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Grupo “A”

Concepciones filosóficas
del hombre en la edad
antigua
Universidad Nacional de Cajamarca
EAP Ingeniería de Sistemas

Docente: Dra. Doris Castañeda Abanto

Integrantes:
Arce Cotrina, Dante Hans
Castrejón Cabrera, Luis Alexander
Cruzado Huamán, Jherson Jhonatan
Huamán Fernández, Erick A.
Lluen Portal, Jhonatan
1) INTRODUCCIÓN.

La concepción del hombre ha ido cambiando con el pasar del tiempo, ha sido muy controversial.
Estimado lector, empiece por plantearse las siguientes preguntas: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es
su esencia? ¿Qué propósito tiene en el universo? ¿De dónde viene? ¿Hacia dónde va?

Estas preguntas pueden ser complicadas de responder ya que la gran mayoría no se las ha
planteado. Podemos pasar mucho tiempo tratando de respondernos y no llegar a una conclusión,
pero aún así nos planteamos ciertas hipótesis que pueden ser verdaderas. Muchas personas
viven sin reflexionar sobre lo que hacen, o sobre su propósito, ellas están viviendo de acuerdo
con los modelos de la sociedad y lo que esta impone. Se puede decir que este tipo de gente actúa
de forma pasiva y son susceptibles a la manipulación.

Regresando a las preguntas planteadas, uno se puede poner a pensar en cuál es su propósito
aquí, ya que un porcentaje elevado de personas vive sin uno. El vivir con un propósito nos va a
ayudar a desarrollarnos como humanos, le da sentido a nuestra vida, una razón para vivir.

Para hablar sobre el origen del hombre podemos mencionar muchas teorías, cada cultura en la
historia ha tenido su explicación para ello; esas culturas lo explicaban a través de mitos o
leyendas que a día de hoy ya no son muy convincentes. Desde una perspectiva religiosa se ha
planteado que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, esto es aceptado por todas
las religiones existentes, pero según la ciencia el hombre es el producto de un proceso de
evolución que tardó millones de años; esto es explicado por Charles Darwin en su famoso libro
“El origen de las especies” publicado el 24 de noviembre de 1859, donde nos dice que los seres
vivos mas fuertes evolucionan por medio de una selección natural. Esta teoría es muy aceptada
por la comunidad científica.

Si nos preguntamos por el “destino” del hombre, nos encontramos con diversas posturas, entre
ellas la religiosa que plantea que Dios ha preparado un lugar muy hermoso y perfecto para los
hombres que hayan tenido una vida ordenada; este es denominado “paraíso” del cual no
tenemos mucha información. Esta postura solo se basa en la Biblia y es ante todo un acto de fe.
También están las teorías científicas que nos dicen que la muerte es el fin, que no hay vida
después de ella; pero la comunidad científica ha estado buscando la vida después de la muerte
por mucho tiempo sin obtener resultados convincentes, ya que simular la muerte es algo muy
complicado. También están los relatos de personas que murieron, pero volvieron a la vida, ellas
dicen haberse encontrado con Dios y que este les mostró el infierno y el paraíso, luego les dijo
que volvieran a la Tierra a predicar su palabra. La verdadera pregunta es: ¿hay otra vida después
de la muerte? Esta interrogante nos da mucho de qué reflexionar y hasta ahora no se tiene una
respuesta suficientemente convincente.

La esencia del hombre ha sido estudiada por muchos filósofos de la antigüedad, uno planteaba
un argumento, otro refutaba y un tercero recogía lo mejor de cada postura y las sintetizaba; esto
es lo que Hegel llama evolución dialéctica. Aquí mencionamos a la Ontología, que trata de dar
una explicación a cuál es la esencia del ser humano. Esta esencia es el alma, así plantean varios
filósofos de la antigüedad. Heráclito nos dice que todo fluye y nada es estático, entonces el alma
también cambia; pero Parménides dice: si todo cambia y el alma cambia entonces cuál es la
esencia del ser humano, él plantea que no necesariamente todo cambia, que solo cambia la
composición del ser pero que el alma es inmutable.

Todas estas cuestiones las discutiremos en el presente ensayo, el cual nos permitirá tener una
reflexión más profunda sobre el ser humano y su lugar en el universo. Esperamos que el tema
sea de su interés y que se emocione con cada cosa, quizás nueva para usted, de la que
hablaremos en las páginas siguientes.
2) DESARROLLO.
Antropocentrismo
El pensamiento renacentista aspira a un hombre nuevo, liberado de la ignorancia y la barbarie
con la que se identificaba a la época medieval. Para ello, la principal herramienta es la educación
y el desarrollo de la propia personalidad del individuo.
Frente al teocentrismo que caracterizó a la Edad Media, los pensadores de esta época se sitúan
en una perspectiva antropocentrista. El ser humano es la realidad a partir de la cual todo se
interpreta; es el centro del universo. Ese ser humano es libre y desde su libertad debe buscar su
dignidad. Por primera vez, el hombre se considera dueño de su propio destino y, libremente,
decide su conducta.
Este antropocentrismo se pone de manifiesto en el pensamiento político. Si la filosofía medieval
había propuesto modelos políticos que debían regirse por las leyes divinas, los pensadores
renacentistas proponen modelos políticos fundamentados en la naturaleza humana. Y esto lo
hacen desde dos perspectivas radicalmente distintas:

 Realismo político: defendido por Maquiavelo, afirma que el hombre tiende por
naturaleza a hacer el mal, a la crueldad y a la violencia.

 Utopismo: defendido por pensadores como Tomás Moro o Francis Bacon, afirma que
es posible diseñar y establecer una sociedad perfecta, igualitaria y en la que se respeten
todas las ideas.

La pregunta por el ser humano


Uno de los problemas fundamentales de la filosofía ha sido y sigue siendo el que podríamos
denominar “problema del hombre”. Consiste básicamente en establecer si el ser humano posee
alguna propiedad exclusiva que lo distinga del resto de especies animales y si cumple alguna
función especial en el mundo.

La preocupación por definir lo humano no es reciente, sino más antigua, y responde tanto a una
inquietud teórica como a una inquietud práctica y subjetiva. En último término, el deseo de
definir la naturaleza humana procede de una motivación profundamente personal: el deseo de
autoconocerse. Este deseo es el motor de cualquier reflexión acerca de la naturaleza humana.

El hombre como héroe

En el pensamiento griego primitivo, aquel que se inicia en el período arcaico pero algunos de
cuyos rasgos se extienden, si bien matizados y racionalizados, hasta el período clásico, la
pregunta por el ser del hombre no se encuentra formulada de manera directa, positiva, sino
como una contraposición de la intuición originaria acerca de lo divino. Así, hablar del ser del
hombre implica primero hablar de Dios o, más concretamente, de los Dioses y su relación con
los hombres.

El hombre en la mitología griega

El pensamiento filosófico surgió en Grecia en el siglo VI a. C. Hasta ese momento, todo se


explicaba por medio de mitos. Poetas como Homero o Hesíodo ofrecían en sus narraciones
una forma de comprender no solo la realidad física, sino también la naturaleza humana.
Mediante los mitos, los antiguos griegos se explicaban a sí mismos quiénes eran, cuáles eran
sus orígenes, quiénes eran sus antepasados y de qué forma condicionaban su presente, de
dónde procedían sus emociones, el porqué de sus actos, etc.

Los mitos no solo presentaban cómo eran las cosas, sino también cómo debían ser. Exponían
un modelo ideal, que para los griegos eran los dioses antropomorfos y los héroes.
Efectivamente, dioses y héroes eran un ejemplo de virtud (areté), que debía ser seguido por
todos los hombres. Éstos debían imitar a los dioses.

Sin embargo, no se consideraba al hombre totalmente libre, pues su vida se suponía


condicionada por la voluntad caprichosa de los dioses y por otros poderes que actúan desde
fuera de él y lo dominan.

Los dioses y los hombres

Una y la misma / la raza es de los hombres y los dioses; de una única madre recibimos / el
aura, ambos, vital. Mas nos distingue claramente el poder: nada es el hombre, pero el cielo
broncíneo / es la firme y eterna morada de los dioses. Y, con todo, / algo a los inmortales nos
acerca, la grandeza de espíritu, o la fuerza / de nuestro natural, aunque ignoramos el rumbo
que ha marcado a nuestra ruta, / día y noche, el Destino. Píndaro: Odas triunfales, Nemea VI

El mundo de los griegos es un mundo en el que coexisten, en una suerte de dialéctica natural,
los hombres y los dioses. Éstos, de nuevo en contraposición con los de otras religiones,
particularmente con el judaísmo y el cristianismo, no se encuentran fuera del mundo (recuérdese
la tradición judaica de la creación del mundo a partir del ‘recogimiento’ de la divinidad, o el
relato bíblico del génesis a partir de un acto deliberado de un Creador) sino inmersos en él,
hasta el punto de poder afirmar que, para los griegos, los dioses hacen parte integrante de la
naturaleza; de ahí que una de las corrientes hermenéuticas más frecuentes en relación con los
mitos griegos sea aquélla que les atribuye el carácter de discursos racionalizadores de la
experiencia cotidiana de la naturaleza y sus fenómenos.

El hombre en la filosofía griega

A partir del s. VI a.C., el modelo anterior comienza a resquebrajarse. Poco a poco, los
pensadores griegos comenzaron a dejar de utilizar el mito, para explicar al ser humano,
abandonando los modelos sobrenaturales.

El pensamiento griego, en general, pone el acento en dos aspectos del ser humano: su
racionalidad y su naturaleza política.

La figura del héroe

Eligen una sola cosa, por cima de cualquier otra, los mejores: la gloria imperecedera entre los
mortales. Los más, en cambio, se ceban como reces. Heráclito: Fragmento 95.

El animal racional

El hombre es un ser natural, por supuesto, pero diferente del resto de seres naturales, debido a
que:

a) Es un animal que posee racionalidad.


b) Dicha racionalidad le permite conocer y comprender no solo lo que lo rodea, sino la
propia naturaleza humana, a sí mismo y sus relaciones con los demás
c) Por ello, puede elegir cómo quiere vivir, qué valores y normas van a regir la
convivencia en la polis.

Para los griegos, el hombre está a medio camino entre los dioses y los animales. Tiene instintos
animales, pero su capacidad racional lo hace especial, convirtiéndolo en un ser moral y político.

El animal político

El hombre griego vivía estrechamente vinculado a su polis, hasta el punto de que se consideraba
que una persona no es nada fuera de su ciudad. Se consideraba ciudadano, antes que individuo,
y se sentía en la obligación de participar activamente en el funcionamiento de la polis.

Este fragmento, extraído de la Política de Aristóteles, expresa muy bien esta concepción del
hombre como animal político:

“Es evidente que la ciudad-Estado es una cosa natural y que el hombre es por naturaleza un
animal político (…) Y la razón por la que el hombre es un animal político en mayor grado que
cualquier abeja o cualquier animal gregario es algo evidente. La naturaleza, en efecto, no hace
nada sin un fin determinado, y el hombre es el único entre los animales que posee el don del
lenguaje. El lenguaje tiene el fin de indicar lo provechoso y lo nocivo, y, por consiguiente,
también lo justo y lo injusto, ya que el hombre es el único animal que puede percibir el bien y
el mal, lo justo y lo injusto, y es la comunidad y participación en estas cosas lo que forma una
familia y una ciudad-Estado”. Aristóteles, Política.

La naturaleza humana

Con respecto a la cuestión de la naturaleza humana, es decir, con respecto a la cuestión de qué
es lo que caracteriza o cuáles son los rasgos esenciales del ser humano, vamos a destacar algunas
posturas filosóficas que se dieron en el pensamiento griego, concretamente las de los filósofos
denominados sofistas y la de Sócrates.

Entre los primeros encontramos posturas que difieren entre sí:

 Protágoras: considera que la naturaleza humana se caracteriza por su agresividad,


aunque, al mismo tiempo, el hombre crea la cultura, la cual le lleva a desarrollar el
sentido de la justicia y la habilidad para la convivencia social.
 Hippias y Antifón: consideran que la naturaleza otorga a todos los individuos la
condición de libres e iguales. Si en la sociedad existen desigualdades, ello es debido a
las convenciones sociales.
 Calicles, Trasímaco y Critias: niegan que la naturaleza humana sea racional. El
hombre se rige por los instintos y por la ley del más fuerte. La naturaleza hace a los
seres humanos diferentes entre sí y, por tanto, no sería justo ni natural crear una sociedad
en la que todos los individuos fueran iguales.
 Frente a los sofistas, Sócrates considera que el hombre es su alma, dado que ésta es lo
que lo distingue de cualquier otra cosa. El alma es la razón, responsable tanto de nuestra
actividad pensante como moral. Sócrates muestra cierto desprecio hacia el cuerpo, que
no es más que un instrumento del alma. Para este pensador ateniense, alma y razón
tienen la capacidad de autodominio, y, gracias a ese autodominio, el ser humano puede
ser libre, dominando su parte animal. El autodominio y la libertad hacen que el hombre
se convierta en un ser autónomo. El hombre sabio -afirma Sócrates- es el que no necesita
nada, ya que le basta con la razón, para vivir feliz, y no depende de los instintos,
logrando eliminar todo aquello que es superfluo. Según Sócrates, la felicidad humana
no puede venir del exterior, sino de la armonía interior del alma que cada uno de
nosotros pueda alcanzar. El hombre puede ser feliz, independientemente de cuáles sean
las circunstancias que rodean su vida, ya que, si bien los demás pueden dañar sus
posesiones o su cuerpo, no pueden arruinar su armonía interior. El hombre es, pues, el
artífice de su propia felicidad o infelicidad.

El hombre como ciudadano

El mundo de los héroes no es el único marcado por la lucha por la supremacía. En realidad, es
ésta una característica de toda la Grecia antigua, cuyos pueblos presentan una cultura agonal
(de agón, enfrentamiento o lucha) de la confrontación, el honor y la vergüenza. La imagen
idílica del pueblo griego viviendo en paz y prosperidad, cultivando las artes y las ciencias,
tendría que ser matizada a partir del reconocimiento esencial de que el hombre griego estuvo
habituado a la guerra y fue particularmente belicoso.

De hecho, la Polis, una de las grandes invenciones griegas, fue ella misma producto de la guerra:
“Sus fundadores fueron guerreros, organizados en clanes y tribus, quienes, por ser una minoría
armada, erigieron fortalezas desde las cuales dominaban a los campesinos o emprendían
expediciones marítimas de saqueo” (Turner, p. 428).

Las ideas sobre el hombre en la Grecia antigua

Época clásica a partir de su mayor o menor nivel de beligerancia, pues ésta se mantuvo siempre.
Lo que sí se modifican son las formas que ella asume, así como la racionalización y
despersonalización de los mecanismos para ejercerla, todo ello en el marco de un nuevo sistema
territorial, la polis, y de un nuevo modelo de gobierno, la democracia, que llevarían a un cambio
en las condiciones de vida en la época, así como a una transformación en la concepción griega
sobre el hombre: surge entonces la noción del hombre como ciudadano.

¿Es el hombre un animal religioso?

Una última dimensión de lo humano que ha sido discutida dentro de la antropología es la


presencia de la religión. La cuestión se plantea de un modo más directo a partir de la aparición
del cristianismo, aunque ya antes encontramos reflexiones al respecto en autores presocráticos
como Jenófanes de Colofón o en sofistas como Protágoras. Dentro de la filosofía griega, no
podemos olvidar que su concepción de la religión era politeísta: cada cual podía rendir culto a
los dioses que considerase oportuno. Esto no implica que se pudiera ignorar o despreciar a los
dioses: una de las acusaciones más graves que se podía recibir era la de “impiedad”, motivo
por el cual fueron condenados filósofos como Anaxágoras o Sócrates. Esto nos da una idea de
la concepción griega del ser humano: de alguna forma ha de mantener algún tipo de relación
cordial con los dioses. Explícita o implícitamente, las mitologías de las diversas civilizaciones
y las religiones en su conjunto entienden que el hombre en un símbolo, y como tal está
incompleto sin su otra mitad, sin aquello que “representa” que sería en último término Dios.
La cuestión por dilucidar, por tanto, es si el ser humano tiende a adorar y crear dioses “por
naturaleza” o no.

Si para los griegos los dioses estaban presentes en su vida cotidiana, más aún se acentuará
esta idea durante la edad media. San Agustín comenzará sus Confesiones con una conocida
frase: “Tú nos hiciste para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”. Esta
concepción antropológica permanecerá vigente a lo largo de la edad media: si para los griegos
es inconcebible que los dioses no estén presentes en las actividades más cotidianas, en la gran
mayoría de las ciudades europeas de la edad media la vida giraba en torno a Dios. La
transición del politeísmo al monoteísmo no afecta en nada a esa necesidad antropológica de lo
divino, que hace imposible comprender al hombre clásico o al medieval sin alusión a un ser
superior.

El hombre como ser de razón

Uno debe filosofar o abandonar la vida e irse lejos de aquí. Aristóteles: Protréptico. La
expresión aristotélica según la cual el hombre es zóon logon ekhon, que hemos traducido como
“un ser vivo capaz de discurso”, también puede ser traducida -siendo esta versión la más citada
en la literatura- como “un ser vivo capaz de razón”. No se trata de una ambigüedad en la
traducción sino de la constatación de un supuesto fundamental en la concepción griega del
hombre: razón y palabra no se encuentran desligados; antes bien, son las dos caras de un mismo
fenómeno que permite la creación de la comunidad política, pero que presupone también el
pensamiento y el conocimiento. Y es en esta multiplicidad semántica, en la diversidad de sus
manifestaciones y en las distintas interpretaciones que de él se harán con posterioridad, en
donde radica la riqueza y complejidad del concepto de logos, el cual hace referencia a lo que
puede conocerse, pero también a lo que puede pensarse y a aquello sobre lo cual puede hablarse.
Además de la palabra, el pensamiento y el conocimiento serán las propiedades fundamentales
de la concepción griega del hombre como ser de razón.

El problema de las relaciones alma-cuerpo

Éste es uno de los problemas más importantes de la filosofía griega y de mayor repercusión en
la filosofía posterior. Querido lector, pregúntese lo siguiente: ¿qué es el alma?, ¿cómo se
relaciona con el cuerpo?, ¿qué es más importante: el alma o el cuerpo? Ahora trate de
reflexionar a partir de las interrogantes, luego continúe.

Entre los pensadores griegos encontramos ya las dos posturas filosóficas básicas con respecto
a estas cuestiones:
 DUALISMO ANTROPOLÓGICO: el hombre se compone de dos realidades
diferentes, el cuerpo y la mente. Estas dos realidades interactúan y producen todas las
actividades humanas.

 MONISMO ANTROPOLÓGICO -de tipo materialista-: el ser humano no es más que


cuerpo, única realidad cuyos procesos físico-químicos dan lugar a todas las actividades
que puede realizar aquel.

Uno de los máximos defensores de la postura dualista fue Platón, él dice:

El ser humano se compone de cuerpo y alma, pero el alma tiene absoluta prioridad sobre el
cuerpo, ya que es la parte más noble del ser humano, fuente de todo lo bueno, como el
conocimiento racional. El cuerpo es solo el recipiente material del alma, a la que arrastra con
sus pasiones, sus instintos animales y lo conduce a errores en el conocimiento. El alma humana
es eterna, inmortal. Su unión con el cuerpo es transitoria: cuando una persona muere, su alma
se desprende del cuerpo y accede a otra dimensión, en la que puede alcanzar el verdadero
conocimiento. No obstante, pasado un tiempo, el alma vuelve a reencarnarse en un cuerpo.

Para Platón, el alma posee tres partes. Cada una tiene una función diferente y, cuando realiza
dicha función de la mejor manera posible, alcanza su virtud moral correspondiente.

PARTES DEL ALMA VIRTUDES


Razón Sabiduría
Ánimo Valentía
Apetito Templanza
Virtud de conjunto: Justicia como armonía entre las tres partes del alma

Para que un ser humano logre ser justo –habiendo alcanzado entonces la virtud moral más
importante: la justicia-, es necesario que se dé en él un equilibrio entre las tres partes de su
alma; lo que equivale a decir que la parte racional de su alma se ha de imponer sobre la voluntad
y los instintos y éstos han de dejarse guiar por aquella.

Esta concepción de la naturaleza humana la expone Platón a través de un relato mítico que
aparece en uno de sus diálogos, el titulado Fedro.
3) CONCLUSIONES.

Como puede ver, estimado lector, existen muchas concepciones filosóficas del hombre, usted
puede o no estar de acuerdo con las argumentaciones, también puede hacer una crítica o
plantearse su propia concepción sobre el hombre.

Aparte de estas concepciones filosóficas, el ser humano también tuvo concepciones literarias,
artísticas y culturales. Cada uno de estos campos fueron dando posturas similares, además han
ido surgiendo múltiples expresiones que recogen aspectos únicos o peculiares de nuestra
naturaleza.

También, a modo de conclusión mencionamos una expresión propuesta por G. Sartori, que
mencionaba que el hombre es un “Homo videns”, esto porque hace alusión a un ser humano
dominado por los grandes medios de comunicación, capaces de mostrar la realidad a su
conveniencia. Para el “Homo videns” tan solo existe lo audiovisual, lo ícono, por lo que la
capacidad de razonamiento, crítica y reflexión se ve muy limitada.

Cabe destacar al alma y la capacidad para razonar como le esencia del ser humano, ya que eso
es lo que nos hace especiales y nos diferencia de los demás animales.

Los filósofos de la antigüedad nos han dado muy buenos argumentos sobre los cuales podemos
reflexionar. Pero, sobre todo, aplicando lo que dice Descartes, no olvide dudar, porque ninguna
verdad es absoluta y si usted jamás ha dudado, entonces no está viviendo realmente.

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