Delphes.
Diego Valderrama Pepper
Si somos estrictos con la voluntad del compositor no deberíamos relacionar cada preludio con la
obra completa de dos volúmenes, pero sí se puede decir a modo general que existe algo en común
entre estos preludios y esto es la añoranza, la nostalgia, y quizás la espera, de un tiempo futuro
con remembranzas de un pasado distante y difuso.
Tal es así, que el primer preludio llamado: “Danseuses de Delphes” inmediatamente nos trasporta
a un pasado imaginario, el título es fiel a la eterna mirada que ha tenido la cultura occidental a un
distorsionado pasado, un pasado que se ha expropiado de sus cimientos arqueológicos y usado
para la conveniencia, tanto política, como cultural, con esto me refiero más particularmente a la
antigua Grecia. Como muchos historiadores saben, existe un obstáculo, que seguramente sea el
mayor desafío que ha tenido la historiografía y la antropología, que es la mirada manipulada que
tiene occidente sobre sí mismo, ya ocurrió en el renacimiento, donde los principados y las cortes,
italianas, quisieron colocar al hombre en el centro y para eso se remitieron a lo que ellos
consideraban su pasado más glorioso, la antigua Grecia, la Grecia que dio a luz a la democracia, a
la polis, la música de las sagradas proporciones pitagóricas, a la poesía musicalizada, música de
sofisticadas figuras, lo que se denominó en el renacimiento con el nombre de: figuras retóricas,
siendo más preciso, fue con el compositor Claudio Monteverdi como la figura más sobresaliente,
donde encontramos que ya había una mirada sobrevalorada y hechiza, y fue en este período en el
cual se hicieron tratados de retórica musical, donde tenía que existir una manera perfecta de
hacer de la música un sincronizado revestimiento de la poesía y vice‐versa.
Debussy, a mi modo de ver, sin duda se remitió, quizás indirectamente, a esta idea, pero a un
segundo nivel; mientras Monteverdi inventaba técnicas para “revivir” una retórica, símbolo de la
supuesta pureza y perfección de la música griega, Debussy, utilizando lo ya escrito y vivido por
siglos, o sea, la transformación histórica de la figura retórica, reconstruye una imagen pasada con
muchos más elementos imaginarios, o sea, la retórica de la retórica.
Es así como, en innumerables revoluciones y “vueltas a lo humano”, que ha tenido la historia de la
cultura occidental, se ha ido perfilando este extraño concepto de perfección y proporcionalidad,
algo así como una especie de quimera inalcanzable, una competición en busca de una pureza, que
no se encuentra en nuestro presente, pero es el artista quien nos retrotrae a este mundo, quien
nos da un pequeño momento de ilusión, quien nos hace creer la mentira, que es a su vez, y
muchas veces sin saber las intenciones que hay detrás, el instrumento político por excelencia a la
hora de reivindicar una etnia o cultura como la superior o la más elevada.
Sin tratar de hacer de este análisis una crítica más que el sujeto occidental hace sobre su propia
historia, analizaremos cómo Debussy emplea el lenguaje musical para concebir este primer
preludio y de qué manera podemos aprovechar esta distorsionada nostalgia al pasado para
entretejer algún tipo de análisis.
Comencemos por la reseña que nos da el título: “Danseuses de Delphes”, las bailarinas de Delfos,
Esta lenta zarabanda, (lento y grave, en si bemol mayor en compás de ¾), si es que la podemos
denominar así, puesto que la zarabanda como estilo musical, según algunos, nace en las
tempranas colonias de américa, o sea un origen totalmente distante a la antigua Grecia, mientras
otros la sitúan como propia de España, con la influencia de los pueblos árabes, esto es el primer
ejemplo de lo antes mencionado, la distorsión en la descripción, el collage histórico que no
comprende un tiempo lineal. En el aspecto rítmico en general en la pieza podemos identificar un
constante vaivén de cambios métricos, todos amarrados principalmente al compás de ¾.
A nivel de alturas es una pieza de no tan rebuscadas armonías, como otras de su repertorio, sin
dejar de estar anclada a la tonalidad de origen Si bemol Mayor y sus funciones tonales y modales.
La quietud tonal, la igualdad rítmica, acusan el hieratismo de esta pieza inspirada por un grupo de
tres bailarinas, fragmento escultural del templo de Delfos de que Debussy había visto una
fotografía en el Museo del Louvre, Alfred Cortot, importante pianista del conservatorio de parís,
evoca a estas danzarinas como “graves y silenciosas, que se transforman al compás de un ritmo
lento de las arpas, de los sistros y de las flautas”. O sea, tenemos una pieza que podría
perfectamente analizarse como un todo, un continuo, existe una quietud casi insoportable que no
da pie a interpolaciones ni a contrastes contundentes que pudiesen resaltar al oído, esta noción a
mi modo de ver es precisamente el hieratismo nombrado anteriormente hecho música, la
sensación que hay un éter que todo embriaga, la ilusión de que estamos narcotizados por algún
opio. Es algo que, a nivel general, podemos afirmar en cuanto a forma, consideraremos los
exabruptos musicales siempre como una pequeña variación de una misma idea, la quietud, la
somnolencia.
expossición temáticaa A' Sib M
M A'' ccc17
A Ton
nalidad Sib M cc10
cc5
•miisma estructurra •pedal dde
•motivo ritmicco fundammental del V
arm
mónica, cambiio grado
"saltillo"
de
e registro de
•(a) I‐V‐I‐V •movimmiento acordal
meelodía cromática modal ascendente
•(a') giros mod
dales asccendente •melodíía
en torno a sib
b
descenndente
(lidio) con Mi
•irregularidad de
natural compáás
heteroometría,
inestab
bilidad en los
tiempoos fuertes,
•empieza a
distanciarse
armónicamen nte, •cam mbio en la
(Lab M) se esttructura ritmica
•caldeerón sobre la
amplia cesura que •traavesía armónicca
ritmicamente e el interrrumpe un asccendente desd de
motivo de moviimiento Sibb M hasta Mi MM
saltillo consttante
•V
*: Hay que señalar q
que la etapa d
denominada “interrupciónn” no es una eetapa en sí qu
ue debería
considerarse en un gráfico de forma, pero yo consideré quue era importtante señalarlo, pero hay
que en
ntender que nno es una seccción.
Exposición temática A
Esta sección y en general la pieza entera se construye entonces a partir de la siguiente formula
rítmica, de danza lenta en ¾
Esto lo veremos representado a lo largo de toda la obra en diferentes formatos. Elemento que va
acompañado de su consecuente:
En cuanto a la estructura general de la pieza, prácticamente todas las partes tienen un elemento
de síncopa rítmica acompañada de una apoyatura que resuelve de manera ascendente, por
ejemplo, lo podemos ver claramente en los primeros compases de manera ascendente y de
manera descendente en el compas 11,
Vemoss en la parte A
A, A’ y A’’ estta idea, y también a lo larggo de muchass obras del auutor, como unn
motivoo rítmico más que evolucio onar y sufrir aampliaciones o variacioness melódicas, nnotas
adicionnales, vemos que se mantiiene sufriendo una especiee de adaptaciión pero siem mpre
manteniendo su carrácter, aquí p principalmente lo que se m mantiene inam movible es la ssíncopa rítmica
y armóónica propia d
de las danzas en general, e es todo lo quee nos hace refferencia a dar un paso en la
danza, este elemento no evoluciona, se queda estático, lo que cambia es su revestim miento
armónico, lo único q
que podemoss señalar es q que los movim mientos contrrarios de las vvoces extremaas,
se extrreman en registro y que los cromatismo os internos taambién cambian de registrro.
la parte A’’’, en cam
mbio, es muy ccorta, y podríía decirse quee es un pequeeño puente o o transición,
pero tiene su quietu ud propia, es a partir del compás 18, noos quita la sen nsación de qu
ue la música vva
hacia aalgo, (sobre toodo por las diinámicas mf uutilizado en laa sección anteerior) elemen
nto muy usad do
a lo larrgo de la obraa del autor, lo
os elementos nunca alcanzzan a desarrollarse en un m modo estricto o,
pero sii van sufriend
do pequeñas e erosiones, peero seguimos encerrados een la quietud,, sin embargo o lo
que ya se había exp puesto en la p
parte A’, o seaa, el cambio dde registro dee la melodía p
principal, se
direcciona a un pun nto de llegadaa en un acorde de Lab mayyor en el regisstro agudo,
en estta parte nos trata de avisarr que hay un cambio tantoo rítmico com mo armónico, todavía
tenemos presente la síncopa, pe ero hay ya unaa inestabilidaad rítmica quee nos podría lllevar a otro
lado, armónica y me elódicamente e siempre se ttrabaja con e l mismo mateerial, un movvimiento
acordaal contrario en n las voces exxtremas y unaa melodía de apoyaturas aascendentes, esta vez
triplicaada en las vocces medias, que va desde u un Lab M, Soll m, y la domiinante FaM, u una manera
muy to onal, por otra parte siemprre las dinámiccas variando de piano a piianísimo, commo instalando o
una inccertidumbre, con un elemento importaante que actú a como un frreno de una m música que see
mueve e sigilosamentte,
Este frreno que podría dividir la p
pieza en dos ssecciones, peero yo elegí no
o darle esa im
mportancia,
pero sii considerar q
que es la prim
mera interrupcción que encoontramos en este pulso lento e incesan nte
que sieempre esta reeforzado por un piano reso onante y ampplio en registrro.
Esta paarte B es interesante del punto de vistaa armónico, p uesto que es una extremaación de los
giros armónicos enccontrados en el consecuen nte de el mot ivo principal, pero hacia to onalidades m más
distanttes, en el consecuente del compás 4 y 5 5, el trabajo aarmónico es d
de constantess giros modales
desde la fundamenttal hacia sus 3 3ºro y 6ºto grrado, sin pressencia de sensibles, da la impresión quee
ahora e el viaje modaal es más distaante, saliendo
o de la funda mental inicial y adoptando o la variación
del connsecuente en los compase es 12 y 14, que e es un gestoo ascendente,, son una serie de
secuenncias armóniccas, que nos lllevan a acord des distantes, pero la quiettud e inamovvilidad
persisttente en la pie
eza nos dan laa sensación d de que son fu nciones cercaanas,
el alejamiento armónico tambié én da una sensación de preecipitación, esto basado en una intensaa
secuen ncia de funcio ones llenas de
e cromatismo os y “cadenciaas rotas” en uun sentido figurado, con un na
especie e de cantus fiirmus esta vez siempre en el tiempo, si n desplazamiiento, como lo era el motivo
princippal de saltillo, es notable coomo esta “prrecipitación” nno se dota dee un aumento o significativo
o
de la dinámica, de h hecho tiene laa indicación: p
piu p, con un pequeño énffasis dinámico o al final, estee
elemen nto reviste la estabilidad, ccomo ya habííamos visto e n las partes A
A, A’ y A’’, dod
do es
homóffono, solamen nte vemos cambios de registros, ningunna variación ssignificativa een las melodíaas
ni tampoco en los riitmos, lo que actúa como hilo conductoor son las dinámicas, siempre estáticas.
Finalmente concluyye con una re exposición de el material innicial, lo que llamamos: A’’’’’, esta vez si
vemos un momento o un poco máás sobresaliennte, por la am
mpliación del rregistro y el relleno de los
acordees, lo interesaante sin duda es cómo el coompositor uttiliza las dinám micas, es commo si
considerara la cantidad de notass de los acordes directameente proporcional a la dináámica, crea un n
equilib
brio que manttiene esta esttabilidad sin d
dejar de preseentarnos una música profu unda y llena een
los momentos impo ortantes comoo éste. Esto n
nos lleva a nueestra sección n conclusiva qque es B’, sin
embargo sufre una variación cassi imperceptib ble pero impoortante, ya no o es móvil, ya no contiene
una secuencia de accordes que no os mueven haacia algo, mu y parecido a lo que ocurree en el segund do
conseccuente del tem ma principal, compas 4, peero ampliado temporalmeente y con otrro tratamiento
armónico, su único parecido es q que las apoyaaturas no son direccionaless, es el momeento en que las
bailarin
nes dejan de dar vueltas en círculos, poor decirlo de uuna manera p prosaica, y apparte, tiene ell
elemen nto de nota ppedal de la fun
ndamental co on una funcióón que, modalmente, nos d da la leve
sensacción de tener carácter de ddominante, po or la presenciia de la sensib ble y la apoyaatura de Do#
sobre ssu quinta
ahora, manteniendo el mismo esquema rítmico, nos conduce hacia una coda inesperada y con
dinámica “forte”, como para dar un salto, una interrupción que corta la ambigüedad armónica con
aires tonales que veníamos escuchando, ahora si caímos en una absoluta homofonía, una sucesión
de acordes de SibM ampliándose el registro que concluye la obra.
Análisis del Preludio De Claude Debussy:
“Danseuses de Delphes”
Audición Comentada II
Profesor: Jorge Pepi
Estudiante: Diego Valderrama Pepper