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EL PÉNDULO INTERDISCIPLINARIO, ARQUEOLOGÍA, ETNOHISTORIA Y ANEXA

Yerris Torrejano Domínguez

2013140109

Comenzare diciendo que la antropología juega un papel grande en la historia gracias que a
su gran visión interdisciplinaria de ella podemos conocer parte de la historia que
conocemos hoy en día, la etnohistoria, la arqueología y otras disciplinas de esta área han
podido analizar y han podido descifrar rasgos del pasado para poder entender como fueron
los hechos socioculturales de dicha época estudiada. Por consiguiente en el siguiente texto
de Brigitte Boehm, en donde tratare de presentan tres estudios en los que dicen de las
mutuas interrelaciones entre etnohistoria, arqueología y geografía histórica, el primero las
obras hidráulicas prehispánicas en la cuenca de México.

En el estudio de las obras hidráulicas jugaron un papel muy importante la etnohistoria y la


arqueología, la etnohistoria ya que ellos eran los encargados de buscar en el archivo y
revisar en textos documentado cierto tiempo atrás donde se citaba donde se encontraban
estos hallazgos y que los arqueólogos en ese momento fueran hacer su trabajo en campo No
obstante, la detección etnohistórica de algún elemento hidráulico solía redimensionarse en
la confrontación arqueológica, ya fuera por su magnitud, sus particularidades ingenieriles o
por su vinculación con otros elementos no señalados en la fuente documental. Por otra
parte, un elemento observado en el campo podía encontrar o no una consideración escrita
paralela, poniendo en duda la interpretación etnohistórica hasta ese momento generada. El
fenómeno sociocultural abordado fue la obra ingenieril hidráulica, el esfuerzo interpretativo
mayor su descripción y explicación tecnológica; no obstante, la lectura entre líneas
descubre siempre la preocupación por los aspectos socioeconómicos y políticos intrínsecos
(que arrancan con el papel diagnóstico del sistema en cuanto a sus implicaciones militares,
puesto de relieve en el primer grupo de fuentes elegidas, a saber, los escritos de algunos
conquistadores), que se ilustra en el.
El segundo de quien hablare será La formación del estado en el México prehispánico.
En este punto el arqueólogo juega a descifrar un rompecabezas ya que busca la manera de
que las fichas en este caso los objetos encontrados encajen en las bases teoricas en las que
se afianzan por el etnohistoria dores por consiguiente hubo que rastrear en su ubicación en
la geografía, en primer lugar, el posible vínculo directo entre el poblado y el
aprovechamiento de algún recurso; en segundo lugar, hubo que explorar toda la gama de
vínculos indirectos, que sólo se manifestaría mediante el análisis del conjunto de poblados
y de sus interrelaciones en cada periodo Las concomitantes culturales son múltiples y
variadas; para este trabajo fue necesario ordenar algunas, a fin de incorporar su potencial
interpretativo: la reconversión del paisaje por obra de la actividad humana y sus nuevos
significados; el surgimiento de cotos de poder en el propio paisaje y los símbolos que
demarcaban los territorios; la detección de símbolos cuyo manejo implicara inclusión y
exclusión social y relativos a la división del trabajo, a saber, vinculados a la paulatina
conformación de especialistas en el trabajo intelectual, por un lado, en las diversas
especialidades del trabajo manual y la circulación de bienes, por el otro. Pronto se hizo
evidente que había que buscar fuera de la cuenca de México los fenómenos que daban
sentido a lo que podía haber sucedido dentro de ella; comenzando con el panorama más
remoto en el tiempo, en términos generales, el armado que podía resultar a partir de la
evidencia arqueológica en el rastreo de la historia de la construcción de la obra hidráulica
en la cuenca de México mostraba un panorama muy diferente al que proporcionaban las
piezas del rompecabezas etnohistórico.
Y por ultimo hablare de la transformación cultural de un paisaje palustre.
El tercer caso ilustrativo de la metodología que combina arqueología y etnohistoria se aleja
en el tiempo y el espacio de la problemática inserta en los estudios sobre la sociedad
prehispánica del altiplano central de México. Se ubica en la cuenca media del río Lerma-
Santiago, allí donde de manera natural se configura el gran vaso regulador lacustre de
Chapala. A principios del siglo XX el empresario tapatío Manuel Cuesta Gallardo, en
coordinación con los hacendados de Guaracha, Buenavista y San Simón y con el
beneplácito del presidente Porfirio Díaz, mandó construir el dique que separó esta parte
azolvada conocida como ciénega de Chapala del lago del mismo apellido, desecando,
abriendo y reservándose para la agricultura unas cincuenta mil hectáreas de tierra de
enorme potencial productivo.27 Fue hasta la década de los treinta del mismo siglo que se
instaló la planta de bombeo de La Palma –allí donde el bordo arranca para dirigirse a través
de Maltaraña (en la desembocadura del Lerma) hasta Jamay– para desaguar los sobrantes
de la Ciénega al lago, y que el gobernador y después presidente Lázaro Cárdenas ordenó la
expropiación de las haciendas y la dotación de ejidos a sus peones y a ex comuneros
indígenas, cuyas tierras habían caído bajo el dominio de aquellas y de rancheros y
arrendatarios de la región.
la etnohistoria de la región pretendió de manera similar el acercamiento a los procesos
socioculturales desatados con la construcción del dique de Cuesta Gallardo, con el intento
de encontrar las relaciones cambiantes entre viejos y nuevos actores sociales generadas por
el uso de los recursos en una geografía transformada mediante el artificio. Diversos
documentos permitieron perfilar las unidades operantes anteriores a la desecación e
interactuar durante el siglo XIX, notablemente a las haciendas, a los pueblos, villas o
ciudades y a las comunidades de indígenas. Un tipo particular de documento, los libros de
protocolos de los escribanos públicos o notarios, dio pie a identificar a los personajes que
intermediaban entre cada una de ellas, así como a los demás actores que intervenían en
contratos, escrituras de propiedad, nombramiento de apoderados y testamentos.31 A través
de estos protocolos se filtró la noticia de la suerte que corrieron las comunidades de
indígenas32 a raíz de la promulgación de las leyes de desamortización de las corporaciones
civiles y eclesiásticas ocurrida en la segunda mitad del siglo XIX, que forma parte del
conjunto de disposiciones conocidas como leyes de reforma.
La precisión de fechas es problemática en la arqueología, aunque crecientemente facilitada
por métodos estratigráficos y de análisis geofísico y bioquímico de los materiales. Para
cumplir con sus objetivos: registrar patrones repetitivos de conducta en las distribuciones
de artefactos, construcciones y sitios, reconstruir actividades y relaciones entre los grupos
sociales, observar la sucesión de sociedades de distinta complejidad a través del tiempo,
proponer esquemas de cambio y tratar de
explicar los factores que intervinieron en esas transformaciones y las causas que los
provocaron (Manzanilla 1995:493), además de cavar pozos a profundidad, ha de
inspeccionar los contextos, a saber, los espacios en los que repetida y relacionada mente se
insertan los sistemas de
comportamiento deducibles de las huellas materiales que dejaron. En otras palabras: al
carecer de testimonios orales o escritos, los materiales particulares carecen de sentido si no
pueden ser insertos en secuencias generales de evolución y en panoramas amplios de
composición sociocultural y alcance territorial. Uno de estos panoramas resulta de la
reconstrucción del paisaje cultural creado por las obras hidráulicas prehispánicas en el valle
de México lograda por Palerm apoyado en documentación histórica. Paulatina mente la
arqueología tiende a confirmar y detallar algunos hechos allí detectados.38 En el segundo
caso reseñado, la descripción de los procesos sociales de configuración económica y
política que hicieron posible la construcción de esas mismas obras, así como la
concomitante concentración del poder que permitió su control, requirió de una cuidadosa
interpretación de las fuentes documentales, cuyo análisis interno arrojaba un aparente
agregado de historias parciales y lineales desconectadas. La solución a esta contradicción
en los sucesos reportados en cada crónica sólo se lograría mediante su contextualización, a
saber, al situarlos en los panoramas brindados por la arqueología, por un lado,
analizándolos en su conjunto, por el otro. Los mexicas aparecieron, entonces, insertos en
procesos de urbanización y de desarrollo agrícola; en el tiempo largo su actuación
acompañó la formación de varios centros de poder en y alrededor de la cuenca de México,
transformando su composición como actores sociales, hasta que, finalmente, su distribución
geográfica y su peso como constructores y conocedores del medio lacustre, así como
militares, los colocó en posición estratégica para que Tenochtitlán pudiera encabezar el
Estado imperial encontrado por los conquistadores. Las formas culturales contrastantes de
aprovechamiento de los recursos salen a relucir en la reconstrucción del paisaje palustre de
la Ciénega de Chapala y en la de su desecación. En este caso se encuentra una similitud con
el trabajo sobre las obras hidráulicas en los lagos de la cuenca de México, en el sentido de
que la documentación histórica aporta los datos que hacen factible el esbozo de la
panorámica y de su transformación en el tiempo. En los tres trabajos sale a relucir la
necesidad de incorporar en el análisis la dimensión espacial. De manera semejante ambas
disciplinas, la arqueología y la etnohistoria, han de colocar sus piezas en la geografía del
paisaje, a fin de detectar los sistemas de interrelaciones de la gente estudiada, cuando estaba
viva. Definitivamente, para la construcción de conocimiento válido, la interdisciplina.

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