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Paola Valero
Stockholm University
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All content following this page was uploaded by Paola Valero on 02 April 2018.
Paola Valero
Universidad de Aalborg, Dinamarca
El reto de hacer una educación matemática de carne y hueso no es fácil. Si la vida de los
maestros es complicada de por sí, esta demanda la llena de muchos más problemas. Sin
embargo, poder hacer las matemáticas escolares tangibles y cercanas es la gran ilusión
que mueve a muchos maestros a entrar en el aula cada día con la esperanza de ver
brillar los ojos de algunos de los estudiantes que, casi desde antes de empezar la vida
escolar, ya se habían declarado derrotados por el ente etéreo de las matemáticas.
Yo no tengo una solución a cómo darle vida a las matemáticas escolares, ni creo que
haya una receta ganadora para lograrlo. Mi intención en estas páginas es presentar una
serie de reflexiones teóricas y algunas ideas para la práctica que inviten, a cada maestro
en su aula y a grupos de colegas en escuelas y colegios, a pensar en cómo darle
significado a los retos anteriormente mencionados. Con base en resultados de
investigación internacionales, me concentraré en la exploración de tres áreas, a saber, el
significado de “lo social” en la educación matemática, el significado de lo “político”, y las
implicaciones de éstos para la práctica de la enseñanza en el aula.
Por otro lado, teorías sociales del conocimiento y del aprendizaje 2 han abordado la
problemática de la transferencia. Una visión sociocultural del aprendizaje, como por
ejemplo el aprendizaje situado (Lave, 1988), propone la idea de que el pensamiento y el
conocimiento surgen cuando personas concretas se involucran en prácticas
determinadas dentro de situaciones sociales específicas. Es decir, las ideas y conceptos
que una persona construye siempre están circunscritos a la actividad y los escenarios
sociales dentro de los cuales ellos tuvieron lugar. Esto significa que el conocimiento no
es abstracto y descontextualizado, sino que siempre estará condicionado por la situación
donde éste tuvo lugar. Tal idea desafía la visión dominante de lo que es el conocimiento,
en particular, el conocimiento matemático y de las matemáticas escolares 3 .
Estos postulados teóricos han sido bastante útiles para poder interpretar varios
fenómenos de la educación matemática. En primer lugar, el aprendizaje es un proceso
donde un individuo se pone en contacto con el mundo social mediante la acción y
generación de significados que sustentan tal acción. Entrar en contacto con el mundo
social es mucho más que interactuar con otros en un espacio contextual cerrado; es
participar en una práctica social. Una práctica social es una actividad que se realiza
colectivamente en tiempos y espacios determinados y que adquiere significado en
relación con los acuerdos tácitos o explícitos sobre las normas, valores y formas de
actuar válidas, propios de esa actividad.
Para la visión del aprendizaje de las matemáticas esto significa que toda las actividades
de enseñanza de los profesores y de aprendizaje de los estudiantes en el aula empiezan
a concebirse como, no sólo procesos de cambio cognitivo individual, sino sobre todo
como procesos sociales donde tanto la interacción diaria y continuada entre participantes
al igual que el campo social, político, económico y cultural donde tal interacción se lleva a
cabo, tienen una influencia en los significados que se le da a la actividad de “enseñar y
aprender matemáticas”. Esto quiere decir que si bien el conocimiento matemático
generado en las prácticas de aquellos dedicados a la disciplina de las matemáticas es
una de las fuentes para dar significado a los contenidos de las matemáticas escolares,
esta disciplina no es la única (ni necesariamente la más predominante) que determina lo
que quiere decir aprender, razonar o ser competente matemáticamente en el ámbito de la
escuela. El aprendizaje de lo matemático no puede separarse de los procesos
2
Una serie de estudios sobre la educación matemática desde perspectivas teóricas sociales y políticas se encuentra en
las memorias de las conferencias del grupo internacional “Mathematics Education and Society” (MES). A las memorias
de MES 1, MES 2, MES 3 y MES 4 se puede acceder a través de http://www.mes3.learning.aau.dk/
3
Para más detalles de esta crítica ver, por ejemplo, (Lave, 1988) y (Restivo, 1992; Restivo et al., 1993).
socialización que regulan el comportamiento individual para adaptar a los individuos a la
vida social 4 .
4
Detalles de la socialización que sucede en el aula de matemáticas se pueden encontrar en (Popkewitz, 2002), que se
puede obtener en http://www.mes3.learning.aau.dk.
5
Daniel Orey de la Universidad de California en Sacramento ha recolectado algoritmos de las operaciones básicas en
distintas comunidades y ha analizado su significado desde el punto de vista de la etnomatemática. En su página web
(http://www.csus.edu/indiv/o/oreyd/ACP.htm_files/Alg.html) se pueden ver los algoritmos, su procedencia, y su relación
con la cultura de donde provienen.
6
Para una discusión de las matemáticas y la educación matemática desde una perspectiva cultural consultar (Bishop,
2005).
recursos propios de la práctica. Por ejemplo, la aritmética de los niños vendedores
callejeros no necesariamente involucra un algoritmo típico de sustracción aprendido en la
escuela sino un sistema donde se tiene en cuenta la denominación de los billetes o de
las monedas como unidades de cálculo.
Este tipo de estudios es interesante por diferenciar lo que abarca la competencia escolar
del campo de competencia en el mundo real. También por cuestionar el supuesto de la
transferencia; y sobre todo por resaltar un aspecto esencial de los procesos de
aprendizaje de las matemáticas en ambientes formales e informales, a saber, el hecho de
que cuando el aprendizaje se lleva a cabo en situaciones reales de práctica, esa práctica
proporciona recursos de significado para la puesta en juego de conocimiento matemático
de manera que la actuación social que se vale de herramientas matemáticas es más
eficaz. La persona que actúa parece lograr darle significado a su actuación como un todo
–incluyendo los aspectos matemáticos– y de ahí su éxito en la participación en la práctica
en cuestión. En cambio, en la práctica de las matemáticas escolares parece ser que
pocas veces los estudiantes logran dar significado completo a los diversos elementos en
ella de tal manera que su actuación, incluso la matemática, logre ser exitosa.
Una alternativa para este problema ha sido el viraje en la enseñanza de la puesta en
juego de unas matemáticas formales y descontextualizadas, a unas matemáticas
sumergidas en situaciones “reales”, donde el adjetivo “real” designa desde el uso de
problemas de palabras que apelan a un mundo no numérico sino cotidiano, hasta el uso
de problemas que toman datos reales como base de la actividad matemática. Evidencia
en diversos tipos de estudios muestra que cualquiera de estas estrategias no es
necesariamente la solución única al problema del significado. Por ejemplo, una crítica
fuerte al uso de problemas de palabras con referencias al mundo cotidiano se ha
realizado desde una perspectiva preocupada por el éxito escolar de estudiantes de
clases sociales menos privilegiadas. Cuando los profesores o los libros de texto utilizan
problemas de palabras, estas palabras y formulaciones se realizan en el registro
lingüístico propio de una clase media, lo cual cierra la posibilidad de que estudiantes de
clases menos privilegiadas, cuyo registro lingüístico es diferente, puedan decodificar el
significado de la práctica y puedan participar exitosamente en ella. La falta de
participación exitosa muchas veces es interpretada por los profesores como una
disrupción del estudiante y no necesariamente como la imposibilidad del estudiante de
entender la situación dados sus antecedentes sociales y culturales. Steven Lerman y
Robyn Zevenbergen (Lerman & Zevenbergen, 2004) presentan un análisis de esta
situación que ejemplifica la problemática en cuestión. El siguiente problema fue
presentado a estudiantes de varias escuelas en Australia:
Muchos estudiantes respondieron bien. La mayoría de los que no lo hicieron eran
estudiantes de una clase social baja. Al entrevistarlos sobre la justificación a su
respuesta se encontró que estos estudiantes pensaron en el jardín de su casa de verdad
para responder. Por ejemplo, algunos escogieron el cuadrado; y otros no respondieron
porque su jardín era semicircular o porque simplemente no tenían jardín en el
apartamento donde vivían. Además, ¡jamás han volado en un helicóptero!
Las respuestas de los estudiantes no muestran su incompetencia para poder identificar
figuras geométricas sino su incompetencia para poder descifrar el lenguaje de la escuela.
Cuando un problema de palabras se refiere a una situación “real”, en verdad no le está
pidiendo al estudiante que piense en la realidad (en este caso el jardín de verdad de su
casa) sino en un jardín hipotético que es construido con el propósito de responder a una
pregunta sobre figuras geométricas. Las recontextualizaciones que este “sencillo”
problema requiere son operaciones complicadas y no transparentes para muchos
estudiantes cuyos hábitos lingüísticos formados en su vida familiar fuera de la escuela no
involucran este tipo de juegos de lenguaje y de pensamiento.
Estos son resultados de investigaciones en Australia que se han confirmado en otros
países. No sabemos específicamente qué encontraríamos como fenómenos particulares
en Colombia, sin embargo es plausible suponer que el problema de muchos estudiantes
no es como tal con las matemáticas sino con lo que el lenguaje de las prácticas escolares
piden como capacidades y competencia relacionadas con el capital cultural de los
estudiantes. Los intentos para parle más “realidad” a las matemáticas escolares pueden
traer consigo mecanismos que generan exclusión, a pesar de que la intención para
ponerlos en práctica es justamente la de incluir. Este ejemplo muestra claramente que en
un aula no está en juego sólo el contendido matemático sino que éste se encarna dentro
de una serie de fenómenos sociales propios de otras esferas de acción social que se
reproducen a menor escala en la microsociedad del aula.
Para concluir, el sentido que le demos a “lo social” dentro de la educación matemática es
importante pues de él depende las posibilidades para pensar lo que quiere decir
aprender y enseñar matemáticas. Como he tratado de mostrar, mi posición al respecto es
que es necesario concebir lo social como la red de prácticas sociales dentro de las
cuales se constituye la educación matemática (Valero, 2002). Esto quiere decir que lo
social no acaba en el espacio de las interacciones interpersonales dentro del aula sino
que se expande a la manera como diversos actores sociales directa o indirectamente
generan expectativas y demandas que marcan el significado de lo que es y debe ser la
educación matemática en distintos niveles del sistema educativo, pero, en especial, en la
escuela. Así, esa red de prácticas sociales tiene un nodo central en el aula, pero conecta
a ella fuertemente otros ámbitos de práctica como, por ejemplo, todo la organización
institucional de la escuela con respecto a las matemáticas, los procesos de política
educativa, la formación de maestros, la producción de textos escolares, el mercado
laboral, e incluso las políticas educativas internacionales 7 .
Lo “político” en la educación matemática
7
Como ejemplo de la operación de esta red de práctica de la educación matemática ver (Valero, in press). Una versión
preliminar de este artículo se puede obtener en
http://www.learning.aau.dk/dk/forskning/publikationer/arbejdspapirer.htm
8 No es necesario resaltar que con esta definición de poder y de lo político no me estoy refiriendo a la acción de aquellos
que son elegidos en elecciones populares y que operan dentro de los marcos de un gobierno.
Tales planteamientos han resonado con los discursos y esfuerzos de reforma en la
enseñanza y aprendizaje de las matemáticas que resaltan la dimensión política de la
educación matemática al enfatizar la necesidad de conectarla estrechamente con la
democracia 9 . Como se mencionó al inicio de este artículo, la política educativa en
matemáticas de Colombia en este momento delinea una visión educativa donde la
equidad, la cultura y la formación ciudadana para la democracia son dimensiones
importantes (Vasco, 2005). Sorprendentemente tales formulaciones no son una
preocupación colombiana sino de muchos otros países tales como Sudáfrica y
Dinamarca. Sin embargo, la distancia entre el discurso y la realización educativa de esas
formulaciones no sólo cuestiona la capacidad de cambio de las prácticas sociales de la
educación matemática sino también, y en especial, la posibilidad de concretizar una
contribución de esta área escolar a la consolidación de relaciones democráticas en la
sociedad. Por lo tanto, la intención de conectar educación matemática y democracia es
problemática y requiere de una exploración teórica y empírica.
La relación entre educación matemática y democracia puede discutirse a partir de tres
tesis posibles: la tesis de la resonancia intrínseca, de la disonancia y de la relación crítica
(Skovsmose & Valero, 2001).
En primer lugar, la tesis de la resonancia intrínseca ilustra la posición de que tanto las
matemáticas como su enseñanza y aprendizaje per se concuerdan con el logro de fines
democráticos puesto que son “poderosas” y “potencian” a aquellos quienes las aprenden.
Ha habido numerosos argumentos que sustentan esta idea. Por ejemplo, Hannaford
(Hannaford, 1998), con referencia a la Grecia Antigua, defiende la idea de que una
educación matemática apropiada capacita a los estudiantes-ciudadanos con la
racionalidad necesaria para poder participar en los debates y toma de decisiones propios
de la democracia. El hecho de que a través de las matemáticas se transmitan valores
como la racionalidad, la objetividad y la precisión, entre otros, las hacen un conocimiento
privilegiado para poder actuar dentro de un mundo que valora estas cualidades. Esto
significa que la matemáticas y su enseñanza y aprendizaje dentro del sistema educativo
se perciben como un conocimiento y procesos de transmisión de tal conocimiento que
tienen un poder positivo propio.
Esta visión presenta varios problemas. En primer lugar, la atribución de poder a las
matemáticas como una característica intrínseca de tal conocimiento genera un discurso
platónico sobre lo que es la naturaleza de las matemáticas. Ellas se elevan a la categoría
de agente social que existe independientemente de los seres humanos que las han
creado y utilizado. Así, las matemáticas se presentan como un agente que ejerce poder –
en vez de ser los seres humanos quienes las utilizan como un recurso de poder. Por lo
9
La discusión sobre lo que es la democracia es larga y complicada. Como he discutido en otros escritos (Skovsmose &
Valero, 2001, 2002; Valero, 1999) el significado de la palabra democracia que más sentido tiene con respecto a la
educación matemática se ubica en el campo de las relaciones sociales –y no en las formas de gobierno, ni de
administración de justicia, ni de distribución de recursos. Democracia es una acción política caracterizada por ser
colectiva, transformativa de las condiciones de vida, deliberativa y coflectiva.
tanto, la formulación de que las matemáticas ejercen poder es un poco descabellada y
ciertamente poco fiel a lo que son las matemáticas desde un punto de vista sociológico.
En segundo lugar, aceptar que las matemáticas de por sí encarnan un poder constructivo
que se transfiere a aquellos que logran adquirir competencia matemática permite ver tan
sólo una cara de la moneda. Esta es la cara de la moneda del optimismo tecnológico que
cree casi ciegamente que el desarrollo y el bienestar de las sociedades depende de su
nivel de avance científico y matemático. La historia no obstante ha mostrado la otra cara
de la moneda y es que la producción de catástrofes y riesgos contra el bienestar de la
humanidad, al igual que la generación de desigualdades y exclusión, han estado
asociados con el avance científico, tecnológico y matemático y con la manera como la
educación en estas áreas se ha construido en el mundo moderno 10 .
Estos problemas implican que es necesario dudar un poco de todas las bondades de las
matemáticas y de la educación matemática, de su poder, y de su contribución a la
democracia. La tesis de la disonancia aborda el lado oculto de la visión positiva y
optimista del poder de las matemáticas y la educación matemática. Esta tesis defiende la
idea de que, por un lado, las matemáticas están fuertemente asociadas con la creación
de estructuras de riesgo en la nuestra sociedad actual ya que han sido históricamente la
base para la creación de sistemas científicos y tecnológicos cuyas consecuencias para la
vida de los seres humanos no siempre han sido positivas sino, al contrario, catastróficas
(Skovsmose, 1999) (U. D'Ambrosio, 1994).
La educación matemática tampoco desempeña un papel positivo en todos los casos. Es
la regla más que la excepción encontrar situaciones donde las matemáticas escolares
han funcionado como un mecanismo social de estratificación y selección de distintos
sectores sociales ya sea por su género, su raza, su cultura, su idioma o su habilidad.
Numerosos estudios de investigación han mostrado los procesos de exclusión que son
parte de la enseñanza normal de las matemáticas en muchas aulas del mundo. Uno de
los ejemplos más dicientes es la manera como la política educativa del régimen del
Apartheid en África del Sur se valió de formas particulares de enseñanza de las
matemáticas como manera de mantener la segregación racial al inculcar a las
poblaciones negras africanas la idea de su inferioridad con respecto a la raza blanca.
Herbert Khuzwayo (Khuzwayo, 2001) muestra como la educación matemática estuvo
asociada con el fenómeno de la “ocupación de la mente” de los africanos; fenómeno que
ha sido discutido en otros contextos como el palestinense (Fasheh, 1997) o en el África
Occidental (Bauchspies, 2005).
La tesis de la disonancia propone la adopción de una posición crítica frente a las
creencias comunes sobre el poder de las matemáticas y de la educación matemática. No
obstante, la tesis sufre del mismo sesgo que la anterior. Si bien la tesis de la resonancia
intrínseca se concentra en los aspectos positivos del poder de las matemáticas y la
educación matemática, la de la disonancia resalta sólo los aspectos negativos. Estas dos
10
Para más detalles sobre el papel de las matemáticas en el mundo moderno y sus consecuencias para la educación
análisis (Skovsmose, 2005)
tesis pintan el mundo en “blanco y negro” y, por lo tanto, no permiten ver la posibilidad de
que se pueda tener una preocupación democrática realista dentro de las restricciones
actuales.
En los apartados anteriores he discutido algunas ideas centrales sobre lo que significa lo
social y político con respecto a la educación matemática. Examinar estos significados es
importante puesto que cada vez que ponemos nuestra atención sobre las maneras como
concebimos la educación matemática se abren nuevas interpretaciones y posibles
alternativas. Al recapitular las ideas planteadas anteriormente es esencial resaltar lo
siguiente:
El cambio no se restringe al aula
11 Hay pocas personas que han trabajado en la conceptualización e investigación empírica sobre los valores en
educación matemática. Alan Bishop y sus colaboradores han avanzado en esta área, y algunos de sus trabajos se
pueden ver en http://www.aare.edu.au/99pap/bis99188.htm
como “matemáticas” puede ser una estrategia para vivir y desarrollar competencia
matemática real 12 .
12 Esta propuesta resuena con los desarrollos educativos que Etienne Wenger propone en su agenda de investigación y
práctica “Aprender en un planeta pequeño” (Learning for a small planet), basada en su teoría social del aprendizaje.
Para mayores detalles ver http://www.ewenger.com/research/
13 En el taller que guiaré en el marco de este Foro Educativo Nacional expandiré este punto como respuesta más
concreta a cómo se le puede dar vida social y política a las matemáticas escolares.
Referencias
Nunes, T., Carraher, D., & Schliemann, A. (1993). Street mathematics and
school mathematics. Cambridge: Cambridge University Press.
Skovsmose, O., & Valero, P. (2001). Breaking political neutrality: The critical
engagement of mathematics education with democracy. In B. Atweh, H. Forgasz
& B. Nebres (Eds.), Sociocultural research on mathematics education. An
international perspective. (pp. 37-55). Mahwah, NJ: Erlbaum.
Skovsmose, O., & Valero, P. (2002). Democratic access to powerful
mathematical ideas. In L. D. English (Ed.), Handbook of international research in
mathematics education. Directions for the 21st century. (pp. 383-407). Mahwah, NJ:
Erlbaum.
Valero, P. (in press). In between the global and the local: The politics of
mathematics education reform in a globalized society. In B. Atweh & e. al (Eds.),
Internationalisation and globalisation in mathematics and science education. New
York: Springer.
Vithal, R., Christiansen, I., & Skovsmose, O. (1995). Project work in university
education. Educational Studies in Mathematics, 29(2), 199-223.