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Talita Cumi: en esta vida o en la eternidad

La mañana del viernes 7 de diciembre estuve


con Gelin Giselly en la celebración de sus 15
años…fue hermoso. La celebración fue
animada por sus pequeños amigos y vecinos
de piso, niños internos del Hospital María en
Tegucigalpa. Algunos de los padres también
estuvieron presentes.

La quinceañera y sus invitados son pacientes


en tratamiento por Insuficiencia Renal
Terminal.

En medio de la ceremonia y al momento de


compartir la reflexión, no estaba seguro si
podría completarla sin desmoronarme, iniciar
ya sería un logro. Fui invitado por un loable grupo de estudiantes voluntarios que organizaron
la fiesta. Los rostros de los pequeños invitados muestran la debilidad por los tratamientos.
Varios llegan en silla de ruedas y todos tienen conectado a sus cuerpos el catéter necesario
para las hemodiálisis; el escenario para ellos es familiar y cotidiano, aunque por su dieta
ninguno podría degustar del pastel y otros bocadillos.

Hablé a ellos la historia de Jesús cuando resucitó a la hija de Jairo. Les conté que Jesús habló
a la niña y usó dos palabras en arameo: ”Talita” “Cumi” que traducido es “Muchachita”
“Levántate”. Les dije a los niños y particularmente a Gelin, que sólo después de escuchar
la voz de Jesús, aquella niña se levantó y volvió a la vida dulcemente sorprendida al
imperativo llamado del Cristo.

Luego hice un poco de silencio. Le pedí a Gelin que por favor me mirara a los ojos; -tuve
que pedírselo amablemente un par de veces-. Cuando finalmente me miró, le dije lo
siguiente: ”Por la fe, algún día, sea en esta vida o en la eternidad, recibirás el dulce
llamado de Jesús que abrirá tus ojos diciéndote: “Talita” “Cumi” , “Muchachita”
“Levántate”. Luego repetí con firmeza las mismas palabras a todos los niños allí presentes
e hice que repitieran algunas veces las dos palabras en arameo.

Jamás me sentí tan fuerte y convencido como predicador de hablar una verdad tan real como
en ese momento. Estaba predicando a niños de los cuales es el Reino de los Cielos y ese día
les animé a ser creyentes de Jesús y a guardar la esperanza en Él, aun más allá de lo que
vemos o esperamos en esta vida terrenal. Finalmente, esa tarde todos en la sala oramos
afirmando nuestra fe en Jesús.

Luego personalmente reflexioné que si Dios no les levanta de sus camas en esta vida, al
partir de este mundo y abran los ojos en la eternidad, esos niños de Dios lo primero que
verán será el rostro de Jesús sonriendo y recibiéndoles con manos extendidas; imagino
correrán y jugaran libremente en otro tiempo y otro lugar donde no hay lagrimas, ni llanto
ni dolor, en el Reino que Jesús esta preparando como morada para nosotros que antes
fuimos distantes en rebelión activa o indiferencia pasiva y que ahora somos coherederos y
amigos reconciliados por su Gracia en la fe de Su Nombre.

Recordé que en esta época de Navidad, compartir la Esperanza del Evangelio de Jesús, es
el mejor mensaje y regalo que podemos hacer como hijos de Dios.

Recordé que siempre "hay alguien, en algún lugar y en cierto momento que necesita saber
esta verdad de Dios en su vida" - Gelin y esos hermosos niños lo supieron ese día.

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