El dolor es "una respuesta multifacética ante una pérdida, en particular la de alguien o algo que ha fallecido y, por quién o lo que
se había creado un vínculo o afecto". Siendo una emoción común entre los humanos, el dolor también se manifiesta en otros
animales, lo que se conoce como aflicción animal. A finales del siglo XIX, investigaciones comenzaron a revelar muestras de
aflicción en chimpancés, junto con la conexión entre el dolor animal y humano. Sin embargo, no fue hasta hace mucho que esta
emoción se volvió el foco de la investigación. El científico Marc Bekoff ha dedicado su tiempo a la investigación de emociones
en animales, incluyendo la aflicción. En conjunto con otras investigaciones, los siguientes animales han sido vistos en estado de
decaimiento: lobos, chimpancés, urracas, elefantes, delfines, nutrias, gansos, leones marinos, y muchos más.
Muchos factores pueden influir en esta emoción y una de las cosas que hay que entender es el sufrimiento y las emociones en los
animales.
Índice
¿Qué es el sufrimiento en los animales?
Emociones en animales
Emociones primarias y secundarias
Primeros estudios sobre aflicción animal
Estudios recientes de aflicción animal por Marc Bekoff
¿Por cuánto tiempo sufren los animales?
Otras investigaciones sobre aflicción animal
Conclusiones
Referencias
La diferencia entre el sufrimiento de los seres humanos y el de los animales es la forma en que uno está dispuesto a soportar el
dolor para llevar una mejor vida. Rollin menciona un ejemplo de prolongación de vida. En este se estipula que el dueño puede
pensar que el dolor será un pequeño precio a pagar en comparación con la vida de su mascota1 , pero dado que un animal no
puede expresar su pesar o cuánto dolor puede estar sintiendo, estas emociones o decisiones son difíciles de considerar. En algunas
ocasiones, el dolor que se padece puede ser insoportable, al punto en el que los humanos toman la decisión o piensan en elegir la
muerte por sobre la continuidad de ese suplicio.1
Emociones en animales
Una pregunta frecuente es si los animales tienen emociones. Marc Bekoff define como emoción a aquello que ayuda al control y
gestión del comportamiento (Bekoff, 2000).2 Se sabe que los seres humanos tienen emociones y que estas son fundamentales e
importantes en nuestras vidas, sin embargo, es difícil determinar si esto es igual en los animales. Hay varias maneras en las que
uno puede darse cuenta de las emociones que experimenta un animal: por la forma en la que actúan u observan respecto de
alguien o algo.
Las emociones secundarias son parte de experiencias. Estas emociones tienen lugar en la corteza cerebral, puesto que requieren
de distintos y mayores nexos cerebrales. Las emociones secundarias permiten que uno (en este caso, el animal que sufre) cree la
conexión entre sentimientos y acciones.
William E. Ritter (1925) vincula la emoción animal y humana para proporcionar evidencia de que el humano desciende del reino
animal. Este menciona la teoría de James-Lange, la que estipula que "todas las etapas emocionales como la alegría, el dolor, el
miedo, la ira, los celos, el amor, se asocian a manifestaciones corporales más o menos peculiares".4 Ritter propone nueva
evidencia para esta teoría y menciona que ningún elemento de la lista anterior es exclusivo para los humanos y que la mayoría
son comunes en el mundo animal. Él sostiene que debido a que la conexión entre la emoción humana y la emoción animal es tan
fuerte, por consiguiente, los humanos son descendientes del reino animal.
Bekoff descubrió que las madres de los lobos marinos chillan angustiosamente cuando ven cómo sus bebés
son devorados por las orcas asesinas.5
Se observó que, incluso después de la muerte de sus crías, las madres de los delfines salvan a sus bebés y se
afligen al confirmar su muerte.5
Se han observado a elefantes "mirando a un bebé mortinato durante días con la cabeza y las orejas colgando".
Los elefantes huérfanos que han atestiguado cómo mataban a sus madres muestran evidencia de despertar con
alaridos.5
Una loba "olfateó [a su compañero muerto], luego se sentó y dio el aullido más conmovedor y desgarrador que
jamás haya escuchado". Después de que un miembro de la manada muere, los lobos dejan que sus colas y
cabezas cuelguen cabizbajas mientras caminan lentamente.2
Los chimpancés huérfanos pueden morir en un estado de duelo.2 Jane Goodall (1990) le hizo un seguimiento
a Flint, un chimpancé, durante unos días después de la muerte de Flo, amiga de Flint. Ella observó que Flint
"caminó a lo largo de una de las ramas, luego se detuvo y se quedó inmóvil, mirando un nido vacío". Flint había
estado letárgico, incluso rechazando la comida. Per Goodall indicó que Flint estaba "demacrado, con la mirada
hueca y totalmente deprimido".6
Se observaron a urracas entristecidas por la muerte de los suyos.7
Después de la muerte de uno de los gansos, Konrad Lorenz notó que otro ganso tenía sus "ojos hundidos
profundamente en sus cuencas y que este tenía una sensación de decaimiento general, literalmente dejando
que la cabeza le colgara".8
El ejemplo anterior demuestra que los animales pueden expresar dolor y que es posible para un individuo el identificarse con
eso.2 Bekoff menciona la experiencia de un ave que perdió a su compañera. El ave mostró muchos signos de depresión antes de
terminar muriendo a causa de un estado vegetativo similar al causante de la muerte de su compañera (Bekoff, 2010). Muchos
animales pueden expresar dolor cuando pierden a uno de los suyos.
Se muestra el caso de uno llamado Amos. El día antes de su muerte pasó el día en su nido y no se movió hasta que una hembra
chimpancé, Daisy, se le acercó (Safina, 2015).9 Cuando Amos murió, uno de los chimpancés más sociable que el resto (algo así
como un "rango más alto"), no quiso estar con el grupo durante semanas. Como se muestra aquí, también depende de quién
falleció y por cuánto tiempo un animal puede estar de duelo. Pero, a través del tiempo dedicado al duelo pueden aparecer muchos
signos de dolor y agonía en un animal por la pérdida de su compañero.
Otro ejemplo mencionado es el del perro de Tokio, Hachiko. En este caso, el perro no sufría por la muerte de otro animal, sino la
de su dueño. Se sabe que este perro fue todos los días por diez años a la estación de trenes donde su amo volvía a casa.
Conclusiones
A pesar de que el dolor en los animales puede parecer cuestionable, la evidencia demuestra que existe en demasía. Desde
chimpancés, nutrias y lobos marinos, los animales se afligen al igual que los humanos. Investigadores como Bekoff, Fashing,
Nguyen, entre otros, investigan cada día para ayudar a entender mejor cómo y por qué los animales sufren. Con un mayor grado
de conocimiento, los seres humanos pueden tener mejores lazos con los animales. Por ejemplo, los cuidadores de zoológicos
pueden estudiar los hábitos de duelo de los chimpancés y notar mejor cuando una madre chimpancé está de luto. Los cuidadores
pueden entonces ayudar a la madre a superar la situación y así llevar una vida sana y exitosa. Las investigaciones muestran la
tristeza en los animales y la comprensión puede ayudar a los seres humanos a formar conexiones más cercanas y saludables con
ellos.
Referencias
1. Rollin, Bernard E (2011). «Animal Pain: What It is and Why It Matters». The Journal of Ethics 15 (4): 425-437.
2. Bekoff, Marc (2010). The Emotional Lives of Animals: A Leading Scientist Explores Animal Joy, Sorrow, and
Empathy--and why They Matter (https://books.google.com/books/about/The_Emotional_Lives_of_Animals.html?id
=TIW2D7eR_Y8C) (en inglés). New World Library. ISBN 9781577313489.
3. Brown, Arthur E. (1879). «Grief in the Chimpanzee». The American Naturalist 13 (3): 173-175.
4. Ritter, William E. (1925). «The Emotions in Man and Animals». The Scientific Monthly 21 (2): 137-138.
5. «Animal Emotions: Exploring Passionate Natures | BioScience | Oxford Academic» (https://academic.oup.com/bio
science/article/50/10/861/233998). academic.oup.com (en inglés). Consultado el 2 de abril de 2018.
6. Goodall, Jane (2011). Through a Window: 30 years observing the Gombe chimpanzees (https://books.google.co
m/books/about/Through_A_Window.html?id=Gc59YpamCvgC) (en inglés). Orion. ISBN 9780297865360.
7. «Animal emotions, wild justice and why they matter: Grieving magpies, a pissy baboon, and empathic elephants -
ScienceDirect» (https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1755458609000541). sciencedirect.com (en
inglés). Consultado el 2 de abril de 2018.
8. Bekoff, Marc (2002). Minding Animals: Awareness, Emotions, and Heart (https://books.google.com/books/about/
Minding_Animals.html?id=Or4TDAAAQBAJ) (en inglés). Oxford University Press, USA. ISBN 9780195150773.
9. «The Depths of Animal Grief — NOVA Next | PBS» (http://www.pbs.org/wgbh/nova/next/nature/animal-grief/) (en
inglés estadounidense). 8 de julio de 2015. Consultado el 1 de junio de 2018.
10. Willner, Paul (1984). «The validity of animal models of depression» (https://link.springer.com/article/10.1007/BF00
427414). Psychopharmacology 83 (1): 1-16. PMID 6429692 (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/6429692).
doi:10.1007/BF00427414 (http://dx.doi.org/10.1007%2FBF00427414).
11. «Behavior toward the dying, diseased, or disabled among animals and its relevance to paleopathology» (http://ant
hro.fullerton.edu/_resources/pdf/nga/FashingandNguyen2011.pdf). anthro.fullerton.edu (en inglés). Consultado el
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BEKOFF, MARC (2000). «Animal Emotions: Exploring Passionate Natures». BioScience 50 (10): 861.
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