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Práctica 1: comunicación cotidiana

En la vida cotidiana tenemos todas las formas de comunicación, intrapersonal,


interpersonal y grupal. Y la forma en que se llevan cada una de ellas en nuestro
contexto es diferente y los mensajes que queremos expresar a nuestros receptores
son diferentes y por ende los códigos también lo son.
Para que nuestra comunicación cotidiana sea efectiva debemos tener en cuenta a
que emisor queremos dirigir nuestro mensaje para saber que código debemos
codificar nuestra información.
Si fuera médico no podría decirle a un paciente que tiene un hematoma en la
escama frontal debido a un golpe contuso porque quizás no lo entienda, el más fácil
para lograr una comunicación interpersonal si le dijera que tiene un chichón en la
frente debido al golpe que tuvo en la cabeza cuando se cayó.
Para que nuestra comunicación asertiva interpersonal o grupal debemos sea
efectiva debemos saber identificar a nuestros receptores y hablarles o codificarles
el mensaje a manera que ellos lo entiendan, y con esto no intento discriminar a
nadie, todos tenemos la capacidad de entender un mensaje, de sentir empatía al
escuchar la historia de alguien más, pero debemos saber que códigos de lenguaje
utilizar.
En un día normal camino al trabajo voy platicando conmigo mismo sobre los
pendientes del día, quizás señalándome mis áreas de oportunidad y una propuesta
de mejora, aquí mi comunicación es efectiva porque yo entiendo que lo pienso, lo
que “para mis adentros” me digo, no hace falta buscar adecuar mi lenguaje para
que lo entienda.
Cuando tengo oportunidad de platicar el personal a cargo debo tomar en cuenta que
muchos de ellos tienen información que comunicar, historias que contar y que
buscan la aprobación de alguien, hacerlos sentir importantes, hacerlos sentir parte
de la empresa y hacerles sentirse seguros de sus acciones genera en ellos que se
sientan parte de la empresa y como se dice “que se pongan la camiseta.
Muchas veces caemos en el error de dar por hecho que las demás personas saben
lo que sabemos y les hablamos sin filtrar el contenido o sin codificar, sin mesura al
hablar y al final agredimos a nuestro receptor aun sin quererlo. Un ejemplo claro de
eso es cuando vamos con empleado y debido a la consecuencia de su error u
omisión le hablamos con un cierto tono que resulta ofensivo y además le decimos
que se equivocó delante de los compañeros de trabajo; cuando podemos hablar con
él en privado, mostrarle su área de oportunidad y sugerirle oportunidades de mejora
en su trabajo.
O cuando llegamos a casa y cansados de las labores del día hablamos o
contestamos con indiferencia o enojo nuestra familia que nos espera.
Nuestra comunicación oral quizás sea efectiva y quizás nuestro asertividad los
demás la vean como una orden que deben cumplir, o una idea que deben hacer
propia. Y ahí están las barreras de la comunicación que hacen que nuestra
comunicación asertiva se convierta en órdenes.
Y eso me hace pensar ¿cómo está mi asertividad?
Primero, debo saber cómo codificar el mensaje para que mi interlocutor entienda lo
que realmente quiero decirle.
Y segundo; debo hacer que sienta interés en mi información y que sea reciproco el
intercambio.

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