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GUERRA DEL GAS EN EL ALTO BOLIVIA, OCTUBRE 2003

Octubre del 2003, nuestro país vivió la denominada “Guerra del Gas en Bolivia”. Por el mundo y
a través de los medios informáticos se pasearon imágenes de un pueblo heroico (El Alto) y un
Estado cortesano de las transnacionales acudiendo exasperadamente a su franja de seguridad: la
coerción militarizada. En los noticieros internacionales - también locales- se sobre dimensionaban
las notas atractivas para los consumidores mediáticos (indígenas alzados, territorios sitiados,
militares imitando a yankees en Irak, muertos y un presidente atarantado), pero sin tocar o
tocando en forma adyacente las causas centrales del conflicto y que están relacionados con la
propiedad y el destino del gas boliviano.

Por consiguiente y antes de ingresar al análisis de tales causas, conviene hacer un repaso de los
principales hechos que antecedieron al conflicto y que se encuentran en los primeros días de
septiembre, cuando el dirigente opositor, Evo Morales, desahució el Reencuentro Nacional de los
Bolivianos que la Iglesia venía proponiendo desde hace algunos meses atrás. La negativa de
Morales a participaren dicho evento se fundaba en el hecho de que el gobierno no aceptaba
discutir el tema del gas y el aumento de los impuestos petroleros del 18% al
50%.Consecuentemente, anticipó que habrían masivas movilizaciones para recuperar el gas,
fijando para el 19 de septiembre una gran marcha en la ciudad de Cochabamba (Los Tiempos, 1,
IX, 2003)1.

Casi en forma simultánea (4, IX, 2003), desde Caracollo parte una marcha de campesinos de La Paz
y la COR de El Alto, también reclamando por el destino del gas. Asimismo, desde Huarina, otro
punto del territorio aymara, parte otra marcha hacia La Paz (6, IX, 2003), y Felipe Quispe anuncia
un bloqueo movilizado contra la política gasífera del gobierno y otras medidas anti-populares (Ley
de Seguridad Ciudadana, Código Tributario), lo cual parece expresar un cambio de táctica política,
toda vez que en julio pasado su convocatoria al bloqueo de caminos había fracasado.

Estas marchas pacíficas arribaron a La Paz el día 9 de septiembre. La COR alteña, además de
luchar por la defensa del gas, plantea una demanda local de rechazo al programa municipal
de “recatastramiento” denominado: “Maya, Paya, Quimsa”, por ser atentatorio a la
economía de los alteños. Y es con esta demanda que se declara paro cívico general en la
ciudad de El Alto, que se cumple de modo firme y decidido.

Por su parte los marchistas que se encontraban en El Alto, en un número aproximado de 2.000, se
declaran en huelga de hambre en el Teatro San Gabriel de Villa Adela de El Alto, quienes, además
de compartir las demandas generales que va generando el pueblo boliviano, demandan la
liberación del dirigente campesino de Cota Cota, Miguel Huampo, preso por presunta participación
en el linchamiento de dos ladrones de ganado. Desde este piquete de huelga, los aymaras
instruyen y organizan el bloqueo de caminos, enviando emisarios a las zonas rurales del
departamento de La Paz.

Contrariamente, el gobierno trabaja en un plan para cumplir con las exigencias del FMI que sigue
presionando para que el proyecto de exportación de gas, vía Chile, arranque a mediados del 2004.
En consecuencia, el gobierno empieza a implementar una masiva campaña publicitaria sobre los
supuestos beneficios que traería la exportación del gas a Norteamérica, anunciando la ejecución,
primero, de 40 talleres de información en barrios populares de la ciudad de Tarija y, luego, 400
seminarios con grupos sociales del resto del país (La Razón, 12, IX, 2003). Lo que no reporta la
prensa comercial es que el financiamiento de esta campaña persuasiva en favor de la exportación
del gas, vía Chile, provenía del Banco Mundial que entregó diez millones de dólares al gobierno de
Sánchez de Lozada. Más adelante, el 23 de septiembre, George W. Bush enviará a Otto Reich, su
Delegado para Asuntos Hemisféricos, “para renovar su apoyo a la democracia y dejar un aporte
global de 63 millones de dólares” (La Prensa, 24, IX, 2003).

A su vez, Sánchez Berzaín está actuando para que las FF.AA. despejen violentamente los
bloqueos que se avecinan, situando a los efectivos militares – en un típico acto de guerra
interna- en las carreteras del Altiplano aymara, con carpas y tiendas de dormir, más
provisión de alimentos para varios días.

Entretanto, los bloqueos y movilizaciones se masifican. De manera que para el 15 de septiembre,


con bloqueos de caminos en los Yungas y un paro cívico indefinido en El Alto, se inicia la “guerra
del gas”. En este clima, Jaime Paz trata de amenizar el orden perturbado con su slogan “mar por
gas”. Evo Morales denuncia que se tramita un “autogolpe” y advierte que “la eventual exportación
de gas ‘por o para Chile’ encendería una guerra civil y que tal decisión sentenciaría el fin de la
administración Sánchez de Lozada” (El Deber, 18, IX, 2003).

En la localidad minera de Siglo XX, “una multitudinaria marcha de protesta en la histórica Plaza del
Minero pidió la renuncia del Presidente, acusándolo de alta traición a la patria” (La Patria, 20, IX,
2003). Esta es la primera vez que una concentración popular demanda la renuncia del Goni y
nadie imaginó que días después se tornaría en la consigna central de los “defensores del gas”.

En Sorata -donde habían 3.000 viajeros bloqueados desde el 14 de septiembre- un “operativo


rescate” comandado por Sánchez Berzaín, deja seis muertos, enlutando nuevamente al país. Las
escaramuzas se esparcen hacia Ilabaya y Warisata, donde mueren otros indígenas. Por esto, ahora,
los aymaras exigen la renuncia del ministro Sánchez Berzaín, rechazan al diálogo con el gobierno e
intensifican las movilizaciones. La periodista Claudia Espinoza describe la táctica indígena
empleada por esos días: “Se declara y se ingresa al ‘plan añutaya’. En español quiere decir ‘plan
zorrino’, ese animal que sale a rondar por las noches y al amanecer se esconde. Por las ondas
radiales, la provincia entera sabe cuál es la estrategia para sortear a las tropas militares, apostados
en diferentes puntos de los caminos... los comunarios suben a los cerros, controlan lo que llaman
los cuarteles de Kalachaca y Rojorojones y protegen los territorios... ‘Todas las patas de la
movilización están firmes’, comenta un dirigente en un punto de bloqueo al enterarse de las
noticias que llegan a través de la radio que lleva colgada en el cuello. El aparato no falta en los
bloqueos, sin la radio, quizá, el añutaya no sería posible” (Pulso, 26, IX, 2003).

Simultáneamente, en Huanuni se celebra el Ampliado Nacional de la COB (26, IX, 2003) que
resuelve preparar la huelga general indefinida y bloqueo de caminos para el día 29 de septiembre,
y, además de la renuncia de Sánchez Berzaín, exige la cabeza del Goni. Este ampliado, que
inicialmente estaba programado para el día 6 de octubre de 2003, se precipita por los sucesos de
Warisata. Por esto, surgen algunas discrepancias entre dirigentes y sindicatos afiliados a la COB.
Así, por ejemplo, los campesinos de los Yungas dicen que no acatarán a la COB por haber entrado
en un plan aventurero y que esperarán las decisiones que tome la CSUTCB. La Coordinadora del
Gas y el MAS tampoco apoyan. Estas divergencias hacen tambalear a la COB que no encuentra
respaldo inmediato. Los periódicos titulan: “Paro de la COB fue un fracaso rotundo, porque todos
trabajan” (La Patria, 30, IX, 2003). “Paro Nacional de la COB, entre el éxito y el fracaso” (La Voz, 30,
IX,2003).

Pero esta situación que pronosticaba un posible fracaso no durará mucho, porque varias
organizaciones en forma paulatinamente deciden ingresar en la dinámica de las protestas alteñas.
Evo Morales anuncia que el bloqueo de caminos podría empezar el 10 de octubre, cuando se
celebre el ampliado de las seis federaciones del trópico cochabambino. Por su parte, Román
Loayza, ejecutivo de la CSUTCB, confirma el inicio de bloqueo de caminos en todo el país para el 6
de octubre.

Esos son los antecedentes directos que desembocaron en la “guerra del gas” de octubre de
2003, que alcanza su mayor esplendor entre el 8 y 17 de octubre 2003, logrando la caída
del gobierno más neoliberal y sanguinario del país: el gonismo.
LA GUERRA DEL AGUA EN COCHABAMBA

SALMO PLUVIAL

Con la privatización del agua en Cochabamba, se desató en Bolivia la Guerra del Agua. Las
poblaciones indígenas y campesinas sufrieron el golpe asfixiante de las multinacionales que
agregaron elevados costos al consumo del agua, hasta el punto en el que la recogida de la lluvia fue
un acto ilegal. En pocas palabras se erradicó el derecho al agua.

El fenómeno que vivió en 1999 fue la cúspide del abandono sufrido por el estado corrupto. Este se
benefició del Consenso de Washington y las maquinaciones a cuarto cerrado que los políticos
hicieron con los diligentes del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional: los mismos
grupos financieros que propiciarían la crisis económica mundial en el 2008.

LA LLEGADA DEL NEOLIBERALISMO A BOLIVIA

El contexto general de Bolivia fue delicado a comienzos de los años noventa. La década de los
ochenta había generado en la región difíciles cambios estructurales, primariamente por la crisis de
la deuda latinoamericana, donde la deuda externa excedió el poder adquisitivo de la región.

El Banco Mundial junto con el Fondo Monetario Internacional intercedieron en las repúblicas para
implementar el modelo neoliberal. En Bolivia llegaron criterios de mercado para introducirse en el
manejo de recursos hídricos, esto quiere decir que en todos los proyectos relacionados con
distribución de agua, se permitía la entrada de capitales privados de los grandes magnates
internacionales. El nacimiento del Viceministro de Saneamiento Básico fue la prueba de ello, el
primer objetivo de esta institución era crear proyectos para la sociedad con capitales neoliberales.

La creación de SEMAPA (Servicio municipal de agua potable y alcantarillado) fue la organización


regulatoria que nació del Viceministro mencionado. SEMAPA buscó resorber los problemas
hídricos de la región cochabambina o eso fue lo que dijeron en un inicio

COCHABAMBA, LA REGIÓN SIN AGUA

La ciudad de Cochabamba contaba a inicios del siglo XXI con 700.000 personas. Solamente la
mitad de ellas tenía servicio de agua, esto era debido a que nunca se realizó un megaproyecto para
distribuir el agua. Muchos políticos para convertirse en alcaldes de la ciudad boliviana pregonaban
en sus agendas resolver esta problemática, pero sólo lo hacían para llegar al poder y allá se
olvidaban de sus deberes sociales y se dedicaban a la corrupción.
Las personas que no contaban con servicio directo de agua la consumían de “los carros cisterna”,
vehículos que llevaban el agua a los barrios marginales a módicos precios. Las asociaciones
sindicales fueron capaces de ayudar gran parte de la sociedad en su derecho básico.
La mencionada SEMAPA por fin empezó a desarrollar el megaproyecto de trasvase hídrico que
medía 19 km de largo y 115 metros de altura. El contrato fue firmado directamente por el
expresidente de Bolivia, Hugo Banzer, el cual lo adjudicó a una recién creada empresa llamada
Aguas de Tunarí (consorcio empresarial con capitales de la gran firma capitalista Bechtel).

LA GUERRA DEL AGUA

La ley 2029 ratificaba el contrato con Aguas de Tunarí y ella permitía que la empresa cobrara
grandes tarifas a los cochabambinos por su derecho al agua. Los precios eran irrisorios, tanto que
la misma población tuvo que sacar a sus hijos del colegio para pagar las facturas.

Ni siquiera habían empezado el megaproyecto, por eso una gran movilización empezó en el año
2000. Su meta: desbaratar la perversa ley donde los bolivianos perdían su derecho a una vida
digna.

Recordemos que la ley no clasificaba a los bolivianos según sus necesidades: no habían tarifas
diferenciadas para el campesino que tenía que irrigar el suelo, para el rico citadino o el marginado
indígena que vivía en la ciudad.

Las grandes marchas y la utilización de los medios de comunicación sirvieron para unir toda la
población en contra de ese consorcio que les cobraba hasta el agua lluvia. Omar Hernandez,
dirigente de la Federación Departamental Cochabambina de Regantes (FEDECOR) organizó a los
campesinos y a todos los inconformes en la famosa y siempre célebre Coordinadora para la
defensa del agua y de la vida.

La organización de la protesta masiva sirvió en gran parte para mostrar las irregularidades en las
excavaciones de Aguas de Tunarí, vieron que no era nada rentable para la población pues esa
empresa no conocía nada referente a las dificultades de la sociedad. Al inicio los acercamientos
pasivos no sirvieron para nada, pues el gobierno no daba paso atrás, con el tiempo todo cambió.

LA VICTORIA DEL PUEBLO BOLIVIANO

El dirigente de los cultivadores de coca, Evo Morales (actual presidente de Bolivia), fue una de las
principales cabezas en este proceso contra el gobierno. Las grandes manifestaciones trajeron una
cantidad de protestantes detenidos y heridos, además el estudiante Víctor Hugo Daza murió por el
disparo de un oficial del ejército.

Fue cuestión de tiempo para que se cayera ese proyecto y el agua volviera a ser un servicio sin
intermediaciones capitalistas. La empresa Bechtel demandaría en el 2001 al estado boliviano al
ver que caía su negocio, pero con el descontento mundial por este acto tenían que retirar la
absurda demanda. El pueblo cochabambino actualmente sigue esperando una solución para el
problema del agua.

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