden actuar
por una razón.» 1
¿Por qué la ausencia de lenguaje tiene esa consecuencia?2
Porque un animal que carece de lenguaje no puede evaluar aque-

l . Anthony Kenny, Aquinas and Mine/, Londres, Routledge, 1993, pág. 82 (trad.
cast.: Tomás de Aquino y la mente. Barcelona, Herder, 2000).
2. Kenny se cuida de señalar que. al otorgar esa importancia al lenguaje, lo que
16. Janik y Slater, op. cit . . págs. 66-68. 79, 8 1 , 83. está manifestando es su propia opinión, y no la de santo Tomás. Para un excelente repa-
72 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES RAZONES PARA ACTUAR 73

llo que le mueve a actuar. No puede preguntarse si su razón siguiente modo: «Si hago A, lograré B » , donde «B» significa al­
para actuar como lo hace es una buena razón, por lo que, se­ gún bien, la reflexión sobre esta razón exigirá que me pregunte:
gún Kenny, no tiene una razón. Santo Tomás había negado «En esta situación, ¿dispongo de una mejor razón para actuar,
que los animales no humanos tuvieran la libertad que atribuía aparte de que hacer A me permita alcanzar B ? » . Tendré que
a los animales humanos, fundamentándose en que «quien emi­ comparar ésta como una razón para actuar con razones alter­
te juicios tiene el poder de juzgar en la medida en que es capaz nativas para emprender acciones alternativas. De modo que
de juzgar su propia actividad de enjuiciar; porque sea lo que sería posible que existiera alguna especie animal cuyos miem­
sea aquello que está en nuestro poder es algo sobre lo que pode­ bros, o algunos de ellos, fuesen capaces de adquirir un lengua­
mos j uzgar. Pero juzgar el propio juicio es algo q�e correspon­ je, pero con un nivel de complejidad inferior al que es necesario
de exclusivamente a la razón. . . » . 3 Santo Tomás está absolll ta­ para esta clase de racionalidad práctica. Si existe esa especie, y
mente en lo cierto cuando se refiere a la importancia que tiene si el argumento de Kenny es sólido, entonces ni siquiera con res­
el poder de juzgar nuestros propios juicios como señal de racio­ pecto a esos usuarios de lenguaje podría decir justificadamente
nalidad y voluntariedad. que son capaces de tener razones para actuar. Pero ¿es realmente
La racionalidad p ráctica humana tiene, sin duda, entre sus sólido el argumento de Kenny? ¿Su conclusión no es, quizás,
rasgos distintivos la capacidad de distanciarse de los juicios ini­ excesivamente contundente?
ciales sobre cómo se debería actuar y evaluarlos con diversos Santo Tomás llega a conclusiones distintas a las de Kenny, y
criterios. Por otra p arte, Kenny también tiene razón cuando las diferencias no dejan de ser interesantes. Aristóteles había
alega que esta cap acidad sólo puede ser ejercida por quienes hecho hincapié en la diferencia entre la phronesis del ser h u ­
usan el lenguaje, aunque lo que se requiere para el ejercicio de mano y la del resto de los animales, pero señalando que en
esta capacidad no es sólo el lenguaje, sino una clase de lenguaje efecto atribuimos phronesis a los miembros de algunas otras
que disponga de los recursos necesarios para formar oraciones especies.4 Jean-Louis Labarriere ha sostenido que Aristóteles
con cierto grado de complejidad. tenía en mente el hecho de que en algunos animales no huma­
Quienes han pretendido trazar una única y rígida línea divi­ nos hay una relación entre sus percepciones y los imperativos
soria entre animales humanos y no humanos han puesto énfa­ que rigen sus actos que implica <<Un analogue de raisonnemen t
sis, por lo general, e n la presencia o ausencia de lenguaje en (une sorte de pensée pratique)».5
cuanto tal, la capacidad para emplear y comprender cadenas Santo Tomás sigue en esto el argumento de Aristóteles. Los
de expresiones sintácticamente ordenadas y semánticamente animales no humanos, admite, «Se mueven por preceptos» y en
significantes cuya m anifestación constituye los actos de habla. ocasiones aprenden de la experiencia pasada y reconocen una
Pero esto no basta para hablar de racionalidad humana. Hace u otra cosa como amigable u hostil. En virtud de su naturaleza y
falta, además, la capacidad para construir oraciones que con­ de esa capacidad para aprender, son capaces de realizar lo que
tengan como elementos las oraciones empleadas para expresar santo Tomás denomina «juicios naturales » . De manera que ma­
el juicio sobre el que el agente reflexiona o bien las referencias nifiestan lo que santo Tomás llama «una apariencia de razón» y
a esas oraciones. Cuando mi razón para actuar se formule del «participan de» lo que denomina «una prudencia natural» . De

so de la discusión de santo Tomás en torno a los animales, véase Judith A. Barad, Aqui­ 4. Aristóteles, Ética nicomáquea, VI, J l 4 1 a 22-28 (trad. cit.).
nas on the Nature and Treatment o( Animals, San Francisco, Intenational Scholars Pu­ 5. Jean-Louis Labarriere, «De la Phronesis Animale», en Biologie, Logique et Me­
blications, 1995. taphysique chez Aristole, Séminaire CNRS-N. S. F., 1987, París, Éditions du CNRS ,
3. Santo Tomás de Aquino, De Veritate 24, 2. 1 990, pág. 4 1 7 .
74 A N I M A L E S RACIONALES Y D E PENDIENTES RAZONES PARA A C T U A R 75

ahí que, cuando santo Tomás habla acerca de la capacidad de baria ininteligible la transición hacia una racionalidad específica­
juicio de los animales no humanos y afirma que actúan a par­ mente humana. Eso significa que durante su primera infancia, los
tir del juicio,6 emplea este término por analogía con el juicio seres humanos no han realizado aún la transición entre un ani­
reflexivo humano, aunque los animales no tengan la misma mal potencialmente racional y un animal efectivamente racional.
capacidad para juzgar que el ser humano. El lobo y la oveja (Dejo de lado, en este punto, algunos interrogantes sobre la natu­
tienen razones para actuar como lo hacen, a pesar de no tener raleza de esa transformación evolutiva mediante la que algunos
la facultad de la razón. (Es importante señalar que esta predi­ primates inteligentes pasaron, por primera vez, de ser animales
cación analógica sólo puede emplearse justificadamente si es inteligentes a ser animales racionales.) El primer paso de esta
posible atribuir a los animales no humanos de que se trate de transición sucede cuando un niño es capaz de tomar en conside­
ciertas capacidades conceptuales -por ejemplo la capacidad ración la sugerencia de que el bien hacia el que de hecho le orien­
para reconocer la semejanza y la diferencia de especie- exac­ ta su naturaleza animal es inferior a algún otro bien alternativo,
tamente en el mismo sentido en que se atribuyen a los seres de modo que este último bien le proporciona una razón mejor ,
humanos.) para actuar, comparado con el bien que hasta entonces había per­
La conclusión de santo Tomás es, por ello, más restringida seguido. Y esto sólo es posible si existe, en efecto, algún bien que
que la de Kenny. Ciertamente, es fundamental señalar la dife­ haya estado persiguiendo, un bien que le haya proporcionado una
rencia que existe entre el tipo de razón para actuar que tienen razón para actuar. Al igual que los delfines, los bebés de la especie
algunos animales no humanos y el tipo de razones que tiene el humana tienen razones prelingüísticas para actuar, y la compleji­
ser humano, un ser reflexivo y que usa el lenguaje. Pero no es dad de las relaciones entre los bienes que buscan y los medios a
necesario ni hay justificación para negar que a veces estos ani­ los que recurren para lograrlos es equiparable a la que se mani­
males no humanos en cierto sentido tengan razones para actuar fiesta en el razonamiento de los delfines; pero van más allá del ra­
tal como lo hacen. Las premisas a partir de las que argumenta zonamiento típico del delfín cuando son capaces de reflexionar y
Kenny avalan esta conclusión restringida, pero no su versión juzgar las razones que les han orientado hasta ese momento. Has­
más fuerte. ta donde se sabe, esta transición aún no ha sido llevada a cabo por
La distinción es importante porque todo ejercicio de la facul­ los delfines, pero tanto los delfines como los chimpancés y otras
tad de reflexionar sobre las razones para actuar supone que ya se especies pueden enseñar mucho sobre las precondiciones para
tienen esas razones sobre las que es posible reflexionar, con ante­ realizarla.
rioridad a la reflexión misma. La materia inicial para la reflexión, Reconocer que existen estas precondiciones animales para la
el punto de partida para la transición hacia esa racionalidad que racionalidad humana obliga a pensar acerca de la relación entre
es posible por el dominio de algunas de las complejidades del uso el ser humano y los miembros de otras especies inteligentes en
del lenguaje, está en las razones para actuar que son anteriores a términos de una escala o espectro, y no de una sola línea divisoria
toda reflexión, y ésas son razones que el ser humano comparte entre «ellos>> y « nosotroS>>. En un extremo de esta escala hay ani­
con los delfines y los chimpancés. Si no se compartiesen esas ra­ males para los que la percepción s ensorial no es más que recep­
zones con los delfines o los chimpancés, el ser humano no habría ción de información, sin contenido conceptual; según la expre­
alcanzado ese punto de partida, y negar que posea tales razones sión de Heidegger, carecen de cualquier tipo de «estructura-en­
cuanto>>. En otro nivel, hay animales cuyas percepciones son en
6. Santo Tomás de Aquino, De Veritate, respuesta a la séptima objeción, 24, 2; véase
parte el resultado de una investigación intencionada y atenta, y
también Summa Theologiae la, 84, L cuyos comportamientos cambian para ajustarse de algún modo,
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76 A N I M A L E S RACIONALES Y D E P E N D I E N T E S RAZONES PARA ACTUAR 77

según lo verdadero y lo falso; entre éstos es posible distinguir de vida. Los estudiosos más importantes de la conducta animal
aquellos cuyas percepciones y respuestas son más sutiles de aque­ han puesto en práctica habilidades y sensibilidades que se ase­
llos otros de percepciones y respuestas más rudimentarias. mejan mucho a las del mejor antropólogo social o cultura]; han
Las diferencias en el tipo de intención que se manifiesta en sido capaces de hacernos entender, al menos hasta cierto pun­
la conducta y se comunica a otros también es importante para to, en qué consiste ser un perro, un caballo, un gorila o un del­
ubicar a las diferentes especies en esta escala. Se llega a un nuevo fín. (Thomas Nagel está en lo cierto cuando señala que no sabe­
nivel cuando se puede concluir, como lo hacen Hauser y Nelson mos en qué consiste ser un murciélago, pero eso no se debe
respecto a los chimpancés, que «los animales no humanos son sólo a su dependencia perceptiva de la ecolocación, sino tam­
capaces de ocultar información y dar señales falsas acerca de bién a que la diferencia entre su forma de vida y la del ser hu­
objetos y acontecimientos en el entorno».7 Con esos chimpan­ mano es mucho más profunda que la que existe entre ésta y la
cés, como con los delfines, se ha llegado a un punto en la escala de otros primates o delfines.)8 Wittgenstein señaló que «Si un
en el que hay especies cuyos miembros son capaces de una inte­ león pudiese hablar, no podríamos entenderle».9 Quizá sea ne­
racción más o menos sofisticada con los seres humanos; un tipo cesario dejar en el aire la pregunta en lo que respecta a los leo­
de interacción en que las percepciones, las creencias, las razo­ nes, pero me siento sumamente inclinado a afirmar que, en el
nes para actuar y las intenciones de los participantes no huma­ caso de los delfines, a pesar de que su modo de comunicarse
nos desempeñan un papel muy similar al que cumplen las per­ sea tan diferente al del ser humano, es cierto que si pudiesen
cepciones, creencias, razones para actuar e intenciones de los hablar, algunos de los mejores intérpretes recientes de su com­
participantes humanos. portamiento les entenderían.
No hay duda de que el ser humano ocupa un lugar superior La idea de que el ser humano, el delfín, el chimpancé, el pe­
en la escala, que se distingue no sólo por el lenguaje, sino por la rro, el murciélago, la lagartija y la araña, se ubican en diferen­
capacidad para hacer un liso reflexivo específico del lenguaje. tes niveles de la escala también es i mportante en otro sentido
Pero esto no elimina lo que el ser humano comparte con otras (no hay que olvidar que la ubicación de estas especies en dife­
especies animales. No es posible descartar el vínculo que exis­ rentes niveles de una única escala no es en absoluto incompa­
te entre el ser humano y el delfín y el chimpancé, que no se re­ tible con el reconocimiento de historias evolutivas muy dife­
fiere sólo a la animalidad corporal, sino también a las formas rentes). En los niveles inferiores de esa escala, la percepción
desempeña un papel como causa de la conducta, quizá prove­
7. Marc D. Hauser y Douglas A . Nelson, •"Intentional" Signaling in Animal Com­
yendo de información, aunque no provea razones. En niveles
o
munication» . eri Trends in Ec /ogy and Evolution 6, 6 de junio de 1 9 9 1 , pág. 189. Sobre la
caracterización del engaño en los animales no humanos, véanse también Marc D. Hau­ superiores, el papel que desempeña la percepción para promo­
ser, «Minding the behavior of deception•, e n Machiavellian Intelligence /1, A. W. Whiten y ver la conducta varía en ocasiones según la medida en que sea
R. W. Byme (comps.), Cambridge, Cambridge University Press, 1997; otros ensayos en
proveedora de razones o se considere que provee de razones
este volumen y en el anterior de 1988, Machiavellian lntelligence: Social Expertise and
the Evolution of Intel/ect in Monkeys, Apes and Humans, con los mismos editores y en la para actuar. Los delfines, por ejemplo, malinterpretan de vez e n
misma editorial, que ofrecen ejemplos excelentes sobre las actividades de los primates cuando l o que perciben: responden como si estuviesen ante u n
no humanos que avalan. desde el punto de vista que he adoptado, atribuciones no sólo
en cuanto a su inteligencia, sino también· en cuanto a intenciones, a la capacidad de
predador, cuando n o es así, si consideran que su percepción les
previsión y a las razones proporcionadas por esa capacidad de previsión para dar lugar provee de razones, responden actuando de una manera y no de
a g
una intención en lu ar de a otra. Robín Dunbar ofrece una visión general excelente en
«The Ghost in the Machine», capítulo S de su obra Grooming, Gossip, and the Evolution n
8. Véase Thomas Nagel, «What i s like t o b e a bat?», e n Moral Questio s , Cambridge,
·
ofLanguage, Londres, Faber & Faber and Cambridge, Mass., Harvard University Press, Cambridge University Press, 1979.

1996. 9. Ludwig Wittgenstein, Investigaciones (ilosó(icas II, xi, 223.


78 ANIM ALES RAClONALES Y D EPENDIENTES R A Z O N E S PARA ACTUAR 79

otra. Finalmente, cuando una especie, como la humana, ·es ca­ McDowell señala posteriormente que «el ser humano nace
paz de reflexionar sobre sus razones mediante el uso del len­ como un simple animal y se transforma en un ser pensante y con
guaje; no sólo el tener razones resulta causalmente eficaz para intención propia en el curso de su maduración» 1 2 y, como conse­
orientar la conducta, sino el tener razones para suponer que un cuencia de la adquisición de lenguaje, al aprender « qué es una
conjunto de consideraciones y no otro ofrece realmente razo­ razón para qué » . 1 3 He sostenido la idea de que en la perspectiva
nes en una situación particular. de McDowell y Gadamer, esta transformación corre el riesgo de
Las relaciones causales entre los animales y su entorno son, resultar ininteligible; es así porque algunas de las condiciones
por lo tanto, de diferentes tipos, y la explicación de la conduc­ prelingüísticas necesarias para e l desarrollo de la racionalidad
ta animal es distinta en los distintos niveles de la escala, pues­ humana sólo pueden darse debido a que algunos de los que
to que debe asignarse un peso cada vez en la explicación a las McDowell llama «simples animal e s » se orientan ya por un tipo
formas en que las diferentes especies consideran las caracte­ de razonamiento práctico, el que se manifiesta en el hecho de que
rísticas de su e n torno, conforme desarrollan formas comple­ asuman que esto es una razón para hacer aquello, un tipo de ra­
jas de conducta intencionada. Todo esto queda oculto si se zonamiento que debe ser caracterizado por analogía con el en­
insiste en desestimar o minimizar las analogías que existen tendimiento humano. Los delfines, los gorilas y los miembros de
entre la inteligencia que se pone de manifiesto en el compor­ algunas otras especies no son puramente sensibles y receptivos
tamiento del delfín o del chimpancé y la racionalidad del para los estímulos que reciben sus sentidos, como tampoco lo son
comportamiento humano; es el caso, por ejemplo, de Hans­ los seres humanos. Ellos también habitan un mundo cuyos ras­
Georg Gadamer cuando, siguiendo a Heidegger, argumenta gos sobresalientes tienen una i m portancia u otra para ellos, y
que al carecer de lenguaje los animales no humanos, 10 nunca también responden de acuerdo con sus clasificaciones e inter­
pueden romper con «SU dependencia del entorno», mientras pretaciones; ellos también comet e n errores y los corrigen.
que el ser humano, por el contrario, es capaz de adoptar «Una A pesar de ser diferentes en aspectos importantes con respecto
actitud libre, distanciada » con respecto a su entorno. Lo mis­ . al ser humano en cuanto hablante de un lenguaje, ·" on capaces
mo sucede con John McDowell cuando, después de respaldar de crear relaciones no sólo con m iembros de su pro¡:,ia especie,
lo dicho por Gadamer, afirma que « en los que son simplemen­ sino también con seres humanos y descifrar las int�racciones
te animales, la sensibilidad se halla al servicio de un modo de y propósitos de esos seres humanos, a la vez que expresan sus
vida estructurado exclusivamente por imperativos biológicos propias intenciones y propósitos. Es decir, que las relaciones de
inmediatos» y que «la vida meramente animal es configurada algunos animales no humanos con los animales humanos son
por objetivos cuyo control sobre la conducta del animal en claramente análogas a las relaciones humanas, en una medida
cualquier momento es u n resultado inmediato de fuerzas bio­ mucho mayor de la que estaría dispuesta a admitir una parte de
11 la teoría filosófica de la que ya se ha hablado. En efecto, algunos
lógicas» .
seres humanos y algunos animales no humanos buscan sus bie­
10. Hans-Georg Gadamer. •Animals have language only per aequivocationem», nes respectivos en compañía y en cooperación unos con otros; y
Truth and method, Nueva York, The Seabury Press, 1975, pág. 403 (trad. cast.: Verdad y la expresión «bienes» significa exactamente lo mismo, ya se trate
.
método, Sígueme, Salamanca, 1997).
1 1 . John McDowell, Mind and World, Cambridge, Mass., Harvard University Press,
del ser humano, del delfín o del gorila.
á
1994, Lecture VI, p g. 1 1 5; para una crítica del punto de vista de McDowell, véanse
John Haldane, «Rational and Other Animals», en Verstehen and Human Understanding,
Cambridge, Cambridge University Press, !996, y Gerald Vision, «Perceptual Content», 12. !bid. . pág. 125.
en Philosophy, 7 3, julio de 1998, especialmente la sección VII. 1 3. !bid., pág. 1 26.
7

VULNERABILIDAD, FLORECIMIENTO,
BIENES Y «BIEN»

Los delfines son vulnerables a lo largo de su vida, relativa­


mente longeva por otra parte, a distintos factores letales: en­
fermedades, lesiones, predadores , desnutrición y la inanición
ocasionada por el daño causado a sus fuentes alimenticias por
las actividades pesqueras; recientemente, también se han visto
sujetos a la actividad esquilmadora, a veces incidental, deriva­
da del uso de la red de cerco con jareta en la busca de grandes
beneficios e n la pesca del atún de aleta amarilla, y otras veces a
la caza del propio delfín, para el mercado de carne de delfín.
Los delfines nada pueden hacer para protegerse de estos peli­
gros, pero apenas queda duda de que sus posibilidades de so­
brevivir y florecer dependen en gran medida de l a manera en
que, en el transcurso de su vida, s e estructuran las relaciones
sociales mediante la asociación en grupos (grupos de hembras
y sus crías, grupos de machos subadultos, grupos de machos
adultos, grupos de delfines machos y hembras adultos) y la for­
mación de alianzas.
La identificación de los daños y peligros a que se exponen
los delfines y la naturaleza de su vulnerabilidad presupone una
determinada noción del florecimiento del delfín, de lo que sig­
nifica para un delfín florecer como miembro de distintos gru­
pos, a l o largo de una vida en que se alcanzan determinados
logros y se realizan las actividades propias de un desarrollo
82 A N I M A L E S RACIONALES Y D E P ENDIENTES V U L N ERABILIDAD. FLORECI M I E NTO. BIENES Y • B I E N » 83

normal y natural. Los bienes concretos que se logran en las di­ cuyo conocimiento es necesario para formular algunas explica­
ferentes actividades (la actividad de la caza, de la alimenta­ ciones: la distinción entre aquellos entornos en que florecen los
ción, del juego, de las relaciones sexuales) se identifican como miembros de algunas especies y aquéllos en que no logran flo­
bienes porque son objetos de una actividad intencional y, por recer, así como la distinción, dentro de una población concreta,
lo tanto, objetos de deseo cuya satisfacción es el término de la entre los i ndividuos o grupos que logran florecer y los que n o
actividad, y también porque contribuyen al bienestar y consti­ logran hacerlo. Para establecer b i e n estas distinciones hace fal­
tuyen una parte del bienestar. Por eso se considera que algo re­ ta identificar las características que son necesarias para que
presenta un daño o un peligro en la medida que obstruye o im­ un individuo o una población de una especie concreta pueda
pide el logro de tales bienes concretos o el florecimiento en florecer en uno u otro entornos, en uno u otro estadios de su
general. desarrollo. Pero cuando se dice que un individuo o un grupo flo­
Ya he sostenido que es posible decir que un delfín tiene una recen, se dice algo más, y no sólo que poseen dichas caracterís­
razón para actuar de cie11a manera cuando actuar así le permite ticas, aunque florecer supone siempre florecer en virtud de que
conseguir un bien concreto; asimismo, cuando el delfín actúa de se posee cierto conjunto de características. En este sentido el
cierta manera porque se da cuenta de que actuando de ese modo concepto d e florecimiento se asemeja a otros conceptos que im­
obtendrá ese bien concreto, se puede decir que actúa por una plican usos del concepto básico de bien ( « florecer» se traduce
razón. Es decir: cuando se atribuyen razones para actuar a los como eu zen y bene vivere).
delfines, o a otras especies que no utilizan el lenguaje, se hace Para comprender la relación que existe entre esta acepción
por analogía con la atribución de razones al ser humano. Pero de la palabra «bien» y otras distintas, hace falta tener en cuenta
cuando se habla si florecen o no los delfines qua delfines o si flo­ antes que nada que existen tres formas diferentes de atribuir l a
recen o no los gorilas qua gorilas o si florecen o no los seres hu­ bondad. D e un cierto tipo d e alimento se puede decir que sería
manos qua seres humanos, se utiliza el verbo « florecer» en un bueno comerlo en el sentido de que sería bueno comerlo qua
solo y único sentido. Las expresiones tienen un sentido unívo­ ser humano, es decir, sería saludable para cualquiera o cual­
co y no analógico. Está claro que no florece igual el delfin que quiera disfrutaría comiéndolo. Pero también es posible hacer l a
el gorila y el ser humano, pero el concepto de florecimiento que se misma afirmación e n el sentido d e que sería bueno comerlo
aplica a las distintas especies animales y vegetales es exacta­ qua atleta a punto de correr un maratón o qua inválido en pro­
mente el mismo; de la misma manera que se aplica el mismo ceso de recuperación. Es decir que lo bueno se atribuye tanto a
concepto de necesidad. Lo que necesita una planta o un animal lo que beneficia al ser humano como tal, como a lo que le bene­
es lo que necesita para florecer qua miembro de su especie, y lo ficia en situaciones específicas en el contexto específico de una
que necesita para florecer es desarrollar las facultades caracte­ práctica. Un buen ser humano es aquél que se beneficia a sí
rísticas que posee qua miembro de esa especie. mismo y beneficia a otros (sobre esto será necesario decir mu­
Si puede florecer o no un determinado grupo o individuo cho más), tanto qua ser humano como también qua responsa­
qua miembro o miembros de cualquier especie animal o vegetal ble ejemplar de roles o funciones específicas dentro del contex­
a la que pertenezcan es una cuestión de hecho, a pesar de que to de prácticas específicas, como por ejemplo alguien puede
para saber en qué consiste florecer s e requiere una investiga­ beneficiarse a sí mismo y a otros qua ser humano concienzudo
ción conceptual y valorativa. Como cuestión de hecho, puede y alegre, y qua pastor o niñero.
encontrar respuestas en diversos campos científicos. La biolo­ Comparemos la expresión «buen ladrón>> con las expresiones
gía y la ecología han esclarecido ciertos ternas preliminares «buen ser humano» y «buen pastor» . Un individuo puede ser u n
84 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES VULNERABILIDAD, FLORECIMIENTO, BIENES Y • B I E N • 85

buen pastor sin ser un buen ser humano, pero los bienes deriva­ absoluto. Gauguin tuvo que preguntarse por el lugar que de­
dos del pastoreo son bienes genuinos. Sin embargo, ser un buen bían ocupar en su vida los bienes relativos a la pintura. Quizá lo
ladrón significa ser un mal ser humano. Al decir de alguien que mejor para Gauguin qua pintor fuera irse a Tahití, pero aunque
es un buen ladrón se están elogiando sus habilidades, pero in­ así fuera eso no significa que fuera lo mejor para Gauguin qua
cluso si se opinase que el hecho de tener esas habilidades es bue­ ser humano o qua padre. Por lo tanto, resulta necesario distin­
no, eso no obliga a afim1ar que sea bueno emplearlas para lo guir entre lo que hace que ciertos bienes sean bienes y bienes
que el ladrón las emplea. Esto plantea que hay al menos una triple valiosos por sí mismos, de lo que hace que para un determina­
clasificación de maneras de atribuir lo bueno. do individuo o para una cierta sociedad, en una situación con­
En primer lugar, están las ocasiones en que lo bueno se atri­ creta, sea bueno convertirlos en objetos de consideración prác­
buye por la evaluación de algo sólo como medio. Poseer ciertas tica. El juicio acerca de la mejor manera de ordenar los bienes
habilidades, disponer de ciertas oportunidades o estar en un en la vida de un individuo o una comunidad ilustra el tercer
determinado lugar en u n momento determinado es un bien, en modo de atribuir bondad, mediante el que se juzga incondicio­
la medida en que eso permita al individuo tener o hacer algún nalmente lo que es mejor ser, hacer o tener para un individuo
otro bien. Son cosas buenas sólo qua medio para obtener algo o un grupo, no sólo qua agentes que participan en una u otra
más, que es un bien en sí mismo. Pensemos ahora en una se­ actividades en uno u otro rol o roles, sino también qua seres
gunda manera de atribuir bondad. Juzgar que alguien es bueno humanos. Éstos son juicios sobre el florecimiento humano.
en el desempeño de un rol o en el cumplimiento de una fun­ De una cultura a otra, y de una situación a otra en una mis­
ción, en alguna práctica socialmente establecida, significa juz­ ma cultura, varía la medida en que los seres humanos necesitan
gar como bueno a ese agente eri la medida en que existen bie­ elaborar y evaluar esos distintos juicios tácitos o explícitos
nes intrínsecos a esa actividad que son bienes genuinos, bienes acerca de los bienes, que proporcionan las razones para actuar.
valorados como fines que merecen buscarse por sí mismos. Pero desde una edad muy temprana resulta imposible evüar la
Normalmente sólo se descubre si existen esos bienes y se en­ pregunta: «¿Por qué debo hacer e sto en lugar de aquello?», y es
tiende en qué consisten cuando se participa efectivamente en característico del ser humano que las respuestas a esta pregun ­
una u otra· actividades. La excelencia en el logro de los bienes ta siempre puedan ponerse en duda y que, cuando eso sucede,
propios de una u otra prácticas significa ser bueno qua miem­ sólo sea posible responder, sin evadir o desestimar la pregunta,
bro de una tripulación de un barco pesquero o qua madre de fa­ reflexionando acerca del razonamiento práctico que dio lugar a
milia o qua jugador de ajedrez o de fútbol; significa valorar y la acción o que estaba presupuesto en la acción. El ser humano
hacer asequibles bienes que son valiosos en sí mismos. No obs­ necesita aprender a verse a sí mismo como razonador práctico
tante, cada individuo debe preguntarse si para él es bueno que con respecto a los bienes, con respecto a lo que es mejor hacer
los bienes de una u otra práctica en particular ocupen en su en ocasiones concretas y con respecto a la mejor manera de vivir
vida un lugar u otro, así como cada sociedad debe preguntarse la vida. Sin aprender esto, no puede florecer y en ello difiere cla­
si para ella es bueno que los bienes de una determinada prácti­ ramente de los delfines, por lo que su vulnerabilidad también es
ca tengan más o menos importancia en l a vida colectiva. De de índole distinta.
modo que es necesario u n tercer tipo de juicio. Para su florecimiento, los seres humanos necesitan las rela­
Puede suceder que lo mejor para un individuo y para los de­ ciones sociales, igual que los delfines, pero lo que requieren d e
más sea que cierto conjunto de bienes, bienes genuinos, ocupen ellas es mucho de l o que e s específico del florecimiento huma­
un lugar secundario en la vida de ese individuo o ninguno en no, aparte de aquello que comparten con otras especies inteli-
86 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES VULNERABILIDAD, FLORE C I M I E N T O , B I E N E S Y • B I E N » 87

gentes. Los delfines pueden florecer siu tener la capacidad de para justificar la acción, decir: «He hecho A porque hacer A me
discutir con otros, ni aprender de ellos sobre el florecimiento ha permitido hacer, tener o ser B y yo quería hacer, tener o ser
de los delfines. En ocasiones, el ser humano no puede florecer B». La razón de que no baste esa explicación es que es impor­
sin discutir con otros y sin aprender de ellos acerca de su pro­ tante preguntar siempre por la razón por la que se escoge ac­
pio florecimiento. Por lo tanto, todo lo que pueda inhibir, frus­ tuar, en ese momento concreto y dadas esas circunstancias con­
trar o perjudicar el ejercicio de las facultades del razonamiento cretas, según un deseo y no otro. Todo individuo puede tener en
es potencialmente una amenaza potencial. Las sustancias tóxi­ un determinado momento diferentes planes, objetivos y deseos.
cas, las enfermedades, las lesiones, los predadores y la falta de De módo que cuando se proponga actuar según un cierto de­
alimento, amenazan por igual a los delfines, al ser humano y a seo, debe preguntarse: «En este momento y en estas circunstan­
otras especies, pero el desarrollo del ser humano como auténti­ cias, ¿es lo mejor actuar para satisfacer este deseo concreto? » .
co razonador práctico también enfrenta otras amenazas. Si actúa de acuerdo con un deseo concreto, o bien emite u n
Durante las primeras etapas después del nacimiento, los be­ juicio o presupone un juicio que dice que lo mejor para él es
bés, al igual que los delfines más jóvenes, se orientan hacia la actuar aquí y ahora para satisfacer ese deseo concreto. La expli­
satisfacción inmediata de las necesidades del cuerpo: la leche y cación o justificación de alguna acción concreta, en el día a día,
el pecho, el calor y la seguridad, la liberación de una u otra mo­ no suele concluir con el individuo diciéndose algo parecido a:
lestia o dolor, el sueño. Ésta es la primera experiencia que tiene «Lo hice sólo porque era lo que quería hacer. » Pero si alguien
el ser humano en el logro de bienes, por lo que si reparamos en lo dijera, estaría incitando a que se le preguntara si no había al­
ello tendremos que reconocer que la triple clasificación de las guna razón mejor para haber actuado de otra manera; es decir
maneras de atribuir lo bueno ya mencionada, no es del todo que su razón para actuar sería una buena razón no sólo porque
completa. En una etapa primaria también se reconoce como deseara tales y tales cosas, sino que además no hubiese ninguna
bueno, y se denominan buenos, los placeres que se logran en la otra mejor razón para actuar de otra manera.
satisfacción de las necesidades corporales y, de hecho, la sa­ Al evaluar de esta manera sus deseos, el ser humano se dis­
tisfacción de las necesidades en general. El desarrollo ulterior tancia de ellos; establece una distancia entre ellos y su persona
de esta etapa significa el reconocimiento no sólo de un rango de qua razonador práctico, sólo porque da lugar a la pregunta, tan­
bienes más amplio, sino también de un rango más amplio de lo to por su parte como por parte de los demás, sobre si es ·bueno,
que es bueno. Los delfines también se desarrollan y en el curso de hecho, que actúe aquí y ahora de acuerdo con ese deseo con­
natural de su desarrollo orientan su acción hacia diferentes ti­ creto. Este tipo de deliberación sucede, y así debe ser, la mayo­
pos de bienes, como por ejemplo los bienes sociables de la caza ría de las veces sin que ello implique plantearse efectivamente la
y el juego. Pero a medida que se hacen mayores, la orientación pregunta. Si esta pregunta se plantease con demasiada frecuen­
de sus actividades y los objetos hacia los que dirigen su deseo cia e insistencia, las personas se paralizarían como agentes; no
cambia en algunos aspectos, como parte de su desarrollo natu­ obstante, si no existiese la capacidad para planteársela, tampoco
ral. No tienen que pasar, como le sucede al ser humano, por sería posible operar como razonadores prácticos: esta capaci­
una etapa en que se separan de sus deseos, lo que implica un re­ dad sólo la pueden adquirir quienes han aprendido a separarse,
conocimiento de bienes distintos del placer de satisfacer las ne­ en una medida importante, de sus deseos y más especialmente
cesidades corporales. ¿Qué quiero decir con ello? de aquellos deséos más primitivos, más infantiles. El niño pe­
Cuando una persona expresa un motivo para hacer una cosa queño actúa según sus deseos siempre que puede, porque, en­
en lugar de otra nunca resulta suficiente, ni para explicar ni cuentra en ellos razones para actuar, como les sucede a los delfi-
88 ANI M ALES R A C I O N A L E S Y D E P E N D I E N T E S V U L N E R A B I L I D A D . FLORECIMIENTO, BIENES Y « B I E N » 89

nes o a los gorilas. Kenny, McDowell y otros estudiosos han sub­ «¡Deja de comer eso! Ya sé que t e gusta, pero es malo para th> o
rayado que el uso del lenguaje permite lograr la evaluación de «Te va a hacer daño, pero no te vas a curar de otro modo». Al
las razones; pero la adquisición de lenguaje no es suficiente en sí aprender de los demás cómo emplear respecto a sí mismo esa
misma. El niño debe aprender que puede tener una buena razón distinción, el niño también reconoce la diferencia entre los jui­
para actuar que no es la que le dictan sus necesidades más im­ cios que expresan deseos y los j uicios sobre lo que es bueno o
periosas, y sólo podrá hacer eso cuando esas necesidades dejen mejor para cada quien. En última instancia, cada ser humano
de dominarlo. tiene la última palabra sobre sus propios deseos. No siempre es
Eso no significa, desde luego, que el niño sea capaz de actuar fácil saber lo que uno necesita, y a veces alguien puede no saber
sin deseo. La idea misma de que sea posible actuar sin deseo lo que realmente necesita y puede requerir la ayuda de otros para
es una fantasía peligrosa. Se trata más bien de que el niño se descubrirlo. No obstante, una necesidad es algo que, en caso
abra a consideraciones acerca de lo que es bueno para él. De­ de que se tenga, ha de poderse d ecir, y a menudo sólo uno mis­
sarrolla el deseo de hacer, ser y tener lo que es bueno para él mo puede decirlo. Pero uno no está igualmente autorizado con
hacer, ser y tener, y al hacerlo así se encuentra motivado por ra­ respecto a los juicios sobre lo que para sí mismo es bueno o me­
zones que le orientan hacia algún bien. Es importante señalar, jor hacer, ser o tener.
no obstante, que al justificar nuestras acciones y actuar a partir Aunque normalmente las personas se conocen más a sí mis­
de uno u otro deseos hacia uno u otro objetos, no se hace refe­ mas de lo que las conocen los demás, en ciertos aspectos funda­
rencia alguna al deseo de lo bueno qua deseo; lo que justifica la mentales pueden no saber más que otros sobre lo que es bueno
acción es siempre una afirmación sobre el carácter del bien en o mejor para ellas. En el caso de un atleta, pueden saber más su
cuestión y sobre la razón por la que resulta mejor actuar de una médico o su entrenador, o en el de un estudiante, su profesor
cierta manera, en una situación determinada, para lograr ese puede estar en una mejor posición para juzgar qué es bueno
bien. para él. Igual puede suceder con los amigos. Para ser capaz de
Por ello tiene importancia que en los análisis filosóficos 1 no juzgar por sí mismo, el individuo debe aprender de los demás
se equiparen, en general, las evaluaciones y las manifestaciones sobre lo bueno en general y sobre lo bueno para él mismo, y los
de deseo, pues en caso de hacerlo, no se estará en condiciones de primeros de quienes se aprende suelen ser padres, tías, cuidado­
trazar el progreso del niño desde esas primeras etapas en que res, etcétera. Ahora bien: para desarrollar sus facultades como
no puede distinguir aún entre ambas cosas,. y la etapa posterior, razonador independiente y florecer así qua miembro de su espe­
en que distingue las respuestas a las preguntas: «¿Qué quiero?» o cie, cada i ndividuo debe pasar de la aceptación de esas primeras
«¿Qué es lo que más quiero?» de las respuestas a la pregun­ enseñanzas a la elaboración de sus propios juicios independien­
ta: «¿Qué es lo mejor que puedo hacer? ». tes respecto a bienes; juicios que puedan justificarse racional­
Está claro que el niño aprende a hacer esta distinción en su mente para uno mismo y para los demás, proporcionando buenas
relación con otros que la emplean refiriéndose a él, antes de que razones para actuar de una manera y no de otra. Esta transición
él mismo sea capaz de emplearla, en expresiones tales como tiene un triple carácter.
Se inicia en la edad más temprana de los animales humanos,
J. Lo que hace falta es una argumentación aristotélica, más que davidsoniana, de tan dependientes como lo son el bebé delfín o el bebé gorila, y
estas cuestiones; sobre la perspectiva de Aristóteles, véase Thomas M. Tuozzo, «Con­ se completa en el momento en que el ser humano se transfor­
ceptualized and Unconceptualized Desire in Aristotle», en Joumal of the History of Phi·
ma en un razonador práctico i ndependiente. Tiene al menos
losophy xxxii, 4, octubre de 1994, y sobre la de Davidson, su obra Expressing Evalua­
tions, Manhattan, University of Kansas Press, 1982. tres dimensiones, dos de las cuales ya se han mencionado. Las
90 A N I M A L E S RACIONALES Y D E P E N D I E N T E S V U L N E R A B I L I D A D , FLORECI M I E NT O , BIENES Y • B I E N • 91

tres son posibles por la posesión del lenguaje, aunque cada una caso puede suceder que vean como u n deseo para su propio
de ellas requiere no sólo la capacidad para el uso del lenguaje bien o para el bien lo que es en realidad, como pasa a menudo,
sino también la capacidad de emplearlo para ciertos usos, que a una forma no reconocida de deseo infantil, o sea, un deseo que
su vez requieren otras capacidades. El primer aspecto que des­ no ha sido evaluado críticamente. De ahí que al deliberar se ra­
taca de esta transición, como ya lo he indicado, es el paso que zone a partir de premisas poco sólidas y se actúe a partir de
hay entre sólo tener razones y ser capaz de evaluarlas como motivaciones viciadas. El razonamiento práctico sólido y la
buenas o malas, y en virtud de esa evaluación cambiar las razo­ buena motivación están relacionados de forma a veces comple­
nes para actuar y, por lo tanto, las acciones. La transición care­ ja, pero la incapacidad para distanciarse de los deseos repre­
cería de punto de partida si el ser humano no compartiera la senta un peligro para ambos.
orientación inicial hacia ciertos bienes que también muestran La historia de transición en un individuo no es sólo la histo­
el delfín y el gorila, y que ofrece las primeras razones para actuar. ria de ese individuo concreto, sino también la historia de otros
Tampoco se llegaría a completar si el individuo no fuese capaz individuos cuya presencia o ausencia, cuya intervención o falta
de participar cada vez más en esas actividades en las que los ni­ de intervención, tiene una importancia fundamental para de­
ños y adolescentes aprenden a reconocer una gama de diferen­ terminar que la transición se lleve a cabo con éxito. Esos otros
tes bienes, en un proceso gradual pero lleno de obstáculos, difi­ individuos entran a formar parte de la historia en dos sentidos
cultades y peligros. diferentes. Antes que nada, proveen los recursos necesarios
Cualquier lista de esos obstáculos y peligros ha de comenzar para que la transición sea posible al cuidar, alimentar, vestir,
mencionando los mismos factores letales que amenazan a los educar, enseñar, constreñir y aconsejar. Los recursos que nece­
delfines: enfermedades, lesiones, predadores, una alimentación sita un individuo varían según las circunstancias, el tempera­
defectuosa y la inanición. Además, hay que añadir todos los fac­ mento y sobre todo según los obstáculos y dificultades a los que
tores y estados que suponen una amenaza para el desarrollo de se ha de hacer frente. Todo individuo necesita ayuda de los de­
las capacidades lingüísticas y evaluadoras de los niños: la fal­ más para evitar padecer una situación de discapacidad, pero
ta de un estímulo adecuado de la actividad cerebral, el retraso cuando ésta llega a darse, bien de manera temporal o perma­
mental, el autismo, la inseguridad que engendra ansiedad, las nente, y uno se queda ciego, sordo, lisiado, sufre alguna enfer­
condiciones que hacen a un niño incapaz de controlar su agre­ medad debilitante o un trastorno psicológico, necesita de los
sividad, un miedo excesivo, la falta de entusiasmo, etcétera. La demás para mantenerse en vida, para obtener los recursos ne­
lista podría ser más larga, pero basta para orientar la atención cesarios, con frecuencia escasos, para descubrir las oportunida­
hacia otra dimensión de la transición del niño de la dependen­ des que quedan por delante y para que hagan lo que uno no
cia infantil a la condición de razonador práctico independiente: puede hacer por sí mismo. Diferentes individuos, discapaci­
la transformación de los deseos y las pasiones del niño. tados de varios modos y en distinto grado, pueden tener sus
Una condición necesaria para poder razonar de manera sóli­ propios talentos y posibilidades, así como sus propias dificulta­
da sobre las razones para actuar es haber aprendido a distan­ des: cada uno de ellos necesita que los demás perciban su parti­
ciarse en alguna medida de los deseos del momento, para así cularidad. Aquí es importante recordar que existe una escala d e
poder evaluarlos. Existe el riesgo de que quienes no son ca­ discapacidad en l a que todos ocupamos un lugar. La discapaci­
paces de distanciarse lo suficiente de sus deseos más inmedia­ dad es, en su grado y en su duración, una cuestión de más y me­
tos, aquéllos para quienes el deseo del bien no ha llegado a ser nos. E n diferentes momentos de la vida, y a menudo de manera
lo bastante poderoso, no lleguen a darse cuenta de ello. En ese impredecible, todos podemos vernos situados en puntos muy
92 A N I M A L E S RACIONALES Y D E P E N DI E N T E S VULNERABILIDAD, FLORECIMIENTO. BIENES Y • B I E N • 93

diferentes de la escala; y cuando pasamos de un punto a otro, Pero todo razonador práctico debe ser capaz de imaginar diver­
necesitamos que los demás reconozcan que seguimos siendo sos futuros posibles para él, imaginarse avanzando desde el mo­
las mismas personas que éramos antes. No obstante, los demás mento presente en diferentes direcciones, porque la existencia de
no sólo desempeñan ese papel en la historia de todo individuo. futuros alternativos y diferentes ofrece conjuntos de bienes alter­
Desde el momento del nacimiento, y en realidad desde antes, nativos o bienes diferentes, y distintos modos posibles de floreci­
el niño forma parte de un conjunto de relaciones sociales que l o miento. Es importante que todo individuo sepa visualizar tanto
definen y que n o son e n absoluto obra suya. Y debe transitar a futuros próximos como distantes y que, aunque sea improvisada­
un estado en que sus relaciones sociales son las de un razonador mente, piense los probables resultados futuros de uno u otro
práctico independiente con otros razonadores prácticos inde­ comportamientos. Para ello no sólo hace falta conocimiento sino
pendientes, así como con quienes posteriormente dependerán también imaginación.
de él. Los razonadores prácticos independientes contribuyen a Al igual que sucede con el resto de las capacidades que el ser
la formación y el mantenimiento de sus relaciones sociales, de humano necesita, el desarrollo de la clase de imaginación que
una manera que no pueden hacerlo los bebés; aprender a ser un hace falta es vulnerable a una serie de peligros y accidentes,
razonador práctico independiente supone aprender a cooperar además de los ya enumerados. Un niño puede obtener de su en­
con los demás en la formación y el mantenimiento de las rela­ torno una pespectiva limitada y empobrecida de sus posibilida­
ciones que hacen posible el logro de bienes comunes por parte des futuras; puede sucederle a cualquiera, aunque es un daño al
de razonadores prácticos independientes. Estas actividades coo­ que están sujetos muy especialmente quienes ya padecen un
perativas suponen de antemano una cierta comprensión com­ cierto grado de discapacidad. Normalmente se da por supuesto,
partida de posibilidades presentes y futuras. quizá siempre haya sido así, que quien p adece ceguera, sordera
Una tercera dimensión del tránsito de la infancia a la condi­ o alguna lesión o deformidad en las extremidades está excluido
ción de razonador práctico independiente es el paso de la con­ de muchas cosas, y no sólo de un breve conjunto de posibilida­
ciencia limitada al presente a una conciencia que incluye un fu­ des; y a menudo se considera que eso es un hecho de la natura­
turo imaginado. Al igual que la capacidad para evaluar razones leza, lo cual impide ver que la superación de los obstáculos de­
y para tomar distancia de los deseos del momento, ese paso rivados de esas aflicciones en buena medida depende no sólo
también requiere la posesión de lenguaje y la capacidad de em­ de los recursos que posean las personas discapacitadas (lo que
plearlo para una amplia variedad de usos diferentes. Los miem­ variará mucho de un individuo a otro), sino también de la con­
bros de especies inteligentes que carecen de lenguaje no pueden tribución de los demás, de quienes pueden no tener la imagina­
hacerlo; recordemos la anotación de Wittgenstein: «Es posible ción suficiente con respecto a las posibilidades futuras. El sig­
imaginar a un animal (Tier) enfadado, asustado, triste, feliz, nificado real de la discapacidad n o sólo depende de la persona
sorprendido. Pero, ¿esperanzado? ¿por qué no?». Y su comen­ discapacitada, sino también de los grupos sociales a los que
tario posterior: u n perro puede creer que su dueño está en l a pertenece.
puerta, pero no que su dueño llegará pasado mañana. 2 Pero esto no sólo les sucede a los discapacitados; los demás
La forma como se estructura la comprensión del futuro de­ también pueden llegar a ser víctimas de una incapacidad para
pende en parte del empleo habitual del reloj y el calendario, así imaginar futuros realistas alternativos, porque en algunas eta­
como de los modos de planificación del tiempo en cada cultura. pas fundamentales de la infancia no fueron educados para ima­
ginar posibilidades alternativas. Este fallo educativo puede s e r
2. Ludwig Wittgenstein, Investigaciones filosóficas II, i, 174. de dos clases distintas. Por u n lado, como sucede con los disca-
94 ANIMALES RACIONALES Y D E P E N D I E N T E S VULN ERABILIDAD, FLORECIMIENTO, B I E N E S Y · B I E N • 95

pacitados, puede restringir el sentido de posibilidad a través de en un área, puede terminar siéndolo en las tres. Al hablar de
la formación de creencias falsas sobre la medida en que la vida quienes enseñan me refiero, por supuesto, muy especialmente a
del ser humano está determinada por circunstancias fuera de los padres, pero también a todos aquellos que se preocupan
s u control. Por el otro, puede fomentar una fantasía autbcom­ de los niños, interaccionan con ellos y los educan conforme lle­
p laciente que haga borrosa la diferencia que existe entre las gan al punto en que les resultan asequibles los modos de flore­
expectativas realistas y los deseos. Cualquiera de los dos fallos cimiento específicamente humanos. Cuando hablo de razona­
producirá razonadores prácticos defectuosos: en el segundo miento práctico independiente, me refiero al ejercicio de las
caso, individuos incapaces de reconocer los limites de sus op­ facultades humanas de racionalidad en culturas y economías
ciones, y en el primero, individuos que no pueden darse cuenta muy distintas y, por lo tanto, en contextos de práctica muy di­
de la cantidad y diversidad de alternativas que existen, entre las versos, como la caza, la agricultura, el comercio o la industria.
que pueden escoger. En cualquier caso, esas dos incapacidades El significado que el florecimiento tiene para el ser humano va­
i mplican, por lo general, una comprensión inadecuada de los ría de un contexto a otro, pero en cada uno se desarrollan las
papeles que desempeñan y pueden desempeñar los demás en potencialidades para florecer de un modo específicamente hu­
nuestra vida, tanto para mejorarla como para empeorarla. mano cuando el individuo ejercita las capacidades propias del
Esta tercera dimensión del tránsito de la infancia más tem­ razonador práctico independiente. Por lo tanto, para entender
prana a la condición de razonador práctico independiente está cómo sería bueno que viviesen los seres humanos, hace falta sa­
estrechamente relacionada con las otras dos. Cuando un indivi­ ber qué significa l a excelencia en un razonador práctico inde­
duo se pregunta si la razón que ha dado por buena para actuar pendiente, es decir, cuáles son las virtudes del razonamiento
e n un determinado sentido es lo suficientemente buena, nor­ práctico independiente. Pero es necesario saber más que esto.
malmente es necesario que se pregunte qué otra cosa podría Dada la importancia del papel que los demás desempeñan en
haber hecho, qué alternativas futuras existían. De modo seme­ el tránsito de la infancia más temprana a la condición del razo­
jante, para aprender a distanciarse de los deseos más inmedia­ nador práctico independiente, también hace falta saber qué sig­
tos y ser capaz de preguntar: «¿Es lo mejor que puedo hacer, nifica para esas otras personas l a excelencia en el desempeño
aquí y ahora, para satisfacer este deseo concreto?» hace falta de su papel, cuáles son las virtudes del cuidado y la enseñanza y
reconocer los diferentes objetos de deseo y los diferentes bienes cómo se relacionan con las virtudes del razonador práctico. Al
que ofrecen los futuros alternativos. Es necesario que el ser preguntar en qué consiste el florecimiento humano, enseguida
humano aprenda a verse a sí mismo orientado hacia una diver­ nos percatamos, como le sucedió a Aristóteles, que estamos
sidad de objetivos que están más o menos distantes de la situa­ preguntando cuáles son las virtudes y qué significa vivir la clase
ción presente, así como a ordenar sus deseos de manera corres­ de vida que requiere el ejercicio de las virtudes. Se dirá que no
pondiente. es nada sorprendente: formular la pregunta en términos aristo­

La relación que existe entre las tres dimensiones mencio­ télicos, tal como lo he hecho, conduce de manera natural a que

nadas es compleja, pero todas ellas contribuyen a un único pro­ la respuesta se desenvuelva también en el sentido aristotélico.

ceso de desarrollo, y un grado de incapacidad importante en Puede decirse, sin embargo, que esa formulación implica una

cualquiera de las tres áreas tenderá a generar o reforzar una in­ petición de principio; es decir, que asume pero no demuestra l a

capacida d significativa en cualquiera de las otras dos. Sucede superioridad d e l punto d e vista aristotélico respecto a otros
así con quienes deben aprender y con quienes enseñan a ser ra­ puntos de vista posibles. Hay que admitir que es cierto, pero es
zonador práctico independ iente: quien es deficient e educando � necesario hacer dos clases de observaciones.
96 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES VULNERABILIDAD, FLORECIMIENTO, B I E N E S Y « B I E N . 97

Primero: todo punto de partida de una investigación filosófi­ Aunque en esta área surgen problemas filosóficos sin duda
ca implica igualmente una petición de principio. No existe un difíciles, no voy a abordarlos, pero sí quiero hacer notar que sólo
punto de partida sin presuposiciones. Lo que justifica un punto enumerar los usos de «bien>> de esta manera hace que aparezcan
de partida u otro es lo que sigue, la investigación que con ello inverosímiles ciertas teorías filosóficas acerca del «bien». Sea
se lleva a cabo y el resultado en el logro de un tipo específico de lo que sea que signifique el florecimiento de un individuo de
ent�ndimiento de ·algún tema. Una señal de que la comprensión una determinada especie, sea lo que sea que signifique que al­
es adecuada es que permite explicar de manera retrospectiva canza su bien, o que esto o aquello es bueno para el sujeto por­
por qué una investigación bien diseñada podría adoptar algu­ que conduce a su florecimiento, no puede suponerse que con
nos puntos de partida, pero no otros. Los supuestos y métodos esas afirmaciones le estemos atribuyendo alguna propiedad no
iniciales se justifican cuando se llega al final a una formulación natural o expresemos una actitud, una emoción o un respaldo
adecuada del conjunto correspondiente de primeros principios. (afirmaciones como esas pueden hacerse de los cardos y las co­
No obstante, frente a ello es posible decir que he ofrecido les, de los burros y los delfines, usando en el mismo sentido las
más argumentos a mis críticos, puesto que he añadido ahora, a expresiones «florecer» y «bien»).
un punto de partida más o menos aristotélico, una concepción
más o menos aristotélica de cómo debe desarrollarse la inves­
tigación. Debo admitir de nuevo que es cierto: todavía queda
mucha investigación filosófica por hacer, que no llevaré a cabo
aquí. Es así en particular en un área concreta.
He enumerado una diversidad de modos de atribución de lo
bueno, de usos de «bien» y de sus términos afines. Esa enumera­
ción toma como usos centrales de «bien» aquellos en que se refie­
re directa o indire.ctamente al florecimiento de los miembros de
alguna especie animal o vegetal qua miembros de esa especie. Es­
tos usos centrales ofrecen la unidad subyacente en cuyos térmi­
nos es necesario explicar la multiplicidad de atribuciones. Parto
de que el significado del florecimiento para una u otra especies es
una cuestión de hecho, aunque a veces se discuta su sentido en
aspectos concretos; por eso me siento comprometido a ofrecer lo
que en cierto sentido es una explicación naturalista de lo bueno y
del «bien», puesto que si un vegetal o un animal pueden florecer
es porque poseen el conjunto apropiado de características natu­
rales. Esto no implica que pueda darse el significado de «bien»
mediante la elaboración de una lista de características naturales,
ni siquiera si se trata de una larga lista disyuntiva; decir que el
bien es una propiedad que procede de un determinado conjunto
de características naturales es dar un nombre al problema de la
relación entre la bondad y esas características, pero no resolverlo.
8

¿CÓMO LLEGAMOS A SER RAZONADORES


PRÁCTICOS E INDEPENDIENTES? ¿QUÉ PAPEL
DESEMPEÑAN EN ELLO LAS VIRTUDES?

¿Qué relaciones sociales necesita el ser humano para ser


un razonador práctico independiente? ¿Hay también relacio­
nes sociales que son necesarias para que se m antenga como
razonador práctico independiente? ¿ Cuáles son las virtudes
sin las que estas relaciones no pueden producirse ni mantener­
se? Para responder a estas preguntas, antes que nada hace
falta una nueva explicación, y más precisa, sobre las dimen­
siones del desarrollo del niño para salir de la dependencia in­
fantil.
En gran parte de la filosofía moral el punto de partida supo­
ne ya la existencia de razonadores prácticos, independientes y
maduros cuyas relaciones sociales son del mundo adulto. Si se
llega a hablar de ella, la infancia es un tema al que se presta
poca atención y de manera circunstancial. 1 Pero los razonado­
res prácticos entran al mundo adulto con relaciones, experien­
cias, actitudes y capacidades que traen consigo desde la infan-

l. Por supuesto, hay algunas, aunque sorprendentes, excepciones, entre las que se
encuentran el Emilio, de Rousseau, y, más recientemente, la obra The Philosophy o{
Childhood, de Gareth B . Matthews, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1994.
La negligencia en el tratamiento de la infancia es análoga a la negligencia respecto a
la senectud y las experiencias, en todas las etapas de la vida, de discapacidad y depen­
dencia.
1 00 A N I M A L E S RACIONALES Y D E P E N D I E NTES ¿ C Ó M O L L E G A M O S A SER R A Z O N A D O R E S PRÁ C T I C O S [ . . . ] 101

cia y la adolescencia, y que en una gran medida no pueden de­ o incluso como un alma platónica;3 pero también, a diferencia
sestimar ni eliminar. de los delfines, tiene la posibilidad de entender su identidad
Llegar a ser u n auténtico razonador práctico independiente animal a través del tiempo desde la concepción hasta la muerte,
es un logro, pero siempre es un logro para el que los demás y entender con ello su necesidad de contar con el cuidado de
también han contribuido de manera esencial. Las primeras otras personas en diferentes etapas de la vida pasada y futura.
contribuciones se refieren directamente a la existencia animal Es decir, sabe que ha recibido atención y cuidado, y sabe que se
del ser humano, a lo que comparte en su desarrollo con miem­ espera que a su vez preste esos cuidados de vez en cuando; y
bros de otras especies inteligentes: todo individuo debe a sus sabe que habiéndose ocupado de cuidar a otros, tendrá necesi­
padres, sobre todo a la madre, a los tíos, abuelos o quienes les dad también de vez en cuando de que los demás le cuiden. Para
sustituyen, el cuidado necesario desde la concepción hasta el que el ser humano no se limite a ejercitar sus capacidades ani­
nacimiento, la primera infancia y la niñez, el mismo que deben males iniciales y pueda desarrollar también la capacidad pro­
los delfines también a sus mayores, que les proporcionan cui­ pia del razonador práctico independiente, necesita a los demás
dados maternales y de otro tipo. En la vida del ser humano, de varias maneras: los necesita para mantener relaciones que
como en la de los delfines, existen patrones de reciprocidad, estimulen la capacidad para evaluar, modificar o rechazar sus
que perduran y se extienden más allá de la vida de los individuos propios juicios prácticos, la capacidad para preguntar si lo que
concretos. Los delfines, que han recibido cuidados, cuidan a su considera que son buenas razones para actuar son realmente
vez de otros, a veces más allá de su propia especie, y ofrecen buenas razones; los necesita para desarrollar la capacidad de
cuidado incluso a seres humanos. En un diálogo en que compa­ imaginar con realismo futuros alternativos posibles, de modo
raba las excelencias de los seres marinos con las de los anima­ que pueda elegir racionalmente entre ellos; los necesita para
les terrestres, Plutarco atribuyó a los delfines «esa virtud tan adquirir la capacidad de distanciarse de sus deseos, para poder
buscada por los mejores filósofos: la capacidad para la amistad indagar racionalmente lo que es necesario para buscar su pro­
desinteresada»/ en contraste con lo que, en su opinión, era el pio bien aquí y ahora y orientar sus deseos y, en caso de ser ne­
limitado interés propio de las golondrinas. Aunque esta idea cesario, reeducarlos para alcanzar el bien. Debemos analizar en
acerca de los delfines pueda resultar atractiva, destaca una se­ primer lugar este último aspecto.
mejanza a costa de ocultar una diferencia. Ya hemos indicado que una de las primeras causas de in­
El cuidado de los demás desempeña un papel fundamental competencia para el razonamiento práctico es la incapacidad
para mantener la vida en común de los delfines; no obstante, es para distanciarse suficientemente de los deseos, para ser capaz,
un papel que ellos mismos no pueden analizar, pues carecen de cuando sea necesario, de juzgar esos deseos desde un punto de
la capacidad para mirar retrospectivamente su primera infan­ vista externo. He sugerido que ello suele ser el resultado de una
cia o prever el envejecimiento y la muerte, como puede hacerlo incapacidad para independizarse lo bastante de aquellas otras
el ser humano. Tanto los delfines como el ser humano tienen personas de quienes se ha dependido, primero para el sustento
una identidad animal y un pasado animal. El ser humano pue­ durante la infancia y luego para la iniciación en el proceso del
de desestimar este hecho o puede ocultárselo a sí mismo, ima­ razonamiento práctico. No se trata sólo de que el bebé desee la
ginándose como una persona lockeana o una mente cartesiana

3. Véase para una exposición sobre algunos de los temas y argumentos filosóficos
relevantes Eric T. Olson, The Human Animal: Personal !dentity Withow Psychology, Ox·
2. Plutarco, Mora/ia LXJJI. ford, Oxford University Press, 1998.
102 A N I M A L E S R A C I O N A L E S Y DEPENDIENTES ¿ C Ó M O LLEGAMOS A SER RAZO N A D O RES PRÁCTICOS [ . . . ] 103

satisfacción inmediata de las necesidades que siente imperiosa­ participar en un conflicto sin ser destructivo, ni para los de­
mente, sino que esos deseos se concentran en cualquier perso­ más ni para uno mismo, es una h abilidad más que es necesario
na y en cualquier cosa que satisfaga esas necesidades; y las acti­ aprender tempranamente, y que también suele aprenderse de
tudes del niño hacia los objetos de sus deseos están moldeadas manera imperfecta. De ahí que el ser humano no consiga nun­
por vínculos y afectos (con las privaciones, dolores y temores ca desligarse completamente de los vínculos afectivos ni de los
que llevan aparejados) que para él definen las primeras relacio­ antagonismos típicos de la primera infancia, y acaso tampoco
nes sociales. sería deseable que lo hiciera. La reflexión sobre Ja práctica del
Es posible que todo esto parezca demasiado evidente para psicoanálisis, y en particular l a obra de D. W. Winnicott, debe­
que merezca la pena destacarlo, pero ayuda tener en mente te­ rían habernos enseñado que la incapacidad para transformar
mas que son sumamente necesarios para entender cabalmente las actitudes y relaciones de la primera infancia tiene como
la dificultad que enfrentan los padres y otras personas cuyo pro­ consecuencia que sea imposible alcanzar la independencia,
pósito es hacer que los niños, aún dependientes, sean capaces que sea imposible reconocer con s inceridad y realismo las de­
de transformarse en razonadores independientes; razonadores pendencias y afectos, de modo que uno queda cautivo de esas
prácticos que no sólo tengan la capacidad de llegar a sus pro­ dependencias, afectos y conflictos. El reconocimiento de la de­
pias conclusiones, sino que también sean responsables de ellas pendencia es la clave de l a independencia. Puesto que quienes
ante otras personas. Los recursos con los que cuentan para esta no pueden liberarse de ese cautiverio pueden no ser capaces si­
tarea se derivan en gran medida de la dependencia inicial del quiera de adquirir una apropiada conciencia de sí mismos
niño; éste· habrá aprendido, a través de sus experiencias afecti­ como p e rsonas independientes con una unidad como agentes.
vas y emocionales, que para satisfacer sus deseos debe compla­ Winnicott ha demostrado que en la formación de ese sentido
cer a su madre y a otros adultos, y se comporta de modo que de sí mismo existe una secuencia en la que el « relajamiento e n
pueda complacer a esos adultos. No obstante, para que el niño condiciones de confianza basada e n la experiencia» es seguido
realmente llegue a ser un razonador práctico independiente, los por «una actividad creativa mental y física, que se manifiesta
adultos deben enseñarle que podrá complacerles, no actuan­ en el juego», de manera que se produce, por último, una
do para complacerles, sino actuando para hacer aquello que es <<suma de estas experiencias, que forman el fundamento para
mejor y es bueno para él, incluso s i no es del agrado de algu­ el sentido de sí mismo».4 (En el p asaje que cito, Winnicott uti­
nos adultos. A todos los adultos les resulta difícil enseñar esto liza esta secuencia para narrar la historia de un análisis, pero
y para algunos es imposible. De modo que el aprendizaje más también se aplica a las historias de la primera infancia.) Jugar
temprano del niño es, por regla general, un aprendizaje imper­ es importante porque permite explorar, porque libera de las
fecto en manos de maestros imperfectos, donde el niño se en­ presiones que impone el sentimiento de necesidad, porque am­
frenta a exigencias contradictorias y reacciona, si esos maestros plía tanto la variedad de actividades que merece la pena buscar
logran sus objetivos, luchando contra esa imposición. Es impor­ por sí mismas como los placeres que pueden encontrarse e n
tante destacar que la imperfección del maestro no se debe sólo a esas actividades, y porque al pasar d e la clase de juego que
la dificultad de la tarea, sino también al hecho de que el maes­ practican tanto el ser humano como los delfines a formas más
tro fue asimismo, en su momento, un aprendiz imperfecto. elaboradas de juego, se está transitando de la inteligencia ani-
El niño que logra independizarse tanto de sus propios de­
seos como de la influencia excesiva de los adultos lo habrá he­ 4. D. W. Winnicott, Playing and Reality, Londres, Tavistock, 1 97 1 . pág. 56 (trad.
cho, generalmente, por medio de una serie de conflictos. Pero east.: Realidad y juego, Barcelona, Gedisa, 1 982 ) .

•.
104 ANIMALES RACIONALES Y D E P E N D I E N T E S ¿CÓMO LLEGAMOS A SER RAZONADORES PRÁCTICOS [ . ] . 105

mal a un razonamiento específicamente humano.5 Lo que los los componentes de su conjunto motivacional, aunque tiene
analistas pueden proporcionar a veces a aquellas personas cu­ cuidado de sei'íalar que no debe pensarse ese conjunto como
yas experiencias de la primera infancia fueron deficientes, es «estáticamente dado».8 Es decir que Williams concede que un
lo que las madres y otros adultos son capaces de ofrecer a los agente pueda llegar a estar motivado por consideraciones que
niños cuando hacen bien su cometido; es decir, una situación en el presente no le motivan; lo que había sido una razón exter­
en que la confianza absoluta del niño en esos adultos libera las na puede llegar a ser una razón interna. Las conclusiones de
facultades creativas mentales y físicas que se expresan en el Williams sí excluyen, sin embargo, la posibilidad de que para
juego, lo que resulta en un sentido de sí mismo suficiente para que un agente concreto pueda ser lo mejor qua ser humano o
alcanzar un grado cada vez mayor de independencia en el ra­ qua tía o qua granjero hacer una determinada cosa, y que por lo
zonamiento práctico. tanto ese agente tenga una buena razón para hacer eso, con in­
Al adquirir un sentido adecuado de sí mismo, uno llega a ser dependencia de que tenga o no e n el presente o pueda tener en
capaz de preguntarse por la relación entre el conjunto de deseos el futuro la motivación necesaria, incluso si por sus circunstan­
y motivos que tiene en un momento dado con lo que es bue­ cias está impedido para tener e s a motivación. Según parece,
no para uno. Una buena razón para hacer una cosa en lugar de ello se debe a que, según Williams, una cosa es afirmar que lo
otra, para actuar a partir de un determinado deseo y no otro, es bueno y lo mejor para un agente sería que hiciese algo, y otra
que hacer una cosa en lugar de otra sirva a lo que es bueno para muy distinta afirmar que ese mismo agente tenga razones para
uno, contribuya a su florecimiento qua ser humano. Pero, ¿qué hacer eso. La explicación ofrecida por Williams da lugar a un
sucede si los deseos se orientan de otra manera? En un inicio, los desarrollo moral de algún tipo, pero impide ver con claridad la
niños muy pequei'íos sólo pueden perseguir la satisfacción de sus manera en que los agentes, en varias etapas, deben aprender a
necesidades inmediatas, sin referencia alguna a un bien más allá trascender las limitaciones que ha tenido hasta entonces su
de esa satisfacción. En el caso de los adultos, sucede a menudo conjunto motivacional y aprender que, en caso de mantenerse
en situaciones concretas que lo mejor para ellos sería una deter­ dentro de esas limitaciones, fracasarán rotundamente en su de­
minada cosa, pero quieren hacer otra distinta. Tanto en el caso sarrollo moral.
del niño como en el del adulto, existe una brecha entre lo que tie­ Un niño que transita del ejercicio infantil de la inteligencia
nen buenas razones para hacer y lo que podría satisfacer un de­ animal al razonamiento práctico independiente debe lograr la
seo del momento o a otro componente de lo que Bernard Wi­ transformación de su conjunto motivacional, de modo que lo que
lliams ha denominado «el conjunto motivacional subjetivo del en su origen eran (según la terminología de Williams, aunque aho­
agente»,6 que definido de manera amplia se refiere a las «actitu­ ra entendida de manera diferente) razones externas, se convier­
des de evaluación, patrones de reacción emocional, lealtades tan también en razones internas. Éste es el paso de desear A
personales» y el compromiso con proyectos diversos.' y querer que el deseo de A sea satisfecho, simplemente porque
Williams ha sostenido que no es posible que un agente con­ uno así lo desea, a desear A qua bueno y querer que el deseo de
creto tenga una razón para actuar externa e independiente de A sea satisfecho, sólo en la medida en que es un deseo de lo que
es bueno y es lo mejor para uno. Las cualidades que debe desa­
5. Véase D. W. Winnicotl, «The Baby as a Person», capítulo 11 de The Child, the Fa­ rrollar un niño, primero para reorientar y transformar sus de­
mi/y, and the Outside World, Reading, Mass., Addison-Wesley, 1987.
seos, y después para orientarlos consistentemente hacia los bie-
6. Bernard Williams, «Interna! and externa! Reasons», en Moral Luck, Cambridge,
Cambridge University Press, 1981, pág. 102.
7. !bid. pág. 105.
. 8. !bid
.• pág. 1 os.
106 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES ¿CÓMO LLEGA M O S A S E R RAZO N A D ORES PRÁCTICOS[ . . . ] 107

nes de las diferentes etapas de su vida son las virtudes morales den resultar desagradables e incluso perjudiciales no sólo a quie­
e intelectuales. Las virtudes ocupan el lugar que ocupan y tie­ nes tienen los vicios correlativos, sino también para aquellos a
nen la función que tienen .en la vida del ser humano debido a quienes les resulta útil que otros tengan esos vicios. De manera
que la incapacidad para adquirirlas hace imposible la transi­ que a quienes comercializan cierto tipo de bienes de consumo
ción de la qüe venimos hablando. ¿Cómo nos capacitan las vir­ les resulta sumamente agradable y útil que haya consumidores
tudes para ello? Antes de poder ofrecer una respuesta mínima­ intemperantes: su propio vicio de codicia hace que el vicio de la
mente adecuada, es necesaria una explicación más amplia del intemperancia de otras personas les resulte agradable y útil.
tránsito que el niño debe realizar, así como de su estado final, El progreso que experimenta el niño hacia una condición en
pero con lo dicho está claro que algunas respuestas quedan des­ la que es capaz de distanciarse d e sus deseos y evaluarlos es,
cartadas. por lo tanto , en un sentido fundamental, una iniciación para
Justamente debido a que el grado de éxito o fracaso en la ad­ esos hábitos que son las virtudes. Será necesario que los profe­
quisición y la práctica de las virtudes determina en gran medi­ sores del niño, para poder educarlo, tengan ellos mismos esas
da lo que resulta agradable y útil, resulta equivocado caracte­ virtudes. Pero sería un error si a partir de ello se infiriese que es
rizar las virtudes, en los términos de Hume, como cualidades necesario dar al niño una educación moral , separada de su edu­
que son general y naturalmente agradables y útiles. Pensemos cación general. Así como se ejercí tan las virtudes en todo el es­
en la virtud de la templanza, la virtud que se refiere a los place­ pectro de las actividades humanas, también se aprenden en ese
res y dolores del comer, beber, la sexualidad y otras actividades mismo conjunto de actividades, en los contextos prácticos en
y condiciones del cuerpo. La posesión de esta virtud no sólo su­ los que se aprende de los demás a desempeñar los roles y fun­
pone saber cómo evitar los extremos del apetito autocompla­ ciones como miembros de una familia y un hogar, primero, des­
ciente e incluso adictivo, por un lado, y el puritanismo despecti­ pués en los deberes de la escuela, y posteriormente como gran­
vo e insensible, por el otro, sino hacerlo también, como señaló jeros, carpinteros, profesores, tripulantes de un pesquero o
Aristóteles, con la atención puesta en las circunstancias concre­ miembros de un cuarteto de cuerda. Educar en las virtudes y en
tas de cada uno. La templanza no le exige a un atleta en proce­ las habilidades correspondientes es sólo enseñar a desempeñar
so de entrenamiento lo mismo que a un convaleciente, necesita­ bien esos roles y funciones. (Queda mucho por decir, desde lue­
do de recobrar sus fuerzas; tampoco le exige lo mismo a quien go, sobre el contenido de la educación que orienta hacia las vir­

¡
sufre la tentación de comer en exceso y a quien se dedica faná­ tudes y la que no lo hace, aunque no se hablará aquí de ello.)
ticamente al culto de la forma física y el cuidado de su peso. Por ello, los maestros en general (los padres u otros familia­
La persona que haya llegado a ser temperante sabrá disfru­ res en general, o quienes inician a alguien en un oficio) habrán
tar de la moderación, y el exceso le resultará no sólo desagrada­ de tener en gran medida los hábitos que buscan inculcar; pero
1
1
ble sino también doloroso. Esa persona no ejercerá ya la mode­ también necesitan poseer otras virtudes que varían según el
ración a pesar de sentir un deseo por los placeres del exceso, tipo de enseñanza que exige su rol. Toda enseñanza exige algún
sino porque su deseo mismo se habrá transformado: ya no le
resultará agradable y útil lo mismo que antes y la templanza en
1 grado de atención hacia el estudiante qua estudiante así como
hacia la materia que se enseña; pero en ciertas materias, como el
sí misma le resultará ahora agradable, a la vez que la reconoce­ 1 estudio del piano o el violín por ejemplo, la exclusión brusca

1
rá como útil. Eso significa que entre las virtudes hay algunas, al de quienes carecen de talento para un mayor aprendizaje (un
menos, como la templanza, que resultan agradables a quienes acto de clemencia para el alumno como para el profesor, y para
las poseen, que las identifican como útiles , pero que bien pue- cualquier inocente que pase cerca) es una de las características

1
108 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES ¿ C Ó M O LLEGAMOS A SER R A Z O N A D ORES PRÁCTICOS[ ... ] 109

del buen maestro, que posee la virtud de reconocer al que no ¿Qué virtudes ha de tener una madre, qué virtudes han de
tiene talento, para excluirlo. Por otra parte, en el caso de quie­ tener también los padres y los demás miembros de la familia,
nes se dedican al cuidado y la q.tención del niño pequeño des­ para proporcionar la seguridad necesaria y un reconocimiento
de el nacimiento, y especialmente la madre desde poco después de adecuado y receptivo? Los padres tienen con sus propios hijos
la concepción, el cuidado que resulta instructivo es de otra ín­ una relación diferente de la que tienen otros maestros con sus
dole muy distinta y exige virtudes también distintas. E n efecto, estudiantes, y es diferente en tres aspectos. Para que los padres,
puede parecer extraño que se considere que el papel de la ma­ y especialmente las madres, proporcionen a los hijos la seguri­
dre es el de una educadora, porque el cuidado que el bebé dad y el reconocimiento que requieren, el objeto permanente de
requiere de su madre, el que proporciona «la buena madre co­ sus atenciones y de su entrega ha de ser este niño, simplemente
mún»9 en palabras de Winnicott, es algo muy distinto de la edu­ porque es su hijo y son exclusivamente responsables de él y res­
cación posterior para el ejercicio de prácticas diversas; pero no ponsables ante él de una manera singular. Segundo, su entrega
hay duda de que sí es una educadora y la calidad de sus cui­ inicial ha de ser incondicional en aspectos importantes; la acti­
dados es fundamental para el desarrollo posterior del niño en tud de los padres, especialmente la de la madre, ha de ser ex­
cuanto ser capaz de aprender. ¿Qué es lo que aprende el niño presión de la promesa: «Pase lo que pase, yo estaré ahí para
de ella en este período tan temprano de su vida? ayudarte». Y tercero, aunque es cierto que este niño es su res­
La buena madre común proporciona un escenario en donde ponsabilidad por el hecho de ser hijo suyo, no son sus necesida­
el niño se siente suficientemente seguro para poner a prueba, a des respecto a su hijo, sino las necesidades del hijo las que han de
menudo destructivamente, lo que es confiable y lo que no es ser primordiales. Esos tres aspectos de la relación suponen ne­
confiable de acuerdo con su experiencia. De este modo, el niño garse sistemáticamente a tratar al hijo en proporción a sus cua­
adquiere conciencia, conciencia de sí como el objeto de recono­ lidades y aptitudes.
cimiento por parte de una madre que se muestra receptiva ha­ Antes de que nazca un niño, los padres suelen querer que se
cia sus necesidades, que se muestra fuerte y no contraataca ajuste más o menos a un ideal, cuyos detalles concretos varían
ante su destructividad, sin insistir en que el niño se adapte a de una cultura a otra. Por lo general se suele desear que sea
ella. El niño que se ve forzado a someterse a las exigencias de guapo y no feo, que goce de buena salud e incluso sea atlético y
su madre, por la combinación de sus propias necesidades y una no enfermizo o lisiado, que su desarrollo intelectual sea normal
actitud no receptiva de la madre, se ve incapaz de adquirir un o incluso sobresaliente y que no sea lento o retardado, etcétera.
sentido adecuado de la realidad externa o de su propio ser: ca­ Sin embargo, para proporcionar la seguridad y el reconoci­
rece de lo necesario para ser capaz de distinguir bien entre l a miento que el hijo requiere, todo buen padre común ha de en­
fantasía y la realidad10 y esta distinción es uno de los funda­ tregarse al cuidado de su hijo igualmente si éste resulta ser feo,
mentos del aprendizaje posterior. enfermizo y retrasado. Esto atañe tanto a los Pfdres que tienen
hijos con un desarrollo normal y que son saludables, inteligen­
9. D. W. Winnicott, Home /s Where We Start From: Essays by a Psychoanalyst, Lon­ tes y guapos, como a quienes tienen hijos con alguna desfigura­
dres, Pelican Books. 1987, pág. 123.
ción o lesión cerebral. Un buen cuidado paterno se define en
10. D. W. Winnicott, ccPrimary Maternal Preoccupation», en Col/ected Papers. Through
Paediatrics to Psychoanalysis, Londres, Tavistock Press, 1958 (trad. cast.: Escritos de pe­ parte por referencia a la posibilidad de que los hijos sufran la
diatria y psicoanálisis, Barcelona, Laia, 1981) y •Ego Distortion in Terms of True and aflicción de una grave discapacidad_ Por supuesto, los padres
False Self», en
The Maturational Process and The Facilitating Environment. Studies in the
Theory o( Emotional DevelopmeJtt, Londres, Hogarth Press, 1965 (trad. cast.: El proceso
que tienen hijos seriamente discapacitados tienen que ejercer
ele madl!ración en el niño, Barcelona, Laia, l981). las virtudes correspondientes de manera heroica, cosa que n o
T
110 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES
f ¿CÓMO LLEGA M O S A SER RAZONADORES PRÁCTICOS[ . . . ] 111

1
necesitan quienes no tienen hijos con esa discapacidad. Esos cuándo lo adecuado es el enfado. Esas cualidades nos resultan
padres han emprendido una de las tareas más exigentes que conocidas pues forman parte de las listas más comunes de las
existen: son el modelo de la buena maternidad o paternidad, virtudes: la audacia y l a paciencia del valor, la justicia en el re­
ofrecen el ejemplo digno de seguir y la clave para la tarea de to­ parto de tareas y alabanzas, la templanza requerida para la dis­
dos los padres. ciplina, la inteligencia viva de un carácter afable. Pero estas
Lo que consiguen quienes cumplen la función de un buen mismas virtudes también pueden caracterizarse como cualida­
padre es conducir al niño al punto en que éste es educable, no des que se ponen de manifiesto, o no, en el razonamiento prác­
sólo por ellos sino también por otra diversidad de maestros. tico de todo agente.
Éste es el primer paso para que el niño se independice como ra­ La conclusión de un razonamiento práctico sólido y eficaz
zonador, puesto que el niño, para ser educable, ha tenido que es la realización de una acción: aquélla que resulta ser lo mejor
aprender a distanciarse de sus propios deseos y a preguntar si que puede hacer un agente concreto en unas circunstancias
la satisfacción aquí y ahora de uno u otro deseos es lo mejor determinadas. El razonamiento que conduce a la acción ha de
para él; de esta manera, el niño pasa de un estado animal inicial comenzar con premisas sobre los bienes que están en juego en
en que tiene razones para actuar de una determinada manera y una situación concreta, así como los daños y riesgos que los
no de otra, a una condición específicamente humana en que es amenazan. Identificar en la práctica los bienes que están en
capaz de evaluar esas razones, revisarlas o descartarlas y susti­ juego en una u otra situaciones y las amenazas que se ciernen
tuirlas por otras. A partir de este momento, la dependencia del sobre ellos, y hallar en esos bienes premisas para un razona­
niño es de otro tipo. miento cuya conclusión será la realización de una acción justa,
Como ya he señalado, en esa nueva sHuación depende de supone poner de manifiesto el tipo de actitud que caracteriza a
quienes tienen la tarea de enseñar a los niños y a los adolescen­ las virtudes. Más adelante, se p resentarán situaciones en l a
tes los rudimentos de diferentes prácticas; lo que supone no vida del niño o el adolescente que l e llevarán a preguntarse si
sólo la adquisición de habilidades sino también la identifica­ lo que hasta ese momento le parecía bueno (de acuerdo con su
ción de los bienes propios de cada práctica, esos bienes a partir experiencia previa) es realmente bueno y si realmente es el
de los cuales se define la excelencia en una u otra prácticas. Las bien al que mejor dedicarse aquí y ahora y en esa situación
cualidades intelectuales y de carácter que permiten a una per­ concreta; y para responder a estas preguntas, necesitará ir más
sona identificar los bienes pertinentes y emplear las habilida­ allá en el razonamiento. En un principio, el niño necesita apren­
des necesarias para conseguir_los son las excelencias, las virtudes, der cómo identificar inmediatamente los aspectos sobresalien­
que distinguen o deberían distinguir al profesor del aprendiz o tes de cada situación: cuáles son los bienes, los perjuicios y pe­
el estudiante. Dichas virtudes pueden caracterizarse de dos ma­ ligros correspondientes a cada situación y qué respuesta exigen
neras distintas, aunque estrechamente relacionadas entre sí. las virtudes.
Por un lado, s�n cualidades que se ponen de manifiesto en la Los niños aprenden a utilizar discriminadamente las dife­
actitud ante situaciones distintas: el saber cuándo arriesgarse rentes acepciones de «bueno)) y de sus términos afines ya enu­
y cuándo ser precavido, cuándo delegar en los demás una deter­ merados, al aprender a reaccionar en situaciones concretas.
minada tarea y cuándo hacerla uno mismo, cuándo ser gene­ Aprenden, o no llegan a aprender, a juzgar con acierto en una
roso con el elogio merecido y cuándo no insistir en el repro­ diversidad de contextos que es bueno hacer esto, porque es el
che merecido, cuándo ser exigente consigo mismo o con los mejor medio disponible para lograr que suceda aquello. Apren­
demás y cuándo no serlo tanto, cuándo es necesario un chiste y den, o no llegan a aprender, a juzgar que es incondicionalmente
112 ANIMALES R A C I O N A L E S Y DEPENDIENTES ¿CÓMO L L E G A M O S A S E R RAZONADORES PRÁCTICOS[ . . . ) 113

bueno, en tales circunstancias, lograr que suceda aquello. Final­ parte del conocimiento del mundo natural y social que tiene un
mente, aprenden, o no llegan a aprender, que, entre los varios individuo se apoya en lo que otros le han hecho saber (otros a
bienes que podrían buscar aquí y ahora, aquél es el mejor que los que, en la mayoría de los casos, no conoce personalmente),
pueden buscar aquí y ahora. para complementar su exigua experiencia personal. Pero el co­
Para responder de la manera correcta con frecuencia habrá nocimiento que tiene de sí mismo también depende en un sen­
que obedecer alguna norma, pero ninguna norma ni conjunto tido fundamental de aquello que aprende sobre él gracias a los.
de normas determina por sí misma cómo responder correcta­ demás y, más aún, de que quienes le conocen bien confirmen el
mente. Ello se debe a que las reglas que han de respetarse siem­ juicio que tiene de sí, porque sólo esas personas pueden propor­
pre, como «No matar» por ejemplo, nunca bastan para deter­ cionarle semejante confirmación.
minar cómo hay que comportarse, mientras que en el caso de Muchos filósofos han sostenido, influidos por Wittgenstein,
otras normas siempre hay que decidir si son pertinentes para que la identidad humana tiene un doble aspecto ineludible. La
una ocasión concreta y, en caso de serlo, cómo han de aplicarse. persona que rememora su éxito o su fracaso en una u otra cosa
No existe un orden normativo superior en el que estas pregun­ y, en el acto de recordar, juzga o supone que él es el mismo ser
tas puedan responderse universalmente. Desde muy temprano, humano que hizo o no pudo aquello, no se apoya para ello en
los niños tienen que aprender, por ejemplo, a comportarse de­ ningún criterio. No tiene sentido que le pregunte cómo sabe
lante de extraños; y eso significa preguntarse en cada caso si la que es ese mismo ser humano que hizo o no pudo hacer esa
norma que hay que obedecer es la que se refiere a la obligación determinada cosa. Pero cuando los demás juzgan que esa per­
de ser hospitalario con los extraños o bien la que pide tratar sona es exactamente el mismo ser humano que, según su recuer­
con recelo y suspicacia a las personas potencialmente peligro­ do, consiguió o no hacer eso que recuerdan, sus juicios están
sas. No existe ningún tipo de norma, ni prohibiciones inviola­ fundados en criterios y necesitan fundarse en ciertos criterios.
bles ni prescripciones que puedan orientar la acción por sí mis­ Y tiene pleno sentido que se les pregunte cómo saben que éste
mas. Saber cómo comportarse virtuosamente implica siempre es el mismo ser humano que ellas recuerdan que consiguió o no
algo más que el mero cumplimiento de las normas. hacer aquello. El concepto de identidad humana que tenemos
Como ya he apuntado previamente, el razonamiento práctico es posible porque las autoatribuciones de identidad sin criterio
tiene otras dimensiones y quienes lo ejercitan adecuadamente y sin fundamento coinciden, en la inmensa mayoría de casos,
requieren habilidades así como virtudes y un conocimiento de con las atribuciones de identidad que hacen los demás, funda­
sí mismos (aunque es posible que se cuente el conocimiento de sí mentadas en criterios. Esa coincidencia de juicios hace posible
mismo como una de las virtudes). Si careciese de todo eso, se­ que cada ser humano sea capaz de considerar como confiables
rían incapaces de imaginar los diferentes futuros posibles que, en general sus propias autoatribuciones. Es posible decir que
dadas sus circunstancias sociales y sus propias características, una persona realmente sabe quién es y qué es sólo porque exis­
podrían ser suyos. Es decir, que necesitan un conocimiento ten otros de los que puede decirse que realmente saben quién es
adecuado de las particularidades de aquellos aspectos del mun­ y qué es esa persona.
do natural y social que podrían afectarles y de las generaliza­ No resulta sorprendente que el conocimiento de uno mismo
ciones que les permitirán juzgar la probabilidad de que una ac­ ofrezca este mismo doble aspecto, porque ese conocimiento de
ción concreta en.una situación concreta produzca un resultado uno mismo supone las autoatribuciones de identidad y está su­
u otro; pero también necesitan conocer sus propias capacida­ puesto en ellas. Es posible confiar en los juicios que uno tiene
des físicas, su temperamento, carácter y habilidades. Una gran de sí mismo en la medida en que éstos coincidan con los jui-
114 ANIMALES RACI ONALES Y D E P E N DIENTES ¿CÓMO LLEGAMOS A SER RAZONADORES PRÁCTICOS[ . . . ] 1 15

dos de quienes le conocen bien; del mismo modo, sucede que juicios prácticos con respecto a ellas. He defendido que sólo
tendrá una mayor tendencia a ser víctima de sus propias fanta­ disponen de esas capacidades quienes han adquirido un cierto
sías quien se proteja a sí mismo resistiéndose a mostrarse ante conjunto de virtudes morales e intelectuales. El ser humano ne­
los demás. No cabe duda de que cierto tipo de interacciones y cesita esas virtudes para llegar a ser un razonador práctico in­
relaciones sociales, lejos de evitar el encerramiento en el auto­ dependiente, capaz de escoger por s í mismo entre las distintas
engaño fantasioso, lo producen o lo refuerzan. Pero sólo es po­ opciones que se le presentan. Pero la adquisición de esas virtu­
sible un conocimiento de sí mismo genuino y profundo a partir des, de esas habilidades y del conocimiento de uno mismo se
de relaciones sociales que ocasionalmente imponen la correc­ deben, en un sentido fundamental, a otras personas de quienes
ción indispensable de los juicios que uno tiene de sí mismo: se ha dependido. Cuando la persona se convierte por fin en u n
cuando una persona llega a conocerse bien a sí misma, siempre razonador independiente, l o que suele suceder en l a vida adul­
es un logro compartido. Y en la medida en que el conocimien­ ta, ya se han superado una gran parte de esas relaciones de de­
to de uno mismo es necesario para imaginar con realismo los pendencia, pero no todas. Durante toda la vida son necesarios
futuros posibles, entre los que se ha de elegir, la calidad de esa los demás para apoyar el razonamiento práctico. ¿Por qué?
imaginación también depende en parte de la contribución de El ser humano puede equivocarse en el razonamiento prácti­
los demás. co en cualquier momento debido a errores intelectuales: pue­
La honestidad, sobre todo la sinceridad con respecto a uno de suceder que no esté debidamente informado sobre los detalles
mismo y también hacia los demás, es la virtud indispensable concretos de la situación en que se encuentra, o puede haber
para que una persona llegue a conocerse a sí misma en el grado pasado por alto los datos que tenía frente a sí, o quizás haya con­
necesario y tenga la capacidad para resistir todas las influen­ fiado excesivamente en alguna generalización infundada. Pero
cias que contribuyen al autoengaño. Esa honestidad se ejercita también puede desviarse debido a errores morales: puede ha­
no sólo en el autoexamen, sino también en la responsabilidad berle influido en exceso el desagrado que siente por alguien o
para con aquellos otros que tienen razones para esperar que les puede haber proyectado sobre la situación una fantasía en la
ayudemos a satisfacer sus necesidades, reconociendo frente a que se encuentra atrapado, o quizá no sea suficientemente sen­
ellos nuestras deficiencias y fracasos cuando sea pertinente ha­ sible al sufrimiento de los demás. Aunque no siempre, con fre­
cerlo. De modo que también es una virtud necesaria para llegar cuencia los errores intelectuales están arraigados en los erro­
a ser razonadores prácticos independientes. Llegado este pun­ res morales, y la mejor protección posible contra ambos tipos
to, quizá merezca la pena resumir lo que hasta ahora se ha di­ de errores es la que ofrecen la amistad y la deliberación en
cho sobre las virtudes. He señalado en primer lugar que, en común.
parte, las razones para actuar del ser humano se distinguen de En el contexto de las prácticas concretas, el ser humano no
las razones. de los delfines o los gorilas porque el ser humano es suele tener en quien apoyarse para corregir sus errores, a ex­
capaz de evaluar sus razones como mejores o peores; a conti­ cepción de sus compañeros de trabajo, que son quienes pue­
nuación he enumerado una serie de características necesarias den ayudarle a darse cuenta tanto de los errores concretos que
para quienes, en el ejercicio de esta capacidad, llegan a ser sóli­ comete en la práctica como del origen de esos errores, debidos
dos razonadores prácticos: su capacidad para desligarse de la a la falta de virtudes y habilidades necesarias. Fuera de esos,
inmediatez de sus propios deseos, su capacidad para imaginar contextos de práctica, hace falta apoyarse en los amigos y los
con realismo distintos futuros posibles, y su disposición a reco­ miembros de l a familia para corregir esas mismas deficiencias.
nocer varias modalidades de lo bueno y para hacer verdaderos Cuando una persona no tiene la posibilidad de confiar en los
116 ANIMALES RACIONALES Y DEPE N D I E NTES ¿CÓMO LLEGAMOS A SER RAZONADORES PRÁCTICOS [ . . . ] 1 17

compañeros de trabajo y los amigos, es posible que la confian­ sario, antes que nada, caracterizar de una manera más comple­
za en sus propios juicios se convierta en una fuente de fanta­ ta el tipo de orden en las relaciones sociales que requkre el
sía, y no puede ser un razonador práctico eficaz si no puede ejercicio de las virtudes, y explicar la importancia de ciertas vir­
confiar, justificadamente, en sus conclusiones. El hecho de que tudes que no siempre reciben la atención debida en las inter­
normalmente se siga dependiendo de los demás en el razona­ pretaciones tradicionales de las virtudes.
miento práctico no significa que no se deban defender de vez
en cuando conclusiones que están en desacuerdo con los jui­
cios de todos los demás, incluso los de aquellos en quienes más
confiamos. La independencia de opinión requiere esto, pero
siempre hacen falta razones excepcionalmente buenas para
hacerlo.
En ningún momento del desarrollo, ni en el ejercicio del ra­
zonamiento práctico independiente, se deja de depender por
completo de otras personas. Pero siempre puede suceder que
aquellos de quienes se depende carezcan de las virtudes necesa­
rias para contribuir al desarrollo y ejercicio del razonamien­
to práctico: puede ser que por negligencia, por una orientación
errónea aunque bienintencionada, o bien por manipulación o
explotación o subordinación, no logren impedir una discapaci­
dad que habría sido evitable, o que ellos mismos sean la causa
activa de la discapacidad, incluso en ocasiones intencionalmen­
te y, por lo tanto, sean causa también de un desarrollo deficien­
te. (No pierdo de vista el hecho de que una gran parte de las
discapacidades son inevitables.) Los delfines no tienen razones
para temer a otros delfines, pero el ser humano sí tiene razón para
temer a otros humanos.
Hasta ahora se han identificado dos aspectos fundamentales
en los que las virtudes resultan indispensables para el floreci­
miento humano: sin el desarrollo de un cierto conjunto de vir­
tudes morales e intelectuales no sería posible lograr ni ejercitar
el razonamiento práctico y, sin desarrollar hasta cierto punto
esas mismas virtudes, no sería posible cuidar y educar debida­
mente a otros, de modo que logren y ejerciten su capacidad de
razonamiento práctico. Hay un tercer aspecto: sin las virtudes
no es posible protegerse ni proteger a otros de la negligencia, la
falta de compasión, la estupidez, la codicia y la malicia. Para
entender cómo cumplen esta triple función las virtudes es nece-
9

RELACIONES SOCIALES, RAZONAMIENTO


PRÁCTICO, BIENES COMUNES Y BIENES
INDIVIDUALES

El ser húmano se transforma en razonador práctico por me­


dio de una serie de relaciones con otras personas concretas ca­
paces de darle aquello que necesita. Con frecuencia sucede;
aunque no siempre, que quien llega a ser un razonador práctico
independiente está en condiciones de dar a otros, que lo necesi­
tan, lo que él mismo necesitó en otro tiempo. El ser humano se
encuentra ubicado en una red de relaciones de reciprocidad en
la cual, generalmente, lo que cada uno puede dar depende en par­
te de lo que ha recibido y puede dar en la misma medida en que
ha recibido.
Pensemos cómo perduran estas relaciones a lo largo del tiem­
po desde la concepción hasta la muerte, partiendo de una con­
cepción de la identidad humana como identidad animal. Un
ser humano recibe muchas cosas de sus padres y otros adultos
de la familia, de profesores y de quienes son sus maestros en
general, y de quienes le cuidan cuando está enfermo, lesionado,
debilitado por la vejez o incapacitado de cualquier otra forma;
posteriormente, otros, los hijos, e studiantes, quienes padecen
alguna discapacidad y quienes están en una situación de nece­
sidad imperiosa y apremiante tienen que contar con que ese
individuo les dará, a su vez, lo que necesitan. A veces, esas otras
personas que cuentan con lo que ha de darles alguien, son los
mismos individuos de los que éste había recibido antes. Pero
120 ANIMALES RACIONALES Y D E P E N DIENTES RELACI O N E S SOCIALES, RAZONAMIENTO PRÁCT I C O[ . . ] 121

sucede con frecuencia que se recibe de un conjunto de indivi­ se de cuidado que debemos o deberemos a los demás. De quienes
duos y debe darse después a otro conjunto distinto. Desde este padecen una lesión cerebral, o han sufrido una grave incapaci­
punto de vista, las relaciones a partir de las cuales se forma el dad de movimiento o son autistas, de todos ellos hace falta decir:
razonador práctico independiente y a través de las cuales se podría haber sido yo. La desgracia de estas personas podría ha­
mantiene como tal, son de tal naturaleza que desde un princi­ ber sido la de cualquiera, la buena suerte de otras podría haber
pio se está en deuda . Además, el pago de lo adeudado ni es ni sido la suya. 2
puede ser un asunto de est�icta reciprocidad, y no sólo porque Existe, por lo tanto, una relación compleja entre el cuidado
con frecuencia uno está llamado a dar a otros individuos y no a y la educación que se reciben y el cuidado y la educación que
aquéllos de quienes se recibió; incluso cuando lo que se recibe se deben. En cualquier caso, se debe en virtud de lo que se re­
es el mismo tipo de atenciones o ayuda que se está llamado a cibe. En ese caso, ¿qué sucede con quienes no han recibido?
dar, puede suceder que en un caso sea mucho mayor y más exi­ Puede haber quien haya sufrido a consecuencia de ello e inne­
gente lo que hace falta dar. Con relativa frecuencia lo que se re­ cesariamente una discapacidad. También hay quienes han lo­
cibe y lo que se da es inconmensurable: no hay ninguna manera grado llegar a ser razonadores prácticos independientes pero
apropiada para comparar lo que los padres le han dado a uno vuelven la vista atrás, hacia su educación, y no encuentran ra­
por medio de los cuidados y la educación, con lo que uno está zón alguna para sentirse agradecidos; ven una educación en la
llamado a darles a ellos, cuidándolos en la enfermedad o la se­ que no hay casi razones, s i es que hay alguna, para reconocer
nectud, por ejemplo. 1 que se esté en deuda. Pueden haber sido víctimas de abuso se­
Existen otras asimetrías. Cada persona sabe de quién ha reci­ xual o de cualquier otro abuso cuando niños, pueden haber
bido y, por lo tanto, con quién se halla en deuda, pero a menudo sido brutalmente privados de la satisfacción de sus necesida­
no sabe a quién tendrá que dar: quizás a los padres y maestros, des más elementales, pueden haber sido injustamente tratados
si sobreviven; a los hijos, en caso de haberlos tenido; a quienes de una manera sistemática y haber tenido, si es que las tuvie­
las circunstancias y el azar ponga bajo el cuidado de cada quien. ron, muy pocas oportunidades de aprender si no fue por s u
Tampoco es posible saber exactamente qué necesitarán. No se propia cuenta. Si a pesar d e ello, luchando contra los obstácu­
puede establecer por adelantado un límite a esas posibles nece­ los, logran llegar a ser razonadores prácticos independientes ,
sidades, del mismo modo que quienes cuidaron de uno anterior­ cualquier deuda que pudieran haber contraído estaría com­
mente no pudieron establecer de antemano límites a lo que po­ pensada de sobra por los males que se les haya causado. No
drían haber sido sus necesidades. Cualquiera de nosotros pudo obstante, es importante señalar que al decir esto se está carac­
haber padecido una lesión cerebral de nacimiento, o un autismo terizando su condición precisamente en términos de esas nor­
severo, de tal modo que quienes nos cuidaron sintiesen que era mas de reciprocidad que están incorporadas en la relacione s
imposible desarrollar las potencialidades que originalmente te­ mediante las que s e forman los razonadores prácticos indepen­
níamos. La clase de cuidado necesario para hacer de nosotros lo dientes y se mantienen como tales. Sólo por referencia a esas
que hemos llegado a ser, razonadores prácticos independientes, normas podemos reconocer la justicia de su afirmación de que
tuvo que ser, para tener eficacia, un cuidado sin condiciones del
ser humano como tal, al margen del resultado final; ésta es la cla- 2. Este hecho sobre nosotros es lo que hace que nuestra relación con seres humanos
gravemente discapacitados sea muy diferente d e la que establecemos con animales de
l. Aunque esta explicación de las relaciones morales entra en conflicto en aspectos otras especies también gravemente discapacitados; para un punto de vista distinto,
importantes con la que defiende Lawrence J. Becker en Reciprocity, Londres, Routledge & aunqu� no incompatible, véase Jeff McMahan, «Cognitive Disability, Misfortune and
Kegan Paul, 1986, he aprendido mucho de ella. Justice,, Philosophy and Public Affairs 25, 1, invierno de 1996.
122 A N I M A LES RACIONALES Y D E PEN DIENTES R E L A C I O N E S S O C IALES, RAZONAMIENTO PRÁCTICO [ . . . ] 123

ellos, a diferencia de los demás, no están en deuda. La única cierto conjunto de relaciones institucionalizadas: relaciones en
respuesta adecuada a sus reclamos es, primero, reconocer que la familia y en el hogar, en la escuela o en el aprendizaje de al­
son justos y, segundo, reconocer que la naturaleza y las conse­ guna actividad, en la comunidad más próxima y en la sociedad
cuencias del. daño que se les ha causado pueden ser tales que en general, que suelen presentarse bajo un doble aspecto. En la
ahora se cuenten entre aquellos a quienes los demás estamos medida en que son relaciones de reciprocidad son relaciones
urgentemente llamados a dar. sin las que nadie llegaría a ser capaz de conseguir los bienes ni
Esas injusticias tienen dos orígenes diferentes. Uno es el fra­ podría recibir el apoyo que hace falta para conseguirlos. Son
caso moral individual, que surge de los vicios del carácter de un medio indispensable para alcanzar el florecimiento huma­
una persona. El otro se halla en los errores sistemáticos de una no. Pero por lo general también son relaciones que expresan las
serie concreta de relaciones sociales en que se insertan las rela­ jerarquías y las formas vigentes de usos del poder que, en cuan­
ciones de reciprocidad. Es�os dos orígenes se relacionan entre to instrumentos de privación y dominación, a menudo frustran
sí. Los sistemas defectuosos de relaciones sociales tienden a al ser humano en la búsqueda de sus bienes.
producir un carácter defectuoso, pero incluso las mejores rela­ De·modo que el ser humano suele encontrarse en situaciones
ciones sociales son incapaces de asegurar que no habrá nadie sociales que tienen este doble carácter, lo que puede quedar
que tenga un mal desarrollo. Incluso las mejores relaciones so­ oculto cuando se habla con excesiva facilidad de «las» reglas o
ciales son imperfectas en gran medida. Difícilmente podría ser «las» normas que configuran y rigen las estructuras de las rela­
de otra manera. ciones sociales. En ocasiones coexisten dos conjuntos de reglas;
Foucault ha sido el último de una larga serie de pensadores a veces, una única regla o conjunto de reglas tienen una fun­
(san Agustín, Hobbes y Marx sori sus predecesores más des­ ción en un determinado momento y otra función distinta en
tacados) que han señalado qúe las redes institucionalizadas de otros casos. A veces, un modo de vida puede ser tal que el con­
reciprocidad son siempre también estructuras de distribución junto de reglas de reciprocidad esté en conflicto directo con el
desigual del poder, diseñadas para ocultar y proteger esa misma conjunto de reglas de jerarquía, y en ocasiones uno de ellos
desigualdad en la distribución. D e manera que siempre existe la puede estar subordinado al otro, o ser incluso asimilado por él.
posibilidad, y a menudo el hecho, del sometimiento y la explo­ Estas diferentes y a menudo cambiantes relaciones entre los
tación vinculados a la participación en esas redes. Si no se tiene dos tipos de reglas son reflejo de los diferentes resultados de
suficiente conciencia de ello, los juicios prácticos y el razona­ una diversidad de conflictos y luchas de mayor y menor impor­
miento pueden extraviarse gravemente. Las virtudes que el ser tancia. El peor resultado posible es que las reglas que pres­
humano necesita para alcanzar su propio bien y el bien de los criben la reciprocidad sean subordinadas a los propósitos del
demás, a través de la participación en tales redes, sólo operan poder; el mejor es el que establece una distribución del poder
como auténticas virtudes cuando su ejercicio se halla moldeado que permite que éste sirva a los fines de las reglas de recipro­
por una conciencia de la distribución del poder y de las corrup­ cidad.
ciones a las que está sujeto el uso del poder. Tanto aquí como en Pensemos, por ejemplo, en una familia en cualquiera de las
otros aspectos de la vida, es necesario aprender a vivir con la diferentes etapas de la historia d e Occidente, una familia en
realidad del poder y a luchar contra ella. que los padres han sacado adelante a sus hijos en términos ge­
Resulta, por lo tanto, característico de la condición humana nerales de acuerdo con los mejores criterios disponibles en sus
que las personas ocupen una cierta posición, y habitualmente circunstancias concretas. La madre les ha proporcionado exce­
varias posiciones distintas a lo largo del tiempo, dentro de·un lentes cuidados natales y prenatales, con el apoyo del padre, d e
124 ANIMALES R A C I O N A L E S Y D E P E N D I E N T E S R E L A C I O N E S S O C I A L E S , RAZONAMIENTO P R Á C T I C O [ . . . ) 125

las tías, tíos y abuelos, y todos han contribuido bien en cada miento práctico independiente, y cometería un grave error en
etapa a la educación de los hijos; el padre y la madre no sólo la consideración de lo que realmente debe a los demás, no es­
han puesto a sus hijos en manos de buenos maestros, sino que taría dando lo que, según las reglas de la reciprocidad, es la
también han prestado un apoyo activo a éstos. Además, los pa­ contrapartida de lo que ha recibido. En este caso, las reglas
dres se han merecido la autoridad que ostentan, ejerciéndola social y culturalmente establecidas para definir la autoridad
con prudencia, de modo que los hijos han aprendido a recono­ parental entran en conflicto con las reglas de la reciprocidad
cer esa autoridad como un ingrediente esencial de lo que han y la concepción de autoridad parental legitimada por dichas
recibido, los cuidados y la educación, para que pudieran ser lo reglas.
que son ahora, es decir, razonadores prácticos independientes. El conflicto entre estos dos conjuntos de reglas es recurrente
Los hijos también han llegado a entender, hacia el final de la en la cultura occidental; la historia y la literatura ofrecen nu­
adolescencia o al inicio de la vida adulta, que están en deuda merosos ejemplos del padre malo, la madre mala y los perso­
con sus padres, con otros miembros de la familia y con sus maes­ najes correspondientes del rey malo, la reina mala y el papa
tros, y pueden darse cuenta de que ellos, a su vez, deberán dar malo. Desde luego, la maldad adopta diferentes formas sociales
a sus padres y a otras personas mayores cuando lo necesiten, a y culturales a lo largo del tiempo . El padre malo o la madre
sus hijos y a todas aquellas personas de cuyas necesidades sean mala de la época victoriana (como la de Lytton Strachey, p o r
responsables. Aquí aparece una fuente de conflicto. ejemplo, que l e impuso una educación para hacer de é l l o que
El padre, para cumplir con las responsabilidades que tenía nunca podría haber sido) no eran en absoluto iguales al padre
con respecto a su esposa e hijos, ha tenido que renunciar a sus malo o la madre mala del· siglo XIII (como la madre de santo To­
ambiciones profesionales, que requerían una preparación larga más, que lo encerró durante un año bajo llave con el propósito
y ardua, pero ofrecían una perspectiva futura de riqueza, poder y de que abandonara su vocación dominica), pero el conflicto sub­
gloria. Por ello, ahora proyecta sus fantasías sobre el desempe­ yacente entre los dos conjuntos de reglas con sus dos conjuntos
ño profesional que pudo haber tenido en alguno de sus hijos. de exigencias es el mismo. Es posible ubicar a las familias, en
Siente un ferviente deseo de que su hijo llegue a ser lo que él no cada época, a lo largo de un espectro: en un extremo están los
ha podido ser, y eso le impide tener en cuenta la necesidad que patrones familiares que expresan la conformidad forzosa con la
tiene su hijo de ser independiente. Ese hijo, que ya ejerce sus distribución de poder establecida y en el otro los patrones fami­
facultades como razonador práctico independiente, cuenta con liares que expresan las relaciones de reciprocidad que son nece­
una serie de excelentes razones para no seguir la profesión que sarias para el florecimiento humano.
el padre desea; éste le exige que lo haga y para legitimar la ame­ El mal padre es malo en dos sentidos: al exigir de su hijo l o
naza económica o cualquier otro castigo, invoca su autoridad que éste no está obligado a dar es injusto; por otra parte, al de­
paterna. La madre, por su parte, considera que al negarse a fender su exigencia como algo justo, generalmente se engaña a
obedecer a su padre, el hijo está siendo desagradecido. Ha ha­ sí mismo, y si no se engaña a sí mismo, al menos intenta enga­
bido muchas culturas, y las sigue habiendo, en que las normas ñar a los demás. Para justificar estos juicios es necesario justifi­
confieren a los padres precisamente la autoridad que justifica car las normas con cuya invocación se condena al mal padre,
las actitudes de estos padres. esto es, las reglas de reciprocidad, y es necesario justificarlas de
No obstante, si el hijo hiciese lo que sus padres le exigen, fa­ una manera más completa de lo que se ha hecho hasta este mo­
llaría en dos sentidos estrechamente relacionados entre sí. Se mento. Por ello, permítaseme reiterar y explicar con un poco
mostraría deficiente en el ejercicio de las virtudes del razona- más de detalle mis afirmaciones.
A N I M A L E S RACIONALES Y D E P E N D I E NTES R E L A C I O N E S SOCI A L E S , RAZONAMIENTO PRÁCTICO [ . ) 1 27
126
. .

Antes que nada sostengo, y quizá no sea ésta una posición lo?». La respuesta inicial a esta pregunta puede ser esta otra pre­
muy polémica, que un elemento esencial del pleno florecimiento gunta: «Pero ¿este fin, es el mejor que este individuo o grupo,
del ser humano es el ejercicio del razonamiento práctico inde­ aquí y ahora, puede intentar conseguir? »; en ese caso, la res­
pendiente. Como ya se ha dicho, eso no significa que no se pueda puesta a esta segunda pregunta hará referencia o supondrá l a
florecer en absoluto si no se es capaz de razonar; de todas ma­ referencia a algún otro fin y será del tipo «Dado que s e desea lo­
neras, la incapacidad para razonar con solidez en el plano de grar tal o cual otro fin ulterior, éste es o éste no es el fin inme­
la práctica es una grave discapacidad, y es también un defecto la diato que este individuo o grupo deben buscar aquí y ahora ».
falta de independencia en el razonamiento. Independencia en Según la explicación de Aristóteles,4 el razonamiento que justi­
este caso significa tener la capacidad y la disposición para eva­ fica plenamente el juicio práctico y la acción remite finalmente
luar las razones para actuar ofrecidas por otros, de modo que a la primera premisa de todas las cadenas de razonamiento
uno pueda hacerse responsable de respaldar las conclusiones práctico sólido: una premisa del tipo « Puesto que lo bueno y lo
prácticas de los demás, así como de las propias conclusiones. mejor es tal o cual.. . » . Sin embargo, para razonar sólidamente
Uno no puede ser un razonador práctico independiente si no es sobre lo que es mejor aquí y ahora, quienes poseen las virtudes
capaz de ofrecer a los demás una explicación inteligible de su necesarias, y sobre todo la virtud de juzgar con prudencia, rara
razonamiento, aunque no es necesario que sea una explicación vez requieren elaborar la cadena del razonamiento justificato­
teórica, en ningún sentido fundamental. Ni los granjeros ni rio que presupone su razonamiento práctico inmediato e inclu­
tampoco los flautistas requieren, para ser sólidos razonadores so pueden no ser capaces de hacerla explícita, mientras que
prácticos, ser también expertos en lógica. quienes carecen de esas virtudes serán incapaces de un sólido
Según Aristóteles, la deliberación práctica sólo se refiere a razonamiento práctico. En ese caso, ¿por qué es importante ha­
los medios y no al fin.3 Eso no significa que no se delibere sobre cer referencia a este razonamiento justificatorio presupuesto
fines concretos, sino sólo que, en la medida en que se delibera para explicar al razonador práctico independiente? Importa por
sobre ellos, esos fines son tratados como medios para lograr dos razones.
otros fines ulteriores. La concepción de Aristóteles de las accio­ Primero, ayuda a poner en claro que quienes vayan a debatir
nes que son medios para conseguir algún fin incluye las acciones entre sí racional y fructíferamente acerca de los medios deben
que logran un determinado fin debido a alguna relación causal estar previamente de acuerdo sobre los fines en cuestión. N o
contingente entre medios y fines (como cuando un grito des­ significa que no pueda haber un desacuerdo racional sobre l o s
pierta a alguien), y también las acciones que se ejecutan como fines, sino que para que e l desacuerdo s e a razonable y e l deba t e
partes constitutivas de un todo, de manera que por su ejecución no resulte estéril, debe haber en otro plano, aún más elemental,
puede existir el todo (como un movimiento en una partida de por lo menos un acuerdo parcial sobre aquellos fines con res­
ajedrez es un medio para jugar una partida de ajedrez, como pecto a los cuales los fines que se discutan podrían ser o podrían
el respeto de las reglas de reciprocidad constituye un modo de no ser un medio. Esto es importante en parte porque, como ya
vida). El razonador práctico debe dar respuesta mediante su se ha dicho, «En los asuntos que son importantes se acud e
juicio y su acción a un interrogante deliberativo (que no nece­ a los demás para deliberar, porque n o confiarnos en nosotros
sita hacerse explícito) del tipo «Dado que se desea lograr tal o mismos para decidir entre las distintas altemativasn.5 Pero tam-
cual fin, ¿qué acdón sería la mejor como medio para conseguir-
4. !bid., 1 1 44a, 3 1 -34.
3. Aristóteles, Ética nicomáquea l l ! 2b, 33-34.
5. /bid., 1 1 1 2b, 10-1 l .
T

128 ANIMALES R A C I O N A L E S Y DEPENDIENTES RELACIONES SOCIALES, RAZ O N A MIENTO PRÁCTICO [ . . . ] 129

bién es importante el hecho de que a menudo en el curso del períodos de discapacidad, para que él a su vez se convierta (a
razonamiento práctico es necesario responder no sólo la pre­ través de la adquisición y el ejercicio de las virtudes) en la dase
gunta: «¿Qué es lo mejor que puedo hacer? », sino también ésta: de ser humano que hace del bien de los demás su propio bien;
«¿Qué es lo mejor que podemos hacer?» . Por lo general, las per­ pero no porque haya calculado que los demás le ayudarán sólo
sonas son capaces de plantearse, no digamos ya responder, esta si les ha ayudado, en una especie de intercambio de ayuda: un
última pregunta sólo por la amplitud de los acuerdos subyacen­ cálculo semejante corresponde a quien tiene en cuenta el bien
tes acerca de los bienes y acerca del bien. de los demás en la medida en que forma parte de su propio
De. acuerdo con la perspectiva aristotélica adoptada, el razo­ bien, es decir: una clase de ser humano diferente, particular­
namiento práctico es, por s u propia �aturaleza, el razonamien­ mente deficiente en el ejercicio de las virtudes, tal como las he­
to junto con otros, generalmente dentro de un conjunto deter­ mos definido antes.
minado de relaciones sociales. Esas relaciones se forman en un Para formar parte de la red de relaciones de reciprocidad
inicio y se desarrollan posteriormente de tal manera que a tra­ como lo exigen las virtudes, hay que entender que es posible
vés de ellas cada persona, primero alcanza, y luego recibe, el que uno tenga que dar mucho más de lo que ha recibido, des­
apoyo necesario para mantenerse en la condición de razonador proporcionadamente, y que podría ser que no recibiera nada de
práctico independiente. En general, en primer lugar están las aquellos a quienes está obligado a dar. También es necesario
relaciones familiares y domésticas, posteriormente las relacio­ comprender que el cuidado que se procure a los demás ha de
nes escolares y del aprendizaje, y luego las que corresponden a ser en buena medida incondicional, puesto que lo que se re­
la diversidad de prácticas en que participan los adultos de cada quiere de una persona está determinado fundamentalmente, si
sociedad y cultura. La formación y el mantenimiento de esas no es que solamente, por las necesidades de los demás.
relaciones son inseparables dd desarrollo de las disposiciones y Una comunidad florece, su red de relaciones familiares, veci­
actividades por medio de las cuales cada individuo se orienta nales y profesionales florecen, cuando las actividades de sus
hacia su transformación en un razonador práctico indepen­ miembros que buscan el bien común están moldeadas por la
diente. De manera que no es posible buscar el bien de cada uno racionalidad práctica. También se benefician del florecimiento
sin buscar a la vez el bien de todos los que participan en esas de la comunidad los individuos con una menor capacidad para
relaciones, puesto que un individuo no puede tener una buena el razonamiento práctico independiente, los que aún son muy
comprensión práctica de su propio bien o su florecimiento s�­ pequeños y los muy ancianos, los enfermos, los que sufren al­
parado e independiente del florecimiento del conjunto entero guna lesión y padecen alguna discapacidad, y su florecimiento
de relaciones sociales en que se ubica. ¿Por qué no? individual es un indicio importante del florecimiento de toda l a
Para que una persona florezca en la medida en que puede comunidad. Porque u n a comunidad florece en l a medida e n
hacerlo un ser humano, es necesario que su vida entera se orga­ que la necesidad provee las razones para actuar de sus miem­
nice de tal modo que pueda participar con algún grado de éxito bros.
e n las actividades propias del razonador práctico independien­ Es importante observar que en esta explicación el bien del
te, y que a la vez reciba y tenga una expectativa razonable de re­ individuo no se encuentra subordinado al bien de la comu­
cibir los cuidados y atenciones necesarios en caso de ser muy nidad ni viceversa. Para conseguir e incluso definir su bien en
pequeño, estar viejo o enfermo o padecer alguna lesión. Los in­ términos concretos, el individuo primero debe identificar los
dividuos logran su propio bien sólo en la medida en que los de­ bienes de la comunidad como bienes propios. Por lo tanto, n o
más hacen de ese bien un bien suyo, ayudándole durante los debe entenderse el bien común como la suma de bienes indivi-
130 ANIMALE S RACIONALES Y D E P E N D I E N T E S RELACIONES SOCIALES. RAZONAMIENTO PRÁCTICO [ . . . ] 131

duales, como un bien que se construye a partir d e éstos. Al mis­ de lo esperado (como lidiar con vómitos, con un sangrado per­
mo tiempo, aunque la búsqueda del bien común de la comuni­ sistente o gritos, por ejemplo).
dad sea, para todos aquellos capaces de contribuir a él, un ele­ Alguien es responsable y digno de confianza si se sabe que se
mento esencial de su bien individual, el bien de cada individuo le puede revelar información confidencial sin temer que se la
particular no queda reducido al bien común; y también existen, proporcione a una tercera persona, si se sabe que no participa­
por supuesto, bienes comunes distintos de los bienes de la co­ rá en habladurías maliciosas y que, por ocurrente que sea y por
munidad corno un todo, como por ejemplo los bienes de las absurdo que uno llegue a ser, no hará burlas de uno que puedan
familias y de otros grupos sociales, los bienes de diversas prác­ provocar desprecio. E n todos estos casos, resulta fundamental
ticas. Cada individuo debe decidir, como razonador práctico in­ saber que es posible confiar en que esa persona se sienta obli­
dependiente, qué lugar debe ocupar en su vida cada uno de esos gada por ciertas normas, como las que le obligan a cumplir con
bienes. las promesas razonables, a ser puntual, a decir la verdad, no
El objeto de los acuerdos de la comunidad no deben ser sólo permitir nunca que sentimientos de asco o repugnancia le ha­
bienes sino también normas, precisamente debido a que la comu­ gan desatender su responsabilidad, no revelar nunca informa­
nidad se constituye como una red de individuos que dan y reci­ ción confidencial, etcétera.
ben, y que necesitan las virtudes. El cumplimiento de las nor­ Pero ser digno de confianza supone algo más que cumplir
mas es un elemento esencial de algunas de las virtudes que se con esas normas o cualesquiera otras. En parte, ser responsa­
han de tener para desempeñar debidamente cada una de las fun­ ble y digno de confianza significa ser capaz de reconocer lo que
ciones en esa red. No existe una enumeración de normas que implica la confiabilidad en aquellas situaciones para las que no
pueda especificar de manera exhaustiva las acciones que una existen normas por las que orientarse. Si alguien viola la norma
determinada virtud pueda requerir, pero el incumplimiento de que prohíbe IIfentir, se mostrará poco digno de confianza, siempre
ciertas normas puede ser suficiente para mostrar que se carece y cuando estuviese autorizado a transmitir la información que
de algunas virtudes importantes. sea; sin embargo, si se trata de dar a alguien información privada
Pensemos, por ejemplo, en las virtudes de un individuo res­ acerca de un tercero, habrá situaciones en que ninguna regla
ponsable y digno de confianza. Para que alguien sea responsa­ puede resolver las dudas: un juicio equivocado podría implicar
ble y digno de confianza, los demás deben poder confiar en él, que, sin violar ninguna norma, uno resulte no ser digno de con­
incluso cuando pl..\diera obtener grandes ventajas traicionando fianza. Pensemos en otro ejemplo.
su confianza o no le conviniese en absoluto hacer lo que se con­ Cualquier ser humano, en cuanto razonador práctico, ha de
fía que haga. Es necesario poder confiar en esa persona, no sólo entablar conversaciones con otras personas; conversaciones so­
en los intercambios rutinarios de la vida cotidiana, por impor­ bre lo que sería mejor que hiciera él, o que hicieran otros aquí y
tantes que sean, sino también y muy especialmente cuando uno ahora, o la semana próxima o el año siguiente. Una virtud per­
pueda ser una carga y una molestia por causa de alguna disca­ tinente en este caso es la justicia conversacional. Entre otras
pacidad. Es necesario saber que esa persona va a estar dispo­ cosas, ésta exige, primero, que cada participante hable con fran­
nible en los momentos en que se ha comprometido a estarlo, y sa­ queza, sin simular ni engañar, ni tener actitudes agresivas y,
ber también que no hará promesas que no sean razonables. Es segundo, que no se tome para hablar más tiempo del que esté
necesario saber que, en caso de emergencia, hará lo que sea ne­ justificado por la importancia de lo que tiene que decir y los ar­
cesario y que no se amedrentará si la tarea de la que se ha res­ gumentos necesarios para fundamentarlo. Aunque el primer re­
ponsabilizado resulta ser mucho más desagradable u onerosa quisito exige el cumplimiento de ciertas normas, lo que pide el
132 ANIMALES R A C I O N A L E S Y D E P E N D I E N T E S RELACIONES S O CIALES, R A Z O N A M I E N T O P R Á CTICO [ . . . ] 133

segundo no puede reducirse a reglas. Al igual que con el resto misma acción por aquel individuo o individuos hacia cuyo bien
de las virtudes, el cumplimiento de las reglas es una parte im­ estaba orientada. Se realizan actos de generosidad, justicia y
portante pero no es lo único que hace falta. compasión por el bien de otras personas y son actos que vale
Sin esas virtudes y sin cumplir con las normas que son la pena hacer y que son valiosos por sí mismos. Por ello, en la
esenciales para su práctica, n·o sólo se seria deficiente en el de­ práctica, cuando se pregunta «¿Por qué has hecho eso?», resul­
sempeño de cualesquiera responsabilidades, sino que tampoco ta siempre suficiente responder: «Porque era lo justo», «Porque
se podria deliberar adecuadamente en torno a la asignación de era un acto de valor», «Porque es lo que una persona decente
responsabilidades; y puesto que dicha deliberación es necesaria hubiese hecho». Pero desde el punto de vista teórico, no sólo
para conseguir el bien común, éste no podrá lograrse. Santo To­ es posible y es necesario responder otra pregunta: «¿Por qué es
más centró su atención en este aspecto de las normas cuando una respuesta suficiente?», y lo que hace que sea suficiente es que
las incluyó entre los preceptos de la ley natural. De acuerdo con los individuos y las comunidades sólo pueden florecer de un
el argumento de santo Tomás, para que un precepto sea una ley, modo específicamente humano mediante la adquisición y el ejer­
de la clase que sea, debe ser un precepto de razón6 orientado cicio de las virtudes.
hacia un bien común7 y promulgado en la comunidad por alguien Aunque no con mucha frecuencia, a veces hace falta referir­
que cuente con la autoridad necesaria. 8 Los preceptos de la ley se explícitamente al florecimiento como el télos humano, al ra­
natural son los preceptos que Dios promulga a través de la razón, zonar en la práctica. Por lo general es un concepto cuya aplica­
cuya obediencia es indispensable para que los seres humanos ción se presupone tácitamente, un concepto que permanece
puedan alcanzar el bien común. bajo la superficie. Pero en cierto tipo de situaciones existen ra­
No obstante, los preceptos de la ley natural son mucho más zones importantes, desde el punto de vista práctico, para llevar­
que normas, pues entre los preceptos de la ley natural los hay que lo a un primer plano y referirse explícitamente a ello. Una de
ordenan hacer lo que las virtudes exigen de los seres humanos.9 ellas se presenta cuando se teme haber cometido algún error,
Ordenan que se haga lo que en una u otra circunstancias exija la porque se ha malinterpretado lo que exige, pongamos por caso,
valentía, la justicia o la templanza y que se haga con prudencia. la justicia, la valentía o la templanza; en situaciones semejantes
Es necesario observar que en el plano de la práctica no hace fal­ es posible recurrir a un argumento deductivo para descubrir si
ta tener una razón para actuar en deteminado momento, ade­ se ha cometido o no un error. El argumento tendría la forma si­
más de que es lo que exigen en esta situación una o más de las guiente: puesto que el florecimiento humano es así, .esto es, en
virtudes. Las acciones requeridas por el ejercicio de las virtudes palabras de Aristóteles, «Puesto que aquello que es el bien y es
son, todas ellas, valiosas por sí mismas. Siempre son además un además lo mejor es tal o cual», entonces esas cualidades inte­
medio para un fin ulterior, puesto que son elementos constituti­ lectuales y de carácter que son las virtudes deben ser de tal o
vos del florecimiento humano; pero lo son precisamente en la cual clase, y puesto que la justicia, la valentía o la templanza,
medida en que son acciones valiosas por sí mismas. como hasta ahora la he concebido, no es de esa clase, debo ha­
Afirmar que se ha llevado a cabo una acción por sí misma no berme equivocado al respecto y, por lo tanto, debo haber malin­
es en absoluto incompatible con decir que se ha realizado esa terpretado lo que la virtud requiere. Hay que observar que en
.
este tipo de razonamiento retrospectivo, como en su contrapar­
6. Santo Tomás de Aquino, Summa The ologiae 90,1. te prospectiva, el entendimiento del concepto del florecimiento
7. lbid., 90,2.
8. Jbid., 90,3,4.
humano que invoca el razonador tuvo que ser adquirido en el
9. Jbid., 94.3. curso de la experiencia práctica. Aquellas etapas en las. que se
134 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES RELACIONES SOCIALES, RAZONAMIENTO PRÁCTICO [ . . . ] 1 35

aprende a ser un razonador práctico independiente y, poste­ cada cual consiga su bien individual, y que se define en térmi­
riormente, se amplían las facultades del razonamiento a con­ nos de los bienes individuales.
textos distintos y cambiantes, son también etapas por medio de En el escenario así descrito, todo individuo tiene que pre­
las cuales se llega paulatinamente a comprender de un modo guntarse en qué condiciones sería racional que aceptase coope­
correcto y reflexivo en qué consiste el florecimiento humano, rar con los demás. Debe ser en condiciones que permitan que
aprendiendo a distinguir entre las relaciones que estructuran cada participante considere que su cooperación es racional, es
un individuo y una vida comunitaria florecientes, de esas otras decir, que deben incluirse todas las restricciones sobre rnaximi­
relaciones que los inhiben o los frustran. Para que un ser hu­ zación de preferencias que sean necesarias para que cada parti­
mano llegue a florecer sin condiciones qua ser humano, su vida cipante considere que es racional la cooperación. Esto es, cada
entera es la que debe florecer, por lo que el individuo debe apren­ participante debe tener buenas razones para creer que la maxi­
der a través de la experiencia el lugar que ocupa tanto la inde­ rnización restringida por las reglas que rigen el ingreso y la par­
pendencia corno la dependencia de otros en las diferentes ticipación en la negociación cooperativa con los demás le va a
etapas de una vida floreciente. En la medida en que un indivi­ permitir tener más de lo que desea que una rnaximización sin
duo sea capaz de articular lo que haya aprendido, será capaz de restricciones.
hacer explícita la primera premisa de su razonamiento prácti­ Un individuo racional tenderá a aceptar las restricciones de
co. Por ello, el aprendizaje práctico que hace falta para llegar a aquellas reglas que garanticen una negociación justa y segura
ser un razonador práctico es el mismo aprendizaje que hace fal­ para que cada participante consiga la rnaximización de sus pre­
ta para encontrar el lugar que uno ocupa dentro de una red de ferencias del mejor modo posible; cualquier otra relación que
individuos que dan y reciben, donde se entiende que la obten­ establezca, será cosa suya. Es un hecho contingente que el indi­
ción del bien individual es inseparable de la del bien común. viduo se encuentre, de entrada, formando parte de una familia
No obstante, esta concepción de la relación del bien común y de otras relaciones sociales; pero esa vinculación de facto no
con los bienes individuales y del lugar que ambos ocupan en el dice nada respecto a sus compromisos: él no escogió nacer en
razonamiento práctico es opuesta a algunas otras concepcio­ concreto de esos padres ni tener las tías ni los maestros que
nes, de muy extensa influencia, sobre lo que es el razonamiento tuvo; lo que le hayan dado, habrá sido porque quisieron dárselo,
práctico. Pensemos en una de ellas, según la cual lo bueno se y lo que él haga al respecto, si decide hacer algo, será también
refiere a la satisfacción del deseo: lo bueno, según m i juicio, es porque él qui�re hacerlo así. El concepto de deuda no se aplica
lo bueno para mí, lo bueno para mí es la satisfacción de mis a ninguna relación o transacción que no haya sido asumida vo­
preferencias y lo que es mejor para mí es maximizar la satisfac­ luntariamente. Toda persona es libre de calcular qué es lo me­
ción de mis preferencias. Es decir: el individuo comienza por jor según su interés, y es libre para elegir los vínculos afectivo s
identificar su bien individual y preguntarse por los medios que que vaya a tener con los demás:
debe emplear para conseguirlo; pero pronto descubre que si no Por lo tanto, desde esta perspectiva, la relación que una per­
coopera con los demás, tomando en cuenta que también aspi­ sona tiene con los demás puede ser de dos clases. Por un lado,
ran a alcanzar sus respectivos bienes individuales, los conflic­ están las relaciones definidas y justificadas por las ventajas que
tos resultantes serán tales que h arán imposible que alcance su las partes obtienen de la relación: son relaciones de negocia­
propio bien, salvó muy a corto plazo y a menudo ni siquiera ción, que se rigen por los preceptos derivados de la teoría de la
eso. D e modo que tanto él corno los demás encuentran en cierto elección racional. Por otro lado, están las relaciones que resul­
tipo de cooperación un bien común que es un medio para que tan de la simpatía, de vinculaciones afectivas voluntariamente
1 36 A N I M A L E S RACIONALES Y DEPEN D I E NT E S R E L A C I O N E S SOCIALES, R A ZO NA M I E N TO. PRÁCTICO [ . . . ) 137

aceptadas. La diferencia entre ambas clases es esencial. Como las relaciones d e mercado) o bien relaciones
afectivas y de sim­
ha señalado David Gauthier, que ofreció a mi generación la for­ patía. Queda preguntarse por qué es incom
pleta esa caracteri­
mulación clásica de esta perspectiva: «Las demandas de simpa­ zación.
tía son muy distintas de las de la elección racional, y conside­ Hay algo que se omite en la dicotomía: en
las formas de vida
10
rarlas conjuntamente sólo produce confusión». social que no sean efímeras, ambos tipos de
relación estarán in­
Los requisitos morales impuestos por la elección racional crustados en un conjunto de relaciones de
reciprocidad como
únicamente se extienden a quienes son o pueden ser socios en las que se han descr ito, y sólo podrán carac
terizarse adecuada­
una negociación cooperativa. «Los animales, los nonatos, los mente de ese modo . Pensemos primero
en las relaciones de
impedidos o quienes sufren algún defecto congénito no pueden afecto y simpatía y en algunas de las comp
lejidades que presen­
ser incluidos en una moralidad fundada en el beneficio mutuo. tan esas relaci ones. Ya se ha mencionado
que, normalmente,
La disposición para aceptar restricciones morales. . . sólo puede aunque no siempre, los afectos y las simp
atías suelen estar bajo
ser defendida racionalmente a partir de la expectativa de obten­ control del individuo en una medi da i mpor
tante, al meno s a
ción de beneficios)). 1 1 De modo que todo lo que se refiere a largo plazo. Este hecho tiene su importanc
ia debido a que el
nuestras relaciones (nosotros, por supuesto, no estamos impe­ afecto y la simpatía son la clase de cosas
que se deben a otras
didos ni padecemos ningún defecto) con los animales no huma­ personas concretas: siempre se debe afect
o a los hijos y éstos,
nos y con seres humanos discapacitados depende del alcance en respuesta, generalmente deben afecto
a sus padre s; se debe
de nuestras simpatías afectivas. Claro está, no obstante, que el simpatía a quienes sufren o se sienten afligi
dos y también se es­
tipo de afecto y simpatía que uno sienta, y la medida en que pera de los demá s esa simpatía. A los amig
os se les debe un
busque cultivar esos sentimientos dentro de sí o alentarlos en afecto diferente del que se debe a los hijos
y también se les debe
sus hijos o en los demás, será cosa suya. El hecho de que en un la comprensión afectuosa de sus planes
o problemas . Por otra
cierto momento alguien tenga determinados afectos y simpa­ parte, la reciprocidad en el afecto y la simp
atía no es algo apar­
tías no es un dato original e inalterable; pero la razón, tal como te, sino que está estrechamente relacionad
a con esas otras reci­
la entiende el teórico de la elección racional, no ofrece orienta­ procidades que constituyen, en b uena
medida, las relaciones
ción alguna para las simpatías. entre padre e hijo, entre amigos, etcétera.
Esta perspectiva no la han adoptado exclusivamente los teó­ Está claro que hay individuos a los que,
quizá por su estruc­
ricos de la economía y la filosofía. Más de un gobierno ha justi­ tura bioquímica o por la educación recib
ida, les resulta más di­
ficado su política basándose en esos principios, y muchos indi­ fícil que a los demás sentir o mostrar el
tipo de sentimientos en
viduos los han usado para justificar su estilo de vida, pero ha cuestión; otros, e n cambio, son sumament
e sensibles y tienden
demostrado ser una ideología a la que es sumamente difícil ad­ a la efusividad y el sentimentalismo. Lo
importante no es sólo
herirse de modo completo. Y es posible que las inconsistencias que sean faltas fácilmente corre gible s
en general, sino que al
que se han hecho evidentes deriven de que su explicación dico­ juzgarlas como tales se está haciendo
referencia a un criterio
tómica de las relaciones sociales es inadecuada: todas las re­ para medir el senti miento adecuado,
u n sentimiento que está
laciones sociales han de ser bien relaciones regidas por la nego­ en proporción con sus objetos, un térm
ino medio entre lo que
ciación para la obtención de be � eficio mutuo (el modelo son es excesivo y lo insuficiente. Las norm
as que rigen los senti ­
mientos y determinan lo que es o no adec
uado son inseparables
1 O. D avid Gauthier, Morals by Agreement, Oxford, Clarendon Press, 1986, pág. 286
de otras normas de reciprocidad, pues
(trad. cast.: La moral por acuerdo, Barcelona, Gedisa, 1 994). to que es en la reciproci­
11. /bid.' pág. 286. dad en general donde se exhiben e l afect
o y la simpatía; y por
138 A N I M ALES R A C I O N A L E S Y D E P E N D I E NTES RELACIONES SOCIALES, RAZONAMIENTO PRÁCTICO [ . . . ) 1 39

supuesto, las formas de expresión de los sentimientos varían de comunitarios, las relaciones de mercado sólo pueden mante­
una cultura a otra. nerse si se hallan insertas en cierto tipo de relaciones no mer­
Por ello, sólo en el contexto de las normas de la reciproci­ cantiles, en relaciones de reciprocidad no calculada.
dad y en referencia a ellas es posible exponer con detalle lo Los vínculos afectivos y las relaciones de mercado presupo­
que suponen las distintas clases de relaciones afectivas. El re­ nen, en una medida importante, l a vigencia de las normas de la
conocimiento de esas normas es lo que da fundamento a las reciprocidad; si en la práctica social llegan a desligarse de ellas,
expectativas que las personas tienen con respecto a los demás. ambos producen resultados viciados; por un lado, se produce
Los vínculos afectivos y de simpatía siempre son algo más que una sobrevaloración emotiva y sensiblera del sentimiento como
una cuestión de afecto y simpatía. De modo similar, las rela­ tal y, por otro, una reducción de la actividad humana a la activi­
ciones que se dan en el intercambio racional, que se rige por dad económica. Son vicios complementarios que a veces pue­
normas cuyo cumplimiento resulta ventajoso para todos los den llegar a moldear un mismo estilo de vida, pero clasificarlos
participantes, también están insertas en relaciones regidas por como vicios exige una mayor justificación que la que hasta el
normas de reciprocidad imposible de calcular o predecir; lo momento he proporcionado. Por otra parte, una justificación
mismo sucede con las relaciones institucionalizadas que ha­ de esa naturaleza exige una explicación de las virtudes de la re­
cen posibles los intercambios en el mercado. ciprocidad mayor de la que hasta ahora se ha ofrecido.
Sin duda es cierto que «No esperamos que la cena llegue por
la benevolencia del carnicero, el cervecero o el panadero, sino
porque en ello está su interés» . 12 Y del mismo modo que el car­
nicero, el cervecero y el panadero actúan generalmente de
acuerdo a su propio interés, así lo hacen sus clientes. Pero si un
cliente habitual entrara en la carnicería, se diera cuenta de que
el carnicero está sufriendo un ataque al corazón y sólo dijera:
« ¡ Huy!, según veo, hoy no está en condiciones de venderme car­
ne» y se dirigiera a continuación a la carnicería de enfrente,
evidentemente eso dañaría completamente toda la relación del
cliente con el carnicero, también la relación económica, aun­
que no haya hecho nada contrario a las reglas del mercado. En
un caso no tan claro y menos cruel, incluso si el cliente reaccio­
nara satisfaciendo únicamente los requisitos minímos que le
permitiesen defenderse de una acusación legal de irresponsabi­
lidad (es decir, llama a una ambulancia y desaparece en el mo­
mento en que llegan los enfermeros), de todas maneras su rela­
ción con el carnicero se resentirá por haber eludido una mayor
responsabilidad. Para que contribuyan al florecimiento general
y no socaven y perturben, corno a menudo pasa, los vínculos

1 2 . Adam Smith, lA riqueza de las naciones I, ii.


10

LAS VIRTUDES DEL RECONOCIMIENTO


D E LA DEPENDENCIA

La comparación propuesta por Adam Smith entre el com­


portamiento interesado del mercado y el comportamiento al­

1
truista y benevolente, no deja ver el tipo de acciones en que
los bienes que se buscan no son más-míos-que-de-otros ni
más-de-otros-que-míos, sino que son bienes que sólo pueden
ser míos en la medida en que sean también de otros; son bie­
1
1
nes comunes auténticos, como los bienes de las redes de reci­
procidad. Pero si es necesario, p ara florecer como animal ra­
l 1
cional, actuar en favor de esos bienes comunes, también será
necesario transformar los deseos iniciales de manera que sea
1
1 posible reconocer por qué es inadecuada cualquier clasifica­
ción simple de los deseos en egoístas o altruistas. Ya se ha he­
cho suficiente referencia a las limitaciones que hay en la idea
del interés puramente egoísta, pero se han estudiado poco las de
la benevolencia generalizada. Esa benevolencia supone un otro
genérico (cuya única relación con el agente consiste en ofrecer
una ocasión para que ejerza su benevolencia, que le permita
tranquilizarse confirmando su buena voluntad), en lugar d e
esos otros concretos con los que hay que aprender a compar­
tir los bienes comunes y participar en relaciones continuadas.
¿Qué cualidades son necesarias para semejante participación?
La formulación de esta pregunta nos retrotrae al debate so­
bre las virtudes y por qué son necesarias. En mi explicación
142 A N I M A L E S RACIONALES Y DEPENDIENTES L A S VIRTUDES DEL R E C O N O C I M I E NT O DE LA DEPENDENCIA 1 43

anterior he hecho hincapié en la función indispensable de las él. 1 Puesto que es algo. que se debe, si no se hiciese se faltaría a
virtudes para permitirle al ser humano transitar de la depen­ la justicia; puesto que lo que se debe no es posible de medir, no
dencia de las facultades razonadoras de otros, fundamental­ hacerlo sería también faltar a la generosidad. Pero no es exclu­
mente los padres y maestros, a la independencia en el razona­ sivo de los lakota el reconocimiento de esa relación entre justi­
miento práctico; y las virtudes a las que sobre todo me he cia y generosidad.
referido ya estaban presentes en la enumeración de Aristóte­ Frente a la idea de que la liberalidad forma parte de la vir­
les y en otras: justicia, templanza, veracidad, valentía y otras tud de la justicia puede objetarse, según santo Tomás, que la jus­
semejantes. Pero si las virtudes permiten al ser humano con­ ticia se refiere a aquello que se debe y que, por lo tanto, cuando
vertirse en razonador práctico i ndependiente, es porque tam­ se le da a otro solamente lo que se le debe, no se está actuando
bién le permiten participar en relaciones de reciprocidad a con liberalidad. Desde este punto de vista, lo que caracteriza al
través de las cuales ha de conseguir sus fines como razonador individuo liberal es dar más de lo que la justicia requeriría que
práctico; para entender esta dimensión, es necesario llevar la diese. Santo Tomás aborda la objeción distinguiendo las obli­
investigación mucho más lejos y admitir que una buena edu­ gaciones que son de estricta justicia y sólo de justicia, de la de­
cación en las virtudes será la que asigne un lugar adecuado a centia que exige la liberalidad: acciones que son en efecto jus­
una serie de virtudes que son la equivalencia necesaria de las tamente debidas a otros y que son el mínimo de lo que se debe
virtudes de la independencia: las virtudes del reconocimiento a otros .2 Para entender qué quiere decir con ello santo Tomás,
de la dependencia. es necesario ponerlo en contexto teniendo también en cuenta
Es posible que la interpretación tradicional de las virtudes, la forma como aborda la virtud de la caridad, de la amistad
incluso los nombres que convencionalmente se les asignan, no respecto a Dios y los seres humanos, de la virtud de la compa­
sean de mucha ayuda en este punto. Pongamos un ejemplo: si sión, misericordia, y de la virtud de hacer el bien, beneficientia.
buscásemos una palabra que definiera la virtud principal de las Cuando comenta la beneficencia, santo Tomás subraya que e n
relaciones de reciprocidad, nos daríamos cuenta de que ni «ge­ una misma acción hay diferentes aspectos, que permiten ejem­
nerosidad>> ni «justicia», tal como éstas son comúnmente en­ plificar las diferentes virtudes . Supongamos que una persona
tendidas, son del todo adecuadas, puesto que según la mayoría da incondicionalmente a otra lo que ésta necesita con cierta
de las interpretaciones es posible ser generoso sin ser justo y urgencia, por consideración hacia el otro como ser humano
ser justo sin ser generoso; en cambio, la principal virtud que se necesitado, porque es lo mínimo que se le debe y porque al ali­
requiere para mantener este tipo de reciprocidad contiene as­ viar la aflicción del otro se alivia también su propia aflicción
pectos de justicia y generosidad a la vez. Existe una expresión por el dolor ajeno. Según el argumento de santo Tomás, ese in­
en lengua lakota, wancantognaka, que se acerca mucho más dividuo estaría actuando de manera liberal, con la beneficen­
que cualquier otra expresión del inglés moderno; esa palabra cia de la caridad, con justicia y p o r compasión. Desde luego,
lakota designa la virtud de los individuos que reconocen sus hay cosas exigidas por la liberalidad pero no por la justicia,
responsabilidades con respecto a la familia inmediata, la fami­ hay lo que se debe por compasión pero no por caridad; pero,
lia ampliada y la tribu, y que expresan ese reconocimiento par­ por lo general, las virtudes requieren acciones que sean a l a
ticipando en actos ceremoniales en los que se hacen regalos sin
medida: ceremonias de acción de gracias, de conmemoración y
l. Lydia Whirlwind Soldier, «Wancantognaka: the continuing Lakota custom of ge­
para conferir honor. Wancantognaka nombra la generosidad VIl, 3, invierno de 1995-1996.
nerosity•, Tribal College
que un individuo debe a todos quienes también se la deben a 2. Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae Ila-Uae, 1 17, S.
144 A N I M A L E S R A C I O NALES Y D E P E N D I E N T E S LAS VIRT U D E S · D E L R E C O NO C I M I E N T O D E LA D E P E N D E N C I A 145

vez justas, generosas, benéficas y que se realicen por compa­ quirir mediante l a práctica ese principio virtuoso, o a l menos
sión. Para mantener relaciones en las que sea posible dar sin para ocultarse a sí mismo, tanto como sea posible, su carencia
mezquindad y recibir con dignidad es necesario que la educa­ de ello».4
ción predisponga precisamente para la realización de ese tipo Ya he señalado que las prácticas de reciprocidad nutridas
de actos. por una justa generosidad concreta se ejercen principalmente
Como ya se ha señalado, una educación semejante debe in­ hacia otros miembros de la propi a comunidad, con quienes se
cluir la educación de los afectos, simpatías e inclinaciones. Nor­ está relacionado por las funciones que cada uno desempeña.
malmente, las privaciones a las que corresponde atender con No obstante, es posible que esto haya resultado equívoco e n
justa generosidad, no son sólo privaciones de cuidado físico y más d e un sentido. En primer lugar, a menudo las personas per­
formación intelectual, sino también y sobre todo la privación tenecen a más de una comunidad y forman parte de más de una
de l a consideración atenta y afectuosa. Actuar como lo requiere red de reciprocidad; por otra parte, se puede entrar y salir de
l a virtud de la justa generosidad es, por lo tanto, actuar desde la las comunidades. Por ello, si de aquí en adelante sigo hablando,
consideración atenta y afectuosa hacia el otro. Al respecto se en aras de la simplicidad, de la comunidad o la red a la que per­
dice en ocasiones que sobre los afectos no se manda, y en algu­ tenece una persona, el lector deberá suponer el término que
nas circunstancias puede ser cierto (uno no puede decidir aquí completaría las disyuntivas: «comunidad o comunidades», <<red
y ahora sentir de una u otra manera por un simple acto de vo­ o redes». En segundo lugar, en el funcionamiento de las comu­
luntad), pero lo que sí es posible, como ya se ha señalado con nidades es importante que, entre los papeles que cuentan en l a
anterioridad, es cultivar y ej ercitar la disposición para sentir, vida e n común, exista e l «extraño» , alguien ajeno a l a comuni­
igual que es posible ejercitar las disposiciones para actuar y, so­ dad, que llega casualmente, y al que se debe hospitalidad, sólo
bre todo, la disposición para actuar de acuerdo con determina­ porque es un extraño. La hospitalidad también es un deber que
dos sentimientos. La justa generosidad requiere que se actúe a implica las inclinaciones naturales, puesto que debe ejercerse
partir de la consideración afectuosa; cuando eso hace falta, no con diligencia y desinteresadamente. En tercer lugar, el alcance
tener la inclinación de actuar así es siempre indicio de un de­ de la justa generosidad se extiende más allá de los límites de l a
fecto moral, de una incapacidad para actuar como el deber lo comunidad. Pensemos en dos testimonios procedentes de cul­
exige. HtJme, a diferencia de Kant, entendió muy bien esta idea: turas muy distintas: el de Sófocles y el de Mencio.
«Si el afecto natural no fuese un deber, el cuidado de los niños Según cuen_t a Sófocles, cuando un pastor recibió la orden de
no podría ser un deber: y si fuese imposible, podríamos tener matar al pequeño Edipo, se arriesgó a desobedecer movido por
presente el deber en los cuidados que ofrecemos a nuestros la compasión, y confió al niño en secreto a otro pastor para que
hijos».3 ¿Acaso se actúa a veces por deber cuando en realidad le encontrase un nuevo hogar. Cuando Neoptolomeo vio la he­
se debería actuar por inclinación? Sí, dice Hume, se hace cuan­ rida abierta y supurante de Filoctetes y oyó sus gritos de do­
do uno reconoce en sí la ausencia del motivo que hacía falta: lor, también actuó movido por la compasión y en contra de lo que
«una persona que siente su corazón desprovisto de ese motivo, había prometido hacer. Mencio señaló que «todos los seres hu­
puede odiarse por ello, y puede llevar a cabo la acción sin sen­ manos poseen una mente que no soporta ver el sufrimiento de
tir el motivo, por un cierto sentido del deber, con el fin de ad- los demás . . . cuando los seres humanos ven a un niño caer den­
tro de un pozo, tienen todos un sentimiento de dolor y aflic-

3. David Hume, A Treatise of Human Nature III, ii, 1 , ed. Selby-Bigge, pág. 478
4. !bid., pág. 479.
·

(trad. cast.: Tratado de la naturaleza h u mana, Madrid, Tecnos, 1988).


146 A N I M A L E S R A CI O N ALE S Y D E P E N D I E N T E S LAS VIRTUDES D E L RECONOCIMIENTO DE LA D E P E NDENCIA 147

ción )) , y no es porque piensen que actuar según ese sentimiento a la explicación de santo Tomás porque las explicaciones teóricas
vaya a darles prestigio frente a los demás (y no porque el niño de dicha virtud escasean, aunque sea ampliamente reconocida
pertenezca a su hogar o a su comunidad). Si alguien no reac­ en la práctica, y no sé de ninguna otra explicación de pareci­
cionase ante la urgente e imperiosa necesidad del niño, úni­ da extensión.
camente porque es urgente e imperiosa, esa persona carecería Santo Tomás aborda la misericordia como una de las conse­
de humanidad, que es algo sin lo que las relaciones sociales es­ cuencias de la caridad. Puesto que la caridad es una virtud teo­
tarían incompletas.5 Es posible que ese acceso repentino de logal y las virtudes teologales se deben a la gracia divina, podría
compasión que modifica el comportamiento no sea en ocasio­ suceder que un lector desprevenido supusiera que santo Tomás
nes más que un episodio momentáneo en el que una oleada de no la considera una virtud secular, lo que sería una equivoca­
sentimiento no racional impulsa a un individuo a actuar sin ción. La caridad opera en el mundo secular en forma de miseri­
mayor reflexión. Pero sa�to Tomás sostiene que en la medida cordia y entre quienes santo Tomás cita como autoridades, para
en que sobreviene la misericordia6 configurada por el apropiado hablar sobre su naturaleza y discutir sus desacuerdos, están Sa­
ju.icio racional, la misericordia es una virtud y no sólo una pa­ lustio y Cicerón, lo mismo que san Agustín. La misericordia tie­
sión,7 y eso significa que en la vida de la comunidad resulta ne, por lo tanto, un lugar en la lista de las virtudes, con indepen­
fundamental esa capacidad para la misericordia que va más allá dencia de su fundamento teológico.
de las obligaciones comunitarias. La razón de ello es que la mi­ Es ésta una virtud que se orienta a aquellas personas que,
sericordia implica la consideración hacia una necesidad urgen­ sean quienes sean, se ven afligidas por algún mal importante,
te y extrema, sin que importe quién sea la persona; la clase de especialmente cuando no es producto de sus decisiones,8 una
necesidad y el grado de necesidad dictan lo que debe hacerse, y reserva que quizá requiera alguna puntualización. La necesi­
no quién sea el que la padece. Lo que toda persona necesita sa­ dad extrema y urgente de otro proporciona en sí misma una ra­
ber, en sus relaciones comunitarias, es que la atención que se zón para actuar, más sólida incluso que las exigencias impues­
prestará a las necesidades urgentes y extremas, las necesidades tas por los lazos familiares más estrechos;9 a veces, aunque l a
características de los d iscapacitados, será proporcional a la ne­ necesidad n o sea tan extrema n i urgente, puede juzgarse acerta­
cesidad y no a la relación que se tenga con quien la padece. damente que ésta pesa más que los requerimientos de un víncu­
Pero sólo es posible e sperar que sea así para aquellas personas lo familiar u otra relación social cercana. 1 0 No existe ninguna
entre cuyas virtudes cuentan la misericordia. L':l propia vida co­ norma que decida en esos casos y debe ejercerse la virtud de l a
munitaria requiere que esta virtud vaya más allá de los límites prudencia para juzgar. 1 1 Podría parecer que e l individuo s e en­
de la vida comunitaria, y lo que hace falta es precisamente la cuentra ante dos tipos de exigencias distintas y en ocasiones
virtud y no sólo la capacidad para sentir. El sentimiento sin contrapuestas: por un lado, por parte de aquéllos con los que s e
la guía de la razón se transforma en sentimentalismo, y el senti­ tiene u n determinado vínculo, e n virtud del lugar que ocupan

mentalismo es una señal de fracaso moral. Lo que hay que pre­ en la misma comunidad y, por el otro, por parte de quienes d e
guntarse es ¿en qué consiste esa virtud? Recurro de inmediato
8 . /bid. , lla-IIae, 30,1.
9. /bid. , 31 , 3.
sit Chan, A Sourcebook irz Chirzese 1 O. Éste es un aspecto de la explicación de santo Tomás que pasa inadvertido en el,
S. Véase The Book of Mencius 2A: S, en Wing-t
ity Press, 1963, pág. 65. por otra parte, esclarecedor argumento de Arnhart, pensado para mostrar cómo las te­
Philosophy, Princeton, Princeton Univers .
evitar la asociación en mgles de sis de santo Tomás sobre la ley natural son compatibles con un entendimiento biológico

6. El autor utiliza el latín en lugar del inglés para


de la naturaleza humana. ibid. , pág. 260.
pity con condescendencia.
, 30,3. 1 1. !bid. , 3 1 , 3, ad. l .
7. Santo Tomás, Summa Theologiae Ila-IIae
LAS VIRTUDES D E L RECONOCIMIENTO D E LA DEPENDENCIA 149
1 48 ANIMALES RACIONALES Y D E P E N D I E N T E S

comunidad. Al hablar del tipo de acción que surge de la justa


algttna manera padecen una grave aflicción, con independencia
generosidad, he dicho que está « fuera de todo cálculo», pero es
de que se tenga o no un vínculo con ellos. La explicación de
necesario puntualizado ahora. La justa generosidad exige que
santo Tomás de la virtud de la misericordia exige rechazar, sin
no se hagan cálculos en un sentido concreto: no puede esperar­
embargo, esta contraposición, al menos en la forma como la
se una proporcionalidad exacta entre lo que se da y lo que se re­
hemos formulado más arriba.
cibe. Como ya dije antes, aquellos de quienes se espera recibir
Según santo Tomás, la misericordia es dolor o pesar por la
algo y de quienes probablemente se reciba no serán casi nunca
aflicción de otra persona sólo en la medida en que se entienda
las mismas personas a las que se ha dado; y no existen límites
como propia; y eso es posible porque existe un vínculo anterior
determinados de antemano para lo que uno está obligado a dar,
con esa otra persona (que sea un amigo o pariente) o porque se
y que puede exceder en mucho lo que se h a recibido: no es po­
reconoce que la aflicción que sufre podía haberla padecido uno
sible calcular lo que uno debe dar a partir de lo que uno h a
mismo. Pero, ¿qué implica este reconocimiento? La misericor­
recibido. Existe, s i n embargo, otro sentido e n que el cálculo
dia es ese aspecto de la caridad por el que se ofrece aquello que el
prudente no sólo está permitido, sino que lo requiere la justa
prójimo necesita, y entre las virtudes que nos relacionan con
generosidad. Si una persona no trabaja para tener algo en pro­
el prójimo la misericordia es la mayor Y De manera que enten­
piedad, no tendrá nada que dar; si no ahorra, sino que sólo con­
der la aflicción de otro como si fuera propia significa reconocer
sume, cuando llegue el momento en que el prójimo necesite
a ese otro como prójimo y, señala santo Tomás, en todo lo que
su ayuda urgentemente, carecerá de los recursos necesarios para
s e refiere al amor al prójimo, «no importa si se dice "prójimo"
ayudar. Si da a quienes no están realmente en una situación de
como en I Juan, 4 o "hermano" como en Levítico, 1 9, o "ami­
necesidad urgente, puede no tener suficiente para dar a quienes
go", puesto que todos ellos indican la misma afinidad». Pero re­
sí lo estén. De manera que son necesarias la laboriosidad para
conocer a otra persona como hermano o amigo supone recono­
obtener, la economía para ahorrar y el criterio para discriminar
cer que la relación que se tiene con ella es la misma que la que
en lo que se da; y éstos también son otros aspectos de la virtud
s e tiene con otros miembros de la comunidad a la que se perte­
de la templanza.
nece. Por lo que orientar la virtud de la misericordia hacia los
Es importante observar que a estas virtudes del dar hay que
demás supone ampliar las relaciones comunitarias hasta in­
añadir las virtudes del recibir: virtudes como saber mostrar
cluir a esos otros; a partir de ese momento, se debe cuidar de
gratitud, sin permitir que la gratitud se transforme en una car­
ellos y preocuparse por su bien, del mismo modo que se cuida
ga, la cortesía hacia quien da con poca elegancia y la paciencia
d e quienes ya pertenecen a la comunidad.
hacia quien no da lo suficiente. El ejercicio de estas últimas vir­
Hasta el momento he señalado tres caracteristicas destaca­
tudes supone siempre el reconocimiento sincero de la depen­
das de las relaciones configuradas por la virtud de la justa gene­
dencia; por esa razón, carecerán de ellas quienes pretendan ol­
rosidad: son relaciones comunitarias que involucran a los afec­
vidar su dependencia y no estén bien dispuestos para recordar
tos; no se reducen a relaciones de largo plazo de los miembros
los beneficios que los demás les han conferido. El megalopsy­
d e una comunidad, sino que incluyen las relaciones de hospita­
chos de Aristóteles es un ejemplo destacado, quizás es el ejem­
lidad hacia extraños que· estén de paso y, mediante el ejercicio
plo más destacado de esta clase de mal carácter e incluso de la
de la virtud de la miserircordia, incorporan a todos aquellos con
incapacidad para reconocer su maldad; de él dice Aristóteles,
cuya necesidad urgente se ven confrontados los miembros de la
con aprobación, que «se siente avergonzado de recibir favores,
porque es señal de superioridad conceder favores y de inferiori-
12. Ibid. , 30, 4.
150 ANIMALES R A C I O N A L E S Y DEPENDIENTES LAS VIRTUDES DEL R E C ON O C I M I ENTO D E LA D E P E N D E N C I A 151

dad recibirlos» Y Así es que el megalopsychos olvida lo que ha · en una clase de consideración especial; el cuidado que s e requie­
recibido, aunque recuerda lo que ha concedido, y no l e gusta re de los demás y el cuidado que los demás requieren de uno exi­
que le recuerden lo primero, aunque escucha con agrado la re. gen una entrega y una consideración que no esté condicionada
memoración de lo segundo. 14 Es posible reconocer en ello la por las contingencias de una lesión, una enfermedad o cualquier
ilusión de la autosuficiencia, una ilusión aparentemente com· otra aflicción. La consideración hacia otro puede ser destruida
partida por Aristóteles, muy característica de los ricos y pode. por lo que el otro haga: por decir graves mentiras o bien por ac·
rosos en muchos lugares y en distintas épocas, y que por eso re· tos de crueldad, traición, opresión o explotación; pero si esa
sultan excluidos de cierto tipo de relaciones comunitarias. Al consideración pudiera verse reducida o desapareciera por lo que
igual que sucede con las virtudes relacionadas con el dar, las del suceda al otro, por sus padecimientos, entonces no se trataría de
recibir son necesarias para mantener precisamente la clase de la clase de consideración que exigen las relaciones comunitarias
relaciones comunitarias por medio de las cuales ha de apren· (incluidas las relaciones con quienes no pertenecen a la comuni·
derse el ejercicio de estas virtudes. Quizá no sea sorprendente, dad) que permiten que se logre el bien común.
por eso, que desde el punto de vista de tales relaciones, la nece­
sidad y la necesidad urgente han de ser entendidas bajo una luz
particular. Lo más probable es que una persona que se encuen·
tre en una necesidad imperiosa necesite inmediatamente ali­
mento, bebida, ropa y vivienda; pero cuando estas primeras ne·
cesidades han sido satisfechas, lo que se necesita con una mayor
urgencia es ser admitido o readmitido en alguna posición reco·
nacida dentro de una red de relaciones comunitarias, donde se
le reconozca corno miembro activo de una comunidad delibera·
tiva: una posición que le permita ganarse el respeto de los de·
más y de sí mismo. No obstante, el respeto de los demás no es la
forma fundamental de la consideración humana que exige este
tipo de vida comunitaria y falta preguntarse por qué no.
Entre aquellos que se encuentran en una necesidad imperio­
sa tanto dentro como fuera de una comunidad, hay generalmen­
te individuos cuya discapacidad extrema es de tal naturaleza
que sólo pueden ser miembros pasivos de la comunidad: care·
cen de capacidad para reconocer, no pueden hablar o al menos
no pueden hacerlo de manera inteligible, sufren pero no actúan.
Ya he planteado anteriormente que sería importante que los de·
más pensáramos, respecto a la condición de estos individuos:
« Yo podría haber sido él». Pero ese pensamiento debe traducirse

1 3. Aristóteles, Ética nicornáquea 1 1 24b, 9-1 O.


14. !bid. , 12-18.
11

LAS E STRUCTURAS POLÍTICAS


Y SOCIALES DEL BIEN COMÚN

Para poder incorporar las relaciones de reciprocidad por


medio de las cuales es posible alcanzar los bienes individuales y
los bienes comunes, un orden político y social debe cumplir
tres condiciones. Primero, debe ser expresión de las decisiones
políticas de razonadores independientes, en aquellos asuntos
en los que es importante que los miembros de una comunidad
lleguen a una misma manera de pensar mediante la delibera­
ción racional compartida. Todos los miembros de la comuni­
dad que tengan propuestas, objeciones y argumentos con los
que contribuir a ella deberán tener acceso a formas institucio­
nalizadas de deliberación; y los procedimientos para tomar
decisiones deberán ser aceptables para todos, de manera que
tanto las deliberaciones corno las decisiones puedan ser reco­
nocidas como obra del conjÚnto.
En segundo lugar, en una comunidad en que la justa genero­
sidad es una de las virtudes fundamentales, las normas de jus­
ticia establecidas deben ser coherentes con el ejercicio de esa
virtud. Ninguna formulación simple sería capaz de contener las
diferentes clases de normas que serían necesarias para diferen­
tes clases de relaciones justas. Las normas, entre razonadores
prácticos independientes, deben satisfacer el criterio de justicia
planteado por Marx para una sociedad socialista: cada quien
debe recibir de acuerdo con su contribución. Por su parte, las
1 54 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES LAS ESTRUCTURAS POlÍTICAS Y SOCIALES DEL BIEN COMÚN 155

normas entre quienes tienen capacidad para dar y quienes tie­ N i la filosofía política ni tampoco la filosofía social d e los úl­
nen una mayor dependencia y una mayor necesidad de recibir timos años contribuyen en general a dilucidar este aspecto, de­
·
(los niños, los ancianos, los discapacitados) deben satisfacer el bido a que los trabajos que se han llevado a cabo, con algunas
criterio de justicia que Marx proponía para una sociedad comu­ raras excepciones, no abordan el problema de los bienes comu­
nista: «De cada quien, según sus capa,cidades, a cada quien, en nes relativos a las asociaciones y las relaciones intermedias en­
la medida de lo posible, según sus necesidades» . 1 Desde luego, tre el Estado-nación y el individuo o la familia nuclear. No obs­
Marx entendió que esta segunda formulación de la justicia sólo tante, esa zona intermedia es precisamente la que hace falta
sería aplicable en un futuro todavía irrealizable, y hay que reco­ comprender, puesto que e n las relaciones que incorporan tanto
nocer que la limitación de recursos económicos sólo permite el reconocimiento de la independencia de los razonadores prác­
una aplicación imperfecta. De cualquier modo, hace falta esa ticos como la conciencia de la dependencia humana, donde la
aplicación imperfecta de la idea de justicia, incluso si es muy justa generosidad es una virtud fundamental, las acciones pre­
imperfecta, para que sea posible una forma de vida donde sea suponen, explícita o más a menudo implícitamente, la existen­
eficaz la invocación del mérito pero también sea eficaz la invo­ cia de un bien común propio de un tipo de asociación que no
cación de la necesidad, de modo que sea justa para los indepen­ puede existir bajo la forma del Estado moderno ni la de la fami­
dientes y también para los dependientes. lia de hoy en día.
En tercer lugar, las estructuras políticas deben hacer posible ¿Por qué ni el Estado moderno ni la familia de hoy en
que, en las deliberaciones comunitarias sobre lo que requieren día pueden dar cabida al tipo de asociación comunitaria en el
las normas de justicia, tengan voz tanto quienes poseen la capa­ que puede alcanzarse ese bien común? Analicémoslos por se­
cidad del razonamiento práctico independiente, como quienes parado. El Estado nación moderno se rige por una serie de
sólo pueden ejercer un razonamiento limitado o incluso care­ acuerdos entre una diversidad de intereses económicos y so­
cen de él. Estos últimos sólo podrán tener voz si existen otras ciales que se hallan más o menos en conflicto unos con otros.
personas capaces de representarles y están dispuestas a ello, y El peso de cada uno de esos intereses varía según su poder de
se le otorga a esa función de representación un espacio formal negociación político y económico y según la capacidad que
en la estructura política. tengan para garantizar que sean atendidas, en las mesas de ne­
Mi intención es imaginar una sociedad política que parta del gociación correspondientes, las opiniones de quienes les de­
hecho de que la discapacidad y la dependencia es algo que to­ fienden. El dinero determina de manera fundamental el poder
dos los individuos experimentan en algún momento de su vida de negociación y la capacidad para negociar, sobre todo el di­
y de manera impredecible, por lo que el interés de que las nece­ nero invertido en los recursos necesarios para adquirir poder
sidades que padecen las personas discapacitadas sean adecua­ político: recursos electorales, de comunicación y las relacio­
damente expresadas y atendidas no es un interés particular, no nes con las grandes empresas. Esta utilización del dinero pro­
es el interés de un grupo particular de individuos concretos y porciona diversos grados y tipos de influencia política a los
no de otros, .sino que es el interés de la sociedad política entera diferentes intereses. El resultado es que la mayoría de los
y esencial en su concepto del bien común. ¿Qué tipo de socie­ individuos comparte, aunque en diferente medida, bienes p ú ­
dad puede tener las estructuras · necesarias para alcanzar un blicos como la garantía d e un mínimo orden, pero l a distribu­
bien común de esá naturaleza? ción de bienes por parte del gobierno no refleja de ninguna
manera una opinión general, alcanzada por medio de la deli­
J . Karl Marx, Critica del programa de Gocha, l. beración en común regida por normas de indagación raciona l .
¡·

156 A N I M A L E S RACIONALES Y DEPENDIENTES LAS ESTRUCTURAS POLÍTICAS Y SOCIALES DEL BIEN COMÚN 1 57

De hecho, el tamaño de los estados modernos hace que eso sea deben ser tan vinculantes como los lazos de parentesco y vecin­
imposible, lo que no quiere decir que las relaciones con el Es­ dad. Una colectividad de esta naturaleza no puede existir en el
tado-nación, o más bien con los diversos órganos gubernamen­ �stado-nación moderno y fingir que existe es siempre un disfraz
tales que lo componen, carezcan de importancia para quienes .
I�eológ1co �ara ocultar realidades siniestras. Por lo tanto, es po­
ponen en práctica la política de las virtudes del reconocimien­ sible conclmr que los bienes públicos que proporciona el Estado­
to de la dependencia. Ya sólo por los recursos ingentes que nación, que son necesarios e importantes, no deben confundirse
maneja o por las facultades legales coercitivas de que dispone con el bien común para el que se requiere una identificación co­
y las amenazas que lleva consigo su benevolencia torpe y dis­ mun�taria según las virtudes del reconocimiento de la depen­
torsionada, nadie puede evitar que su relación con el Estado dencia, Y que en la medida en que el Estado-nación se presente
tenga una importancia considerable. Toda relación racional de como el proveedor de algo que efectivamente es, en este sentido
los gobernados con el gobierno de un Estado-nación requiere más fuerte, un bien común, su retórica no ofrece más que ficcio­
que los individuos y los grupos sopesen cualquier posible be­ nes sin duda peligrosas.
neficio contra el costo de al menos en aquellos aspectos en L� práctica de l �s virtudes del reconocimiento de la depen­
que el Estado aparece como una enorme empresa de servicios .
dencia Y las VIrtudes de la independencia requiere una clase
públicos. muy distinta de búsqueda compartida del bien común. Ahí don­
El Estado moderno también se presenta a sí mismo como el de las vir:udes del reconocimiento de la dependencia se pongan
guardián de los valores y de vez en cuando apela a la necesidad _
en practica debera_ haber una idea común sobre la asignación
de dar la vida por él, tal como lo ,hace todo gobierno que afirma de las responsabilidades r�specto a las personas dependientes y
su legítima soberanía política y legal sobre sus súbditos. Ningún . .
sobre los cntenos a partir de los cuales se mida el éxito 0 fraca­
Estado puede justificar esa afirmación a menos que sea capaz so en el desempeño de esas responsabilidades. Por otra parte,
de proporcionar a sus súbditos una mínima seguridad frente a ahí donde se pongan en práctica las virtudes del razonamiento
una agresión externa y la delincuencia interna; y para eso re­ práctico independiente, esa idea común habrá de surgir de la
quiere que haya agentes de policía, bomberos y soldados dis­ deliberación entre todos, de modo que el acuerdo sobre las res­
puestos a dar su vida en el cumplimiento del deber cuando sea ponsabilidades esté justificado racionalmente de manera osten­
necesario (y con frecuencia lo es). La seguridad pública es un sibl�. De ahí que quienes pongan en práctica los dos conjuntos
bien al que se sirve con una devoción sin duda admirable y es d� VIrtudes tengan una doble actitud con respecto al Estado-n a ­
un bien sin el cual nadie en ninguna comunidad podría conse­ -
cwn. Por u n lado, reconocerán que e s una presencia ineludib l e
guir bienes comunes; sin embargo, su importancia no debe ocul­ e n el horizonte de la modernidad y no despreciarán los recur­
tar el hecho de que los bienes públicos del Estado-nación mo­ sos que �frece; en ocasiones, sólo el Estado puede proporcionar
derno no son los bienes comunes de una auténtica comunidad los m�d1?s para eliz:ninar los obstáculos que impiden alcan­
nacional: cuando el Estado-nación se disfraza como el guardián zar obJetivos humamtarios (por ejemplo, toda la sociedad nor­
de un bien común de esa naturaleza, lo más probable es que el teame�icana tiene razones para estar agradecida con quienes
resultado sea absurdo o desastroso, o las dos cosas a la vez. La garantizaron la aprobación de la Ley de Americanos con Disca­
contraparte de �se Estado-nación concebido erróneamente como pacidad Y con quienes la han puesto e n práctica de manera cons­
una comunidad es la concepción igualmente errónea de que sus . tructiva Y creativa). Pero también tendrán que reconocer, por
· ciudadanos constituyen un Volk, una colectividad cuyos víncu- otro lado, que el Estado moderno no es capaz de ofrecer u n
los han de extenderse al cuerpo entero de ciudadanos y aun así marco político moldeado por la justa generosidad que es nece-
158 A N I MALES RACIONALES Y D E P E N DIENTES LAS ESTRUCTURAS POLÍTICAS Y SOCIALES D E L BIEN C O M Ú N 1 59

saria para alcanzar los bienes comunes de las redes de recipro­ en un microcosmos comunitario y no será sólo una familia.
cidad. No obstante, es evidente que sólo puede ser un caso excepcio­
Si el Estado-nación no puede ofrecer una forma de asocia­ nal.)
ción orientada hacia el bien común del que hablamos, ¿qué su­ En términos generales es posible sostener que los bienes de
cede con la familia? En el mejor de los casos, la familia es una la vida familiar se alcanzan en los bienes de la comunidad y
forma de asociación en donde primero se crían los hijos, s e junto con éstos. En general, el bien común de una familia sólo
educan y se l e s inicia e n las actividades del mundo adulto, puede alcanzarse en el proceso de conseguir los bienes comu­
para lo cual el comportamiento de sus padres les proporciona nes de la comunidad a la que pertenece. La familia no es auto­
tanto recursos como modelos. De ahí se deriva que la calidad suficiente, y por esa razón no puede alcanzarse dentro de ella la
de la vida dentro de una familia depende en mucho de la cali­ clase de reconocimiento del bien común que requieren las vir­
dad de las relaciones de sus miembros con respecto a otras tudes del reconocimiento de la dependencia, al menos en la me­
instituciones y asociaciones: el lugar de trabajo, la escuela, dida en que se conciba la familia como una unidad social dife­
la parroquia, el club deportivo, el sindicato, las clases para la renciada y separada. De cualquier manera, no cabe duda de que
educación de adultos y otros semejantes. Los bienes propios la familia es un elemento fundamental e indispensable de la
de la vida familiar pueden lograrse sólo en la medida en que comunidad y muchos aspectos de l a vida familiar exigen el ejer­
los hijos aprenden a reconocer como propios los bienes inhe­ cicio de las virtudes del reconocimiento de la dependencia.
rentes a las prácticas de esas asociaciones e instituciones, y los Como ya he planteado antes, tanto las relaciones de los padres
padres y los demás miembros adultos de la familia hacen lo con sus hijos pequeños como la de los adultos con sus padres an­
mismo. La familia sólo florece cuando el entorno social tam­ cianos son casos típicos de relaciones que sólo pueden susten­
bién florece; y dado que los entornos sociales de las familias tarse en esas virtudes; y lo mismo sucede con la relación entre
varían mucho, también varían los modos de florecimiento de los miembros capaces e independientes de una familia y cual­
las familias. N o todas las familias felices son iguales y sólo un quier otro de sus miembros que sufra una discapacidad tempo­
gran novelista pudo habernos convencido de lo contrario. Lo ral o permanente y sea por eso e n parte o totalmente depen­
mismo sucede cuando se trata de la fortaleza y los logros de diente.
la familia que cuando se trata de sus debilidades y fracasos: és­ Ni el Estado ni la familia son asociaciones cuyo bien común
tos también son .inseparables de los rasgos del entorno social. pueda conseguirse y sostenerse en el tiempo por las virtudes del
(Con ello no quiero decir que las familias no puedan a veces reconocimiento de la dependencia. Ese lugar lo debe ocupar
florecer en condiciones sumamente desfavorables, porque de una comunidad más o menos pequeña, en cuyo seno haya espa­
hecho sucede. Pero esos casos se deben siempre a que los cio para las actividades de las familias y del trabajo, escuelas ,
miembros de la familia, y sobre todo los padres, han sabido consultorios médicos, congregaciones religiosas, clubes d e dis­
construir una serie de oportunidades y prácticas que sustitu­ cusión y clubes de juegos y deportes. En una comunidad de este
yen a las que existirían en un entorno social más favorable. tipo, ¿qué lugar pueden ocupar quienes sufren una discapaci­
Por ejemplo, una familia puede vivir bien en condiciones de dad temporal o permanente? ¿Qué tipo de reconocimiento hace
aislamiento extremo, acaso a cien kilómetros de sus vecinos falta para que se mantenga el respeto hacia ellos y hacia quie­
más próximos, si las actividades del lugar de trabajo, de la es­ nes no padecen discapacidad alguna, así como su respeto por sí
cuela, de la iglesia y el juego son parte de las actividades do­ mismos? Deberá fundarse en la consideración hacia cada indi­
mésticas; un hogar así se habrá transformado, de este modo, viduo, cualquiera que sea su discapacidad, de la que ya he ha-
160 ANIMA L E S RACIONALES Y DEPENDIENTES
l
1
1
LAS ESTRUCTURAS POLÍTICAS Y SOCIALES DEL BIEN COMÚN 161

blado anteriormente; pero a esa consideración tendría que aña­


dirse el reconocimiento de que cada miembro de la comunidad
1 cos, que tienen l a obligación de entender el aspecto del sufrien­
te corno un conjunto de síntomas de un estado subyacente,
j
puede. enseñar algo a los demás tanto sobre el bien común pero los demás han de encontrar alguna forma de evitar tanto
como sobre el bien de cada uno, y que pueden enseñar sobre el error de fingir que el otro no tiene un aspecto horrible, corno el
ello algo que no p odría . aprenderse de ninguna otra manera. de prestar tanta atención a su aspecto que no puedan relacio­
Ese respeto no depende de que los demás consideren valioso lo narse racionalmente con él. Enfrentarnos a este tipo de dificul­
que uno ha conseguido; incluso cuando uno está discapacita­ tades puede ayudarnos a comprender el valor que asignamos a
do de tal modo que no puede emprender proyectos valiosos, una apariencia agradable, tanto e n los demás corno en nosotros
también merece un cuidado atento y debe a los demás ese mis­ mismos, y a comprender también los errores que esos juicios de
mo cuidado, sin el cual nadie podría aprender lo que los demás valor conllevan.
tienen que enseñarle. Los estudios de psicología social confirman lo que indica el
Al hablar de aprender acerca del bien común me estoy refi­ sentido común: una gran parte de los seres humanos está excesi­
riendo al igual que antes, a la adquisición de un conocimiento vamente influida por el aspecto del rostro y por la apariencia en
práctico; no al dominio de un determinado conjunto de fórmu­ generaJ.2 En términos generales, con mucha frecuencia sucede
las teóricas, sino a l a capacidad para orientarse hacia ese bien, que el peso que se le da a un determinado razonamiento depen­
incorporada en la práctica cotidiana. Ya he insistido en que se de en buena medida de la persona que lo haya manifestado, de
aprende cuál es el bien común y cuáles son los bienes indivi­ su tono de voz y su expresión facial. Por lo tanto, es necesario
duales, no por medi o de la reflexión teórica, sino en actividades aprender a evaluar las cualidades personales y los razonamien­
cotidianas compartidas y en la evaluación de las alternativas tos, disociando la evaluación del aspecto físico y de la presen­
que imponen esas actividades. Asimismo he insistido en que se tación, porque al hacerlo es posible descubrir algo que hasta
puede no llegar a aprender lo que haría falta aprender por di­ entonces no sospechábamos: que no hemos sido capaces de dis­
ferentes razones, de las que he enumerado tres: la incapacidad tanciamos de nuestros sentimientos de desagrado, repugnancia
para separarse de los deseos y distanciarse de ellos para juzgarlos, y hasta horror ante la visión de la apariencia de ciertos rostros y
la falta de un adecuado conocimiento de sí mismo y la incapa­ que, por lo tanto, no hemos podido juzgar críticamente esos
cidad para reconocer la naturaleza de la dependencia que se sentimientos; podemos descubrir que no tenernos un adecuado
tiene respecto a otras personas. Veamos un ejemplo de lo que es conocimiento de nosotros mismos, porque no podemos saber e n
posible aprender y e n ocasiones sólo puede aprenderse en las qué medida nuestros juicios son influidos por esos sentimien­
relaciones con los discapacitados, que puede ayudarnos a des­ tos, que son irrelevantes, y también podemos descubrir que, a l
cubrir en nosotros mismos cualquiera de esas tres fuentes de reaccionar así ante quienes ofrecen esa apariencia, hemos dado
error, cuya consecuencia es una serie de juicios prácticos falsos por supuesto que al menos de ellos no tenemos nada que apren-
y engañosos.
2. Véanse, por ejemplo, K. Dion, D. Berscheid y E. Walster «What is Beautiful Is
Pensemos en esa clase de discapacidad que consiste en que
Good», en Journal of Personality and Social Psychology, 24, 1972; S. E. Asch expuso e n
alguna parte del cuerpo esté horriblemente desfigurada: acaso «Forming Expressions o f Personality», e n Journal ofSocial Psychology, 41. 1946, q u e e l
un rostro hinchado, inflamado, lleno de cicatrices y supurante, 77% d e sus sujetos inferían a partir d e l a descripción de alguien como inteligente, habi­
lidoso, trabajador, cálido, decidido, práctico y precavido que ese individuo también se­
que produzca un aspecto horroroso y repugnante, cuya imagen
ría·atractivo físicamente. El The Times de Londres dio a conocer el 26 de mayo de 1 9 8 8
sea efectivamente un obstáculo para dirigirse al otro como ser las conclusiones de u n a encuesta nacional e n Gran Bretaña según l a cual una persona
de cada tres piensa que las personas en silla de ruedas son menos inteligentes.
humano. Quizá sea más fácil la tarea de los enfermeros o médi-
1 62 ANIMALES RACIONALES Y D E P E N D IENTES LAS ESTRUCTURAS POLÍTICAS Y SOCIALES D E L BIEN COMÚN 1 63

der. Es decir: el encuentro con las personas discapacitadas nos ticular que se ha comentado, pero que sería difícil emplearlo
permite descubrir fuentes de errores en nuestro razonamiento en el caso de formas más extremas de discapacidad y depen­
práctico que desconocíamos hasta ese momento. Ahora bien: en dencia, en que los discapacitados física y psíquicamente son
la medida en que dichos errores derivan de las normas imperan­ prácticamente incapaces, o incapaces en absoluto, de reacción
tes en el entorno social, para liberarse de ellos en el razonamien­ alguna ante los demás; seres humanos que ya no llegan a la
to deliberativo; será necesario transformar ese entorno a la vez condición de personas en la definición de Locke, seres huma­
que uno mismo. nos cuya potencialidad para una respuesta raciona] o afectiva
Si alguien es incapaz de l iberarse de esas fuentes de error, se­ ha sido permanentemente frustrada. Podría argumentarse que
guirá sin poder ver con claridad hacia qué aspectos y caracte­ estas personas sólo pueden ser, como mucho, objetos pasivos
rísticas de sí mismo y de los demás debería ser receptivo en dife­ de una benevolencia encaminada a limitar su sufrimiento, seres
rentes contextos, y seguirá viviendo una vida distorsionada. Es cuya existencia sólo puede ser costosa para los demás, pero que
importante observar que ello no significa que no se deba distin­ en ningún momento aporta beneficio alguno. ¿Cómo sería posi­
guir entre lo que es de apariencia agradable y lo que es desagra­ ble, entonces, que ellos se transformasen en maestros de los de­
dable, y entre lo desagradable y lo que es horroroso, o que ya no más? Existe la idea, ampliamente aceptada, de que el cuidado y
se reconozca que tener una apariencia atractiva y una actitud la entrega a quienes no pueden devolver voluntariamente lo que
encantadora son cosas buenas. El problema consiste en equivo­ reciben no es más que un costo y una carga; es decir, es posible
carse con respecto a l a naturaleza y los límites de ese bien, de­ tener una actitud benevolente hacia ellos, pero es una relación
jarse seducir por su atractivo y subestimar otras cualidades y que sólo puede ser de una única dirección. Es un error, porque
argumentos porque proceden de una persona desfigurada y dis­ esas personas permiten aprender algo esencial: el significado
capacitada. de estar al cuidado de otra persona, y ser responsables de su
Lo mismo que impide que uno se percate de las deficiencias bienestar. Todos hemos estado, de bebés, confiados completa­
de su conocimiento de sí mismo también impide ver las cuali­ mente al cuidado de otro, que era responsable de nuestro bie­
dades de otras personas. Quienes están cautivados por la apa­ nestar; al aprender lo que significa cuidar a alguien, podemo s
riencia y la presentación no suelen ser capaces de identificar, entender cabalmente lo que debemos a quienes una vez nos
no digamos ya entender, el ejemplo de coraje y fortaleza de cuidaron. Una relación de esta naturaleza tiene dos aspectos:
espíritu que puede haber en sobreponerse a la aflicción produ­ uno implica el sustento vital y los cuidados para mitigar el do­
cida por el hecho de tener un rostro desfigurado y estar disca­ lor físico y, en ocasiones, psicológico, la tarea inmensa y agota­
pacitado; y eso supone no poder entender tampoco la impor­ dora de ocuparse del orinal de la cama, de los vómitos y el cam­
tancia que tienen algunas virtudes del reconocimiento de la bio de sábanas, de lidiar con el resentimiento, las rabietas o l a s
dependencia. Alguien que no identifique ni entienda esas virtu­ divagaciones incoherentes, de dar las medicinas y hacer cura­
des tampoco sabrá, probablemente, cómo ejercitarlas cuando ciones; el segundo se refiere a la función de representación d e
llegue a padecer bien una discapacidad que lo desfigure o bien los discapacitados que no pueden hablar por s í mismos. L a fun­
cualquier otra discapacidad (como aquellas que son propias del ción de representación consiste en hablar en nombre de las per­
envejecimiento, por ejemplo) que requieren los recursos que sonas discapacitadas tanto de dentro como de fuera de la co­
proporcionan esas virtudes. munidad, justo en el sentido en que esa persona hablaría por sí
Se podría alegar, ante lo dicho hasta ahora, que el argumen­ misma si fuese capaz de hacerlo. El individuo totalmente disca­
to es relativamente simple y convincente para el ejemplo par- pacitado necesita a alguien que hable en su nombre como s i
1 64 A N I M A L E S R ACI ON A LE S Y D E P E N D I E N T E S LAS ESTRUCTURAS POLÍTICAS Y S O C IALES D E L BIEN C O M Ú N 1 65

fuese, por decirlo así, un segundo yo. Puesto que todo ser hu­ En el plano de la práctica, el razonamiento político no es un
mano se halla potencialmente expuesto a sufrir una discapaci­ tipo de razonamiento especial, distinto del razonamiento prácti­
dad extrema, es posible que tarde o temprano necesite a al­ co ordinario. No es posible llegar a ser un auténtico razonador
guien que sea un segundo yo y que hable en su nombre. No práctico sin ser también en cierta medida un razonador políti­
obstante, nadie es capaz de hablar adecuadamente en nom­ co, por dos razones. Primero, porque los participantes en redes
bre de otra persona si no le ha conocido previamente; el repre­ de reciprocidad sólo pueden identificar sus bienes individuales
sentante de una persona discapacitada deberá saber al menos a la vez que identifican los bienes comunes, y sólo es posible
lo que ésta consideraba, en el pasado y en situaciones distintas, identificar los bienes comunes contribuyendo a la deliberación
que era bueno para ella, así como los razonamientos con los que conjunta y aprendiendo en ésta de aquellas otras personas con
sustentaba sus juicios. Sólo con ese conocimiento se podrá ha­ quienes se tiene esos bienes en común; por esa razón, es indis­
blar en nombre de otro, tal como el otro lo hubiese hecho, por pensable la capacidad para razonar de manera práctica sobre el
eso la relación entre el individuo completamente discapacitado, bien común y razonar de manera conjunta sobre el bien común
incapaz de hablar por sí mismo, y quien le represente tendrá es razonar políticamente.
que estar fundada, en general, en una relación de amistad pre­ En segundo lugar, muchos de los bienes individuales y co­
viamente existente. munes son bienes compartidos, de tal manera que la decisión
Hay que observar que esta relación entre individuos grave­ sobre la importancia que deben tener en la vida de un individuo
mente discapacitados, incapaces de hablar por sí mismos, y determinados bienes no puede ser ni es independiente de las de­
quienes hablan por ellos es en ciertos aspectos una relación cisiones que se tomen sobre la importancia que esos bienes tie­
muy dis tinta de la que existe entre los padres y sus hijos peque­ nen para la vida de la comunidad. Un individuo no logrará que
ños. Quizás exista en algunos casos el mismo grado de depen­ el arte dramático tenga un espacio en su vida, ni grande ni pe­
dencia y la misma obligación de identificar e intentar conseguir queño, bien sea como actor aficionado o profesional, director o
el bien de aquel a quien se debe cuidar; pero sería equívoco que tramoyista, como miembro de la orquesta o espectador, si la co­
un padre se preguntara cómo evaluaría su hijo pequeño lo que es munidad en la que vive no concede algún tipo de prioridad e n
bueno para él en una u otra situación, puesto que la opinión la asignación de los recursos comunitarios a l o s bienes del tea­
del niño sobre lo bueno para él dependerá de una manera fun­ tro. La diversidad de posibilidades abiertas para la vida de cual­
damental de la educación que haya recibido de sus padres. Los quiera está determinada por las decisiones políticas acerca de
padres deben hacer, primero, sus propios juicios sobre lo que es lo que es prioritario para una comunidad, y si alguien es excluido,

bueno para el niño. Por supuesto, puede suceder que alguien por voluntad propia o por obra de los demás, de la posibilidad

tenga a su cargo el cuidado de una persona discapacitada, que de participar en la toma de decisiones políticas, se reduce el al­
yace en un prolongado estado de coma, y cuyas opiniones pre­ cance y la eficacia de su capacidad individual para tornar deci­

vias l e sean del todo desconocidas; en ese caso, como sucede siones.
con los bebés, no tendrá otra opción, sino formarse su propio Esto indica que urge complementar, para que no conduzca a

juicio sobre lo que es bueno para el otro. En situaciones menos error, la explicación ofrecida hasta ahora sobre los requisitos
extremas, no es ése el caso, y es necesario mantener el propósi­ previos de una comunidad política cuyo bien común pueda ser
to de que cada individuo participe, en la medida que sea posi­ el de las redes sociales de reciprocidad. He preguntado por el
ble, en las deliberaciones de la comunidad con su propia voz, tipo de consideración que deberían tener los individuos entre
como un razonador práctico independiente. sí, estén discapacitados o no, para satisfacer las exigencias de
1 66 A N I M A L E S RACIONALES Y D E P E N D I E N T E S LAS ESTRUCTURAS POLíTICAS Y SOCIALES D E L BIEN COMÚN 1 67

virtudes corno la justa generosidad, como si fuese posible res­ explotación del capitalismo) implicaban un tipo de participa­
ponder primero a esa pregunta y sólo después indagar, como un ción política y un grado de participación política tan ajenos a las
asunto secundario, acerca de las estructuras políticas que pue­ formas democráticas de la política contemporánea como a las for­
den dar expresión a tales actitudes de consideración; no obs­ mas no democráticas. Ya he subrayado que eso no significa que
tante, a partir de lo dicho hasta ahora parece evidente que hace en el Estado actual la política carezca de importancia. Las co­
falta entender esas actitudes, desde un inicio, como actitudes munidades tienen numerosas necesidades fundamentales que
políticas. Tratar a otra persona como alguien que merece con­ sólo es posible cubrir utilizando los recursos del Estado y con
sideración debido a que, de una u otra manera, contribuye a la la intervención de las agencias gubernamentales, pero la calidad
educación común para llegar a ser individuos racionales que de las prácticas políticas comunitarias es fundamental para de­
dan y reciben supone otorgarle un reconocimiento político: sig­ finir correctamente esas necesidades y para procurar que sean
nifica tratarle como a aiguien a quien sería erróneo desestimar satisfechas.
o excluir de la deliberación política. Por lo tanto, es un error, el error comunitarista, buscar in­
La noción del razonamiento político como un aspecto del ra­ fundir a la política del Estado los valores y mecanismos de parti­
zonamiento práctico cotidiano tiene como contraparte una no­ cipación propios de las pequeñas comunidades. Un error aún
ción de la actividad política como un aspecto de la actividad co­ mayor es suponer que exista algo bueno en las comunidades
tidiana de todo adulto que sea capaz de participar en ella. Ello como tales. El tamaño relativamente pequeño de las comunida­
contrasta fuertemente con la concepción de la actividad políti­ des, así como los encuentros y conversaciones que en ellas s e
ca propia del Estado moderno, según la cual existe una exigua producen cara a cara, son elementos necesarios para el logro
minoría de la población que hace de la política su ocupación y compartido de los bienes comunes de quienes participan en l a
preocupación activas, políticos profes ionales y semiprofesiona­ deliberación racional necesaria para mantener las redes d e
les, y una inmensa mayoría pasiva que sólo debe movilizarse en reciprocidad; pero cuando faltan l as virtudes de l a justa genero­
momentos determinados, corno en las elecciones o en situación sidad y la deliberación común, las comunidades son siempre
de crisis nacional. Existen enormes diferencias entre las elites propensas a corromperse por la estrechez de miras, la compla­
políticas, por un lado, y la gran mayoría de la población, por cencia, el prejuicio contra los extrai'ios y por una diversidad d e
el otro: por ejemplo, en la cantidad de información que cada otras deformaciones, incluyendo l a s que s e derivan del culto a
grupo requiere y recibe. Un electorado moderno puede operar l a comunidad.
como lo hace porque dispone tan sólo de explicaciones suma­ El enfoque histórico y sociológico contribuye a esclarecer
mente simples y pobres d e los asuntos, a la vez que las elites se mucho, en este punto, los debates de la filosofía moral y políti­
dirigen a los electores de un modo que deliberadamente revela ca. Es necesario realizar un estudio comparativo con ejemplos
tanto como oculta. de diferentes tipos de comunidades, que las muestren en sus
La política de los estados modernos no tiene esos rasgos por mejores y en sus peores posibilidades, pero sobre todo con
accidente, como tampoco es casual la influencia del dinero en ejemplos de comunidades que se hayan visto enfrentadas a va­
el proceso de toma de decisiones. Las luchas revolucionarias rias opciones alternativas y que, en algunas ocasiones, hayan
del pasado para derribar los obstáculos que impedían alcanzar derivado hacia formas mejores y en otras hacia formas peores.
la ciudadanía (la ab o l ic ión de la esclavitud, la ampliación del Resultaría muy provechoso el estudio de la historia de algunas
sufragio, especialmente para las mujeres, el establecimiento de comunidades de pescadores en Nueva Inglaterra durante los
mecanismos de defensa de los movimientos laborales contra la últimos ciento cincuenta años, para analizar las diferentes ma-
168 ANIMALES RACIONALES Y D E P ENDIENTES LAS ESTRUCTURAS POLÍTICAS Y SOCIALES DEL BIEN COMÚN 169

neras en que sus virtudes les han permitido enfrentarse, en mo­ damos a identificar mejor relaciones de · reciprocidad que ya
mentos distintos, a las tensiones de la adversidad y a las tensio­ existen en las comunidades que habitamos y ayudarnos tam­
nes de la prosperidad. Sería igualmente instructivo el análisis bién a descubrir la existencia de un reconocimiento comparti­
de la historia de las comunidades mineras de Gales, de una vida do del bien común, acaso mayor de lo que hubiésemos creído.
moldeada por la ética del trabajo en la mina, por la pasión por Es necesario tener en cuenta tres cosas acerca de esas comuni­
los bienes del canto coral y del rugby, y por las virtudes de la lu­ dades. Primero, incluso en el mejor de los casos, el ejercicio co­
cha sindical contra los propietarios de las minas primero y con­ lectivo de la racionalidad deliberativa es siempre imperfecto y
tra el Estado después. Los ejemplos podrían ser innumerables: no debe ponerse tanta atención a los errores cometidos y a las
cooperativas agrícolas en Donegal, los pueblos mayas de Méxi­ limitaciones de su ejercicio, en un momento dado, sino a la ca­
co y Guatemala, y ciertas ciudades-Estado de un pasado más pacidad de corregir esos errores y superar esas limitaciones a lo
remoto. largo del tiempo y a pesar de los conflictos. El ejercicio de las
Estos estudios comparados podrían mostrar tanto las distin­ relaciones prácticas en las comunidades es siempre producto
tas formas sociales en las que pueden institucionalizarse las de una historia, y lo que i mporta es la dirección de esa historia.
redes de reciprocidad y las varias maneras en que dichas redes En segundo lugar, cuando esas comunidades están en su me­
pueden mantenerse y reforzarse, o bien debilitarse y destruirse. jor momento o avanzan en la dirección correcta, su política no
Condiciones distintas plantean amenazas distintas que exigen a es una política de intereses en conflicto, como sí lo es la política
su vez diferentes respuestas; no obstante, las tareas que han de en el Estado moderno. La pregunta política fundamental es qué
emprenderse para hacer frente a esas amenazas tienen mucho recursos necesitan cada individuo y cada grupo para poder
en común. Es el caso, por ejemplo; de las tareas orientadas a contribuir al bien común, puesto que, en una comunidad bien
proporcionar a una comunidad pequeña seguridad con respec­ ordenada, está en el interés de todos que cada cual sea capaz de
to a la delincuencia interna o la agresión externa, que nunca es hacer su propia contribución. Por supuesto, dado que las co­
del todo seguro delegar por completo en los organismos del munidades son siempre hasta cierto punto imperfectas, tende­
Estado (ocasionalmente, será necesario incluso protegerse del pe­ rán a aflorar los intereses en conflicto, y por eso es importante
ligro que representan esos organismos). La comunidad pide a que las comunidades, en la medida en que sea posible, estén es­
quienes realizan dichas tareas en su nombre que, en caso de ne­ tructuradas para evitar que ello suceda. Desde el punto de vista
cesidad, estén dispuestos a poner en rie�go su vida; pero esta económico, lo que importa es que no sean muy grandes las de­
petición sólo puede justificarse si quienes aceptan ese riesgo sigualdades de ingreso o riqueza, porque la desigualdad en sí
cuentan con la seguridad de que se les vaya a proporcionar l a misma tiende a producir conflictos de intereses y hace difícil
atención necesaria e n caso d e quedar discapacitados, o que se que los individuos entiendan sus relaciones sociales en térmi­
vaya a velar por quienes dependen de ellos, si fallecieran. La de­ nos de un bien común.
fensa de una comunidad cuyas estructuras se rigen por normas Desde luego, éste no es más que un ejemplo para mostrar de
de reciprocidad relativamente ajenas al cálculo, si está bien qué manera las consideraciones económicas deben subordinar­
pensada, estará estructurada del mismo modo. No obstante, las se a las consideraciones sociales y morales, si se quiere que la
formas que adopten esas estructuras variarán de acuerdo con la comunidad sobreviva, no digamos ya que prospere, corno red de
cultura y la historia de la comunidad. reciprocidad. Quizá deba haber una limitación voluntaria de la
El análisis comparado de las diversas características de las movilidad laboral, con el fin de proteger la continuidad y la esta­
comunidades que incorporan redes de reciprocidad puede ay'u- bilidad de las familias y de otras instituciones; tendrá que haber
170 ANI M A LES RACIONALES Y DEPENDIENTES LAS ESTRUCTURAS POLÍTICAS Y S O C I A LES DEL BIEN COMÚN 171

una inversión especial, acaso desproporcionada desde un punto podrán aportar a cambio algún día esos niños. Lo mismo que
de vista puramente económico, en la educación de niños que no sucede con el cuidado de los niños, sucede con la atención que ne­
son productivos económicamente. En la medida en que sea po­ cesitan los ancianos y las personas discapacitadas psíquica o
sible, todos los miembros de la comunidad tendrán que turnarse físicamente. No sólo importa que en una comunidad de este
para llevar a cabo los trabajos más tediosos y arriesgados, de tipo los niños y los discapacitados reciban la atenciqn y el cui­
manera que se evite otra forma de desigualdad social que per­ dado necesarios, sino también que quienes ya no son niños re­
turbe el orden. No hay duda de que estas normas son más bien conozcan en los niños lo que una vez fueron , que quienes no
propias de Utopía y muy poco frecuentes fuera de ella, y que padecen aún ninguna disminución de sus capacidades por ra­
cuando se intenta ponerlas en práctica, como ya he dicho, suele zón de su edad reconozcan en los ancianos lo que ellos serán e n
hacerse de manera bastante imperfecta. Pero procurar vivir con e l futuro, y que quienes n o están enfermos n i padecen ningu­
las normas propias de Utopía no es utópico, aunque sí supone na lesión reconozcan en los enfermos y en quienes sí sufren una
rechazar los objetivos económicos del capitalismo avanzado. lesión lo que ellos mismos han sido a menudo y lo que serán y
Las formas institucionales por medio de las cuales puede mate­ siempre podrían ser. Asimismo es importante que el reconoci­
rializarse una vida así, aunque adopten fórmulas económicas di­ miento de estos hechos no sea fue n le de temor, puesto que per­
versas, tienen los siguientes rasgos en común: no promueven el miten tomar la conciencia debida d e las necesidades comunes y
crecimiento económico y requieren un aislamiento considerable los bienes comunes que se generan por redes de reciprocidad
y protección contra las fuerzas generadas por los mercados ex­ y las virtudes, tanto la virtud de l a independencia como la del
ternos. Lo que es más i mportante aún, una sociedad de esas reconocimiento de la dependencia. No obstante, sólo es posible
características sería hostil hacia la sociedad de consumo y entra­ adquirir conciencia de ello mediante esas mismas virtudes.
ría en conflicto con sus objetivos. Esto último nos permite repa­
rar en el hecho de que esas normas utópicas son efectivamente
aceptadas, en alguna medida, en diferentes ámbitos: trabajo, es­
cuelas, parroquias, donde se produce, de manera recurrente,
una resistencia a los objetivos y normas de la sociedad de consu­
mo; y esa resistencia se halla con más frecuencia en grupos que
tienen relaciones sociales de reciprocidad.
En tercer lugar, una de las señas distintivas de comunidades
así estructuradas es la importancia que se otorga a las necesi­
dades de los niños y las personas discapacitadas, lo que se refie­
re en parte a la asignación de los cuidados y de otros recursos.
Los niños nunca son capaces de formar un grupo de interés en
el sentido moderno de la palabra y lo que ellos requieren raras
veces pueden suministrarlo adecuadamente sus propias fami­
lias por sí solas; por lo tanto, sólo están bien cuidados cuando
la atención que reCiben, aunque se halle inevitablemente cons­
treñida por los límites que imponen los recursos de que dispone
la comunidad, no está limitada por ningún cálculo de lo que
"l
1

12

REPRESENTANTES, AMIGO S , VERACIDAD

Sin duda, la explicación ofrecida hasta el momento sobre la


política dentro de las comunidades de reciprocidad es exce­
sivamente sumaria y escueta, pero quizá sea suficiente para
sentar las bases para una discusión más extensa del papel fun­
damental que tiene en ellas quien actúa en representación de
las personas completamente discapacitadas, de aquellos in­
dividuos que sólo podrán hacerse oír en las deliberaciones de
la comunidad si alguien habla por ellos. Ya he señalado que,
en general, sólo es posible hablar e n nombre de quienes su­
fren una discapacidad absoluta de manera temporal o per­
manente, y que por tanto no pueden hablar por sí mismos, si
existe una amistad previa. ¿Qué clase de amistad sería la ade­
cuada? ¿Cómo puede aprender una persona amiga a hablar en
nombre de otra? En términos generales, aunque la respuesta
parezca sorprendente, se puede decir que uno aprende a ha­
blar en nombre de otro a la vez que aprende a hablar por sí
mismo, algo que es más complejo y difícil de lo que se suele
suponer.
Como ya he señalado anteriormente, aprender a hablar por
uno mismo, como razonador práctico independiente, obliga a
enfrentar distintos obstáculos. La incapacidad para reeducar el
deseo infantil de agradar a los demás puede tener como conse­
cuencia que uno se convierta en un individuo de opiniones in-
174 ANI M ALES RACIONALES Y DEPENDIENTES R E P RESENTANTES, A M I G O S , VERACIDAD 175

definidarnente flexibles, guiadas por una presión que las obliga para los demás, uno descubre que también le hace falta hacerse
a ajustarse a las opiniones de cierto tipo de personas; no se tra­ inteligible para sí mismo. Pero se trata aquí de una clase par­
.
ta de que uno no sea capaz de ofrecer ra zones, incluso razones ticular de inteligibilidad.
alambicadas, para sostener una. determinada opinión, sino de El comportamiento que obedece a las exigencias caracterís­
que eso que se presenta corno una buena razón está determina­ ticas de los roles sociales se hace inteligible referido a los roles
da por la necesidad inconsciente de aprobación. Igualmente mismos: las acciones son realizadas por individuos, pero la ma­
puede suceder que, debido a un rechazo infantil de la necesidad yoría de ellas se extienden como acciones que correspopden a
de agradar a los demás, se actúe de acuerdo con una necesi­ cualquiera que desempeñe ese rol y, por lo tanto, no han de ha­
dad, igualmente inconsciente, de ser percibido corno alguien cerse inteligibles por referencia a las características de uno u
que no se adapta a las opiniones de otros, una necesidad que se otro individuos. El individuo que desempeña el rol de cobrado r
expresa en la búsqueda incesante de desacuerdo. En ambos ca­ de billetes, vendedor o guardián d e una prisión es sustituible e n
sos, uno no es una voz sino un eco: aún debe aprender a usar su esencia y n o s e reacciona ante e l i ndividuo sino ante e l rol que
propia voz, a expresar su propia opinión. También puede suce­ ocupa, a menos que el individuo se salga del guión y actúe de
der que, incluso quienes logran hablar con voz propia distorsio­ alguna forma sorprendente y perturbadora, que obligue a reac­
nen su razonamiento, debido a una atención inconscientemen­ cionar frente a ese individuo concreto. De una cultura a otra va­
te selectiva hacia ciertas características del entorno social en ría la medida en que la vida social está regida por personifica­
detrimento de otras. Toda atención es selectiva, pero si la aten­ ción de funciones y roles, pero cuanto más suceda así es más
ción de alguien resulta ser deliberada e intencionalmente se­ probable que se atribuya importancia a la manera de desempe­
lectiva y ello le conduce a no tomar en cuenta aspectos signifi­ ñar las funciones que los individuos personifican, de modo que
cativos del entorno que debería considerar, su razonamiento la individualidad se exprese a través de los roles y no separán­
práctico puede verse privado de premisas importantes. O bien, dose de la conducta que perciben; en cualquier caso, hace falta
una vez más, puede suceder que alguien exprese las razones distinguir entre lo que el individuo aporta a los diversos roles
que tiene para actuar, las que de acuerdo con su opinión y la de que desempeña y lo que puede extraer de ellos, y lo que son los
los demás son sus razones, y esa declaración misma esté ocul­ roles en sí mismos. Cada individuo tiene una historia que es es­
tando, en realidad, una esperanza o un temor que motiva la ac­ pecíficamente suya, y pedir a un individuo que se haga inteligi­
ción. Lo que hay que preguntar es cómo es posible superar esos ble, corno paso previo quizá para la justificación de sus accio­
obstáculos y adquirir, de ese modo, las virtudes morales e inte- nes, significa pedirle que cuente todo lo que haga falta de esa
historia (la gran mayoría de las veces una pequeña parte de
·

lectuales necesarias.
El ser humano aprende a examinarse a sí mismo cuando es ella, pero en ocasiones mucho más).
examinado por los demás y aprende a entenderse a sí mismo Cuando s� ·conoce bien a otra persona, cua.pdo se ha conoci­
cuando tratan de entenderlo los demás sometiendo a discusión do a un individuo en el desempeño de distintas funciones en di­
su razonamiento y pidiéndole explicaciones sobre su conducta. ferentes momentos de su vida, generalmente no hace falta p e ­
Esto suele suceder en situaciones en que no está claro lo que al­ dirle una explicación semejante sobre su comportamiento: uno
guien realmente trata de hacer o no está claro por qué conside­ es capaz de figurársela, pero a veces incluso la gente a quien
ra razonable hacerlo, o ambas cosas a la vez; por eso los demás se conoce bien resulta desconcertante. Para que un individuo
le piden que haga inteligibles sus acciones , con el fin de saber pueda-justificar sus acciones ante otros, hace falta que ofrezca
cómo responder a ellas. A veces, al intentar hacerse inteligible al menos una explicación parcial de su manera de juzgar, corno
l
. j
176 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES REPRESENTANTES, A MI G O S , VERACIDAD 177

razonador práctico, tanto l o que considera que es su propio go o actuar como representante, las virtudes que son necesaria�
bien como el bien común, para llegar a los juicios que moldean para esas relaciones son las mismas virtudes que se requieren
y orientan sus acciones en ese momento. Quizá las preguntas en general, aunque algunas, por supuesto, son especialmente
con las que los demás pidan una explicación del comporta­ importantes para esos propósitos, porque sin ellas no podría
miento no mencionen explícitamente ninguno de estos bienes. haber responsabilidad. ¿Cuáles son estas virtudes?
A menudo son del tipo: « ¿Qué crees que estabas haciendo al Lo primero que se debe a los demás, en las explicaciones que
hacer eso?» o « ¿ Cómo puedes haber pensado que era correcto se ofrezcan, es una veracidad fundamental, que permita que los
(o tolerable o perdonable) tratarnos así? ». Pero siempre pue­ demás aprendan de uno y que uno aprenda de ellos. Cuan­
den parafrasearse en preguntas como: « ¿ Qué bien creías que do santo Tomás distingue entre las mentiras que son pecados
buscabas al hacer eso ? » o «¿Por qué te has equivocado respecto mortales y las que no lo son, pide que uno se pregunte, con res­
a tu bien o al nuestro de esta manera?». La única respuesta pecto a cualquier mentira, si se refiere a algo «cuyo conocimien­
adecuada a estas preguntas será una explicación del bien que to es importante para el bien de alguien» . 1 Si efectivamente im­
se quería obtener que haga que la acción correspondiente no porta para el bien de otra persona, es un pecado mortal, un
sólo sea inteligible, sino que también esté justificada o bien acto de injusticia que priva al otro de aquello que se le debe. 2
una explicación que revele los errores cometidos por el agente Pero este deber de justicia con los demás no agota lo que re­
y l e aporte, por esa vía, razones para actuar en el futuro de ma­ quiere la veracidad para hacerse responsable ante otros. Para
nera diferente. explicar de una manera veraz cualquier acción, resulta espe­
Para tomar parte en este diálogo de preguntas y respuestas, cialmente importante, para quien habla y para quienes atien­
mediante el que uno se responsabiliza ante los demás y se trata den, no exagerar ni minusvalorar el papel que uno ha desempe­
como responsable ante ellos, es necesario ser capaz de interio­ ñado en los hechos que se narran ; se deben evitar los dos vicios
rizar el punto de vista del otro, de manera que las explicaciones opuestos de la jactancia y del menosprecio de uno mismo. La
que se ofrezcan respondan efectivamente a las preocupacio­ jactancia consiste no sólo en exagerar lo que uno ha hecho, sino
nes e intereses del otro. Si se logra esa interiorización, se consi­ también en negarse a reconocer hasta qué punto lo que uno haya
gue hablar con la voz del otro, y si la conversación se continúa podido hacer dependió de l a contribución de otros . En parte, el
a lo largo del tiempo y se refiere a un conjunto de temas lo bas­ menospreciarse también supone reforzar el reconocimiento de
tante amplio, se conseguirá hablar con la voz del otro de mane­ otros, no permitir que reconozcan la contribución que uno ha
ra sistemática, esto es, afirmar, preguntar y aconsejar a la luz hecho para que ellos alcancen sus logros. Ambos vicios centran

de la concepción que el otro tiene de su propio bien individual y la atención en el sujeto y ocultan su relación con los demás. De

del bien común. Es decir: al hacerse efectivamente responsable modo que la veracidad resulta ser una de las virtudes del reco­

uno aprende no sólo a hablar al otro, sino a hablar por el otro. nocimiento de la dependencia.

En ese momento, dos individuos llegan a ser amigos en el senti­ Una primera agresión contra la veracidad consiste, por lo

do preciso de la palabra, tanto en el hogar como en el lugar de tanto, en impedir injustamente que los demás aprendan lo que

trabajo o en cualquier otra actividad que compartan; aprenden necesitan aprender, y una segunda, en ocultar la naturaleza de
así a desempeñar el papel del representante. Sin duda, en la las relaciones que tiene uno con los demás. Una tercera agre-
práctica todos som'os, con frecuencia, representantes muy im­
perfectos de quienes por su discapacidad no pueden hablar por l. Santo Tomás, Summa Theologiae IIa-Uae 1 1 0, 4.
sí mismos. Pero el tipo de carácter que se necesita para ser ami- 2. !bid. , II a-IIae 109, 3.
. .. ·-·
1 78 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES REPRESENTANTES, A M I G O S , VERACIDAD 1 79

sión, a la que llamaré «ironía» de acuerdo con la definición de pero tampoco lo haría si hablara de manera evasiva, si dijera
Richard Rorty, se refiere a la relación que se tiene con el len­ por ejemplo, en un contexto así, que «al describir de nuevo cual­
guaje compartido en que se habla con los demás y en el que se quier cosa, es posible hacer que parezca bien o mah; no estaría
da cuenta de los actos. Rorty ha denominado «Vocal;mlario fi­ cumpliendo con lo que se pide porque en el vocabulario com­
nal»3 al «conjunto de palabras » que el ser humano «utiliza para partido de la vida en común de una sociedad sólo es posible ale­
justificar sus acciones, sus creencias y su vida», y ha elogiado gar con justicia que la acción debería ser descrita de nuevo si se
a quienes denomina ironistas, que son aquellas personas que muestra que se ha descrito mal en algún aspecto importante. Si,
mantienen hacia su propio vocabulario final una actitud de por ejemplo, se le reprocha a alguien haber sido descuidado e
«duda radical y permanente», porque son conscientes de que irresponsable, puesto que tuvo en cuenta únicamente las conse­
existen otros vocabularios finales alternativos y están convenci­ cuencias más inmediatas de sus acciones sobre los demás, pue­
dos de que no existen criterios racionales a los que apelar para de refutar esa acusación demostrando que difícilmente podía
justificar una elección entre vocabularios. Según Rorty, los iro­ haber actuado de manera distinta, dada la información de que
nistas «Se dan cuenta de que, al describir de nuevo cualquier disponía, o haciendo ver a los demás que sólo son responsabili­
cosa, es posible hacer que parezca bien o mal» y de ellos dice que dad suya las consecuencias próximas de esas acciones concre­
«no son del todo capaces de tomarse nunca en serio porque . . . tas, mientras que las consecuencias ulteriores son responsabili­
siempre son conscientes d e l a contingencia y fragilidad de sus dad de alguna otra persona. Lo que no se puede hacer, salvo que
vocabularios finales y, por ende, de su propio yo».4 se insista en las evasivas, es mirar o pedir a los demás que miren
¿Por qué la ironía así definida es una agresión contra la vera­ con un desapego irónico esas acciones que se refieren al desem­
cidad que exigen las virtudes del reconocimiento de la depen­ peño concreto de ciertas responsabilidades.
dencia? Una primera consideración que hace falta tener en El desapego irónico supone un distanciamiento del lenguaje
cuenta es que el vocabulario en que el individuo se hace inteligi­ común y de los juicios compartidos y, por ende, de las relacio­
ble y logra o no justificar sus acciones, sus creencias y su vida nes sociales que presuponen el uso de ese lenguaje en la elabo­
dentro de una red de relaciones de reciprocidad nunca es única­ ración de esos juicios. Sin embargo, como ya he señalado pre­
mente suyo; ese vocabulario es siempre de todos, es un conjunto viamente, a través de esas relaciones se adquiere y se sustenta
de expresiones compartidas cuyos usos se comparten y que se no sólo el conocimiento que se tiene de los demás, sino también
hallan insertos en una amplia variedad de prácticas comunes de el conocimiento que uno tiene de sí mismo y que depende del
reciprocidad, en una forma de vida común. Cuando se pide a al� juicio confirmatorio de los demás. De manera que si el desape­
guíen que ofrezca una explicación de sus actos, como razonador go irónico de alguien es genuino y no se trata de una simple
práctico, en este lenguaje valorativo compartido, lo que se le pose, no sólo pone en duda sus vinculaciones comunitarias sino
está pidiendo es que considere si es cierto o no lo que se dice so­ también el conocimiento que tiene de sí mismo; l o cual signifi­
bre ella y si está o no justificado a la luz de los criterios coÍhpar­ ca que necesita encontrar un punto de apoyo fuera de las rela­
tidos de verdad y justificación. Ciertamente, si dicha persona ciones y compromisos que le han hecho ser quien es en esos
mintiese, no estaría cumpliendo con lo que se requiere 'de ella, momentos.
Rorty diría que él ha elogiado l a actitud irónica con respecto
3. Richard Rorty, Corztirzgerzcy, Jrony and Solidarity, Cambridge, Cambridge Univer­ al vocabulario final de uno mismo, pero no una actitud irónica
sity Press, 1989, pág. 73 (trad. cast.: Contingencia, iron(a y solidaridad, Barcelona, Pai­
con los compromisos y vínculos de solidaridad que son la base
dós, 1996).
4. !bid. , págs. 73-74. para la confianza que los demás pueden depositar en nosotros.
1 80 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES REPRESENTANTES, AMIGOS, VERACIDAD 181

La manifestación mordaz y admirable que hace Rorty de sus sí misma e l ejercicio de las virtudes y un reconocimiento aún
propios compromisos y vinculaciones solidarias como social­ mayor de nuestra necesidad de las virtudes. Pero lo que no hay
demócrata no parece ser en absoluto irónica. Es decir que pro­ en ningún momento es un tiempo propicio para la ironía.
bablemente nuestro desacuerdo se reduce a lo siguiente: saber No obstante, da la impresión de que al decir esto ya he ex­
si es posible o no, en última instancia, separar la actitud que cluido de antemano ciertas posibilidades de crítica, pues si la
uno tiene hacia el vocabulario en que se articulan sus compro­ búsqueda de equilibrio entre la crítica y el compromiso requie­
misos y las vinculaciones, de la actitud que uno tiene hacia esos re en sí misma que se siga reconociendo l-a- necesidad de las vir­
compromisos y vinculaciones. tudes, tanto las virtudes de la independencia como las del re­
Es una pregunta que tiene una larga historia. Hegel elaboró conocimiento de la dependencia, está ciertamente excluida la
una respuesta que le sirvió como fundamento para criticar a posibilidad, al menos en el plano de la práctica, de someter a
Friedrich SchlegeP y su defensa de la ironía. Pero los críticos de una crítica seria ese conjunto de virtudes, y eso significa que se
esa concepción de la ironía, tanto de Schlegel como de Rorty, se excluye la posibilidad de ejercer una crítica genuinamente radi­
encuentran siempre con la misma réplica: sólo la ironía permi­ cal. Porque la crítica radical, se dirá, sólo es posible si uno se si­
te adoptar una actitud suficientemente crítica con respecto al túa fuera del círculo y descarta, bien en la imaginación o en la
vocabulario valorativo. Al fin y al cabo, el argumento de Rorty realidad, aquello que en uno mismo se halla comprometido con
sobre el ironista tiene el propósito de hacer hincapié en la im­ ese conjunto específico de virtudes y se separa de la vida común
portancia de cultivar una conciencia de que existen vocabula­ de esas relaciones en que se es responsable ante los demás. Úni­
rios finales alternativos, con el fin de que no se acepte con exce­ camente así es posible hallar un punto de vista que sea suficien­
siva facilidad el que ya se tiene. Por lo tanto, mi afirmación de temente externo a las actitudes y prácticas valorativas que se
que, desde el punto de vista de las virtudes, esta clase de ironía han de poner en duda. Uno sigue siendo prisionero de sus pre­
es una forma de evasión moral parecería implicar una actitud juicios compartidos en la medida en que permanezca atrapa­
acrítica y no del todo justificada respecto a mi propio vocabula­ do en relaciones y compromisos de reciprocidad. ¿Qué puede
rio final, pero ¿es así? alegarse frente a esta acusación, si es que se puede alegar algo?
Como mínimo, implica que existe una tensión entre el punto
de vista que he adoptado con respecto a los compromisos valo­
rativos y un cuestionamiento esc�ptico. En la medida en que
sea necesario, para adoptar una actitud lo bastante crítica, dis­
tanciarnos de nuestras relaciones y compromisos y verlos con
una mirada fría y escéptica, también nos habremos distanciado
en ese momento de nuestros compromisos de un modo que
siempre puede p onerlos en peligro. Por consiguiente, incluso s i
existe un tiempo para l a crítica, también hay momentos en que
la crítica ha de dejarse de lado, y encontrar un equilibrio entre
ambas actitudes de manera exitosa- es una tarea que requiere en

S. G. W. Friedrich Hegel, Vorlesungen über die Asthetik I, 95 (trad. cast.: Estética,


Barcelona, Penfnsula, 1 99 1 )'.
13

COMPROMISO MORAL
E INVESTIGACIÓN RACIONAL

Sólo es posible responder a la crítica mencionada antes lle­


vando el argumento general un poco más lejos. Recordemos las
fases por las que ha discurrido el argumento. Ha tenido dos
puntos de partida, distintos pero relacionados entre sí. El pri­
mero era u n análisis de aquello que, en su naturaleza animal,
el ser humano comparte con miembros de otras especies in­
teligentes, aunque carentes de le ngu aj e , como los delfines; se
orientaba a mostrar no sólo que es válido atribuir a algunas de
esas especies intenciones y razones para actuar, sino también
que el ser humano en sus inicios como agente racional se en­
cuentra en una condición muy similar y que la identidad huma­
na es entonces, y sigue siendo después, una identidad animal. El
segundo punto de partida ponía énfasis en la vulnerabilidad y
discapacidad que dominan la vida humana, en la infancia más
temprana, e n la senectud y durante el tiempo en que se padece
alguna lesión o alguna enfermedad física o mental, y subrayaba
la medida en que, como consecuencia de ello, se depende de los
demás.
He intentado dar respuesta, desde ese doble punto de parti­
da, a la pregunta de qué significa florecer para el ser humano
en cuanto animal racional vulnerable y dependiente y qué cua­
lidades de carácter hacen falta para recibir de los demás lo que
uno necesita que le den y dar a los demás lo que es necesario re-
1 84 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES COMPROMISO M O R A L E INVESTI G A C I Ó N RACIONAL 1 85

ci_bir de ellos. La respuesta que he esbozado es que para flore­ dades sociales, está dirigida hacia sus propios objetivos especí­
cer, hacen falta tanto las virtudes que permiten al ser humano ficos, depende para su éxito de las virtudes de quienes toman
operar como razonador práctico independiente y responsable, parte en ella y exige relaciones y compromisos valorativos es­
como esas otras virtudes que permiten reconocer l a naturaleza peciales.
y el grado de dependencia en que se está respecto a los demás. La investigación racional sobre las creencias, relaciones y
La adquisición y el ejercicio de esas virtudes sólo son posibles compromisos prácticos no es, por ello, algo que un individuo
en la medida en que se participa en las relaciones sociales de emprenda, intentando separarse del conjunto entero de creen­
reciprocidad, que son relaciones sociales regidas, y en parte de­ cias, relaciones y compromisos que tiene para observarlos des­
finidas, por las reglas de la ley natural. de un punto de vista externo. Es algo que un conjunto de perso­
Por último, también me he planteado cuáles son las formas nas emprende desde su práctica compartida al preguntar,
políticas y sociales necesarias para alcanzar el bien común de cuando se tienen buenas razones para hacerlo, cuál es la obj e­
quienes participan en las relaciones de reciprocidad pertinen­ ción más fuerte o sólida que puede oponerse a una determina­
tes. Se ha podido ver que las relaciones morales y políticas da creencia o concepto que hasta ese momento se daba por
exigidas para la consecución de ese bien común conllevan seguro. Esa investigación racional extiende y amplifica el razo­
compromisos, que en algunos aspectos son incondicionales, namiento práctico cotidiano, pues cuando alguien considera
no sólo con una cierta diversidad de bienes, sino también con que tiene buenas razones para actuar de una cierta manera y
esos otros individuos junto con los cuales se busca el bien co­ no de otra, él mismo o alguien más siempre podrá encontrar
mún. Aparentemente, esos compromisos impiden someter se­ una buena razón para preguntar si lo que se considera que son
riamente a crítica la definición práctica de bienes, virtudes, buenas razones lo son realmente. Podría ser que resultase im­
reglas y relaciones que es un presupuesto de los compromisos, posible responder a esta pregunta sin someter a examen el cri­
y que se comparte con esos mismos otros; lo impiden porque terio al que se ha apelado implícitamente al evaluar las razones
adoptar el punto de vista del interrogador serio parece exigir como mejores o peores; y podrían surgir, a continuación, otras
que uno tome distancia y se separe de los compromisos pre­ muchas preguntas sobre la autoridad de esos criterios o sobre
vios. Pero ¿es así en realidad? ¿Es posible ofrecer una explica­ el fundamento de esa autoridad, de manera que resulta indis­
ción, racionalmente defendible, de la relación del compromiso pensable plantear temas filosóficos, con el fin de hallar un fun­
moral con la indagación racional crítica que permita identifi­ damento _racional firme para decidir actuar de una u otra ma­
car y satisfacer las exigencias legítimas de ambas? Se ha dado nera.
un primer paso para poder ofrecer una explicación así cuando Estas investigaciones pueden proporcionar las bases para l a
se entiende que la indagación racional crítica no es en sí mis­ crítica, l a revisión o incluso el rechazo de muchos de los juicios
m a el tipo de actividad que cualquiera pueda emprender por vigentes, los criterios para emitir esos juicios, las relaciones e
su cuenta. He argumentado que el ser humano sólo es capaz de instituciones establecidas. Por otra parte, la mejor defensa ra­
llegar a ser un razonador práctico y seguir siéndolo a través cional de los juicios, criterios, relaciones e instituciones vigentes
de sus relaciones con los demás; por las mismas razones, el ser es que, después de haber sido sometidos a ese escrutinio crítico,
humano únicamente es capaz de "tomar parte en la investiga­ hayan demostrado que son capaces de superar las objeciones
ción crítica sobre süs creencias, concepciones y presupuestos a más fuertes que hasta el momento se hubiesen planteado en s u
través de las relaciones con los demás. La indagación racional contra. Cuando una comunidad que incorpora redes de recipro­
es fundamentalmente social y, al igual que otro tipo de activi- cidad funciona bien, ello se debe por lo general a que la comuni-
1 86 ANIMALES RACIONALES Y DEPENDIENTES COMPROMISO MORAL E INVESTIGACIÓN RACIONAL 1 87

dad misma ha debatido e investigado periódicamente sus jui­ la ocasión. De modo que cuando se ha progresado lo suficiente
cios, criterios, relaciones e instituciones, y su forma actual es en en la vida moral corno para haber incorporado en la práctica
parte resultado de esa investigación y ese debate. una orientación hacia una concepción más o menos adecuada
No obstante, sería un error moral y filosófico inferir que ab­ del bien humano, y para haber transformado las inclinaciones
solutamente cualquier cosa pueda ser puesta en duda justa o y pasiones de manera que se haya adquirido algo más que los
razonablemente. Considerar que una razón es una buena razón rudimentos de las virtudes, uno será, en ocasiones, capaz de ex­
para actuar en una determinada situación depende, en un sen­ plicar por qué es racional actuar de cierto modo, y explicarlo
tido fundamental -así lo he argumentado-, de la medida en elaborando un razonamiento cuyas premisas iniciales se refie­
que se haya conseguido adquirir las virtudes correspondientes ren al bien humano, cuyos pasos intermedios especifiquen lo
a dicha situación. Del mismo modo, depende del carácter mo­ que requieren las virtudes para que el bien humano sea alcan­
ral, de las virtudes y )os vicios de cada individuo lo que éste zado, y cuya conclusión sea aquella acción que es buena y que
considere que es una buena razón, en una u otra ocasión, para es la mejor que puede llevarse a cabo aquí y ahora.
pedir una justificación de las razones por la que alguien actúa o Por tanto, podría parecer que una justificación radical de la
se propone actuar. Pensemos en un individuo que, teniendo los acción siempre será del tipo: «Porque actuar de esta detemina­
recursos necesarios para proporcionar la ayuda que de él se so­ da manera contribuirá a que yo alcance lo que es bueno para
licita, se cruza con un extraño que está gravemente lesionado, mí qua ser humano». En el tipo de ejemplo que he esbozado,
enfermo o desnutrido, y no hay nadie cerca de ellos que pueda eso significa que si se hace lo que exige la virtud de la justa ge­
ayudar o esté en disposición de hacerlo. La necesidad urgente nerosidad, y se actúa para ayudar al extraño que lo necesita, la
del extraño es una razón suficiente para acudir en su ayuda. razón para actuar, si es una buena razón, nunca deberá ser úni­
Supongamos ahora que un espectador o testigo, reacio a pro­ camente que el extraño se hallaba en situación de extrema ne­
porcionar la ayuda requerida, pidiese una justificación del jui­ cesidad, sino también que al actuar para aliviar esa necesidad
cio según el cual la necesidad urgente del desconocido es una uno contribuye a alcanzar su propio bien. Y eso quiere decir, fi­
razón suficiente para acudir en su ayuda. Una de las caracterís­ nalmente, que sí existe a fin de cuentas otra justificación para
ticas de las virtudes relacionadas con la justa generosidad es ayudar al extraño. Pero esta objeción descansa sobre un error.
que quien la posee no sólo está predispuesto para considerar que La virtud de la justa generosidad exige, enfrentado a una si­
la necesidad que padece alguien en tales ciq::unstancias es una tuación en que sobre uno recae la responsabilidad de aliviar
razón suficiente para acudir en su ayuda, sino que también será una necesidad urgente e imperiosa, la existencia de la necesi­
incapaz de pensar en que dicha razón requiera otra justifica­ dad de una razón suficiente para actuar, y que no se requiera ni
ción o que sea susceptible de ser justificada. Ofrecer o incluso se busque ninguna otra razón ulterior. Uno tiene, efectivamen­
pedir una justificación así es, en sí mismo, un indicio de que se te, una buena razón para ser alguien cuyo carácter está forma­
carece de virtud. do por la virtud de la justa generosidad y para actuar en conse­
Quizá parezca, a primera vista, que esto es incompatible con cuencia: sin esa virtud, uno no podría alcanzar su propio bien;
lo dicho anteriormente sobre la estructura del razonamiento pero en la medida en que se haya adquirido la virtud (ésta, como
práctico, puesto que he presentado esa estructura como deduc­ las demás virtudes, puede adquirirse en diferentes grados), se
tiva. Debido a que el bien humano es lo que es, para alcanzarlo habrá aprendido a actuar sin pensar en ninguna justificación
hace falta adquirir las virtudes, y debido a que las virtudes son que vaya más allá de la necesidad misma de quienes uno tiene
lo que son, hace falta juzgar y actuar de una u otra forma según bajo su cuidado.
1 88 A N I M A L E S RACIONALES Y D E P E NDIENTES
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De modo que puede existir, para cada una de las virtudes, una que no sea ni egoísta ni altruista, sino que las pasiones e inclina­
cadena sólida de razonamientos justificatorios que, partiendo ciones se orienten hacia lo que es bueno para uno mismo y para
de la naturaleza del bien humano, llegue a explicar la necesidad de los demás. Ello implica que el autosacrificio es un vicio e indi­
cada virtud, y que, partiendo de lo que exige cada una de las vir­ cio de un desarrollo moral incorrecto, tanto como el egoísmo.
tudes, ofrezca respuestas concretas para la pregunta sobre la ac­ Quizá sea Aristóteles, en la d iscusión del Libro IX de la Éti­
ción que deba. llevarse a cabo en cada caso. La firmeza o la debi­ ca nicomáquea, 1 quien mejor d escribe cómo las virtudes per­
lidad de esa cadena de razonamiento es lo que hace que sea miten al ser humano verse a sí mismo y a los demás, y ver su
racional o no racional, desde el punto de vista práctico, actuar relación con los demás, como miembros o potenciales miem­
de una u otra forma. Pero actuar como exige la razón puede ex­ bros de alguna red de reciprocidad. Aristóteles sostiene que, en
cluir en ocasiones cualquier alusión por parte del agente a esa la medida en que el ser humano sea bueno, puede confiar en sí
cadena de razonamiento; así sucede con la reacción ante una mismo, tal como confían en él sus amigos, y viceversa. Es im­
necesidad urgente e imperiosa, en esos casos donde uno tiene la portante, desde luego, y esto no lo dice Aristóteles, que el amor
responsabilidad de aliviarla. En casos semejantes; una piedra de que alguien siente por cada uno de sus amigos tenga que ser un
toque del carácter consiste en no aceptar ni siquiera una sombra amor hacia ese amigo, definido por su propia part icularidad,
de duda sobre qué se debe hacer y por qué. por aquello que le convierte en un ser humano diferente con ca­
Es sumamente importante no confundir esta clase de carác­ pacidades y recursos propios para dar y con sus necesidades
ter, el carácter formado por la virtud de la justa generosidad, propias y sus dependencias. Uno tiene razones para actuar de
con el altruismo, tal como éste es generalmente entendido. Un cierta forma hacia un amigo en particular y de forma distinta
presupuesto de la idea del altruismo es una concepción de los hacia otro amigo distinto, debido a aquello que es distintivo del
seres humanos según la cual éstos se dividen en sus tendencias carácter, recursos y circunstancias de cada uno de ellos y, conse­
y pasiones, algunos sólo miran por su interés y otros se preocu­ cuentemente, de aquello que es distintivo en el carácter, recur­
pan por el interés de los demás. Las personas altruistas son sos y circunstancias de uno mismo. Sólo a través de las relacio­
aquellas en cuyas inclinaciones y pasiones suele prevalecer, a nes de amistad se obtiene reconocimiento de la particularidad y
veces al menos, el interés por los demás sobre el interés propio. el valor distintivo de cada individuo en cuanto que es este indivi­
El altruista es el equivalente del egoísta, y existen explicaciones duo concreto con su bien distintivo por alcanzar; y todas las
convincentes según las cuales el altruismo es una forma disfra­ personas necesitan ese reconocimiento par:a buscar con éxito el
zada de egoísmo o, en versiones más refinadas, es una transfor­ bien dentro de las redes de reciprocidad. No sólo se es depen­
mación del egoísmo para satisfacer de otro modo los objetivos diente de los demás miembros d e la comunidad para la conse­
originales del egoísmo. cución del bien común, sino que también se depende de otros
Durante la infancia, la niñez o incluso en la adolescencia, el individuos concretos para alcanzar una gran parte de los bie­
ser humano experimenta sin duda alguna conflictos muy pro­ nes individuales. De ello se deduce que cuando se reflexiona crí­
fundos entre impulsos y deseos egoístas y altruistas. No obstan­ ticamente en común sobre las creencias y conceptos comparti­
te, la tarea educativa consiste en transformar e integrar esos de­ dos en la práctica, debe hacerse de manera que no se ponga en
seos e impulsos en una inclinación hacia el bien común y hacia riesgo ese mutuo reconocimiento. Sólo sobre la base de este re­
los bienes individuales de cada quien, de manera que uno no conocimiento es posible garantizar que las deliberaciones sean
mire por su interés en vez de mirar por el de los demás, ni mire
por el interés de los demás en vez de mirar por el suyo, es decir, l . Aristóteles, Ética nicomáquea 1 166a 1 - 1 1 66b 29.
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realmente deliberaciones de la comunidad, y no un ejercicio de pación en cualquier trabajo común d e investigación y crítica
confrontación de habilidades dialécticas entre individuos con racionales. Esto no habría sido más que una inferencia lógica,
opiniones enfrentadas, en que la discusión pueda socavar el si no fuera por la vida y obra heroica de Nietzsche.
prestigio de una determinada persona como miembro de la co­ Califico la vida y la obra de Nietzsche como heroicas por­
munidad o incluso poner en entredicho la noción misma del mu­ que, se mida como se mida, demostró tener un extraordinario
tuo reconocimiento. Ésta es otra limitación que debe respetar la valor para vivir y escribif' como lo hizo. Nietzsche fue cons­
ctitica y la investigación racionales. ciente de que los demás carecían de ese valor, y así lo manifes­
No obstante, la relación entre el compromiso moral y la tó, no sin desdén. En concreto, acusó de esa falta de valor a
crítica e investigación racionales no consiste única o funda­ quienes permanecieron presos, a s u entender, de una morali­
mentalmente en que el compromiso imponga limitaciones y dad que sostiene ilusiones como la de que uno es responsable
restricciones a la crítica. La deliberación en común, así como ante los demás o que la receptividad y sensibilidad frente a los
la investigación crítica en común respecto a esa deliberación sufrimientos ajenos sirve para el bien de alguien. Nietzsche se
y el estilo de vida del que forma parte, sólo son posibles cuan­ aisló, por una serie de actos heroicos, desprendiéndose, en la
d o se comparte un cierto conjunto de compromisos morales, medida en que es humanamente posible, de los compromisos
como sucede en las comunidades estructuradas por redes de que exigen las virtudes del reconocimiento de la dependencia .
reciprocidad. La veracidad acerca de la experiencia prácti­ Y fue capaz d e explicar cómo se veían desde esa posición es­
ca compartida, la justicia con respecto a la oportunidad que tratégica la naturaleza y condición humanas. La explicación
cada participante tiene de exponer sus argumentos y la dispo­ que ofreció está, punto por punto, en la más cruda oposición
sición de apertura hacia la refutación, son todos ellos requisi­ a la explicación supuesta por la práctica de las virtudes del re­
tos previos de la investigación crítica; la participación en una conocimiento de la dependencia, y es de hecho una inversión
investigación auténticamente crítica es posible sólo si se conside­ de esa perspectiva.
ra que esas virtudes son constitutivas del bien común y se atri­ Las dos explicaciones parten de la naturaleza animal del ser
buye a sus exigencias una autoridad independiente de los in­ humano, aunque lo que le interesa a Nietzsche no es, como a
tereses y deseos de cada individuo. El compromiso moral con Aristóteles y santo Tomás, la relación que existe entre la razón
esas virtudes y con el bien común no es una limitación exter­ humana y la phrónesis de otras especies inteligentes. Le interesa
na impuesta a la investigación y la crítica, sino una condición el cop.traste entre el animal como predador y el animal domesti­
de la crítica. cado. «Lo que requiere un disfraz moral no es la ferocidad del
Ello significa que si alguien fuese capaz de distanciarse animal de presa sino el animal de rebaño con su profunda me­
voluntariamente, en un cierto momento de su vida, tanto en la diocridad, timidez y hastío respecto a sí mismo».2 Desde luego,
práctica como en la teoría, de manera total y no sólo parcial, no el animal humano es propenso a la enfermedad, pero la compa­
sólo en una determinada fase o aspec�o de su vida sino en todas sión, que es la respuesta del animal de rebaño humano, es en s í
sus actividades y sufrimientos, de todas las relaciones sociales misma una forma de enfermedad más debilitante. La compa­
moldeadas por las reglas de la reciprocidad y las virtudes que sión «Conserva lo que está maduro para perecer; defiende . a los
sostienen esas relaciones, incluidas la justa generosidad y la desheredados y condenados de la vida; a través de la abundancia
gratitud hacia quienes sufren alguna discapacidad y hacia quie­
nes no la sufren, entonces al rechazar todos los compromisos 2. F. Nietzsche, The Gay Science V, 352, Nueva York, Random House, 1974 (trad.
morales necesarios, también se habría excluido de toda partici- cast.: La Gaya Ciencia, Madrid, Akal, 1987).
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de los malformados de todas las clases que retiene en vida le da a · punto de vista de las virtudes del reconocimiento de la depen­
l a vida misma un aspecto sombrio y dudoso».3 dencia, como ya se ha visto, son necesarias las amistades en
En opinión de Nietzsche, no se trata de que mi enfermedad no que cada uno socorre al otro, amistades que perduran a lo lar­
sea valiosa para mí. La vida puede ser clemente al proporcionar go del tiempo, tanto en la guerra como en la paz, en el trabajo
esta «dura enseñanza»: «una enfermedad durante años, quizá, y en el ocio, en la salud y en el dolor, la enfermedad o la disca­
que exija la fuerza de voluntad y la autosuficiencia más absolu­ pacidad. Podemos apoyarnos en l a idea aristotélica para carac­
t as » .4 Si logro hacerme fuerte por la enfermedad, lo que habré terizar el tipo de amistad que hace falta, pero se necesita más
aprendido será que sólo soy responsable ante mí mismo. «¿Pue­ de lo que aporta el propio Aristóteles, debido a su renuenCia a
des proveerte a ti mismo con un bien y un mal propios y sostener aceptar el grado e n que la necesidad que el ser humano tiene
t u voluntad tan sólo sobre ti mismo como única ley?»5 «¿Eres ca­ de la amistad se vincula con el compartir la vulnerabilidad y
paz de juzgarte a ti mismo y ser el vengador de tu propia ley? Es las heridas. (Al inicio de este libro he hecho hincapié en que,
terrible estar a solas con el juez y el vengador de tu ley.» cuando Aristóteles comenta la necesidad concreta de tener
Nietzsche sostiene que resulta mucho más difícil de lo que amigos en los momentos de pérdida y adversidad, señala que
pueda suponerse ser capaz de evitar, de manera consistente, los sólo los hombres poco viriles están dispuestos a aceptar que
vínculos de obligaciones que no surgen de la voluntad de uno otros se entristezcan por su dolor. Este tipo de hombres, pen­
mismo. Exige una dureza y una condición de acero6 que son l a saba Aristóteles, se comportan como lo hacen las mujeres. Los
antítesis de la compasión. La compasión s e extinguirá puesto hombres viriles prefieren no infligir su pena a los demás com­
que conduce al desvío del camino de uno mismo, 7 y lo que más partiéndola con ellos.9 Sin embargo, las virtudes del reconoci­
importa es que el camino de cada persona sea el suyo. Zaratus­ miento de la dependencia deben habernos enseñado ya que
tra pregunta: «"Éste es ahora mi camino: ¿cuál es el tuyo?" Así éste es un aspecto en que los hombres necesitan parecerse más
respondí a quienes me preguntaron por "el camino". Pues el ca­ a las mujeres.)
mino no existe>> .8 Así es como Nietzsche ofrece una explicación La explicación que ofrece Nietzsche de la amistad va mucho
alternativa y opuesta de lo que es la independencia, según la más allá de la reticencia de Aristóteles al excluir la posibilidad
cual el entendimiento correcto de las virtudes de la indepen­ de la amistad basada en la necesidad mutua. Nietzsche ofrece,
dencia excluye la posibilidad de que haya ninguna auténtica hasta un grado realmente sorprendente, la imagen de un reflejo
virtud en el reconocimiento de la dependencia. inverso de la amistad requerida por las virtudes del reconoci­
No resulta sorprendente que esta misma diferencia radical miento de la dependencia. «En el amigo se debe tener el mejor
esté presente en el contraste de las dos formas de entender la enemigo. Tu corazón debe sentirse más cerca de él cuando te le
amistad en las explicaciones rivales de ·las virtudes. Desde el opones.»10 Y Nietzsche concluye el discurso de Zaratustra sobre
la amistad afirmando que «La mujer aún no es capaz de sentir
3. F. Nietzsche, The Antichrist 7, Londres, Penguin Books, 1968 (trad. cast.: El anti­ amistad» . De esta manera, Nietzsche ofrece una alternativa ra­
cristo, Madrid, Alianza, 2000). dical para pensar la dependencia y la independencia en las rela­
4. F. Nietzsche, The Will to Power, 912, Londres, Weidenfeld and Nicholson, 1967
ciones humanas. De este modo, muestra con una claridad abso­
(trad. cast.: En torno a la voluntad de poder, Barcelona, Planeta De Agostini, 1986).
S. F. Nietzsche, Thus Spake Zarathustra I, «Of the way of the Creator», Londres, luta qué implica un repudio consistente y sistemático de las
Penguin Books, 1961 (trad: cast.: Así habló Zaratustra, Madrid, Alianza, 2001 ).
6. !bid., «Of OId and New Law Tables», 29.
7. F. Nietzsche, The Gay Science, op. cit., pág. 338. 9 . Aristóteles, Ética nicomáquea IX, 1 1 7 1 b 6-12.
8. F. Nietzsche, Thus Spake Zaratrusta III. <<Of the Spirit of Gravity», op. cit. l O . F. Nietzsche Thus Spake Zarathustra I, «Of the Friend» , op. cit.
,
l

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virtudes del reconocimiento de la dependencia; y en el camino miento de la dependencia. Puesto que éste es un bien común
a veces enseña verdades sobre esas virtudes que de otro modo para los más jóvenes y los muy ancianos, así como para los
no se aprenderían. No obstante, aunque es posible aprender de adultos ya maduros , para los parapléjicos y quienes sufren re­
Nietzsche, no es posible aprender de él como de alguien que traso mental, así como para los atletas y quienes se dedican al
puede participar en la c onversación, la crítica y la investigación trabajo intelectual; es un bien que tiene consideración para con
racionales. cualquier vulnerabilidad a la que el ser humano se halla ex­
La razón de ello es que, como la explicación de Nietzsche ha puesto debido a su identidad y naturaleza animal y debido a s u
dejado claro, entre los compromisos y las relaciones que tuvo condición específicamente humana. E l bien común e s el bien
que rechazar, para huir d e lo que é l consideró que era su poder que es sólo en la medida en que la investigación racional sirve a
de aprisionar, están justamente aquellos sin los que la delibera­ su propósito y es parte constitutiva del mismo.
ción comunitaria compartida no puede producirse. Puesto que
según la perspectiva de Nietzsche, cuando se ofrece lo que se
considera que es una razón para llegar a una determinada con­
clusión en lugar de a otra, en la práctica o en la teoría, no se
apela a un criterio de justificación independiente de los deseos
e impulsos que uno tenga, como sucede con el criterio del bien
común, sino que se da expresión, se sepa o no, a cualquier for­
ma que la voluntad de poder haya podido adoptar en esos de­
seos e impulsos, y se busca sobreponerse a cualquier obstáculo
para su expresión. En lugar de la investigación compartida lo
que existe es una serie de relaciones de confrontación, a menu­
do disfrazadas. Si se ha de poner al desnudo el carácter de esas
relaciones, no puede hacerse por medio de ningún tipo de ex­
presión que suponga de antemano que la persona que habla
y aquéllas a las que se dirige comparten algún bien común. Se
puede profetizar a través de la máscara de Zaratustra, se les
puede proponer una explicación genealógica de sus errores,
se puede recurrir a aforismos o argumentos para disolver sus
certidumbres o, en lugar de ello, se puede poner en duda la mis­
ma lógica y por lo tanto el argumento, pero al hacerlo sólo se
puede hablar con la voz del que se encuentra fuera, de un co­
mentarista externo.
Por consiguiente, no es posible responder a Nietzsche en
sus propios términos, lo que no dej a de ser instructivo, porque
recuerda todo lo qúe está implicado en la adhesión a una con­
cepción del bien común que requiere tanto las virtudes del ra­
zonador práctico independiente corno las virtudes del reconocí-

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