Parcial domiciliario
Fiorella Walker
05/08/2019
1
Introducción:
2
Desarrollo:
Desde ésta teoría, autores como los que se mencionan a continuación con sus
respectivos textos, han puesto en práctica su participación activa como lectores de la
obra perteneciente al escritor Roberto Arlt denominada El juguete rabioso, y dieron sus
respuestas tal como lo requiere la estética de la recepción. Ellos son: Viñas, David
(1964). “El escritor vacilante”, Piglia, Ricardo (1973). “Roberto Artl: una crítica de la
economía literaria”, Pauls, Alan (1986), “Arlt: la máquina literaria” Capdevilla, Analía
(1999). “Arlt: la ciudad expresionista”. Cada uno de los autores mencionados toma un
punto de partida en el cual se posiciona para realizar una crítica, enfatizando según los
aspectos que consideren relevantes.
En el texto de David Viñas, encontramos una disyuntiva entre estar abajo o estar
arriba (escala social) y cómo ascender. Dentro de esta, se encuentra como alternativa,
“ser escritor”. Y de aquí un nuevo dilema en identificarse como un tipo de escritor
determinado; decisión importante para Arlt, ya que pertenecer a una clase u otra puede
significar crucial en su carrera de escritor.
“El espacio literario inicial permanece abierto: arriba se sitúa la mirada de los
humilladores, allí residen los académicos, los que dominan las inflexiones y los
adverbios, la literatura oficial, los propietarios de la castieidad y las buenas
conciencias; frete a ellos, debajo de su mirada, el escritor humillado, el
novelista y dramaturgo porteño al margen del tú, el “vosotros teneis” y el
diccionario pugna por salir de su encogimiento hinchándose con un lenguaje
sendocastizado.” (pág. 71)
3
lugar donde creció, sino representar al barrio de Boedo, significa instalarse en una
ideología, tener determinadas convicciones, y diferir rotundamente de quienes los
miran desde arriba.:“Boedo, donde el populismo intenta teorizar sus instituciones”
(Viñas, 1964, pp.45)
Este autor enfatiza en la escritura de Arlt en un sentido particular que rompe con
las concepciones tradicionales que relacionan la escritura y la literatura con una clase
social determinada, ligada al trabajo improductivo, y los momentos de ocio; para
concebirla como mercancía utilizada como medio de subsistencia. Esta concepción de
escritura que no se remite a aspectos estéticos, ni al estilo, y mucho menos en analizar
en qué movimientos literarios se circunscriben, es el punto de partida de Piglia para
evidenciar estas particularidades influyentes en la obra de Roberto Arlt.
Las palabras de Arlt, ponen en claro la importancia del interés que debe
despertar la escritura para los lectores y éste remunere a cambio: “Escribir es contraer
cierta deuda, crédito que debe ser reconocido en el mercado. "Ganarse la vida
escribiendo es penoso y rudo" porque hay que lograr que el lector pague con dinero el
interés. (Piglia, 1973, pp.5)
Mediante estas apreciaciones y a partir del desarrollo del texto, vemos como las
producciones literarias conforman un mercado, donde los lectores se convierten en
clientes que consumen, y los autores producen sus obras literarias dependiendo de las
4
demandas: “La demanda financia le escritura y la dirige: hace de ese compromiso, un
destino.” (Piglia, 1973, pp.2)
La escritura de Arlt va a demostrar que la lectura, incluso la literatura está
financiada por el consumo y por ende, el dinero, que se encuentra bajo el dominio de
unos pocos que lo poseen y que también determinan su apropiación y circulación. Esta
expresión se sintetiza en la siguiente cita:
Así, en Arlt, el dinero que aparece como garantía, que hace posible la
apropiación y el acceso a la literatura, es a la vez, el resultado que decide y
legitima su valor. De este modo, al nombrar lo que todos ocultan, desmiente las
ilusiones de una ideología que enmascara y sublima en el mito de la riqueza
espiritual la lógica implacable de la producción capitalista. (Piglia, 1973, pp. 3)
Astier bebe alquilar los libros para poder leer ("Por algunos centavos de interés
me alquilaba sus libracos Ese préstamo se paga el interés por la literatura:
financiada, alquilada, la lectura nunca es gratuita. Al mismo tiempo, el dinero
no alcanza para tenerlos textos, se costea con él cierto tiempo de lectura. Esta
posesión, provisoria, es un simulacro de la propiedad ("Observando Que le
llevaba un libro me gritaba a modo de advertencia: 'Cuidarlo niño que dinero
cuesta'", (Piglia, 1973, pp. 6)
Para concluir con el posicionamiento de este autor, cabe aclarar que si bien la
crítica radica en la escritura de Roberto Arlt influenciada por la necesidad material y la
rapidez de la demanda, se puede apreciar como el autor a través de Arlt desenmascara
un negocio regido por intereses, consumo y dinero que se encuentra detrás de toda
escritura, evidencia la desigualdad, la exclusión, las calificaciones en este caso
negativas atribuidas a este autor por no pertenecer a clase que conforma la ideología
dominante. Piglia concluye:
5
decir de la sintaxis". La insistencia sobre las faltas de Arlt no son otra cosa que
las marcas de un descredito: manejar mal la ortografía, la sintaxis es de hecho
una señal de clase. Se usan mal los códigos de posesión de una lengua: los
errores son —otra vez— el lapsus, se pierden los títulos de propiedad y se deja
ver una condición social.” (Piglia, 1973, pp. 4)
“Pero las máquinas son, además, una materia del lenguaje que produce
metáforas, toda una retórica técnica que infiltra y contamina los
procedimientos narrativos y las apuestas estilísticas” (Pauls 1886, pp.
311)
Luego de esta aclaración, la crítica de Alan Pauls recae sobre la figura del autor
de Roberto Arlt y lo caracteriza como escritor bricoleur, describiéndolo de la siguiente
manera:
6
Arlt, calificado como autor bienintencionado, tildado de escribir mal, encuentra
una defensa en las palabras de Alan Pauls que ataca el estándar de la lengua y literatura
legítima, describiendo de la siguiente manera la lengua que utiliza Arlt.
La autora Analía Capdevilla, guarda relación con el último autor trabajado, Alan Pauls,
ya que también apunta a la figura del autor, pero en este caso, Capdevilla cita al
ensayista Cesar Aira quien considera a Arlt como un escritor expresionista. Esta
afirmación parte de que para este último, la figura de Arlt no se trataba simplemente de
la adhesión a un movimiento importante perteneciente a las vanguardias europeas, sino
que encontraba en ese autor un mundo interior en el que habitaban contingencias y
alteraciones, una visión interior en la que todas las explicaciones atribuidas eran válidas.
Para tener en claro lo que se refiere al expresionismo, incluimos la siguiente cita que lo
explica sintéticamente:
En Arlt podemos encontrar esta cuestión como una suerte de realismo visionario,
condicionado y limitado por la lógica que refleja la materialidad del mundo. Desde la
7
perspectiva de los expresionistas, la visión que se pueda tener independientemente de lo
formal del mundo la llaman “ojo de espíritu” y se trata de una visión ligada a una
proyección que ya no reproduce lo que se ve a distancia, sino que se rige un nuevo
mundo a partir de lo que obtuvieron en esa visión.
Otra de las cuestiones por la que consideran a Arlt como expresionista radica en la
hipótesis que el autor argentino no solo representa a la modernidad desde la perspectiva
del expresionismo, sino que lo hace a partir de su experiencia.
Para concluir, hemos encontrado similitudes entre los autores David Viñas y Ricardo
Piglia, quienes apuntan a una crítica enfocada en la ideología del autor, lo que repercute en
cuestiones políticas, sociales y culturales que conforman su entorno y, que a diferencia de las
críticas que obtuvo Roberto Arlt, por estas mismas causas, críticas sumamente despectivas que
ponían en duda la riqueza de sus obras, los autores mencionados, le atribuyeron un sentido
diferente y enfatizaron en otros aspectos que no necesariamente desmerecen el trabajo del autor,
sino que evidencian el mercado que es literatura y las dificultades para acceder.
Por otra parte, el foco puesto en la figura del autor por el crítico Alan Pauls,
caracterizándolo como un escritor bricoleur, difiere al autor expresionista como lo cataloga
Alalía Capdevilla. Estas similitudes y diferenciaciones se pueden llevar a cabo, por el nuevo
8
sentido que le atribuye cada lector, en este caso crítico, a la obra literaria, tal como lo requiere la
teoría de la recepción.
Bibliografía
9
Capdevilla, Analía (1999). “Arlt: la ciudad expresionista”. En Boletín/7 del Centro de
Estudios de Teoría y Crítica Literaria, Rosario, octubre de 1999.
Jauss, Hans R. (1980) “Estética de la recepción y comunicación literaria”
Pauls, Alan “Arlt: la máquina literaria” (1986). En Montaldo, Graciela (dir.). Yrigoyen
entre Borges y Arlt (1916-1930). Buenos Aires: Contrapunto.
Piglia, Ricardo (1973). “Roberto Artl: una crítica de la economía literaria”. En Los
libros, Nro. 29, marzo-abril de 1973.
Viñas, David (1964). “El escritor vacilante”. En Literatura argentina y realidad
política. De Sarmiento a Cortázar. Buenos Aires: Siglo XXI.
10